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❥Capítulo XXV


El sonido de la ambulancia y las patrullas se iban acercando a la pequeña casa fuera de la ciudad de Seúl, muchos vecinos y gente cercana de la zona, llamó a la policía cuando escucharon los disparos.

No se sabía con exactitud si la policía llegó a tiempo o quizá muy tarde, la escena ante sus ojos era algo delicada.

Al lugar también llegaron los conocidos de las víctimas, Becky, Non y Nam, estos dos últimos intentaban calmar Rebecca, quien no dejaba de llorar viendo a su hermano y a su cuñado en aquella situación.

¿Cómo había sucedido todo eso?

Los últimos días, Friend había dejado de administrarle droga a Richard, claro que no era por gusto propio, al contrario, su proveedor no le había entregado lo que quería ya que ella no tenía dinero para pagarle. Había intentado convencer a su hermana mayor de prestarle dinero, pero se negó rotundamente, sus padres no la querían en casa, así que estaba sola.

El mayor temor de la chica era que el amor de su vida despertara y se fuera de su lado, no iba a permitir que él regresara al lado de ese castaño insignificante, ella era mucho mejor.

—Mami... —la pequeña niña se acercó gateando hacia ella, no había comido en dos días.

—¿Qué quieres?

—Hambe.

—Aguanta un poco mocosa, puedes aguantar un poco más.

—Mami, hambe.

—¡Cállate! —le gritó y la empujó, desesperada y molesta.

Cuando Yoko se cayó, comenzó a llorar, pero a Friend no le pudo importar menos ver llorar a la niña, en cuanto su celular comenzó a sonar, una sonrisa se formó en sus labios y sin importarle nada, salió de la casa.

La niña lloraba sin cesar, hasta que unos brazos la calmaron suavemente.

—Ya mi niña, no llores —un adormilado y cansado Richard comenzó a arrullarla.

—Papi hambre —sollozaba en su pecho.

—Tenemos que irnos pequeña.

Físicamente, Richard estaba demasiado pálido y débil, con una venda en la cabeza y sangre seca en la parte trasera de su cuello. Como pudo se levantó y regresó a la habitación donde había despertado y buscó en los cajones tu teléfono.

Su cabeza le dolía demasiado y recordaba poco sobre cómo había acabado en esa situación, pero sabía perfectamente quien era la culpable.

Prendió el teléfono y busco entre sus contactos a la única persona que había amado y amaba con total locura.

—¿Qué quieres, Richard? —se escuchó al otro lado de la línea.

—Ayuda... por favor Billy.

—¿Richard?

—Trae a la policía, y-yo... necesito ayuda.

—No estoy de humor para bromas, así que déjame en paz.

—Edificio 102, Hong Gildong 30174. Por favor Billy, trae a la policía o será demasiado tarde.

—¿Tarde para qué?

—Hazlo y tendrás todas las respuestas que necesitas, te espero.

Colgó.

Billy miró su celular con confusión, supo que algo no andaba bien, esa no era la voz de su esposo, algo raro estaba pasando. No dudó en tomar el teléfono y llamar Non, después de todo fue él quien le informó sobre la desaparición de Richard, era su abogado y en asuntos legales, él debía estar presente.

—Non que bueno que contestas ¿Estás ocupado?

—No, iba a ir al poder judicial para anular los trámites que Richard me pidió. —dijo el pecoso al otro lado de la línea.

—Antes que lo hagas, él me llamó.

—¿Y qué te dijo? ¿Pasó algo?

—Me dio una dirección y me pidió que llamara a la policía, que necesitaba ayuda.

—¿Ayuda?

—Si, la dirección es "Edificio 102, Hong Gildong 30174", así que tu llama a la policía y llévalos ahí, yo iré ahora.

—¿Estás loco? No puedes ir ahí Billy, si Richard pidió ayuda y a la policía es porque algo malo debe suceder, no te puedes arriesgar piensa en tus hijos.

—Lo sé, pero es mi esposo, lo amo y si el necesita ayuda, tengo que estar ahí.

—Bill...

El castaño colgó antes de ser regañado por el pecoso. Le mandó la dirección por mensaje pese a que se lo dijo por llamada y apagó el celular. Por suerte, sus hijos estaban con Song, pasando una linda tarde entre primos en casa de Becky.

