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El acosador

¡Hola! Mil gracias por todo el apoyo, me ha dado mucha inspiración 💗🥰 ¡este capítulo tiene casi 8000 palabras! Y tiene escena hot 🤤 pero antes voy a hacer unas aclaraciones:

1. La Tokyo Manji de mi fic es una mezcla entre la Tokyo Manji original (de cuando eran alumnos de secundaria, ya saben) y la Bonten. Es como una fución entre ambas.

2. Voy a dar la lista de las parejas secundarias que se van a mencionar (más no profundizar tanto como el MaiTake obviamente) a lo largo de la historia:
Draken x Emma (Sí, heterosexual)  BajixKazutoraxChifuyu (sí, trío)
Mitsuya x Hakkai
Hanma x Kisaki
Inupi x Koko
Smiley x Angry (sí, incesto)
Y por ahora, creo que solo esas serías las parejas secundarias. :') 💗 Ahora sí, a disfrutar de la lectura de edte capítulo!

Un mes antes de que Takemichi tome la decisión de ir al Puerto de Tokio…

Mikey se encontraba completamente desnudo sobre una cama tamaño king, tenía una piruleta en la boca para calmar la ansiedad que sentía y su ceño estaba muy fruncido. El alfa miró malhumorado el ventanal panorámico que daba vista a la gran ciudad de Tokio, como era de noche lo único que se veía desde esa altura eran un montón de lucecitas multicolor. Se quitó el dulce de la boca en cuanto vio unas luces azules resaltar entre el mar de colores, las mismas le recordaron a dos grandes ojos  color zafiro repletos de lágrimas. 

—¡Maldición! ¡sal de mi cabeza! —exclamó enojado, tirando la piruleta con fuerza hacia el ventanal. El golpe hizo un ruido estruendoso, aunque por suerte no rompió el vidrio pero aún así alertó a quienes se encontraban del otro lado de la puerta.

—¡Jefe! ¿Se encuentra bien? —los gánsters que estaban custodiando la puerta le hablaron pero sin atreverse a abrirla. 

—¡Estoy bien! ¡Que nadie entre! 

—¡Como ordene, jefe! 

Mikey estaba alojando en un hotel de cinco estrellas, normalmente no visitaba esos lugares sino que prefería dormir en su humilde penthouse pero cuando necesitaba satisfacer sus necesidades fisiológicas prefería hacerlo en un hotel y no llevar a desconocidos a su hogar, mucho menos a que usurpen su cama personal.

Luego de suspirar cansado, el alfa se levantó del enorme colchón para dirigirse directamente al baño, al entrar vio su reflejo en el gran espejo de pie que tenía esa habitación y entonces sonrió con arrogancia. Mikey se hallaba completamente desnudo y con el cabello rubio alborotado, lo cual le daba un toque seductor. Si bien no había sido bendecido con la altura que tenían otros alfas como Ken-chin, él tenía la fuerza e incluso el aura de los alfas de élite, los músculos tanto de sus brazos como de sus piernas estaban exquisitamente definidos sin llegar a ser exagerado, sus pectorales estaban divididos, sus abdominales marcados y los oblicuos a sus costados guiaban la vista de cualquiera hacia su bien dotado miembro, el cual colgada orgulloso entre sus piernas. 

—Hm, no estoy nada mal. —se jactó con el pecho inflado antes de caminar hacia una lujosa y amplia tina, en la cual por lo menos cabrían dos personas; la bañera de mármol blanca fue llenada de antemano con agua caliente y además fueron puestas esencias con una fragancia dulzona con el fin de relajar a Mikey. El alfa frunció el ceño mientras se sumergía en el agua, normalmente él amaba que su hora del baño oliera a ese aroma pero en esos momentos le hacía infeliz. —Huele muy parecido a ese maldito omega…  —mientras se ponía shampoo en el cabello, empezó a perderse en sus pensamientos recordando todo lo que le había pasado los últimos días. 

Hanagaki Takemichi, la noche que lo conoció en su bar de Shibuya no sabía su nombre ni le importaba. Pero fue a partir de ese día que el tormento de Mikey comenzó y es debido a eso que últimamente estaba de tan mal humor. Desde que acercó su nariz a la glándula de olor de aquel omega e inhaló el aroma que desprendía, no se lo pudo quitar de la cabeza.

—¿Por qué mierda tuviste que oler su cuello? Maldición ¿quién te manda a ser tan curioso? Eres un estúpido Sano Manjiro, un estúpido. —se maldijo a sí mismo fregando su piel con rabia, usando una esponja cargada de jabón líquido y mientras lo hacía siguió pensando. 

Al principio, Mikey pensó que con comer docenas de taiyakis y dorayakis el hambre que sintió desde aquella vez que olió a ese omega desaparecería… pero no fue así. El hambre que sentía solo incrementó con el correr de los días sin importar cuánto llenara su estómago; entonces de un momento a otro ese “hambre” se convirtió en deseo sexual. El rubio no se alteró demasiado pues aunque él no era muy activo sexualmente, era consciente de que debido a su naturaleza como alfa necesitaba “desahogarse” en sus celos o de lo contrario su alfa interior (el cual era bastante cachondo) se volvería loco si no se apareaba con alguien. Los miembros de la Toman entendían perfectamente eso y ellos mismos le conseguían a Mikey parejas sexuales exclusivamente de categoría beta para que se acuesten con él y satisfagan sus necesidades. 

El rubio pensó que todo se solucionaría cuando se acostara con alguien, creyó que una vez que se corriera con fuerza ese malestar constante finalmente desaparecería. Sin embargo, las cosas no salieron para nada como él predijo y la realidad es que cuando estuvo cara a cara con una hermosa beta desnuda dispuesta para él, en ese instante todo su deseo sexual reprimido simplenente no se liberó. No importó cuántas veces acarició el cuerpo esculpido de esa mujer, no importó cuántas veces ella lamió su miembro para estimularlo, sencillamente no se le paró. Ese día expulsó enojado a esa tipa del cuarto de hotel pensando que era su culpa, e instó a Mitsuya a que le consiguiera otra pareja sexual. 

Pero… muchas y muchos vinieron después de esa mujer, no obstante ninguna de esas personas independientemente de su sexo lograron que la polla de Sano Manjiro se “despertara”. Mientras el gánster estaba desconcertado por no saber qué coño le pasaba a su cuerpo, su alfa interior rugió debido a la insatisfacción que sentía y entonces un zumbido comenzó a retumbar dentro de su cabeza, provocando una horrible jaqueca que llegó para quedarse en su vida. La verdadera pesadilla de Mikey comenzó a partir de ese momento. 

Gracias a la continua jaqueca que lo atormentaba, el carismático jefe de la Toman cada día se volvió más hosco, irascible, violento e incluso muchas veces el mismo Mitsuya, quien era de entre todos los miembros de la Toman el más pacifista, tuvo que intervenir para que no terminara matando a alguien por un asunto menor. Al cabo de una semana desde que ese zumbido en la cabeza de Mikey empezó, Draken lo obligó a tomarse un tiempo para hacer una especie de “introspección” y analizar a su alfa para ver qué era exactamente lo que quería. Mikey se negó ya que si Draken tomaba su lugar como jefe de la Toman durante un tiempo, su boda con Emma se retrasaría pero el alfa trenzado insistió tanto que al final al rubio no le quedó de otra más que aceptar a regañadientes. 

Mikey no era tonto, él ya sabía lo que su alfa interior quería pero se negó a aceptarlo. El solo hecho de pensar que su parte más primitiva anhelaba tanto el olor y al tacto de un omega le repugnaba. Pero como el dolor en su cabeza solo empeoraba con el correr de los días, no le quedó de otra más que pedirle a Mitsuya que le trajera un omega prostituto con ciertas características: ojos azules, estatura bajita, cabello negro alborotado, delgado y con un semblante ingenuo. El alfa de cabello lila pegó el grito al cielo cuando escuchó la petición de su jefe, pues era literalmente la primera vez que Mikey pedía acostarse con un omega pero cumplió con la orden que le dio al pie de la letra. 

Y es así como llegó a esa situación, él bañándose en un hotel cinco estrellas completamente solo mientras maldecía por lo bajo. No es como si estuviese esperando a que el omega prostituto viniera sino que ya lo había echado hacía media hora aproximadamente. Al principio, cuando recién lo vio y notó su parecido con ese omega llorón se sorprendió pero a la vez poco a poco se excitó. Sin embargo, aunque sí se desnudaron e incluso se manosearon no llegaron a concretar el coito porque cuando ese pelinegro acercó su cuello al rostro de Mikey y el susodicho pudo percibir un aroma a rosas, todo se volvió rojo. Su alfa interior aulló a causa de la ira que sintió porque lo habían engañado con un omega que físicamente se parecería al que él quería, pero su olor era muy diferente. Entonces Mikey, completamente controlado por su parte más primitiva echó a patadas a ese omega desnudo de la habitación del hotel y no permitió que ninguno de sus hombres entrara para que no lo vieran en ese estado tan lamentable, acurrucado en la cama tamaño King mientras su cabeza palpitaba tanto que sentía que iba a explotar. Luego de media hora logró calmarse, agarró una piruleta para calmarse y después de estrellarla contra el ventanal enojado, se metió a la bañera para despejarse. 

—Mierda… entonces no me queda de otra más que acercarme a ese maldito omega ¿verdad? —espetó resignado mientras terminaba de ducharse y salía de la tina chorreando agua, pasó tanto tiempo ahí pensando que las yemas de sus dedos quedaron arrugadas. 

Cuando el rubio por fin, luego de semanas de absoluta negación, aceptó en voz alta que se iba a acercar al omega de olor peculiar su alfa interior ronroneó y movió la cola feliz. Fue tan descarado de hecho que incluso aquel zumbido, el cual durante días atormentó al pobre Mikey, se esfumó como si nunca hubiera estado allí en primer lugar. El rubio apretó tanto sus colmillos que crujieron debido a la rabia que sentía por lo manipulador que podía llegar a ser su alfa; conteniendo su enojo secó su cuerpo sin mucho cuidado y se vistió mientras llamaba a cada rato “traidor” a su alfa interior, quien por cierto lo ignoró y siguió ronroneando contento por haber ganado ese duelo de voluntades. 

Una vez vestido Mikey decidió abandonar ese hotel, le dijo a Mitsuya que ya no necesitaba buscarle más parejas sexuales por el momento; volvió a su penthouse donde re-calentó una de las comidas que Emma le dejó preparada, luego de comer cepilló sus dientes y después de eso directamente se tiró a su enorme cama abrazando muy fuerte su preciada toalla, esa que su hermana insistía en tirar por lo vieja que era pero Mikey se negaba, porque sin ella no podía conciliar el sueño. 

Al otro día, Mikey se levantó temprano y luego de hacer sus necesidades en el baño e incluso tomar una ducha mañanera, desayunó nuevamente una de las tantas comidas que su hermana le había dejado preparadas en el refrigerador y por un momento pensó en realizar sus actividades diarias como jefe de la Toman, pero un gruñido de su alfa interior le hicieron recordar que Draken por el momento se estaba haciendo cargo de sus responsabilidades y que la noche anterior prometió que ese día iba a ver a aquel omega. Aunque no era feliz con la idea, no le quedó de otra más que suspirar resignado y enviarle un mensaje a Mitsuya diciéndole que investigara sobre ese peculiar chico de ojos azules. 

Cada uno de los amigos más cercanos de Mikey tenían una función importante dentro de la organización, Draken por ejemplo era el segundo al mando, su mano derecha y la persona en quien él más confianza; de hecho si por algún motivo el rubio estaba ausente el alfa trenzado pasaría a ser quien tuviera la mayor autoridad dentro de la Toman. Baji, Chifuyu y Kazutora pertenecían al “equipo de exterminio”, es decir eran quienes se encargaban de eliminar a cualquiera que representara una amenaza para la organización y también asesinaban por encargo a cambio de cuantiosas sumas de dinero, realizaban ese pesado trabajo junto con el “trío infernal” quienes no eran otros que los infames hermanos Shiba, conocidos desde hace años en el submundo por ser unos excelsos mercenarios que al final terminaron uniéndose a la Toman. Las malas lenguas decían que lo que los motivó a unirse a la organización, fue que uno de los tres hermanos comenzó un romance con uno de los miembros fundadores de la Toman, pero eran solo rumores.

Por otra parte, estaba también el “equipo de castigo” liderados por los gemelos Kawata Nahoya y Kawata Souya, junto con el despidado Yasuhiro Muto quienes se encargaban de hacer de verdugos para los traidores de la Toman y de sacar información mediante métodos de tortura a espías de otras mafias o a cualquier individuo que tuviera la intención de desestabilizar la orgnaización; de hecho ellos era el único equipo de toda la Toman que tenía el derecho de matar sin pedir un previo permiso al jefe Mikey o al subjefe Draken; claramente el líder confiaba lo suficientemente en ellos tres como para darles tal privilegio. 

Dejando la agresividad a un lado, si nos centramos en el “equipo de negocios”, allí hallamos a Hajime Kokonoi alias “Koko” el cual era la billetera de la Tokyo Manji, él era un genio que se encargaba de manejar principalmente el “dinero ilegal” de manera tal que no se convirtiera en un problema para la organización y así la policía no tuviera una excusa para meter las narices en sus asuntos. Además de lo ilegal, el beta de ojos astutos también manejaba las finanzas de los bares exclusivos que eran propiedad de miembros ejecutivos de la Toman como Mikey o Draken, además de restaurantes lujosos donde por supuesto por debajo de la mesa eran distribuidas drogas y Koko claramente obtenía un enorme porcentaje de las ganancias por el hecho de administrarlas de forma eficiente. 

En paralelo a Koko, Seishu Inui alias “Inupi” tenía la importante tarea de administrar el “dinero legal” que la Toman usaba para encubrir la ilegalidad de sus verdaderos negocios más lucrativos; para eso Inupi usaba a Pah-Chin, quien tuvo la bendición de haber nacido en una familia millonaria y recibir toda la herencia de sus padres una vez que ellos murieron en un accidente aéreo; el alfa por recomendación de Koko montó hace muchos años una empresa de compra y venta de bienes raíces con la fortuna que sus padres le dejaron como herencia. Esa empresa que era completamente legal, no tardó mucho en mover millones de dólares debido a la habilidad para generar dinero que tenía Kokonoi y pronto se convirtió en la cortina de humo perfecta para tapar los negocios sucios de la Toman, una vez montado todo Koko dejó la administración de esa exitosa empresa a Inupi (quien fue entrenado en negocios por el propio Hajime Kokonoi) 

Y en cuanto a Pah-chin… bueno, él no hacía nada porque entendía cero sobre negocios pero seguía siendo la imagen de la empresa, así que por “solicitud” (amenaza) de Koko tuvo que calmar un poco su personalidad explosiva y evitar meterse en pleitos con pandillas para no arruinar la imagen limpia que tenía la empresa de bienes raíces que llevaba su nombre. Así que básicamente el alfa pasaba sus noches de bar en bar, disfrutando de la vida, comiendo comida deliciosa y yendo de vez en cuando a reuniones o conferencias empresariales mientras tenía noviazgos con hermosas omegas, relaciones las cuales duraban lo mismo que sus ganas por empezar una dieta: muy poco. Todos los miembros de la Toman bromeaban con que serían capaces de vender su alma al diablo con tal de tener la vida fácil de Pah-chin, quien vivía con más privilegios que el mismo Mikey. El único que siempre defendía a capa y espada a Pah-chin, tachando de envidiosos a todos los que le criticaban era la mano derecha del alfa, el siempre leal beta Ryohei Hayashi alias “Peyan”. 

Sacando los asesinatos, las torturas con interrogatorio, el lavado de dinero de Kokonoi y el dinero legal administrado por Inupi, unas si es que no las dos mayores fuentes de ingresos de la Tokyo Manji eran el tráfico de armas y el tráfico de drogas. El “equipo  de armería” era manejado por los infames hermanos Haitani y Hitto Kakucho. Por otra parte, el “equipo  de fármacos” era manejado solamente por Akashi Haruchiyo alias Sanzu, el beta era el único miembro de la Toman que decidió hacerse cargo de un equipo él solo. Por supuesto, había un montón de personas por debajo de él para crear la drogas ilegales en laboratorios clandestinos y para su posterior distribución pero él era la máxima autoridad allí; por lo que no tenía que pedir opiniones sobre su trabajo a ningún compañero que estuviera en su mismo nivel de jerarquía. Sanzu estaba muy bien con eso, porque es una persona muy individualista, autoritaria y que odia recibir órdenes a no ser que sean del mismo Mikey. 

Por último, el encargado de realizar la tarea que más pasaba de ser percibida dentro de la Toman pero era, junto con la función de administración de Kokonoi, la más fundamental es realizada por Takashi Mitsuya. Básicamente él era quien se encargaba de comandar el “equipo de inteligencia”, ya que el alfa era el más pacifista de todos y evitaba involucrarse en peleas o tiroteos (no porque tuviera miedo sino porque no le veía el sentido a perder su tiempo y energía en eso) decidió mejor usar su inteligencia para convertirse en los ojos de halcón de la Toman. Él detectaba la posición de amenazas o de encargos para que el equipo de exterminio llegase a eliminarlos de imprevisto, informaba de la ubicación exacta donde los traidores se ocultaban para que el “equipo de castigo” fuera a buscarlos y someterlos a un tortuoso interrogatorio, incluso de era el encargado de buscar los mejores puntos de encuentro para realizar las grandes transacciones de armas o drogas con otros países sin que el gobierno se metiera en medio de la negociación; en conclusión, no había nada que se escapara de los ojos del genio Mitsuya y por eso siempre que lo veías se hallaba ocupado con su celular porque estaba en mil cosas a la vez. Por supuesto, él no lo hacía todo solo sino que estaba ayudado por todo un personal que operaba tanto dentro como fuera de Tokio. Ese equipo de inteligencia era como un panal de abejas y la abeja reina que comandaba a todas las demás era el alfa de enigmáticos ojos color lavanda. 

Luego de aproximadamente una hora de espera, la cual Mikey aprovechó para pedir a domicilio los dorayakis de su tienda favorita y llenar su estómago con ellos, su celular vibró de repente. Al desbloquear la pantalla del móvil, el alfa sonrió satisfecho por el trabajo del siempre eficiente Mitsuya ¿qué haría sin él? De entre todos los miembros, últimamente el favorito de Mikey era aquel alfa de cabello lila. El rubio apenas le dio información sobre ese omega que conoció en el bar pero en un tiempo récord Mitsuya consiguió su nombre y apellido, edad, peso, el número de su tarjeta de identificación, su número de celular, sus antecedentes (ninguno), su rutina laboral con horarios incluidos e incluso su dirección. 

—Caray, no te quisiera tener de enemigo Mitsuya. —bromeó feliz mientras contestaba al mensaje del alfa con un “gracias~” y corazones. 

Entonces de la nada, el celular comenzó a vibrar nuevamente pero esta vez no era por un mensaje sino que Mitsuya directamente lo estaba llamando. Mikey frunció el ceño extrañado con medio dorayaki en la boca, sin embargo no tardó en contestar la llamada mientras terminaba de tragar aquel dulce. 

—Buenos días ¿sabías que eres mi favorito? Le estás haciendo la competencia a Ken-chin últimamente. —dijo Mikey con una sonrisa descarada adornando su rostro. —¡Gracias por ayudarme de nuevo, Mitsuya!

—¿Cuál gracias? ¡Súbeme el sueldo, explotador! —exclamó enojado el alfa del otro lado de la línea para luego reírse divertido. Mikey también se carcajeó pero entonces de la nada el alfa de ojos lavandas dejó de reír. —Pero ya hablando en serio, últimamente me estás haciendo pedidos extraños... como negociar con Kisaki Tetta para conseguirte varias prostitutas y prostitutos cuando antes solicitabas solo uno cada mes cuando llegaba tu celo. Y ahora me pides que investigue a un omega con poco olor que se puede hacer pasar por beta ¿qué diablos te está pasando, jefe? 

—Nada importante. —respondió encogiéndose de hombros. —Pero de hecho, necesito que me hagas un favor más. 

—¡Mikey! 

—Está bien, está bien. Prometo que hablaré con Koko para que te aumente el sueldo. —intentó bromear pero sólo escuchó un suspiro de preocupación del otro lado. 

—Sabes que ese no es el problema ¿qué te está ocurriendo? Nos preocupas, Mikey. 

—…

—Te has obsesionado con ese omega que conociste en tu bar ¿verdad? —Mikey cerró sus párpados sin responder durante unos segundos. Luego los abrió decidido y se sinceró. 

—Mi alfa interior se ha obsesionado con él, no yo. —respondió en un susurro casi inaudible y Mitsuya al oírlo suspiró estresado, pues su teoría efectivamente fue corroborada. —Traté de resistirme pero… 

—Fue muy doloroso resistirse ¿verdad? Quizás ese omega sea tu destinado, tu alma gemela. 

—¡No digas tonterías, eso de los destinados es un cuento para niños! —exclamó malhumorado. —Solo necesito un poco de su olor y entonces mi estúpido alfa se va a contentar, cuando eso ocurra las malditas jaquecas terminarán. 

—Mikey…

—Y es ahí donde entras tú, mi querido amigo. —Mitsuya no podía verlo ya que estaban en una llamada pero sabía que su jefe estaba sonriendo con esa desfachatez que tanto lo caracterizaba. —Dijiste que sabías cuál es su dirección ¿no?

—¿Si…? 

—Bueno, necesito oler su aroma ¿sabes? Y seguramente la ropa de ese tipo estará llena de su olor.  

—Jefe, no estarás pensando…

—¡Consigue una copia de su llave! Por favor. 

—¡Por favor, mi culo! ¡no lo haré!

—¡Te daré un aumento, lo juro!

—¡No quiero un maldito aumento! Esto ya es demasiado y además es espeluznante entrar a la casa de alguien así. —la vena en la frente de Mitsuya palpitaba debido a la tontería que le estaba pidiendo el rubio. —Investigué a ese omega ¿sabes? Su vida repleta de carencias ya es lo suficientemente miserable y tú la empeorarás con tu acoso. 

—¡Te daré un viaje 100% pagado por mí de 7 días a una isla paradisíaca de tu elección, podrás ir con tu amado Hakkai! Y no les voy a descontar el sueldo por los días que estén ausentes, todo será pagado con mi fortuna personal sin tocar los fondos de la Toman. Aunque a Koko no le gustará la idea, no tendrá de otra más que aceptarla porque será una orden mía. —al oír eso, Mitsuya se calló durante unos segundos para luego toser nervioso y entonces volvió a hablar mucho más calmado, casi babeando ante la idea de unas merecidas vacaciones.

—Bueno, un poquito de acoso no mató a nadie ¿verdad? 

—¡Joder, si! 

Y fue así como sin siquiera saberlo, la privacidad de Hanagaki Takemichi fue vendida por un viaje todo pago a Hawaii. El genio de Mitsuya no tardó ni un día en conseguirle a Mikey una copia de la llave del pequeño departamento del omega, el alfa no invadió de una vez la vivienda del chico sino que prefirió investigarlo un poco él mismo guiándose de la rutina laboral con horarios incluidos que el jefe del equipo de inteligencia de la Toman le había proporcionado. El alfa supo que el omega trabajaba en una pequeña tienda de DVD de lunes a jueves y de viernes a domingo lavaba los trastes en el restaurante familiar de esa estúpida omega llamada Tachibana Hinata. Mikey era experto en esconder tanto sus feromonas como su aura, así que vestido con ropa deportiva holgada, anteojos de sol oscuros, un gorro para ocultar su cabello rubio llamativo y zapatillas en lugar sus usuales chanclas él pudo ingresar varias veces como cliente a los dos lugares en los que el omega trabajaba, lo hizo para observar su entorno a la menor distancia posible. El rubio no entendió exactamente el porqué lo hacía pero notó que su alfa interior se tranquilizaba cuando estaba cerca del chico, ya que tanto el zumbido en su cabeza como la jaqueca desaparecieron lo cual le alegró mucho. Por otra parte, Mikey se sorprendió de cómo Takemichi sonreía feliz a pesar de ganar una miseria en ambos trabajos y de ser regañado constantemente por su fea casera al no pagar a tiempo el alquiler del departamento en el que vivía. 

—¿Por qué te ves tan feliz... si tienes una vida de mierda? —preguntó el rubio desconcertado mientras se llevaba a la boca el décimo dorayaki.

En esos momentos se encontraba en una cafetería que estaba justo en frente de la tienda de DVD en la cual el omega trabajaba. No podía entrar siempre como cliente al local o al restaurante porque seguramente el omega sospecharía, además se había dado cuenta de que últimamente el chico miraba hacia su alrededor con miedo casi como si notara que estaba siendo observado. Así que Mikey decidió espiar al pelinegro sentado en otros locales cercanos de comida, mientras tomaba café latte extra dulce y comía taiyaki o dorayaki. 

Al alfa le molestó que aquel chico de ojos azules fuera tan patético y sonriera feliz mientras sobrevivía a una realidad de mierda; odió ver a Takemichi disculparse como idiota cada vez que algún beta o alfa lo chocacaba a popósito en la calle, cada vez que su jefa antipática o su casera desquitaban sus frustraciones con él y cada vez que otros omegas se burlaban de él por su escacez de olor o por su físico. Hanagaki Takemichi aguantaba todo con una sonrisa estampada en su cara, siempre se disculpaba aunque no fuera su culpa y al volver a la soledad de su pequeño departamento se hacía bolita en su improvisado nido para largarse a llorar, pensando que nadie lo miraba. 

Takemichi no era consciente de que varias noches Mikey pagó una habitación en un motel cercano al viejo complejo de edificios en el que Takemichi vivía, el alfa se paró frente a una ventana que daba al departamento del omega y lo observó a través de unos binoculares profesionales que Mitsuya le regaló. Mikey frunció el ceño extrañado cuando una noche vio a Takemichi pararse frente al espejo de pie roto que tenía pegado a la puerta de su pequeño armario; el omega permaneció observando su delgada figura durante unos minutos y luego procedió a tirar de su cabello hasta arrancar varios mechones de pelo, Takemichi hizo eso justo el día que unas clientes omegas ponzoñosas se burlaron de él en el restaurante de los Tachibana, diciendo algo así como: “¿vieron lo desordenado que es su cabello? ¿siquiera lo lava? ¡su cabeza parece un nido de pájaros! Además de no tener casi olor, es un omega realmente feo” eso dijeron ellas entre risitas divertidas. Takemichi lo escuchó mientras fregaba los trastes pero fingió que no. 

—¿Por qué tienes tan poca autoestima… si no eres feo? —una voz dentro de su mente dijo “eres hermoso” pero Mikey se negó a reconocerlo en voz alta. Entonces tiró los binoculares a la cama barata del motel y suspiró fastidiado mientras se revolvía el cabello. —No seas estúpido Sano Manjiro, no debes sentir pena por él ni involucrarte demasiado. —se regañó a sí mismo y entonces miró hacia el departamento de Takemichi decidido. —Ya estuvo bien con esto de fingir ser el detective conan, mañana entraré allí, robaré alguna de sus camisetas, haré feliz a mi estúpido alfa con su olor y entonces se acabó. Nunca más volveré a ver a ese lamentable omega. 

Bueno, eso fue lo que Mikey juró aquella noche en ese motel barato pero cuando finalmente ingresó al departamento de Takemichi al otro día usando la copia de su llave que Mitsuya le dio, un fuerte olor invadió sus fosas nasales y él lo inhaló como si fuese una droga adictiva. Cuando se dio cuenta de que inconscientemente se estaba relamiendo los labios, Mikey maldijo en voz alta al causante de eso quien en esos momentos se hallaba trabajando en la tienda de DVD.

La verdad es que si bien Takemichi tenía poco olor y cuando estaba en la calle o incluso en su área de trabajo nadie podía oler su aroma, su departamento era un caso completamente distinto. Ese era el lugar donde el pelinegro pasaba la mayor parte de su tiempo cuando no estaba trabajando y, además, por ser su “lugar seguro” Takemichi permitía a su omega interior fluir con libertad, se permitía ser vulnerable allí en su nido, esparciendo en cada rinconcito las pocas pero deliciosas feromonas que su glándula de olor defectuosa podía exudar. 

—Joder, debería ser un delito oler así de bien. —gruñó Mikey con la voz ronca debido a la excitación que lo atacó de repente. El alfa cerró la puerta y le puso llave por las dudas. 

El departamento de Takemichi además de ser pequeño, viejo, con poca iluminación, escasa ventilación y con manchas de humedad en las paredes, también estaba completamente desordenado. El rubio jamás conoció a una persona tan desordenada en toda su vida; sin embargo ignoró todo el desorden, saltando por encima de la pila de ramens amontonados y caminó directamente hacia el futón-nido improvisado del omega, obviamente en ese desastre de sábanas era donde estaba la mayor concentración de olor. Mikey tragó grueso mientras se sentaba sobre el futón donde dormía Takemichi. Encima del “nido” el pelinegro había dejado una camiseta vieja la cual usó toda la noche mientras dormía.

