Encuentro Desafortunado
¡Hola! Este es mi primer fanfic MaiTake (Mikey x Takemichi) esta va a ser la principal pareja, aunque se mencionarán parejas secundarias. Espero que les guste esta historia. Es temática omegaverse es decir que en el futuro podrá haber mpreg (embarazo masculino) están advertidas. Además habrá violencia también y tratará sobre mafias y gánsgters. Así que si no les gusta eso, abstenganse de leerlo por favor y si les gusta como a mi ¡disfrútenlo!
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Hanagaki Takemichi no había tenido una vida fácil, siendo huérfano desde su nacimiento y para colmo un omega defectuoso. El saber que fue abandonado siendo apenas un bebé por sus propios padres con solo una nota que decía cuál era su nombre a las puertas del orfanato le dolió; sin embargo, a pesar de todo él confió en las palabras que las monjas que lo criaron le dijeron desde muy pequeño “No te preocupes Takemichi, eres muy dulce y tus ojos azules resaltan así que de seguro una pareja te adoptará pronto” pero eso… nunca pasó.
Esta sociedad se divide en alfas, betas y omegas; uno no podía saber a qué categoría pertenecía un bebé desde su nacimiento sino hasta que el niño cumpliera los cinco años. Obviamente los más privilegiados eran los escasos alfas, los betas eran los más comunes y los omegas, aunque también eran pocos como los alfas la tenían mucho más difícil porque bastante gente aún los veía como incubadoras andantes, pero por suerte ya en pleno siglo XXI las leyes protegían sus derechos más que antes. Es debido a eso que la mayoría de las parejas que deseaban adoptar no lo hacían sino hasta después de que los huérfanos cumplieran sus cinco años para saber a qué categoría pertenecían.
El día que le hicieron la prueba de sangre para saber qué era, el pequeño obviamente como todos deseó ser alfa pero tampoco le molestó la idea de ser beta, lo único que no quería era ser omega porque todos los demás niños decían que los omegas la tenían difícil en la vida. Y como él desde su nacimiento fue maldito con mala suerte, resultó ser justamente eso y para colmo, con el paso de los años se dio cuenta de un detalle: era un omega defectuoso. Sus feromonas eran tan tenues que no las podrías oler a no ser que estuvieras pegado a la glándula de olor que tenía en su cuello, sus celos eran inexistentes e incluso el doctor que lo atendió le dijo que muy probablemente fuera infértil. Debido a todo eso, aunque en la tarjeta de identificación de Hanagaki Takemichi se leyera claramente “omega” él podía pasar perfectamente como un beta, aunque con la debilidad típica de los de su categoría real pues no tenía mucha fuerza física, pero sí una gran resistencia y terquedad. Debido a todos sus supuestos defectos ninguna pareja quiso adoptar a un niño omega tan “problemático” y así Takemichi pasó toda su vida dentro del orfanato con las monjas, cuidando de los demás huérfanos hasta que cumplió la mayoría de edad y tuvo que irse.
A pesar de sus defectos fisiológicos y de que nunca pudo tener una familia convencional, el pelinegro era optimista con respecto a la vida o al menos lo intentaba. Vivía en un pequeño departamento en un viejo complejo de edificios, trabajaba de lunes a jueves en una tienda de DVD cuya gerente antipática aprovechaba cada oportunidad para desquitar sus frustraciones regañándolo y de viernes a domingo trabajaba lavando los trastes en el restaurante de su mejor amiga. A pesar de que su vida era monótona, aburrida y sin chispa; Takemichi se esforzaba día a día para poder sobrevivir y disfrutar del poco tiempo libre que tenía, el cual lo aprovechaba para visitar el viejo orfanato donde se había criado y llevarles bocadillos tanto a los niños como a las monjas que lo habían criado. Además, también solía juntarse con sus amigos Atsushi Sendo alias “Akkun”, Takuya Yamamoto, Makoto Suzuki y Kazushi Yamagishi, todos ellos al igual que él fueron huérfanos del orfanato no obstante a diferencia de él sí fueron adoptados. A pesar de eso todos siguieron manteniendo el contacto con el correr de los años y cuando tenían un tiempo libre se juntaban para comer ramen, reírse un rato y hablar de los viejos tiempos. No era una vida glamurosa, pero era la vida de Takemichi y a él le gustaba.
—¡Feliz cumpleaños, Takemichi! —exclamó Tachibana Hinata, su mejor amiga con una gran sonrisa adornando su bello rostro. —Disculpa el pastel, sé que es muy pequeño pero como apenas ayer terminé mis exámenes no tuve mucho tiempo para prepararlo.
