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No trust

No hay confianza

Explorar la cabaña no le había tomado demasiado tiempo, así que se encontraba en Hogwarts de nuevo alrededor del mediodía.

Estaba exhausto y también extrañaba a un pequeño niño, a quien pensaba darle alguno de los libros que desempolvó de la cabaña. Parecía que Severus volvería a visitar la propiedad en poco tiempo por las plantas y los libros para Harry.

Al abrir la puerta de su despacho, se sorprendió al encontrar a Harry sentado sobre su sillón leyendo un libro. No el hecho que estuviera leyendo, sino la presencia de este. El director no le había informado que el pequeño estaría quedándose y de inmediato recordó cuando Harry había escapado de casa de sus padres.

—¿Harry? —El profesor llamó. El niño levantó la mirada de su libro y tras una mirada vacía, Harry bajó de nuevo la mirada. —Buenas tardes. —Saludó Severus ante la actitud indiferente de Harry.

—Buenas tardes. —respondió Harry al saludarlo de forma tosca. Severus tomó una bocanada e intentó ignorar el comportamiento de Harry.

—¿Qué lees? ¿Un regalo por tu cumpleaños? —preguntó Severus, recordando que el día anterior Harry había cumplido siete años. Razón por la cuál, también tenía un regalo guardado para el niño.

—No hagas como que no lo sabes. —Harry respondió serio con la mirada puesta en su libro, pasó de página. Severus se mordió la lengua en un intento de no gritarle al niño para que detenga aquella actitud de rebeldía. —Aidan fue el único en recibir un regalo ayer.

Lo dicho por Harry no le sorprendió del todo, pero Severus había creído que al menos los Potter tendrían la decencia de darle algo a Harry. Suspiró. ¿Tal vez los celos por su hermano eran la causa de su actitud?

La mirada ónix del profesor se posó por unos segundos sobre el libro de Harry, segundos suficientes para leer lo que decía el título del libro. De inmediato, recordó el contenido dentro de este, cuál estaba enfocado principalmente a la guerra mágica que había finalizado hacía seis años. Severus podía asegurar que Lily no era consciente de que aquel libro era la lectura actual de su hijo.

Lo poco que había hablado con Lily durante el último año, había sido respecto a los libros que no debía tener en su librero y que podían causar curiosidad a Harry. Libros que hablasen sobre "El niño que vivió".

Así que aquel libro no podía haberlo tomado de su despacho.

—Harry, ¿de dónde sacaste el libro? —preguntó Severus.

—El director me lo prestó. —Severus abrió los ojos de la sorpresa, de inmediato recompuso su expresión facial a una seria. ¿Porque Albus Dumbledore le daría aquel libro a Harry sabiendo que Lily aún no había comentado nada sobre el niño que vivió con su hijo?

—¿Te lo prestó o lo tomaste prestado?

—¿Cuál es la diferencia? —preguntó Harry sin separar sus ojos de las páginas del libro.

—No me hables de esa forma, Harry. —Pidió el profesor con severidad pero sin sonar enojado. —Dame el libro.

—¿Por qué debería hacerte caso? —Harry levantó la mirada y Severus sintió la intensidad de esta. —¿Por qué seguiría las órdenes de un mortífago como tú? —Harry arrugó la frente y Severus notó que los ojos de Harry se empezaban a cristalizar.

Severus se paralizó, no esperaba aquel comentario y mucho menos de Harry Potter. El profesor se golpeó mentalmente al creer que había formado algún vínculo familiar con el niño, pero como todo en su vida, había estado erróneo. ¿Pero cómo carajos Harry sabía que había sido un mortifago? Claro, el libro hablaba de ello, pero...

—He visto tu antebrazo izquierdo. —Como si Harry le hubiera leído los pensamientos, el niño respondió a su pregunta. Sin Severus poder decir algo al respecto, Harry volvió a hablar. —Fuiste un seguidor de alguien que casi mata a mi hermano. Me ocultaste eso. Prongs y Lily sobre quién es Aidan en realidad. También Sirius y Remus. Incluso Aidan...

Harry volteó el rostro y Severus pudo notar como se limpiaba algunas lágrimas con el brazo. Severus recordó que Harry seguía siendo un niño y a pesar de su intento por mantenerse serio, el sentimentalismo había llegado a él.

