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❥Capítulo IX

Charlotte estaba frente al espejo, alistándose, se había puesto un hermoso vestido negro, que dejaba al descubierto sus hombros y tenía una abertura en la pierna derecha, estaba terminándose de maquillar su delicado rostro cuando vio a su prometida salir del baño, con la camisa desabotonada, hacía mucho que no habían tenido contacto físico, la extrañaba, pero a pesar de que intentaba acercarse, ella simplemente la rechazaba, pero ella no se iba a rendir tan fácil.

—Te ves muy guapa.

—Gracias, te ves bien —dijo casi en un tono robótico.

—¿Y si no vamos a la boda? —preguntó acercándose cuidadosamente a Freen, pasando su mano por el abdomen de esta.

—¿Quieres que falte a la boda de mi mejor amiga? ¿En serio?

—Hace tiempo que no est...

—Lo sé Charlotte, pero el trabajo me tiene agobiada y quiero pasar este día con alguien que ha sido incondicional para mí.

—Yo también he sido incondicional para ti, Sarocha.

—Si no quieres ir a la boda de Nam solo porque te cae mal, entonces quédate.

—Yo no dije eso, solo qu...

Freen ya estaba molesta, así que sin decir nada más, volvió a encerrarse en el baño, escuchando los sollozos de Charlotte. Se recostó en la puerta y cerró los ojos, estaba frustrada y molesta, claro que eso no era algo que recién pasara, eso sucedió desde que Rebecca y ella se habían divorciado.

Si, Freen extrañaba terriblemente a Rebecca, cada palabra dulce, cada gesto, cada puchero, cada risa que salía de sus labios, extrañaba que al despertar le besara en la mejilla y le susurrara un delicado "Te amo", pero era muy tarde, la había perdido y posiblemente ella nunca la perdonaría por todo lo que le hizo.

Cerró sus ojos un poco más fuerte, recordando cómo era su vida antes que Becky descubriera sus engaños y mentiras, en un par de segundos un recuerdo se apoderó de ella.

—Fini —canturreó Becky entrando a la habitación que compartían.

—¿Qué pasa, Bec Bec?

—Hoy tenemos una boda muy importante —dijo Becky acostándose al lado de su esposa— Y es muy importante que vayamos, anda di que sí, por favor —dejó varios besos sobre su mejilla.

—Pero yo no quiero salir, quiero quedarme aquí contigo.

Sin previo aviso se puso encima de Bec, sacándole una carcajada, quien enredó sus piernas sobre el torso de Freen, esta acción fue suficiente para que Freen besara los labios de su esposa, primero con delicadeza y poco a poco con desesperación y necesidad.

Las manos de Becky se enredaron en el cuello de Freen, atrayéndola más a su rostro, no sabía cómo siempre se dejaba llevar por ella, por aquellos besos y caricias, que la hacían volar.

—La hija del señor Park se va a casar y...

—Me importa una mierda, además ese viejo solo te invitó porque te quiere ver —sus manos apretaron las piernas de Becky haciéndola jadear.

—¿Y de qué te quejas? Sólo tengo ojos para ti —Becky volvió a besarla.

Este beso era muy diferente, estaba cargado de lujuria y deseo, Becky comenzó a quitarle la camisa Freen, pasando sus delgados dedos por la espalda bien definida de su esposa. Por otro lado, Freen se deshizo de los pantalones de Becky, marcando su cuello con besos intensos.

—Eres mía, Rebecca.

—Soy tuya, como tú eres mía.

Rebecca no resistió más y bajó el bóxer de su esposa, liberando aquella erección que la aprisionaba, bajó delicadamente su mano y comenzó a masturbarla, provocando gemidos por parte de Freen.

—Te am...

Unos golpes en la puerta lo hicieron borrar el recuerdo.

—Ya estamos yendo tarde a la boda de tu amiga, vamos amor.

Sin decir nada, salió del baño y terminó de arreglarse, no pudo evitar sentirse triste y melancólica al recordar a su exesposa, todas aquellas bodas a las que faltaron solo porque querían estar juntas, haciendo el amor.

Finalmente, una vez lista, acomodó su brazo el cual Charlotte aceptó gustosa y caminaron hacia el auto de Freen, donde él le abrió la puerta del copiloto y finalmente dieron marcha hacia la boda de su mejor amiga, aunque en el fondo deseaba haber ido sola.

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El lugar donde Nam y Non se iban a casar, era hermoso.

Habían alquilado un lugar que tenía un amplio jardín, donde se celebraría la boda, todo era verde, se podía respirar el aire puro. En medio del jardín, había una carpa, cubierta de una tela blanca, donde se casarían los novios, las sillas estaban ordenadas perfectamente, había una alfombra por donde Non caminaría y por dónde Song iba a tirar las flores, para su suerte no había mucha gente, Becky estaba un poco nerviosa, no quería volver a ver a Freen, pero era algo inevitable, no podía esconderse de ella para siempre.

—¡Tía Nam! —Song fue corriendo a abrazarla.

—¿Song eres tú? Pareces una princesa.