—¡No digas eso, Hina-chan! Está perfecto y lo más importante es que está hecho por ti. Muchas gracias. —dijo mientras se rascaba la cabeza avergonzado, ambos estaban sentados en una de las mesas que tenía el restaurante que manejaba la madre de Hinata. Era un viernes tarde por la noche y ya no había clientes pues ambos habían esperado hasta que sea la hora del cierre del local para poder sentarse, poner el pequeño pastel de chocolate en una mesa y celebrar los 22 años de Takemichi.
—¡Ahora ya eres todo un adulto! Deberíamos ir a un bar y beber mucho alcohol para celebrarlo. —exclamó la chica entre risas, contagiando su alegría al pelinegro quien veía el humo de la pequeña vela que acababa de soplar disipándose en el aire.
—Pero Hina-chan, yo ya soy un adulto hace un par de años atrás. —contestó divertido y justo en ese momento, su viejo celular vibró en el bolsillo de la sudadera roja que llevaba puesta ese día. Enseguida sacó su móvil y al ver el mensaje en la pantalla sonrió feliz.
—¿Por qué esa sonrisa? ¿es tu novia? —bromeó y se carcajeó cuando vio cómo su amigo se sonrojó de inmediato.
—¡Claro que no, sabes que no tengo novia! Es Akkun, dice que me está esperando junto con los demás en un bar de Shibuya y que como es mi cumpleaños, ellos invitan.
—¡Oh genial, yo también quiero ir! —exclamó levantándose de la silla para sorpresa del pelinegro. —Iré a mi habitación a cambiarme de ropa y ponerme algo de maquillaje, mientras tanto tú puedes comer el pastel que te preparé ¿de acuerdo? No importa si no te lo terminas, ya que podemos dejarlo en el refrigerador y lo comes mañana. Bueno, regreso enseguida.
Takemichi abrió la boca pero no llegó a decir nada, pues su amiga corrió al segundo piso del local que era básicamente la casa familiar mientras que el primer piso funcionaba como restaurante. El omega suspiró derrotado no obstante, una cálida sonrisa adornó su rostro mientras clavaba un tenedor en el jugoso pastel y luego procedía a darle un gran bocado, gimiendo gustoso pues sabía tan bien como cada año.
Uno de los momentos más felices de la vida de Takemichi definitivamente eran sus cumpleaños, pues siempre los pasaba con sus amigos y Hina le preparaba un riquísimo pastel de chocolate. Mientras masticaba, el pelinegro vio embelesado las escaleras por donde la castaña había desaparecido y a pesar del dulzor del pastel sintió una amarga sensación oprimiendo su pecho. Tachibana Hinata era una omega a la que conocía desde sus días en el orfanato, aunque a diferencia de él mismo, de Akkun y de sus demás amigos también huérfanos la realidad de Hina era muy diferente. Ella sí tenía padres que la querían, pero cuando ella tenía tres años tuvieron un accidente automovilístico y su papá murió, tanto ella como su madre sobrevivieron sin embargo como su mamá hasta entonces había sido ama de casa y no tenía ingresos para mantenerla, así que la dejó durante unos cuantos años en el orfanato, a pesar de eso siempre la iba a visitar y le prometía que volvería por ella. Y así lo hizo, la mamá de Hinata trabajó duro para abrir su propio restaurante e incluso se volvió a enamorar y tuvo otro hijo con un buen hombre que conoció. Una vez que su vida se estabilizó, la mamá de Hinata volvió a por ella de la mano de su nuevo hermanito Naoto y se la llevó de vuelta a casa.
Takemichi se enamoró profundamente de la omega que pasó con él gran parte de su niñez en el orfanato; sin embargo, Hinata siempre lo vio como un hermano y además ¿cómo una omega tan perfecta como ella se enamoraría de un omega defectuoso como él? Imposible. El pelinegro poco a poco se resignó a la idea de tener un romance con ella, pero le dolió mucho cuando la castaña un día se sinceró con él y le contó lo muy enamorada que estaba de otra chica beta llamada Emma. Esa muchacha también era huérfana y pasó muchos años dentro del orfanato con ellos, aunque Takemichi nunca fue muy cercano a esa beta Hinata sí se volvió muy cercana a ella, tanto de hecho que prácticamente se volvieron mejores amigas inseparables. No obstante, el omega jamás se imaginó que la castaña albergara tales sentimientos hacia aquella beta rubia y seguiría sin saberlo si Hinata no se lo hubiera confesado aquel día que se emborrachó en su cumpleaños número 20. La verdad es que Emma salió antes del orfanato que Hinata, pues según se sabe un abuelo suyo vino a recogerla y lo único que Takemichi recuerda de ese día es que Hinata lloró más que nunca en toda su vida, él hizo todo lo posible por consolarla pero nada la calmó. Al poco tiempo después de eso, la mamá de Hinata se la llevó de nuevo a su hogar y entonces la castaña volvió a establecer contacto con Emma. Según lo que Hina le había contado, ambas siguieron siendo amigas durante muchos años pero la castaña jamás se atrevió a confesarse por temor a ser rechazada y que Emma se alejara.
—Qué triángulo amoroso más trágico. —susurró Takemichi mientras le daba la última mordida a su pequeño pastel de chocolate. —¿O mejor debería llamarlo cuarteto? —susurró mientras entrecerraba su ojos azules, recordando las palabras que Hinata le había dicho entre lágrimas de frustración el día de su cumpleaños, cuando por culpa del alcohol ella le confesó todo al pelinegro sobre sus sentimientos no correspondidos por esa tal Emma.
Esa noche hace dos años en aquel bar de Roppongi, Hinata le confesó a Takemichi sus sentimientos por Emma y también le reveló que días atrás ella se había armado de coraje para confesarle su amor a su amiga pero fue tristemente rechazada, pues la beta le dijo que aunque valoraba mucho sus sentimientos no podía aceptarla porque ya alguien más que ocupaba su corazón. Era irónico, Takemichi estaba enamorado de Hinata, ella a su vez estaba enamorada de Emma pero esa beta gustaba de otro sujeto cuyo nombre no recordaba pero lo que sí se acordaba era del odio en los ojos cafés de Hinata, Takemichi conocía a su amiga desde niños y nunca vio tanta ira reflejada en su mirada. Jamás olvidaría lo que ella le dijo esa noche apretando los dientes debido al odio que sentía: “no me importa que Emma-chan me rechace por otro hombre, pero al menos me gustaría que ese tipo no fuera un maldito criminal que la arrastrará a la oscuridad”
—Qué mal gusto tiene esa tal Emma. Yo jamás me enamoraría de un criminal y mucho menos lo elegiría por encima de Hina-chan.
—¿Qué tanto murmuras, Takemichi?
El pelinegro saltó de su silla al oír la voz de la castaña, quien acababa de bajar de las escaleras y lo veía como un bicho raro, inclinando su cabeza hacia un lado. Ella vestía un vestido de tirantes color blanco que le llegaba hasta por encima de las rodillas, un par de tacones negros no tan llamativos pero que le sumaban centímetros a su baja estatura, maquillaje ligero muy fresco y su largo cabello se encontraba atado por una cola de caballo. Se veía sencilla pero increíblemente bonita. Takemichi sonrió avergonzado mientras recogía el plato con migajas de pastel para llevarlo al fregadero.
—Estaba hablando conmigo mismo, no me hagas caso. —le restó importancia y Hinata frunció el ceño más enseguida se encogió de hombros, dejándolo pasar.
—Bien, llamaré a un taxi.
—¡Ok! —exclamó el omega mientras lavaba el plato en el fregadero con una sonrisa, dejando de pensar en los recuerdos de hace dos años. Eso ya pasó, ese día era su cumpleaños 22 e iba a pasarla bien con sus amigos en el bar, sin ninguna Emma ni nada problemático arruinándolo de nuevo.
Pero Takemichi olvidó que su apodo en el orfanato era “Takemichi, el yetudo*” y que la mala suerte lo perseguía desde el momento en el nació. Así que ni bien él y Hina-chan llegaron al bar en Shibuya para juntarse con el resto de sus amigos, vieron un tanto lejos de su mesa en la zona más elevada VIP a un grupo de personas que parecían un poco sospechosas, más bien tenían pintas de ser yakuzas. Takemichi tragó grueso al ver los tatuajes en los brazos de esas personas y decidió tomar del brazo a Hinata, llevándola rápidamente hacia el lugar donde los estaban esperando Akkun y el resto.
—¡Feliz cumpleaños, llorón! — exclamaron sus amigos betas abrazando efusivamente a Takemichi y aprovechando también para darle un coscorrón en la cabeza entre risas.
El pelinegro se rio divertido por las tonterías de los chicos y todos fueron juntos a la barra para elegir las bebidas alcohólicas que querían tomar. Ni bien Takemichi vio los presos de las bebidas en el menú tragó grueso, tenía suerte de que ese día todo corría por cuenta de sus amigos como un regalo por su cumpleaños, porque de lo contrario no podría pagar ni la entrada a ese lugar exclusivo ya que todo era muy caro; el omega también notó la cantidad de gente adinerada que había en aquel bar-discoteca, en cómo arrojaban dinero como si fuera agua y se imaginó cuánto dinero ganaría quien sea el dueño de ese lugar, seguro que sería muchísimo. El lugar donde estaban era el bar más popular de Shibuya y esa era quizás la tercera vez que Takemichi iba allí (siempre en sus cumpleaños y pagado por sus amigos, porque #pobreza) pero seguía sorprendiéndose la buena calidad de la música, la buena ventilación, lo limpio que era todo, lo deliciosas que eran las bebidas, la elegancia del sitio y por supuesto de lo caro que todo.
—Elige lo que quieras Takemichi y no te preocupes por el precio, hombre. —dijo el pelirrojo para tranquilizarlo. El omega le sonrió a su amigo beta y asintió.
—De acuerdo, Akkun. Entonces, elijo esta.
Todos eligieron una bebida alcohólica de su gusto y procedieron a sentarse nuevamente en la mesa que habían reservado para ellos. Poco a poco el alcohol ingerido empezó a hacer mella en el grupo de amigos, haciendo que se desinhibieran y hablaran del pasado e incluso de qué habían hecho durante el último par de semanas; Makoto nuevamente repitió que se había enamorado de una belleza que obviamente no le daba ni las gracias y todos rodaron los ojos entre carcajadas. Yamagishi y Makoto fueron los primeros que se animaron a levantarse de sus asientos e ir a intentar probar suerte y ligar en la discoteca. Hinata, Takemichi, Akkun y Takuya prefirieron quedarse en la mesa a seguir bebiendo juntos mientras se burlaban en secreto de los patéticos intentos de sus dos amigos con copas demás, los cuales intentaban ligar con mujeres curvilíneas y fracasaban estrepitosamente en cada intento.
—Dios, qué vergüenza. —se quejó Takuya, avergonzado de las tonterías que hacían sus amigos en la pista de baile.
—Sólo finjamos que no los conocemos. —se burló Akkun mientras le daba un sorbo más a su copa.
—Bueno, yo en parte les tengo envidia. —reconoció Takemichi en voz baja, pero Hinata lo escuchó y confundida le hizo una pregunta.
—¿Qué envidias de ellos?
—Que tengan el valor para expresar que alguien les gusta a través de la acción de “ligar”
—Pero solo están haciendo el ridículo. —contradijo Takuya, negando con la cabeza.
—A mi me encantaría hacer el ridículo si así pudiera expresar que alguien me gusta, pero no me atrevo porque no tengo el valor suficiente. —dijo Takemichi con una sonrisa melancólica en su rostro y Hinata al oír eso desvió la mirada.
—¡Oigan! ¿por qué esos yakuzas están bajando de la zona VIP tan de repente? —dijo Akkun mientras señalaba con su dedo lo que veía. Hinata, Takemichi y Takuya dirigieron sus miradas hacia la pista de baile.
—Mierda, esos tipos de verdad dan miedo. —susurró el pelinegro al ver las pintas de esos gánsters. Todos estaban vestidos con trajes caros en todos oscuros, portaban anillos de oro, algunos llevaban el cabello decolorado y a muchos se les notaba que por debajo del traje tenían la piel llena de tatuajes.
—Chicos… ¿no se están dirigiendo hacia donde están Makoto y Yamagishi? —soltó Hinata de repente, al oírla decir eso Takemichi, Akkun y Takuya abrieron desmesuradamente sus ojos.
—¡Joder, Hina tiene razón! —exclamó Takuya sudando de los nervios. Esos gánsters aterradores sin duda estaban caminando con sus ceños muy fruncidos hacia donde sus amigos se encontraban ligando con una mujer que tenía el cabello decolorado negro liso y era muy guapa.
—Mierda ¿qué hacemos Akkun? —preguntó el omega preocupado.
—Vamos a ir a ver qué pasa. —sentenció el pelirrojo levantándose de su asiento mientras tragaba saliva debido a la ansiedad. De la nada es como si todo el alcohol en su sangre se hubiese esfumado y estuviera más sobrio que nunca. —Takuya y yo iremos adelante, Hinata y Takemichi, ustedes son omegas así por las dudas manténganse atrás de nosotros dos. No hagan nada estúpido ¿ok?
—De acuerdo. —dijeron los otros tres al unísono. Entonces los cuatro se levantaron de su mesa y se encaminaron directamente hacia la pista de baile.
—Oigan, par de imbéciles ¿qué carajo hacen molestando a mi chica? —preguntó uno de los gánsters que se había acercado, era de estatura baja, con algo de sobrepeso, cabello negro rapado a los costados, una cicatriz debajo del ojo izquierdo y una constitución física fornida. A simple vista debido a su sobrepeso y su escasa estatura podrías no tomártelo en serio pero sus ojos, su voz y sobre todo su olor no mentían, era un alfa con una personalidad explosiva.
—¡Amor, este par de vírgenes no paraban de acosarme! —exclamó la chica corriendo a los brazos del alfa trajeado, quien la abrazó por la cintura consolándola.
—Tranquila Yuri, les daré la paliza que se merecen. —tanto Makoto como Yamagishi se estremecieron del miedo al oír esa frase.
—Sí amor, hazlos puré. —sentenció la joven para luego mirar con odio a los dos betas, yéndose hacia atrás con los demás gánsters y dejando así el camino libre a su pareja.
—Muy bien ¿por quién empiezo primero? —susurró el alfa mientras hacía crujir los nudillos de sus manos grandes. Todos alrededor de la pista de baile en lugar de interferir simplemente decidieron hacerse a un lado.
—¡Por favor señor, perdónenos la vida! —exclamó Makoto asustado, arrodillándose a causa del miedo que sentía.
—¡Le juro que no sabíamos que usted era su alfa! —exclamó Yamagishi entre lágrimas de desesperación, si hubiesen sabido que esa chica era pareja de algún yakuza jamás se les hubiera cruzado la idea suicida de intentar ligarla. —¡Ella nunca nos dijo que tenía pareja!
—¡Mienten! Amor, sí les dije. —entonces el alfa frunció aún más su ceño, enojado.
—Entonces no solo intentaron ligarse a mi novia sino que también se atreven a acusarla de mentirosa en frente de mí… —los ojos del alfa se afilaron aún más.—Están muertos. —sentenció con su voz de alfa y los dos betas casi se orinaron sobre sus pantalones al oír eso, por su parte la omega llamada Yuri sonrió ladina desde atrás disfrutando de las caras de sufrimiento de esos dos tontos betas.
—¡Por favor señor, deténgase! —Takemichi no pudo soportarlo más y se lanzó al frente para defender a sus amigos. Él sabía lo idiotas que Makoto y Yamagishi podrían llegar a ser pero también sabía que si esa omega les hubiera dicho que era pareja de un yakuza, esos dos jamás de los jamases hubieran intento ligar con ella. No llegaban a ese nivel de idiotez.
—¿Y tú quién diablos eres? —espetó el alfa enojado mientras se acercaba a zancadas hacia el omega.
—¡Takemichi! —exclamaron Akkun, Hinata y Takuya espantados.
—Soy amigo de ellos dos, por favor podemos solucionar esto hablando. —dijo el pelinegro en tono conciliador, arrugando su nariz por las fuertes feromonas de enojo que ese alfa emanaba.
—¡¿Solucionarlo hablando?! —exclamó mientras se paraba justo en frente de Takemichi, ambos medían prácticamente lo mismo. Sin embargo al pelinegro le quedó claro la diferencia en fuerza cuando el alfa con una sola mano lo levantó del cuello de su camisa. —¡Yo te voy a enseñar cómo solucionamos las cosas en mi entorno! —justo después de decir eso Takemichi vio cómo ese tipo levantaba su otra mano en forma de puño hacia él y automáticamente cerró los ojos.
—¡NO! —gritaron todos sus amigos, corriendo hacia donde él se hallaba siendo levantado por ese gánster.
Sin embargo, el golpe jamás llegó y poco a poco Takemichi abrió sus ojos para ver porqué ese alfa no lo había atacado todavía. Entonces vio a ese tipo fruncir el ceño, muy cerca de su rostro. El pelinegro se sonrojó demasiado cuando ese sujeto acercó un poco su nariz hacia su cuello, justo donde se encontraba su glándula de olor y entonces Takemichi no lo soportó más y forcejeó para librarse del agarre. El alfa simplemente lo soltó y el otro cayó de nalgas al suelo.
—¿Eres un omega? —preguntó sorprendido. —Tienes suerte, no golpeo omegas.
—¡Takemichi! ¿estás bien? —dijo Hinata mientras se arrodillaba para auxiliar al pelinegro.
