31. Loki
Al día siguiente, cuando las clases concluyen, los nervios hacen aparición. Estoy a tan solo unos minutos de conocer a mi hermana, doy vueltas al asunto, las distintas maneras en las que puede terminar ese encuentro hasta percatarme que encontrarme con Hela significa ver a mi madre luego de años de ausencia. Años de no recordar su rostro, su voz y evitar fotografías que terminaron escondidas o en la basura. Mis manos tiemblan y observo la reacción que no se detiene, me recorre un escalofrío por cada vértebra de mi columna y solo encuentro paz cuando siento otro tacto encima del mío. Thor está cerca preguntando si estoy bien en un susurro, sus labios cerca de mi oreja me provocan cosquillas y me traen de regreso a la realidad. Estamos solos en el salón de clases y él tiene una mirada de preocupación mientras entrelaza nuestros dedos como si se trataran de piezas de rompecabezas que están destinados a encajar. Aún con voz suave menciona que podemos ir otro día, que será cuando me sienta listo y que no hay prisa. Niego con decisión. Thor realiza una mueca con los labios que me habría hecho reír en otras circunstancias.
—¿Nos vamos?
—Sí —arreglo los lentes con mi mano libre y evito sonrojarme cuando Thor menciona que de esta forma me veo más guapo de lo que ya soy—. Tú deberías dejar de decirme esas cosas —cuelgo mi mochila en el hombro izquierdo, nos levantamos al mismo tiempo y él sonríe amplio.
—¿Por qué?, ¿es un delito decir verdades?
—Eres un tonto.
Thor da una mirada al pasillo que se visualiza desde la puerta abierta y al comprobar que no hay nadie, me atrae para un beso que no niego y que al contrario, recibo con gusto. Sus manos se pierden en mi cabello permitiendo que algunas hebras se deslicen entre sus dedos. Los lentes se empañan y debo separarme para quitarmelos y guardarlos en el estuche que llevo en uno de los bolsillos de la mochila. Otro beso llega, esta vez en mi frente, labios presionando mi piel hasta el punto que la siento arder por el contacto.
—Vámonos o se hará tarde.
○●○
Tardamos casi una hora en llegar a nuestro destino porque hicimos una parada para poder comer algo. Siento nervios otra vez. Ahí, delante de esa puerta, estoy a tan solo un toque de enfrentarme a una verdad. Thor presiona el timbre y oímos el ruido del otro lado, pasos que parecen bajar la escalera y una voz que pide apagar la televisión en un grito. Después, la puerta se abre revelando a la mujer que porta una camiseta simple con pantalones sueltos y cómodos.
—¿Qué estás haciend…
Y se calla en cuanto me ve, como si de repente su voz se hubiera extinguido. Ella intenta cerrar la puerta y la mano de Thor se lo impide.
—Farbauti, creo que no tiene el derecho de negarnos la visita —El tono usado se convierte en uno más decidido y quizá los dos habrían discutido de no ser por la voz detrás de mi madre.
—¡Hola Thor! —exclama con un entusiasmo propio de su edad. Farbauti se retira pronunciando frases entredientes que no llegan a escucharse para nadie más que no sea ella. Cruzamos miradas, Hela sorprendida y yo sin poder decir algo.
Thor me atrae al interior, Hela nos lleva a su habitación, cierra la puerta con cuidado y nos invita a sentarnos.
—Él es Loki.
—Lo sé.
Y sonríe de una forma tan inocente, sin malicia, rencores o segundas intenciones. Devuelvo el gesto, ofrezco mi mano para un apretón que no tarda mucho en ser afectuado. Hela se sienta al lado mío, dice que ha esperado conocerme durante días y está feliz de que haya sucedido al fin, le alegra descubrir no ser hija única y que teniendo dos hermanos, ya no se siente tan sola.
—Aunque no vivan conmigo, es bueno saber que los tengo. Durante estos últimos años solo he sentido soledad en esta casa.
