Sano Takemichi
¡Hola! Gracias por esperarme, ¡adoro que sean tan pacientes y bonitos conmigo! Me fue bien en mi examen oral!!! Costó pero se pudo :') La verdad es que quería actualizar el domingo, pero literal me dormí escribiendo y dejé el capítulo a la mitad jajaja, por suerte hoy me desperté y se canceló mis clases, así que aproveché para ponerme a terminar de escribirlo y aquí está el siguiente capítulo, espero que lo disfruten pero antes, tengo unos hermosos fanarts que quiero compartirles:
Este primer fanart es del capítulo donde Sanzu llora y luego Takemichi va a consolarlo :') ¡está hermoso! Si alguien quiere colorear o algo el dibujo, supongo que la creadora del dibujo no tendrá problemas en permitirlo y si lo hacen, pueden contactarme para pasármelo!
Luego este de Takemichi todo precioso:
Después, este fanart ya lo habían hecho hace un tiempo pero yo recién me enteré hace poco que existía y es del omega de Takemichi (versión lobo) con Michi todo chibi y lindo! ¡Lo amé demasiado!
Por último, unos hermosos fanarts de los padres (bueno el padre biológico y la madrastra en todo caso) de Takemichi. Primer solo Vlad:
Luego sola Nadja:
Y por último los dos juntos:
¡Muchas gracias por comentar y hacer fanarts de mi historia! Ya saben, si hacen dibujos y quieren mostrarlo aquí pueden contactarme sin problemas a través de facebook o de mensajería interna de wattpad, sin nada más que decir, ¡a leer!
...
—Tú... ¿eres el omega interior de mi hijo? —preguntó Vlad con el ceño fruncido, sin sentirse perturbado por los insultos dichos por el niño que tenía enfrente. A diferencia de Kaiser y Kira, él fue lo suficientemente perspicaz como para notar de inmediato que quien le estaba hablando de forma tan altanera no era Takemichi, sino su lobo interior.
—¿Y qué si lo soy? —respondió el pelinegro a la defensiva, retrocediendo unos pasos con cautela. Aunque odiaba admitirlo, ese tipo le parecía pelinegro; ya que se dio cuenta enseguida de que él había salido a la superficie, cualquier otra persona hubiese asumido que simplemente cambió su personalidad. Vlad definitivamente tenía los sentidos muy desarrollados a pesar de su edad.
—¿Por qué te ocurre eso? Las personalidades de ambos ya deberían estar fusionadas a su edad. —siguió cuestionado Vlad aún confundido, toda su euforia anterior se había desvanecido y en esos momentos se notaba dubitativo.
—Eso te pasa por dejarte llevar por la emoción y no revisar bien los documentos sobre el niño que Serguei nos proporcionó. —lo regañó Nadja en ruso con los brazos cruzados sobre su pecho, acentuando así sus protuberantes senos. Después de decir eso, la omega suspiró resignada y simplemente extendió su mano hacia el buró que tenía al lado de la butaca donde se hallaba sentada, para agarrar un sobre de cartón y luego pasárselo a su esposo. El alfa simplemente lo cogió y empezó a leer los documentos que allí había, era todo el expediente médico de Takemichi.
—¿Un omega dominante recesivo? Vaya, eso lo explica todo. —dijo Vlad una vez que terminó de leer el expediente médico de Takemichi. —Al menos aquí dice que ya empezaste el tratamiento, lo que quiere decir que aunque aún eres defectuoso pronto serás un perfecto dominante. —sentenció mientras dejaba el sobre de cartón de nuevo sobre el elegante buró de madera.
—¿Defectuoso? ¿perfecto dominante? —dijo el omega con un ligero tic nervioso sobre su frente. Luego tiró su cabeza hacia atrás y comenzó a reírse como un desquiciado, esa inesperada risa llamó la atención tanto de Vlad como de Nadja. —Eres igual que esa perra que nos dejó tirados en aquel orfanato. No son diferentes en lo absoluto.
—¿La perra que los dejó tirados en ese orfanato? ¿Te refieres a tu madre? —preguntó Vlad sorprendido. Él ya había movido sus hilos y mandó a Serguei a averiguar quién diablos era la mujer que le regaló un omega dominante como hijo, claramente le daría algún tipo de compensación por tal hazaña. Nunca se esperó que Takemichi ya supiera quién era su progenitora.
