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27. Loki

El repentino sonido perturba el sueño, suelto un bostezo aún con los ojos cerrados escuchando el agua correr dentro de la ducha y la voz de Thor cantando. Apago la alarma, me levanto de la cama porque de lo contrario, sería capaz de volver a dormir, con el leve dolor en las caderas me dirijo al armario donde elijo la vestimenta del día al mismo tiempo que Thor aparece en la habitación. Se ha cambiado en el baño con la misma pijama que le presté, lleva el cabello despeinado y una sonrisa ladina en los labios al verme.

—Debo ir a casa y cambiarme, ¿nos vemos en media hora? —pregunta recogiendo la ropa que voló por todas partes en plena madrugada. Desde la corta distancia puedo apreciar el sonrojo que se extiende hasta sus orejas, quizá por recordar los sucesos, es inevitable no sonreír ante ello, se ve adorable. Amarra los cordones de sus zapatillas, todavía aguardando una respuesta que no tardo en dar.

—Seguro, antes de que te vayas, debo asegurarme que papá no esté —digo señalando la puerta de la habitación. Él entiende, permanece en silencio mientras yo dejo el sitio, dando una rápida inspección al pasillo, la habitación de Laufey y gritando su nombre por si él está en el primer piso, solo obtengo silencio. Regreso sin molestarme por colocarle seguro a la puerta como supe hacer la noche anterior—. Despejado.

Thor ríe, con la muda de ropa hecha ovillo entre sus manos, camina hasta mí, entrega un beso en la frente y dice que estará esperándome para irnos a la escuela. Lo veo alejarse y pronto escucho la puerta principal abrir y cerrarse a los segundos.

Me apresuro a ducharme y arreglarme solo por la razón de estar más tiempo juntos antes de que llegue el momento de atender a la clase del día. Demoro mucho menos tiempo del que suelo utilizar, coloco las llaves en el bolsillo de la mochila que cuelgo sobre uno de mis hombros. Agarro mi celular del escritorio donde no puedo evitar darle una rápida mirada a la caja que era de mi madre. Sabía que tenía que verla, a ella y a mi hermana, sin embargo, el miedo se apoderaba de mí en cada oportunidad que planeaba ir a su encuentro.

No podía, pasé tantos años creyendo que ella había fallecido y por eso no volvió por mí.
Y cuando resultó ser mentira, una parte de mí se preguntó porque no intentó contactar conmigo en todo este tiempo. Un mensaje, una llamada, alguna carta que si tenga la valentía de enviar y no dejarlas acumuladas, cualquier cosa con tal de sentir que yo le importaba, que lamentaba haberse ido y dejarme con alguien que apenas está en casa o se preocupa por mí.
No tuve nada de eso y pienso que quizá para ella no fui importante, tiene una nueva hija después de todo,  una nueva oportunidad. Tal vez solo me vio como un estorbo, el motivo por el que, en su momento, no pudo vivir su historia de amor prohibido con Odín, el único obstáculo que al final supo como pasar de largo.

Suspiro, llevo los pensamientos a lo más profundo de mi mente de donde no puedan escapar con facilidad. Dejo mi habitación atrás, el hambre desapareció hace minutos por lo que no ingiero alimento alguno, salgo de casa siendo recibido por la repentina corriente de aire que desordena mis cabellos. Llego hasta la vereda donde puedo ver mejor la casa de Thor, él aparece unos breves minutos después y hasta que hasta cerca mío puedo distinguir rastros de migajas de pan en sus mejillas que procedo a limpiar. Thor agradece con una sonrisa tan radiante que podría hacerle competencia al mismo sol. Caminamos, él habla pero su voz se escucha lejana por más que solo está a mi derecha.

—¿Te encuentras bien?

Sé que es mi repentino silencio el que le ha generado una alerta y lo que menos quiero es involucrarlo en mis problemas.

—Lo estoy, no te preocupes. —Mi intención es cruzar la pista para proseguir con el recorrido, pero un brazo delante mío lo impide. Un autobús pasa haciendo sonar el claxón.

Escucho mi nombre en tono de reprimenda, no respondo, todavía estoy viendo la pista delante mío, Thor bloquea la vista, es él quien me presiona los hombros con sus palmas y me obliga a retroceder. Toma mi brazo y me lleva de regreso, alejándonos cada vez más de nuestro destino. No digo nada limitándome a seguirle el paso hasta que estamos de vuelta en el vecindario. Sin soltar su agarre, Thor se las arregla para abrir la puerta de su casa con una sola mano, podría haberme soltado, pero no lo hace, todo lo contrario, afirma su agarre. Me lleva a la sala, dice que puedo sentarme y así lo hago, me quita lo mochila dejándola a mi lado izquierda, él se va y llega considerables minutos después con una bandeja donde hay un vaso con jugo de naranja, unas cuatro tostadas encima de un plato y un tazón con frutas picadas. Coloca el objeto sobre la mesa.

—Estás pálido, ¿no comiste nada?

