第5章
Sueño o Realidad
Mis ojos lo veían incrédulos mientras la pesadez de mi respiración se hacía notar con cada inhalación que tomaba.
—No puede ser... —musité.
Si esto no era un sueño, pues entonces era la peor broma que podría estar jugándome la conciencia. Ni aunque tuviera su rostro a escasos centímetros del mío o mis dedos tocaran su piel, podría creer lo que veían mis ojos.
Ni siquiera así.
Me dolía el cuerpo como el demonio, era un dolor insoportable, pero en estos momentos era lo que menos me importaba. Me levanté a como pude de la cama, sin importarme estar en ropa interior y con solo una camisa cubriendo mi cuerpo.
—Te he extrañado, pequeña loto.
—No eres real, no lo eres —hablé con desesperación, sus ojos me miraban confundidos.
Quería irme, que mi mente dejara de jugar conmigo, con la sensibilidad que sentía ante este asunto. Que jugaran de este modo conmigo era algo inaceptable para mi. Me sentía desorientada, aturdida, necesitaba salir de donde sea que estuviera en este momento. Caminé unos pasos lejos de la cama con algo de dificultad, repitiéndome una y otra vez que todo esto era una alucinación, que nada de lo que veía era real.
No lo era.
Él no está aquí.
—MeiLian —no respondí, hice caso omiso a mi propia mente— ¡Mierda MeiLian, mírame!
—¡No, suéltame! ¡No eres real!
Forcejeé para soltarme e incluso golpeé su pecho, pero su fuertes manos me apretaron contra él haciéndome sentir la dureza de este, su calor corporal y haciéndome ver que realmente él estaba aquí y no era una alucinación como me estaba forzando yo misma a creer.
—¡Sí, lo soy! Mírame —sus dedos levantaron mi mentón, obligándome a ver lo que tanto negaba— Soy yo loto.
Mierda.
Sí, es él.
Mi Jian.
Solté todo el aire contenido en mis pulmones en un suspiro pesado. Sus orbes marrones me miraban intensamente como siempre lo hacían, tenía una expresión de nostalgia en ellos y yo solo podía sentir como mis ojos se ponían acuosos.
—No puede ser... —llevé mi mano a su rostro sintiendo como la primera lágrima caía de mis ojos— Estás... vivo. Eres tú.
Mi mano acarició cada centímetro de su rostro, su nariz, sus labios. Realmente lo tenía frente a mi. Cerró sus ojos ante las caricias de mis dedos mientras sus manos me sostenían contra él con fuerza y yo sentía como cada una de las barreras que creé a mi alrededor luego de ese día iban cayendo una por una ante su presencia y caricias.
—Jian... —me aferré a su cuello con fuerza en un abrazo que anhelé por cinco años, deshaciéndome en lágrimas— Mi amor... eres tú —sus manos abrazaron mi cintura, acariciando mi espalda y su rostro se escondió en mi cuello— Te he extrañado tanto...
Y sí que le había echado de menos.
Más que nunca.
{...}
—¿Te sientes mejor? —preguntó, sentándose a mi lado, asentí— ¿De verdad?
—Sí... —musité.
Mi voz apenas se escuchaba pero fue lo suficientemente audible como para que él lo entendiera.
Nos mirábamos con toda la intensidad que se podía mirar a una persona y con todos esos sentimientos que hemos tenido guardados durante todo este tiempo. En mi mente se formaban un montón de preguntas que necesitaban ser respondidas por él, eran tantas cosas las que debíamos hablar, que simplemente no sabía como ni por dónde empezar. Mis ojos aún lo miraban detenidamente, detallando cada parte de él, todavía me preguntaba si de verdad esto estaba sucediéndome.
—Soy yo, MeiLian —me repite como si adivinara lo que pensaba mi mente— No soy ninguna alucinación de tu mente.
Me sentía tan desconcertada en este momento que aún por más que él me dijera estas cosas no puedo dejar de observarlo.
Estaba muy cambiado, obviamente ya no era ese chico de dieciocho años que me hizo pasar las mejores horas de mi vida bajo su cuerpo hace cinco años. Ahora era todo un hombre; su cuerpo estaba más trabajado, se notaba solo de mirar sus brazos, su cabello estaba un poco más largo y ya no era del todo negro, ahora tenía varios mechones rubios en algunas partes del pelo. Incluso tenía tatuajes que aún no lograba definir del todo, gracias a que su camisa no me dejaba ver mucho.
