[16]
Where is Harry?
—
¿Dónde está Harry?
No podía evitar removerse con inquietud mientras caminaba hacia el salón de reuniones de la mansión sin soltar la mano de su madre. La pelirroja llevaba puesto un vestido verde que hacía juego con sus ojos, también llevaba el cabello más arreglado de lo normal, notó. La única vez que había visto a su madre tan arreglada había sido el año pasado, cuando se reunieron con el ministro de magia; aún recordaba lo aburrido que había estado mientras esperaba fuera de la oficina del ministro con una señorita que le daba un dulce de vez en cuando, había sido en una mañana antes de ir a un viaje con un supuesto medimago que averiguara algo sobre él. ¿Pero qué?
Así como su madre, él mismo iba bien arreglado según la mujer. Llevaba puesta una camisa a botones blanca, un corbatín que adornaba su cuello apretadamente, pantalón y zapatos lustrosos como los de su padre y una bonita túnica, todo el atuendo negro y detalles en rojo. La túnica era muy incómoda y tras verse en el espejo de su habitación notó que parecía uno de esos niños sangre pura que había visto en Francia. Él solo esperaba que su hermano llevase un conjunto similar (tal vez en detalles verdes, como su madre, por sus ojos), aunque hablando de su mellizo, no lo había visto durante toda la mañana.
No sería el primer cumpleaños que no veía a su hermano hasta salir de su propia habitación, pero sí era la primera vez que tanto él como su madre iban bien vestidos para su cumpleaños. ¿Su padre estaría con Harry? Aquello tendría sentido, pues fue su mamá quien lo ayudó a vestirse junto a Laly, aunque la pelirroja había evitado las preguntas que Aidan hacía respecto a Harry.
Su papá había estado en su habitación esa misma mañana, felicitándolo por sus seis años y comentando que tenía varias sorpresas preparadas para él. En ese momento también lo había llenado de mimos, abrazos y regalos. Habían desayunado los dos juntos en su habitación hasta que Moony ingresó a saludarlo y darle un regalo que aún no había abierto, Moony al irse llevándose a su padre. Por eso suponía que Prongs debía estar con Harry.
— Mami, no me gusta esto — Aidan habló justo a la entrada del salón de reuniones, la puerta estaba abierta, cosa que el niño no había notado por estar más concentrado en el incómodo corbatín que apretaba su cuello.
— Cariño, no digas eso — La pelirroja susurro y forzó una sonrisa mientras hacía una seña con la mirada hacia adentro, fue en ese instante que los ojos avellana notaron la presencia de más personas dentro de la mansión.
Siempre eran Harry, Mamá, Papá, Moony y Pads. ¿Quiénes eran esos extraños?
Su madre relajó su sonrisa y sin soltar su mano, lo adentro a la espaciosa sala de reuniones de la mansión. Todas las miradas se posaron en él en cuanto dio un paso dentro de esta, se removió de nuevo, incómodo, sin dejar de caminar hacia donde su madre le dirigía.
— Felicidades, joven Potter — Un señor de mirada amable lo felicito mientras él y su madre se dirigían hacia una esquina de la sala de reuniones, donde su padre se encontraba con su tío Padfoot y padrino, además de estar acompañado por un señor pelirrojo que Aidan en definitiva no conocía.
—Gracias, Edward — Agradeció su madre, deteniéndose ante el hombre y tomando del hombro a Aidan — Agradece, cariño —le susurró.
Aidan reprimió una mueca.
— Muchas gracias — Intentó sonreír. El señor volvió a sonreír ampliamente.
— Hace mucho tiempo que no te veo — señaló el hombre.
—Lo sé Ted. El tiempo pasa volando — Aidan solo se quedó viendo hacia arriba, notando la interacción entre ambos adultos —¿Y Andy?
— Aquí estoy — una mujer de cabello castaño oscuro se acercó a ellos — Este debe ser uno de tus pequeños — La extraña mujer le sonrió y Aidan bajó la mirada hacia sus pies — Aún recuerdo cuando Dora tenía su edad.
— Crecen rápido, así que disfruta de tus hijos — Habló el tal Ted — Cómo Auror pasaba bastante tiempo fuera de casa, pero cuando Nymphadora llegó a nuestras vidas me aseguré de separar tiempo para ella. Y no me arrepiento.
— James y yo también tratamos de pasar la mayor cantidad de tiempo con nuestros hijos.
— Eso es bueno, sigan haciéndolo — la castaña comentó — ¿Y tu otro hijo? Harry, ¿verdad? — Aidan también quería saber donde estaba su hermano, pues había logrado localizar con la mirada a Prongs pero no a Harry dentro de esa espaciosa sala.
— Sí, Harry. Nosotros debemos seguir saludando a los presentes — su mamá jalo de su mano para seguir caminando entre la sala para saludar a todos esos extraños que lo miraban con descaro. ¿Por qué hacían eso?
Más importante, ¿Dónde estaba Harry?
