00. Loki
Vivimos uno frente al otro, desde la ventana de mi habitación puedo apreciar la suya, no sé como luce su alcoba porque las cortinas doradas siempre permanecen cerradas así sea de día. Nos cruzamos por la calle, vamos a la misma escuela, estamos en el mismo salón de clases, no obstante, no nos hablamos, apenas unas mirabas fugaces que pretendemos nunca suceden. Thor y yo nacimos el mismo día, pero ahí inician y acaban nuestras similitudes. Somos dos caras de la misma moneda.
Mi padre y el de mi vecino se odian a muerte, viven compitiendo por ver quien será el mejor abogado de la ciudad y traspasaron ese desprecio a sus hijos. A mí me dijo que debía juzgar a Thor, hacer de su vida un infierno, que él jamás iba a estar a mi altura y por esto debía tratarlo diferente y de manera hostil. Sé que a Thor le enseñaron lo mismo respecto a mí. Sin embargo los deseos de ellos nunca se vieron realizados, desde niño me limité a mantener mi distancia, me dije a mí mismo que mientras no tenga una amistad con él, todo estará bien y que eso basta para que mi padre esté satisfecho y orgulloso.
Mi verdadero problema es que a veces tengo ese deseo constante de agradecerle a Thor por el regalo que me dio en mi décimo cumpleaños cuando apareció por encima de la reja blanca que nos separaba. Nadie se había acordado, estaba solo en el jardín delantero de la casa porque papá tuvo una reunión de emergencia, no obstante, él lo recordó y me extendió un paquete mal envuelto en papel verde esmeralda. Al desenvolverlo observé el cuaderno del mismo color que el papel de regalo, este tenía detalles en dorado, mis manos sintieron el relieve en las letras que formaban mi nombre. Thor me explicó que me veía escribir, que el verde elegido para la portada fue porque se dio cuenta que la mayoría de mi ropa era de ese color y que ahorró durante un mes para poder comprarme el presente, luego me deseó feliz cumpleaños y se fue como si nunca hubiera estado ahí en primer lugar.
El muchacho que se suponía debía despreciar me dio el mejor regalo que alguna vez recibí. Siete años después, aún conservo aquel cuaderno con sus hojas intactas porque nunca me atreví a escribir sobre ellas. Por eso, cada vez que veía a Thor en la escuela, quería decirle gracias incluso si ya habían transcurrido años desde el suceso. En cada ocasión, las palabras quedaron atoradas en mi garganta dejándome una terrible sensación.
Somos vecinos, compañeros en la escuela, pero la regla estricta impuesta por quienes nos criaron, es no ser amigos, cero interacción y pretender que el otro no existe, pero, ¿los padres han olvidado que la adolescencia es sinónimo de rebeldía?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro