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第2集

¿Casualidad?

—Buenos días señorita.

La algo irritante voz de una de las empleadas me hace despertar. Y lo más irritante era saber de quien provenía esa voz.

—¿No te cansas de estar todo el día tras de mi como perrita sin dueño? —pregunto aún sin abrir los ojos.

—Órdenes son órdenes y ahora levántese —tira de mis sábanas descubriendo mi cuerpo en pijama— la esperan en la mesa.

Si quien o quienes me esperan en la mesa son las personas que imagino, menos deseos de bajar me dan. Es más siento que el desayuno me caerá más que mal. Me levanto con pereza y con obvia molestia al ser la cara de Meiyin lo primero que veo. De verdad no la soporto, es una de las empleadas de confianza de mamá, pero realmente son unas carceleras. Son dos, una para mi y otra para mi hermana. Por suerte es solo aquí en casa, porque no soportaría que también vigilaran lo que hago en la calle, aunque la verdad no me sorprendería para nada que en algún momento lo hicieran.

—Y por favor no tarde, ¿quiere?

Le muestro el dedo de en medio, algo fastidiada ya y me dirijo al baño sin decir absolutamente nada.

Me miro en el espejo y lo que veo realmente asustaría a cualquiera que me observara. Unas ojeras que llegaban a la barbilla y tenía los ojos rojos de haber llorado toda la noche. Me meto a la tina y cierro los ojos al sentir como el calor del agua me relaja de a poco. Los acontecimientos de la noche anterior comienzan a llegar a mi mente y siento que mis ojos pican. Por primera vez desde que supe de su muerte tuve el valor de ir a su tumba, de enfrentar la culpa que he cargado todos estos años. Y a pesar de que me siento mejor, duele, duele demasiado el hecho de no tenerlo y de saber que jamás lo tendré, porque ya no está.

Envuelvo mi cuerpo en una toalla, y para cuando salgo del baño, veo la silueta de Meiyin.

—¿Aún sigues aquí? —pregunto con evidente molestia. Realmente me tenía harta— ¿Te irás o tengo que vestirme frente a ti?

—Son órdenes señorita.

—¡Me importa una mierda Meiyin! —me acerco a ella amenazante— Lárgate ya de mi habitación.

No dijo nada, solo me miró bastante molesta al parecer por mi atrevimiento de haberla desafiado de ese modo. Aunque no era la primera vez que lo hacía, siempre se molestaba, pero me importaba muy poco.

Me visto, bastante amargada ya por culpa de esa arpía y decido bajar. Respiro bastante hondo antes de entrar al comedor donde ya se encontraba mi hermana y mi madre, ésta última tenía la cara más amargada que se le podía ver, aunque bueno es algo normal en ella.

Me siento sin decir nada, pero aún así no pierde el tiempo en comenzar a recriminar.

—Si mal no recuerdo mi orden fue muy clara MeiLian —me mira con evidente enojo— Dije que no tardaras en bajar.

Me miraba y estoy segura que esperaba que no refutara sus palabras porque obviamente su deseo obsesivo de querer controlarme era demasiado grande, pero si eso creía estaba muy equivocada.

—Y creo que yo dije muchas veces que no quería ver a tu perrita faldera —miré a Meiyin a mi lado— cerca de mi.

—Wang MeiLian...

—Mira mamá, ya basta —me levanto, dando un golpe con ambos puños en la mesa— Tu no me controlas, y no lo harás más. Ya yo no soy esa niña a la que manipulabas y yo no te veo como madre. Para mi no eres más que una desconocida y agradece que aún no mando a la mierda al hombre que escogiste para mi.

Me giro y camino a pasos rápidos para salir de ahí. Ya estaba harta de toda ésta mierda y a este paso llegará el día en que me deje de importar muy poco lo que diga ella ni mucho menos las consecuencias de revelarme ante ella.

Saco mi teléfono y marco el número de la única persona que sé que me recibirá sin ni siquiera chistar.

¿Sucedió algo cierto?

Ni siquiera hace falta que le cuente, siempre lo sabe todo y precisamente por eso es mi mejor amiga. Siempre está ahí para mi.

