Marca Cruel
¡Hola! Ha pasado mucho tiempo ¿verdad? ¿cómo han estado? Gracias por su paciencia y por seguir allí a pesar de todo. El pasado 1 de octubre se cumplió un año desde que publiqué esta historia hace exactamente un año. Dios, el tiempo pasó demasiado rápido y jamás esperé que Forced to be his omega tuviera el enorme apoyo y amor que tuvo por parte de todos ustedes, se los agradezco muchísimo!
Antes de empezar, quiero aclarar que lo que pasa en mi fic no necesariamente debe ir de la mano con lo que ocurra en el manga de Tokyo Revengers. Por eso esto es ficción, por ejemplo en mi historia Emma, Mikey y Shinichiro son todos medio hermanos (sí, sé que en el manga Shini y Mikey son hermanos de padre y madre pero aquí no) Sólo quería aclarar eso para evitar confusiones. En fin, nuevamente gracias y ahora sí, ¡a leer!
...
El silencio y la tensión en aquel pasillo de vitrales era casi palpable. Las lágrimas de Mikey se secaron y la expresión de debilidad que le mostró a Takemichi desapareció en menos de medio segundo. El alfa pelinegro colocó al omega detrás de él a modo de defensa y miró fijamente a Kakucho, quien ya no se ocultó más entre las sombras del pasillo contiguo. El alfa de ojos bicolor simplemente se paró en silencio a una distancia prudencial de la pareja y los miró a ambos con pesar, casi como si le doliera toda esa situación tanto como a ellos.
—¿Quién crees que eres para espiarnos y encima opinar sobre nuestra relación? —espetó Mikey con una vena sobresaliendo de su sien. Si no fuera porque Takemichi quería tanto a Kakucho, él definitivamente ya lo hubiera mandado a una mejor vida.
—Jefe, simplemente soy un viejo amigo de Takemichi y como tal no quiero verlo sufrir como vi sufrir a Izana. —sentenció Kakucho mirando firmemente a Mikey. Como de costumbre, al oír aquel nombre tabú el alfa liberó feromonas que transmitían lo enojado que se encontraba.
—¿Dices que ese bastardo sufrió...? —preguntó anonadado, parpadeando varias veces como si necesitara unos segundos para procesar la tontería que Kakucho acababa de decir. —¡Mi hermano, Waka y mi abuelo fueron las verdaderas víctimas de Izana! ¡¿cómo te atreves a cambiar así la historia?! —luego de gritar eso, Mikey dio dos pasos hacia adelante pero Takemichi rápidamente sujetó con ambas manos el antebrazo del alfa.
—¡Manjiro, detente por favor! —exclamó asustado, sabía que si Mikey se acercaba a Kakucho lo mataría a golpes. —¡Y tú, cállate y vete de aquí! Este no es un asunto que te incumba. —demandó Takemichi mirando a su viejo amigo con sus ojos azules destellantes de furia.
—Pero Takemichi... —susurró Kakucho dolido, esa era probablemente la primera vez que el omega lo miraba tan enojado. —Yo solo... me preocupo por ti.
—¿Sabes, imbécil? —empezó a hablar Mikey, usando su voz de alfa para intimidar a Kakucho y teniendo éxito en su intento, ya que el otro tembló. —Estamos buscando a un traidor dentro de la Toman y según yo, todo apunta a ti. —al oír eso, tanto Takemichi como Kakucho se estremecieron de miedo. —Si Mitsuya confirma que eres el traidor, estás muerto. Ni siquiera Takemitchy te podrá salvar. Estás advertido.
—Mikey-kun... —Takemichi trató de hablar pero fue silenciado por un reconfortante beso por parte de su alfa. Y una vez que separaron sus labios, el omega notó que los ojos negros del otro se suvizaron al mirarlo.
—Vamos a una habitación, Takemitchy. —pidió el alfa, acariciando la mejilla de Takemichi y sonriéndole con pesar. —Necesitamos hablar en privado, para que sepas la razón por la cual le he tenido recelo a los omegas por tantos años y el por qué temo tanto marcarte.
