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Golpe de realidad


¡Hola! Disculpen la hora, pero aquí vengo para dejarles un nuevo capítulo! Es corto pero ufff intenso y lo siguiente. Espero les guste! ¡Muchísimas gracias por sus comentarios y dibujos! Sí, me enviaron dibujos de los bebés maitake pero recién los compartiré cuando nazcan (falta nada omg) estaré contestando a sus comentarios ❤❤🥰🥰💕

...

Luego de que Aiko se desmayó, Takemichi finalmente dejó de liberar sus feromonas dominantes y entonces, un grávido silencio cayó sobre el salón de fiestas. Los invitados ya podían moverse y hablar libremente pero no se levantaron de inmediato ni se atrevieron a decir una sola palabra. No había que ser un genio para saber que una boda más de la Toman se había arruinado, ya hasta parecía costumbre.

Las verdades contadas por el omega había calado profundamente en las mentes de los invitados, a ese punto ya nadie desconfiaba de las palabras dichas por Takemichi y no podían creer que la respetada Aiko Mori fuera una ex prostituta VIP, que haya tenido un hijo antes de Makoto a quien dejó abandonado en Japón y que además su unión con Minato no fuera su primer matrimonio sino su segundo. Sin mencionar que toda la historia trágica sobre ser la única hija de una familia aristocrática caída en desgracia, fuera también falsa. Aiko les mintió en todo, absolutamente en todo. Eso sin duda sería un golpe fuertísimo para el partido político del cual Minato y Aiko eran portada.

—¡Papá! —la primera en reaccionar fue la novia, quien con las piernas y las manos temblorosas corrió hacia su padre.

Minato se encontraba arrodillado en el suelo, con su mano sana tratando de hacer presión sobre su mano rota para aminorar un poco el dolor. Sanzu le había dislocado la muñeca, por lo cual la mano del señor se había inflamado de una forma antinatural y el color morado que estaba adquiriendo era preocupante.

Yumi se arrodilló para quedar a la altura de su papá y, cuando trató de levantar la mano herida de su padre para intentar ayudarlo, se horrorizó al oír a Minato gritar de dolor. Su papá nunca gritó las veces que se lastimó, lo cual quería decir que esta vez realmente le dolía.

—¡Por favor, llamen a los paramédicos! —exclamó Yumi y sólo entonces los invitados reaccionaron, varios se levantaron con las piernas temblorosas y fueron a buscar ayuda.

Los miembros de la Tokyo Manji se miraron entre ellos preocupados. La boda de Yumi y Pah-chin se había arruinado, no obstante esa era la menor de sus preocupaciones, se suponía que esta boda representaba la unión de la organización criminal japonesa con el importante partido político estadounidense al cual Minato Mori representaba. Sin embargo, todo se había arruinado porque la jodida esposa de Minato resultó ser la madre biológica de Takemichi, ¿acaso el destino tenía como pasatiempo emparentar al omega con gente problemática?

—Hey, Taka-chan. —susurró Hakkai, observando el caótico panorama.

—¿Si, mi amor? —respondió Mitsuya, aún parpadeando incrédulo porque no podía creer todo lo que pasó. Realmente no se lo esperó y lamentó no haber investigado más sobre el pasado de Takemichi, porque de haberlo hecho, tal vez hubiera podido evitar todo ese desastre.

—¿Y si nos casamos en secreto? Sin que nadie se entere. —le susurró al oído.

—¿Qué? ¿por qué? —preguntó desconcertado. —Pensé que querías una gran fiesta al aire libre, con todo en tonos lilas y azul.

—Y eso es lo que quería... hasta hoy. —sentenció, preocupado. —¿No te das cuenta? Todas las bodas de la Toman se arruinan y la nuestra es la siguiente. No quiero que nuestra boda se estropee.

—Bueno... tienes un punto. —asintió, con una gotita de sudor en su frente. Siempre había sido una persona lógica, que no creía en las supersticiones pero las palabras de Hakkai tenían sentido. —¿Y si todos los ejecutivos de la Toman nos hacemos una limpia? Draken y Emma lo hicieron, hasta ahora todo les ha ido bien y además hoy no estuvieron aquí, evitando presenciar tal desastre.

—¡Buena idea! Tenemos que elegir un día e ir todos juntos al templo. —asintió Hakkai, muy convencido. —Sólo nos casaremos después de que un monje nos haga la limpia, ¿de acuerdo?

