
Tsumi Hanma
¡Hola! ¡Feliz navidad a todos! Perdón por la tardanza pero pues la familia y eso jajaja. Muchísimas gracias por todo el apoyo que le han dado a mi historia, por sus comentarios y su paciencia. Este capítulo me encantó escribirlo, así que espero que ustedes disfruten leerlo. 💗
Antes de empezar, en el anterior capítulo no sé porqué wattpad no me dejó subir esta foto de un fanart que Carla Vela me hizo 🫣💕 (mil gracias bonita) pero ahora sí me deja, así que lo subo para que lo admiren! Es un fanart de Sayumi y Takemichi, amé mucho 😍😍💘 Sayumi la más fan de su mamá (junto con Sanzu, obvio) 😂😂 ahora si, a leer!
Esta es la nueva portada hecha por Elia Flores! Muchísimas gracias bonita, eres arte y haces arte! Me encantó el protagonismo que le dio en la portada a Sanzu. Es que es un personaje muy querido :)
...
"La inteligencia es hereditaria"
Kisaki Tetta podía confirmar esa frase; pues aprendió a gatear, caminar, hablar y resolver cálculos matemáticos complejos a una edad muy temprana, durante la cual la mayoría de niños aún babeaban todo lo que les llegara a la boca.
Kisaki nació siendo hijo único de una madre beta con problemas para concebir, la cual era constantemente ignorada por su padre alfa, quien era extremadamente inteligente pero frío e insensible como un témpano de hielo. Kisaki de su madre sólo heredó sus ojos azules, lo demás fue todo de su padre, incluyendo su personalidad fría y déspota.
A Kisaki nunca le faltó nada económicamente hablando, pues su familia siempre estuvo bien posicionada gracias a que su padre era un científico japonés de renombre, trabajando en el sector farmacéutico. De él se esperaba que siguiera los pasos de su padre, por supuesto.
El progenitor de Kisaki fue el encargado de mejorar las pastillas anticonceptivas, inhibidores y otros métodos anticonceptivos obsoletos que cada vez tenían menos efectos. Él los mejoró y los volvió 99.9% seguros en la mayoría de los casos.
También fue quien inventó el primer perfume de feromonas alfa-omega más perfecto de la historia. Con dicho perfume, cualquier beta podría fingir ser un alfa o un omega simplemente con rociarlo sobre su cuello. Por supuesto, si te acercabas lo suficiente, podrías darte cuenta de que en realidad era un beta pero fue todo un hit mundial. Él ganó millones de dólares por ese invento.
"¿Sabes? Ser un omega en esta sociedad patriarcal es realmente jodido, hijo mío" le dijo una vez el señor a Kisaki, cuando él apenas tenía cuatro años. "Eres realmente inteligente, quizás incluso más que yo. Sólo espero que el siguiente año, en tu test de subgénero, puedas ser alfa o incluso beta. Porque si eres omega, probablemente te será muy difícil entrar en este rubro y que tus colegas te tomen en serio"
Quizás sin saberlo, esas palabras que le dijo marcaron profundamente al pequeño Kisaki. Él entendió que si era omega, nadie lo tomaría en serio dentro del mundo científico y por eso deseó con todas sus fuerzas poder ser alfa como su padre o beta como su madre.
Al igual que la inteligencia, los subgéneros (casi siempre) solían ser hereditarios, por lo que estaba seguro de que sería uno de esos dos subgéneros. No obstante, un año más tarde, sus pequeñas manos temblaron cuando se hizo el test en el laboratorio personal de su padre y salió... omega. Tetta Kisaki era un omega de nacimiento.
"Padre... si llegas a decirle a alguien que soy omega, pondré cianuro en tu café." fue la amenaza de un pequeño pero sincero Kisaki de cinco años.
Sin pensarlo dos veces, agarró la hoja de papel que decía que era un omega, la hizo una bola y la lanzó hacia un ácido especial que su papá usó para un experimento. El papel se deshizo rápidamente.
"¿Cianuro? Hay maneras más eficientes e indetectables de matar a alguien" fue lo único que le respondió su padre, quien lejos de mostrarse desanimado por el subgénero de su hijo, le revolvió el cabello con una sonrisa. "No te preocupes, tu padre lo solucionará"
"¿Cómo?" fue lo único que preguntó el pequeño, sus ojos azul oscuro brillaron esperanzados. A pesar de que no tenían la mejor relación del mundo, Kisaki confiaba en la inteligencia de su padre.
"He estado trabajando en este proyecto desde hace tiempo. Pero aún no está terminado" dijo el señor, sacando de un armario cerrado con llave una carpeta y dándosela a Kisaki para que la lea.
Él podría tener sólo cinco años, pero ya sabía leer y resolver cálculos matemáticos de nivel universitario. Por lo cual rápidamente leyó el proyecto de su padre y aunque no terminó de entender bien ciertos gráficos y cálculos por su corta edad, entendió de qué se trataba el experimento del loco científico con el cual compartía sangre.
"¿Realmente existe un modo de cambiar el subgénero de alguien?" preguntó con sus ojos azules muy abiertos, realmente estaba sorprendido.
"Se ha intentado muchas veces cambiar el subgénero de las personas, sobre todo durante las dos guerras mundiales. Ya sabes, en esos tiempos los científicos agarraron prisioneros de guerra y los utilizaron como conejillos de indias" los ojos cafés del señor brillaron emocionados, como si anhelara haber vivido en aquellos tiempos. "Pero ahora, gracias a que estamos en época de paz, es imposible agarrar personas al azar y usarlas como conejillo de indias. Es ilegal" dijo casi desilusionado.
"Entonces, ¿tu plan es usarme como conejillo de indias en un experimento que ni siquiera sabes si funcionará?" preguntó el pequeño Kisaki, mirando a su alrededor para encontrar un objeto corto punzante con el cual defenderse.
"¿Sabes? Es genial que pienses que soy una mala persona, porque lo soy. Pero no soy un hijo de puta que usaría a su propio hijo como conejillo de indias. Ya hay otros haciendo ese papel"
"¿Qué...?" preguntó sorprendido, olvidando por completo la idea de apuñalar a su padre y huir del laboratorio.
"Te dije que era ilegal usar persona como conejillo de indias para las primeras faces de un experimento ¿verdad?" mientras decía eso, el padre de Kisaki le mostró su computador personal y con un click abrió una carpeta con varias fotografías. "Por esa razón tuve que recurrir a la ilegalidad. Sin conejillos de indias, simplemente no se puede avanzar en la ciencia. Y el mejor lugar para obtener personas de forma ilegal para mi experimento, es en Latinoamérica. Allí todos los días desaparece gente de bajos recursos y el gobierno no mueve un dedo"
Ese día, Kisaki se enteró del secreto más oscuro de su padre. Vio imágenes y vídeos de personas, todos latinos de bajos recursos, utilizando batas de color blanco mientras atravesaban por las primeras fases del "experimento de cambio de subgénero" de su padre, fue simplemente aterrador pero hizo que los ojos azules del niño brillaran esperanzados. Él no tendría que actuar como conejillo de indias, ya otros lo estaban haciendo por él.
"Una vez que esté 100% seguro de que mi experimento logra el éxito sin matar al paciente en el proceso, podrás empezar a tomar la droga que te convertirá en un alfa. Hijo mío, no tendrás que lidiar con el hecho de ser un omega en esta sociedad tan patriarcal. Tu papá se encargará de todo"
"¿Y eso para cuándo sería? ¿cuánto tiempo calculas que te hace falta para completar el experimento?" preguntó el pequeño Kisaki, sin sentir una pizca de empatía por la gente cuyas fotos acababa de ver.
Después de todo, si en la Primera y Segunda Guerra Mundial no hubieran sido utilizado los prisioneros de guerra como conejillo de indias, hoy en día la gente no estaría gozando con muchos medicamentos e inventos que les facilita e incluso les salva la vida. La ciencia avanza a pasos agigantados cuando humanos son usados como conejillos de indias, no es moral pero es verdad.