—De acuerdo, Mikey-kun. —asintió el omega con determinación y luego entrelazó firmemente sus dedos con los de su pareja.
Kakucho se quedó parado en aquel solitario pasillo de vitrales, viendo cómo el alfa y el omega se encaminaron juntos hacia una habitación vacía que poseía aquella enorme mansión rusa, con los dedos de sus manos entrelazados de una forma muy íntima. La pareja se encerró en una habitación para hablar y cuando los vio desaparecer de su campo de visión, el alfa bicolor dejó caer una silenciosa lágrima. Luego miró hacia un vitral en particular, el mismo representaba a una preciosa orquídea tan violeta como unos ojos que jamás olvidaría. Al recordar al único omega que amó, Kakucho no pudo evitar sonreír y dejar caer otra lágrima, para luego apoyar su frente sobre el frío vitral.
—Te extraño... —susurró contra el vitral. —¿Sabes? Fuiste egoísta hasta el último momento, Izana. —dijo con pesar. —¿Por qué tu último deseo fue que siguiera viviendo para proteger al patán de Mikey y a la pequeña Emma? Ellos ya están bien, tu hermana creció para convertirse en una exitosa empresaria, está casada con el hombre que ama y están esperando un bebé. Tendrá una gran y larga vida. —luego de decir eso, los ojos bicolor de Kakucho se centraron en la puerta de la habitación donde la pareja se había encerrado. —En cuanto a Mikey, él finalmente está superando sus traumas y encontró a un gran omega como pareja, ¿te acuerdas de Takemichi? él es genial, en serio. Si se comunican más, podrán ser una gran pareja y criar bien al cachorro que viene en camino. —al susurrar eso último, una lágrima más cayó.
"Cachorro... ¿cómo hubiese sido un cachorro de ambos? Uno que tuviera tus hermosos ojos violetas y mi simple cabello negro. O que tuviera mis simples ojos rojos y tu hermoso cabello plateado. Sería... perfecto. Pero no se pudo."
—Si solo... nunca hubieras conocido a Shinichiro, todo hubiese sido perfecto. —sentenció con la voz ronca; luego se apartó del frío vitral de orquídea, secó sus lágrimas y se alejó de aquel pasillo tan silenciosamente como había llegado.
"Pero los hubiera no sirven de nada. Lo que pasó, pasó." pensó Kakucho mientras salía hacia el enorme patio trasero de la mansión de los Volkov. "Si Emma y Mikey están bien, con sus respectivas parejas y sus cachorros, entonces ¿me dejarás ir, Izana? En algún lugar... ¿podré volver a verte?" siguió pensando el alfa y si alguien pudiera oír sus pensamientos, definitivamente se preocuparía.
...
Mientras tanto, en la habitación donde tanto Mikey como Takemichi habían ingresado juntos para hablar sobre el pasado del primero. Ambos se hallaban sentados sobre una cómoda cama de invitados y Mikey le estaba contando a su pareja sobre su pasado; aunque claro, para que el omega entendiera todo mucho mejor decidió comenzar por contarle la historia del primero de los Sano: Shinichiro, el mayor de los tres hermanos.
Shinichiro, Manjiro y Emma eran todos medio hermanos, nacidos de un mismo padre llamado Makoto Sano pero de distintas madres. Shinichiro Sano fue el primero en nacer, su madre era una mujer extremadamente devota a Makoto, con quien contrajo matrimonio por un acuerdo de los padres de ambos. Sin embargo, el amor de la joven omega jamás fue correspondido por su esposo, quien era conocido por ser todo un casanova en el barrio de Shibuya. Se le conocieron múltiples amantes y/o parejas sexuales, entre ellas las madres de Manjiro y Emma.
