Nunca más
¡Hola! Disculpen, creo que es el capítulo que más tarde subo y de hecho es corto (pero intenso y sé que les va a encantar!) he estado con poco tiempo debido al período de exámenes. Pero aún así gracias, mil gracias por todo el apoyo que le han dado a mi fic este último tiempo. ¡Hemos logrado superar las 200 mil lecturas! Realmente los y las amo mucho! Y cada vez hacen más fanarts del fic, acá dejo los dos últimos que me mandaron (son del omega de Take) el omega de Take y Sanzu son personajes que al principio fueron odiados pero que ahora mismo son de los más amados jajaja, yo también los amo. De hecho son de mis favoritos :)
Por cierto, preguntan seria antes de iniciar (simple curiosidad) ¿quién está más loco? ¿Hanma o Sanzu (de mi historia)?
Y acá la dualidad entre Take Omega y Take:
De nuevo, mil gracias por los fanarts preciosos que hacen y, sin más, ¡a leer!
...
—Tú... tú... —el alfa tembló al saber que había sido engañado por Takemichi. Él sabía que la sola idea de pensar que podría sobrevivir a todo eso era inaudita, sin embargo se había aferrado de tal forma a esa última esperanza que, ahora que el omega se la había arrebatado por completo, simplemente estalló. —¡Maldito! ¡Te voy a matar!
Por supuesto, las "maldiciones" que el abusador gritó no se entendieron ya que carecía de lengua sin embargo todos entendieron que estaba enojado con el pelinegro, ya que se abalanzó imprudentemente sobre él con el mismo cuchillo que había usado para matar a su "amigo". El omega retrocedió dos pasos y Sanzu se adelantó con su filosa katana, desarmando fácilmente al alfa para luego proceder a apuñalarlo sin miramientos en el hombro e impulsándolo hacia el suelo; de manera tal que el abusador quedó acostado boca arriba con la hoja de la katana clavada en su hombro izquierdo. El beta se apoyó sobre el mango de su arma blanca para que le sea imposible al otro levantarse del suelo; el abusador por su parte gritó de dolor debido al apuñalamiento y fulminó con su mirada inyectada en sangre a Sanzu. No obstante, tembló horrorizado cuando vio los ojos turquesas del beta también inyectados en sangre devolverle la mirada. Sólo con ver esa horrible expresión, toda la rabia hacia Takemichi por parte del abusador fue reemplazada por el más genuino de los miedos.
—¿Cómo te atreves a intentar lastimar a la reina? —espetó con ganas de despellejar vivo al tipo que tenía debajo suyo. La única razón por la cual no lo apuñaló en un lugar más vital, es porque sabía que Takemichi deseaba darle el golpe final.
—Buen trabajo, Haru-kun. —dijo el pelinegro acercándose de nuevo a ese sujeto. Sólo cuando escuchó al omega felicitarlo una vez más, la rabiosa mirada de Sanzu se tranquilizó un poco. Ese era sin lugar a dudas el mejor día de toda su vida, ni siquiera su rey lo felicitó tanto antes. Definitivamente la reina era mucho más generoso que Mikey en el sentido de dar cumplidos, y eso motivó a Sanzu a hacer cada vez mejor las cosas que Takemichi le encomendara.
—No merezco los elogios de la reina. —respondió humildemente, aunque por dentro estaba gritando.
—Yo sostengo esto. —dijo el omega haciendo a un lado la mano de Sanzu, para sostener él mismo el mango de la katana. —Tú ve por ese palo de allí y tráemelo. —ordenó mirando un palo de acero inoxidable muy largo, con púas diminutas pero muy afiladas a lo largo de toda su superficie. El objeto de tortura se hallaba sobre la mesa quirúrgica y Sanzu sonrió complacido al saber lo que sucedería a continuación.
El abusador siguió con la mirada a Sanzu y tembló cuando lo vio coger ese horrible palo de tortura. Él no era estúpido, sabía muy bien lo que le harían e inevitablemente se orinó sobre sus pantalones debido al terror que sintió al imaginar la tortura que vendría. Al ver su reacción, el omega sonrió con saña y removió la hoja de la katana sobre el hombro del alfa, haciéndolo chillar de dolor al desgarrar aún más su carne. No obstante, a pesar de que el omega estaba muy satisfecho de ver sufrir a su abusador de repente arrugó su frente por un fuerte dolor de cabeza que sintió. Él sabía lo que eso significaba, era la parte humana de Takemichi queriendo recuperar el control de su propio cuerpo. El omega llevaba sintiendo esas punzadas en su cabeza hacía unos minutos atrás, no obstante las soportó porque no quería dejar salir Takemichi en un momento como ese y que viera tanta miseria humana frente a él.
—Sólo aguanta un poco más, Takemichi. —se dijo a sí mismo en un susurro, apretando su sien con la mano que tenía libre. Luego se recompuso y miró fríamente al tipo que tenía debajo suyo. —¿Por qué crees que los otros dos murieron rápido y a ti te dejé para el final? —al oír esa pregunta, el alfa miró con sus ojos muy abiertos e interrogantes al omega. —¿De verdad creíste que fue una coincidencia que tu cuchillo sí tuviera filo y el de tu amigo no? Por favor, sé que eres estúpido pero yo no lo soy. Si te dejé sobrevivir hasta este punto, es porque de entre los tres tú eres el peor de todos... ya que fuiste tú quien estuvo encima mío aquel día, los otros dos sólo me sujetaron.
Sanzu llegó rápidamente con el palo en mano y se lo dio a Takemichi, quien soltó el mango de la katana para proceder a sujetar aquel instumento de tortura. Tanto el omega como el beta tenían puestos guantes de látex manchados de sangre, así que no les importaba mancharse un poco más; por lo cual solo bastó un intercambio de miradas entre ambos para que Sanzu supiera lo que tenía que hacer. Sin más miramientos, el beta arrastró al alfa mutilado hasta la camilla en la cual antes había estado acostado y de nuevo lo ató allí para que no se removiera y dificultara la tortura que vendría. Una vez atado, el beta usó el filo de su katana para cortar las ropas del alfa y quitarle tanto sus pantalones como su ropa interior orinada, tirando las asquerosas prendas lejos de ellos.
—Antes de morir, vas experimentar lo que se siente que te metan algo por allí en contra de tu voluntad. —espetó el omega con una voz gélida, acercándose al aterrorizado alfa con el palo en mano.
La tortura no se hizo esperar, el palo efectivamente fue introduciendo lentamente dentro del ano del alfa quien a pesar de no tener lengua gritó de dolor. Las diminutas pero filosas púas rasgaron su paredes internas, produciendo rápidamente una hemorragia interna y lo peor es que el palo, al ser tan largo fácilmente desgarró órganos internos del sujeto. El alfa gritó y convulsionó, tanto se movió que la camilla casi se dio la vuelta pero Sanzu la sostuvo con fuerza para evitarlo con una gran sonrisa adornando su hermoso pero inquietante rostro. Por su parte, el omega no estaba sonriendo con satisfacción sino que estaba más serio que nunca y no pestañeó ni una sola vez mientras introducía aquel palo por el ano del alfa.
—En serio, no quisiera convertirme en su enemigo. —dijo Smiley sonriendo con una gotita de sudor frío sobre su sien, mientras observaba toda la tortura. No era que sintiera asco o miedo por lo que estaba viendo, después de todo él mismo había infringido en otras personas peores torturas que esa, pero lo realmente aterrador es que un omega novato le hiciera todo eso a otro ser humano sin siquiera pestañear.
—Más te vale ser más amable con él a partir de ahora. —le regañó Angry, mirando molesto a su hermano por haber molestado antes a alguien tan aterrador como el omega del jefe.
—Te por seguro que lo seré. —asintió entre risitas.