—"Madre" es un título que le queda grande a esa mujer, al igual que "padre" es un título que te queda grande a ti. —respondió el omega con desprecio mientras colocaba su cabeza nuevamente en su sitio, sus ojos azules de repente se habían vuelto más oscuros y fríos que nunca.
—¿Cómo sabes quién es ella? Se supone que te dejó abandonado en las puertas del orfanato cuando eras un bebé ¿no es así? —siguió preguntando el alfa sin sentirse ofendido por esto último, pues en el fondo sabía que las palabras dichas por el omega eran verdad.
—Sí, pero volvió el día que me hicieron el test para saber mi subgénero a la edad de cinco años. —respondió con desinterés.
Ese era un recuerdo doloroso que Takemichi casi había bloqueado de su cerebro para autoprotegerse y nunca hablaba acerca del rechazo de su madre porque aún le dolía; sin embargo el omega interior de él era bastante desinteresado con todo en general, menos con lo que involucra dos cosas en específico: su alfa y sus futuros cachorros. Ahora, ¿su progenitor, su progenitora e incluso sus hermanos? ¡Se podían ir todos juntos al infierno por él!
—¿Esa mujer fue al orfanato el día que te hicieron el test y te volvió a abandonar al saber tu subgénero? —preguntó Nadja con los ojos muy abiertos. A pesar de ser fría la mayor parte del tiempo, ella misma no podría imaginarse abandonado a sus cachorros simplemente por estar disconforme con su subgénero. Qué madre tan terrible.
—Exactamente eso hizo. —asintió, aún recordando la mirada de desprecio que le lanzó la omega de cabellos negros como los de él y bonitos ojos marrones. Ella era muy parecida a él físicamente, sin embargo su personalidad fría y arrogante era muy distinta a la calidez natural que poseía Takemichi. —No le gustó nada saber que era un omega, al parecer ella quería que fuese alfa o qué sé yo. Pero terminó por desaparecer del todo cuando unos años después se enteró de que era "defectuoso". Por eso lo dije antes y lo repito otra vez, tú y esa perra no son diferentes. Sólo me quieres porque soy un "omega dominante", pero estoy seguro de que me hubieras dejado abandonado igual que ella si yo de verdad fuera un "omega defectuoso" sin arreglo. —sentenció el pelinegro con sus ojos azules destellando de puro odio, recordando vívidamente de repente la información que sus tías le habían proporcionado acerca de "su madre".
Aiko Hanagaki, la omega que había dado a luz a Takemichi era sin lugar a dudas una mujer bella de piel clara, poseía unos coquetos ojos marrones muy similares en forma a los grandes ojos azules de su hijo, era de estatura baja, tenía un cuerpo delgado con pocos pechos pero con un trasero prominente y una cintura diminuta, su cabello largo era de color negro y bastante ondulado, exactamente igual que el de Takemichi. Ella era una omega hermosa que había tenido el infortunio de nacer en un barrio marginado a las afueras de Naha, la capital de Okinawa. La familia materna de Takemichi era muy muy pobre, sus tías eran todas betas que se mantenían con la elaboración y venta de dulces tradicionales en tiendas improvisadas en las calles. El nacimiento de una omega tan hermosa como Aiko en lugar de ser una bendición, se convirtió en una maldición para la familia Hanagaki.
El barrio marginal en el que Aiko había nacido era conocido por ser uno de los más peligrosos de todo Japón; allí la delincuencia al nivel del tráfico de drogas, del tráfico de personas, los asesinatos, la prostitución y las violaciones eran el pan de cada día. Por lo cual Aiko no tardó mucho tiempo en ser violada en grupo justo el día que tuvo su primer celo a la edad de 15 años, después de salir de la escuela. Debido a ese terrible incidente, las hermanas mayores de Aiko (es decir las tías de Takemichi) desesperadas por salvarla de convertirse en el juguete sexual de aquel barrio terrible en el que vivían, decidieron casarla con un beta el cual era un cliente habitual de su tienda de dulces artesanales y vivía en un barrio mejor. Aiko no estuvo para nada de acuerdo con esa decisión, sin embargo como aún era menor de edad y sus tutoras legales eran sus hermanas mayores, no tuvo otra opción más que aceptar casarse con ese beta mucho mayor que ella y al cual apenas conocía.
