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[05]

In sickness

Enfermedad

De un momento a otro su padre James había entrado a su habitación para despertarlo y decirle que alistara su mochila rápidamente. Realmente no se quejaba, usualmente solía hacer eso cuando se olvidaba de decirle que tendrían que viajar con Aidan de nuevo y que él debería quedarse en Hogwarts, con Sev, le susurraba su mente aún dormida, el pensamiento le despertaba en un segundo. Así que cuando James salía de su habitación se colocaba con rapidez sus pantuflas y se dirigía al baño de su habitación, subiendo en el banquito frente al lavadero. Se aseaba solo, como solía hacerlo a excepción de cuando su mamá tenía tiempo para ayudarle a peinar, o intentarlo. Ya acostumbrado al procedimiento lo hizo en automático.

Al salir del baño se cambió el pijama por algo más cómodo para salir; seguramente Lily había ingresado a la habitación mientras se aseaba para dejarle listo su atuendo del día. A diferencia de muchos niños de cinco años, Harry no tenía ningún problema para cambiarse solo y colocarse sus zapatillas, y a diferencia de su hermano, del que había notado que siempre sufría para colocarse los zapatos y una polera.

Se dirigió hacia el pequeño escritorio ubicado en una esquina de su cuarto (el cual era más una mesa de juegos) para tomar su mochila roja y alistar sus cosas para ir a Hogwarts. Su padre James no le dijo con exactitud cuánto tiempo se irían pero usualmente era entre una y dos semanas, por lo que procuró empacar ropa y juguetes para ese tiempo.

Su habitación en casa con Severus era una habitación de tamaño regular a comparación de la habitación que tenía en la mansión. Aquel cuarto era muy grande para un niño de cinco años, por ende Harry creía que esa habitación en casa de sus padres podía ser rellenada por más de veinte camas king, así que le tomó algo de tiempo moverse de un lado a otro para escoger qué guardar y tener todo listo, pero finalmente lo logró. Como la mochila tenía hechizos de expansión, todo entró sin problemas.

Finalmente salió del cuarto para dirigirse hacia el primer piso y esperar en la sala a que el director Dumbledore apareciese para llevarlo a Hogwarts.

Se sorprendió al notar que su padrino y su tío Moony no estaban ahí, por lo general llegaban antes de que él terminara de alistar sus cosas para viajar sin inconvenientes con Prongs, Lily y Aidan. Así que tomó asiento en el mueble, en espera a que vinieran a recogerlo, era muy probable que por el tiempo, ni siquiera desayunaran ahí, al menos no veía a Lily dentro de la cocina o a Prongs indicando a los elfos que preparen algo para el desayuno.

—¿A dónde vamos?— escuchó la voz quejumbrosa de su mellizo mientras este bajaba por las escaleras siendo cargado por su padre y esté sosteniendo en su otra mano una mochila idéntica a la que Harry había alistado.

Algo raro, al menos para Harry. No el hecho de que James estuviera cargando a Aidan, eso siempre lo hacía, sino que las cosas de su hermano no estuviesen en los baúles que su madre solía alistar. Y hablando de su madre... ¿dónde estaba ella?

—Vamos Harry — le llamó James, acercándose hacia la red flu de la mansión. Harry tomó su mochila y se acercó a su padre, quien aún cargaba con Aidan.

Se abstuvo de preguntar dónde estaba su madre. Usualmente, cuando preguntaba algo su padre le decía que aquello no era su asunto "cosa de adultos", según el hombre. Era Lily la que solía resolver algunas de sus dudas, aunque no todas, puesto que según ella, Harry comprendería mejor cuando crezca.

— Harry, agárrate de mi pantalón para poder usar la red flu — Harry asintió, haciendo lo indicado de inmediato. Luego James indicó su destino y los tres aparecieron en un departamento.

El departamento estaba hermosamente adornado por repisas de madera, que quedaban muy bien con el tono blanco de las paredes. En las repisas había discos, libros, jarrones y otros accesorios para poder adornarlos. El departamento en sí no era muy grande y Harry lo sabía porque ya había estado una vez ahí antes. El lugar contaba con una cómoda sala, donde se encontraban, que tenía ubicada la red flu en un esquina. Luego estaba la cocina, ubicada al otro lado de donde se encontraba la sala; puesto que ambos compartían un mismo espacio que lo hacía verse moderno.

