第6章
Hacer el amor.
Había extrañado tanto su piel blanca y suave, que poder sentirla y besarla así, se me hacía una ilusión. Mis manos apretaban sus muslos desnudos mientras ella seguía besando mi cuello, pasando su lengua por mi piel. Nuestros labios se encontraron en el momento en el que se alejó de mi cuello y formaron un beso necesitado. Porque sí, la necesitaba como un maldito loco; fueron cinco años de mierda sin ella, sin sentir sus besos, sus caricias, su cuerpo. Aún podía sentir la sensación de haber tenido su cuerpo bajo el mío esa noche en la playa.
Mis manos inquietas ansiaban por deshacerse de las prendas que me impedían verla en toda su desnudez. No esperé más, no podía, solo llevé mis manos al broche de su brasier y lo desabroché para quitarlo, mientras dejaba besos en su hombro como mismo hacía ella conmigo. Mis ojos se desviaron hacia la pequeña porción de tinta que adornaba esa parte en el medio de sus senos; mi sorpresa fue mucha al ver la flecha rodeada de flores de loto que yacía tatuada ahí. Lo miraba fascinado, yo sabía el significado de ese tatuaje y me conmovía porque me confirmaba una vez más que lo que sentíamos estaba ahí intacto como la primera vez.
Me fue imposible no admirar esa belleza que la caracterizaba mientras la tenía desnuda para mi. Se veía tan malditamente hermosa como la primera vez que la tuve así. Llevé mis labios al valle de sus pequeños senos y comencé a besar desde ahí, bajando por toda esa zona mientras me robaba cada uno de los suspiros y jadeos que salían de sus finos labios.
La melodía perfecta para mis oídos.
—Dios, MeiLian... —musité cuando fue ella ésta vez quien comenzó a jugar con su lengua en una de mis tetillas.
Eché mi cabeza hacia atrás, sintiendo el recorrido de sus manos por mi torso y espalda.
—MeiLian, no juegues así conmigo, loto.
Escuché su risa contra mi piel sintiendo la vibración de su acción en mi torso, dándome a entender que no se detendría y que el tono de advertencia que había usado en mi voz no significaba nada para sus travesuras.
Rodeé su cintura con mi brazo y uno de sus muslos con la mano libre para levantarme con ella y tumbarnos sobre la cama. Su rostro fue de sorpresa, no se esperaba que fuera a tomar el control de la situación tan rápidamente, pero ya había sido suficiente, era mi turno de complacerla. Enredé mis dedos en el elástico de sus bragas para bajar la prenda y por segunda vez mis ojos se abrieron en sorpresa; en un costado de su zona pélvica yacía otro tatuaje. Esta vez era una gran flor de loto con un pequeño nombre escrito en un idioma que ambos conocíamos a la perfección; el griego.
—Fue una manera de tenerte presente todos estos años —comenta cuando ve que no despego mis ojos de su tatuaje.
Curvo mis labios en una sonrisa al ver mi nombre perfectamente tatuado sobre su piel y la siento temblar cuando me atrevo a pasar mi lengua justo encima de la tinta.
—Jian... —suspira por la peligrosidad de mi cercanía a su intimidad.
Seguí usando mi lengua para complacerla, lamiendo y succionando cada extensión de su piel que se interponía ante mi. Me moría por tomarla, por hacerla mía, eso era un hecho, pero también necesitaba acariciarla y sentir cada parte de ella, recordar lo bien que se sentía estar así con ella. Besé cada parte de su cuerpo; sus muslos, los costados de sus caderas, su abdomen, y fue algo maravilloso escuchar todos los gemidos que me regalaba, como si fuera mi música favorita en el mundo. Llegué hasta sus labios, besando estos y quien jadeó ahora fui yo al sentir como me correspondía el beso con una ola de intensidad y pasión al mismo tiempo. Mis brazos y cuerpo la cubrían completamente, mientras ella se aferraba a mi cuerpo con sus manos y piernas, siguiendo con ese beso que nos robaba hasta el aliento.
—Jian por favor... —suplicó luego de separarnos por breves segundos.
—¿Por favor qué, loto? ¿Mm? —inquirí rozando mi nariz en su mejilla.
Empujó mi pecho levemente para poder levantarse ella y quedar arrodillada sobre la cama, justo a la misma altura que yo y sus manos inquietas fueron sin titubear hasta la hebilla de mi cinturón, safando este para luego desabotonar mi pantalón y comenzar a bajarlo junto con mi bóxer.