Los temblorosos dedos de Mikey cogieron la prenda de vestir para luego llevarla hasta la altura de su nariz. Se sonrojó al pensar que se había convertido en un maldito pervertido, como esos viejos verdes que tanto odiaba pero toda su vergüenza desapareció en cuanto olió ese aroma dulce que pudo percibir aquella vez cuando pegó su nariz a la glándula de olor de Takemichi.

—Joder, joder, joder. 

Los colmillos de Mikey se asomaron debido a la excitación que lo invadió de repente, además sintió una fuerte punzada en su entrepierna la cual se despertó como hacía tiempo no lo hacía. El gánster reaccionó cuando se dio cuenta de que estaba a punto de empezar a soltar sus feromonas con la clara intención de marcar ese departamento como su territorio. Obviamente ese era el deseo primitivo de su alfa interior, el cual quería que su olor se mezclara con la dulce fragancia del omega, la “lógica” detrás de eso es que así cualquier alfa que estuviera rondando por ahí se enteraría de que Hanagaki Takemichi ya tenía dueño: un alfa más fuerte que todos esos insignificantes “rivales”. 

—Maldito alfa posesivo, eso es lo que tú deseas no lo que yo quiero ¡ese mocoso llorón no es ni será mi omega, ni mi destinado, ni nada de eso! 

Si Mikey esparcía sus feromonas como quería su alfa interior, Takemichi sabría que él estuvo allí. Entonces haciendo uso de todo su autocontrol, Mikey se levantó de aquel futón impregnado del aroma del omega y caminó con dificultad hacia la puerta para largarse de allí, por supuesto en una de sus manos estaba la vieja camiseta de Takemichi que vino a buscar en primer lugar. 

Una vez que salió de aquel departamento el alfa montó su preciada CB205T, el último recuerdo que le quedaba de su hermano Shinichiro, y condujo directamente hacia su penthouse. La camiseta de Takemichi se encontraba fuertemente sujeta a la mano del rubio mientras el mismo aumentaba la velocidad porque deseaba llegar a su hogar para satisfacerse tranquilamente, ya que su entrepierna le dolía como nunca antes. 

Cuando el rubio llegó a su penthouse, lo primero que hizo fue correr hacia su habitación y tirarse en su enorme cama con la camiseta de Takemichi pegada a su nariz. Su ansiosa mano bajó hasta su dolorida entrepierna y, sin perder el tiempo, desabrochó sus pantalones con prisa para luego bajarlo hasta la altura de sus rodillas. El miembro despierto del alfa formaba una carpa en sus bóxers, la tela de su ropa interior se encontraba un poco húmeda debido al líquido preseminal. 

—Mierda, hueles tan jodidamente bien omega. —susurró con la voz ronca y los ojos muy dilatados, una clara señal de que su alfa estaba tomando el control. El rubio al fin liberó su erecto miembro de la prisión que representaban sus bóxers en esos momentos.  

El gánster tenía una mano sujetando la vieja camiseta de Takemichi contra su nariz y la otra mano estaba ocupada masturbando su miembro. Las feromonas con olor a selva húmeda del alfa se esparcieron por toda su habitación y, a medida que el meneo realizado por su mano aumentaba su velocidad, los jadeos roncos del rubio también se hacían más audibles. 

—Deberías estar aquí omega, justo sobre esta cama y debajo de mí, con las piernas bien abiertas para recibirme. —dijo Mikey entre gruñidos mientras su dura polla empezaba a soltar más y más líquido preseminal debido al vaivén cada vez más rápido de su mano. —Mierda, te follaría tan bien… seguramente quedarías preñado y entonces darás a luz a unos saludables cachorros. 

Obviamente el que estaba diciendo todas esas cosas desvergonzadas era el lado más primitivo de Sano Manjiro: su alfa interior. Esa parte de él anhelaba a ese omega llorón de dulce olor y ojos azules, deseaba tenerlo debajo de su cuerpo, penetrarlo sin contemplaciones, impregnar su delgado cuerpo con sus feromonas de alfa, correrse dentro de su lubricado agujero, anudarlo para que ninguna gota de su semen saliera afuera de él y en ese momento de clímax dejar una marca en su cuello… una tan visible y permanente para que todos supieran que ese omega y los futuros cachorros que daría a luz les pertenecían solo a él.

El posesivo alfa interior de Mikey odiaba a su “parte consciente” por ser un maldito indeciso y no ir a reclamar lo que por derecho natural le pertenecía. Pero se calmó porque al menos decidió acercarse al omega y le permitió sentir de cerca ese delicioso olor una vez más, así que por el momento se conformaría. 

—¡Mierda! —con un fuerte gruñido, el alfa se corrió con ímpetu y chorros de semen volaron hacia arriba para luego caer sobre la camiseta que cubría parte del pecho del rubio, el cual subía y bajaba con rapidez debido a su respiración irregular producto del orgasmo.

Poco a poco el Mikey recobró la lucidez y, contrario a lo que pensaba hasta ese momento, se sintió jodidamente bien sin una pizca de culpa y con ganas de repetir esa experiencia. Mierda, ni siquiera cuando follaba con betas prostitutas experimentadas durante sus celos sentía tanto placer ¿acaso ese omega exudaba droga de su glándula de olor defectuosa o qué? ¿se podría hacer un negocio con eso? Mikey imaginó si eso tan adictivo que exudaba Takemichi de su cuello se podría convertir en una especie de viagra milagroso o algo así ¿debería hablarles a Koko y a Sanzu sobre eso? Al oír a su alfa interior gruñir a modo de advertencia, el rubio desechó la idea. 

A partir de esa maravillosa primera experiencia, Mikey volvió una y otra vez al departamento de Takemichi para robar camisetas usadas que tuvieran impregnado su olor. Lo triste es que, debido a la escasez de olor del omega, las camisetas solo le servían para masturbarse una vez y al día siguiente ya no olían a nada así que las tiraba a la basura  e iba a por más. 