—Demasiado grande para dos personas —comento sin evitarlo, siento la tela de las sábanas debajo de mi palma, el índice trazando líneas y círculos invisibles encima de esta. Espero que mi frase no haya sido destinada, Hela asiente, totalmente de acuerdo conmigo.
—Más de lo que me gustaría admitir.
Thor está de pie, echando un vistazo a las fotografías polaroid que hay en la pared. Se pasea por cada una de ellas, siguiendo el orden en el que fueron puestas y menciona lo que hay en ellas.
—Tu mamá, Odín, un atardecer, aquí hay un perro a lo lejos —y continúa hasta detenerse en el último—. La playa. Faltamos nosotros —dice a modo de broma, sin embargo, Hela exclama que es cierto, rebusca en uno de los cajones hasta conseguir su cámara.
Toma a Thor de la mano y lo sitúa delante de la puerta. El color marrón resalta el rubio de su cabello y su sonrisa luce más brillante que de costumbre.
—Haz una pose.
—¿Como de superhéroe?
–La que quieras.
Thor agarra la alcancia del escritorio y lo alza como si llevara un martillo. Está de perfil, la mano libre descansando a un costado suyo. Veo el flash y pronto una nueva fotografía en la pared.
—Es turno de Loki.
—De ninguna manera. —Niego una y otra vez, uso de excusa que no soy nada fotogénico y cuando creo que ellos han olvidado el asunto, reviso mi celular por si tengo algún mensaje importante y la acción se ve interrumpida por la potente luz que me obliga a levantar la vista hacia los causantes.
—¿Puedo tener una copia de eso? —pregunta Thor tomando la polaroid con cuidado de no estropearla.
—Son cinco dólares.
—Soy tu hermano.
—Diez dólares.
Río, dos risas más se unen a mí. Es la primera vez que Hela y yo nos vemos, hablamos y nos reímos en tan solo cuestión de minutos. Pienso que ese tipo de unión es única y debe valorarse, no importan las circunstancias que nos llevaron a este punto, somos hermanos y eso, es lo único que debe ser primordial. Sin embargo, sé que hay otro asunto que debo enfrentar en ese momento y que posponerlo, no tiene sentido alguno. Le pregunto a Hela donde está el baño, ella menciona el piso de abajo y da la indicación exacta y justo antes de salir, Thor me detiene, su diestra sobre mi brazo, su mirada tanto como su voz delatan su repentina intranquilidad. Es suficiente para darme a entender que él sabe que quiero hacer, pregunta si estoy seguro, un tono bajo para que solo yo pueda escuchar, digo que si. No hay refutaciones y dejo atrás la habitación, no desciendo las escaleras, en su lugar, camino hasta estar delante de otra habitación, esperando que sea la correcta. Doy toques en la puerta y aguardo unos breves minutos.
La imagen de mi madre está otra vez delante mío y ahora no dice nada cuando yo ingreso sin pedir permiso porque de hacerlo, este sería negado. La puerta se cierra y el silencio nos invade. La observo, guardando cada detalle que se fue perdiendo con el tiempo, pienso que es una mujer hermosa incluso con el evidente cansancio que carga debajo de sus ojos en forma de ojeras.
—¿Por qué viniste, Loki? —cuestiona sentándose en el colchón sin despegar su mirada de la mía. No me invita a estar a su lado, pero no importa porque prefiero estar de pie.
—Para conocer a mi hermana.
—No, no creo que eso haya sido tu motivo principal, fue tan solo una excusa.
—Fue por ti, para comprobar que no estabas muerta como creí durante todos estos años, ¿sabes lo que se siente?
—No.
—¿Al menos tuviste algo de remordimiento?
—Cuando me fui, me dije a mí misma que no volvería. Creer que yo estaba muerta, es hasta cierto punto mejor que saber que te abandoné, ¿no crees?
Silencio. Farbauti niega con la cabeza, rizos moviéndose hasta cubrir sus hombros.