Niego, mi estómago se encarga de corroborar mi respuesta al gruñir por la falta de alimento. Frunce el ceño y quizá me hubiera reído bajo otras circunstancias. No ahora, menos en ese momento, los pensamientos que quise enterrar, salen a flote jugándome en contra.

—Sé que no estás bien, no es necesario que digas la razón si no quieres, pero come algo, por favor. Vengo en un momento —avisa y antes de irse, besa mis labios de manera fugaz y enciende la televisión dejando el control remoto a mi costado. Se va de la sala y lo escucho subir las escaleras.

Observo el desayuno, mi estómago gruñe con más fuerza por lo que agarro el tazón con frutas, capturo algunos usando el cubierto y procedo a comer, el nudo en mi garganta me impide disfrutar la comida como se debe. En la televisión se muestran caricaturas que no me molesto en cambiar.

No sé cuanto tiempo ha transcurrido, pero del desayuno no queda nada. Thor vuelve poco después, hay una notable sonrisa al darse cuenta que la vajilla y el vaso están vacíos. Se cuelga mi mochila al hombro, toma mi mano y me lleva escaleras arriba. Nos detenemos en su habitación, abre la puerta dejando a la vista su interior. Lo observo a él con sorpresa, su sonrisa es más amplia.

—Cuando era niño y me sentía triste, mamá decía que sabía la manera de subirme el ánimo —explica señalando el fuerte que hizo con sábanas y almohadas—. Pensé que así como funcionó conmigo, podría hacerlo contigo también.

Me lleva hasta la entrada, donde es necesario agacharse para poder ingresar con comodidad y al hacerlo, quedamos echados sobre el par de almohadas. Thor muestra el plato hondo que ha llenado con frituras.

—Podemos solo quedarnos acostados, sin hablar, solo tú y yo.

—Se supone que tenemos escuela —digo al fin después de mi extenso silencio.

—Loki, nadie merece enterrar su tristeza, si no quieres decir el motivo por el que estás así, entiendo, pero pretender que estás bien cuando no es cierto y ocultar tus sentimientos no es bueno. No hagas eso. —Su boca se tuerce en una mueca, parece pensar bien si decir o no lo otro que quiere expresar, hasta que lo hace a los segundos—. No es por nosotros, ¿verdad? Por lo que pasó.

—No —respondo rápido antes que diga más—. No es por ti. 

—De acuerdo. —Su atención ha dejado de estar puesta en mí para ver al frente llevando una porción de frituras a su boca.

Tenía razón al permanecer en silencio, Thor que siempre habla sobre cualquier tema, decide no hacerlo esta vez, solo por mi comodidad. Me remuevo inquieto y si él lo nota, no dice nada. El tazón está en medio de nosotros, pero es el único que está comiendo. Tararea canciones en un tono bajo cuando no está masticando, parece que lo hace solo para él, porque no puede soportar la falta de palabras.

—Thor —digo también con la vista al frente, al conjunto de sábanas que sirven como fuerte. Siento su mirada posada sobre mí esperando que siga hablando antes de arrepentirme—, ¿tú crees que deba ir a ver a mi madre y conocer a mi hermana?

—Es por esto tu repentino cambio de ánimo, ¿no es cierto? —El susurro dicho llega a mí haciendo cosquillas en mi oído. Atrapa mi mano entre la suya brindando caricias en mi dorso con el pulgar—. Escucha, no tienes hacer que nada que no quieras o para lo que no te sientas listo.

—Durante años creí que ella estaba…

—Lo sé —interrumpe ahora trazando círculos sobre mi piel—, no es necesario que lo digas.

—Para ti fue fácil conocer a nuestra hermana.

—No, estaba nervioso, creí que llevaba una vida cualquiera y de repente me entero que tengo una hermana. Es difícil, pero no tanto como ir y confrontar a una madre. Escucha, Loki. —De repente su tono de voz se transforma a uno serio, que pocas veces he escuchado—, no importa la decisión que tomes, tienes mi completo apoyo, siento que puedes enfrentarte al mundo si eso quisieras y yo estaré ahí para ti. La decisión es tuya, si lo que te causa temor es ir solo a su casa, puedo acompañarte luego de hablar con Hela y acordar una fecha. No es ninguna molestia, todo lo contrario.

—Gracias. —Es lo único que se me ocurre decir, Thor asiente y pronto suelta mi mano por el repentino movimiento que realiza, ahora está delante mío, usando sus brazos como soporte para no caer encima. Puedo ver la intensidad en sus ojos, los mismos que me recuerdan al océano.

—¿Te gusta mi fuerte?

—Cumplió su propósito.

Él ríe por mi respuesta, imito su acción y entre risas, me entrega un beso, es lento, sus labios se sienten más suaves que de costumbre y al separarse unos centímetros explica que quiere grabar cada movimiento de mis labios en los suyos y viceversa.
En medio de un leve sonrojo añade que tal vez así no será fácil olvidarnos uno del otro.

No tardo en atraerlo de nuevo hacia mí para besarlo tal y como quiere, lento, contando cada acción y planeando la siguiente.

Porque tal vez así, él no me olvide, ni yo lo olvide a él.

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