❥Capítulo XIX
Dos semanas pasaron desde el momento en que Freen vio por primera vez a su hija y desde que ella y Becky se besaron, ninguna había vuelto a hablar del tema, por el contrario, evadieron el tema y se evadían a sí mismas, intentando no quedarse solas en un solo lugar.
Song diariamente le rogaba a su madre ir a la oficina para poder ver y hablar con Freen, ya que desde la última vez no habían vuelto a hablar o a verse, por muy extraño que sonara, ella sentía la necesidad de verla, no solo porque era alguien a quien admiraba, sino porque sentía la necesidad de verla, de abrazarla y hacerle muchas preguntas, pero Becky se lo impedía, por el bien de ella o, mejor dicho, por su propio bien.
El día amaneció con bastante sol, algunos rayos entraban por la habitación de Becky, quien dormía plácidamente en su habitación, para su suerte, Song se había quedado a dormir en la casa de Billy, aunque prácticamente ya vivía ahí. Iba a cerrar nuevamente sus ojos, pero su celular comenzó a sonar.
—¿Bueno?
—No puedo creer que sigas dormida, Bec.
—¿Qué quieres Sarocha? —bostezó.
—Te invito a almorzar, faltan como 5 horas, pero te invito, a ti y a tu hija.
—Yo...
—No acepto una negativa por respuesta Bec Bec, así que te espero en el restaurante "Mingles" a las 2pm, sé puntual —y sin darle tiempo a responder colgó.
Becky sonrió inconscientemente al mirar su celular y se acostó unos minutos más tratando de dormir nuevamente, pero no pudo, ya que el sol entraba con más fuerza y sus cortinas eran delgadas.
Con mucho pesar y mal humor se levantó de su cama, era más flojera que persona, pero aun así se dio un baño en agua caliente, tenía que pasar por Song y enseñarle ciertas mentiras para no salir delatada en su almuerzo con Freen.
Una vez lista, bajo hasta el primer piso, saludó cordialmente al portero y fue a sacar su auto, aún era temprano. Su plan era simple, ir a casa de Billy, estar con él y los niños un rato hasta la tarde, enseñarle mentiras a su hija e ir a su tan temido encuentro con su ex.
Miró su celular, eran las 11.30 am, la hora perfecta para estar con su cuñado, sus sobrinas y su pequeño tesoro; sin embargo, una voz se lo impidió
—Hola Becky —mencionó con una sonrisa.
—¿Cómo supiste donde vivo?
—Tengo mis contactos.
—¿Qué haces aquí, Charlotte? ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?
—No, de hecho, solo vine a entregarte esto —extendió un sobre, pero Becky no lo tomó— Vamos Becky, tómalo, es especialmente para ti.
—Por una vez en tu vida te agradecería que seas directa ¿Qué contiene ese sobre?
—Es mi invitación para mi boda con Freen en tres semanas.
Becky se mantuvo serena, como si aquellas palabras no le hubieran afectado, como si su duro corazón no hubiera sentido una espina clavándose hasta el fondo, no iba a mostrase débil ante ella, no iba permitir que nadie volviera a verla débil.
—Entiendo ¿Quieres que esté en primera fila?
—Quería que tú fueras mi primera invitada y quería darte personalmente mi invitación, espero que no faltes.
—Por Dios Charlotte, te ves tan ridícula haciendo esto.
—No tengo nada contra ti, pero es necesario que asistas, que veas que tú historia con Freen es pasado, que entiendas que su presente y su futuro está a mi lado.
Charlotte dio un paso más hacia la castaña, su mirada estaba fija en la otra, no era una mirada de odio, pese a ser fija, esa mirada demostraba miedo e inseguridad, quizá y solo quizá esa era su armadura para no demostrar lo que verdaderamente sentía.
—Si es lo que quieres creer —se dio media vuelta para irse, pero ella se lo impidió.
—Charlotte, no quiero ser cruel, pero con el paso del tiempo, me di cuenta de que Freen se acostumbró a lo fácil, por eso está contigo, por eso se va a casar contigo.
—Ella me ama, Becky, por eso se va a casar conmigo, vamos a formar una familia.
—Pero si tú no puedes tener hijos, Charlotte.
—¿T-te lo dijo? —apretó sus labios y fingió una sonrisa— Hay muchas formas para tener un hijo y yo le daré un hijo.
—¿Sabías que Freen ya es madre?
—¡Mentirosa! —se alteró— ¿Qué pretendes con esta mentira?
—No es ninguna mentira, Freen ya es madre, no lo sabe obviamente.
—Y según tú, según tu mentira ¿Con quien tuvo un hijo?
