05. Loki
Nuestros caminos se distancian al llegar al vecindario donde pretendemos no conocernos por si nuestros padres están al acecho observándonos a escondidas en busca de algún indicio de la única regla que debía ser inquebrantable y que ahora, con una amistad que apenas está iniciando, ha sido rota en su totalidad. Thor se despide con una sonrisa y apretón en el hombro, pero antes de irse se aproxima a mí en un movimiento que logra colorear mis mejillas de rosado una vez más, aprecio con exactitud el azul de sus ojos, sus pestañas y siento la respiración que hace contacto con mi mejilla.
—Tenías una pequeña hoja seca en el cabello —dice apartándose y mostrando lo que ha conseguido—. Debió pasar cuando cruzamos ese parque.
—Sí —respondo con distracción, intento normalizarme y pretender que nada sucede, por suerte, Thor no está consciente del cambio de actitud, se despide otra vez y cruza la vereda que lo llevará directo a su casa.
Una vez a solas, suspiro aún con el calor en mis mejillas porque por un breve instante, tan repentina cercanía logró aturdirme porque me hizo rememorar la manera en la cual Stark se acercó a Rogers para plantarle un beso en los labios. Estoy seguro que Thor, a su corta edad, ha besado a un sinfín de muchachas gustosas de compartir aquel gesto con él. Yo me he limitado a observar esas escenas en gente desconocida o leerlas en algún párrafo de los libros que tanto amo. Conocer a alguien, formalizar una relación, un primer beso, ninguna de esas experiencias son de mi interés, no obstante, estuve estático ante una acción que parecía conllevar a un beso y que en realidad solo fue para deshacerse de una hoja en mi cabello. Es como si en verdad lo hubiera estado esperando, deseándolo inconscientemente. Suspiro por segunda vez, estoy decidido a borrar ideas absurdas de mi mente y enfocarme en lo que importa. Rebusco en mi bolsillo hasta obtener mis llaves, doy una mirada a la autopista justo cuando un taxi se estaciona delante mío, la puerta del copiloto se abre revelando a la mujer en el asiento quien no tarda en salir y avisarle al taxista que la espere unos minutos.
—Buenas tardes —saludo al verla. Ella me presta atención, sonríe e inicia su caminar, la madre de Thor, contrario a su esposo, siempre me ha mostrado amabilidad. Frigga se detiene a mitad de trayecto, retrocede hasta quedarse frente a mí, vuelve a mostrar su dientes en una sonrisa.
—Cariño, necesito tu ayuda, solo serán unos minutos. —Sin esperar una respuesta, me toma de la mano y lleva por la vereda hasta su casa. Ella abre la puerta usando las llaves, me invita a pasar diciendo que soy bienvenido y obedezco en silencio, sin saber que decir para negarme. Apenas doy una mirada alrededor porque soy dirigido al segundo piso hasta una habitación que se encuentra abierta y con el dueño de casa en el interior. Odín mira a su esposa y luego a mí, alzando una ceja en mi dirección, sus facciones se endurecen—. No te atrevas a decir una sola palabra —advierte Frigga en un tono de voz que no he escuchado antes—. ¡Juro que si muestras un poco de tu odio… —No prosigue, bufa con fastidio y procede a agarrar todas sus pertenencias del armario mientras me pide que sostenga un maletín el cual llena con sus vestimentas. Odín intenta acercarse, pero ella grita en cada una de las oportunidades hasta que logra captar la atención de Thor que acude hasta la alcoba de sus padres para presenciar tal escena. Mis manos están ocupadas por los maletines, Frigga coloca toda su joyería en un bolso más pequeño.
—Madre, ¿qué está ocurriendo?
—Frigga solo está confundida —pronuncia Odín intentando, en vano, calmar la situación.