—Claro, amor.

Mientras Hakkai y Mitsuya hablaban sobre la limpia; a unos pocos metros de distancia se hallaban los dos alfas que prácticamente habían organizado la boda que acababa de arruinarse. Ambos vestían ropas lujosas en color rojo con ornamentos chinos, el pelinegro estaba temblando de coraje y el rubio trataba de contenerlo.

—Mis millones... —dijo Koko entre dientes temblando, sus manos estaban cerradas en puños a sus costados y sus ojos estaban enrojecidos. —¡Voy a matar a ese omega! ¡De nuevo me hizo perder dinero! —sentenció Koko, dando dos pasos para ir hacia Takemichi y decirle sus verdades a la cara.

—Hajime, cálmate. —exigió Inupi, deteniendo a su pareja por el brazo. —No digas ni hagas nada en caliente, luego hablaremos todos en privado y lo solucionaremos. Te lo prometo.

—Más vale que así sea. —exigió, apartando la mano de Inupi y cruzándose de brazos. Koko no estaba bromeando ni exagerando, realmente estaba enojado por cómo la boda que tanto planeó se arruinó. —Me importa una mierda que la esposa de Minato Mori sea la madre biológica de Takemichi, me niego a cancelar la fusión de mi empresa (la de Pah-chin) con los Mori. —sentenció e Inupi tragó grueso. Sabía que Koko estaba hablando en serio. —Ya perdimos mucho dinero gracias a que Takemichi insistió en devolverles la zona fronteriza a los Volkov para mantener una buena relación con ellos, me niego a perder más dinero por un capricho suyo.

—Pero gracias a que les devolvimos la zona fronteriza a los Volkov y a que Takemichi actuó como intermediario, establecimos un acuerdo de mutuo beneficios con la Bratva. —le recordó, tratando de defender las acciones de Takemichi. —Aunque ahora estemos sufriendo pérdidas debido a que perdimos la zona fronteriza en Rusia, gracias a ese acuerdo obtendremos muchas ganancias futuras.

—¡Futuras, Inupi! No presentes. —le respondió Koko, con el ceño fruncido. —Ahora mismo no me interesa el futuro, mañana podemos estar muertos teniendo en cuenta el estilo de vida que llevamos. Lo que quiero son ganancias palpables y la realidad es que estamos en números rojos por su culpa. No voy a permitir que le vuelvan a dejar hacer lo que quiera y que este acuerdo lucrativo con los Mori se arruine por él, ¡no será Takemichi quien afrontará las pérdidas, seremos tú y yo! —gritó enojado, llamando la atención de varios invitados al alzar el tono de voz. —Me largo, porque si me quedo mataré a alguien. —decidió por lo bajo, pasando por al lado de Inupi sin siquiera despedirlo. Koko simplemente se fue del hotel sin mirar atrás.

—Maldita sea... —susurró Inupi, agarrando el puente de su nariz y negando con la cabeza.

El rubio sabía que él tendría que hacerse cargo de todo, de despedir a los invitados con cordialidad y darles unas disculpas improvisadas. Koko realmente fue egoísta al dejarlo solo pero Inupi lo entendió, porque el pelinegro no era de los que hacía ese tipo de cosas, lo cual quería decir que realmente estaba sobrecargado y demasiado enojado por todas las pérdidas que últimamente habían tenido que afrontar. El ceder territorios a la Bratva, la progresiva pero complicada fusión del Valhalla que Tetta Kisaki dejó al morir y la actual fusión de la empresa de Pah-chin con los Mori, eran muchos gastos y tanto él como Koko estaban sobrepasados.

Una vez que los paramédicos llegaron al salón de fiestas del hotel y se llevaron tanto a la inconsciente Aiko como al herido Minato; los invitados empezaron a cuchichear entre ellos e Inupi preparó mentalmente el discurso que diría para despedirlos a todos. Una vez que los invitados se fueran del salón, Inupi hablaría personalmente con los novios para tratar de solucionar todo. Obviamente, tanto él como Mikey les darían unas sinceras disculpas por haber arruinado su boda, más aún teniendo en cuenta que más allá de una boda por negocios también era una unión por amor, ya que los novios realmente se aman.