Los únicos que tenían el estómago como para ponerse a charlar en una situación así eran los gemelos, el resto permaneció en absoluto silencio. Koko se alejó hasta quedar apoyado sobre la puerta doble de hierro, porque sinceramente no le gustaba observar torturas y el olor tanto a sangre como a orina le producía asco. En cuanto a Hakkai, seguía mirando al techo e imaginando cómo sería su futura boda con Taka-chan. Mucho se hallaba apoyado sobre la pared en una esquina oscura de la habitación, mirando atentamente todo lo que pasaba a su alrededor y sobre todo a Takemichi. En cuanto a Inupi, su rostro se veía igual de inexpresivo que siempre pero una diminuta y casi imperceptible sonrisa adornaba su bello rostro; él estaba feliz de que el omega pudiera finalmente vengarse de sus abusadores. Y por último pero no menos importante; Mikey se encontraba en una gran encrucijada, pues por un lado estaba satisfecho de que el pelinegro finalmente pueda cobrar su venganza contra esos tres alfas... sin embargo también temía que esa tortura pueda afectar a la psiquis de Takemichi y sólo esperaba que "la parte consciente" del omega no despertara en medio de todo eso.
Pero entonces, como si el deseo de Mikey causara exactamente el efecto contrario, la cabeza del omega empezó a doler de tal manera que se vio obligado a soltar el palo que ya estaba prácticamente del todo introducido en el cuerpo de su abusador. El pelinegro se quitó los guantes de látex ensangrentados rápidamente, los tiró lejos y sólo entonces llevó sus temblorosas manos hacia su cabeza, retrocediendo varios pasos para luego dejarse caer en el suelo de rodillas. El cuerpo entero del omega empezó a temblar y a sudar frío; Sanzu se olvidó de seguir sosteniendo la maldita camilla y dio unos pasos hacia el omega completamente preocupado por su estado, los demás también se sorprendieron por el giro inesperado de los acontecimientos. Los únicos que fueron capaces de percibir el repentino cambio en las feromonas del omega fueron tanto Inupi como Mikey, quienes se preocuparon al pensar que la parte consciente de Takemichi pudiera emerger en medio de todo ese caos.
—¿Reina? —se atrevió a preguntar Sanzu después de permanecer todos en absoluto silencio durante unos diez segundos aproximadamente. El preocupado beta de pelo rosado dio dos pasos hacia Takemichi, quien seguía de rodillas en el suelo, con los ojos bien cerrados y las manos alrededor de su cabeza. —¿Está bien? ¿le duele algo?
Fue entonces cuando el omega finalmente abrió sus ojos, el color de los mismos había pasado de un intenso azul oscuro a uno más claro; Takemichi finalmente había recuperado el control de su cuerpo. Entonces el pelinegro bajó lentamente sus manos hasta dejarlas colgando a sus costados y asimismo se incorporó; una vez parado miró fijamente al sujeto empalado que tenía enfrente de él sollozando. A diferencia de aquella vez cuando su omega interior tomó el control de su cuerpo durante su primer celo, en ésta ocasión Takemichi fue completamente consciente de todo lo que pasó mientras estaba "dormido". Él lo vio todo, desde el incidente en el McDonald's con la insoportable señora Naoko, hasta la tortura de sus tres abusadores en el matadero... no se perdió de nada. Por supuesto, eso sólo significaba que su fusión con su omega interior estaba avanzando más rápido de lo que él mismo imaginó.
Sinceramente el pelinegro pensó que todas las crueldades que hizo su omega interior a la gente que una vez lo pisoteó le iban a producir asco y rechazo, sin embargo para su propia sorpresa ocurrió todo lo contrario. Por supuesto, la voz de su conciencia y la moral que le habían inculcado las monjas desde niño le hizo saber que eso estaba mal pero... toda su vida fue ridiculizado, vejado, abusado y obligado agachar la cabeza ante todos y pedir perdón cuando ni siquiera había hecho algo malo. Entonces, ¿qué tenía de malo que, por una vez en su vida, fuera él quien pisoteara a las personas que una vez lo rompieron? Y si quieren culpar a alguien de sus muertes, deberían culparse a ellos mismos por haber sido unos hijos de puta con él en el pasado. El omega de Takemichi le hizo entender que, si no das ejemplo con algunos, todos pensarán que eres una presa fácil que se deja pisotear por cualquiera y sinceramente... él ya estaba cansado de ser un llorón. Se acabó.