No quedaba nada del viejo Jian, al menos no físicamente.
—Te siento tan... irreal —susurro— ¿Cómo...?
—Lo sé —asiente tomando mis manos entre las suyas— Tengo muy claro que te debo muchas explicaciones Lian, pero ahora no es el momento.
—¿No es el momento? —pregunto con algo de ironía— ¿De verdad, Jian?
Separé mis manos bruscamente de las suyas. Era irónico que después de cinco años creyendo que el hombre que amo estaba muerto, no pueda recibir ni siquiera una puta explicación.
—Loto...
—No Jian, no —lo vuelvo a interrumpir, en este punto demasiado alterada. No soportaba que me llamara por el sobrenombre que me puso solo por minimizar las cosas— ¡Es inaudito que luego de cinco años creyendo que te había perdido lo primero que digas es que no es el momento de hablar! ¡¿Acaso tienes alguna idea de todo lo que pasé en todos estos años?! —se intentó acercar a mi, tocar mis manos, pero no lo dejé— Vi como volaste de esa moto frente a mis ojos, te vi tirado en el suelo indefenso, ensangrentado, sin siquiera poder moverte. Cada vez que cerraba los ojos o que veía ese anillo en mi dedo anular, recordaba ese día en el que todo mi mundo se apagó. Me encerré en un mundo aislado de la realidad en el cual solo existía yo, en el cual vivía culpándome día a día de lo que te pasó. Joder, ni siquiera podía visitar tu tumba y en este momento —tomé una pausa— ni siquiera soy capaz de mirarte a los ojos y no sentir culpa. Entonces ¿¡como puedes simplemente decir que no es el momento para hablar!?
Las lágrimas desbordaban mis ojos mientras recordaba cada detalle de esos días de mierda que pasé en los últimos cinco años. Había omitido detalles que consideraba espantosos, y aunque no me atrevía a decirlos, me sentía más liviana luego de haberle hecho saber a Jian como me sentí los últimos años.
Él no decía nada, solo se limitaba a observarme con la misma expresión de dolor con la que lo miraba yo.
—¿No dirás nada? —inquiero.
—Lo siento, Lian.
Sonreí secamente ante sus palabras, pero aún así no dije nada, no insistí más. Solo me levanté de la cama, limpiando mis lágrimas con violencia. Tomó mi mano justo antes de que llegara a la puerta y me giró bruscamente, quedando frente a él.
—¿A dónde te vas, MeiLian? —pregunta confundido ante mi repentino cambio de actitud.
—Suéltame Jian, iré a mi casa —hago presión contra su pecho para tratar de safarme, pero él me apreta aún más— ¡Qué me sueltes!
—¡No te puedes ir así, MeiLian!
—¿Ah no? ¿Por qué? —inquiero— ¡¿Para que me quieres aquí si ni siquiera eres capaz de darme una explicación para todo esto?!
Sigo golpeándolo, tratando de safarme, gritándole que me dejara ir. No podía seguir aquí, era demasiado para mi, simplemente no lo podía soportar.
—¡Carajo, loto! —me suelta finalmente— ¡Cálmate, entiende que no te puedo dejar ir así como así!
Río con ironía como por segunda vez en la noche.
—No puedes dejarme ir así y tampoco puedes darme una explicación. ¿De cuántas cosas más no eres capaz Jian?
Me giro, ignorando por completo la mirada que me lanza y procedo abrir la puerta de la habitación para irme, pero su mano vuelve a tirar de la mía, impidiendo mi acción, haciéndome chocar con él nuevamente. Estábamos demasiado cerca esta vez, podía sentir su aliento. Mi cuerpo tembló al sentir la cercanía de nuestros labios, justo como la última vez que estuvimos así.
—¿Q-qué haces? —mi voz salió nerviosa y mis manos apretaron la tela de su camisa sin poder evitarlo.
