16. Loki
He pretendido asistir a clases, tomo un camino distinto al que suelo hacer cada mañana sin importarme que mi padre está vigilante desde la ventana, observando mis pasos y el cambio de dirección que escogí. Recuerdo sus palabras, la frase que no ha dejado de repetirse desde que la escuché brotar de sus labios.
"La verdad puede no gustarte".
Pensé mil posibles situaciones del secreto que ha estado oculto durante años, sin embargo, ninguna parece ser lo suficiente grave para generar odio entre dos adultos. Camino con lentitud, por temor a lo que puedo encontrar al llegar a mi destino. Voy por distintas calles con tal de hacer el camino mucho más extenso. Cuando estoy cerca, me alejo, transito por calles que me distancian más de mi sitio final solo para aproximarme a los minutos. Cansado de la situación e incluso de mi cobardía, me detengo frente a la fachada leyendo una y otra vez el número plasmado en una placa arriba de la puerta. La misma dirección escrita en un papel que guardo en el bolsillo.
Todo se resume en ese pequeño instante.
En aquel momento que mi mano, hecha un puño, se encuentra a escasos centímetros de la puerta de madera.
En el nerviosismo, el miedo que incrementa con cada segundo que decido permanecer quieto.
En la última acción que realizo después de un breve tiempo de indecisión.
Apenas son necesarios dos toques porque pronto la puerta se abre revelando a un hombre que me observa curioso por ser un total desconocido. Me esfuerzo por conseguir mi voz, por hablar a costa del deseo de retroceder e ir corriendo a casa.
—Disculpe si interrumpo, pero necesito…
—Sé quien eres. —Sus ojos me inspeccionan más. Siento que puede describirme con tan solo una mirada e incluso saber mis secretos más ocultos—. Debí suponer que esto pasaría. —Un ligero suspiro escapa de sus labios, voltea hacia el interior de su casa durante segundos que se me hacen eternos—. ¿Fue Frigga, verdad?
—Sí, pero yo no estoy…
—Supongo que algunos asuntos son inevitables—comenta interrumpiendo mi habla una vez más. Vuelve a verme y una diminuta sonrisa se dibuja en su rostro, es un gesto que lejos de provocarme confianza, me genera incomodidad a grandes niveles—. Cuánto has crecido desde la última vez que te vi.
—¿Me conoce?
—Por supuesto, aunque eras tan solo un niño en ese entonces. Soy Heimdall —extiende una mano para un apretón que no tarda en ser efectuado. Me invita a ingresar a casa y una vez sentados los dos en el sofá, continua hablando—. ¿Sabes? No esperaba que mi imagen te resulte familiar.
—¿Por qué?
—Porque tu padre se encargó de eliminar todo rastro mío de tu vida.
Y he ahí una pequeña invitación a continuar con el tema, de averiguar por fin la respuesta a mis interrogantes.
—No logro comprender.
—Por supuesto que no, Loki —suspira, sus ojos viajan al techo donde se quedan extensos segundos. Escucho más suspiros de su parte que son interrumpidos por el sonido de las llaves, el ruido que realiza la puerta al momento de abrirse y la presencia tan conocida en el umbral.
En mi rostro se aprecia alivio, en el suyo, sorpresa.
Mi mirada transmite esperanza, la suya, miedo contenido.
Mis labios susurran un "te extrañé" mientras los de él permanecen quietos.
Me levanto con intención de acercarme, de ponerle un punto final al enorme deseo que tengo por abrazarlo, pero Thor retrocede hasta estar de nuevo en la calle. La puerta es cerrada y por la ventana, veo su silueta desaparecer corriendo.
—Siéntate, Loki. Debemos hablar, no sin antes decirte que algunos asuntos deben ser confesados por Thor y no por mí.
—¿Por qué?
—Porque él lo quiso así.
La imagen de Thor alejándose de mí es lo último que evoca mi mente porque después sigo la indicación de Heimdall.
Sentado, aguardo por la historia que no tarda en ser relatada.
—Odín, tu padre y yo solíamos ser buenos amigos, quizá de los mejores. —Ríe al notar mi reacción ante el simple hecho de imaginarme a Laufey y Odín manteniendo una amistad—. Lo sé, nadie lo creería de ellos dos, sobretodo conociendo el odio que ahora mantienen, pero si, compartíamos secretos, íbamos juntos a la escuela, nos pusimos en la misma universidad. De esa clase de amistad que es tan difícil encontrar en estos días, pero el final para nosotros estaba escrito. La rivalidad, la envidia, el deseo de superar al otro son lo que empezaron a distanciar a Odín y Laufey. Primero en los estudios, en el ámbito social y por último, el amoroso. No hubo mujer que no cayera rendida ante los encantos de Odín, pero existió una sola que era inmune a aquella magia que otras aseguraban mantenía Odín. Una sola.
—¿Acaso…
—Tu madre. ¿Te cuento un secreto? Pienso que las mayores rivalidades comienzan por el amor de una mujer. ¿Te imaginas presumir que cada mujer en la tierra llega a amarte y que exista una sola que decida no hacerlo? El orgullo de Odín se desplomaba al mismo tiempo que su envidia aumentaba al presenciar a Farbauti de la mano de tu padre. Yo siempre permanecí en un punto intermedio, era lo único en común que ambos conservaban. Ellos dos mantuvieran su enemistad durante años, pero a pesar de aquello, las coincidencias resultaban inevitables. Solían encontrarse en los mismos sitios, coincidir en el mismo medio de transporte, terminar viviendo uno frente al otro. Me parecía curioso como la vida, el destino o quien sea se empeñaba por juntarlos cuando ellos hacían hasta lo imposible por alejarse. A pesar de tener una matrimonio estable, él no pudo olvidarla. —De repente, su voz adquiere un tono distinto por la seriedad del asunto—. Odín quería a Frigga, la adoraba, le prometió amor eterno, pero Farbauti era su constante tentación. Le aseguré más de una vez que estaba obsesionado, que su afán por destruir a Laufey no le dejaba ver la verdad de la situación, pero él era necio y quizá fue aquella necedad lo que terminó por ocasionar que tu madre creyera cada palabra de amor que le profesaron.
—¿Escaparon juntos?
—Sí.
—Pero, si Odín continuó con su matrimonio, ¿cómo es posible que… —callo sin completar mi oración, porque tengo temor a la respuesta. La puerta principal vuelve a abrirse impidiendo así que la plática prosiga su curso.
Thor yace a pocos metros, observando en silencio y de repente siento que no queda nada del muchacho que conocía hasta hace unas semanas, que la persona que se encuentra ahí es una distinta y lo compruebo al verlo dirigirse a lo que supongo es su habitación sin decir ninguna palabra de por medio.
A mi lado, Heimdall emite un suspiro, una frase es susurrada en un volumen tan bajo que no soy capaz de oírlo ni con la cercanía.
—Así como algunas cosas están destinadas a ser, hay otras que no —finaliza levantándose del asiento. Me veo obligado a realizar lo mismo—. Puedes quedarte más tiempo si deseas, Loki.
—Debo volver, pero hay algo que no entiendo.
Recibo una invitación a proseguir y pienso como formular la preguntar de una forma adecuada.
—Si dices que te mantenías en un punto intermedio, que no estabas de un lado, ni del otro, ¿por qué no sigues siendo amigo de mi padre?
—Porque en algún momento, escogí apoyar a Odín y ocultar un secreto que terminó por destruir a Laufey.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro