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Capítulo IV


Los días pasaban y con ello se acercaba poco a poco el día de mi cumpleaños. Sorín y yo comenzamos a ir cada madrugada a la ciudad juntos, y en aquel claro del bosque, donde contemplé las mejores lunas y estrellas, se fue afianzando una amistad.

Aún recuerdo la noche que conocimos a Sylvaine, la primera impresión que recibimos de su parte fue la de una persona fría y calculadora, pero la realidad era muy diferente. Sylvaine era una persona maravillosa, gracias a ella puede comprender mucho más acerca de los astros y todo lo que gira a nuestro alrededor.

Al final, no somos solo personas, somos energías. Y siempre debemos mirar al futuro no como un enemigo, sino como un aliado. En el momento en el que me tropecé con ella, he de reconocer que el futuro era algo que me aterraba, y a día de hoy lo sigue siendo, pero gracias a ella supe que debía vivir el presente. Quizás mi futuro en el palacio no vaya a ser el mejor de todos, pero gracias a las escapadas a la ciudad con Sorín, todo se podría sobrellevar mucho mejor.

Sylvaine era una persona misteriosa, la cual, con solo mirarte directamente a los ojos o a la palma de tu mano, sabía perfectamente cómo eras y tu labor en el mundo. Aquella chica pelirroja no tenía ningún tipo de estudios, pero sin duda alguna era una de las personas más sabias que había conocido en mi vida. Su vida se basaba en el mundo de la adivinación y en conocer qué Astros o minerales se relacionaban mejor con tu personalidad.

Con demasiada nostalgia recuerdo cómo aquella chica de diecisiete años no había aprendido a escribir. Sus numerosos cuadernos hechos de pieles secas de hongos y papel hecho con celulosa de los árboles, se teñían de colores con sus numerosas pictografías hechas con carbón de cenizas y pinturas hechas con las flores y frutas que encontraba en el bosque.

Sin duda alguna aquella chica, como su nombre indicaba, se había criado en la naturaleza. Y no solo eso, Sylvaine era parte de la naturaleza.

Era una noche de Luna Nueva, el bosque estaba demasiado oscuro, y Sorín y yo íbamos paseando hacia el claro del bosque acompañados por un par de velas que solo conseguían alumbrar un par de pasos por delante de nosotros. Cuando llegamos al centro del bosque lo primero que vimos fue a Sylvaine, quien estaba de espaldas a nosotros.

— Sylvaine, ¿llevas mucho tiempo esperando? —Dijo Sorín mientras se acercaba a la pelirroja y acercaba su mano a la espalda de la bella muchacha.

— No, tranquilos. —Dijo Sylvaine brindándonos una sonrisa tranquilizadora. —Seguidme, os quiero enseñar algo.

Sylvaine llevaba un paso firme, pero relajado, ella iba un paso por delante de nosotros, mientras ella nos guiaba en el camino, Sorín y yo íbamos agarrados de la mano pensando qué nos podría enseñar la pelirroja.

Llegamos a una gran roca lisa y Sylvaine se sentó en el suelo delante de ella.

— Sentaos frente a mí. —Nos indicó Sylvaine, mientras señalaba la parte opuesta de la roca en la que ella estaba.

Sorín y yo obedecimos a Sylvaine y tomamos asiento justo enfrente de ella. Cuando nos sentamos Sylvaine metió su mano en un pequeño bolso que llevaba, y de este sacó una pequeña bolsa de color escarlata. Puso la bolsita en el centro de la mesa y empezó a explicar qué había en esa misteriosa bolsa.

— Basta de preocupación, vuestras caras lo dicen todo. —Dijo Sylvaine para quitarnos el miedo y la preocupación de encima.

— Si dejas en la mesa una bolsa de color rojo y además tu cara es de pocos amigos en este momento, es normal que estemos asustados. — Dije yo.

— Tranquilos. Mirad. —Dijo Sylvaine mientras sacaba el contenido de la bolsa y lo ponía en su mano.

— Esto de aquí son runas. Como podéis ver están hechas de cuarzo blanco, el cual sirve para dar claridad y ver las cosas desde todas las perspectivas. Cada pieza de cuarzo tiene un símbolo, aquí podéis verlos. —Dijo Sylvaine mientras nos mostraba algunas de las piedras con símbolos a las que ella llamaba "runas". — Las runas sirven para averiguar el futuro de las personas, estos simbolitos nos dicen demasiado. Como os quiero conocer mejor y quiero que sepáis más acerca de mis conocimientos, os voy a leer las runas.