A pesar de todo lo que pensó, la realidad es que a diferencia de su omega interior, Takemichi no es un sádico que disfruta de torturar a la gente que una vez lo dañó. Así que sin más dilaciones, el pelinegro caminó hacia la ensangrentada mesa quirúrgica para agarrar el arma de fuego con la cual su omega le quitó la vida a aquel primer abusador, cuyo cadáver aún fresco seguía encima de una de las camillas. La pistola se sintió pesada en sus manos y, aunque gracias a los recuerdos de su omega sabía cómo usarla, la verdad es que tenía un miedo tremendo de dispararle a aquel alfa empalado que sollozaba encima de aquella camilla. Sí, su omega ya le arrebató la vida a otra persona usando su cuerpo y él lo había visto todo, pero no se sintió como si él lo hubiese hecho porque realmente no había tenido el control sobre su cuerpo en ese momento; no obstante ésta vez sí sería él mismo quien le iba a quitar la vida a alguien y eso lo llenó de pánico. Takemichi sonrió con autodesprecio al darse cuenta de lo cobarde que era a diferencia de su omega interior e incluso pensó en pedirle a Sanzu que lo hiciera por él.
Sin embargo, en el instante que abrió su boca para decírselo al beta recordó todas las pesadillas que tuvo gracias a aquel abuso y lo asqueado que se sintió de su propio cuerpo por mucho tiempo; de hecho, tanto rechazo sintió que cada vez que se bañaba arañaba su piel con una dura esponja vegetal como si quisiera arrancarse la piel, hasta que finalmente se quebraba y lloraba de forma patética en aquel pequeñísimo cuadrado que tenía como ducha en su viejo apartamento. Esa pesadilla duró meses, quizás años... simplemente perdió la cuenta y en algún punto aprendió a convivir con la idea de que las personas que lo habían tocado sin su consentimiento seguían libres por la sociedad, mientras él mismo sentía un rechazo constante hacia su propio cuerpo. Takemichi simplemente se resignó, como siempre.
"Nunca más" se prometió a sí mismo mientras sus ojos azul claro se llenaban de convicción.
Entonces el pelinegro intentó levantar aquella pistola para apuntar y disparar finalmente al alfa que abusó de él, no obstante las manos que sostenían el arma de fuego temblaban tanto que le era imposible apuntar al objetivo. En su desesperación, los ojos cristalinos de Takemichi se clavaron sobre un sorprendido Mikey, quien todavía no podía creer que el pelinegro haya recuperado el control sobre su cuerpo en medio de todo ese caos y al parecer se haya tomado las cosas demasiado bien. Es decir, lo normal sería que reaccionara gritando asustado al ver tanta sangre o huyera... claro, a menos que Takemichi haya sido consciente de todo lo que ocurrió mientras estaba "dormido". Esa idea causó un gran conflicto en Mikey, sin embargo no tuvo tiempo de pensar en ello porque la suplicante mirada del pelinegro se posó sobre él. El alfa sin necesidad de palabras supo que el omega lo necesitaba, así que caminó rápidamente hacia él hasta acortar la distancia que los separaba.
—Mikey-kun, por favor ayúdame. —susurró cuando tuvo al rubio lo suficientemente cerca.
El rubio analizó el tembloroso cuerpo del omega y se dio cuenta de que lo que más le temblaba eran las manos que sostenía aquella arma de fuego. Mikey se sintió aliviado al saber que el pelinegro requería de su ayuda, ya que antes se había sentido completamente relegado pues el omega interior de Takemichi era tan dominante y tan temerario que hizo prácticamente todo solo, como mucho ayudado de vez en cuando por el obsesionado de Sanzu. Pero Takemichi era diferente, él lo necesitaba y saber eso le hizo sentir algo cálido en el pecho. Entonces el alfa acarició suavemente la espalda del omega para que se calmara y eso francamente funcionó, ya que pelinegro se tranquilizó un poco.