"Seguramente cuando alcances la pubertad" se sinceró y el rostro de Kisaki se oscureció.
"¿Y cómo planeas ocultar que soy omega hasta que cumpla 12 o 13 años?"
"Vas a tener que ser un solitario ermitaño que pase la mayoría de sus días dentro de casa. Serás escolarizado en nuestro hogar y evitarás tener contacto con otros niños tanto como sea posible, hasta que tu cambio de subgénero comience en la pubertad"
"¿Y tendré que usar tu asqueroso perfume de feromonas hasta que cumpla 12 o 13 años?" preguntó disgustado, pues odiaba cómo olía el súper invento de su padre.
"Oye, cuida tus palabras. Gracias a ese asqueroso perfume de feromonas, tu padre logró reunir el dinero suficiente para hacer un trato con la mafia brasileña y mexicana para obtener conejillo de indias necesarios para el experimento"
"¿Tienes tratos con las mafias latinoamericanas?" preguntó con el ceño fruncido.
"Sí y algún día tú también los tendrás"
"No, gracias. No me interesa ser un yakuza, seré un científico de renombre"
"¿Y crees que conseguirás conejillos de indias siendo un respetado científico de renombre que se maneja en la legalidad? Siento romper tus ingenuas esperanzas, hijo mío"
"Maldita sociedad moralista y falsa" espetó Kisaki entre dientes, porque aunque no quiso aceptarlo en voz alta aquella vez, supo que lo que le dijo su padre era verdad.
A partir de ese día, Tetta Kisaki se aisló del mundo. Se escolarizó en casa, fue todos los días al laboratorio de su padre para aprender de él y sobre todo del experimento de cambio de subgénero.
Los únicos que sabían que él era un omega eran sus padres, quienes jamás dijeron nada. Su madre murió de cáncer cuando Kisaki apenas tenía 10 años, ni él ni su padre derramaron una sola lágrima en el funeral. Quizás realmente había algo mal en su cabeza, más no le importaba.
La única interacción social con el mundo que tenía era cuando iba a un parque público a jugar (bañado en perfume de feromonas), aunque por supuesto, sus juegos consistían en juegos de mesa como ajedrez, que hacían relucir su gran inteligencia e ingenio. Ningún niño ni adulto pudo ganarle nunca.
En ese parque, de vez en cuando iban niños de un orfanato cercano, acompañados por monjas que los vigilaban. Fue así que conoció a Hinata y se enamoró a primera vista de ella, pues a pesar de ser una omega se hacía respetar por los demás niños y nunca lo trató como un bicho raro.
"No eres raro, Kisaki-kun. Simplemente eres demasiado inteligente para ellos. Por eso te apartan, pues los intimidas. Pero yo creo que eres genial" dijo una pequeña Hinata a un sorprendido Kisaki.
"Yo... creo que tú también eres genial" dijo un sonrojado Kisaki en voz baja, no obstante sus palabras fueron opacadas por la chillona voz de un niño que llegó corriendo con una capa de héroe improvisada.
"¡Hina-chan! ¡Yo te salvaré del malvado villano cuatro ojos!" exclamó un pequeño Takemichi, haciendo reír a Hinata y siendo fulminado por la oscura mirada de Kisaki.
Sin siquiera saberlo, a partir de esos pacíficos días de infancia en aquel parque, los destinos de ellos tres quedarían conectados para siempre. Trascendiendo incluso a la siguiente generación.
Pero no adelantemos acontecimientos, pues la historia dio un giro relevante cuando a la edad de 13 años, el padre de Kisaki finalmente culminó exitosamente su experimento de cambio de subgénero. Decenas y probablemente miles de personas fueron sacrificadas para lograr culminar dicho experimento, pero al final (al menos para el dúo padre-hijo) valió la pena.