Las tías de Takemichi realmente hubieran preferido no casar a su hermanita con aquel beta, pero en esos momentos fue la única salida que encontraron para evitar que ella siguiera siendo violada por los despreciables delincuentes que vivían en su barrio. Los años pasaron y Aiko cumplió la mayoría de edad al lado de aquel beta con el cual sus hermanas la obligaron a casarse. La verdad es que para la omega vivir con ese hombre fue un infierno, él no la trataba bien, físicamente no la atraía porque era muy gordo y además la forzaba a llevar una vida de ama de casa/esclava que ella sencillamente no quería llevar, sin mencionar que él deseaba tener hijos mientras que ella no (Aiko a escondidas tomó pastillas anticonceptivas para evitar quedar embarazada). Cuando la omega finalmente cumplió su ansiada mayoría de edad, se divorció inmediatamente de aquel beta que nunca amó y jamás les volvió a dirigir la palabra a sus hermanas mayores por haberla "vendido" a ese horrible beta, sin saber jamás que en realidad ellas no la vendieron y más bien la entregaron a ese hombre para "salvarla" de los delincuentes de su barrio, los cuales la querían tomar como su juguete sexual.
Aiko decidió que jamás se convertiría en una ama de casa/esclava de nuevo, ni envejecerá criando cachorros hasta arrugarse como una pasa. La omega entonces tomó la decisión de usar su gran belleza para ganar dinero fácil y poder tener así el estilo de vida lujoso que ella merecía. Fue de esa forma cómo empezó a prostituirse hasta convertirse rápidamente en una prostituta VIP, debido a su gran belleza y carisma natural. Aiko sólo se acostaba con gente importante como celebridades, políticos, militares de alto rango y líderes de mafias importantes. De esa forma amasó su propia pequeña fortuna en pocos años, se mudó a Tokio alejándose por completo de sus hermanas quienes seguían viviendo en Okinawa y disfrutó de una vida ostentosa que de otra forma le hubiese sido imposible disfrutar. Fue justamente en esos momentos y durante la flor de su juventud a la edad de 23 años que Aiko conoció a un Vlad de 37 años, de quien se enamoró prácticamente a primera vista.
Para Vladislav no fue la gran cosa, simplemente permaneció durante unos meses en Tokio por asuntos de negocios, y disfrutó de la compañía de una hermosa prostituta de nacionalidad japonesa llamada "Aiko". Él la trató como trataría a cualquiera de las mujeres que eran sus amantes por equis cantidad de tiempo, no obstante la omega lo malinterpretó todo y creyó que era "especial". Aiko pensó que si le daba un hijo alfa o mejor aún un vástago dominante a Vlad, entonces el mafioso ruso dejaría a su esposa por ella y la llevaría a vivir a Moscú junto con él, formando juntos así la familia de cuento de hadas que ella siempre deseó tener. Se imaginó embarazada de Vlad y rodeada de todos los lujos que sabía que Nadja poseía y que a su vez deseaba para sí misma, qué ilusa había sido.
Fue por esa ambición que el día que un joven Serguei le dio personalmente la pastilla del día después a Aiko, justo el último día que Vlad estaría en Tokio, la omega fingió que tomó la pastilla pero en realidad la dejó detrás de su lengua y después la escupió cuando se quedó sola. Serguei no le dio mucha importancia al asunto y simplemente creyó que ella en verdad se tragó la bendita pastilla anticonceptiva. Ese fue el último día que Aiko y Vlad tuvieron intimidad, también fue el día que Takemichi contra todo pronóstico fue concebido y además cumplió con las altas expectativas que tenía Aiko con respecto a él: nació como un dominante, sólo que uno recesivo y por esa razón fue despreciado por su propia madre años después.
Takemichi no nació siendo un niño no deseado (al menos por su madre), de hecho cuando Aiko se enteró que estaba embarazada saltó de alegría porque sabía que ese bebé sí o sí debía pertenecer a Vlad, ya que fue con el único cliente que de forma voluntaria ella no se cuidó para poder concebir a su vástago. Aún así fue lo suficientemente inteligente como para guardar muestras de ADN de Vlad, para confirmar el parentesco padre-hijo una vez que Takemichi naciera.