Tomó un abrigo y salió de su casa hacía la avenida para pedir un taxi. Fue mucho más raro para él saber que el lugar a donde se dirigían estaba fuera de la ciudad.

Cuando bajó del vehículo, noto que el lugar no era nada bonito, las casas eran bastantes simples y era algo obvio que ese barrio era peligroso. No era para nada el departamento que había visitado semanas atrás, donde la amante de su esposo le dijo que vivían.

Buscó la dirección y su cara disgusto se formó al ver que la casa estaba en muy malas condiciones, un olor hediondo se sentía y las ganas de vomitar no se tardaron en aparecer, pero claro que ese no era un buen lugar para hacerlo.

Dio un paso acercándose más a la puerta, podía escuchar claramente los lloros fuertes e intensos de una niña en el interior, iba a tocar, pero un brazo lo volteó bruscamente.

—¿Qué haces aquí? —escuchó aquella irritable voz.

—Vine a ver a mi esposo.

—¿No te quedó claro que Richard y yo estamos formando una familia?

—¿En esta casa? No me lo creo.

—Por favor Billy, es momento que nos dejes ser felices, él no te necesita.

—No te creo.

—Ya lo hiciste una vez, hazlo otra vez, Richard ya dejó de amarte.

Fue en ese momento que Billy se dio cuenta de lo idiota que había sido, durante todos sus años de matrimonio, Richard jamás le dio motivos para desconfiar, desde el momento que habían iniciado su relación él siempre arriesgó todo.

Desde el momento en que se casaron, se encargó de cuidarlo, siempre dándole detalles, mostrando con acciones y con palabras lo mucho que lo amaba, entonces ¿Cómo fue capaz de creerle a una mujer que decía incoherencias?

—Richard me ama, siempre lo hizo y sé que no hay nadie a quien ama, más que a mí.

—Tenemos una hija.

Billy se río en su cara.

—Tenemos dos y uno en camino.

—Eso se va a acabar ahora.

Dicho eso, lo tomó fuertemente del brazo y lo hizo entrar a la casa, donde pudo escuchar con claridad los llantos desconsolados de la pequeña niña quien estaba en el suelo.

Intentó acercarse a ella, para tratar de calmarla, pero Friend se lo impidió, apegándolo contra la pared y presionando sus dedos sobre su cuello.

—Desde que conocí a Richard has sido un estorbo —susurró con su rostro cerca al contrario— Cuando quise bailar con él, se negó pese a que estaba borracho ¿Sabes por qué?

Negó intentando quitársela de encima, el aire comenzó a faltarle.

—Porque él tenia un "esposo perfecto", al que amaba y no podía traicionarlo —presionó más— Me rechazó y a mí nadie me rechaza. Así que escúchame bien, porque después de esto no vas a vivir para contarlo.

Con las pocas fuerzas que tenía, Billy logró empujarla, haciéndola tambalear, viendo su oportunidad para escapar, pero la pelinegra fue mucho más rápida, ya que lo volvió a tomar de la manga de su polera, haciéndolo caer al suelo y poniendo su cuerpo encima de él.

—Maldita loca.

—Si, estoy loca, pero loca de amor por Richard, porque yo sí soy una persona que merece estar con él, no tú —sus manos volvieron a presionar el cuello del castaño— Tuve que drogarlo para acostarme con él y créeme que fue un milagro quedar embarazada porque sino fuera por esa maldita mocosa, él no me hubiera seguido viendo, pero tú has sido un estorbo.

—Y aunque me mates ahora, nunca te va a amar ¡Nunca! —le gritó y fue abofeteado por ella, quien presionaba más su cuello— Si me matas, te va a odiar toda su vida.

—No lo hará, porque él va a seguir drogado y siendo solo para mí, por...

Sus palabras fueron interrumpidas cuando un plato cayó en su cabeza, haciéndola caer y quitar sus manos del cuello del castaño. Billy abrió los ojos y se encontró con un Richard que no parecía su esposo, tan pálido y delgado.

—¿Por qué viniste? ¿Y la policía? —cayó de rodillas.

—Rich... —tomó su rostro entre sus manos sollozando un poco— Mírate, mira lo que te hicieron mi amor.

—No te preocupes, vete ahora, ella va a despertar y tengo que contenerla un poco.

