006
El amanecer llegaba lentamente, tiñendo de naranja las nubes que cubrían el cielo gris. Hyunjin se sentía extraño esa mañana, como si todo lo que había hecho hasta ahora lo hubiera llevado a este único momento: la necesidad de actuar, la urgencia de salvar a Felix. Las palabras que su amigo le había dicho la noche anterior seguían retumbando en su mente, y no podía dejar de pensar en las consecuencias. No era solo una cuestión de escapar, de correr lejos de la cerca. Era mucho más que eso.
Era la vida de Felix. Y la suya.
Esa mañana, cuando sus padres ya se encontraban ocupados en sus propios quehaceres, Hyunjin se escapó de la casa como había planeado. Sabía que no podía perder ni un segundo más. El campo de concentración no solo era una prisión; era un lugar donde las vidas se desvanecían sin dejar rastro. No podía permitir que Felix fuera uno de esos desaparecidos.
Al llegar al lugar de siempre, donde la cerca los separaba, vio a Felix esperando. El joven estaba nervioso, inquieto, como si también sintiera el peso de lo que se venía. Hyunjin lo saludó con un gesto firme, pero lo cierto era que su corazón latía con rapidez, empujado por el miedo y la determinación.
Felix lo miró con los ojos llenos de desconfianza, como si esperara que Hyunjin dijera algo más. Algo más que le asegurara que no estaba solo en este plan arriesgado.
-¿Estamos listos? -preguntó Hyunjin, tratando de sonar más seguro de lo que realmente sentía.
Felix asintió con cautela. -No sé si algún día me acostumbraré a este lugar. Pero lo que tenemos que hacer ahora... no es solo escapar. Es cambiar algo. Si logramos salir, tal vez podamos cambiar la vida de los demás también.
Hyunjin le sonrió débilmente. Felix estaba en lo cierto. No era solo por él que estaba dispuesto a arriesgarlo todo, sino por todos aquellos que sufrían lo mismo que él.
La cercanía de la cerca siempre los había mantenido separados, pero esa mañana, parecía que había algo más entre ellos: una especie de acuerdo tácito de que juntos, podían desafiar la injusticia.
-Debemos ser rápidos -dijo Hyunjin, mirando nerviosamente alrededor. A pesar de las precauciones que tomaban, nunca sabían cuándo podría aparecer un guardia o alguien de la familia de Hyunjin, y su plan podría desmoronarse en un instante.
-¿Cómo vamos a hacerlo? -preguntó Felix, su voz temblorosa.
Hyunjin lo miró fijamente, sus ojos brillando con una determinación feroz. -He estado pensando en eso. Mi padre tiene acceso a todo el campo, y su puesto le permite... supervisar muchas de las operaciones. Debemos aprovechar eso. Si logramos hacernos pasar por prisioneros, podría ser nuestra única oportunidad para cruzar la cerca sin levantar sospechas.
Felix frunció el ceño. -¿Disfrazarnos de prisioneros? ¿Y si nos descubren?
-Lo descubriremos cuando lo intentemos -respondió Hyunjin. No era una respuesta cómoda, pero no tenía otra opción. Su única ventaja era la ignorancia de los adultos, que pensaban que él solo era un niño, incapaz de comprender la gravedad de la situación.
Esa tarde, después de esperar la llegada de la oscuridad, ambos se acercaron nuevamente a la cerca. El plan ya estaba en marcha. Habían recolectado unas piezas de ropa vieja, harapienta, para hacerlas pasar por uniformes de prisioneros. Los dos estaban inquietos, pero la decisión estaba tomada. No había vuelta atrás.
Hyunjin llevaba una pequeña mochila con algunos de los documentos que había encontrado en el despacho de su padre, por si necesitaban evidencia para comprobar lo que estaba sucediendo en el campo. El peso de la mochila parecía simbolizar la responsabilidad que sentía, no solo por Felix, sino por todos los prisioneros que no podían salir.
Ambos se colocaron los "uniformes" improvisados, tomando cuidado de cubrir sus rostros lo más que pudieron. El disfraz no era perfecto, pero no podían darse el lujo de fallar. El objetivo era mezclarse entre los prisioneros, pasar desapercibidos, y encontrar una forma de llegar al centro del campo sin que nadie los detuviera.
-¿Listo? -preguntó Hyunjin con la voz algo temblorosa.
Felix lo miró fijamente, con sus ojos cargados de una tristeza que parecía pesar más que cualquier otra cosa. -Sí. Vamos a hacerlo. No importa lo que pase, prometimos que lo lograríamos.
Con una última mirada hacia la casa de Hyunjin, los dos comenzaron a caminar en dirección a la cerca. Cada paso les acercaba más a lo desconocido. No sabían qué esperar al otro lado, pero lo que sí sabían era que no podían quedarse atrás.
La cerca, aunque enorme y amenazante, parecía desaparecer cuando la alcanzaron. Ambos miraron en silencio la alambrada que los separaba del otro lado, el espacio donde todo lo que conocían dejaba de existir. Era el límite entre lo que podían comprender y lo que estaba más allá de su entendimiento.
Con cuidado, Hyunjin levantó el primer alambre, ayudando a Felix a pasar por debajo. El sonido de la alambrada chirriando resonó en la quietud de la tarde, y por un momento, ambos se detuvieron a escuchar. Nadie los había visto. Nadie había detectado el peligro que acechaba tras esa línea invisible.
Al cruzar, el frío del otro lado los envolvió. La realidad de estar dentro del campo de concentración los golpeó con fuerza. Los árboles se veían sombríos y las filas de barracones no tenían fin. Los prisioneros, delgados y con rostros agotados, se movían en silencio. Era un lugar desolado, donde las almas parecían perderse sin esperanza.
Sin embargo, no había tiempo para temer. Hyunjin y Felix avanzaron rápidamente, manteniendo el paso firme y la cabeza baja. Había soldados en todas partes, pero ninguno se detuvo a mirarlos. Estaban disfrazados, y por un breve momento, sintieron que el riesgo podría valer la pena.
-Tenemos que encontrar a tu abuela -dijo Hyunjin en voz baja, mientras caminaban entre las sombras.
Felix asintió, sus ojos fijos en el horizonte. -Está cerca. Si la encontramos, todo habrá valido la pena. No quiero seguir viviendo en este infierno.
Pero en el momento en que cruzaron una esquina, un soldado los vio. Y todo, de repente, cambió.
-¡Alto! -gritó el hombre, con una mirada feroz.
Hyunjin sintió su corazón detenerse. El miedo lo invadió, pero no podía fallar ahora.
Read you soon...
-Mimi 🦋
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