Makoto Sano fue un alfa dominante, el orgullo de su padre Mansaku Sano desde el momento en el que nació. El viejo Mansaku siempre deseó que su primogénito herede el dojo familiar que se encuentra en Shibuya, sin embargo a Makoto jamás le interesó aprender judo ni dedicarse a enseñar artes marciales a otras personas. Tampoco deseaba estudiar una carrera muy complicada ni esforzarse demasiado por nada, él creía que el haber nacido como un alfa dominante era mérito suficiente para poder tener un estilo de vida cómodo.
El viejo Mansaku siempre fue consciente de los defectos de su hijo Makoto, sin embargo al ser el único fruto que pudo tener con su difunta esposa a la cual tanto amó; le consiguió una omega con una buena posición económica a Makoto para que se casara con ella y pudiera tener la vida cómoda que tanto deseaba. Mansaku dio todo por su hijo, sin embargo Makoto lo decepcionó una y otra vez, arruinando varias vidas en el proceso.
Lejos de las expectativas del buen abuelo Sano, una vez que Makoto se casó con la adinerada omega en lugar de "enderezar" su vida, sólo empeoró más. Gastó rápidamente toda la fortuna de la mujer en vicios, mientras que la susodicha se encontraba embarazada en esos momentos del futuro Shinichiro. Una vez que el bebé nació, Makoto se preocupó al percatarse de que su primogénito era inusualmente débil y cuando el niño finalmente cumplió los cinco años e hizo el test para saber su subgénero, se decepcionó por completo al enterarse de que era un "alfa defectuoso". Claramente Makoto deseaba que su hijo fuese un alfa dominante como él; a partir de ese momento la relación ya fragmentada de Makoto y su mujer se rompió por completo.
"Se supone que eres mi esposa, mi omega ¿y ni siquiera eres capaz de darme un primogénito alfa? No estoy pidiendo un alfa dominante en el primer intento, pero al menos hubieras parido un niño que no sea defectuoso. No me culpes por buscar afuera lo que tú no puedes darme aquí. Quiero hijos que no sean defectuosos y sí o sí deseo un vástago que sea un alfa dominante. Y claramente tú no me podrás dar eso."
Esas fueron las crueles palabras que un pequeño Shinichiro escuchó detrás de una delgada pared, a la cual llegó guiado por la curiosidad que le provocaron los estridentes gritos de su madre en una de sus usuales discusiones con Makoto. Luego de eso, el alfa salió del dojo dando un portazo y la madre de Shinichiro nuevamente comenzó a llorar, a pesar de los vicios y las infidelidades de su esposo, era una mujer cegada por su obsesión la cual creía que si hubiera parido a un alfa dominante, entonces Makoto nuevamente la amaría. La desdichada omega le echó la culpa de su matrimonio fallido a Shinichiro, por haber nacido enfermo.
A partir de ese momento, Shinichiro sufrió la indiferencia de su padre y el desprecio de su madre por haber nacido como un "alfa defectuoso". Mansaku se culpó a sí mismo del sufrimiento de su querido nieto y debido a eso, prácticamente crió solo a Shinichiro alejándolo de sus dos tóxicos progenitores. El viejo artista marcial le enseñó todo lo que sabía sobre judo a su nieto, sin embargo al joven alfa jamás le interesaron las artes marciales y siempre que podía se escapaba de casa para pasar su tiempo libre con los pandilleros de Shibuya. Fue en aquel entonces que conoció a Wakasa y rápidamente se convirtieron en amigos.
Para Shinichiro, las pandillas, sus nuevos amigos y sobre todo Wakasa fueron un respiro de la horrible realidad que vivía en el dojo: una madre obsesiva-depresiva por su matrimonio fallido y un padre ludópata que pasaba más tiempo en casinos y prostíbulos que en su propia casa. Por años Shinichiro vivió así e incluso creó su propia pandilla durante su adolescencia junto con Wakasa: los Black Dragon. Fue también durante aquellos años que su madre murió solitariamente en su habitación, quizás falleció debido a la tristeza de saber que sus sentimientos jamás serían correspondidos por el hombre que tanto "amaba". Y aunque a Shinichiro le dolió la muerte de su madre, no le afectó tanto porque no tuvo contacto directo con ella por años.