Aiko llevó su embarazo al pie de la letra, no tuvo sexo con nadie durante los meses de gestación (viviendo a base de sus ahorros), no bebió alcohol ni medicamentos que pudieran dañar al bebé, fue a todos sus controles sin falta, pensó durante mucho tiempo un nombre perfecto para el bebé hasta que finalmente se decidió por "Takemichi", ya que Vlad le había dicho que ella olía como un bosque de bambú que él atravesó en carretera para llegar a un lugar apartado para una reunión de negocios, simplemente demasiado fresca ("Take" significa bambú y "Michi" carretera). Durante los meses de su gestación, Takemichi fue un bebé realmente esperado y amado por Aiko. Hasta el día que nació.
Cuando Takemichi nació, Aiko se maravilló al ver que había heredado los ojos azules de Vladislav y fantaseó con la idea de que su hijo pudiera ser un alfa o mejor aún, un alfa dominante como su padre. Ella no era tonta, sabía que las posibilidades de que el bebé saliera dominante eran mínimas pero aún así se aferró a esa esperanza y pensó que incluso si no fuera un dominante, con tal de que sea un alfa normal pero saludable sería más que suficiente. Sin embargo, Takemichi había sido desde el momento en que nació un bebé muy enfermizo y débil, además de que apenas desprendía olor.
Debido a todo eso, Aiko trabajó el doble para darle las mejores medicinas a su hijo y llevarlo a buenos doctores, sin embargo los médicos al saber la profesión de Aiko no tomaron el caso en serio y simplemente le dijeron que el niño al parecer había nacido con un defecto congénito, pero hasta que no revelara su subgénero a la edad de cinco años nada estaría claro. Cuando Aiko se enteró que Takemichi había nacido "fallado", todo el amor y las esperanzas iniciales que tenía puestas sobre él se esfumaron en el aire. Ella nunca había querido ser madre de verdad, sólo deseaba un hijo perfecto porque esa sería la forma más efectiva de llegar a Vlad pero en lugar de obtener lo que quería, sólo consiguió una carga que encima estaba defectuosa. Desde ese momento, el destino del pequeño Takemichi cambió por completo.
El rechazo de Aiko hacia su hijo no sólo se debió a que había nacido con un defecto congénito, la verdad es que no soportaba el escaso olor de su hijo porque olía a dulces tradicionales japoneses y ese olor le recordaba a sus malditas hermanas mayores, también le guardó rencor porque debido a él su hermoso cuerpo nunca más volvió a ser el mismo después de darlo a luz, y por eso ya no poseía la misma cantidad de clientes que antes. Su lujoso estilo de vida se vio perjudicado debido a la escasez de clientes, sin mencionar el hecho de que mantener a un bebé requería muchos gastos además de tiempo, fue por eso que tomó la decisión de dejarlo en un orfanato de Tokio, al menos hasta que cumpliera los cinco años y entonces pudiera realizarse el test de subgénero. Si Takemichi llegaba a salir alfa o mejor aún dominante, entonces ella se lo llevaría de vuelta consigo; pero si salía beta u omega, entonces ella simplemente lo dejaría allí en el orfanato.
Cuando Takemichi finalmente cumplió los cinco años, ella fue por primera vez al orfanato después del día que lo abandonó vestida con ropas de marcas lujosas y con lentes de sol para ocultar sus bonitos ojos marrones. En aquel momento Aiko solamente tenía 28 años de edad, por lo cual sobresalía demasiado entre todos los potenciales padres que fueron también aquel día del test para adoptar a los niños huérfanos. Takemichi la vio por primera vez aquel día parada en medio de un grupo de padres y al igual que el resto de niños, no pudo evitar suspirar asombrado de la belleza que poseía esa señorita. En su inocencia, él deseó poder ser alfa para así sobresalir entre los demás huérfanos y quizás poder ser adoptado por esa omega tan bonita.
El pequeño Takemichi sintió una conexión instantánea al ver a esa mujer y aunque en ese momento no lo supo, eso que experimentó se trató del inconfundible vínculo madre-cachorro. Aiko también lo sintió al verlo y aunque por unos momentos sintió cargo de consciencia, eso se esfumó en cuanto supo el subgénero de su primogénito: un omega común y corriente como ella. Ningún rasgo de dominancia en sus genes, es más los resultados arrojaron que era incluso más débil que el resto de los omegas y su glándula de olor fallaba más de lo que funcionaba. Cuando Takemichi vio el rechazo y el desprecio reflejados en los ojos marrones de aquella bella mujer, se sintió más pequeño de lo que ya era y esa fue la primera vez que sufrió un fuerte golpe en su autoestima. Aiko fue un par de veces más al orfanato, sin embargo cuando los médicos confirmaron que definitivamente Takemichi era un omega defectuoso, la mujer desapareció por completo de la vida del pequeño pelinegro.