—Estas loco si piensas que te voy a dejar mi amor, no... ya te perdí una vez una vez, no quiero hacerlo otra vez.

—Billy, escúchame —hizo que Billy lo viera a los ojos— Voy a estar bien, tú vete con mi hija, por favor, ponla a salvo, ella no esta a salvo y no tengo la menor idea de todo lo que Friend le hizo.

—Pero Richard...

—Hazme caso, tú y nuestros pequeños deben estar bien, si la policía llega a tiempo, se la llevaran.

Billy asintió débilmente y besó sus labios un pequeño y corto beso, antes de levantarse cuidadosamente, el golpe en su espalda había sido fuerte. Tomó a la niña en brazos, quien hasta el momento no había dejado de llorar.

Mientras caminaba hacia la salida, se escuchó el fuerte de grito de Friend, que lo hizo sobresaltar.

—¡Fuera de aquí Billy! —fue la voz agitada de Richard, quien aparentemente estaba forcejeando.

El castaño se sentía entre la espada y la pared, quería poner a salvo a la pequeña, pero no quería dejar a su esposo con aquella mujer. Los gritos se hicieron más fuertes y él solo caminaba a la salida a paso rápido, para sacar a la pequeña.

Con un pie fuera vio a las patrullas estacionadas, a Rebecca, Non y Nam, quien esperaban tras una cinta amarilla. La pequeña Yoko estaba confundida y no entendía lo que pasaba, se intimidó un poco al ver a tanta gente y solo pudo aferrarse al Billy.

Billy salió rápidamente mientras cargaba a la niña y se acercó a la policía.

—Mi esposo necesita ayuda, una loca esta intentando matarlo —susurró con la voz rota.

—Bien, entonces vamos a actuar —dijo el oficial y giró para dar la orden de entrar, hasta que el sonido de varios disparos se escuchó por el lugar.

—¡Richard! —fue el grito desgarrador de Billy, quien no dudó en querer entrar a la casa nuevamente, pero fue agarrado por Nam, para evitar que arriesgara su vida.

Los policías estaban listos para entrar; sin embargo la explosión en aquella casa dejó a todos anonadados.

—No... —susurró al ver como la casa estaba en llamas.

Entonces todo se quedó en blanco, el estado de shock en el que Billy se encontraba fue algo preocupante para Becky, quien ahora tenia a la niña dormida en brazos, luego de casi 40 minutos desde la explosión y sin saber si su hermano estaba vivo o muerto.

La mirada perdida de su cuñado, quien veía fijamente la casa y a las personas entrar y salir, sin nada útil, volvió en sí cuando pudo visualizar a los bomberos sacar en una camilla de rescate a un hombre, al único que había en el lugar.

—Richard—se acercó casi como un zombie hasta el lugar, viendo el cuerpo de su esposo, cubierto de manchas negras por las cenizas y con dos agujeros, uno en su abdomen y otro en su pecho.

—Tenemos que llevarlo de urgencia al hospital, si queremos que sobreviva —dijo el paramédico al verlo.

—Te amo... te amo mucho —tomó su mano comenzando a llorar viendo el cuerpo de su esposo — Perdón por no creerte, pero tienes que salir de esta, por nuestros hijos, porque ellos te necesitan, porque yo te necesito...

—Billy.. —Becky intentó separarlo de la camilla de rescate.

—Por favor, sé que me escuchas, lucha por nosotros, no me dejes, por favor, te lo pido —lloró.

Débilmente se acercó a su cuerpo y dejó un pequeño beso sobre sus labios, sintiendo como era separado de él, viendo como los paramédicos lo subían a la ambulancia.

—Te amo Richard Armstrong—susurró sonriente cuando el mayor ponía el anillo en su dedo anular — Porque nada se compara al sentimiento que me inspiras cuando estoy cerca de ti.

—Aún cuando la noche sea oscura, tú eres y serás la única estrella a la que seguirá mi corazón, porque te amo de formas tan inexplicables y tú eres mi salvación.

Aquellos fueron los votos el día de su boda y Billy no pudo evitar llorar al recordarlo, tampoco pudo evitar pensar en como seria una vida sin su Richard, sin el único hombre al que había amado.

—Soy tu estrella y voy a hacer todo para que tu corazón me siga y no me dejes —susurró entre lágrimas viendo como la ambulancia se perdía de su vista.

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