Durante el funeral de la desdichada omega, Makoto llegó oliendo a alcohol, cigarros y perfume barato de mujer luego de haber estado ausente del dojo por años. El viejo Mansaku a esas alturas ya estaba completamente decepcionado de su hijo y lo había desheredado e incluso echado de la casa. Sin embargo, permitió que al menos su desastroso hijo se despidiera de la que alguna vez fue su esposa y eso fue lo que Makoto hizo. Shinichiro estuvo presente durante el funeral junto con varios de sus amigos de Black Dragon, incluido el propio Wakasa quien no paró de sostenerle fuertemente la mano en todo momento.
Luego de despedir a su "esposa", Makoto se acercó a su hijo Shinichiro a quien hacía años que no veía y frunció el ceño al verlo muy cerca de su amigo Wakasa, quien a pesar de poseer un carácter explosivo y una fuerza descomunal seguía siendo un omega. Shinichiro jamás olvidaría las últimas palabras que su progenitor le dijo aquel día en el funeral de su madre, fueron unas palabras tan crueles que hicieron que el amable Shinichiro (por primera vez) hiciera a un lado de su promesa de "no-golpear-gente".
"Tu madre era una omega obsesionada conmigo, ella muchas veces me rogó que la marcara pero yo fui inteligente y jamás le hice caso. Shinichiro, ¿sabes lo que hubiese pasado si yo la hubiera marcado? Después de que ella muriera, probablemente yo también moriría debido a la supuesta tristeza de perder a mi compañera de vida. En serio, ¡qué tontería es eso de la marca! Veo que eres muy cercano al omega ese que está a tu lado, te lo digo como padre y porque me preocupo por ti... puedes follárselo todo lo que quieras pero jamás lo marques de forma permanente. Porque si el día de mañana muere o le pasa algo, tú te irás con él. Ningún omega vale tanto, marcarlos es la acción más insensata que un alfa puede cometer y..."
Antes de que Makoto terminara de soltar todo su veneno, Shinichiro soltó la mano de un muy enojado Wakasa para levantarse del tatami y darle un puñetazo a su padre, luego de eso literalmente lo sacó a patadas del dojo y el abuelo Mansaku no hizo para detener al joven alfa. Estaba viejo y tan cansado de todo, tan dolido de haber tenido un hijo tan despreciable como Makoto. Al menos agradeció al cielo haber podido tener un nieto como Shinichiro, quien pese a nacer "defectuoso" era una buena persona y tenía valores firmes. Él definitivamente era el verdadero orgullo de Mansaku.
Esa fue la última vez que Shinichiro vio al que se suponía que era su "padre" pero que actuaba como cualquier cosa menos como uno. Unos meses después del funeral de su madre, quizás por la acción del bendito karma, Makoto Sano enfermó por cirrosis debido al consumo excesivo de alcohol y demás drogas ilegales, muriendo rápidamente debido a que se negó por completo a dejar sus vicios pese a su enfermedad. Nadie acudió al improvisado funeral que le organizó su padre, sólo Mansaku Sano acudió a despedir a su hijo porque pese a todo, seguía siendo el niño que su amada y difunta esposa dio a luz hacía tantos años. Después de eso, fue como si el vigoroso Mansaku envejeciera muchos años en poco tiempo.
Quizás en sus últimos momentos de vida, a Makoto se le despertó un poco de "humanidad" y antes de morir le escribió una pequeña nota a su padre Mansaku. En dicha nota estaba anotado algo que quizás era esperable pero a que a pesar de todo tomó por sorpresa tanto al abuelo Sano como al mismo Shinichiro, en la misma Makoto le comunicaba a su padre que tenía dos hijos más además de Shinichiro regados por Tokio: Emma y Manjiro, ambos de distintas madres. Además del alcohol y los cigarros, Makoto era adicto a dos cosas más: los juegos de máquinas tragamonedas típicos de los casinos y los prostíbulos. Y como no podía ser de otra forma, los dos medios hermanos de Shinichiro venían de madres que pertenecían a esos dos grandes vicios que poseía Makoto.
Emma era hija de Karen Kurokawa, una mujer extranjera tan o más ludópata que el mismo Makoto, completamente desinteresada por la crianza de sus hijos y adicta a apostar todo su escaso dinero en juegos de máquina tragamonedas. Por su parte, Manjiro era hijo de una mujer llamada Sakurako, una mujer muy pobre que tuvo que recurrir a la prostitución desde muy joven para poder sobrevivir. Ella de hecho tenía una historia de vida muy parecida a la madre biológica de Takemichi, Aiko Hanagaki, sólo que a diferencia de ésta última quien era extremadamente hermosa y ambiciosa, Sakurako no era tan increíblemente hermosa ni ambiciosa como Aiko, así que simplemente permaneció como una prostituta de "baja categoría" en el barrio rojo de Tokio.
Shinichiro y Mansaku ni siquiera necesitaron pensarlo dos veces, ni bien supieron de la existencia de esos dos niños salieron a buscarlos para traerlos al dojo Sano y criarlos como dos más de la familia. Shinichiro incluso usó sus contactos (los Black Dragon) para que facilitaran la búsqueda de sus dos hermanos. Al primero que encontraron fue a Mikey, quien vivía junto con su madre en un pequeño departamento en el barrio rojo de Tokio. Cuando Shinichiro vio a Mikey por primera vez, sintió un fuerte deseo por proteger al niño pequeño y desnutrido que encontró acurrucado en un rincón del pequeño departamento destartalado, asustado porque extraños entraron a su hogar en lugar de su mamá.
Cuando encontraron a Manjiro, el niño llevaba días solo en aquel departamento sin comer ni beber. Su madre había ido a trabajar (vender su cuerpo) pero nunca más volvió; Shinichiro luego se enteró gracias a la investigación que hicieron Wakasa y los demás miembros de los Black Dragon, que la madre de Manjiro había sido víctima de un asesino en serie que asesinaba mujeres prostitutas por un odio irracional que sentía hacia las féminas. Obviamente, matar mujeres prostitutas a quienes nadie extrañaría era mucho más sencillo que asesinar a chicas cuyas familias sí las buscarían si desaparecen. Los proxenetas ni siquiera se atrevieron a denunciar que sus trabajadoras sexuales desaparecieron a la policía, pues eso significaría aceptar que estaban prostituyendo a mujeres y la prostitución en Japón es ilegal.
El pequeño Manjiro fue rescatado y llevado al dojo Sano sin muchos contratiempos; se dejó convencer rápido cuando Shinichiro le ofreció un delicioso taiyaki como cebo y le prometió que si lo acompañaba, le daría más. Obviamente, el niño estaba traumatizado por el horrible estilo de vida que había estado llevando así que Mansaku no escatimó en gastos para contratar a un buen psicólogo para su nuevo nieto y fue así como poco a poco, con mucha terapia, Manjiro se fue abriendo con su nueva familia y aceptando la realidad de que su madre se había ido para siempre de su vida.
Fue el psicólogo que atendió a Manjiro quien les informó a la familia que el niño había sufrido de abusos sexuales durante su estadía en aquel pequeño piso en el barrio rojo. Al parecer, cuando Sakurako se iba a trabajar para ganar algo de dinero para subsistir, el propietario del viejo departamento que alquilaban ingresaba con una llave maestra al lugar y abusaba sexualmente del pequeño Mikey. Cada vez que Manjiro entre llantos le preguntaba "¿por qué?" el maldito hombre le respondía que su madre lo había vendido así que se callara y aguantara, o tanto él como ella serían echados a la calle.
Mikey jamás supo realmente si su madre lo vendió o no al hombre que les alquilaba el departamento (jamás se atrevió a confesarle a ella que era abusado, por vergüenza) pero independientemente de si era o no verdad, Manjiro poco a poco fue desarrollando un odio por su madre debido a toda las penurias que sufrió. Si su madre no fuera tan débil, si no fuera tan pobre y sobre todo si no fuese una desamparada omega, ellos podrían haber vivido en un lugar mejor y no serían abusados constantemente. Ese resentimiento en Manjiro sólo fue creciendo más y más con los abusos.