Sin embargo, mientras Inupi pensaba y pensaba en qué les diría tanto a los invitados como a los novios, jamás esperó que sería la propia Yumi quien se acercaría a Takemichi o mejor dicho, al omega interior del mismo. La novia simplemente se concentró en atender la mano herida de su padre mientras estaba en el suelo pero, una vez que los paramédicos se lo llevaron para tratarlo, la beta se acercó hacia el omega. El semblante de la joven no era nada bonito, realmente se la notaba enojada.

—¿Y tú qué? —preguntó el omega con confusión, una vez que tuvo a Yumi parada frente a él. —¿A quién miras tan enojad...?

Sin embargo, el omega no pudo terminar su pregunta porque Yumi lo abofeteó. No fue una bofetada fuerte pero debido a que la beta tenía una mano pesada, el impacto le volteó la cara al omega y rápidamente la mejilla se tornó rojiza. Todos los invitados jadearon sorprendidos y Sanzu abrió sus ojos horrorizado, realmente no se esperó que Yumi le diera una bofetada a su reina.

—No tengo problemas con que hayas humillado a mi madrastra, yo también odio a esa mujer. —dijo Yumi en voz baja, para que sólo Takemichi pudiera oírla. —Pero, ¿por qué metiste a mi papá en todo esto? ¿por qué fuiste tan lejos como para ordenar que le rompan la mano? —le reclamó con sus ojos enrojecidos, todo su cuerpo estaba temblando de la ira. —¡Lastimaste a mi papá y arruinaste mi boda! ¿cómo no voy a estar enojada contigo? Además...

Yumi no pudo terminar la frase porque Takemichi le dio una bofetada que la hizo voltear el rostro. La beta abrió sus ojos sorprendida y cubrió su mejilla dañada con la palma de su mano. Los invitados nuevamente jadearon sorprendidos y Sanzu vitoreó a su reina por contraatacar, él ya había pensando en ir a por su katana pero como siempre, su reina demostró que sabía defenderse solo. Pah-chin no pudo soportarlo más y decidió acercarse a ellos, no iba a permitir que todo siguiera yéndose a la mierda.

—Tú, mocosa insensata ¿cómo te atreves a tocarme el rostro? —espetó el omega con una vena sobresaliendo de su sien; sin miramientos agarró un puñado del cabello de Yumi y la acercó bruscamente para hablarle en la cara. —Si tu papá lloriquea porque le dislocaron la muñeca, tendrá que replantearse el hacer un trato con la Toman. Te recuerdo que somos una mafia, querida. —al oír esa amenaza, la novia se estremeció y se preguntó cómo alguien podía cambiar tan bruscamente su personalidad.

Ella no conocía muy bien Takemichi pero, durante el corto tiempo que lo conoció, pensó que era un omega amable, humilde, cálido y fácil de tratar. El omega que tenía frente a ella en esos momentos era la encarnación de Narciso, arrogante, malhablado, amenazante y frío. Pah-chin jamás le habló a Yumi sobre el omega interior de Takemichi, así que la novia realmente pensó que el pelinegro tenía una trastorno de identidad disociativo o algo por el estilo.

—Suéltala, ahora. —sentenció Pah-chin, colocando su mano encima de la de Takemichi, con la cual sujetaba el cabello de Yumi. —Chico, en estos momentos tengo unas ganas tremendas de matarte por arruinar mi boda... o al menos de darte unos buenos golpes. —le reveló el alfa por lo bajo, conteniendo sus feromonas que denotaban la ira que sentía. —Pero no lo haré, porque eres la pareja del jefe, porque eres un omega y además estás embarazado.

—¿Dices que no me pegas porque soy un omega embarazado? Ja, no me hagas reír. —se bufó el pelinegro, soltando el cabello de Yumi quien retrocedió un paso. —No te atreves a levantarme la mano porque sabes la que te caerá encima si lo haces, empezando porque Haru-kun te cortará el brazo si me tocas. Aprende tu lugar, por favor.

—Tú... —espetó Pah-chin, con varias venas marcándose en su frente. El alfa estaba rojo, temblando de rabia y además sus feromonas denotaban su enojo.

—Pah-chin, por favor basta. —dijo Mikey, metiéndose por primera en la conversación. —Pido disculpas por haber arruinado su boda, mañana hablaremos mejor en casa de Koko y lo solucionaremos todo. Se los prometo, a ambos. —dijo el alfa, haciendo una reverencia de disculpa ante los novios. Esa simple acción tranquilizó a Pah-chin y a Yumi. —Yo mismo cubriré todos los gastos de la boda con mi dinero, sin tocar nada de los fondos de la Toman.

