Hyunjin llegó al jardín antes de que el sol estuviera completamente en el cielo. El aire era más frío esa mañana, pero la emoción de ver a Felix lo mantuvo cálido. Corrió hasta la cerca y lo vio esperándolo, sentado en su lugar habitual con la figura de madera que Hyunjin le había regalado días atrás.

-Llegas tarde -bromeó Felix, alzando la figura como si lo estuviera regañando.

-No es mi culpa. Mi hermana no dejaba de hablar en la mesa -respondió Hyunjin, arrodillándose frente a la cerca.

Felix soltó una risa suave, pero su rostro no reflejaba la misma alegría de siempre. Hyunjin lo notó de inmediato.

-¿Estás bien? -preguntó, apoyando las manos en la fría malla de alambre.

Felix bajó la mirada, como si estuviera dudando en responder. -Es mi abuela. Todavía no sé dónde está. Nadie me lo dice.

Hyunjin no sabía qué decir. Había oído a Felix mencionar a su abuela muchas veces antes, describiéndola como una mujer amable que siempre le contaba historias antes de dormir. Ahora que no estaba, Felix parecía más callado, como si una parte de él se hubiera perdido también.

-Tal vez la encuentres pronto -dijo Hyunjin, intentando sonar optimista.

Felix lo miró con una sonrisa pequeña, pero no respondió. Por un momento, el silencio se instaló entre ellos, roto solo por el murmullo del viento y el lejano eco de las voces en el campo.

-¿Qué pasa realmente aquí, Felix? -preguntó Hyunjin de repente, señalando hacia el otro lado de la cerca-. Todos dicen que es un lugar de trabajo, pero no lo parece.

Felix lo miró con una mezcla de sorpresa y tristeza. -¿No lo sabes?

-No. Nadie me explica nada. Siempre me dicen que no pregunte. -dijo Hyunjin con angustia.

Felix dejó escapar un suspiro largo y miró a su alrededor, como si temiera que alguien pudiera escucharlos. Finalmente, se acercó un poco más a la cerca, quedando frente a Hyunjin sus rostros a milímetros de distancia. Hyunjin sentía que el pulso le aumentaba, más aún cuando Felix susurró en un tono bajo cerca de sus labios pero sin segundas intenciones.

Hyunjin se regaño mentalmente porque no era momento de pensar cosas raras, encima Felix al fin le iba a contar lo que nadie le queria decir. Tal vez después lo pensaría más detalladamente.

-Es un lugar donde nos traen porque no nos quieren en otros lados. Nos hacen trabajar, pero no es un trabajo de verdad. No sé por qué estamos aquí, pero... nadie que entra sale.

Todas la emociones que antes abundaban en Hyunjin se esfumaron, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Era difícil entender lo que Felix decía, pero algo en su tono le hizo darse cuenta de que la situación era mucho peor de lo que había imaginado.

-¿Y tú? ¿Qué hiciste para estar aquí? -preguntó con cuidado y miedo.

-Nada. -Felix encogió los hombros-. Sólo soy quien soy.

Hyunjin se quedó en silencio, intentando procesar esas palabras. Para él, todo era confuso. Su padre siempre hablaba de "mantener el orden" y de "proteger a la nación", pero nunca mencionaba nada sobre niños como Felix, sobre familias como la suya. Ya no sabía que creer.

-No es justo -murmuró frustrado finalmente, apretando los puños contra la cerca.

Felix lo miró, sorprendido. -¿Qué no es justo?

-Que estés aquí. Que no puedas estar con tu abuela. Que no tengas nada. - "Que no podamos pasar el rato juntos sin tener una cerca de por medio" pensó Hyunjin en un lío de sentimientos.

Felix lo observó con una expresión difícil de descifrar. Finalmente, sonrió, pero esta vez fue una sonrisa triste. -Gracias, Hyunjin. Nadie me ha dicho eso nunca.- terminó diciendo con cariño y tristeza.

Esa noche, Hyunjin no pudo dormir. Las palabras de Felix resonaban en su mente, mezcladas con las imágenes de las personas del otro lado de la cerca. ¿Por qué estaban allí? ¿Por qué nadie hablaba de ellos? Se sentía impotente, pero también tenía una creciente necesidad de hacer algo al respecto, aunque no sabía qué.

A la mañana siguiente, decidió buscar respuestas. Mientras su familia estaba ocupada con los preparativos del día, Hyunjin subió al despacho de su padre, un lugar donde le habían prohibido entrar. La puerta estaba cerrada, pero no con llave. Con cuidado, la abrió y se deslizó dentro.

El despacho era un lugar frío, con muebles oscuros y paredes cubiertas de mapas y documentos. Hyunjin comenzó a revisar algunos papeles sobre el escritorio, aunque no entendía mucho de lo que veía. Hasta que encontró una carpeta marcada con un símbolo extraño que no reconoció. Dentro, había informes y listas con nombres, fechas y números.

Entre los papeles, había una fotografía que hizo que Hyunjin se detuviera. Era de personas vestidas con "uniformes", formadas en filas. Aunque no conocía a nadie en la imagen, sintió un nudo en el estómago al verla. Cerró la carpeta rápidamente y salió del despacho antes de que alguien lo descubriera.

Esa tarde, cuando regresó a la cerca, Felix estaba esperándolo, como siempre. Pero esta vez, Hyunjin lo miró de manera diferente, lo miro de forma protectora.

-No voy a dejar que te pase nada, estaré siempre a tu lado y tú siempre al mío -dijo de repente, con una determinación que sorprendió a ambos.

Felix parpadeó, confundido a la vez que se sonrojaba. -¿Q-qué quieres d-decir?

-No sé cómo, pero voy a ayudarte a salir de aquí.

Felix se quedó en silencio, mirando a Hyunjin con una mezcla de asombro y escepticismo. Finalmente, sonrió de nuevo, esta vez con un atisbo de esperanza y dulzura. -Si alguien puede hacerlo, creo que eres tú. Además no pretendo alejarme de ti, nunca lo haré, por nada en el mundo... E-eres una p-persona muy e-especial para m-mi -dijo Felix con amor y timidez.

Hyunjin sintió lo mismo, al igual que Felix, no pensaba dejarlo nunca sin embargo lo que le preocupaba es que no sabía cómo cumplir su promesa, pero una cosa era segura: no podía quedarse de brazos cruzados mientras Felix estaba atrapado en un lugar donde nadie debería estar.

Read you soon...
-Mimi 🦋