También constaba de tres habitaciones, dos baños y un estudio que estaba lleno de libros de su tío Moony y por papeles de su padrino. Además, habían unas escaleras que llevaban hacia otro piso, pero Harry nunca había estado allí porque su padrino le había dicho que "el segundo piso estaba hechizado para parecer un bosque", no le gustaría perderse ahí.

Su padre James no tuvo que llamar a su padrino Pads para que este apareciera unos segundos después de que los tres hubieran llegado. Su padrino estaba envuelto en una toalla amarrada a su cadera, el cabello mojado y una expresión de irritación en el rostro; Harry comprendía el por qué.

—¿No podías avisar que venías?— preguntó su padrino, intentando no sonar brusco.

—Lo siento por haber interrumpido tu baño — respondió su padre de inmediato. Harry sabía que su padrino tenía un problema con los baños y duchas, decía que eran sagrados, un momento de relajación. Nadie podía interrumpirlos.

— Hola niños — saludó Pads, regalándoles una sonrisa. Ambos se la devolvieron, y antes de que Harry pudiese decir nada para saludarle de vuelta, James habló.

— Necesito que los cuides... Lily enfermó y debo llevarla a San Mungo — informó. Así que su madre estaba mal. Harry esperaba que se recuperara pronto. Y seguramente esa era la razón por la que no iba a Hogwarts, porque Pads y Moony no estaban ocupados viajando con ellos.

—No hay problema — Sirius suavizó su expresión ante su mejor amigo.

— Bueno... cada uno tiene sus cosas en sus mochilas y si no es nada grave vendré a recogerlos mañana por la tarde — Pads asintió —¿Y Moony?— preguntó.

— Durmiendo — respondió su padrino, Harry se distrajo con el enorme tatuaje en una de sus costillas, tenía la forma de un camino hecho con las huellas de las patitas de un perro.

— Le dices lo que te dije y... espera — se interrumpió James así mismo, fijándose en el rostro de su amigo y acercándose un poco —¿Por qué tus labios están tan hinchados?— frunció el ceño.

— Camarones — respondió inmediatamente su padrino — Ayer pedimos algo para cenar y tenía camarones, no sabíamos que tenía camarones — explicó.

—Tu alergia... cierto. Bueno, ahora sí debo irme — se despidió James — Y ustedes pórtense bien — Les pidió, ambos asintieron.

Con eso James salió del departamento por la red flu, volviendo a la mansión Potter.

—¿Ya desayunaron?— preguntó su padrino.

:.:.:

Cuando Moony los vió, inmediatamente los abrazó con fuerza y botó a su padrino de la cocina para que no hiciera un desastre, también para que fuera a ponerse algo de ropa. Les sirvió un plato de avena para cada uno de los mellizos y Harry empezó a comer con entusiasmo mientras Aidan hacía muecas extrañas al plato frente a él, con ligero cansancio en el rostro.

—¿No hay otra cosa?— preguntó Aidan, con una mueca de desagrado.

— La avena te ayudará a crecer — dijo su tío Moony, sirviendo más avena en un tazón para Pads y él.

— ¡Exacto! — exclamó su padrino, volviendo a entrar a la cocina y ayudando al castaño a colocar otros dos tazones sobre la mesa. Luego ambos tomaron asiento. —¿Ves a Harry? Trata de comer un poco como él y...

— No soy Harry — le interrumpió Aidan con brusquedad.

— Solo un poco ¿sí? — inquirió Remus con suavidad — A Pads tampoco le gustaba hasta que le obligue a comerla — explicó y Sirius asintió con la boca llena de avena. — Ahora ya le gusta — sonrió.

— Dime Harry. ¿Qué haces cuando te quedas en Hogwarts? — preguntó su padrino tras unos segundos.

— Dibujo en mi libreta — respondió —El profesor Dumbledore me la regaló así que en su oficina suelo pintar y dibujar — técnicamente no mentía; solía quedarse en la oficina del Director a veces, pero pasaba más tiempo con Severus. Aunque aquello no podía mencionarlo, por pedido de Lily, que había explicado que era mejor que otros no supieran que Severus cuidaba de él, pues a su padre no le haría mucha gracia.