:.:.:
Tras haber saludado a todas las personas que no conocía y sin tener respuestas de dónde se encontraba Harry, su madre y él se acercaron a la esquina donde seguía su padre con el señor pelirrojo. Ya no había rastro de Pads y Moony, pero se les había unido el director de Hogwarts.
— Hey, campeón — le saludó su padre.
— Feliz cumpleaños, joven Aidan — el director lo felicitó con una gran sonrisa mientras sacaba algo de uno de los bolsillos de su curiosa túnica de manchas celestes y azules —Esto es para ti — Y como a cualquier niño, a Aidan le brillaron los ojos al ver que era una bolsa de dulces.
— Los guardaré por ti, cariño, ¿Sí? — su madre se agachó a su altura, hablándole con delicadeza. Aidan hizo una mueca, pero aun así le entregó los dulces a la pelirroja. — Te los devolveré luego — señaló la mujer mientras se enderezaba.
— Feliz cumpleaños, joven Potter — saludó amablemente el hombre pelirrojo que nunca había visto —Soy Arthur Weasley — El hombre le extendió la mano al igual que el resto de los presentes, Aidan la aceptó.
— Gracias — murmuró el conocido niño que vivió.
— También tengo esto para tí — el pelirrojo le tendió una caja color rojo — Presente de mi esposa y el resto de mi familia.
— Gracias, pero no era necesario — mencionó Aidan mientras su madre recibía la caja, la cual fue encogida y guardada en el bolsillo de su vestido, como los otros regalos que había recibido.
Aidan comprendía que fuera su cumpleaños, ¿pero por qué tantos extraños que no había visto en su vida le daban regalos y lo felicitaban? ¿Harry estaba pasando por lo mismo? ¿Dónde estaba su hermano?
— No debiste molestarte, Arthur, pero gracias — su madre agradeció.
—En su cumpleaños, muchos lo conocen. Era de esperarse, Lils — le restó importancia a su padre, con las manos en los bolsillos y una sonrisa entusiasta en el rostro. ¿Cómo era que toda esa gente lo conocía?
—¿Y tu otro hijo? Tienes otro ¿cierto?— además del primer hombre que había saludado, este era el único que había vuelto a preguntar por su hermano. Sus ojos avellana brillaban de curiosidad, esperando una respuesta clara de su padre.
— El pequeño Harry se unirá más tarde — comentó el director.
¿Más tarde?
— Así es — concordó su padre — Cuidar de dos niños es complicado — mencionó Prongs a la ligera. Aidan ladeó la cabeza y vio como su madre tomaba del brazo a su padre.
— Imagínate siendo yo. Tengo siete — habló el tal Arthur — Uno es de tu edad, se llama Ron — el pelirrojo volteó a ver a Aidan.
Aidan estaba a punto de volver a preguntar por su hermano cuando su madre volteó a la puerta sin soltar el brazo de su padre y ambos se acercaron a la persona que iba ingresando junto a sus tíos.
— ¡Doctor Freeman! — saludó alegremente su madre al mago moreno que se acercaba a ellos.
— Señora Potter — el acento americano del medimago se hizo notar en el saludo. ¿Qué hacía su medimago recurrente en la Mansión? ¿Qué hacía toda la gente extraña en la mansión?
Vio a su madre alejarse con su padre para darle el encuentro al medimago Freeman mientras Pads y Moony se acercaban a él.
— Hey, cachorro — Sirius despeinó su cabellera (que le había tomado horas a su madre poder arreglar. Se enojaría al notarlo, sin duda) — Feliz cumpleaños — se agachó a su altura para darle un abrazo.
— Gracias, Pads.
— Perdón por no estar en la mañana. Trabajo, ya sabes — se disculpó el Auror — Luego te daré tu regalo, la cosa es que tu mamá no lo vea — Su tío le susurró al oído, luego se separó del abrazo como si nada, guiñandole un ojo.
— Solo espero que no hagas ninguna travesura, Pads — señaló Moony.
— Bueno, bueno. Las travesuras de un niño nunca vienen mal — se escuchó decir al director de Hogwarts a sus espaldas — A menos que sea en mi escuela... Tal vez — Lo último fue dicho con más seriedad, pero el guiño en conjunto con una mirada que decía saber cosas se le restó fácilmente.
— Como padre de siete hijos, te digo que siempre vienen mal. Principalmente, cuando se trata de un par de gemelos — El pelirrojo intervino en la conversación.
A partir de ahí notó que las miradas de los extraños seguían puestas en él, pero cuando volteaba a verlos estos intentaban disimular. Mientras los adultos conversaban y una lechuza entraba por la ventana, Aidan decidió salir de la sala de reuniones, dirigiéndose a la sala de la mansión.
:.:.:
El pequeño mago no estaba muy seguro de cuánto tiempo había pasado sentado sobre el sofá de la sala viendo a la chimenea por si Harry deseaba hacer algún tipo de aparición luego de haber intentado buscarlo en los otros lugares de la mansión que conocía. ¿Por qué Harry no quería estar ahí? ¿Era malo que pasen su cumpleaños juntos? ¡Ambos cumplían el mismo día! Aquello no era justo.