—Alfa... —susurró el omega sorprendido, al ver a su pareja hacer una reverencia ante los novios.

—Omega, tú también pídeles disculpas. —exigió Mikey, mirando muy serio al pelinegro.

—¿Estás loco? ¿por qué pediría disculpas si no hice nada malo? —le respondió con el ceño fruncido. —¿Fue un error que me vengara?

—El error no fue llevar a cabo tu venganza, el error fue el momento que elegiste para hacerlo.

—Este es el mejor maldito momento, ¿cuándo más sino ahora podría haber reunido a todos los miembros de la alta sociedad para que vieran la verdadera cara de Aiko? —le respondió molesto, sin dar su brazo a torcer. —Sí, podría dejar que la boda se desarrollara sin problemas y mañana haberla encarado para decirle todas sus verdades en un lugar apartado. Sin embargo, eso no la hubiera dañado tanto como haberlo hecho hoy y ahora, frente a todas estas personas que la admiraban.

—¿Y por qué tuviste que meter a mi padre en todo esto? ¿por qué lo heriste? —dijo Yumi, aún molesta.

—Oh por favor querida, tu padre no es ninguna blanca paloma. Él seguramente sabía todo lo que yo hoy conté, que se haga el tonto es otro asunto. —le respondió con sus ojos en blanco. —En cuanto a romperle la mano, quizás me excedí un poco pero él comenzó al tratar de callarme usando su voz de mando. A mi nadie me calla. —sentenció cruzado de brazos y con su barbilla en alto.

—¿Tanto te cuesta pedir disculpas por haber arruinado un día tan importante para nosotros? —dijo Pah-chin, negando con la cabeza.

—¿Por qué todos ustedes están tan empeñados en dejarme a mí como el malo? —espetó el omega, haciendo rechinar sus dientes. —Si pido disculpas, estaría reconociendo que me equivoqué y repito, yo no hice nada malo. Los únicos malos son tu padre y la bruja de mi madre. —sentenció, mirando fijamente a una decepcionada Yumi.

—Ya tuve suficiente. —dijo Mikey, girando sobre sus pies sin siquiera mirar a Takemichi y caminó hacia Inupi. —Por favor, despide a los invitados y prepara todo para que mañana hagamos una reunión de emergencia en tu casa. Estaremos nosotros y los Mori.

—Yo también participaré de esa reunión, ¿verdad? —dijo el omega, acercándose tanto a Mikey como a Inupi.

—No. —espetó el alfa.

—¿Cómo que no? Es un tema que me compete, alfa.

Basta, omega. —sentenció Mikey usando su voz de mando, debido a la marca que los unía Takemichi se estremeció y enseñó el cuello, con sumisión. —¿Verdad que no se siente bonito que usen la voz en ti? Tú la usaste sobre mí hace un rato, me obligaste a arrodillarme y me sentí terriblemente mal. Sólo te estoy devolviendo un poquito de esa humillación, Takemichi.

—Alfa... —susurró el pelinegro, mirando a Mikey como si lo hubiera traicionado y con sus ojos azul oscuro humedecidos por las lágrimas. Mikey ni siquiera lo llamó "Takemitchy", eso significaba que estaba enojado.

—Haruchiyo, llévate a Takemichi al penthouse. Ahora. —ordenó Mikey a Sanzu, quien asintió sin rechistar.

—Alfa, por favor no... —susurró el pelinegro, tratando de agarrar la manga del traje negro de su pareja. Sin embargo, Mikey apartó su mano sin delicadeza.

—Me quedaré aquí para solucionar este desastre y tú volverás a casa a descansar, recuerda que estás embarazado. —dijo con una voz monótona, casi robótica. —Cuando vuelva, vamos a replantearnos nuestra relación y... quiero dejarte algo en claro, omega.

—¿Qué cosa? —respondió casi en un susurro. Sanzu ya estaba detrás de Takemichi para escoltarlo fuera del hotel.

—Te he dado muchísimas libertades en estos meses... las cuales al parecer han creado una idea equivocada en tu cabeza. —empezó a decirle en voz muy baja, para que sólo Takemichi y a lo mucho Sanzu lo oyera. —Pero hoy es un buen día para recordarte que tú no eres el líder de la Tokyo Manji. El líder soy yo, tú eres solamente mi pareja.

...Continuará... 

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