—Te quiero a ti —habló firme, sonreí ladino— Necesito sentirte.
No dijimos absolutamente nada, solo nos dejamos llevar por nuestros besos, caricias y deseos de nuestros cuerpos desnudos. La tomé de las piernas para alzarla un poco y dejarnos caer sobre la cama. Un jadeo salió de nuestros labios cuando nuestras intimidades rozaron.
—No sabes cuanto te extrañé —expreso, rozando todo el borde de su mandíbula con mi nariz— Fue una tortura estar sin ti todos estos años.
—Yo también te extrañé, much... ¡Jian! —gimió con fuerza cuando me adentré completamente en ella— ¡Joder, Jian!
Mierda eso se sintió tan bien.
Ya no soportaba estar un minuto más sin tenerla así, fue demasiado tiempo sin ella y fue tan jodidamente placentero volver a sentirme de ese modo en su interior que tuve que cerrar los ojos fuertemente para soportar esa ola de placer que se apoderó de mi cuerpo.
La besé con vehemencia, callando todos esos gemidos que emitían sus lindos labios mientras que no dejaba de moverme en su interior como la bestia hambrienta que era en estos momentos. Gruñí de placer cuando sus uñas se enterraron en mi espalda baja al mismo tiempo que mordía mi hombro dándome a entender que estaba al borde del placer como yo. Estaba tan inmerso en el placer, se sentía tan maravilloso y fascinante poseer a la mujer que amo de este modo, que no estaba midiendo la fuerza de mis impulsos.
—¡Oh Jian! ¡Sí! ¡Jian!
Sus gemidos se escuchaban hermosos, armónicos y saber que era yo quien podía hacerla gemir así era lo mejor. No me privaba de la idea de que ella en este tiempo pudiera haber conocido a alguien más, pero aún así y aunque haya ocurrido eso, seguía siendo mía, me lo estaba demostrando en este momento.
Bajé mis labios hasta sus senos y los besé, dejando que mi lengua cubriera sus pezones, mientras ella abría las piernas aún más para mi, apoyando sus talones en mi trasero. Gemimos sobre nuestros labios cuando comencé a penetrarla con más profundidad.
Carajo, esto era una maravilla, ella era una maravilla y cada vez que sus labios vaginales me apretaban aún más, me sentía mucho mas cerca del clímax. Escondí mi rostro en su cuello, dejando escapar mis gemidos y tomé su muslo izquierdo, clavando mis dedos ahí, controlando todos esos impulsos que sentía de follarla desmedidamente.
—Jian... —susurró mientras sus manos se empuñaban en mi cabello largo— Mierda Jian, ya no aguanto...
—Yo tampoco, loto —confieso.
Gruño cuando sus manos dejan mi cabello para posarse en mi culo, alentándome a empujarme más adentro.
Mierda, así no se podía contener nadie.
La posición cambió y me quedé de piedra cuando en cuestión de segundos vi a MeiLian sobre mi cuerpo, montándome con fiereza. Se veía como una diosa, una diosa inmersa en el placer y la excitación. Alcé un poco mi pelvis coordinando con sus movimientos, mientras ella entrelazaba nuestras manos por encima de mi cabeza y me quedé embelesado viendo el tatuaje entre sus senos, mientras estos rebotaban por el choque de nuestras intimidades.
Mis manos se posicionaron en sus caderas creando un movimiento más violento y solo fue cuestión de un par de embestidas más para dejarnos ir en un potente orgasmo mientras gemíamos el nombre del otro.
Su cuerpo rendido y sudoroso cayó sobre el mío mientras mis brazos la envolvían en un abrazo consentidor. Tomé su mentón con una mano mientras que con la otra quitaba algunos mechones morados de su frente para besar sus labios con cariño.
—Te amo —decimos al unísono y no podemos evitar reír.
—De verdad Jian, te amo —afirmó, mirándome con los ojos brillosos— El que estés vivo, es lo mejor que me ha podido suceder en la vida.
—Te amo, MeiLian —respondo— Eres mi vida entera, loto.
Aaw, me encanta cuando nos ponemos melosos después del delicioso🥹
Y bien, ¿qué les pareció?
Siento que he perdido el toque en esto, pero aún así, espero que les haya gustado.
Nos leemos en el próximo y preparen pañuelos eh. Nada más digo.
Bye💜
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