Años después, al parecer Aiko finalmente olvidó a Vlad y se enamoró de uno de sus clientes más habituales, un político importante quien al parecer correspondió a los sentimientos de ella. Eso sí, la condición para poder estar juntos es que Aiko olvidara por completo su pasado como prostituta VIP y todo lo que eso engloba (Takemichi, por ejemplo). Ella aceptó, se convirtió en la esposa de aquel político importante e incluso tuvieron un hijo en común pero a pesar de que logró ser feliz con su nueva vida, nunca pudo olvidar del todo a aquel pobre niño que dejó abandonado en ese orfanato y por esa razón, justo el día que iba a irse a vivir a Estados Unidos junto con su esposo y su hijo, llamó a sus hermanas a quienes no había visto en años y les contó toda la verdad.
En esa llamada les dejó en claro que jamás las perdonaría por haberla vendido a aquel beta ni se haría cargo de Takemichi, pues ya tenía resuelta su nueva vida con su esposo, pero les dio el "permiso" de adoptar al pequeño omega o hacer lo que mejor les pareciera con él. Después de esa llamada, Aiko se quitó aquel peso de su consciencia y voló en avión junto con su esposo e hijo a Estados Unidos sin mirar atrás, ella simplemente nunca más volvió a ver ni a sus hermanas ni a Takemichi. Aunque gracias a que se animó a contar la verdad, las tías del pequeño omega se enteraron de su existencia y no dudaron en ahorrar dinero para viajar a Tokio y poder así conocer a su sobrino, quien en esos momentos tenía 10 años de edad.
Aunque los años habían pasado y Aiko se convirtió en una mujer adinerada, la cruda realidad es que las tías de Takemichi seguían siendo igual o más pobres que antes. Se habían llenado de muchos hijos y su única fuente de ingresos seguía siendo la elaboración y venta de dulces tradicionales; por lo cual aunque ellas querían adoptarlo el orfanato no les permitió hacerlo porque sencillamente no contaban con los medios necesarios para darle una vida digna, sin mencionar el hecho de que ellas mismas sabían que sería sumamente peligroso llevar a un omega tan joven a vivir al barrio marginal en el que vivían. Las tías del pelinegro en el fondo de sus corazones sabían que el destino de Takemichi si lo llevaban a vivir con ellas, sin lugar a dudas sería ser violado la primera vez que entrara en celo al igual que antaño le pasó a su madre.
Por esa razón, con todo el dolor de su corazón, hablaron con él para contarle toda la verdad acerca de su nacimiento (omitiendo el hecho de que su padre es Vladislav Volkov, ya que esa parte Aiko jamás les contó a sus hermanas en aquella llamada) y juntos tomaron la dura decisión de vivir separados, ellas en Okinawa junto con sus hijos y Takemichi en el orfanato de Tokio. A pesar de su corta edad, Takemichi fue lo suficientemente maduro como para entender que vivir solo en aquel orfanato con las amables monjas, era mucho más seguro que vivir en un barrio marginal donde abunda la delincuencia y los depredadores sexuales. A pesar de que vivían separados, Takemichi cada tanto recibía cartas de sus tías que vivían en Naha, Okinawa e incluso ellas iban a visitarlo en vacaciones y él mismo fue a visitarlas a Naha cuando cumplió la mayoría de edad, y pudo oficialmente salir del orfanato en el cual habría crecido.
Takemichi siempre supo que fue afortunado de ser criado por las amables monjas de su orfanato, de tener amigos también huérfanos que siempre se preocuparon por él y de recibir las esporádicas visitas de sus cariñosas tías, quienes en cada visita le llevaron deliciosos dulces tradicionales y le contaron anécdotas divertidas que involucraron a sus traviesos primos. Pero a pesar de todo lo bueno, la espinita de saber que fue rechazado por su propia madre debido a nacer "defectuoso" nunca desapareció de su corazón. El rechazo de su madre y probablemente también el de su padre si es que lo tenía, fue la base de su casi inexistente autoestima que lo atormentó durante toda su vida. Es decir, si ni siquiera sus padres lo quisieron ¿quién más lo querría?
