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008

El aire estaba denso. Las voces lejanas de los prisioneros y los ecos de los guardias patrullando el campo parecían fusionarse en una sinfonía macabra que ahogaba cualquier intento de esperanza. El frío era penetrante, y aunque la oscuridad ya había caído, la sensación de estar atrapado en un lugar sin salida era más fuerte que nunca. Los barracones se alzaban como gigantes grises que no ofrecían consuelo, solo recordatorios de lo que era la vida allí: una existencia rota.

Felix y Hyunjin se encontraban en un pequeño rincón de la cocina del campo de concentración, entre las sombras, mirando en silencio hacia la salida. Los latidos de Hyunjin resonaban en sus oídos, cada uno más fuerte que el anterior. Sabía lo que debía hacer, pero la decisión aún pesaba sobre su pecho como una losa.

Felix le había hablado más de una vez sobre su abuela, una mujer de espíritu fuerte que, a pesar de las penurias, había logrado sobrevivir hasta ese momento. Había sido separada de Felix cuando llegaron al campo, y ahora no sabía dónde estaba. Felix no había dejado de buscarla, pero la desesperanza lo estaba consumiendo. Hyunjin no podía permitir que su mejor amigo siguiera viviendo con ese dolor. Si su amigo podía luchar por algo, él también lucharía.

-Voy a hacerlo -dijo Hyunjin en voz baja, mirando a Felix. Su tono era firme, pero su estómago se revolvía por lo que estaba a punto de hacer.

Felix lo miró, con los ojos llenos de miedo y gratitud a la vez. -No tienes que hacer esto, Hyunjin. Si alguien nos ve...

-No importa. Es lo único que puedo hacer por ti -dijo Hyunjin, interrumpiéndolo. -Yo puedo pasar desapercibido si me disfrazo. Mi padre... él tiene acceso a todo aquí. Puedo usar un uniforme de prisionero. Y si todo sale bien, no nos detendrán. Podemos buscar a tu abuela.

Felix estaba a punto de protestar de nuevo, pero se quedó en silencio. En el fondo, sabía que no podía detener a su amigo. Hyunjin había tomado la decisión, y había algo en su mirada que le decía que lo haría sin dudarlo. Así que, sin una palabra más, ambos se adentraron en el pasillo oscuro, buscando la salida.

Las horas parecían dilatarse mientras Hyunjin se deslizaba entre las sombras. El "uniforme" que había robado del almacén de ropa sucia le quedaba algo grande, pero al menos le daba el aspecto de un prisionero. El corazón de Hyunjin latía con fuerza, pero su mente estaba enfocada. Tenía que encontrar a la abuela de Felix. Tenía que hacerlo por él.

El campo de concentración se extendía ante ellos, su vastedad intimidante y desolada. Los soldados patrullaban de forma regular, y la vigilancia era aún más estricta de lo que Hyunjin había anticipado. Cada paso que daba se sentía como un riesgo, pero había algo en la desesperación de Felix que lo mantenía en movimiento.

-¿Cómo vamos a encontrarla? -preguntó Hyunjin, mirando a Felix, que caminaba a su lado con los ojos fijos en el suelo.

-Está en algún lugar del barracón 9, cerca de las cocinas. Eso es lo único que sé. Mi abuela no estaba delgada como los demás, no podía hacer los trabajos más pesados. Ella probablemente estaba en un área diferente, tal vez... tal vez pueda estar allí.

Con una respiración profunda, Hyunjin asintió. -Vamos a buscar allí.

Mientras avanzaban, el ruido del campo parecía desvanecerse alrededor de ellos, ahogado por el pensamiento de lo que podían encontrar. Nadie los había detenido aún, pero el riesgo de ser descubiertos nunca desaparecía. Las sombras parecían consumirlos, hasta que llegaron a la parte trasera de los barracones. Un grupo de prisioneros pasaba cerca de ellos, pero Hyunjin los miró con indiferencia, como si fuera uno más de ellos. En ese momento, su vida estaba suspendida entre la mentira y la verdad.

Felix se adelantó, caminando con la misma determinación que lo había llevado hasta allí. Se detuvo frente a un barracón, el número 9 marcado en la pared. Sus ojos brillaban con una mezcla de ansiedad y esperanza.

-Es aquí -dijo Felix, su voz apenas un susurro. -Mi abuela debe estar aquí.

Con una mirada furtiva a su alrededor, Hyunjin empujó la puerta. La abertura era pequeña, pero suficiente para pasar. Dentro, el olor de la desolación era casi tangible. Los prisioneros que trabajaban allí los miraron por un momento, pero no dijeron nada. La presencia de un niño en medio de ese lugar no era rara. Muchos jóvenes, como él, se habían perdido en el caos del campo. Pero eso no significaba que estuvieran a salvo.

Felix y Hyunjin avanzaron entre las camas. Los rostros de los prisioneros eran inconfundibles, algunos demacrados por el hambre, otros por el miedo y el agotamiento. Pero entre las caras, no había señales de la abuela de Felix.

-No está aquí -dijo Felix, el dolor de su voz era palpable. Se acercó a una cama cercana, pero la persona que yacía allí no era su abuela.

Hyunjin se detuvo, sintiendo cómo el vacío crecía en su interior. Lo que estaba sucediendo era mucho más grande que ellos. Felix no merecía esto. Nadie lo merecía.

De repente, el sonido de botas acercándose los hizo mirar hacia la puerta. Un grupo de soldados apareció en el umbral, mirándolos con desconfianza.

-¡Vosotros! -gritó uno de los soldados-. ¿Qué estáis haciendo aquí?

Hyunjin sintió que su corazón se hundía. Sin pensarlo, se echó atrás, pero antes de que pudiera hacer un solo movimiento, uno de los soldados lo agarró por el brazo.

Read you soon...
-Mimi 🦋

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