—Creo que sabes la respuesta a eso —oigo una pequeña risa por su parte— ¿Me puedo quedar en tu casa al menos hasta mañana?

Sabes que eso no se pregunta Mei. Si quieres, hasta puedes mudarte, no tengo inconveniente alguno.

Sonrío y luego de decirle que en unos minutos estaría ahí, cuelgo el teléfono y me dispongo a salir de mi casa antes de que me bloqueen la salida.

{...}

—Realmente no entiendo porque sigues en esa casa aún.

Luego de haber llegado como hace una hora a casa de mi amiga, comencé a contarle la mañana de mierda que tuve y como siempre no faltaron los regaños.

—Si por mi fuera estaría bien lejos de todo lo que se refiere a mi madre —doy un sorbo a mi chocolate caliente.

—¿Qué te lo impide? —pregunta.

—Mi hermana —la miro— Jamás la dejaría sola en las garras de mi madre. Si llega a perder a una de sus fuentes de ingreso —me señalo— utilizaría a mi hermana y eso jamás lo permitiría. Ya bastante arruinó mi vida como para que haga lo mismo con MeiLiu.

Se queda observándome y puedo ver comprensión en sus ojos. Toma una de mis manos y las aprieta en forma de consuelo.

—Yo realmente te entiendo Mei, pero sabes que si en algún momento lo necesitas, ésta siempre será tu casa —sonrío asintiendo— Aunque igual sabes que te apoyo cien por ciento en tu plan de revelarte contra tú madre.

Era cierto. Me ha apoyado en cada una de mis locuras y sabe que todas han sido dirigidas a mi madre. Desde que murió Jian me he convertido en esto. Por algún motivo he sentido un rechazo por mi madre desde el día del accidente y cada una de mis acciones han sido en contra de sus pensamientos. Mis tatuajes, mi cabello violeta, las clases de boxeo e incluso mi amistad con Qi Luo han sido una forma de llevarle la contraria. Sé perfectamente que ella no soporta que sea la mejor amiga de Qi Luo, al igual que ella sabe que yo jamás dejaré de ser su amiga porque ya sea por revelarme o no, Qi Luo siempre ha estado ahí para mi en los peores momentos de mi vida.

—Lo sé Luo —le sonrío— Gracias.

El sonido de mi celular nos hace sobre saltar un poco. Mis ojos se ponen en blanco al ver de quien se trata.

¿Será que mi día puede ir peor?

—¿Sí? —me decido a contestar de la peor manera posible.

—Hola preciosa, te he extrañado.

Ruedo mis ojos ante sus palabras. Siempre las mismas palabras y ya comenzaba a aburrirme.

—Sí, lo puedo imaginar.

Recuerda que hoy es la cena con mis padres, ¿debería pasar por ti?

Pues sí, igual lo vas a hacer.

Estaré ahí a las siete en punto.

Cuelgo la llamada y Qi Luo no tarda en hablar.

—Otro problema más, ¿no?

Me mira y le sonrío, ella sabe que no soporto a la persona que tengo por novio. Y simplemente lo trato como corresponde, un negocio más de mi madre.

—Lo único que agradezco, es que ese problema tenga más mujeres además de mi —me mira con algo de confusión— Así evito que sus manos estén sobre mi cuerpo.

Me mira y asiente como si recién se enterara de una gran noticia. Sonrío y me levanto de la cama, dejando las sábanas de lado. Tomo mi bolso y celular para luego caminar hacia la puerta.

—Supongo que irás a tus clases de boxeo.

—Supones bien —respondo— Necesito despejarme antes de esa cena o no lo resistiré.

Me despido con la mano y me pierdo por la puerta, directo a ese lugar donde sentía que podía ser yo misma.

{...}

A veces pienso que ese saco de boxeo debe odiarme demasiado por tantos golpes que recibe de mi. Cada vez que venía al gimnasio, me desquitaba con él como si estuviera llena de rabia, cuando solamente siento este dolor que no me deja respirar.