—¿Acaso hay alguien que no me mienta? —Harry volteó a verlo con la cara mojada y los ojos un poco enrojecidos. —¿Por qué? —La voz de Harry se quebró.

Severus notó el dolor y la falta de confianza en los orbes verdes del pequeño mago. En ese instante, el adulto descifró que Harry creía no tener un adulto en quien confiar.

—No es un asunto del que suela hablar. —Confesó Severus tomando una bocanada de aire y tomando asiento a un lado de Harry en el mismo sillón. Notó el estremecimiento del niño, pero intentó ignorarlo. —Es un pasado que no me gusta recordar. Fui un espía para Dumbledore. —Añadió y Harry lo miró, como si no le creyera, así que continuó. —Lo hice cuando me di cuenta que tu madre estaba en peligro.

—Igual mentiste, como todos. —Acusó Harry con dolor en su voz, apretando la frente.

—Tienes siete años, no es un asunto que comprenderías del todo. —Reflexionó Severus con serenidad. —Trato de comprender tu confusión, enojo e irritación con este asunto, así que estoy abierto a responder las preguntas que están en mis facultades de hacerlo.

—Mentiste. —Harry dejó el libro cerrado a un lado y apretó sus rodillas contra su pecho. Severus debatió en si darle espacio al niño o consolarlo con un abrazo.

:.:.:

Aidan, ya acostumbrado a los mareos que solían generar los trasladores, se recompuso de inmediato al llegar a su destino. A diferencia de otras ocasiones, lo primero que deslumbró fue ver una cabaña frente a él. Usualmente, en los viajes que solía tener aparecían en la recepción de algún hotel mágico. Esta vez, se veía diferente.

—Me tomó tiempo encontrar alguna vivienda mágica que esté alejada de los muggles y poblaciones mágicas. —Habló el director. —En este país la población de magos es muy reducida y la mayoría suele vivir en el campo alejados de los muggles. Dinamarca es... interesante.

—Es imposible que los muggles noten la magia de aquí, ¿cierto? —Preguntó su madre sonando algo preocupada.

—No te preocupes Lily, la casa no puede ser notada por los muggles y mucho menos la magia que se podría practicar en ella. —Explicó Dumbledore. —Además, el Ministerio Mágico de Dinamarca no rastrea la magia de los niños del país.

—¿Entramos? —preguntó su padre abriendo la puerta de la cabaña. Aidan estaba interesado en ver cómo era por dentro.

El lugar no era tan grande pero se veía reconfortante. Aidan notó los muebles color marrón que adornaban el interior de la cabaña, que hacían juego el piso y paredes de madera más clara. Aidan supuso que sería algún tipo de madera especial, pero Aidan no conocía de tipos de madera por lo que no podía determinar de qué madera estaba hecha la cabaña.

—Arriba hay tres habitaciones. Ya saben, por si se animan a que Harry se una al entrenamiento. —dijo Dumbledore.

—Albus, creo que ya lo habíamos conversado. —Su madre miró al director, una mirada que Aidan no pudo descifrar.

—Nunca está mal cambiar de opinión. —El director les sonrió. —De todos modos, el sótano ha sido restaurado para ser usado como sala de entrenamiento. Me ocuparía personalmente del entrenamiento, pero tengo muchos deberes que atender. Mi buen amigo Yusuf llegará mañana para el primer entrenamiento de Aidan.

Aidan miró a sus padres, pero por sus expresiones, supuso que ambos sabían de quién hablaba el director.

—Vayamos al sótano para que lo conozcan.

Mientras bajaban, los adultos conversaban de algo que Aidan no prestaba atención. Aidan solo se preguntaba si algún día su hermano podría estar con ellos. Aidan odiaba profundamente la idea de tener que dejar a su hermano solo en Hogwarts, posiblemente aburriendose leyendo tantos libros. A pesar de su desagrado, Aidan no podía hacer algo al respecto.