Kisaki empezó a tomar la droga a la tierna edad de 13 años, no obstante, para los estándares de dicha droga esa era una edad tardía. Lo mejor, era empezar el tratamiento a la edad de 5-6 años para lograr convertir al paciente en un alfa artificial.
Kisaki entendió rápidamente que, debido a su avanzada edad, sólo podría aspirar a convertirse en un beta. No le pareció una pérdida, ser beta era mejor que ser un frágil omega al cual nadie tomaría en serio. Peor aún teniendo en cuanto su estructura ósea menuda, su baja estatura y su incapacidad para luchar. Su único fuerte era su inteligencia.
El tratamiento fue doloroso, no obstante Kisaki lo soportó sin derramar una sola lágrima. La única y gran desventaja del tratamiento, era la infertilidad. Padre e hijo habían trabajado arduamente para evitar esa consecuencia, no obstante jamás lograron erradicarla del todo. Si haces el tratamiento, conseguirás cambiar de subgénero pero a cambio perderás la fertilidad.
Kisaki le dijo a su padre antes de comenzar el tratamiento que él estaba bien con eso, pues jamás deseó ni desearía tener hijos. Él estaba bien estando solo en el mundo.
"Pero puede que algún día conozcas a la persona indicada y cambies de opinión. No te cuesta nada dejar un par de óvulos sanos congelados antes de empezar tu tratamiento, ¿no? Estarán bien resguardados en mi laboratorio en Brasil. Si algún día los quieres usar, podrás hacerlo"
Y así fue como Kisaki accedió a que le extrajeran a la tierna edad de 13 años varios óvulos para ser congelados y poder usarlos años después, si llegaba a cambiar de opinión y deseaba ser madre. Él lo hizo sólo por la insistencia de su padre, jamás pensó que realmente los llegaría a usar para concebir un cachorro.
Luego de eso, el doloroso tratamiento comenzó y a la edad de 15 años, Kisaki ya no necesitó bañarse en feromonas artificiales para aparentar ser beta. Se veía y olía completamente como uno, ya no lubricaba como los omegas y perdió completamente su fertilidad. Quizás el tratamiento hormonal lo volvió un poco más insensible e inestable que antes, aunque jamás lo aceptaría en voz alta.
Fue durante ese tiempo que empezó a ir a la escuela secundaria, pues ya no tenía que esconderse del mundo. Conoció al desquiciado de Hanma, quien sintió una atracción natural al verlo parado solo frente a un puente peatonal, cercano a la escuela que ambos asistían. La indiferencia con la cual miraba a todos los peatones, lo hizo estremecer de pura emoción.
El alfa jamás lo supo, pues toda su vida pensó que Kisaki era un beta, pero aquello que sintió fue de hecho un vínculo que los unió a primera vista. Kisaki también lo sintió, no obstante le restó importancia y nunca lo aceptó. Insistió hace el último minuto de su vida que Suji Hanma era sólo una herramienta para usar, a pesar de que el fondo sabía que era especial.
En aquel tiempo también conoció a Mikey y se obsesionó con él, pues era todo lo que él siempre había deseado ser: un alfa definitivo, además de intimidar a todo el mundo pese a su pequeño tamaño. Por esa razón quiso unirse a la Toman pero Manjiro vio a través de las oscuras obsesiones de Kisaki y jamás le dejó unirse a su pandilla.
Debido a eso, el ahora beta se obsesionó aún más con Mikey y creó el Valhalla junto con Hanma, para hacerle la vida más difícil a Manjiro en venganza. Entendió a una corta edad que siendo bueno y yendo por lo legal, jamás lograría cumplir con sus objetivos. Debía ser corrupto, cruel, vengativo y aplastar a sus enemigos, sólo así lo respetarán y/o lo temerán.
Fue también durante aquellos tiempos que su padre empezó a venderles el costoso tratamiento a personalidades importantes y millonarias del mundo. Por supuesto, lo hacía de forma ilegal, con un seudónimo y a través de diferentes líderes de mafias latinoamericanas con los cuales habían formado una alianza. De esa forma, el padre de Kisaki amasó una fortuna enorme que heredó a su único hijo y sucesor.