—¿Dónde duermes?— preguntó esta vez Remus, curioso.

— En la habitación de invitados que está en las oficinas del director. Aunque a veces en las de la profesora McGonagall — explicó. Y sí, no siempre se quedaba a dormir en su habitación en las mazmorras. Principalmente porque había veces en las que Severus salía a hacer algo por pedido del director, por lo que se quedaba con la jefa de casa de Gryffindor o con el director. Pero era aburrido estar con ellos.

El sonido de la chimenea alertó a los cuatro presentes, voltearon para ver cómo las flamas verdes se encendían, dejando ver el rostro de James. Los cuatro dejaron de inmediato sus sillas y se acercaron a la chimenea, Harry y Aidan quedaron detrás de los mayores.

—¿Qué es lo que tiene?— Moony preguntó con clara preocupación en su tono.

— Viruela de Dragón.

—Mierda.

—¡Sirius!— regañó Remus —Hay niños presentes — luego regresó su mirada hacia la imagen del rostro de James.

—Tiene que estar en cuarentena, pero por suerte no es tan grave ya que lo detectaron antes de que los síntomas más complicados aparecieran — Harry hizo una mueca de asco, por un libro sabía que la Viruela de Dragón hacía que tu cara se ponga verdosa y te aparezcan verrugas — Yo también debo estar en cuarentena para que los medimagos aseguren que no estoy contagiado. Ya le administraron la cura a Lily pero de todas formas debe mantenerse en reposo.

— Los cuidaremos el tiempo que necesites.

—Gracias. A los dos — La mirada de Prongs se alternaba entre sus dos amigos y luego su rostro desapareció de las flamas.

:.:.:

Tras el desayuno, los mellizos ocuparon la sala para jugar mientras Sirius revisaba documentación sobre un caso en el que trabajaba como auror. Moony, por otro lado, se encontraba revisando unos ensayos de unos chicos a los que daba refuerzo para dar sus EXTASIS. Fue de un momento a otro cuando las flamas de la chimenea volvieron a prenderse como la de aquella mañana.

—¿Pads? ¿Moony?— se escuchó la voz de James, algo que aparentemente solo Harry había escuchado.

—¿Prongs?— preguntó el menor de los mellizos, dejando los cubos de construcción a un lado y acercándose a la chimenea, Aidan ignoró por completo el ruido externo y que su hermano se alejara de su área de juegos.

— Harry, avisa a tu padrino y tío que estoy acá — indicó el rostro flameante, Harry asintió, dirigiéndose hacia la oficina del departamento.

—¡Papá!— escuchó a su hermano cuando se alejaba de la chimenea.

—Hey, pequeño. ¿Cómo estás?— fue lo único que logró escuchar tras ingresar a la oficina que tenía la puerta abierta.

Miró hacia ambos lados para encontrarse con dos escritorios de madera distintos. El de la derecha se encontraba pulcramente ordenado, con las plumas y pergaminos hacia un lado bien acomodados. Caso contrario del escritorio de su izquierda, donde habían varios pergaminos dispersos e incluso algunos sobre el suelo, con una taza de café sobre estos. También había una taza en el escritorio derecho, donde su tío Moony revisaba tranquilamente unos pergaminos, solo que esta, por el olor sabía que era de chocolate y levitaba para no manchar nada. Carraspeó, como había visto hacer a Severus muchas veces, para llamar la atención de los mayores.

—¡Harry!— exclamó su tío por la sorpresa de encontrarlo en el umbral de la puerta. —¿Sucedió algo?— preguntó, apoyando los pergaminos sobre el escritorio.

— Prongs está en la chimenea.

— Rem, ¿puedes ver que quiere?— cuestionó el pelinegro algo desesperado, estaba sentado sobre el suelo buscando algo — Perdí un archivo y no lo encuentro.

—Claro, Pads — Remus suspiró divertido, pensando que si fuese un poco más ordenado tal vez lo encontraría. Tomando con suavidad de los hombros a Harry se dirigió junto a su sobrino a la sala de estar.