Con las piernas temblorosas y el sudor recorriendo cada parte de mi cuerpo, camino hasta una de las esquinas donde está mi bolso. Tomo mi celular y me sorprendo al ver tantas llamadas perdidas de mi madre y de mi novio. Pero me sorprendo aún más cuando recuerdo que la cena con esa familia era hoy y que se me pasó el tiempo entrenando. Mi madre en estos momentos debería echar humo por todos lados de la rabia que debe estar sintiendo pero ni modo, ya no queda nada por hacer y ni siquiera en moto llegaría a tiempo.

Ignoro todo lo referente a ellos dos y me alisto para salir afuera directo a mi auto y emprender la marcha hacia casa de mi amiga, sería un desastre llegar a mi casa y enfrentar a la Señora Wang. El estacionamiento donde había dejado mi auto, quedaba algo alejado, tenía que rodear el edificio así que acomodando mi abrigo en mi hombro, apresuro mis pasos para llegar ahí. De un momento a otro me siento observada y que me siguen desde lejos, y siento mi cuerpo tensarse completamente. Intento no prestar atención y apurar mis pasos pero es demasiado tarde cuando unas voces atraviesan mis oídos.

—Pero miren a ésta princesa —dice uno. No sé cuántos eran, pero suponía que al menos fueran dos— Somos unos suertudos, ¿verdad?

Con el miedo reflejado en mi rostro los encaro, y me llevo la sorpresa de que no eran dos, sino tres los que me esperaban. No tenía idea de como se habían colado aquí, pero esto no pintaba nada bien, era obvio que no venían a hacer amistad conmigo.

—Por supuesto que lo somos —responde otro— Jamás nos habíamos topado con un trofeo así —me mira con lascivia y siento el asco recorrerme.

—¿Q-qué quieren? —pregunto tratando de disimular que me estaba muriendo del miedo. Doy un paso atrás cuando veo que uno se acerca.

—Tranquila princesita —sonríe con malicia— No te haremos nada malo. Será algo delicioso que te encantará.

Hago una mueca de repugnancia y mis sentidos se alertan cuando veo al primer sujeto acercarse a mi. Cuando veo que sus manos tienen la intención de tocarme, lo esquivo y lanzo el primer puño directo en su rostro. Creo que ya era la hora de poner en práctica mis habilidades de boxeo. Hago el mismo procedimiento con el otro tipo, ésta vez dando una patada en su abdomen e intento correr rápido hacia mi auto. Mis intenciones de escapar son detenidas cuando unas manos me toman la cintura por detrás. Era el tercer sujeto quien había esperado sigilosamente el momento de atacar.

—¡Maldita perra! —vocifera uno de mis agresores y siento que me devuelven el puño que di anteriormente. Fue tan fuerte que me dejó aturdida e hizo que el sabor metálico de la sangre se colara en mi paladar— No te podrás escapar —me toma del mentón y su asqueroso aliento choca con mi rostro— y haremos lo que se nos de la gana contigo, ¿¡entendiste!?

Siento mi cuerpo impactar contra el suelo y un quejido sale de mis labios al sentir el golpe. Me intento remover cuando sus manos comienzan a manosear mi cuerpo pero sólo gano fuertes patadas en mi abdomen que me hacen retorcerme fuertemente.

—¡Suéltenme! —grito intentando safarme a pesar de los golpes, no dejaría que me hicieran lo que tenían en mente.

—Tranquila perrita, te gustará.

—¡No!

La tela de mi camisa ancha es rasgada al igual que mi licra corta, dejándome solo en bragas y el pequeño top negro. Recuerdos desagradables los cuales pensé que no tendría más, comienzan a aparecer en mi mente y justo cuando pensé que todo acabaría ahí y que sería violada por unos asquerosos hombres, todos se detienen.

—Si fuera yo, no lo haría.

Cada vello que posee mi cuerpo se eriza ante esa voz, esa voz grave que reconozco en cualquier lugar.

No puede ser, esto no puede estar pasando.

Bien, creo que acaba de comenzar lo realmente bueno.

En la barra multimedia, les dejé la foto de la actual MeiLian.

¿Qué creen que pasará ahora?

Bye.

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