—¿Otra omega? Maldita sea. —el alfa chasqueó la lengua y su novia Yuri frunció el ceño molesta al ver a ese par de omegas interrumpir en la paliza a esos betas impertinentes.
—Pah-chin, es suficiente. —una voz fría, vibrante y autoritaria se escuchó y automáticamente todo el bar-discoteca quedó en silencio. Unos pasos se oyeron y todos se hicieron a un lado, dejando a esa persona acercarse al grupo de gánsters.
—Mikey… —el aura asesina de ese alfa disminuyó ni bien escuchó esa voz.
—¿Cuántas veces debo repetir que no me gusta que causen disturbios en mi bar? —preguntó con una sonrisa, aunque parecía amigable Takemichi tembló de forma inconsciente.
“Es peligroso, mucho más que ese alfa gordo y gruñón” pensó el omega.
—¡Pero esos dos betas intentaron ligar con mi novia, la estuvieron acosando!
—¿Ah sí? Qué raro, porque yo vi todo lo contrario desde mi oficina. —contestó ese tipo todavía con una sonrisa estampada en su rostro mientras señalaba hacia arriba con su dedo índice. Takemichi automáticamente miró hacia donde apuntaba, el bar-discoteca tenía tres pisos: el primero era para todas las personas que pagaban el precio mínimo para entrar, el segundo piso era exclusivo para los Vips cuyo precio para ingresar era muchísimo más caro e incluso tenía matones que no dejaban pasar a cualquiera que se quiera colar y el tercer piso… el omega observó con cuidado y se dio cuenta de que al parecer en el tercer piso no había nada, sólo un gran ventanal de varios metros que se encontraba completamente polarizado de tal manera que desde su posición no se pueda ver lo que había dentro ¿esa era la oficina de aquel hombre? De ser así, ese sujeto podría ver todo lo que pasaba en el bar-discoteca, pero ellos mismos no podrían verlo a él. Qué tétrico.
—¿A qué te refieres, Mikey? No entiendo. —dijo ese alfa el cual al parecer se llamaba “Pah-chin” mientras ladeaba un poco su cabeza.
—Tú nunca entiendes nada, Pah. —espetó una voz grave que hizo que los vellos de la nuca de Takemichi se estremecieran. —Al parecer solo tienes aire en esa cabeza hueca tuya.
—Tú no te metas, Draken. —Pah-chin chasqueó la lengua molesto mientras veía a otro alfa acercarse. El pelinegro arrugó su nariz disconforme y se abrazó aún más fuerte a Hinata, ¿cuántos alfas más vendrían? Sentía que se estaba asfixiando por tantos olores fuertes. Aunque de todos los alfas presentes, el que no soltaba ninguna de sus feromonas y aún así intimidaba era ese alfa inusualmente bajito y de cabello rubio peinado hacia atrás.
—Esa sucia omega que tanto defiendes se estaba divirtiendo con esos betas en la pista de baile, no vi que en ningún momento se opusiera y luego de la nada se hizo la ofendida cuando te vio a ti. —dijo Mikey sin pelos en la lengua y entonces automáticamente Yuri trató de defenderse.
—¡Él miente! ¡Amor, eso no es cierto! ¡créeme a mí! —chilló la omega mientras se aferraba al fuerte brazo de su novio.
—¿Cómo has dicho? —entonces la sonrisa en el rostro de Mikey desapareció por completo. Todos los presentes cerraron sus bocas y tragaron grueso. —¿Me acabas de llamar mentiroso? ¿te atreves? —la omega se estremeció a causa del miedo cuando vio esos ojos oscuros que le recordaron a agujeros negros mirarla fijamente, como si pudiera fulminarla simplemente con su mirada.
—Oye, perra. —Pah-chin quitó su brazo de las garras de la omega y la fulminó con su mirada afilada. —¿Cómo te atreves a contradecir al gran jefe?
—¿C-cómo? —la chica pestañeó varias veces pensando que todo eso era un sueño, ¿por qué su novio de hace varios meses de la nada la trataría con tanta frialdad?
—Si Mikey dice que eres una omega sucia y mentirosa, entonces eres eso y punto. —sentenció Pah-chin mientras se alejaba de ella, dirigiéndose directamente a la zona VIP. —Si aún no lo entendiste, terminamos. No la dejen pasar a donde yo estoy. —la omega boqueó como si fuera un pez fuera del agua, trató de acercarse a su ahora exnovio pero varios gánsters se interpusieron y le avisaron que si insistían en entrar a la zona VIP utilizarían la fuerza por más que sea una omega. Ella como no era tonta, se fue de allí vociferando un montón de insultos.
