¿Calma?
¡Hola! Antes de que termine el domingo, quiero pasar para dejarles un nuevo capítulo, ¡muchísimas gracias por los comentarios que me dejan! Realmente los aprecio y me sacan unas buenas risas jajaja. Sin más que decir ¡a leer!
De las favoritas de Maikol:
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Un día había pasado desde el celo de Takemichi; luego de la noticia del embarazo de Emma, Mikey se mostró vulnerable por primera vez en mucho tiempo y lo hizo nada más ni nada menos que frente al pelinegro. Draken y Emma se retiraron del penthouse esa noche para permitir a los otros dos estar a solas, ya que sintieron que estaban interrumpiendo un momento muy íntimo. Para ese entonces, todos en la Toman ya sabían que estaban pasando "cosas" entre Takemichi y Mikey, menos los involucrados. Sin embargo, decidieron no presionarlos más y permitir que ellos mismos se dieran cuenta de sus sentimientos con el paso del tiempo. Sólo rogaron porque no se dieran cuenta demasiado tarde.
Por su parte, Mikey y Takemichi luego de aquel abrazo en la cocina prácticamente no hablaron e incluso el pelinegro no le preguntó al rubio la razón por la cual lloró. Simplemente se cogieron de las manos y caminaron hasta el nido del omega que se hallaba en la habitación del alfa. Allí la pareja se acostó y se miró fijamente a los ojos, no hicieron falta palabras ni permisos, pues con el correr de los minutos las piernas de ambos se entrelazaron y poco a poco se acercaron hasta quedar profundamente dormidos. Fue una noche tranquila y en paz, por primera vez Mikey se sintió en calma luego de recordar a Shinichiro, ya que normalmente cada vez que se acordaba de su hermano mayor se ponía volátil e iracundo. No quería aceptarlo en voz alta pero Takemichi era como un sedante natural para él, mucho más efectivo que su vieja cobija... la cual esa noche cayó debajo del nido completamente olvidada, pues sólo sobraba en medio del alfa y del omega quienes yacían abrazados encima de aquel nido.
Al otro día, Takemichi fue el primero en despertarse y se levantó para hacer el desayuno como cada mañana durante las últimas semanas. Los primeros días Emma insistió en que no era necesario, que una señora de confianza vendría a hacer los quehaceres en el penthouse pero el omega insistió en que por lo menos le dejen encargarse de preparar el desayuno y hacer ciertos quehaceres como ordenar el cuarto en el que dormía, ya que de lo contrario sentía que se volvería loco encerrado allí sin hacer nada todo el día, viendo ir y venir a un montón de gángsters. Al final, la señora que se encargaba de la limpieza empezó a ir al penthouse cada vez menos y sólo cuando Mikey y Takemichi dormían profundamente en el cuarto principal, pues al alfa no le gustaba que nadie ajeno a su círculo tuviera contacto directo con el omega; ni siquiera la señora de la limpieza contratada por Emma.
Aunque a Takemichi le gustaba mucho variar las comidas que hacía, casi siempre le preparaba omurice para desayunar a Mikey y le ponía una banderita de un país diferente cada día, fue el mismo Draken de hecho quien llegó con un pack que tenía un montón de dichas banderitas y le dijo al omega que a Mikey le hace ilusión ver las mismas encima de su omurice cada mañana. A Takemichi le pareció extremadamente infantil, sin embargo una mañana lo intentó y le dio tanta ternura ver los ojos negros de Mikey brillar emocionados, que desde ese momento lo siguió haciendo periódicamente. Ese día no fue la excepción, como cada mañana Mikey se levantó como un zombie, estimulado por el olor a huevo, arroz frito y café con leche extra dulce. No obstante, Takemichi notó que en esa ocasión el gángster se veía más eufórico de lo normal y no pudo evitar preguntar la razón de su alegría.
Mikey tardó un poco en decirle la causa de su alegría, Takemichi notó que el alfa tenía el pecho inflado como si fuera a contarle sobre un logro que consiguió con mucho esfuerzo y estuviera orgulloso por eso. No obstante, cuando el rubio finalmente le reveló que sería tío porque su hermana estaba embarazada por primera vez, el omega casi escupió su café porque realmente no se lo esperó. Es decir, él sabía que Draken y Emma se habían casado recientemente, por lo cual sería normal imaginar que en el futuro tendría hijos pero jamás pensó que los cachorros llegarán tan pronto. Ellos dos en serio no perdieron el tiempo.
El pelinegro no pudo evitar sonrojarse al pensar que el alfa y la beta obviamente tuvieron que tener sexo para crear una nueva vida; al ver el sonrojo en el rostro del avergonzado Takemichi, Mikey no pudo evitar imaginar lo mismo que el omega estaba pensando y también se sonrojó. Sólo entonces el rubio captó que la niña que tanto había cuidado ya no era virgen y eso hizo que su rostro se ponga feo, quería agradecer a Draken por convertirlo en tío pero a la vez deseaba darle una patada en los testículos por desflorar a su hermanita. Era un sentimiento muy contradictorio y Mikey tuvo que contar no hasta diez sino hasta veinte para calmarse un poco. Al final, decidió alejar esos instintos asesinos de hermano sobreprotector y pensar únicamente en lo adorable que sería su futuro sobrino o sobrina.
Takemichi, luego de calmarse del shock inicial, felicitó a Mikey por convertirse en tío y ambos terminaron de desayunar tranquilamente en silencio. El alfa decidió no preguntarle al pelinegro sobre la conversación que tuvo la noche anterior con su omega interior, pues consideró que eso era algo muy íntimo y sólo esperó que la charla hubiera resultado bien. Luego de comer, ambos se fueron a distintos baños para ducharse y después se vestirían para salir, ya que tenían que ir al hospital a primera hora para que el doctor Azami le hiciera los análisis de sangre correspondientes a Takemichi. Ellos dos no se daban cuenta aún, pero parecían una pareja de recién casados perfectamente sincronizados.
El alfa ese día decidió poner más empeño en su outfit de lo habitual, debido a que estaba de buen humor por el embarazado de Emma. Luego de tomar una ducha, eligió vestir unos jeans claros ajustados con algunas roturas que dejaban entrever sus tonificadas piernas, una camiseta de tirantes color verde oscuro con el símbolo de la anarquía en color rojo en el centro y encima se puso una chaqueta de cuero color negra; se encargó de complementar su outfit con unos clásicos lentes de sol aviator marca Ray-Ban y obviamente sus infaltables chanclas marca Gucci, de color negras con bandas en color rojo y verde. Draken enseñó a Takemichi cómo peinar a Mikey, así que fue el mismo omega quien ayudó al rubio a peinar su rebelde cabello hacia atrás e incluso le puso fijador para que la melena rubia permaneciera en su sitio. El pelinegro al ver el resultado final, no pudo evitar ruborizarse al pensar en lo guapo que se veía Mikey cuando se arreglaba.
Al ver el esmero que puso el rubio por arreglarse ese día, Takemichi se sintió avergonzado de sus fachas y se comprometió a vestirse mejor. Después de ducharse y peinar al rubio, el omega en bata de baño se dirigió directamente a una habitación de invitados cercana a su cuarto, donde Mitsuya le había instalado un closet para que guardara toda la ropa que habían elegido juntos en una página web exclusiva. Hasta el momento, Takemichi nunca se había probado ninguna de esas ropas caras porque le daba vergüenza y además porque nunca había salido del penthouse, así que no había razón para vestir algo más que no sea un pijama. Por eso esa sería la primera vez que usaría la ropa que había elegido con ayuda de Mitsuya y estaba muy nervioso por saber si se vería bonito. Su baja autoestima le hizo pensar que, aunque se pusiera ropa hermosa y cara, seguirán viéndose mal en él pero cuando esos pensamientos pesimistas atacaron su mente, su omega interior gruñó y disipó todos esos miedos absurdos.
Entonces, con una confianza renovada, Takemichi se probó varios conjuntos y para sus sorpresa todos le quedaban bien; luego de probarse varias prendas eligió unos jeans holgados no tan llamativos, sin embargo cuando se los estaba por poner un gruñido salió desde lo profundo de su ser y el pelinegro frunció el ceño mientras veía su reflejo en un espejo de pie que tenía enfrente. Lo entendió perfectamente, su omega no estaba feliz con su elección y entonces de forma involuntaria los ojos azules de Takemichi se centraron en una prenda en particular que había dejado olvidada en una esquina. Lo que vio fueron unos pantalones de cuero color negro bastante ajustados, que además tenían en sus laterales unas cremalleras plateadas que iban desde su tobillo hasta sus caderas y no eran sólo de decoración, sino que realmente podían abrirse dándole un aire muy sexy. Obviamente él jamás elegiría algo así para sí mismo, lo hizo Mitsuya sin que él supiera a modo de broma y cuando le llegó, ya era tarde para devolverlo. Pese a eso, el desgraciado de su omega en serio quería que usara algo así de sensual en su visita al hospital. Jodidamente no.
No obstante, al igual que una vez le pasó a Mikey cuando se negó a hacer caso a los deseos de su alfa interior, a Takemichi le empezó a doler intensamente la cabeza debido a un zumbido que fue provocado por su omega interior. Maldijo en voz alta a su omega, diciéndole que su vida era mucho más sencilla cuando él estaba dormido, sin embargo al final llegó a un acuerdo con el lobo. Él no se pondría ese pantalón de cuero en esa ocasión porque iría al hospital, pero le prometió que lo usaría en otra oportunidad cuando volviera a salir del penthouse. El omega estuvo de acuerdo con esa promesa, pero le prohibió vestir ese pantalón holgado que según él no tenía chiste y Takemichi terminó poniéndose unos jeans claros ajustados con dos roturas en la zona de las rodillas, arriba se colocó un suéter azul oscuro holgado con los hombros descubiertos y una elegante gargantilla de cuero negro con algo de encaje que Emma le había regalado; a Takemichi siempre le había gustado los collares de ese estilo que servían para mantener segura la zona de la glándula de olor, sin embargo eran tan caros que nunca se los había podido comprar. Por eso no pudo rechazar ese regalo cuando Emma se lo dio, ya que le gustó demasiado.
Por último, luego de pensarlo un rato Takemichi decidió ponerse unas botas negras estilo militar y su omega le dio la idea de complementar el outfit con un cinturón negro Gucci que tenía el logo de la marca en color dorado y unos lentes de sol Ray-Ban aviator para combinar con el atuendo que su alfa vestía ese día. Aunque Takemichi estaba sinceramente avergonzado, no pudo evitar satisfacer los caprichos de su terco omega y le dio el gusto. En cuanto a su cabello, lo peinó un poco pero más bien lo dejó al natural, ya que su omega lo amenazó con matarlo si decidía agarrar un fijador y hacerse el peinado hacia atrás que solía usar en su época de secundaria. Al final, cuando el pelinegro vio su reflejo en el espejo no pudo evitar jadear sorprendido porque por primera vez en su vida realmente podía decir que se sentía bonito. Él siempre deseó vestirse así pero nunca tuvo los medios como para poder permitírselo, así que sus ojos azules enrojecieron porque tenía ganas de llorar pero se aguantó, debido a que no quería arruinar su outfit con lágrimas. Su omega interior asintió satisfecho, él también estaba conforme con el resultado y lo apuró para que fuera a donde Mikey, ansioso por recibir los elogios de su alfa.
Cuando el rubio vio salir de la habitación de invitados a Takemichi completamente vestido, no pudo evitar tragar grueso y sintió un hormigueo en su entrepierna. A pesar de que el omega no se vistió con la intención de lucir sexy, la verdad es que a los ojos de Mikey se veía jodidamente sensual con esos jeans ajustados que marcaban su trasero y con ese suéter holgado que dejaba ver sus hombros. El alfa tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no saltar sobre Takemichi con la clara intención de morder sus clavículas y apretar su trasero. Forzó una sonrisa y le dijo al omega que se veía muy bien, a lo cual Takemichi fue incapaz de responder de inmediato porque se ruborizó de forma adorable y después de calmarse le dijo en un susurro bajito que él también se veía genial. Si Sanzu hubiera estado allí, definitivamente les hubiera tomado una foto porque ambos lucían adorables.
Luego de elogiarse mutuamente, los dos caminaron hacia el ascensor privado que tenía el penthouse y Mikey colocó su huella digital para que el mismo baje hacia el estacionamiento privado, donde fueron recibidos por Mocchi quien saludó cortésmente al rubio y también a Takemichi. Ya para ese entonces, muchos en la Tokyo Manji daban por hecho de que el pelinegro se convertiría en la pareja oficial de Mikey una vez que se cumplieran los seis meses, así que empezaron a comportarse bien con él pues les convenía caerle bien a la futura pareja de su jefe. Takemichi era tan ingenuo que no se dio cuenta de nada y sólo creyó que todos lo trataban mejor porque simplemente les cayó bien, no obstante su omega sí se dio cuenta de la realidad y se la dijo al inocente pelinegro. Después de saber la verdad gracias a su omega, a Takemichi le cuadró el porqué de la nada Sanzu empezó a tratarlo mejor y dio por hecho de que seguramente el beta cambió porque le convenía. Aunque fue doloroso saber que muchos cambiaron su actitud hacia él por interés, lo terminó por aceptar a regañadientes.
Hablando de Sanzu, el beta no tardó en llegar al estacionamiento privado conduciendo un automóvil negro en el cual se subieron tanto el rubio como el pelinegro. El beta elogió el buen gusto de Mikey a la hora de vestir pero sus mayores elogios curiosamente no fueron dirigidos hacia su rey sino al pelinegro, a quien Sanzu no paró de elogiar y de repetir lo guapo que se veía vestido así. Takemichi tembló en cuanto vio a través del espejo retrovisor una enorme sonrisa estampada en el rostro de Sanzu, dirigida específicamente a él. Por su parte Mikey fulminó con su mirada a su subordinado e incluso le dijo que su castigo se cancelaba y que se inyectara ni bien lleguen al hospital, orden a la cual el beta simplemente asintió aún con una inquietante sonrisa adornando su rostro. Luego de ordenarle aquello al beta, el alfa le explicó a Takemichi que Sanzu daba más miedo de lo habitual porque estaba bajo los efectos de la abstinencia y, de hecho, sobrio era todavía más peligroso que drogado. Saber eso sorprendió al omega, quien vio con lástima al beta pero a pesar de eso se alejó todo lo que pudo de ese inquietante hombre de pelo rosa. La verdad es que el omega prefería al Sanzu que simplemente lo ignoraba, a este nuevo Sanzu que intenta ser amable con él pero que sólo le produce escalofríos.
En fin, el beta condujo a la pareja hasta el hospital privado donde trabajaba el doctor Azami. No entraron por la puerta principal para no llamar la atención sino que ingresaron por una puerta trasera, el doctor ese día canceló todos sus compromisos para poder atender directamente a Takemichi, así que los recibió a ambos en su consultorio de inmediato y ya tenía todo preparado en el hospital para hacerle al omega los análisis de sangre que necesitaba. Los resultados arrojaron que el pelinegro efectivamente es un omega dominante pero su omega interior había estado dormido debido a que fue recesivo desde su nacimiento, por lo cual el doctor Azami le recomendó comenzar un tratamiento anti-recesivo pero Takemichi no estuvo del todo de acuerdo con eso, pues temía que dicho tratamiento le hiciera algún daño a su reciente conexión con su omega interior. La verdad es que a pesar del mal genio y el egocentrismo que poseía su omega, Takemichi ya le había cogido cariño y temía que volviera a dormirse. Los análisis de sangre y las conversaciones entre el doctor y el pelinegro duraron varias horas, durante las cuales Mikey permaneció en silencio casi todo el tiempo para respetar las decisiones del omega. Sanzu por su parte también se quedó dentro del consultorio parado a un lado de su rey y su reina; luego de inyectarse su comportamiento errático se sosegó bastante, no obstante sonrió satisfecho cuando vio a Takemichi proteger a su omega interior.
...
Mientras todo eso pasaba en el hospital privado, en las afueras de Tokio y más específicamente en un galpón que a simple vista parecía abandonado; una docena de cuerpos sin vida yacían en el suelo amontonados. El piso estaba manchado con la sangre aún tibia de esas personas que perdieron su vida por atreverse a interferir en los negocios de la segunda organización criminal más poderosa de Japón, el Valhalla.
A una escasa distancia de esa pila de cadáveres, dos personas se encontraban completamente desnudas y gimiendo sin pudor: un beta de fríos ojos azules cabalgaba encima de un alfa de intensos ojos morados. El choque de caderas era bestial, el ruido que se producía cuando las pieles de ambos se rozaban era muy erótico y hacía eco debido al lugar cerrado en el que se encontraban, tanto Kisaki como Hanma estaban empapados en sudor y también salpicados con sangre, no obstante ésta última no era de ellos sino de las personas a las cuales acababan de torturar y matar. Uno de sus fetiches era tener sexo ni bien le quitaban la vida a otras personas, eso realmente los excitaba a unos niveles alarmantes.
—Joder, me voy a correr otra vez. —dijo Hanma con la voz ronca mientras aumentaba el ritmo de sus embestidas. Por reflejo hundió su nariz en el cuello de Kisaki, no obstante el beta jaló fuertemente el cabello bicolor del otro hacia atrás y lo fulminó con esa mirada de superioridad que tanto excitaba al alfa, sin dejar en ningún momento de cabalgar sobre la dura polla de Hanma.
—¿Cuántas veces debo recordarte tu lugar? —espetó antes de abofetear la mejilla de Hanma, el golpe fue tan fuerte que le rompió el labio al alfa e incluso las embestidas se detuvieron de forma abrupta. No obstante, rápidamente una inquietante sonrisa adornó el rostro golpeado de Hanma y su miembro se endureció aún más si es que eso era posible. —Maldito masoquista de mierda. —lo insultó Kisaki antes de volver a ser embestido pero con más fuerza que antes por el otro, era un vaivén inhumano. Rápido, sin tacto y bestial. Sin embargo, Hanma supo que al beta le encantaba cuando el susodicho comenzó a arañar su espalda a la vez que tiraba su cabeza hacia atrás, para poder gemir a gusto.
Luego de un par de embestidas más finalmente el alfa se corrió dentro del tercer condón que usó desde que ingresaron a aquel galpón; Kisaki estabilizó su respiración y luego se levantó del regazo de Hanma. Durante el sexo, al beta no le gustaba usar sus lentes así que se los quitaba pero ni bien terminaba lo primero que hacía era ponérselos de vuelta. En cuanto al alfa, se quitó el condón usado con una gran sonrisa de satisfacción y le hizo un nudo para que su semen no saliera del látex. Luego miró los cuerpos que yacían quizás a un metro de donde ellos dos estaban y se relamió los labios, una de las mejores experiencias de su vida era tener sexo luego de pasar por la adreladina de matar. La idea originalmente no fue suya sino de Kisaki, quien aunque a simple vista parecía mucho más sosegado que Hanma también tenía fetiches escalofriantes.
—Según lo que mi informante me ha dicho, las cosas han cambiado dentro de la Toman. —dijo Kisaki mientras sacaba del bolsillo de su traje un paquete de cigarrillos de una marca extranjera y un mechero de oro. —Al parecer, Mikey se ha obsesionado barra "enamorado" de ese omega llamado Hanagaki Takemichi.
—¿Qué? ¿en tan poco tiempo? —preguntó Hanma en tono burlón, a la vez que recibía un cigarrillo y también el mechero dorado.
—Eso me facilita todo. —dijo Kisaki con una sonrisa maliciosa, después colocó en silencio un cigarrillo entre sus labios. Hanma no tardó en acercar el mechero de oro al beta y encender así su cigarrillo.
—¿Cuál es el siguiente paso entonces? —preguntó mientras él mismo se colocaba un cigarrillo entre los labios y lo encendía, dándole una profunda calada.
—Por ahora no podemos hacer nada, simplemente debemos esperar.
—¿Esperar a que se cumplan los seis meses?
—No, esperar a que Hanagaki Takemichi quede embarazado de Mikey. —aclaró con sus ojos azules brillando con crueldad. —¿Cuánto daño crees que le hará al "invencible" Mikey perder a su bebé?
—No sé pero espero que le haga muchísimo daño. —dijo Hanma carcajeándose, sin embargo no pudo evitar fruncir el ceño mientras le daba otra calada a su cigarrillo y luego expulsaba el humo por su nariz. —De todas formas ¿cómo pretendes hacer que pierda a su bebé? Mikey jamás dejará que te acerques a su omega.