Fue así como casi dejó sin ropa a Takemichi, entonces empezó a comprarle camisetas e incluso ropa interior de mejor calidad al omega mientras al mismo tiempo las seguía robando cada vez que las usaba. Takemichi cambió de cerradura pero bastó con hacerle una llamada a Mitsuya para solucionarlo y conseguir una nueva copia de su llave. A Mikey todo eso le pareció un intercambio equitativo y justo. A Takemichi por supuesto le pareció allanamiento de morada, acoso y lo maldecía cada noche antes de dormir. Por su parte al alfa las maldiciones del omega no podían importarle menos, estaba acostumbrado a ser un desvergonzado. No sería el jefe de una organización criminal de élite si tuviera una moral alta y sentido de la decencia ¿verdad?

En fin, fue en medio de todo eso que la boda de Emma y de Draken se acercó. El alfa interior de Mikey se había calmado bastante con las camisetas del omega pero… cada día que pasaba ese método le satisfacía menos y sus orgasmos ya no eran tan placenteros como los primeros que experimentó. El rubio temía que en cualquier momento la jaqueta y el horrible zumbido en su cabeza volvieran. Sin embargo, tampoco quería perder esa batalla de voluntades contra su yo más primitivo, simplemente no quería emparejarse con ese ni con ningún otro omega ¿no podía ser un alfa libre de ataduras? Maldita sea, malditos instintos. 

Y así el día de la boda de su hermana y de su mejor amigo llegó; Mikey estuvo tranquilo sin pensar en Takemichi y se centró en disfrutar de su gente, bebieron alcohol, hicieron bromas e incluso revivieron viejos recuerdos de cuando no eran más que una pequeña pandilla y estudiantes de secundaria rebeldes. Mikey tuvo que retener las lágrimas cuando vio a su amada hermana con un exuberante vestido de novia color blanco y sonrió orgulloso al ver a Draken vestido con un elegante traje negro. Fue él quien llevó a Emma al altar, deseando que su abuelo y su hermano mayor pudieran estar vivos para ver ese hermoso momento. Muchos lloraron, Pah-chin maldijo a Draken por casarse antes que él y el alfa trenzado le mostró el dedo medio divertido. 

Todo fueron risas, lágrimas de felicidad y  bromas durante la boda de ambos, hasta que algo imprevisto ocurrió. Una vez que la pareja intercambió sus votos y que todos los miembros de la Toman los felicitaron, un mesero contratado para ese día se acercó a Draken ya que éste le pidió una copa de champagne y fue justamente en ese momento que ese tipo aprovechó para clavar un puñal en el costado del novio.

Debido a los años de experiencia en combate, el alfa pudo reaccionar lo suficientemente rápido como para evitar una puñalada mortal aunque de todos modos su carne fue perforada por esa arma blanca y ni bien Emma vio eso gritó angustiada, su chillido alertó a todos los gánsters que estaban en ese salón celebrando y automáticamente todos reaccionaron sacando armas de fuegos que estaban escondidas en sus trajes de gala. Cuando el mesero se vio rodeado de decenas de armas, sonrió satisfecho casi como si estuviera agradecido de que eso pasara. 

—No lo maten. Hay que interrogarlo. —sentenció Mikey con la voz fría, los ojos fieros y los puños a sus costados muy apretados, tanto de hecho que sus nudillos se volvieron blancos.  

—Qué mal, no pude cumplir la misión encomendada por la señorita. Supongo entonces que debo morir. —susurró en voz baja pero aún así sus palabras fueron escuchadas por los más cercanos a él, incluidos Draken y Mikey. 

Fue entonces que todos vieron impactados cómo el cuerpo inerte del mesero caía, haciendo un sonido estruendoso al chocar contra el suelo. Sanzu fue el primero en acercarse al tipo porque, debido a su vasta experiencia con los fármacos, ya suponía lo que había pasado. El beta pelirosa se colocó unos guantes de látex que siempre tenía a la mano y se arrodilló hasta quedar a la altura del cuerpo. 

—Al parecer prepararon bien a este kamikaze de mierda. —espetó antes de abrir la boca del mesero y ver lo que había dentro de ella.—Bingo, es lo que yo pensaba. 

—Oye, afeminado ¿qué le pasó a ese imbécil? —preguntó Pah-chin, acercándose a la escena luego de volver a guardar un arma de fuego en su traje.

—Nada que un burro como tú pueda entender, de todos formas. —respondió el pelirosa mientras sacaba algo de entre las muelas del muerto. Era una especie de bolita negra con un olor apestoso.

—¡Pah-chin podrá tener solo aire en su cabeza pero al menos es más masculino que tú! —exclamó Peyan y el alfa con sobrepeso asintió, satisfecho de que amigo lo defendiera. 

—Dios los crea y ellos se juntan. —espetó Sanzu poniendo sus ojos en blanco y luego sonrió ladino.—Oh cierto, no creo en Dios.

Mientras Sanzu analizaba el cadáver, Draken era atendido por una Emma repleta de lágrimas y por un nervioso Mitsuya que sostenía un kit de primeros auxilios, el hermoso vestido blanco de la novia se manchó del rojo de la sangre de su esposo y Mikey veía a todos con los ojos más negros que nunca, preguntándose cuánto tiempo tardarían en dar con el responsable de todo esto para poder matarlo con sus propias manos. 

No sólo arruinaron la boda que venían planificando desde hacía meses sino que hicieron llorar de angustia a su única hermana en el día que se supone sería el más feliz de toda su vida e intentaron matar a su mejor amigo, hiriendo su costado con un puñal. Mikey en ese instante, en medio de todo ese caos, se juró a sí mismo que le daría una muerte dolorosa a quien sea que haya planeado toda esta mierda. No habrá misericordia. 

—Disculpe, mi re- digo jefe. —Sanzu por la costumbre iba a decir “mi rey” pero al ver la mirada asesina de Mikey, decidió mejor decirle jefe. —La persona que apuñaló a Draken era un kamikaze, es decir vino preparado para morir luego de realizar su trabajo. 

—¿Por qué murió así de la nada? 

—Porque siempre mantuvo esto en su boca. —explicó Sanzu mostrándole al rubio una bolita negra media aplastada que apestaba, obviamente la estaba sosteniendo con guantes por seguridad. 