Una de las millonarias familias a las que les vendió el tratamiento por años, fueron de hecho los Mori. El medio hermano de Takemichi, Makoto Mori, fue obligado por sus padres a tomar dicha droga desde los 6 años para poder pasar de ser un omega a un alfa. Ese tratamiento realmente arruinó la vida de muchos jóvenes, no obstante los padres estaban felices de poder tener hijos "alfas" artificiales.
El padre de Kisaki murió por cáncer al igual que su esposa, cuando el ahora beta tenía 21 años de edad. Quizás fue el karma, quién sabe. Pero durante el funeral de su padre, Kisaki no derramó ni una sola lágrima e incluso al final sonrió, porque sabía que la muerte de su progenitor significaba que iba a heredarlo todo y poder continuar con los negocios sucios del señor. Además, todos los socios comerciales de su padre siguieron en contacto con él y desearon seguir manteniendo la alianza.
Por supuesto, Kisaki mantuvo la alianza con las mafias latinoamericanas y tomó el lugar de su padre. Él mismo siguió produciendo el tratamiento de cambio de subgénero en su laboratorio privado, para luego vendérselo a través de intermediarios a familias millonarias que lo necesitaban. Incluso lo mejoró aún más, para que incluso si alguna pequeña muestra de la droga llegara a la competencia, no la pudieran replicar al 100%. Básicamente convirtió su negocio ilegal en un maldito monopolio.
Kisaki Tetta ganó miles de millones de dólares sólo vendiendo esa droga, los negocios del Valhalla representaban apenas un 20% de lo que generaba por mes. El Valhalla era básicamente sólo su fachada. Es debido a eso que la Toman jamás pudo ganarle al Valhalla en cuanto a poderío económico, pese a que abarcaban un sector de la economía japonesa más grande que Kisaki. La razón era simple: el dinero generado por Kisaki no se concentraba en Japón sino principalmente fuera del país.
Luego de eso, las cosas siguieron su rumbo. Kisaki empezó a follar día y noche con Hanma, a pesar de decir estar enamorado de su amor de la infancia Hinata. Siguió obsesionado con Mikey por haberlo rechazado, por lo cual convirtió al Valhalla en la competencia directa de la Toman y le hizo la vida tan difícil como le fue posible a Manjiro. Luego llegó el asunto de convertir a Kazutora en un infiltrado, la inesperada aparición de Takemichi y su posterior muerte debido a la trampa de Mitsuya.
No obstante, antes de que todo lo anterior ocurriera, pasó lo impensable: a Kisaki le surgió un extraño e inesperado instinto maternal. Quizás fue debido a que Shuji Hanma, pese a lo mucho que lo exasperaba, era de hecho su alma gemela o quizás fue debido a que en el fondo, aún le quedaban restos de su parte omega más primitiva. Quién sabe, el caso es que Kisaki era muy consciente de que, por el estilo de vida peligroso que llevaba, podría morir cualquier día. Así que decidió que quería dejar una parte de él en el mundo que continuara con su legado, por si las dudas.
Exactamente un año antes de morir, Kisaki le dio la orden a su socio comercial en Brasil que descongele el óvulo suyo que estaba resguardado en el laboratorio brasileño que heredó de su padre. Él mismo le ordenó a Hanma que dé unos espermatozoides sanos y el alfa lo hizo sin más, pensando que era uno más de los locos experimentos de su pareja. Jamás, ni en sus sueños más locos, habría imaginado que sus espermatozoides serían enviados congelados a Brasil, para engendrar a un hijo que ni siquiera dio su consentimiento de tener.
Sí, un óvulo y un espermatozoide de Kisaki y Hanma se unieron para crear una nueva vida. Obviamente, el cachorro nació gracias a la inseminación artificial y lo parió una mujer que fue utilizada básicamente como incubadora del bebé por nueve meses. Por esa razón Hanma ni nadie vio embarazado a Kisaki, porque simplemente nunca lo estuvo.