Con la mirada triste posada sobre la chimenea, notó cómo la red flú tomaba su color característico: el verde. Sus ojos brillaron de esperanza al creer que sería su hermano volviendo a casa, pero se apagaron rápidamente. En vez de eso, se encontraba la cabeza de un niño entre las llamas.
— ¿Papá? — el rostro de la chimenea habló.
A paso cauteloso, Aidan se acercó, creyendo que se habían equivocado de red, cosa que era muy probable.
— ¿Quién eres y qué quieres? — preguntó, entre curioso y hostil, por el desconocido, agachándose a la altura de la red flú.
Estando de rodillas pudo notar detalladamente el aspecto del niño; parecía ser de su edad, tenía pecas por todo el rostro y el cabello algo desarreglado, pero viéndose mejor que el suyo propio.
— Busco a mi papá. Yo soy Ron Weasley — respondió el niño del otro lado —¿Y tú?
— Aidan, Aidan Potter — Los ojos del tal Ron se abrieron como platos y abrió la boca en forma de "o". Daba la impresión de haber visto al mismo Godric en persona.
— ¡Tú! — chilló el niño pecoso desde la chimenea —¡Eres el niño-que-vivió! — ¿El qué? Se preguntó Aidan. Una expresión de confusión en su rostro —¿Puedo ver tu cicatriz? — Una sonrisa apareció en el tal Ron.
¿Por qué un niño que se entromete en la red de su mansión quería ver su cicatriz? ¿Y qué era un "niño-que-vivió"? Nadie había pedido ver su cicatriz a excepción de los medimagos a los que había asistido, siendo el medimago Freeman el que solía revisar aquella marca continuamente. ¿Qué de especial podía tener una raya en el lado derecho de su cuello?
— No sé de qué hablas.
— La cicatriz, la que te protegió de la maldición — Ese niño se había fumado una buena dosis de... ¿Cómo se llamaba? Bueno, de eso de lo que Sirius siempre solía decir que no pruebe, decía que por experiencias.
— Estás loco — Aidan se quejó apretando los labios.
— ¡Y tú eres grandioso! — Eso era extraño.
¿Quién te respondía eso luego de que lo insultes? Bueno, solo Pads cuando Moony se enojaba con él, pero eso era otra cosa.
—¿Qué haces?— una voz mayor resonó detrás del niño pecoso, una que parecía de un niño grande.
— ¡No lo vas a creer! — desde la chimenea Aidan notó cómo el intruso de la red flú volteaba para ver algo o a alguien detrás de sí mismo.
— ¿Aidan? — la voz de su padre lo distrajo, el cual iba entrando a la sala en compañía del señor pelirrojo que había visto más temprano — Tu madre estaba buscándote — señaló el mayor.
— Hay un intruso, pá — Aidan aún de rodillas, señaló hacia la chimenea viendo a los ojos de su padre, idénticos a los de él.
— ¡Papá! — la voz del intruso desde la chimenea se hizo escuchar nuevamente, sorprendiendo a los dos adultos que recién habían llegado.
Aidan vio como su padre y el señor pelirrojo intercambiaron una mirada. Luego su padre le hizo una seña para que se levante del suelo con una sonrisa amable, la que llevaba siempre, y en lo que se alejaba de la chimenea acercándose a su padre, el señor pelirrojo se acercó a la chimenea aún con la red flú activa, el niño extraño seguía allí.
Notó cómo Arthur se arrodillaba ante la chimenea y murmuraba, algo que no comprendió cuando su padre lo acercó a él, se abrazó a su costado, apoyando su cabeza allí. Tras el murmullo del otro adulto, las llamas verdes de la chimenea desaparecieron.
— Perdón por eso — Se disculpó el hombre pelirrojo, poniéndose de pie. Aidan abrazó las piernas de su padre y éste colocó una mano sobre su hombro por acto reflejo.
—No te preocupes, Arthur. También soy padre, lo comprendo.
— Ron buscaba una de sus pertenencias y creyó que sería buena idea, pedirme ayuda en vez de a su madre — explicó Arthur.
:.:.:
— Bueno, será mejor que me retire. Lamento no poder pasar tanto tiempo en la reunión — Prongs negó con la cabeza ante las palabras del señor — Gracias por la invitación y permitirme usar su red flú personal.
— No hay de qué, Arthur. Espero verte pronto.
—Así sea.
Los ojos avellana de Aidan vieron cómo el señor Arthur tomaba los polvos flú.
— ¡La madriguera! — fue lo que recitó el señor, desapareciendo un instante después entre las llamas de la chimenea.
—¿Qué es la madriguera?— cuestionó camino a la sala de reuniones.
— El hogar de la familia Weasley — Aidan asintió despacio.
¿Harry estaría ahí?
No saben la satisfacción que me da terminar de escribir este cap.
¿Qué opinan sobre la aparición de nuevos Weasley? Los leo.
Mencionarles también que poco a poco iré trayendoles alguno que otro cap desde la perspectiva de Aidan para completar las cosas de la historia :)
Y perdón por la demora otra vez. #LasClasesPrecencialesTienenLaCulpa
Nos leemos
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