—¿Qué mierda es esa cosa? 

—Es veneno. Es relativamente nuevo en el mercado y muy costoso. —explicó el pelirosa mirando con algo de fascinación a esa bolita. —Básicamente es puesta entre tus dientes y, si te descubren, con hacer la suficiente presión con tu lengua explotará y morirás en cuestión de segundos. Es una muerte rápida y evitas un interrogatorio tortuoso. Es un veneno perfecto para los kamikaze como este sujeto. 

—Es decir, no tenemos pistas sobre quién lo mandó ¿verdad?

—Exactamente, jefe. —asintió Sanzu mordiéndose los labios. —Revisé su cuerpo y no tenía nada encima que pudiera ayudar a saber quién lo mandó.

—¡Maldita sea! —todos se encogieron cuando Mikey gritó enojado pero el alfa enseguida se tranquilizó, a pesar de todo debía mantener la cabeza fría si quería encontrar al culpable. 

—Creo que yo sí tengo una pista. —quien habló fue Mitsuya, el mismo ya había terminado de curar a Draken y se dirigió hacia el cadáver semidesnudo.

—¿Qué pista, Mitsuya? —los ojos de Mikey brillaron expectantes, después de Koko se podría decir que Mitsuya era el más inteligente de la Toman. Koko e Inupi no pudieron asistir a la boda ese día porque tuvieron que viajar al exterior para firmar un acuerdo con una mafia de China pero al menos tenían a Mitsuya y a Sanzu. 

—Sus tatuajes. —dijo apuntando a su espalda, que tenía un diseño singular. —Tengo que estar al pendiente de las mafias, organizaciones y pandillas que se van formando en Tokio… y estoy 99% seguro de que su tatuaje es de una organización de asesinatos por encargo formada recientemente. 

—¿Asesinato por encargo? —el ceño de Mikey se frunció. —¿No fue otra mafia o pandilla quien mandó a matar a Draken? —Mitsuya enseguida negó. 

—No creo, esa organización se especializa en realizar asesinatos de personas individuales más que de mafias u organizaciones. —entonces el ceño de Mitsuya se frunció mientras pensaba y enseguida sacó su celular para enviar un mensaje a su equipo de inteligencia. —Solo deme un día, jefe. Voy a descubrir quién mandó a matar a Draken. 

—Bien, confió en ti Mitsuya. —sentenció Mikey asintiendo con la cabeza, feliz de tener a alguien tan eficiente como el alfa de cabello lila.

Dicho y hecho, el alfa no tardó más de un día en dar con aquel contrato de encargo de asesinato que Tachibana Hinata había firmado. Cuando se enteraron de que la responsable del desastre de la boda había sido la omega no lo podían creer, no porque dudaran de que esa tipa estuviera lo suficientemente despechada como para hacer eso sino porque no creían que tuviera el dinero para pagar algo así. Pero cuando leyeron bien el extenso contrato que esa tonta firmó sin leer bien, se dieron cuenta de que en letras pequeñas decía que el pago era que la omega se convirtiera en una esclava sexual por tiempo indefinido y entonces eso se les hizo más sentido.

Debido a la conexión que Emma tenía con esa omega, Mikey prefirió esperar unos días para que las aguas se calmaran y que Draken se recuperara de la herida en su costado. Mientras tanto le pidió a Mitsuya que averiguara todo sobre Tachibana Hinata e incluso sobre toda su familia. Luego de que seis días pasaron, y solo cuando Draken ya pudo pararse por sí mismo y caminar relativamente normal, Mikey les explicó la situación a la pareja de recién casados e incluso le hizo a su hermana la siguiente pregunta: 

—Emma ¿puedo matar a Tachibana Hinata? te lo pregunto porque sé que fue tu amiga. —la mirada oscura de Mikey era fría pero la mirada color miel de su hermana no era menos helada en esos momentos. 

—Esa persona no fue, es ni será mi amiga. Una amiga no le hace a otra lo que ella me hizo a mí. —sentenció la beta apretando sus pequeños puños con rabia. Sus ojos estaban rojos de tanto llorar por temor a perder a Draken, en esas interminables noches de fiebre que pasó al lado de su esposo debido a esa maldita puñalada. —Haz lo que quieras pero no estaré presente, yo… necesito descansar. —las ojeras debajo de sus ojos demostraban lo cansada que estaba, ya que pasó sus noches en vela al lado de su esposo hasta que él mejoró mejoró.

—Descansa entonces, Emma. — Mikey abrazó a su hermana pero en sus ojos no se veía calidez, solo frialdad y un deseo de venganza. 

Tanto Mikey como Draken salieron de la habitación matrimonial, dejando a la cansada beta sola en su cama para que durmiera por fin. Los ojos negros del alfa trenzado estaban tan fríos como los del rubio, a Draken en esos momentos le importaba una mierda que Tachibana Hinata haya sido amiga de su actual mujer o que sea una omega; ella definitivamente estaba muerta por haber mandado a alguien para que lo mate, arruinando así su boda con Emma y provocando con todo eso que su esposa llorara hasta que sus ojos se volvieran rojos. 

—Ya le mandé un mensaje a la perra. —dijo Mikey mientras ambos amigos se subían a una limusina negra que era manejada por un sonriente Sanzu, sediento de sangre. En frente de ellos estaban sentados Baji, Kazutora y Chifuyu. —Si no llega al puerto antes de las 8 pm, le di la orden a Yuzuha para que elimine a toda su familia. 

—¿Sin misericordia? —preguntó Draken con una ceja levantada. Y es que aunque Mikey era cruel, normalmente no tocaba a las familias de quienes le jodían sino que sólo elimina al que le jodía. 

—Sin misericordia. —sentenció el jefe de la Toman cruzado de brazos, mientras recordaba la promesa que se hizo a sí mismo el día de la boda arruinada de su hermana y cuñado. Justo cuando el alfa dijo esas palabras decisivas, la fúnebre limusina negra arrancó para dirigirse directamente al puerto de Tokio. 

...Continuará...

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