Uno de los momentos más dolorosos en el vida de Takemichi, fue sin lugar a duda uno en el que estaba haciendo zapping con el control remoto en la televisión que poseía su viejo departamento alquilado, ese día estaba siendo televisado un importante acto político en Estados Unidos y entonces la vio, justo al lado de un hombre japonés que estaba dando un discurso en inglés se hallaba una hermosa mujer en sus cuarentas y su hijo adolescente. El señor estaba siendo ascendido a un cargo importante y su familia estaba a su lado para darle apoyo, a pesar de que los años habían pasado Takemichi fue capaz de identificar a Aiko.
La mujer a pesar de estar en sus cuarentas parecía de 33 y vestía un elegante vestido negro de lentajuelas de la marca Chanel, mientras que sotenía muy orgullosa la mano de su hijo alfa, quien era un adolescente de aproximadamente 13 años de edad quien se parecía mucho a él, sólo que ese niño vestía un elegante traje de tres piezas azul de Hugo Boss y su cabello negro brillaba con la luz de mil soles; mientras que él mismo vestía ropa de segunda mano desgastada y su cabello malteñido parecía un nido de pájaros amarillo, completamente opaco debido a que usaba un shampoo barato. Mientras Takemichi veía al dúo madre-hijo aplaudir orgullosos el ascenso político del señor, el omega de en aquel entonces 19 años se hizo bolita en su nido y lloró como un idiota frente al viejo televisor. Se sintió feo, pobre, miserable y no querido. Fue la primera vez que admitió en la soledad de su destartalado departamento, que envidiaba a ese medio hermano suyo que tenía todo lo que él nunca pudo tener.
—Al final, no los necesitas ni a ella ni a él. —dijo el omega refiriéndose a Aiko y a Vlad, mientras derramaba una solitaria lágrima que rodó por su mejilla. Claramente esa lágrima fue debido al dolor que el Takemichi humano sintió al recordar toda esa información que su mente había bloqueado para protegerse. —¿Madre? ¿padre? ¡A la mierda con ambos! Tenemos a nuestro alfa y a nuestro cachorro que está creciendo aquí dentro. Sólo eso necesitamos para ser felices. —sentenció el omega acariciando su vientre aún plano, en un intento por consolar a su otra mitad más sensible y llorona.
—No importa quién sea tu madre o si te abandonó. —empezó a decir Vlad con una sonrisa condescendiente y abriendo sus brazos de par en par. —La única verdad es que yo soy tu padre y si hubiera sabido de tu existencia antes, te aseguro que habría ido a buscarte independientemente de si eras o no un "omega defectuoso"
—¿Hablas en serio? —preguntó el omega cruzándose de brazos y curvando un poco sus labios hacia arriba. —Te veo muy feliz de ser mi padre, ¿tienes algún motivo oculto?
—¡Por supuesto que no! Simplemente quiero recuperar el tiempo perdido con mi hijo. —dijo dando dos pasos hacia el omega, quien esta vez no retrocedió y sonrió de forma más evidente.
—¿En serio? ¡Eso es genial! Por mí está muy bien, de hecho me encantaría que tú seas quien me lleve al altar cuando me case con mi alfa Mikey. —cuando Vlad escuchó eso, se detuvo en seco y el omega sonrió ladino. —Creo que ya lo sabes pero estoy embarazado y no planeo abortar a mi bebé por nada del mundo, tampoco pienso convertirme en una máquina de hacer bebés para la Bratva y definitivamente planeo regresar a Tokio en el corto plazo. No me quedaré en Moscú por mucho tiempo, así que "papá" ¿aún deseas recuperar el tiempo perdido con este buen hijo tuyo, incluso si no obtienes ningún beneficio a cambio? —cuando Takemichi terminó de hacer esa última pregunta, la sonrisa en el rostro de Vladislav había desaparecido por completo y estaba más serio que nunca. —Eso pensé, por eso te dije que eres exactamente igual que mi "madre". Ambos son un par de interesados.
—Escúchame bien, mocoso. —empezó a decir Vlad usando su voz de mando, ya no había una pizca de diversión en su expresión y Nadja tragó grueso al oler las fuertes feromonas que su esposo. La omega se levantó de la butaca donde había estado sentada para poder intervenir en caso de que fuera necesario. —No tengo mucha paciencia, y debes saber que en esta casa se hace lo que yo...