—¿No crees que debería ordenar su parte?— preguntó Harry.

— Siempre se lo digo.

Al llegar a la chimenea vieron que Aidan hablaba entre susurros con su padre, que al notar la presencia de los otros dos se quedó callado de inmediato y con una sonrisa inocente se alejó un poco de la chimenea. James negó con una sonrisa.

— ¿Todo bien?— preguntó Remus preocupado. Los mellizos, estando detrás de él, intentaban escuchar la conversación.

— Tengo el virus — dijo Prongs con una mueca, los ojos de Moony abrieron y los hermanos se vieron entre sí — Ahora estoy en la mansión con Lily, ella está descansando. Tenía fiebre pero no me percaté de aquello en la mañana hasta que los medimagos me revisaron. Los peores síntomas no deben tardar mucho en aparecer — declaro con los ojos llenos de cansancio — irán dos medimagos y un sanador a tu apartamento para cerciorarse que no los contagié. Lo siento —

— Prongs, no es tu culpa — tranquilizó — Pero... ¿Cómo crees que se contagiaron?

— Lily estuvo en Perú, en la reserva, hace poco por su trabajo ¿Recuerdas?— Remus asintió.

— Si los niños dan positivo, vendrán a la mansión. Dos medimagos ya están aquí... Solo espero que tú y Pads...

—Tranquilo, Pads no puede contagiarse. Le dio de niño. Yo... realmente no lo sé.

— Creo que debería irme — dijo James volteando, como si alguien detrás de él lo estuviera llamando — En cualquier momento los medimagos deben estar llegando — la red flu se desconectó.

— Sientense más allá — le señaló el licántropo a los niños, ambos retrocedieron unos pasos, Remus hizo lo mismo en dirección contraria — No es por ser malo chicos, pero con mi condición, no sé qué tanto riesgo pueda suponer — los mellizos asintieron comprensivamente.

—¡Moony!—Sirius salió casi gritando desde la oficina con el cabello desordenado y unos pergaminos en la mano. Luego dirigió su mirada hacia sus sobrinos que estaban apoyados en la pared del otro lado de la sala — ¿Los castigaste? — volteó indignado a ver al castaño.

— ¿Qué? ¡No! Es solo que probablemente también estén contagiados... según James —

Sirius asintió confundido hacia el otro adulto. Sin salir de su confusión, volvió a ver a sus sobrinos nuevamente. En ese instante, las llamas de la chimenea volvieron a prenderse.

— Buenas tardes. Soy el medimago Sebastián Kareford — se presentó el rostro entre las llamas — Han mantenido contacto reciente con una persona contagiada de viruela de Dragón y por protocolo debemos asegurarnos que ustedes no estén contagiados. Será rápido, ¿nos permiten pasar? — Remus asintió, luego el rostro desapareció. Con un movimiento de varita Sirius cambió los permisos de entrada y tras unos segundos un hombre alto de aparente cuarenta años ingresó, seguido de otro mago más joven y una bruja.

— Buenas tardes — saludó Remus, los mellizos también saludaron al igual que Sirius.

—Buenas tardes — saludó la bruja esta vez. La mujer llevaba puesto un traje que la cubría de pies a cabeza, al igual que sus acompañantes —Mi nombre es Melinda Roggers y soy medimaga especializada en pediatría — se presentó — Si me permiten, necesito desinfectar superficialmente a los niños — explicó —Eso mientras Sebastían se encarga de ustedes dos — miró a los adultos.

Los más pequeños se revolvieron algo incómodos, mirándose entre sí cuando notaron que el más joven de los recién llegados, sacaba agujas enormes de un estilizado maletín negro y se las tendía a la medibruja. Lo mismo hizo el medimago Kareford, que se volvió para echar un ojo a su propio maletín.

— ¿Crees que se demoren mucho aquí?— le susurró Sirius a Remus.

— Realmente no estoy seguro. ¿Por qué?

— Trabajo — respondió con simpleza.

— Nunca has estado tan estresado por un caso donde incluso has querido trabajar y revisar archivos en casa. ¿Qué tiene de especial este caso?

— Peter...— Remus miró incrédulo a Sirius, frunciendo el ceño, ¿Hablaba de ese Peter?