Y hasta el último minuto de su vida, la única persona que sabía de la existencia de su primogénito además de él mismo, era su socio comercial de mayor confianza y la única persona a la cual podría considerar un amigo: Minami Terano, mejor conocido como South. El líder de una de las mayores mafias de Brasil.
De hecho, desde que Shuji Hanma escapó de Japón, el japonés nacionalizado brasileño fue el encargado de protegerlo de la Toman y contarle toda la verdad acerca del hijo escondido de Kisaki. Fue recién entonces cuando Hanma se enteró de que era papá y pudo sostener a su pequeño hijo en brazos. Era un bebé bonito, pequeño, de espeso cabello negro azabache, tez pálida y grandes ojos que padecían de heterocromía: siendo uno de color azul oscuro como Kisaki y otro de color ámbar como Hanma. Era la combinación perfecta de ellos, pero el alfa lo tendría que criar solo.
...
—Hijo de puta, ¿no pudiste decírmelo a mí también? Yo soy su jodido padre, no South. —espetó Hanma malhumorado, mientras veía a su hijo jugar en el suelo. —Hey, Tsumi. No metas eso a la boca.
El alfa decidió ponerle Tsumi Hanma a su hijo, pues Tsumi significa vivir en pecado, deshora o impureza. Y básicamente su hijo nació maldito, pues tendría que vivir escondido de la Tokyo Manji hasta poder salir y buscar venganza por lo que les hicieron. Hanma se encargaría de criar a su hijo lleno de rencor hacia la Toman y de enseñarle cómo pelear. No obstante, el bebé simplemente lo ignoraba la mayor parte del tiempo.
Tsumi tenía apenas un año y medio de vida, no obstante ya podía caminar, razonar, hablar frases cortas e incluso resolver fácilmente juegos de ingenio. Él definitivamente heredó la temible inteligencia de Kisaki. Su juguete favorito definitivamente eran los cubos de rubik, South le había comprado muchos y de diferentes colores para que se entretenga en un penthouse de São Paulo, donde actualmente se alojaban padre e hijo. Las frases que el cachorro solía decir eran...
—No molestes. —dijo en portugués. —Papá tonto. —dijo también en portugués.
—¿Qué dijiste, mocoso? Entendí lo de papá. —dijo Hanma con el ceño fruncido, el bebé aprovechaba que su padre no sabía hablar portugés aún.
—Papá guapo. —dijo en japonés, haciendo ojitos a su progenitor.
—Más te vale, Tsumi. —sentenció, sintiéndose un ganador. Sin saber que el pequeño ya lo tenía en la palma de sus pequeñas manitas. —Y en serio, no andes lamiendo ese cubo.
—Sí, sí... —asintió y siguió babeando su cubo de rubik mientras terminaba uno más. Ya llevaba terminados cuatro cubos de rubik distintos ese mismo día. —Puzzel. —dijo de repente en inglés y Hanma frunció el ceño desconcertado.
—¿Qué?
—Rompecabezas. Quiero. —dijo en japonés y entonces Hanma entendió.
—¿Tenías que ser un bebé superdotado? ¿no pudiste salir bruto como tu padre? Hubieras sido más fácil de criar así. —se quejó y su hijo hizo un tierno puchero.
—¡Rompecabezas, quiero!
—Sí, sí. Ya entendí, mocoso. —dijo levantándose del sofá para ir a buscarle un bendito romper cabezas de cientos de piezas a su hijo.
...
Mientras tanto en otro país, más específicamente en un penthouse de Japón, una bebé de cabello rubio y enormes ojos azules estornudó. No obstante, en lugar de llorar sonrió adormilada y poco a poco fue despertando.
—Sayumi, ¿estás bien? —dijo Manjiro preocupado por el estornudo de su hija. La bebé le sonrió, mostrándole el par de dientes que le estaba saliendo y eso tranquilizó al alfa.