—¡Viejo, no eres el único que puede usar la jodida voz de mando! —exclamó el omega interrumpiendo a su padre y liberando sus intensas feromonas aún con sus brazos cruzados. —¿En verdad quieres iniciar una guerra de feromonas? ¡Buena suerte con eso, porque la necesitarás! —dijo sonriendo mientras inclinaba levemente su cabeza hacia un lado, muy seguro de sí mismo.
La elegante y amplia habitación de la mansión pronto se vio saturada debido a la ingente cantidad de feromonas que padre e hijo liberaron a la vez. Los sirvientes y gángsters que se hallaban parados afuera de la habitación no pudieron evitar caer de rodillas, completamente indefensos al oler las feromonas dominantes tanto de Vlad como de Takemichi. La misma Nadja, quien también era una omega dominante, sólo pudo aguantar un minuto y luego cayó sentada sobre la butaca e inclinó su cuello hacia un lado por puro instinto, mostrando su glándula de olor en clara señal de sumisión.
Padre e hijo estaban parados uno frente al otro, con la espalda recta y la cabeza erguida. Los puños de ambos descansaban a sus costados y los ojos azules de ambos estaban muy serios, la única muestra de "debilidad" que podías notar en sus cuerpos eran unas diminutas gotas de sudor frío en sus frentes, aunque el sudor era más evidente en la frente de Vlad que en la de Takemichi. Nadja se sorprendió al notar cómo su esposo de repente mordió su labio inferior hasta hacerlo sangrar, claramente la presión que estaba soportando era impresionante y su rechazo a dejarse vencer por un niño era aún más impresionante.
Las feromonas de Vlad eran jodidamente atractivas y dominantes de forma natural, él olía a ron con cuero y una pizca de pimienta rosa. Takemichi por su lado poseía un aroma dulce, él literalmente olía a pasta de judías dulces que es el relleno tradicional que se usa para hacer por ejemplo el taiyaki, pero aún así era dominante a su manera y la cantidad de feromonas que podía generar era muy superior a la que Vladislav era capaz de conseguir. La única razón por la cual el gángster pudo resistir por tanto tiempo, fue porque justamente tenía más experiencia que el omega y además era un alfa dominante. Pero ninguna resistencia dura para siempre.
Es por eso que, luego de cinco minutos de una intensa lucha de feromonas, Vlad cayó de rodillas al suelo con un gruñido y Nadja aspiró una bocanada de aire anonadada, esa fue la primera vez en literalmente más de 40 años de matrimonio que ella veía a su esposo caer de rodillas al suelo. Vlad nunca perdió un duelo de feromonas hasta ese día, contra absolutamente nadie. No por nada era conocido como "el alfa definitivo", más allá de su inteligencia, belleza varonil o sus capacidades físicas, lo que realmente lo convirtió en un hombre tan temido en el submundo fue justamente su capacidad para romper la voluntad de otros dominantes simplemente usando sus feromonas.
Por esa razón, cada vez que Vlad se reunía en persona con otros gángsters siempre lo hacían con una pared de vidrio blindado que no permitía pasar las feromonas al otro lado y sólo permitía pasar el sonido de las voces. ¿De qué te sirve estar armado hasta los dientes si las feromonas de la otra persona podrían dejarte indefenso antes de siquiera dar el primer disparo? Pero ahora, Vlad estaba de rodillas en el suelo completamente derrotado en el campo que más se enorgullece por un mocoso omega de 22 años, que encima es su hijo más pequeño. Vladislav se puso rojo de la pura vergüenza que sintió, sin embargo en el fondo de su corazón no pudo evitar admitir que también sintió orgullo. Por fin uno de sus vástagos heredó su mayor talento y encima lo superó.
—¿Yo, defectuoso? —empezó a decir el omega mirando desde arriba a Vlad con desdén, como si el gran líder de la Bratva no fuese la gran cosa.—Tú, esa mujer que me dio a luz y cualquier otra persona que se atreva a llamarme así de nuevo en el futuro, les garantizo que sufrirán una gran humillación por mi parte. —sentenció el pelinegro y tanto Vlad como Nadja supieron que hablaba muy en serio. —No seré Takemichi Volkov, porque tú no mereces que yo lleve tu apellido. Tampoco seré por mucho tiempo Takemichi Hanagaki, porque esa perra tampoco merece que siga utilizando su apellido, ¡yo y mis futuros cachorros llevaremos el apellido Sano! ¡Soy Takemichi Sano!
...Continuará...
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