—Eso no te lo diré, queda entre esa persona y yo —frotó su sien— Pero si sigues molestándome, te juro que hablaré con esa persona para que exija los derechos que le corresponden a su hijo ¿Y qué crees? Tu pasaras a segundo plano, porque al igual que yo sabes que Freen siempre deseó un hijo, si se entera que lo tiene, tú dejaras de importarle.
—Mentirosa.
—Cree lo que quieras, Charlotte, no voy a perder mi tiempo contigo.
Sin decir otra palabra, se metió a su auto, con las piernas temblando, aún sin creer como fue capaz de decirle todas esas cosas, sin creer como es que por sus impulsos casi rebela la verdad sobre Song, sin detenerse un minuto más, arrancó hacia la casa de Billy.
Charlotte estaba al borde del colapso y dio media vuelta subiendo a un auto blanco, que estaba estacionado cerca al lugar donde vivía Becky.
—¿Qué pasó, Char?
—La maldita de Becky me dijo que tu hermana tiene un hijo.
—¿Qué? —tomó sus manos— Charlotte, claro que mi hermana no tiene ningún hijo, mi madre, Heng y yo lo sabríamos.
—No sé, pero por favor, May, síguela—ordenó a punto de llorar.
—¿Estás segura?
—Si, vamos, apúrate.
La rubia no puso objeción y siguió el auto de Becky lo más rápido que pudo, hasta que vio cómo se detuvo frente a una casa de una zona residencial. Ninguna de las dos bajó del auto, se quedaron viendo atentamente cada uno de sus movimientos.
Tres niños salieron de la casa, junto a un chico castaño.
—¿Será uno de esos niños?
—No sé, nunca los he visto.
—¿Quién de todos esos niños será su hijo?
—Pues ninguno se parece a ella, así que creo que solo lo dijo para fastidiarte.
—No... ella estaba segura de lo que decía, muy segura.
—Charlotte, por favor, Becky es una mentirosa.
La pelinegra quiso calmarse y quizá sí, su mejor amiga tenía razón, tal vez todo era una mentira.
—¡Mami! —se escuchó una tercera voz, quien salía corriendo para abrazar a Becky por el cuello.
—Es... es ella.
May tampoco pudo articular ninguna palabra, aunque estaban dentro del auto, pudo ver que esa pequeña pelinegra era casi idéntica a su hermana, pudo distinguirla muy bien, solo un tonto no se daría cuenta de aquel parecido.
—Entonces...
—Rebecca tuvo una hija con Freen.
—No... no, eso no.
Charlotte vio a May y comenzó a llorar, casi gritando y golpeando el asiento, la rubia la miraba asustada por su ataque de histeria, nunca había actuado así y ciertamente no sabia que hacer, trato de tomar sus manos, pero la pelinegra comenzó a golpear sus manos mientras lloraba con desesperación.
—Calma Char, por favor.
—¡No! ¡Rebecca arruinó mi vida! —gritó y comenzó a dolerle el abdomen.
—¿Qué tienes? ¿Qué te pasa? ¿Qué te duele?
—E-el abdo-
—Mierda, vamos al hospital... ¡Joder! —se desesperó al ver sangre en su auto.
Charlotte no terminó de completar su frase, ya que el dolor se estaba intensificando, pero pese a eso, no dejaba de llorar, mucho menos de gritar. estaba sumida en su dolor, en su rabia y en su celos, no se daba cuenta que a pesar de la frustración era tan grande que sentía, comenzaba a sangrar más y más
May encendió el auto conduciendo como loca, con una Charlotte asustada que no dejaba de llorar, ni de gritar, poniendo más estresada a su mejor amiga. Al llegar al hospital, entraron por emergencia y se llevaron a la pelinegra, dejándola en sala de espera.
Sin embargo, tras un par de horas le dieron la indicación de que podía entrar a ver su amiga.
—Charlotte ¿Cómo te sientes? — preguntó sentándose en la camilla y tomó su mano— Hablé con el doctor y me dijo lo que pasó ¿Por qué nunca me lo dijiste?
—No lo sabía, no lo sabia —comenzó a llorar viéndola.
—Ya, ya tranquila —la abrazó.
—Tenia tres semanas —siguió llorando— Lo perdí, perdí mi oportunidad de tener a Freen a mi lado para siempre.
—Pero puedes intentarlo otra vez.
—El doctor me dijo que no, que ahora iba a ser mucho más difícil.
May no supo como alentar a su amiga, solo pudo abrazarla y consolarla, le propuso que se quedará en el hospital, pero Charlotte se negó, deseó regresar a su hogar, aunque el doctor dijo que no era recomendable, ella insistió.