—Mikey, gracias por pararlo antes de que armara un escándalo. —una dulce voz hizo reaccionar finalmente a Takemichi, buscó para ver de dónde provenía y entonces se dio cuenta de que venía de aquel alfa alto con cabello rubio trenzado y rapado a los costados; solo que la voz obviamente no pertenecía a él sino a una chica bajita que se aferraba al fuerte brazo izquierdo de ese tipo al que llamaron “Draken”.
—Está bien Emma, hoy es un día para que ustedes disfruten así que no podía dejar que Pah-chin lo arruinara todo por una estúpida omega. — los ojos negros de aquel alfa llamado Mikey se suavizaron cuando vio a aquella beta rubia que le sonreía colgada del brazo del alfa trenzado ¿qué clase de personajes eran todos estos locos? Takemichi solo quería huir de ahí con sus amigos en silencio, así que eso hizo. Poco a poco se levantó del suelo con ayuda de Hina no obstante enseguida sintió cómo su amiga de la nada empezó a temblar.
—¿Hina-chan? ¿por qué tiemblas así? —preguntó el omega en un susurro. Cuando giró su cabeza para ver el semblante de su amiga, se dio cuenta de que la misma miraba fijamente hacia el frente. Takemichi siguió la mirada de la castaña y la llevó hacia aquella beta rubia.
—¿Emma-chan? —cuando Takemichi escuchó ese nombre de los labios de Hinata, finalmente armó el rompecabezas. Entonces ¿esa chica era la misma que creció durante varios años en el orfanato con ellos? Había cambiado bastante, más bien se había desarrollado demasiado.
—¿Hina-chan? —dijo la beta sorprendida mientras se soltaba del brazo del alfa trenzado y corría hacia los brazos de la castaña, abrazándola sin pensárselo dos veces. —¡Dios, ha pasado tanto tiempo!
Takemichi se alejó unos pasos de ambas mujeres, fue un reencuentro inesperado pero no por eso menos nostálgico. Tanto la beta como la omega derramaron lágrimas mientras se abrazaban sin embargo a leguas se notaba que la más afectada era Hinata. Akkun, Takuya, Makoto y Yamagishi se acercaron a Takemichi para preguntarle con la mirada qué diablos estaba pasando, no obstante el omega simplemente optó por encogerse de hombros haciéndose el desentendido. No tenía ganas de explicarles a sus amigos allí mismo la historia de ellas dos.
—Emma-chan… ¿por qué? —dijo finalmente Hinata en un sollozo cuando se separaron de aquel fuerte abrazo que compartieron, la castaña derramó un montón de feromonas que denotaban su tristeza. —¿Por qué sigues con él? —preguntó mirando con pesar a la beta y luego mirando con odio a Draken, quien se encontraba a unos metros de distancia. —¿Cómo pudo alguien tan pura como tú involucrarse con criminales despreciables como todos ellos? —Emma no pudo decir nada, simplemente tembló en su sitio y un par de lágrimas más rodaron por sus mejillas sonrojadas.
—¡Hina-chan, detente! —exclamó Takemichi, tratando de agarrar a su amiga por los hombros para jalarla hacia atrás y sacarla de ahí, ella solo iba a conseguir que la maten si seguía insultando a esos yakuzas.
—Oye tú, perra. —aquel tipo llamado Draken finalmente habló, dejó salir un montón de sus feromonas de alfa que demostraban lo enojado que se encontraba, los amigos betas de Takemichi se inclinaron hacia abajo sin poder resistir la presión, el omega interior del pelinegro gimió asustado y Hinata hizo uso de toda su fuerza de voluntad para ignorar sus instintos omegas y levantó su cabeza, mirando con todo el odio que sentía hacia los ojos negros de aquel alfa que le robó al amor de su vida. —Las tonterías que soltaste por tu boca hicieron a mi Emma llorar ¿qué tal si te la rompo?
—Ken-chin. —aquel alfa de baja estatura finalmente habló una vez más. Hasta hace nada tenía la mirada perdida en el suelo mientras oía lo que Hinata decía pero cuando levantó su cabeza una sonrisa de oreja a oreja adornaba su rostro, eso hizo temblar a Takemichi del miedo.