—¿Quieres sinceridad y por eso estás aquí? No era feliz y no creo haberlo sido los últimos años que estuve con Laufey. Al comienzo todo fue maravilloso, eso es lo que caracteriza al amor joven, luego se fue marchitando poco a poco hasta que no tenía sentido continuar ahí.
—No, te fuiste por seguir a otro hombre.
—No me arrepentí en ese momento. Él me dio un nuevo tipo de libertad que no había conocido antes, con tu padre todo ya se sentía como una cárcel. No pensé en ti ni una sola vez desde que huí. Nunca. Hasta que Hela nació y fue como recibir un golpe. Lloré la primera vez que la sostuve en mis brazos porque fue como verte a ti. Tan parecidos, casi idénticos.
—¿Arrepentimiento?
—No, te tuve rencor durante un tiempo porque por ti seguía atada a alguien por el que ya no sentía nada y después cuando creí que me había librado de eso, tenía que verte en el rostro de mi hija, en sus ojos tan verdes como los tuyos. No es culpa porque no estoy arrepentida de nada. Ni en ese entonces y mucho menos ahora. ¿Eso me hace mala persona? Tal vez, no me importa.
—¿Y qué tienes ahora? El hombre que decías amar porque te enseñó la libertad, en su momento, prefirió a su esposa y te dejó como lo que fuiste desde un comienzo, un secreto.
—Y tú solo eres un suceso que jamás debió pasar.
—Será mejor que me vaya.
—Nadie te pidió que vinieras.
—Hay asuntos que deben cerrarse aunque hacerlo sea doloroso para una de las partes. Hablo por mí, por supuesto, porque en cuanto a ti, parece que tu corazón dejó de latir hace mucho.
Camino hacia la puerta y me detengo ante la mención de mi nombre que, viniendo de ella suena con odio reprimido. Volteo a verla, tiene una sonrisa ladina como si hubiera ganado una batalla.
—¿Qué te hace pensar que el hijo no puede convertirse en el padre? Thor es la viva imagen de Odín, ¿qué tal si llega a ser como él? Abandonarte como hizo conmigo.
—Tenías una familia, Farbauti y decidiste mandarla al olvido por un hombre. Lo que te sucedió solo es una consecuencia de tu mal accionar. Papá te adoraba, yo lo hacía, te amabámos tanto y todo ese amor lo tiraste a la basura. Al mismo lugar al que después fueron tus fotografías y cada recuerdo tuyo y durante años, odié a mi padre por eso, pero ahora lo entiendo. Sé que se dedica demasiado al trabajo que a veces olvida que existo y tal vez esa sea su manera de intentar olvidarte y lo comprendo al fin. Lleva dolor consigo porque te amó como solo se ama en las películas o los libros. No lo mereces y por supuesto, tampoco me mereces a mí. Recibe las migajas de amor de Odín, no me interesa. ¿Sabías que incluso él pudo amar más a mi padre que a ti? —Distingo sorpresa en su mirada por lo último, sus labios formando una "o" a causa del desconcierto—. ¿No lo sabías? —Giro la cabeza para estar frente a la puerta, giro el pomo hacia un lado y me preparo para salir no sin antes disparar las últimas palabras—. Pregúntale sobre su historia con Laufey la próxima vez que lo veas, podrías llevarte una sorpresa.
No estoy más en la habitación y al regresar con Thor y Hela los descubro acostados en la alfombra escuchando música y tarareando. Thor es el primero en verme, noto preocupación en él que no entiendo hasta que siento las lágrimas recorrer mis mejillas. No sé en que momento comenzó y no soy capaz de detenerme. Él acude a mí, envuelve sus brazos alrededor mío y me atrae a un abrazo. Hela no pregunta que sucede, tal vez porque se hace una idea, sin decir nada, llega para unirse al gesto. Somos tres personas que se convierten en una sola. Lloro hasta que no quedan lágrimas y el rostro y la vista arden. Ellos no se separan, se funden más en mis brazos, dicen que todo estará bien, que nos tenemos uno al otro porque somos hermanos y ese lazo es inquebrantable.
Y les creo.
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