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Freen iba conduciendo a su departamento, en pleno almuerzo con Rebecca y Song, su celular comenzó a sonar tan repetidamente que no le quedó opción más que contestar, su querida hermana le habló con cierta preocupación diciendo que Charlotte la necesitaba urgentemente y aunque ella no quiso irse, su hermana insistió.
Estaba un poco molesta, aquella llamada había arruinado su salida, una salida en la que se estaba divirtiendo, sonriendo como si tuviera su propia familia. Había estado pensando durante muchos días lo que iba a hacer, esta era su oportunidad de ser feliz y de hacer las cosas bien, pero debía dar el primer paso.
Entró al departamento y todo estaba en silencio, caminó hacia su habitación, encontrándose con Charlotte en la cama, sin rastro de maquillaje, con la mirada perdida, y su hermana sentada en la orilla, hablando de algo que no logró entender.
—¿Qué pasó? ¿Estas bien? May me dijo que me necesitabas.
—Si amor, te necesitó mucho, ya estoy bien.
—Tenemos que hablar, Charlotte.
—Si —le sonrió sentándose en la cama un poco adolorida. —Hoy llegaron las invitaciones de la boda, entre mañana y pasado las estaré enviando.
Freen suspiró, pensando en como hablar con ella, quiso retractarse al verla en ese estado, pero no lo hizo, no iba a detenerse, tenia que pensar en lo que quería y no quería alargar el daño que estaba a punto de causar, no iba a mentir como en el pasado, iba a ser honesta.
—Charlotte, las cosas han cambiado —habló despacio.
—¿A que te refieres, hermana? —May frunció el ceño confundida.
—Esto no es fácil para mí, te quiero demasiado, eso lo sabes ¿Verdad?
—Dilo de una vez, amor.
Freen suspiró buscando como decirle sin dar tantos rodeos, pero tampoco sin ser tan brusca, no quería dañarla más de lo que sabía que haría.
—Char... tú y yo ya no vamos a casarnos.
—¿Estas tratando de decirme que nuestra boda se va a retrasar de nuevo? —preguntó con una débil sonrisa, tragando su nudo en la garganta.
—No, te estoy diciendo que no me voy a casar contigo
—¿Qué? ¿P-por qué? ¡¿Por qué me dices eso?! ¡¿Qué hice Sarocha?! —volvió a alterarse, gritando y llorando a la vez
La rubia se sentó al lado, abrazándola por los hombros tratando de calmarla, pero eso era casi imposible, ella volvía a tener otro ataque de crisis, los llantos se apoderaron de la habitación y ninguna de las hermanas Chakimha sabia como controlar la situación.
—Tranquila Charlotte... —dijo la rubia— Freen ¿Qué tienes? ¿Cómo le puedes decir eso? ¿Es por Rebecca?
—¡Contéstale a tu hermana! ¡¿Es por esa idiota?! ¡Tu me prometiste casarte conmigo ¡No puedes dejarme! —su llanto se hizo más fuerte.
—Si Charlotte, yo me di cuenta de que... que estoy enamorado de Becky y quiero luchar por ella.
—¡No! ¡No! ¡No! —siguió llorando, tirando las sábanas de la cama— ¡¿Y me lo dices tan tranquilo?! ¡No me puedes dejar!
La pelinegra suspiró jalando su cabello e intento acercarse a su ahora ex prometida, pero ella se desesperó aún más al verlo cerca.
—¡Lárgate! ¡No quiero verte más, Freen! ¡Largo! —gritó histérica.
—Freen, vete ¡Ahora! —dijo su hermana.
—Perdón, perdón fue lo que repitió.
—¡Becky no te ama! —lloró desesperada— ¡Si ella te amara te hubiera dicho que tiene una hija de 8 años!
—No sé como lo sabes, pero yo ya sabia que ella tenía una hija.
—¡¿Y sabias que su hija es tú hija?!
—¿Qué?
—¡Si maldita imbécil! ¡La hija de Rebecca es tu hija!
Toda la habitación se llenó de silencio, May no sabia como actuar, no esperaba que Charlotte revelara algo tan delicado en un momento de enojo, ni siquiera estaban seguras de que eso fuera así, era algo que debían indagar, algo que debían decirle con delicadeza.
Por otro lado, Freen estaba con la mirada perdida, eso no podía ser cierto, porque eso significaba que se había los momentos más esenciales de una madre con su hija y Rebecca no pudo haberle hecho eso, ella era buena, ella se lo hubiera dicho ¿Verdad?
En silencio total salió de su departamento en busca de Rebecca, necesitaba respuestas y ella era la única que las tenía.
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