—¡No! ¡No pretendas hacernos ver como una familia perfecta porque no lo somos y sabes bien la razón! —ataca presionando el dedo índice en el torso de Odín a manera de acusación—. ¿¡Esperabas que no dijera nada, me quedará sentada a recibirte con un fuerte abrazo después de lo sucedido!? Déjame informarte que no va a pasar. Me voy de esta casa, no te sorprendas si luego te llegan los papeles de divorcio —finaliza abandonando la habitación, sigo sus pasos hasta afuera donde el taxi estacionado a una cuadra la está esperando. Los maletines terminan en la parte trasera. Thor se aproxima gritando, pidiendo explicaciones antes que su madre se vaya. Frigga lo envuelve en sus brazos, susurra palabras en su oído, besa sus mejillas, su frente y limpia las lágrimas de su único hijo, al concluir me dirige la mirada, también me abraza meciéndome de un lado a otro como si fuera un bebé—. Lo siento —susurra enterrando sus dedos en mis cabellos—. Pudo ser diferente, pude cambiar el odio innecesario que Odín siente hacia ti y no desperdiciar años de lo que tal vez hubiera sido una agradable amistad entre Thor y tú.—Besa mi frente a modo de despedida e ingresa al vehículo que la llevará a rumbo desconocido.
Thor observa el auto hasta que este se encuentra lejos de su campo de visión, luego el ambiente se vuelve incómodo, él no retorna a casa y yo no tengo la voluntad suficiente para irme a la mía. Permanecemos en silencio hasta que él suspira y se aleja del vecindario a grandes pasos, lo sigo sin oír las palabras donde me dice que me vaya, en algún momento se calla debido a su voz quebrada. Cuando terminamos sentados en una banca del parque, sus sollozos taladran mi mente.
—Thor —inicio con mi palma a centímetros de su espalda. No me atrevo a entregar un gesto reconfortante.
—Deberías estar en casa —musita limpiando sus lágrimas—. ¿Por qué estás aquí?
—Somos amigos, ¿recuerdas? Es mi deber brindarte un hombro donde llorar. —Debido a su afán por quedarse callado, prosigo—. No sabía que tus padres no vivían un buen momento.
—Creí que encontrarían una solución, que pronto volveríamos a ser la familia de antes, pero ahora…
—Tienes suerte.
—¿Disculpa?
—Pudiste despedirte de tu madre, yo no tuve esa opción. Un día simplemente ella se había ido, papá estaba sentado en la alfombra de la sala con una botella con alcohol y un cigarro entre sus dedos. En ese entonces, todavía era un niño, no comprendí la situación o el dolor de papá. La imagen de mamá se volvía borrosa con el pasar de los años. No tengo un rostro al cual añorar o una voz que me lleve de vuelta a mi infancia. Sus fotos fueron quemadas, todo lo que alguna vez tuvo su esencia terminó en la basura. Durante años me pregunté si fue mi culpa, si hice algo mal o debía cambiar, me cuestioné la razón por la cual mamá se fue hasta el punto de creer que no amaba a su familia porque de otra manera, seguiría con nosotros.
Sé que Frigga es diferente, ella no permitiría volverse en un vago recuerdo, pero por el momento, pudiste darle un abrazo que espero no haya sido el último.—Ahora mi palma reposa sobre su hombre entregando un suave apretón—. No te preocupes, ¿está bien?
—Gracias.
—No es nada. Para eso están los amigos.
—Sí —responde dejando escapar un suspiro de sus labios—. Me alegra que estés aquí. Debo volver a casa —Se levanta del asiento y realizo lo mismo, quedamos frente a frente y observo una vez más el intenso azul de sus iris—. Gracias otra vez —susurra y sin previo aviso me atrae hacia él en un abrazo donde sus brazos rodean mi espalda, su cabeza reposa sobre mi hombro y su respiración se siente en la piel de mi cuello. Inmóvil solo atino a repetir "no es nada" esperando que el gesto concluya luego de aquella oración, no obstante, Thor incrementa la fuerza sin llegar a hacerme daño. Suspiro rendido y doy palmadas en su espaldar e ignorando las lágrimas que mojan mi camiseta.
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