Es más, el día que fue rescatado por Shinichiro y Mansaku, ese definitivamente fue el día más feliz de toda su corta vida. Tanto su hermano mayor como su abuelo lucharon para que el tipo que abusó de él se pudriera en la cárcel y... en cuanto a su madre Sakurako, aunque Mikey lamentó saber que ella murió... en el fondo de su corazón lo agradeció, porque gracias a que ella ya no estaba en este mundo él pudo tener una segunda oportunidad de vida al mudarse con Shinichiro y Mansaku. Si su madre hubiera seguido con vida, quizás le ley obligaría a su abuelo y hermano a dejarlo seguir viviendo con su madre.
A partir del momento que Manjiro se mudó al dojo Sano comenzó una nueva vida, la terapia lo ayudó un montón a poder reinsertarse en la sociedad y el apoyo tanto de su hermano como de su abuelo fueron de vital importancia para que tuviera un crecimiento interno increíble. Mansaku lloró de felicidad al ver cómo Manjiro poseía un talento natural para las artes marciales y Shinichiro fue el hermano mayor más orgulloso cuando acompañó a Manjiro a hacerse el test de subgénero y ambos descubrieron que el niño es un alfa dominante. El deseo de Makoto Sano se hizo realidad con Manjiro, aunque por supuesto, él ya no estaba en el mundo en aquel entonces para saberlo.
A pesar de estar muy felices por encontrar a Manjiro, ni Shinichiro ni Mansaku se olvidaron de Emma. Nieto y abuelo e incluso todos los miembros de los Black Dragon siguieron buscando a la otra media hermana perdida de Shinichiro, sin embargo la niña era mucho más difícil de encontrar que Manjiro, debido a que la madre de la pequeña (Karen Kurokawa) era un mujer que iba de ciudad en ciudad, de casino en casino y vendiendo su cuerpo de vez en cuando por algo de dinero para seguir apostando. Debido a la vida tan... caótica que Karen tenía, tanto Shinichiro como Mansaku e incluso el mismo Wakasa temieron por el destino de la pobre niña llamada Emma.
Lamentablemente tardaron años en encontrar a Karen Kurokawa, no obstante cuando finalmente la encontraron apostando en un casino de Shibuya, ella les dijo que hacía años había decidido abandonar a sus dos hijos en un orfanato de Tokio; porque decidió que criar niños no era lo suyo y tomó la decisión de irse al extranjero a recorrer nuevos horizontes. Debido a eso, no habían podido encontrarla durante años porque ella ni siquiera estaba en el país, sólo hacía pocas semanas regresó a Tokio la vez que la encontraron. Después de confesarle eso a Shinichiro y Mansaku, Karen nuevamente desapareció para nunca más volver a pisar Japón.
Para aquel entonces, Shinichiro y Wakasa ya eran oficialmente una pareja, estaban comprometidos y hacía meses habían reservado un vuelo a Manila (el lugar favorito de Shinichiro). Wakasa le dijo a Shinichiro que cancelara el viaje para conocer a su hermana, sin embargo Mansaku les dijo que fueran a su viaje tranquilos y que él solo iría al orfanato a recoger a Emma. Les prometió que llevaría a la niña al dojo para que pueda conocer a Manjiro y que ya habría tiempo para que ellos puedan conocerla cuando vuelvan de su viaje a Manila.
A regañadientes, tanto Shinichiro como Wakasa hicieron caso al abuelo y partieron juntos en avión hacia Filipinas mientras Mansaku tomaba un taxi para ir al orfanato donde se hallaba Emma... y también Izana Kurokawa, el hermano adoptivo mayor de Emma e hijastro de Karen, hijo de uno de los esposos que tuvo dicha mujer. El abuelo Sano se sorprendió al descubrir que su nieta tenía un hermano mayor junto con ella y, a pesar de saber que ese niño no compartía sangre con su familia, no tuvo el corazón tan duro como para dejarlo en aquel orfanato y separarlo de su hermana, por lo cual decidió adoptarlos a ambos y llevarlos juntos al dojo Sano.