—¿Nuestro... Peter?— Un asentimiento como respuesta le hizo pasar saliva. Hace tiempo que no tenía noticias de Peter Pettigrew. —¿Qué fue lo que..?— la pregunta quedó al aire cuando el Doctor Kareford volteó a verlos con una aguja en manos. Supuso que aquella conversación quedaría pendiente.

:.:.:

La doctora Roggers desinfectó al par de mellizos con un sencillo movimiento de varita, dejándolos completamente desinfectados para tomar las pruebas que le diría si los niños estaban contagiados o no por la viruela de dragón. No era la primera vez que trabajaba con niños expuestos al virus o contagiados del mismo; a lo largo de su carrera como medimaga había aprendido que los niños eran más propensos a contagiarse, pero solían presentar menos síntomas y dificultades a diferencia de los adultos, para los cuales la enfermedad era mucho más grave. Respecto a la mortalidad de la viruela de dragón, eran en su mayoría los adultos de cincuenta a más que tenían menor probabilidad de sobrevivir.

— Necesito que tomen asiento aquí — señaló la medibruja, haciendo aparecer dos pequeños sillones, amarillo y azul respectivamente. El niño de los ojos avellana tomó asiento inmediatamente en el sillón más cercano a él, el amarillo, mientras Harry tomaba siento en el pequeño sillón contario.

—Doctora Roggers — llamó de uno de los sanadores quien era el más joven de todos — Las agujas se encuentran listas — mostraba delante de él un par de agujas muy grandes para la percepción de un niño de cinco años.

— Tranquilos, esto no dolerá — la medibruja tomó una de las agujas y se agachó a la altura de los niños —Empezaré por ti — miró a los ojos verdes esmeraldas que asintieron con duda —Pincharé tu dedo índice y luego retiraré la aguja. Y con ayuda de magia, trasladaré cinco milímetros de tu sangre acá — sacudió con cuidado la jeringa.

—¡Auch!— la bruja volteo indignada para ver de dónde provenía aquella queja — ¡Eso duele! ¡No le pueden hacer eso a los niños!

— Sirius.

—¡No les harán esto! ¿Verdad?— se quejó Padfoot viendo al medimago que lo estaba atendiendo —No le pueden hacer esto a los niños— miró intranquilo a Remus, esperando una respuesta negativa como si de no ser así fuese estúpido.

— Sirius — Remus hizo el ademán de colocar su mano sobre el hombro del otro para poder tranquilizarlo, pero el médico lo interrumpió.

—NO LO TOQUE — Remus hizo caso a la indicación, resignado — Dio negativo — informó Kareford.

— Le dije que me dio esta viruela de niño — Sirius volteó los ojos a modo de queja.

— Por protocolo igual debíamos asegurarnos que no estuviese contagiado. Seguiré haciendo el mismo procedimiento con el Señor Lupin — se acercó al castaño con el instrumental en mano.

— El procedimiento de los adultos es distinto — informó la medibruja a los Niños. —¿Cierto, Leonidas?— el sanador asintió.

Harry apretó los ojos cuando sintió un pequeño pinchazo en su dedo índice. Y tal vez, por primera vez, su padrino no había exagerado respecto a algo. dolía. Cuando la aguja se separó de su dedo vio como una línea de sangre salía de su dedo índice izquierdo para llenar la jeringa de la doctora. Tras unos segundos, está lo sacudió y la sangre dentro tomó un color azul.

— Negativo. Esto es bueno.— informó la bruja a sus compañeros — Leonidas, lleva al niño hacia al otro lado de la sala y procede con la doble desinfección — el muchacho asintió y llevó a Harry hacia un lado desocupado de la sala para volver a desinfectarlo — Asegúrate que no toque nada.

—Sí Madame.

—¿Harry está bien?— preguntó Remus mientras veía como el frasco con su sangre se torna morado, indicando el positivo en su resultado.

— Según lo que mi compañera informó, sí.

— ¿Por qué está morado?— interrumpió Sirius acercándose nuevamente hacia donde estaba el licántropo, una barrera invisible evitó que se acerque otra vez.

—Dio positivo, no puede acercarse — informó el medimago y la expresión de Sirius pasó a una totalmente de espanto.