—Me tuvo todo el día buscando vestidos —negó con la cabeza— ¿Nerviosa Nam?

—Un poco... pero después de todo, Non se volverá mi esposo.

Los minutos pasaban y pasaban, la gente seguía llegando y aún no le daban la señal a Nam para que pudiese entrar, eso alteraba a Non de gran manera ¿Y si se había arrepentido? ¿Y si todo era un sueño? ¿Y si...?

Sus dudas desaparecieron cuando escuchó el sonido de la marcha nupcial, se acomodó el traje y miró a Rebecca, que estaba en frente de él, en su puesto como madrina.

Song, comenzó a tirar las flores a lo largo de la alfombra, muchos de los invitados comenzaron a murmurar cosas como "Es hermosa", "Es la niña más linda del mundo", "Que tierna" y todos esos comentarios llevaron el ego de Rebecca al cielo, por supuesto que su hija era hermosa. Nam estaba detrás de ella, caminando con nerviosismo y sosteniendo un pequeño ramo.

Una vez que la pequeña pelinegra terminó de tirar las flores, fue directo a su asiento y miró a su madre quien tenía los pulgares levantados, lo había hecho bien y su madre estaba feliz, eso la hacía feliz.

Antes de comenzar la boda, dos personas llegaron, sentándose atrás para no interrumpir la boda, Freen estaba metida en sus pensamientos, Charlotte estaba aburrida, y Becky no notó la presencia de nadie, porque estaba concentrada en su mejor amigo y la que se volvería su esposa.

—Looknam Orntara ¿Aceptas a Ratchanon Kanpiang como tu esposo, prometiéndo así a amarlo y respetarlo hasta que la muerte o la ley los separe?

—Si, acepto —respondió de inmediato.

— Ratchanon Kanpiang ¿Aceptas a Looknam Orntara como tu esposa, prometiéndo así a amarla y respetarla hasta que la muerte o la ley los separe?

—No —dijo con seriedad y todos abrieron los ojos como platos— Es broma, si acepto.

El ministro comenzó a toser un poco, puesto que su alma había salido de su cuerpo cuando escuchó la respuesta del pelinegro, aunque no era el único, el resto de los invitados estaba igual. Unos minutos después de firmar los papeles y colocarle sus anillos, el juez dio la orden del beso.

—Vas a pagar en la luna de miel el susto que me diste —dijo Nam tomando la cintura de su ahora esposo.

—Entonces ¿Podemos ir ya a nuestra luna de miel? —dijo divertido.

—Me haces tan feliz, te amo.

Nam acercó su rostro al de Non dejando un suave beso sobre sus labios, ganándose el aplauso de todos los presentes, quienes veían conmovidos y divertidos la situación, esa pareja era muy icónica en momentos serios y el día de su boda no fue la excepción.

Una vez finalizó la ceremonia, los invitados se dirigieron a sus mesas, algunos esperaban la comida, otros comían los bocaditos y otros bailaban en la pista de baile. Al haber mucha gente, no se distinguía quien era quien.

La pequeña dama de las flores comenzó a jugar con otros niños, pero cuidando de que su vestido no se estropeara, ese simple vestido la había enamorado y no dejaría que nada ni nadie lo arruine.

Freen y Charlotte se acercaron a la pareja de esposos, Non al ver a Charlotte, su sonrisa se desvaneció. Si bien era cierto que Non pasaba un poco a Freen y la respetaba por ser amiga de su esposa, no podía evitar sentir todo tipo de rechazo hacia Charlotte.

—Felicidades por su boda, chicos —dijo ella tímidamente.

—Gracias —fue la respuesta automática de ambos.

—Non, si como novio Nam era odiosa, como esposa será peor —Freen intentó bromear haciendo reír a la pareja.

—Sé dominarla muy bien.

—Eso no dices en la cama, mi amor.

—¡Looknam Kanpiang! —la cara de Non se puso roja.

Freen no pudo evitar reírse y su estómago rugió de hambre, a pesar de su dieta, los bocaditos en la mesa se veían apetecibles. Charlotte, se aburrió y fue a la mesa a sentarse, hablando con May por teléfono, ya que su prometida no le daba ni la más mínima atención.

Rebecca estaba en la mesa de bocaditos, viendo que comería, todo se veía tan bien, que no podía decidirse por cual de todo eso iba a comer, pero entonces sus ojos se fijaron en una tartaleta, con forma de corazón y los recuerdos invadieron su mente, malditos pensamientos que no dejaban de aparecer cada vez más seguido.

Iba a tomar una tartaleta, pero una mano rozó con la suya.

—Oh lo siento, esta tartaleta es tuya.

—No, es mi culpa, perdón.

Esa voz.

Rebecca conocía muy bien esa voz, quería irse, no estaba lista, pero su cuerpo reaccionó diferente a como reaccionaría si estuviera en sus 5 sentidos, así que, en vez de irse, levantó la mirada, encontrándose con los profundos ojos de Sarocha Chankimha.

—¿Rebecca? —dijo la pelinegra.

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