Queridos lectores:

Quiero compartir con vosotros lo que hay detrás de la historia que acabáis de leer, una historia que nació desde lo más profundo de mi corazón, inspirada en una obra que marcó un antes y un después en mi vida: "El niño con el pijama de rayas". Cuando leí el libro y vi la película, sentí que algo dentro de mí se rompía en mil pedazos. Me costó aceptar que los horrores que ahí se narran no son ficción, sino una parte cruda y dolorosa de nuestra historia.

Pensar en cómo el ser humano puede llegar a cometer actos tan atroces, a quitar vidas inocentes -niños, bebés, personas- solo por su origen, me llenó de tristeza y un dolor profundo. Me resulta devastador saber que, por algo tan arbitrario como el lugar o la familia en la que nacieron, miles de personas fueron condenadas a un destino cruel e injusto. Y aunque lo ocurrido pertenece al pasado, sabemos que incluso hoy persisten el odio y la discriminación.

Escribir esta historia fue mi forma de rendir homenaje a quienes sufrieron esa injusticia, de darles una voz a través de mis palabras. Sé que muchos de vosotros habríais querido un final feliz; yo también lo deseaba mientras escribía. Pero la realidad es que, para esas personas, no hubo un desenlace feliz, y eso es lo que hace todo aún más desgarrador. Reflejar esa verdad, aunque dolorosa, fue mi manera de no olvidar, de no permitir que esas vidas se borren de nuestra memoria.

El ser humano puede ser cruel, injusto y despiadado, y creo que necesitamos reflexionar sobre esto, para evitar repetir los errores del pasado. Mi intención al escribir esta historia fue precisamente esa: que recordemos, que sintamos, que no cerremos los ojos ante lo que fue y lo que aún puede ser.

Gracias por acompañarme en este viaje, por sentir con mi historia y por reflexionar conmigo. Aunque nos rompa el corazón, el dolor también nos recuerda nuestra humanidad.

Con cariño y gratitud,
-Mimi 🦋