Sylvaine sacó un atado de salvia y le prendió fuego y con el humo que el sahumerio lanzaba iba limpiando las vibras y el lugar. Una vez que terminó la limpieza energética cerró los ojos y meditó un poco, aún con los ojos cerrados iba sacando del pequeño saquito de terciopelo rojo algunas piedritas con runas. Cuando sacó unas seis piedras Sylvaine me miró a la cara y me dijo bastante seria:

— Veo bastante tristeza en ti. La relación con tu padre no es la mejor de todas, ¿verdad? — Preguntó mientras mi semblante se iba volviendo cada vez más serio.

Dentro del castillo se podía ver que mi padre y yo no es que nos lleváramos muy bien, pero de puertas para afuera siempre aparentaba felicidad y complicidad a su lado. Este detalle de mi relación paternal era algo que Sylvaine no sabía, ya que yo en ningún momento se lo había comentado. Ante su pregunta yo asentí de una forma un tanto avergonzada y sorprendida.

— Además veo que en el castillo se están preparando dos eventos bastante importantes y uno de ellos tiene que ver con terceras personas. — Expresaba Sylvaine.

Mi cara en ese momento debía ser un poema, no daba crédito a todo lo que la pelirroja podía ver en esas pequeñas piedras con símbolos arcaicos.

— La valentía es una faceta de ti que se va a presentar más pronto que tarde. Los demonios de tu mente desaparecerán y con ellos llegará alguien que cambiará tu vida y te devolverá la felicidad. — Concluyó Sylvaine.

Bien, a partir de ahora el futuro será una parte de vida que deberé aprender a afrontar y a no temerle.

— Ahora voy contigo Sorín. — Dijo la bruja mientras le cogía la mano izquierda a mi mejor amigo.

— En lugar de leerte las lunas voy a pasar a la quiromancia, esta técnica adivinatoria consiste en mirar tus principales líneas de la mano para ver tu vida.

Lo primero que hizo Sylvaine fue medir la palma de la mano y los dedos de Sorín.

— Eres signo de agua, ¿verdad? — Pronunció Sylvaine

—Sí, ¿cómo lo has sabido? — Preguntó con curiosidad Sorín.

— Básicamente las manos de los signos de agua se caracterizan por sus largos dedos, que se extienden a partir de la palma rectangular de finas líneas. Este tipo de mano nos revela una personalidad sensible, creativa y tranquila. — Explicó Sylvaine lo más fácil posible para que entendiéramos cómo eran las manos de Sorín.

— En tu mano puedo ver verdades ocultas, ¿cuáles? Eso es algo que tienes que ir descubriendo con el tiempo.

Ante esta afirmación, Sorín y yo nos miramos de reojo, con solo mirarnos ya entendimos lo que queríamos decir. ¿Verdades ocultas? ¿Qué quiere decir con esto Sylvaine?

— La línea del amor y la de la felicidad están muy marcadas y son bastante largas, estas muestran que a pesar de que ahora no te fijes en nadie, vendrá un amor que te hará el hombre más feliz del mundo. No debes presentarte reacio ante él, aunque al principio te cueste, entregarle todo tu amor y corazón a una persona no te va a hacer vulnerable. Puedo decir que va a ser un amor puro y verdadero.

Cuando Sylvaine terminó de leerle la mano a Sorín, íbamos a despedirnos de ella, pero nos llamó la atención.

— Sé que tenéis mucha prisa por ir a la ciudad, pero antes de iros, os quiero dar algo.

La muchacha metió su mano en un pequeño saquito negro que usaba a modo de bolso y sacó dos piedras.

— Toma Adallina, esta es una esmeralda en bruto, sirve para aportar calma en las emociones, transmite claridad mental, y además elimina la negatividad y ayuda a mirar las cosas de forma global y con perspectiva. No la pierdas, podría ser tu mejor aliada. — Dijo Sylvaine mientras me entregaba una hermosa piedra verde en su estado natural, sin ningún tipo de pulido.

— Aquí tienes Sorín, un jaspe rojo, este mineral ayuda a promover el arraigo, la fuerza y la seguridad. Además, ayuda a energizar el cuerpo y aportarle vitalidad. — Pronunció Sylvaine mientras le extendía una hermosa piedra roja a mi mejor amigo.

— Gracias por todo Syl. — Dijimos al unísono Sorín y yo mientras nos despedíamos de la bruja y nos poníamos en camino a la ciudad para hacer la que se había vuelto últimamente en nuestra ronda diaria.


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