:.:.:

Harry sintió las lágrimas caer por sus mejillas. No quería llorar, no en ese momento. Pero era inevitable hacer que las gotas que caían por sus ojos se detuvieran. Con la mirada nublada apretó con más fuerza sus rodillas contra su pecho. No sabía por qué, pero quería un abrazo de Severus a pesar que el hombre le había mentido. Pero hacía mucho se había acostumbrado a los abrazos del adulto cuando se sentía mal y ese momento no era la excepción.

¿Por qué Severus no le abrazaba?

Sintió que Severus se levantaba del sillón y tomaba el libro que había dejado a un lado. Posiblemente no se lo devolvería, pero Harry no tenía fuerzas para discutir con su adulto favorito.

Su adulto favorito... que aunque este la había mentido, siquiera en algún momento se había preocupado por él. Frotó con su mano derecha sus ojos.

—¿Te gustaría un té? —preguntó Severus y Harry asintió despacio.

Le parecía extraño, Severus no sonaba enojado a pesar de haberle hablado de una mala forma hace unos minutos. A diferencia de Prongs, quien solía enojarse con rapidez ante alguna malcriadez de Harry. Intentó detener aquella comparación, Severus se preocupaba por él pero Prongs nunca lo había hecho. Tanto así, que para Harry era muy difícil llamar a Prongs papá. Pero ambos habían mentido... pero le dolía más la mentira de Severus que la de James Potter.

Intentó respirar con tranquilidad, recordando algunas técnicas de respiración que Remus solía enseñarle. Extrañaba a Moony, pero quién sabía, a lo mejor su tío se había cansado de él o finalmente le había creído a Prongs con lo de ser un niño que nunca acataba las reglas y generaba mucho desorden. A lo mejor, Moony seguía viendo solo a Aidan y su hermano se lo ocultaba.

¿Por qué todos le mentían? Las lágrimas continuaron resbalando por sus ahora rosadas mejillas.

—Harry. —La sedosa voz del profesor le llamó.

Limpiándose las lágrimas, Harry levantó la mirada para encontrarse con Severus parado frente a él con una taza de té. Harry no pudo evitar seguir llorando y quería detenerse, pero no podía. Más lágrimas cayeron por su rostro.

—¿Quieres un abrazo? —Preguntó el adulto y Harry asintió de inmediato ante la necesidad de sentir unos brazos que lo reconfortaran. Vio a Severus hacer flotar la taza de té y se acercó a él.

Harry se levantó del sillón y abrazó al adulto con fuerza. Sintió la mano de Severus pasar por su cabello y Harry no pudo evitar seguir llorando. Se sentía bien, a pesar de que el hombre había mentido. Sea como sea, le gustaban los abrazos de Severus y poder sentirse seguro junto a él.

Tras unos minutos de estar abrazando al hombre y algunos sollozos que salían de Harry, el niño se separó un poco.

—¿Te encuentras mejor? —preguntó el adulto y Harry asintió con la mirada puesta en el suelo. —Será mejor que tomes asiento y conversemos.

Harry volvió a asentir sin mirar a Severus, mientras ambos tomaban asiento en el sillón y el profesor le daba la taza de té anterior preparada a Harry. El niño creyó que la había regado con el profesor. Le había hablado de mala forma, después de todo. Harry pensó que muy posiblemente recibiera un regaño, como los que solía recibir de James... pero con tan solo pensarlo el pecho de Harry volvió a doler. No quería que Severus lo regañara, pero se lo merecía. Pero Severus le había mentido...

—Primero me gustaría saber, con sinceridad, de donde tomaste el libro. —Pidió el profesor.

—El director me lo regaló. —Harry respondió sin levantar la mirada. —Sé que no me crees, pero lo hizo.

—Está bien. —El profesor suspiró. —¿Crees que aquel libro resolvió las dudas que tenías?

—Algunas. —Harry levantó la vista tímidamente para ver a Severus. El profesor parecía pensativo con las manos juntas y los codos sobre sus piernas, mirando algún punto fijo sobre el suelo. Un silencio se apoderó de ambos, así que Harry decidió que sería su turno de preguntar. —¿Eres malo Sev?

Por un segundo, Harry creyó que el cuerpo del adulto se tensaba pero de inmediato el adulto volvió a relajarse.

—¿Crees que lo soy?

Harry negó con la cabeza, pero el adulto no lo notó.