De hecho, ahora que el pelinegro observó con más detalle todos esos yakuzas estaban vestidos con trajes caros e incluso Emma llevaba un vestido rojo lujoso que resaltaba sus curvas sin embargo ese tal Mikey estaba vestido con pantalones de chándal gris, una camiseta grande color blanca y… una chanclas. Era el más desalineado en ese lugar sin embargo cuando él hablaba, todos se callaban y lo escuchaban. Hasta ahora, ese tipo no había usado su voz de alfa ni había esparcido sus feromonas dominantes en ningún maldito momento pero aún así su autoridad era innegable ¿quién diablos era?
—¿Saben? Hoy es un día especial. —empezó a decir Mikey con una sonrisa mientras se acercaba lentamente a ellos, más específicamente a Hinata quien no paraba de temblar pero aun así mantenía su mirada firme. —Hoy celebramos el compromiso de Emma y de Ken-chin. —dijo señalando con sus dedos a la beta que volvió a los brazos de su alfa trenzado. Al oír eso, toda la ferocidad desapareció de los ojos cafés de Hinata y sólo quedó un gran vacío. —Pero tú lo has arruinado todo porque no puedes superar el rechazo de mi hermana, estúpida omega resentida.
¿…hermana?
¿Emma es hermana de ese alfa aterrador?
Ni Hinata ni Takemichi tuvieron tiempo para poder asimilar eso, pues Mikey dio un último pasó quedando justo frente a la omega apenas separados por medio metro como mucho. La castaña seguía en shock y todo su coraje inicial se había esfumado en el aire. El alfa tenía escondida sus manos en los bolsillos de su pantalón y la sonrisa en su rostro sólo se intensificó; Takemichi a esa distancia pudo finalmente oler una leve esencia amaderada, Mikey se estaba esforzando por no soltar feromonas pero el omega aún así pudo oler un poquito. Ese alfa olía a selva húmeda, a libertad y a salvajismo. Eso asustó a Takemichi ¿qué les haría un loco como ese?
—No me importa una mierda que seas una omega. —empezó a decir Mikey mientras quitaba las manos de sus bolsillos. —Te daré un buen golpe por las lágrimas que le hiciste derramar a mi hermana con tus palabras de mierda.
Justo cuando el alfa terminó de decir esa frase, Takemichi jaló del brazo a Hinata y la hizo a un lado, colocándola detrás de él. Automáticamente Akkun, Takuya, Makoto y Yamagishi reunieron valor de donde no tenía para envolver a la omega en un círculo protector. Y Takemichi quedó parado en frente del alfa, cuya sonrisa había desaparecido por completo y cuyos ojos negros estaban más oscuros que nunca. Miró fijamente a Takemichi por primera vez, hasta el momento no le había prestado atención y pensaba que era solo un beta llorón más como el resto de sus amigos. Pero debía aceptar que tenía huevos para hacerle frente, aunque solo sea para impresionar a la omega que se escondía detrás de él. Mikey miró a Hinata con desprecio, todos los omegas eran iguales… se hacían los valientes, pero a la hora de la verdad se escondían detrás de alguien más fuerte para evitar ser golpeados por algo que ellos mismos provocaron. Qué asco le daban.
—Un simple beta se atreve a hacerme frente a mí, qué gracioso. —los yakuzas de atrás tuvieron que contener su risa mientras veían a Takemichi temblar como gelatina al tener a Mikey parado justo frente a sus ojos, no obstante su mirada azul en ningún momento vaciló.
—Si vas a golpear a alguien, golpéame a mí. —sentenció el omega más decidido que nunca. —Pero no le pondrás un dedo encima a Hinata.
—Oh… —Mikey frunció el ceño sorprendido por la valentía de ese beta. Entonces se acercó un paso más solo para ver si lograba intimidarlo, sin embargo no vio atisbo de duda en los ojos azules del chico. —Qué interesante.
Justo cuando el alfa estaba levantando su puño para estamparlo directamente en la cara de Takemichi con el fin de enseñarle una lección, finalmente un olor casi imperceptible llegó a su nariz. Fue entonces que Sano Manjiro alias Mikey, el gran jefe de la organización criminal Tokyo Manji mejor conocida como Toman que controlaba Shibuya como si fuese su patio de juegos y ejercía una influencia enorme sobre Tokio y Japón, por primera vez vaciló.
—¿Taiyaki?
—¡¿AH?! — todos los gánsters miraron a Mikey con los ojos muy abiertos, no podían creer que en una situación como esa a su jefe le entrara ganas de comer su dulce favorito.
—Tú hueles a… —Takemichi pestañeó varias veces sin entender absolutamente nada y Mikey también parpadeó extrañado mientras lentamente bajaba su puño. —Tú… ¿no eres un beta sino un omega?
…
…Continuará…
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