—Confórmate con saber que no puedo dejarte ir —sus manos me apretaron fuerte y no pude callar el pequeño jadeo que salió de mis labios. Tragué fuertemente cuando escuché esa voz ronca y para variar, el que estuviera mirando tan fijamente sus labios no ayudaba mucho— Y tampoco lo haré.
—¿Qué–
Callé.
No fui capaz de articular mi media palabra cuando acortó la pequeña distancia que había entre nosotros y apresó mis labios en un beso que demostraba por sí solo todos los sentimientos contenidos por los dos durante todo este tiempo. Una de sus manos soltó mi cintura y se enredó mi cabello, tomando una porción de este, profundizando más el beso. Delineó mi labio inferior con su lengua antes de introducirla en mi cavidad bucal y dominar cada rincón de ésta.
Mierda, era tan maravilloso sentir todo esto nuevamente.
Nos separamos al sentir que el oxígeno comenzaba a escasear en nuestros sistemas haciendo un pequeño chasquido al final. Nuestras respiraciones eran erráticas.
—Extrañaba esto —susurró sobre mis labios— Tal vez es demasiado pronto —acarició mis caderas haciéndome estremecer— pero te necesito, te he extrañado como no tienes idea.
Te necesito.
Justo como esa noche en Grecia.
Yo también lo había extrañado demasiado. En este momento me daba cuenta de cuanto había echado de menos sus besos que me dejaban en las nubes, la manera en que me tocaba, en que me hacía el amor y justamente, las ganas de ser suya nuevamente me invadían.
—Yo también —musité.
Sonrió levemente ante de volver a retomar nuestro beso, disfrutando de cada momento de este. No hacía falta decir absolutamente nada en este momento; esto era lo que ambos deseábamos, sentirnos, fundidnos en uno solo.
Comenzamos a deshacernos de nuestra ropa cuando sentimos que ya comenzaba a estorbar entre nosotros. La camisa que cubría mi cuerpo cayó al suelo dejándome ver solamente en ropa interior. Por mi parte no dudé ni un minuto en desabotonar su camisa blanca y deslizar esta por sus brazos, dejando su torso al descubierto y pudiendo detallar finalmente cada parte de los tatuajes que adornaban el lado izquierdo de su torso. Sentí mi cuerpo arder solo de verlo, mierda necesitaba tanto esto. Moría por estar entre sus brazos de nuevo.
Comencé a delinear su torso suavemente con mis dedos, pasando estos por cada parte cubierta por la tinta de sus tatuajes.
—Son hermosos —hablé fascinada mientras lo seguía tocando, sentí como todo su cuerpo se tensaba bajo mi tacto.
Besé su pecho, pasando mi lengua lentamente por cada rincón de este, mientras sentía como sus dedos se clavaban aún más en la piel de mi cintura al mismo tiempo que escuchaba sus jadeos.
Sabía en lo que me estaba metiendo con esto, pero no importaba.
En este momento no me importaba absolutamente nada. Sabía las consecuencias que podría traer esto, todo lo malo que podría ocurrir pero no importaba, ni siquiera me importaba el puto dolor de mi cuerpo o los pequeños moretones que tenía en el abdomen. Solo lo quería a él, lo necesitaba a él.
Subí mis besos por todo su pecho, lamiendo su cuello y mandíbula, hasta llegar a sus labios esponjosos, los cuales besé con todos los deseos del mundo. Se agachó un poco sin romper el beso solo para tomar mis piernas y alzarme, sosteniendo ambas piernas alrededor de su cintura. Caminó conmigo encima de su cuerpo hasta la cama de sábanas de seda color negro, sentándose en ésta conmigo a horcajadas sobre su regazo.
Nos separamos de nuestro beso solo para mirarnos brevemente y observar en los ojos del otro todos esos sentimientos encontrados que yacían en ellos y el claro deseo que invadía nuestras almas.
Hacer el amor con cada fibra de nuestro ser.
Joder, me he emocionado escribiendo este capítulo🥹
Ok, ya sé que las dejé con las ganas obviamente, pero es que es parte de mi naturaleza verlas volverse locas.
So, no me vayan a matar por dejarlas con medio calentón🤭
Prometo que en el siguiente capítulo se vendrá lo bueno, rico y delicioso.
Entonces, ¿qué les pareció el capítulo?
Lxs leo en los comentarios.
Bye💜
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