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11. Loki

El celular, colocado sobre la mesa de noche, reproduce la lista de mis canciones favoritas, la puerta de la habitación permanece abierta para evitar malentendidos por parte de mi padre, sobre la cama se encuentra Sigyn con las piernas cruzadas y un cuaderno abierto de par en par encima. Me encuentro de pie, a veces observándola a ella, otras, hacia la ventana esperando a ver a Thor en su habitación, pero él no aparece porque hasta sus cortinas permanecen cerradas. Debo de haberme quedado mucho tiempo mirando en aquella dirección porque no me percato del llamado de mi compañera hasta que ella lanza una bola de papel a mi cabeza.

—¿Te encuentras bien? —pregunta con aquella expresión de preocupación que he observado muchas veces antes. Sus ojos se dirigen hacia donde están los míos. El gesto que ha adoptado su rostro cambia a otro que no puedo descifrar.

—Sí.

Me veo obligado a mentir con tal de evitar dar explicación de un suceso que prefiero olvidar, pero que me está costando más de lo que esperaba. Thor no responde mis mensajes o llamadas desde hace días, en la escuela ha optado por evitarme y cuando intento aprovechar la mínima oportunidad de una plática, él desaparece con rapidez por las pasillos. No responde cuando apunto una linterna encendida hacia la ventana de su habitación, sus cortinas han estado cerradas desde nuestra última interacción. Y por más que intente demostrar que no me afecta, no es cierto. Lo he extrañado más veces de las que puedo admitir.

—No parece. —Sigyn, ahora sentada en el borde de la cama, está amarrando los cordones de sus zapatillas blancas. Al concluir, camina hasta quedar frente mío bloqueando la vista hacia la ventana. Sus manos se conectan con las mías y no parece molestarle la frialdad que mi tacto transmite—. Puedes confiar en mí, Loki. Te conozco lo suficiente como para saber que algo te sucede o incomoda.

La lista de reproducción ha llegado a su fin, las canciones han sido reemplazadas por el silencio y ya no hay melodía que logre amortiguar los miles de pensamientos sobre Thor que cruzan por mi mente. Observo los ojos azules e intensos que me devuelven la mirada y me sorprendo a mí mismo deseando estar frente a unos más cálidos que le pertenecen a una persona distinta. Distingo su cabellera rubia que cae sobre sus hombros y llega hasta la cintura, pero prefiero el cabello corto con mechones rebeldes cayendo sobre la frente. Siento su suave tacto pero este no genera ningún sentimiento en mí que no sea la amistad que hemos cultivado hace años.

—¿No sueles tener miedo de arruinar lo que más valoras? —esbozo la misma pregunta que realicé hacia Thor hace unos días.

—¿Te refieres a alguien en específico?

—Sí, no hemos hablado durante años y de repente, somos amigos, pero hay actitudes uno con el otro que están lejanas de ser amicales. Es complicado, ¿lo entiendes? Porque puede que exista un gusto por esa persona y no estás dispuesto a confesarlo por temor.

Sigyn da por concluida la unión de nuestros tactos y muy en el fondo, agradezco la acción. Retrocede unos pasos y plasma una pequeña sonrisa en su faz.

—Cualquiera tendría suerte de corresponder tus sentimientos —comienza y noto lágrimas retenidas en sus ojos. Su voz se fuerza por ser escuchada y no notarse quebrada—. Y si él no es capaz de ver la maravillosa persona que eres, no es el indicado —concluye derramando las lágrimas que no puede contener más—. Lo siento —ríe con nerviosismo y limpia sus mejillas con el dorso de su mano en un movimiento inútil porque nuevas gotas aparecen.

Me aproximo hacia Sigyn comprendiendo la situación, el dolor que debe estar sintiendo en un momento como este, darse cuenta que sus propios sentimientos no son iguales para mí, que mientras ella me proclama amor, yo la veo como una amiga o hasta una hermana.

Cerca suyo, acuno su rostro en la palma de mis manos y a pesar de su negativa, la convenzo de alzar la mirada encontrando el mar en sus iris. Limpio las mejillas con los pulgares y aprovechando mi altura, deposito un beso en su frente. Ella envuelve sus brazos alrededor de mi cuerpo, solloza en mi pecho empapando mi camiseta. Le repito en un murmullo que todo estará bien, lo mucho que la quiero y cuan importante es para mí y consigo tranquilizarla. Permanecemos en esa posición hasta que su llanto deja de oírse.

—Eres mi mejor amigo —dice separándose de mi cuerpo—. Ojalá me pudieras ver de la misma manera que yo lo hago.

—El amor no se exige, solo sucede y créeme que la persona indicada está allá afuera esperando por ti y tú lo sabrás cuando lo conozcas. Es un sentimiento indescriptible, pero que vale la pena.

—Gracias.

Distingo duda en su voz y nerviosismo en el movimiento que realiza para llevar un mechón de cabello detrás de su oreja. Un suspiro escapa de boca y tan pronto como este finaliza, Sigyn se aproxima a mí. Estoy seguro que su primer objetivo fueron mis labios, sin embargo, este cambia a último momento porque termino recibiendo un beso en la mejilla. Ella me sonríe al separarse, obtiene sus pertenencias, se despide de mí y solo escucho sus pasos bajando las escaleras.

Una vez a solas, veo hacia la ventana y a Thor en la distancia y en su propia habitación. No decimos palabra alguna y luego de un momento, él da media vuelta hasta salir de su alcoba. Pienso que tal vez nuestra amistad ha llegado a su fin, el mismo pensamiento que es desechado en cuanto soy testigo de la luz alumbrando mi ventana.
Encendido, apagado, encendido, la señal que hemos utilizado para poder salir de casa y vernos en plena madrugada. Al ver en dirección a la calle distingo su silueta en la vereda con una linterna en mano y una diminuta sonrisa en el rostro.

Sin esperarlo, ha llegado el momento de enfrentar nuestros sentimientos y mientras bajo las escaleras y me aseguro que papá se mantenga ocupado, también anhelo que nuestro trato no cambie en ningún aspecto, que sigamos siendo los mismos luego de escuchar confesiones que merecen ser dichas. 
 

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