—¿Estará bien? Él es...

—¿Licántropo? Sí, lo estará. Agradezca que la Luna no esté cerca. —Remus se movió incómodo en su sitio — Leonidas, desinfecta también al señor Black. Luego sigue el protocolo para sacarlos del apartamento — El sanador asintió.

—Otro positivo — indicó la medibruja — El señor Lupin y el joven Aidan Potter deberán ser trasladados a la mansión Potter por indicaciones de la cabeza de la familia. Pero si el señor Lupin lo desea, puede ser tratado en San Mungo.

— Iré con Aidan.

— El niño se quedará con usted ¿cierto?— preguntó el sanador al terminar de desinfectar al adulto que dio negativo en la prueba.

— Eso creo... ¿Puedo hablar con mi amigo James? — el sanador asintió lentamente guardando una libreta en su bolso.

— En San Mungo puede hacerlo. Por protocolo usted y el joven Harry deben salir de aquí hasta que las autoridades envíen un equipo de desinfección.

—¿Moony, estarás bien?

— Lo estaré Pads, no te preocupes.

— Menciónale a James lo que te dije. Puede que necesite de mi ayuda en el departamento de aurores — Remus asintió.

—¿Carga al niño?— Sirius asintió y tomó en brazos a Harry que aún veía confundido todo lo que había pasado en cuestión de minutos. Harry se despidió con la mano de su hermano y él hizo lo mismo, tras unos segundo el traslador los transportó a una sala de San Mungo.

:.:.:

Sus ojos se abrieron de par en par con cansancio para toparse con la visión de unas túnicas moradas con estrellas doradas, era el director de Hogwarts. El anciano se acercaba caminando hacia donde estaba. Volvió a apoyar su mejilla en el hombro de su padrino cuando este pasó una mano por su espalda y susurro algo que no entendió; luego sintió como este se levantó con él aún en brazos, adormilado.

— Albus — saludó el auror.

—Sirius, es bueno que tú te encuentres bien — el director le regaló esa típica sonrisa de abuelo y Harry enterró su cabeza nuevamente en el hombro de su padrino, sabiendo lo que venía.—James me informó lo sucedido — Sirius asintió.

—Pero yo puedo cuidar de Harry.

—¿Alguna vez lo has hecho?—Sirius se vio interrumpido con palabras que en realidad no tenía en la punta de la lengua — Supongo que sí, claro que con ayuda de Remus. Además, creo que deberías ver lo del caso de Peter.

—Harry puede ir conmigo a la oficina, es tema de papeleo.

—El Ministerio de magia no es un lugar apropiado para un niño.—Harry frunció el ceño desde su posición, confundido. Aidan le había contado que Prongs lo había llevado diversas veces al Ministerio, específicamente al departamento de Aurores. —Y puede ser que se necesite tu trabajo en el campo. No sería conveniente dejar a un niño solo en un departamento de Aurores. Vas tras este caso hace tiempo y ahora que por fin tienes pistas, no lo puedes dejar y que James no esté dispuesto para trabajar solo te deja a ti con este caso.

—¿Quién le dio esta información? Se suponía que no salía entre Moody, Prongs y... oh. Fue Moody — afirmó y el director sonrió complacido.

—Bien descifrado, muchacho. James me pidió cuidarlo y no tengo objeción ante ello. Pero creo que deberíamos partir pronto porque hoy se juega el primer partido de quidditch entre Gryffindor y Slytherin — Harry abrió los ojos sin moverse de su posición ante lo último dicho por el director, curioso — Seguramente al pequeño Harry le gustaría asistir.

— Está dormido, creo que sería mejor si-

— Estoy despierto — susurró Harry, aún apoyado en el cuello del adulto.

— Entonces supongo que deberás ir con el director — el niño asintió con los ojos brillantes de la emoción por ir a ver el partido cuando su padrino lo depositó en el suelo.

—¿Nos vamos, Harry?— Harry volvió a asentir, tomando la mano del mago mayor y despidiéndose con una seña de su padrino, olvidándose de lo que había pasado antes de estar en el hospital por la emoción de asistir a un partido de quidditch, al primero que iría.

:.:.:

—¡Señorita Tonks!

Una niña de uniforme amarillo tropezo delante de él. Su cabello pelirrojo tomó una apariencia castaña, haciendo desaparecer las pecas que traía en el rostro y volviendo el tono de sus ojos a su tono natural. La hufflepuff, miró hacia arriba con una expresión avergonzada a su profesor de pociones, completamente serio.

—Y señor Weasley, usted tampoco se va de aquí —habló Severus con severidad cuando noto que el gryffindor estaba apunto de dejar la escena del crimen — Para empezar, no deberían correr por los pasillos — declaró, viendo a los niños de once años. La niña ya estando de pie, su compañero de travesuras a su lado.

—Lo siento — Se disculpó la niña, cohibida.

—¿Lo siente, señorita Tonks? — el maestro se acercó a paso lento hacia ambos — ¿El correr por los pasillos o tomar la forma física del señor Weasley? —

— Creo que no deberías regañarlos, Severus.

—¿Disculpe?—Severus alzó una ceja hacia el director, que caminaba hacia él a paso lento.

—El partido va a iniciar, déjalos ir — el pelinegro apretó los labios ante la orden, pero este ya le había hecho una seña a los niños para que se fueran. Suspiro con pesadez y luego sus ojos se enfocaron en una mata de cabello desordenado — He traído al joven Harry — mencionó Dumbledore antes de que Severus pudiese preguntar algo.

— Puedo notarlo — se abstuvo de rodar de nueva cuenta los ojos — Buenas tardes, Harry ¿cómo te encuentras? — Suavizó su mirada al tratar con el niño.

—Bien.

— Eso es bueno — le sonrió por un efímero segundo, luego volvió a mirar al otro adulto con seriedad — Supongo que necesitas que lo cuide. ¿Otro viaje de improvisto? — cuestionó con sarcasmo; hacía tan solo dos semanas Harry había estado bajo su cuidado por un viaje improvisado por parte de los Potter.

—Algo así — asintió el director, sonriente —Harry, ¿vas con Severus?— El niño asintió de inmediato, feliz, acercándose al maestro de pociones que en cuanto lo tuvo lo suficientemente cerca lo cargó en brazos — Deberías llevarlo a ver el partido, lo distraerá un poco de las circunstancias recientes — Severus frunció el ceño sin comprender, pero asintió, decidiendo pedir explicaciones más tarde.

Con Harry en brazos Severus caminó en dirección al patio de quidditch; durante el trayecto Harry le hacía cientos de preguntas sobre el partido, los equipos y el juego, él respondería todas sus dudas, cosa que ni hacía con los primeros años bajo su cargo, prefiriendo mandar a los prefectos a lidiar con ellos. Al llegar al campo de quidditch, varias miradas se posaron sobre ellos. No hubo quien no se preguntara quién era la pequeña compañía que traía consigo el maestro más malhumorado de toda la escuela, los rumores se volverían humo expandible al día siguiente, infestando a todo Hogwarts.



















(N/B:

Severus 24/7 con cara de grinch: Estudien, holgazanes.

Harry: *existe*

Severus: *le carga en brazos* ¿Quieres tarta, Harry? *le sonríe con cariño, el niño asiente feliz, abrazándole del cuello*

Todo Hogwarts: *con la boca abierta de incredulidad*

Severus: *Se aclara la garganta* ¿Qué? Soy humano ¿o qué creían?

JAJSJAJAAJ

Buenobueno, volvimos con Sev ¿quién más lo extrañaba? ¿Sólo yo? Adoro la relación tan AWWWs de esos dos).





Nota de Autora: Si esperaban que diese más detalles sobre Peter, pues me disculpó nuevamente. Mi intención era hacer solo unas menciones para que recordasen que sigue en el mundo la ratita. Usualmente la narración la enfoco en los pensamientos de Severus y Harry, pero a veces me enfocaré en pequeñas líneas de pensamientos de otros personajes para que las cosas se vayan entendiendo mejor, por lo que no ahondé demasiado en Sirius y Remus.

Tambien quiero añadir que se vienen varios caps con Harry de seis años porque creo que es la edad perfecta donde no es tan chiquito pero tampoco es un niño tan grande jaja.

Lxs amo

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