—No necesitas hacerlo, lo haré yo por ti. —susurró el alfa cerca del oído de Takemichi, sin dejar de acariciar su espalda. La mano libre de Mikey se acercó a la pistola que el pelinegro sostenía entre sus manos, sin embargo cuando la tocó Takemichi la apartó de él y negó con la cabeza.
—No, esto es algo que tengo que hacer yo mismo. —sentenció más decidido que nunca el pelinegro mirando fijamente a los ojos de Mikey. —Es la única forma que las pesadillas que llevan persiguiéndome desde aquel día finalmente desaparezcan.
Mikey quiso decirle que cómo pretendía acabar con la vida de ese alfa si no paraba de temblar; no obstante cuando vio la determinación reflejada en los ojos llorosos de Takemichi supo que nada de lo que le dijera le haría cambiar de opinión. Entonces el rubio suspiró resignado y se colocó detrás del omega, prácticamente abrazándolo por la espalda y además colocó sus firmes manos encima de las temblorosas manos de Takemichi. Todos los presentes se sorprendieron por ver a su jefe actuar de forma tan tierna con un omega, ya que la mayoría de ellos pensaba que si bien la relación de su jefe con el omega era efectivamente real... se basaba 100% en el sexo, sin embargo al parecer iba más allá de eso.
Ajeno a la sorpresa de sus subordinados, lo que Mikey pretendía con eso era darle esa seguridad que al parecer le faltaba al pelinegro para arrebatarle la vida a su abusador. Lo curioso fue que de hecho esa estrategia por parte del alfa funcionó, ya que su apoyo sumado a la feromonas tranquilizadoras que liberó adrede lograron calmar al nervioso Takemichi; quien poco a poco dejó de temblar y levantó con más seguridad la pistola ayudado por Mikey para apuntar directamente al alfa. Lejos de sentir rabia o miedo, el sujeto empalado sintió felicidad al saber que su sufrimiento finalmente se acabaría y, en lugar de dedicarle a Takemichi una mirada cargada de odio como cualquier otro haría, el abusador simplemente cerró sus párpados justo antes de que una certera bala se introdujera directamente en el centro de su frente. El alfa murió prácticamente al instante y sólo entonces el pelinegro se permitió derrumbarse.
Takemichi empezó a llorar a todo pulmón y soltó el arma, la cual fue agarrada por el hábil Sanzu antes de que la misma cayera al suelo. El omega se derrumbó en el suelo pero en todo momento fue abrazado por detrás por Mikey, quien guardó silencio y simplemente liberó sus feromonas para calmar al tembloroso pelinegro. El rubio consoló al omega con caricias y éste se dio la vuelta para poder hundir su rostro en el cuello de Mikey e inhalar profundamente las feromonas del alfa. El llanto del omega se convirtió en sollozos y poco a poco fueron bajando su intensidad hasta volverse hipidos. Takemichi llenó de lágrimas e incluso mocos la ropa de Mikey, pero al mismo parecía no importarle y en ningún momento lo apartó.
—Tranquilo, ya pasó. Todo va a estar bien ahora. —susurró finalmente el alfa sobre el oído de Takemichi, quien luego de unos interminables minutos dejó de llorar y simplemente hipaba cada tanto.
—Yo solo... solo quería vengarme. —dijo entre hipidos. —Para que nunca más nadie me toque sin mi consentimiento.
—Nunca más, Takemitchy. —susurró el alfa sobre el cabello negro azabache del omega.
"Yo mismo me aseguraré de que nadie más que yo te toque nunca más" fue el posesivo pensamiento que pasó por la mente de Mikey, quien no dejó de arrullar a Takemichi quien poco a poco debido al cansancio y al shock emocional quedó dormido entre los fuertes brazos del rubio.
...Continuará...
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