—No creo que seas malo, Sev. —Habló Harry tras unos segundos. Severus se irguió y miró hacia Harry.

—Pero he hecho cosas malas. —Harry se mordió el labio recordando que en el libro se mencionaba que los mortífagos habían asesinado muggles y otros magos durante la guerra mágica. ¿Sev había estado involucrado en eso? —Hasta que me di cuenta a quien perjudicaba. —Harry siguió escuchando con atención. —Ese libro dice muchas cosas de todos pero no sabe la realidad de cada uno de nosotros para haber tomado la decisión de tomar la marca. Muchos lo hicieron por la presión familiar, otros por seguir a sus amigos, algunos por no tener otra cosa por la que luchar y algunos pocos porque realmente quisieron.

—¿Cuál fue tu razón?

—Haber estado solo. No es una excusa, pero es una razón. Sé que pude tomar mejores decisiones desde el inicio. Empecé a tomar las buenas un poco demasiado tarde. Me di cuenta que tu madre estaba en peligro. No me preocupe por ti ni por tu hermano, sabiendo que el objetivo del que no debe ser nombrado era uno de ustedes dos. Si hice algo bien, fue por tu madre. Incluso el aceptar cuidarte.

Harry intentó entender por un momento las razones de Severus. Era raro ver al hombre como alguien más que cuidaba de él y le daba el cariño que sus padres no le brindaban. Pero Severus tenía un pasado, uno que a lo mejor no concordaba mucho con su yo actual, o al menos la parte del hombre que Harry conocía.

:.:.:

Su madre sirvió la cena y Aidan hizo una mueca. No por la comida, sino por el hecho de que sus padres no habían atendido a sus súplicas de traer a Harry con ellos. Súplicas que habían empezado desde que el director se había ido hacía dos horas aproximadamente.

—Aidan. Quita esa expresión. —Aidan miró a su padre, queriendo desafiarlo pero de inmediato pensó que no sería buena idea. —Si no quieres que tu hermano esté en peligro, es mejor que no venga con nosotros.

—Es cierto cariño, ya lo hemos explicado. —Su madre habló tomando asiento en la mesa.

—No es justo. —Aidan sonó triste mientras tomaba una cucharada de su sopa.

—Tampoco es justo que te veas obligado a tomar estos entrenamientos cariño. —Su madre lo miró con pena. Aidan amaba a su madre, pero le disgustaba cuando le dirigía esa mirada.

—Pero es importante que tomes los entrenamientos si quieres ser un héroe. —Su padre le sonrió. Aidan prefería las sonrisas de su padre a la mirada de lástima de su mamá.

—¡Ser una héroe suena fascinante! —Exclamó Aidan, sin seguro de si realmente encontraba fascinante el ser un héroe. Solo creía que era bueno complacer a su padre si le seguiría dedicando aquellas sonrisas que le gustaban tanto.

Comió en silencio, mientras escuchaba a sus padres hablar del trabajo, principalmente a Prongs y sobre las cosas que había dejado para que uno de los aurores más jóvenes hiciera durante su ausencia en la oficina. Al acabar de comer, Aidan se levantó y se dirigió hacia su habitación asignada en la cabaña.

Frente a la puerta de su habitación, había otra totalmente vacía. Aidan esperaba que algún día Harry la pudiera ocupar.

Entró a su propia habitación y sacó sus bloques de juguetes para distraerse un poco. Sabía que al día siguiente sería uno pesado, pues empezaría con sus entrenamientos mágicos. Al inicio, Aidan había encontrado la idea positiva pues aprendía a salvar el mundo y usaría su varita, pero ahora, no sabía qué pensar exactamente. Pero si su padre decía que tomar esos entrenamientos le ayudaría a ser un héroe y eso hacía feliz a su padre, Aidan lo haría.

N/A: Primer capítulo de esta semana de actualizaciones hasta el viernes. Iré publicando uno por día y espero que les guste <3

Y sigan leyendo para conocer las verdaderas intenciones de Dumby, he visto varios comentarios con dudas al respecto.

No olviden dejar sus comentarios porque eso me anima a seguir escribiendo.

También estén atentos a mi tablero de mensajes porque se vienen cositas interesantes...

Nos leemos <3

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