Emma e Izana se llevaron bien con Manjiro desde la primera vez que se conocieron en el dojo familiar. A pesar de que Emma y Manjiro eran mucho menores en edad que Izana, el adolescente casi adulto no tuvo problemas en adaptarse a su nuevo entorno y trató muy bien a Manjiro, quien para aquel entonces ya había conocido a Baji y hacía que todo el mundo lo llamara "Mikey", pues según él sonaba más internacional.
Por su parte, Shinichiro seguía en Manila en su "viaje de amor" junto con Wakasa, el viaje duraría aproximadamente dos meses, pues la pareja se quedó en la casa de un amigo en común que tenían, pero a pesar de eso Shinichiro se comunicó con su familia a través de emails y por teléfono. Shinichiro no se enojó para nada al saber que su abuelo había decidido adoptar a Izana también junto con Emma y lo recibió con los brazos abiertos, aunque Izana no había conocido en persona aún a Shinichiro, le cayó muy bien desde el inicio pues lo aceptó de inmediato como parte de la familia Sano.
En esos dos meses, Shinichiro marcó de forma permanente a Wakasa en su "viaje de amor" durante una noche de pasión en Manila, en la cual ambos se prometieron amor eterno e hicieron la promesa de casarse en un plazo no menor a dos años. Mientras tanto en Japón, a Izana le faltaba más bien poco para cumplir los 18 años y ya había formado la pandilla Tenjiku incluso antes de ser adoptado por la familia Sano. Izana salía todos los días del dojo, luego de ayudar por supuesto con los deberes del hogar, y se encontraba con los miembros de su pandilla entre los cuales se encontraba Kakucho. Una vez que Izana fue adoptado por los Sano, Kakucho decidió escapar del orfanato donde se crió con otros huérfanos (como Takemichi) para perseguir a su novio y unirse a Tenjiku.
Kakucho fue el primero en confesarle sus sentimientos a Izana (con la ayuda de Takemichi) e Izana simplemente lo aceptó, convirtiéndose desde entonces ambos oficialmente en novios. Quizás por obra del cruel destino, durante los mismos dos meses que Shinichiro decidió marcar permanentemente a Wakasa (y el mismo aceptó), Kakucho también tuvo la resolución de marcar permanentemente a Izana (y este también aceptó). Ambos alfas, a pesar de la clara diferencia de edad entre ellos, estaban convencidos de que deseaban pasar el resto de sus vidas al lado de sus respectivos omegas y éstos últimos también estaban convencidos de ese hecho.
Ese fue tal vez el comienzo del fin, o quizás comenzó antes, cuando el abuelo Sano decidió adoptar también a Izana en lugar de simplemente a Emma. El caso es que sin siquiera saberlo, desde el preciso momento en el que Shinichiro marcó a Wakasa y Kakucho marcó a Izana en una noche de pasión, ambas parejas pactaron sus trágicos destinos a la vez.
Nadie lo supo en esos momentos pero unos días después lo sabrían, cuando Shinichiro regresó feliz a Japón junto con su prometido Wakasa y finalmente conocieron tanto a Emma como a Izana. Desde el instante en el que Shinichiro e Izana cruzaron sus miradas lo supieran, ellos estaban destinados. Esa extraña conexión que en los cuentos de hadas siempre se menciona, ambos lo sintieron a pesar de estar enlazados con otras personas y lo sintieron tanto que dolió, los lobos internos tanto de Shinichiro como de Izana aullaron de tristeza al saber que habían encontrado a su pareja destinada pero ésta... ya estaba marcada por alguien más.
Ningún sentimiento es tan doloroso y desesperante como ese. Saber que encontraste un tesoro que por derecho te pertenece, pero no poder tocarlo porque alguien más lo reclamó antes que tú.
...Continuará...
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