Mikey se encontraba en una habitación de su casa, había estado dormitando junto con sus hijos, ignorando todo el desastre que estaba ocurriendo afuera en el salón. Sabía que vinieron los amigos de Takemichi, que Hinata sería probablemente ejecutada por hablar mal de sus hijos y también sabía que los familiares rusos de su omega llegaron con dos días de anticipación.
Manjiro también escuchó la impactante noticia de que Hinata era la destinada de la hermana mayor de Takemichi llamada Kira. Él se enteró de todo eso, pero aún así decidió quedarse encerrado en esa habitación con sus hijos porque eso fue lo que Takemichi le pidió. Él ni siquiera salió cuando el omega llamó a Sanzu, porque lo llamó específicamente al beta y no a él.
"Pase lo que pase, no salgas de esta habitación a hacer una escena y no alteres la tranquilidad de nuestros cachorros. Prométemelo, Mikey-kun"
Y él cumplió con su promesa, pese a las enormes ganas que tuvo de salir de aquella habitación con un arma en mano y dar unos buenos golpes para que la gente recuerde que ese era su maldito hogar, no un lugar donde podían entrar como Pedro por casa a alterar la calma que sus cachorros necesitan para dormir. Él utilizó feromonas tranquilizadoras (pese a no estar tranquilo) para lograr dormir a Shinichiro y Sayumi, quienes pese a todo cayeron rendidos por el sueño.
—Amor, lo siento tanto. —dijo Takemichi, quien ingresó solo a la habitación con su cara completamente pálida y exhausta. —A través de nuestro vínculo, pude sentir lo enojado que estabas y cuánto te contuviste por mí. Gracias y perdón por hacerte pasar un mal momento.
Mientras decía todo eso, Takemichi se desnudó hasta quedar en ropa interior y tiró lejos su ropa elegante. Le encantaba el conjunto pero en esos momentos lo odiaba, porque olía a muchas personas menos a él, a Manjiro y al olor de leche tibia que tenían sus cachorros. Sólo deseaba acostarse en su cama en ropa interior para bañarse en el aroma de su familia.
—Ven aquí, no tienes nada de qué disculparte. —empezó a decir Manjiro de forma comprensiva mientras veía a su omega desnudarse. —Las cosas a veces simplemente no salen como las planeamos, Takemitchy.
Takemichi se metió a la cama y se abrazó fuertemente al costado derecho de Manjiro, pues al costado izquierdo se encontraban los bebés profundamente dormidos. A pesar de no estar despiertos, los cachorros sonrieron en sueños al sentir la cálida presencia de su madre en el nido familiar. Ahora por fin estaban todos.
—¿Cómo terminó todo, Takemitchy? —preguntó Manjiro con la voz ronca, mientras acariciaba y besaba el cabello de su omega. El alfa liberó feromonas tranquilizadoras que hicieron ronronear a Takemichi del gozo.
—Se le cortaron dos dedos más a Hinata. Y luego se la llevaron a Rusia. —le contó mientras frotaba su rostro contra el cuello de Manjiro. —Rina me prometió que haría su vida difícil por las cosas que nos dijo y se lo agradecí. Pero sinceramente, ahora mismo me importa una mierda. Sólo quiero estar con mi familia. Nada más merece la pena ni mi enojo.
—Haces bien en pensar así, lo único que debería producirte emociones fuertes son nuestros cachorros. Lo demás no vale la pena Takemitchy, nunca lo valió.
—Tienes razón, nunca lo valió. —repitió, sonriéndole brillantemente a Manjiro. —Además, en dos días es la boda de Mitsuya y Hakkai. Quiero estar del mejor humor para su boda, ellos se lo merecen.
—Y luego vendrá la nuestra.
—Esperemos un tiempo más, quiero que Shinichiro y Sayumi nos lleven nuestros anillos al altar. Pero para eso, primero deben aprender a caminar.
—Está bien. —asintió Manjiro, besando la frente de su pareja. —Esperaremos lo que tú quieras, Takemitchy.
...Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro