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Sanzu

¡Hola! Hoy por fin actualicé el día que tocaba! Jaja Este capítulo es largo y es un cago de risa (para que se rían pues) cosa que ya hacía falta después de tanta tragedia ¿no? Como dice el título, ya saben un poco con respecto a qué personaje girará el capítulo de hoy y espero les guste! Muchas gracias por su apoyo y por comentar! Trato de responder a la mayoría! 

...

Los hermanos Haitani se miraron por cuarta vez a los ojos, parpadeando varias veces como si no pudieran terminar de procesar lo que sus ojos estaban viendo.

Ellos estaban sentados en el enorme sofá violeta que tenía la habitación con estilo victoriano de Sanzu. Ellos simplemente decidieron observar el extraño comportamiento de su pareja, quien en esos momentos se hallaba acostado en su enorme cama, vestido únicamente con un albornoz de terciopelo púrpura y chequeando en su tablet nombres japoneses para niñas.

Al lado de Sanzu, justo encima de su mesita de luz, yacía extraño libro negro y un muñeco tejido a mano en crochet de él mismo. Junto a dicho muñeco, había otro exactamente igual que aún no estaba terminado. Sanzu deseaba que cada cachorro tuviera un muñeco en crochet de él, para que así se encariñen más rápido. Según el pelirosa, esos muñecos eran una demostración de su gran amor; según los hermanos Haitani, eran una demostración de su obsesión por los cachorros del jefe

—Jamás pensé que Haru tuviera un lado tan maternal. —le susurró Rindou a su hermano mayor, lo suficientemente bajo como para que el beta no lo escuchara.

—Yo tampoco. —respondió Ran, un poco preocupado. —Nuestro algodón de azúcar ha estado buscando nombres por cuatro días seguidos, prácticamente sin dormir. Me preocupa que colapse..

—¡Oigan, par de inútiles! —gritó de repente Sanzu y ambos hermanos le prestaron atención. —En lugar de estar ahí susurrando tonterías, mejor vengan y ayúdenme.

—¿Si? ¿en qué podemos ayudarte? —dijo Rindou levantándose del sofá con una sonrisa.

—Podemos ayudarte a elegir un nombre perfecto más rápido. —agregó Ran, también levantándose con una gran sonrisa. Ambos hermanos se sentaron en la cama, a los pies de Sanzu.

Los Haitani estaban desesperados porque Sanzu finalmente decidiera un nombre para la hija de Manjiro. Desde hacía días, únicamente se enfoca en el embarazo de Takemichi; en las visitas al doctor, en hacer compras para el cuarto de los mellizos y en elegir un nombre "perfecto" para la niña. Y ellos... simplemente estaban allí, estorbando según Sanzu.

Ni siquiera les había recompensado por haber trasladado su "museo" personal a casa de Ran, sólo les dio un escueto gracias y les dijo que, una vez que pueda elegir un nombre para la niña, los recompensará en la cama. Por esa razón los Haitani estaban ansiosos porque el beta finalmente se digne a elegir un nombre, porque sinceramente... estaban desesperados por tener el sexo duro y sucio que solían tener con Sanzu.

Además, como recompensa por salvaguardar su museo, el pelirosa les prometió que vestiría lencería de mujer en tono rosa pastel... cosa que en una situación normal, Sanzu jamás haría. Él era más... del cuero en vez del encaje y además, irónicamente (teniendo en cuenta el color de su cabello), Sanzu odia el color rosa. Él es más de los tonos negros, púrpura, lila y violeta. Esa también sería la primera vez que usaría un bra, pues los mismos Haitani fueron los que le compraron y trajeron a Sanzu la lencería que deseaban ver puesta en él.

—Por cierto, ¿qué es ese libro? —dijo Rindou señalando un libro negro que estaba en la mesita de luz de Sanzu, el mismo tenía un pentagrama invertido.

—Es la Biblia Satánica. —respondió el beta como si nada, mientras seguía chequeando nombres en su tablet.

—¿Por qué carajo estás leyendo eso? —preguntó Ran sorprendido, pues él y su hermano sabían que Sanzu siempre había sido un ateo. Es más, solía decir blasfemias en iglesias y se reía de los creyentes.

—Simple curiosidad. —respondió encogiéndose de hombros. —No creo en Satanás, pero uno nunca sabe...

—¿Tienes miedo de que todas las blasfemias que dijiste sobre Satanás, Buda y Dios se te devuelvan en forma de karma... afectando a los bebés del jefe? —preguntó Rindou. Y aunque fue una "pregunta", más bien parecía convencido de que así era. La reacción de Sanzu lo confirmó, pues el beta se estremeció de miedo ante tal posibilidad.

—¿Crees en el karma, Haru? —preguntó Ran divertido, riéndose al ver cómo Sanzu se sonrojaba de la vergüenza.

—¡Si sólo vinieron aquí a burlarse, pueden largarse ahora mismo! —exclamó molesto, agarrando la biblia negra y tirándosela a Ran.

—Está bien, está bien. —dijo Ran mientras agarraba la biblia en el aire y sonreía para apaciguar la ira de Sanzu. —Vamos, dinos los nombres que más te han gustado y te daremos nuestra sincera opinión.

—Muy bien. —asintió de mala gana, volviendo su atención a la tablet. —Comencemos, ¿Akira?

—Demasiado común. —respondieron los hermanos al unísono. Sanzu asintió y tachó esa opción.

—¿Hikari?

—No está mal, pero significa luz... y si será la "princesa" de una mafia, no creo que ese nombre le siente bien. —dijo Ran y el beta tachó esa opción.

—¿Aiko?

—Suena a mosquita muerta. —respondió Rindou. Y Sanzu asintió, eliminando sin saberlo el nombre de la madre biológica de Takemichi.

—¿Hanae?

—Es bonito, pero tiene el kanji "Hana" (florecer) incorporando. —empezó a explicar Ran. —¿No se supone que la hija de Draken y Emma se llamará Hanako? Tratemos de no copiar los kanjis del nombre de su prima.

—¡No había caído en eso! —asintió Sanzu, eliminando esa opción. —¿Qué tal Saya?

—Me gusta. —asintió Rindou.

—Pero a mí no. —contradijo Ran.

—Les tiene que gustar a ambos y sobre todo a mí. —sentenció el beta, borrando también esa opción.

—Mierda, que los tres nos pongamos de acuerdo será difícil. —se quejó Rindou por lo bajo.

—¿Sayuri? —preguntó Sanzu, ignorando las quejas de su pareja.

—Me gusta el "Sayu" —se sinceró Ran. —Pero no el Ri.

—Estoy de acuerdo con él. —asintió Rindou.

Sanzu asintió y se dispuso a eliminar esa opción; pero justo entonces, cuando estaba por pasar a otro nombre que seleccionó... vio uno que captó poderosamente su atención de inmediato. Justo debajo de Sayuri, había un nombre que antes pasó por alto debido a un despiste. La pronunación del nombre como tal le gustó, no obstante cuando leyó su significado, no pudo evitar sonreír con calidez y su negro corazón se enterneció.

—¡Finalmente lo encontré! —exclamó eufórico, asustando a los hermanos Haitani. —¡Su nombre será Sayumi! ¡Sayumi Sano!

—¡Me gusta! —asintió Ran.

—¿Qué significa? —preguntó Rindou, aún no del todo convencido. Ran frunció el ceño y se acercó al oído de su hermano.

—¿Tienes idea de cuántos días ha gastado en la elección del nombre? No lo hagas dudar ahora que finalmente se decidió, porque si seguimos así... tendremos sexo de acá a fin de año. —le advirtió entre susurros. Rindou se estremeció y asintió.

—¡No importa su significado, es perfecto! —dijo el menor de los Haitani sonriente y con una gotita de sudor frío sobre su sien.

—Par de urgidos, lo más importante de este nombre es su significado. —los regañó Sanzu, leyendo a través de sus perversas intenciones. —Sayumi significa "mi princesita". —explicó el beta sin dejar de sonreír en ningún momento. Aunque él ya amaba por igual a ambos mellizos, sentía que tenía una conexión especial con la niña por el simple hecho de que Takemichi le permitió elegir su nombre. —Sayumi será mi amada princesita, así que ese nombre es el indicado para mí y espero que también lo sea para los reyes.

—Seguro les gustará. —lo apoyó Ran, más convencido al conocer el significado del nombre.

—Los hijos del jefe tendrán las mismas iniciales "S.S.", al igual que yo y Ran compartimos las iniciales "R.H." Me gusta. —agregó Rindou y sólo entonces Sanzu cayó en cuenta de ese hecho.

—¡Oh, es cierto! Eso lo hace todavía más perfecto. —sentenció sonriendo, a la vez que apagaba su tablet. —Shinichiro Sano y Sayumi Sano... Me encanta cómo suenan juntos. —asintió feliz mientras abrazaba su tablet y cerraba sus ojos turquesas, imaginando el futuro por delante.

—Bueno, entonces... —empezó diciendo Ran, tosiendo un poco para llamar la atención de un ensimismado Sanzu. —Ya que por fin te decidiste por un nombre, ¿no crees que ya es ahora de...? —el mayor no terminó la pregunta, sino que optó por mirar con picardía a su hermano menor.

—Tienes que cumplir tu promesa, Haru. —dijo Rindou, sacando de atrás suyo una caja rosada con un enorme lazo violeta muy llamativo. Dentro de dicha caja, estaba la lencería femenina que querían ver usar a Sanzu.

—¿Qué es eso? —preguntó el beta haciendo a un lado su tablet, pues ya había elegido el tan deseado nombre.

—Lo que prometiste usar. —respondió Ran, sacándole la tapa a la caja para permitirle ver la lencería a su pareja.

—Bastardos locos... —espetó Sanzu con el ceño fruncido. Si fuera una situación normal, ya los estuviera amenazando con su preciosa katana. —Pero está bien, yo cumplo con mi palabra.

—¡Genial! —exclamaron los Haitani, con sus ojos brillando más que las estrellas.

—Entonces, póntelo rápido en el baño y cuando salgas, debes modelar frente a nosotros mientras que...

—Pero será en la noche, porque antes debo ir a un par de lugares. —sentenció Sanzu mientras se levantaba de la cama, ante la decepcionada mirada de sus amantes. —No me miren como cachorros heridos, eso no funciona conmigo.

—Ah pero no fuera Takemichi Hanagaki quien hiciera esta misma expresión, porque entonces ya estarías poniendo el mundo patas arriba para saber quién lo hizo sentir mal. —susurró Rindou por lo bajo, un poco resentido.

Ran simplemente negó con la cabeza mientras sonreía derrotado; porque él ya sabía que compararse con los "reyes" ante su obsesivo amante, era una batalla perdida. Desde que empezaron a salir con Sanzu, ellos supieron que siempre estarían por debajo del 'rey' Mikey para el pelirosa. Ellos incluso tuvieron que aceptar que Sanzu se acostara de vez en cuando con el jefe, durante los períodos de celo del susodicho. Y por supuesto, se pusieron celosos al principio ya que eran humanos... pero como los profesionales que eran, aprendieron a controlarlos.

Lo feo es que ahora, además de estar por debajo del jefe, también estarían por debajo de la 'reina' Takemichi y de los 'príncipes' cachorros. Fue por esa razón, debido al obsesivo egoísmo de Sanzu, la relación de ellos tres (a diferencia del otro trío de la Toman) era "abierta", los Haitani podían acostarse con otras personas a modo de "venganza" contra el egoísta Sanzu, ya que ellos jamás serían los primeros en el corazón del mismo. Lo irónico, es que aunque tenían permitido ser "infieles", los Haitani rara vez lo hacían con otras personas y preferían siempre hacerlo con Sanzu.

Los hermanos podrían no ser lo más importante para Sanzu, pero el beta sí era lo más importante para Ran y Rindou. ¿Era injusto? sí, no obstante... nadie les obligó a enamorarse del pelirosa en primer lugar. Es más, Sanzu les advirtió muchísimas veces sobre eso antes de empezar a salir y ellos aún así aceptaron esas condiciones. Así que ahora no podían simplemente quejarse. Lo único que les consolaba, es que al menos Sanzu no amaba a los "reyes" en un sentido romántico, era más bien un amor platónico... casi sectario.

—Nunca te compares con la reina ante mí, porque siempre perderás. Quiérete un poco más que eso, Rin. —le aconsejó Sanzu, dándole dos palmaditas en el hombro a un frustrado Rindou.

—Oye, esto no es justo... ¿cuánto más nos harás esperar y...? —pero Rindou no pudo seguir quejándose, porque Sanzu lo calló con un beso lento y húmedo, el cual hizo olvidar a Rin de todo su malestar y correspondió enseguida.

—Oigan, yo también quiero.

Ran gateó en la cama hasta poder meter su lengua en medio del húmedo beso de los otros dos. El beso de tres fue sucio, ruidoso debido al constante roce de los labios y con mordidas ocasionales incluidas. Después de un rato de constantes besos, Sanzu se separó de sus amantes y colocó sus manos sobre la cabeza de ambos, haciendo presión para juntarlos nariz con nariz.

—Bésense. —ordenó, con sus ojos turquesas brillando por la lujuria. Los hermanos le sonrieron con lascivia y comenzaron a besarse entre sí.

Durante las calientes sesiones de besos y también durante el sexo, los Haitani solían besarse y tocarse entre ellos para satisfacer el morbo de Sanzu, a quien le gustaba masturbarse mientras veía a sus dos hombres darle un pequeño espectáculo. Además de eso, los hermanos también disfrutaban de experimentar eso que era considerado un tabú y un "crimen de la moral": el incesto. Siempre disfrutaron rompiendo las reglas de la sociedad y caminando en el sendero de la inmoralidad, sin remordimientos.

De hecho, las primeras veces de ambos fueron entre ellos mismos. Su primer beso, su primera masturbación, su primera mamada y también... trataron de practicar entre ellos el sexo con penetración, no obstante al ser ambos alfas, fue sumamente difíficil que uno u otro cediera a ser el penetrado. Al final, Ran se 'sacrificó' como buen hermano mayor, sin embargo... aunque sí lo hicieron, sinceramente no lo disfrutaron tanto como esperaban. Luego lo hicieron con otras personas (betas y omegas) y lo disfrutaron mejor, entendiendo que a ambos les gustaba ser los 'de arriba'. Después conocieron finalmente a Sanzu y lo demás es historia, ningún sexo volvió a ser mejor que el sexo que tenían con el beta.

Eso sí, a diferencia de Angry y Smiley (quienes también tienen una relación incestuosa), los Haitani se aman entre sí pero no en un sentido romántico. Ellos simplemente juegan a besarse o tocarse por puro morbo, pero ambos están profundamente enamorados del pelirosa. Los hermanos son como dos satélites orbitando alrededor de un único planeta (Sanzu). Los cuales, de vez en cuando, chocan entre sí para darse un poco de cariño ante la atenta y morbosa mirada del lujurioso planeta.

—Rindou, muerde el cuello de Ran. —ordenó Sanzu con la voz ronca, mientras masturbaba más rápido su miembro.

Rindou hizo caso a la petición de su pareja y sus labios descendieron desde la boca de Ran hasta el cuello, besándolo y mordiéndolo. El menor dejó chupetones sobre la blanca piel del mayor y entonces Sanzu gimió, estaba a punto de venirse. Los Haitani sonrieron complacidos y siguieron en lo suyo, hasta que escucharon un grito de placer por parte del beta, lo cual indicaba que por fin alcanzó el tan deseado orgasmo.

—¡Joder, eso se sintió increíble! —exclamó feliz, pues sólo el placer de servir a su reina supera al placer de tener un orgamo para Sanzu. —¡Oh, mierda! Se me hace tarde. —dijo una vez que sus ojos miraron el reloj de pared estilo victoriano, el mismo marcaba las 18:30.

—¿Qué? —dijeron al unísono los hermanos, dejando de besarse.

—Vendré en la noche, así que tengan todo preparado. —dijo Sanzu levantándose de la cama y mirando desde arriba a los Haitani, quienes seguían sentados en la enorme cama, con una expresión de perplejidad en el rostro. —Sean buenos chicos y pórtense bien hasta que regrese. —les advirtió, dándoles una palmadita en la cabeza a ambos.

Luego de eso, Sanzu se fue al baño personal de su habitación y se duchó. Después, se vistió elegantemente con su usual traje morado (tenía decenas iguales) y salió de su casa sin más, yéndose en su auto personal. El mismo era un BMW en color púrpura oscuro, la marca registrada de Sanzu. Cualquier miembro de la Toman que viera llegar ese auto, sabría que le pertenecía al lunático beta y entonces... huirían, en el mejor de los casos.

—A veces siento que somos más sus perros que sus parejas. —dijo Rindou, una vez que quedaron solos en la enorme habitación de Sanzu.

—Me gustaría poder contradecir tus palabras... pero opino lo mismo. —dijo Ran, forzando una sonrisa.

—Y hablando de perros... Haru me dijo que ya está buscando unos perros de la "mejor calidad" para que sean las mascotas de los futuros "príncipes". —dijo Rindou de repente y Ran suspiró, agotado.

—¿Unos perros para los hijos del jefe? —susurró de repente, imaginando el desalentador futuro. —Oh hermano, si eso es verdad... me temo que volveremos a caer de categoría.

—¿A qué te refieres, Ran?

—A que si esos perros son importantes para los "príncipes", también lo serán para Haru.

—Quieres decir que...

—Sí, lo que quiero decir es que ahora también estaremos por debajo de perros para nuestro algodón de azúcar.

—¡No permitiré tal humillación!

—Al menos podríamos aprovechar esta noche y vengarnos por adelantado. —susurró Ran, sonriendo de forma pervertida.

—¿Y si vamos a un sex shop a comprar más cosas? Total, Haru regresará en la noche.

—Buena idea Rin, andando.

...

—Ken-chin, siento que estoy en una relación de tres. —se quejó por quinta vez Manjiro, quien en esos momentos se hallaba acostado en un enorme sofá de la mansión de Emma y Draken.

—Ya te dije que es sólo tu imaginación, Mikey. —dijo Draken, suspirando y acariciando la cabeza de su cuñado.

En esos momentos, el alfa trenzado estaba sentado en el sofá y la cabeza de Manjiro reposaba sobre sus muslos. Draken de vez en cuando acariciaba el cabello negro de Mikey y le daba consejos acerca de su relación con Takemichi. En cuanto a Manjiro, no paraba de quejarse acerca de lo mucho que Sanzu 'estorbaba' en su relación.

—¿Por qué tiene que acompañarnos a todos lados? A las revisiones médicas, a las tiendas de bebés, a los restaurantes, a nuestro penthouse... es un lastre.

—Porque Takemitchy se siente cómodo con él y además... recuerda que aún estás en la cuerda floja debido a lo que le hiciste a Chifuyu, así que compórtate y no hagas una escena de celos innecesaria ante él. —lo regañó Draken y, si Manjiro tuviera orejas de perro, se hubieran caído hacia abajo.

—Lo sé, por eso me he estado portando bien... demasiado bien. —enfatizó Mikey, quien a pesar de ser un celoso patológico, aún no había asesinado a Sanzu.

—Takemitchy es muy fiel a ti y Sanzu también lo es, así que no estés celoso. No pasó, está pasando ni pasará nada romántico entre ellos.

—Últimamente Haruchiyo parece ser más leal a Takemitchy que a mí.

—Eso es porque tu omega, a diferencia de ti, lo trata bien y le devuelve su afecto. Así que no llores sobre la leche derramada, porque tú sabes que siempre lo trataste mal. —se sinceró Draken y Manjiro bufó, incapaz de rebatir sus palabras.

—Temo que Sanzu también pretenda robarme el amor de mis cachorros... ellos serán míos, no suyos. —enfatizó Mikey, casi gruñendo.

—Nuestros hijos no nos pertenecen, Mikey. —lo corrigió, negando con la cabeza ante las niñerías de su amigo. —Sí, serán tus hijos y de Takemitchy, los amarán seguramente porque son sus padres... pero también tendrán derecho a amar a otras personas.

—Pueden amarte a ti o a Emma, son sus tíos después de todo. —asintió Mikey, tratando de ser menos celosos ante la idea de compartir a sus futuros hijos.

—Pero Sanzu también será el tío de los mellizos, ya que por decisión de tu omega será su padrino. —Manjiro gruñó al oír eso. —¡Mikey, no seas así!

—Lo odio, Ken-chin. Odio compartir lo que es mío. —se sinceró con sus ojos negros llorosos, de pura frustración.

—Está bien, déjalo salir. —asintió el alfa, acariciando la cabeza del alfa más pequeño. —Aprenderás con el tiempo, no hay nada de malo en equivocarse. Sólo... no la cagues más y siempre que estés molesto, ven a desquitarte contándolo todo a mí pero no golpees a Sanzu ¿ok?

—Está bien, Ken-chin. —asintió, frotando sus ojos y tratando de controlar sus instintos territoriales más primitivos.

En esos momentos, Takemichi se encontraba en esa misma mansión pero en una habitación muy lejana junto con Chifuyu y Emma, los tres charlaron de muchas cosas juntos para ponerse al día. Obviamente, la habitación era sumamente segura y estaba rodeada de personal de seguridad.

Mientras ellos tres charlaban, Draken y Mikey decidieron apartarse un poco, yéndose a uno de los enormes salones de la mansión para tumbarse en aquel sofá y hablar de muchas cosas. El tema de conversación principal, claramente, fueron los celos que Manjiro siente con respecto a la cercanía que Takemichi y Sanzu mostraban últimamente.

—Por cierto, ¿cómo está Baji? —preguntó Draken, cambiando drásticamente de tema.

—No lo he vuelto a ver desde ese día... —dijo Mikey, enfriando rápidamente su semblante al recordar aquel fatídico día. —Pero como ya debes saber, encontramos al sicario que asesinó a Ryoko-san y ahora mismo está esposado en la cámara de tortura.

—Sí, me lo informaron.

—Baji está allí, torturando personalmente a ese sujeto. —le contó y Draken se estremeció. Realmente nadie quisiera ser ese sicario en estos momentos. —Smiley y Angry me dijeron que no van a interferir en eso, lo dejaron completamente en manos de Baji para que pudiera desquitarse, así sea sólo un poco, por la muerte de su madre.

—¿Lograron sacarle información relevante?

—Aún no, pero el interrogatorio con tortura continuará por unos días más. Con suerte, se quebrará y soltará algo acerca de Hanma.

—Entonces, ¿no hay información sobre ese tipo aún? —preguntó Draken, preocupado al pensar en lo peligroso que es un Hanma despechado por la muerte de Kisaki y además libre.

—No, sólo sabemos que ya no está en el país pero no tenemos idea de a dónde fue. Es como si se hubiera esfumado en el aire... por eso Mitsuya sigue trabajando duro para encontrar alguna pista de su paradero.

—Sólo espero que lo encontremos y asesinemos antes de que nuestros cachorros nazcan. —dijo Draken, suspirando.

—Yo espero lo mismo, Ken-chin...

Justo en ese momento, Emma bajó por las escaleras de la mansión y le sonrió a ambos alfas. El vientre de la beta ya sobresalía en su amplio vestido floreado, la futura Hanako crecía un poquito más cada día y Emma, al igual que Takemichi, sufría de vómitos y mareos constantes, no obstante nada podía borrar la ilusión que ambos sentían al saber que una vida estaba creciendo dentro de ellos. Así que, a pesar de todos los malestares, trataron de ignorarlos y simplemente disfrutar de los meses que sus bebés crecerían dentro de ambos, hasta que finalmente los dieran a luz.

—Amor, tenemos que ir al templo ¿lo olvidaste? —le dijo Emma a Draken, una vez que terminó de bajar por las escaleras y se acercó al sofá donde estaban los otros dos. —Y tú, quédate aquí y no te atrevas subir para molestar a Takemichi, porque está hablando de cosas privadas con Chifuyu. —advirtió la beta a su hermano.

—Sí, sí. "Cosas de omegas", lo capto. —asintió de mala gana Mikey, rodando los ojos. Últimamente sentía que Takemichi se había convertido en el líder de la Toman, porque sus miembros lo escuchaban más que a él.

—Entonces, andando. —dijo Draken, levantándose del sofá y dejando a Manjiro solo, tumbado en el mismo.

—Por cierto, ¿para qué carajo van a un templo? —preguntó Mikey, con el ceño fruncido.

—En realidad, primero iremos a comprar un par de ropas para Hanako que a Emma le gustaron y luego iremos al templo. —le explicó Draken a su cuñado.

—La pregunta sigue siendo la misma, ¿para qué van a un templo?

—Porque tenemos una cita con un monje muy poderoso para hacernos una limpia, él dijo que nos quitaría las malas energías. —explicó Emma, muy convencida. —Quiero que Hanako nazca libre de las malas energías que, al parecer, nosotros dos tenemos pegadas.

—¿En serio creen en eso? —se burló Mikey, sin poder contener la risa.

—Pues... no sé si creo. —se sinceró Draken, aunque enseguida rectificó ante un pellizco que le dio Emma. —Pero, sí es cierto que no es normal que nuestra boda se haya arruinado y que el baby shower de Hanako casi se arruine por la calentura de alguien.

—Ya dije que lo sentía, no fue mi culpa que justo ese día me llegara el celo. —dijo Mikey, con los ojos en blanco.

—El caso, es que siempre pasa algo cada vez que nosotros dos organizamos un evento importante. —resumió Emma, poniendo sus dos pequeñas manos sobre su protuberante vientre. —Decidimos que volveremos a hacer nuestra boda, una vez que Hanako nazca. Así que... no quiero que nada salga mal, por lo cual decidí tomar precauciones y hacernos esta limpia es una de ellas.

—Está bien, está bien. Hagan lo que quieran. —asintió Mikey, encogiéndose de hombros.

—Tú y Takemichi también deberían ir un día de estos. —aconsejó Emma.

—Si voy con Takemichi y como siempre Haruchiyo nos acompaña... —empezó a decir Manjiro y Draken sabía que diría una tontería. —¿La disque limpia esa puede hacerlo desaparecer?

—¡Claro que no, Mikey!

—Entonces no quiero nada, maldición.

...

Una hora después, en una popular iglesia cristiana de Tokio, todos las personas que habían ido a oír la misa se estaban levantando de sus asientos para retirarse. La misa del domingo había finalizado exitosamente e incluso el sacerdote se retiró, no sin antes santificarse frente a la enorme estatua de Cristo Rey frente a él.

Un cuarto de hora después la iglesia quedó prácticamente vacía, sólo algunas personas muy devotas siguieron allí, arrodilladas en las sillas de oración acolchonadas para rezar. Taiju obviamente era una de esas personas, el gángster estaba allí para orar por la pronta reconciliación de su hermano menor Hakkai con Mitsuya, además también oró porque la relación de su hermana Yuzuha con la sicaria Senju pudiera alcanzar una pronta solución.

Era sólo cuestión de tiempo para que saliera a la luz que Senju fue, de hecho, una sicaria contratada por Tetta Kisaki para matar a Yuzuha. Cuando eso saliera a la luz, todo sería un desastre y muy probablemente los ejecutivos de la Toman quisieran asesinar o torturar a Senju para sacarle información, cosa que Yuzuha jamás permitiría pues en serio se había enamorado de esa mujer. Mitsuya lo sabía y por eso, inteligentemente, había bloqueado esa información pero era sólo cuestión de tiempo para que el sicario torturado por Baji abriera la boca y le contara sobre Senju. Ya que, al igual que la sicaria sabía sobre la existencia del otro sicario, ese tipo también debía saber sobre ella.

Una vez que Taiju terminó de orar por su familia, finalmente se levantó de su asiento, se santificó una última vez frente a la imponente estatua de Jesús y se dio la vuelta para irse de la iglesia. Pero entonces, vio una cabellera rosada entre las pocas personas que aún permanecían en la iglesia y casi se atora con su saliva al reconocer las delicadas facciones que sólo un ejecutivo de la Toman tenía: Haruchiyo Sanzu. El beta más loco que había tenido la desgracia de conocer, el obsesionado número uno de Mikey y ahora de Takemichi, el supuestamente "ex drogadicto" ya que las malas lenguas decían que había renunciado a la idea de drogarse.

Taiju jamás creyó en eso, ya que siempre pensó que un drogadicto jamás podría superar su maldita adicción, a no ser... que fuera tocado por las sagradas manos del Señor. Viendo la devoción en el serio semblante de Sanzu, quien por cierto estaba arrodillado, tenía las manos juntas y los ojos cerrados mientras oraba, Taiju en serio confió en que el beta había dejado las drogas. Por supuesto, el beta debió coger las fuerzas de Dios para decirle que no a las drogas y además, iba a las misas para seguir orando por fuerza celestial para continuar con su promesa de no drogarse. Los dorados ojos de Taiju lagrimearon, sintiéndose orgulloso de poder tener un compañero cuya fé podría competir con la suya.

—Te dejaré solo para que sigas orando, hermano de fé. —susurró Taiju orgulloso, sin molestar a Sanzu y saliendo en silencio de la iglesia.

Sin embargo, las suposiciones de Taiju con respecto a la "fé" de Sanzu no podía estar más alejadas de la realidad...

—... Y entonces, harás que los príncipes nazcan saludables o vendré aquí a quemar tu iglesia, a tus seguidores, a tus sacerdotes y también a esa gran estatua de la que estás tan orgulloso. Amén. —finalizó su "oración" (más bien amenaza) un muy satisfecho Sanzu, mirando fijamente a la enorme estatua de Cristo Rey.

...

Una hora después; encima de una gran colina de la capital japonesa había un enorme y antiguo templo budista. El monje de dicho templo se encargaba, entre otras cosas, de hacer limpias a familias o personas que así lo requirieran. Normalmente, se pedían turnos por adelantado como Emma y Draken lo habían hecho, ya que los servicios del monje eran muy solicitados por los creyentes.

—Muchas gracias, monje. —dijo Emma con una gran sonrisa, tocando su vientre. La limpia de la pareja había finalizado.

—No hay problema, señora. —asintió el viejo monje, con una sonrisa. —La niña va a nacer sana y salva, se lo garantizo.

Draken iba a decir algo también, pero entonces escuchó detrás suyo las quejas de un montón de personas. Ellos en esos momentos estaban dentro del templo, pero fuera del mismo había un montón de personas esperando que sea su turno para hacer la limpia. Al parecer, se estaban quejando de alguien que había irrumpido en el templo y se estaban haciendo un camino así allí sin solicitar previamente un turno.

—¡Señor monje! ¡Un lunático de pelo rosa está entrando aquí sin autorización ni turno previo! —vino a informar otro monje más joven. Draken y Emma sintieron un escalofrío al oír "un lunático de pelo rosa", ya que ellos conocían muy bien a alguien así.

—¡Hazte a un lado, insecto! —exclamó una voz muy conocida, dándole una patada por detrás al joven monje y tirándolo en el suelo para ingresar al templo.

—¡¿Q-quién e-eres tú?! —exclamó el monje asustado. Tanto Draken como Emma suspiraron resignados al corroborar sus sospechas.

—Cállate, viejo de mierda. —gruñó Sanzu, sacando de su bolsillo una ecografía de los bebés que Takemichi le había regalado en una de sus visitas al médico. Su malhumor se desvaneció al ver esa imagen, pero cuando vio al monje de nuevo se molestó. —¡Quiero que le hagas una limpia a esta ecografía! ¡Y te mataré si no lo haces bien!

—¿Sanzu? —preguntaron Draken y Emma al unísono.

—¿EH? ¿qué hacen ustedes aquí? —preguntó desconcertado el beta.

—Lo mismo te pregunto a ti. —respondió Emma, sin poder creer que un ateo como Sanzu pisara un templo y mucho peor aún... para pedir una limpia.

...Continuará...

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