—De eso se encargará nuestro informante. —sentenció Kisaki, dándole una calada a su cigarrillo y sonriendo ladino.
—¿En serio se va a arriesgar tanto? —preguntó Hanma sorprendido, si bien sabía que el "informante" de Kisaki estaba medio loco, no sabía que su locura llegaría a tales extremos.
—¿Qué te puedo decir? Las ansias de venganza vuelven loco a cualquiera.
...
Mientras tanto, nuevamente en el hospital privado Takemichi acababa de terminar su extensa conversación con el doctor Azami. Al final, decidió llevarse a casa los medicamentos anti-recesivos que el doctor le recetó pero aún seguía dudando de si tomarlos o no, antes debía hablar nuevamente con su omega interior para tener su opinión al respecto. Por su parte, Mikey y Sanzu no expresaron sus opiniones sobre dicho tema, dejando la decisión de si tomar o no el medicamento en manos del pelinegro.
Como ese día el alfa estaba de muy buen humor, mientras caminaban por un pasillo del hospital que los llevaría a la salida le preguntó a Takemichi si quería ir a comer a algún lugar. El omega se sorprendió porque sería la primera vez que comería afuera del penthouse, sin embargo asintió con la cabeza rápidamente porque en serio le hacía ilusión comer fuera. Sanzu sonrió satisfecho al ver a su rey cortejar tan abiertamente a su reina y rápidamente sacó su celular del bolsillo para buscar en internet una lista con los mejores restaurantes de Tokio. Él quería un restaurante con comida de primera calidad, privacidad máxima y un ambiente romántico que hiciera honor a la primera cita de sus reyes. Sin embargo, cuando Mikey le preguntó a Takemichi a dónde quería ir a comer el omega le respondió que a un lugar de comida rápida. Sanzu casi dejó caer su celular al suelo cuando oyó eso, su reina... ¿en un mugroso y ruidoso lugar de comida chatarra? ¡ni hablar!
—¿En serio quieres ir a un lugar de comida rápida? —preguntó Mikey sorprendido, no obstante no le negó la solicitud al omega como estaba rogando que lo hiciera Sanzu.
—Hm. —asintió Takemichi con una sonrisa. —Estas últimas semanas he estado comiendo comidas sumamente elaboradas preparadas por Emma-chan o incluso por restaurantes a domicilio. Todas son muy deliciosas, pero extraño las cosas simples. —se justificó rascándose la nuca, un poco avergonzado por ser tan simple. —Quizás nunca te lo haya dicho pero mi comida favorita son las papas fritas de McDonald 's, así que ¿podemos ir allí?
—De acuerdo. —asintió Mikey sin más, por su parte a Sanzu no le quedó de otra más que suspirar resignado. Sólo sabía que cuando la reina quedara embarazado de los futuros herederos, él no permitiría que Takemichi coma demasiada comida chatarra por mucho que lo deseara, ya que podría hacerle mal a los cachorros.
—¡Muchas gracias, Mikey-kun! —exclamó feliz el pelinegro, con una gran sonrisa adornando su rostro. Por su parte el alfa le devolvió la sonrisa y asintió en silencio.
—¿Takemichi...? ¿eres tú?
Cuando el omega escuchó esa voz que tan bien conocía, se detuvo en seco y tanto Mikey como Sanzu lo imitaron. El pelinegro abrió mucho sus ojos azules mientras giraba su rostro hacia la voz que acababa de llamarlo, en un pasillo conectado al pasillo donde ellos estaban se encontraba un chico de cabello pelirrojo y ojos color marrón rojizo, debajo de los mismos se podían apreciar unas marcadas ojeras que eran señal de que no había podido dormir bien los últimos días. Atsushi vestía ropa deportiva esa mañana y sostenía entre sus manos un bentō que su padre olvidó en casa, y su madre envió a su hijo al hospital para que se lo entregara al doctor Azami. Fue una casualidad muy cruel y de hecho el doctor Azami, quien en esos momentos se encontraba en su consultorio, maldeciría a su esposa si se enterara que justo ese día mandó a su querido hijo al hospital.
—¿Akkun? —fue lo único que Takemichi pudo decir en un hilo de voz. Sus ojos ardieron, como si estuviera a punto de largarse a llorar.
...Continuará...
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