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Capítulo II. Primera Cita

Namjoon no recordaba cuando había sido la última vez que durmió bien, razón por la que agradeció que a pesar de los nervios que sentía por su cita con Seokjin, hubiera podido dormir toda la noche, sin que la ansiedad y el miedo de no saber cómo reaccionaría el contrario al conocer sus sentimientos, lo despertarán. Sin embargo, cuando su alarma de las nueve de la mañana sonó y el moreno abrió los ojos, todos los miedos, inseguridades y dudas que no lo atormentaron durante la noche, se hicieron presentes.

Qué tipo de ropa debería usar, cuáles prendas había mandado a lavar, qué zapatos eran cómodos pero también elegantes, cuánto dinero necesitaría para su cita, qué clase de comida prefería Seokjin, el pelinegro tenía alguna alergia de la que nunca le había hablado, qué película deberían ir a ver al cine, cómo sabría cuál era el momento perfecto para confesar sus sentimientos, cuál era la probabilidad de que lloviera ese día, si decía algo incorrecto el mayor lo golpearía, cómo debería reaccionar si éste realmente le daba una cachetada, dónde estaba la casa de Seokjin, qué tan temprano debía llegar a la casa del contrario, cómo podía evitar que el pelinegro se aburriera en su cita, esas y muchas otras eran las preguntas que torturaban al castaño, pero al ser consciente de que si se detenía en tratar de responderlas jamás llegaría a su cita, decidió ignorarlas por muy difícil que fuera, y comenzar a arreglarse.

Primero tomó un largo baño con agua fría, asegurándose de limpiar cada rincón de su cuerpo; se vistió con un pantalón café claro, una camisa con estampado de flores y unos zapatos cafés; peino su cabello hacía atrás, debido a que recordaba como varias personas, entre ellas Seokjin, le dijeron lo apuesto que lucía con ese estilo; y por primera vez se puso una colonia que su padre le había regalado hace algunos años por su cumpleaños, acción que sorprendió a su amigo que justo iba pasando por ahí.

—Pensé que odiabas el perfume— se detuvo frente a la puerta abierta.

—No lo odio— con cuidado se colocó un reloj plateado—. No lo uso porque me marea el olor.

—Entonces, ¿por qué te lo pusiste?

—Porque sí— dijo evitando la insistente mirada del rubio que comenzaba a ponerlo nervioso.

—Ah ya— exclamó al recordar los planes de su amigo—. Quieres hacer que Seokjin se acerque a ti para oler tu perfume— comentó con tono lujurioso.

—V-voy retrasado— fingió no escuchar el comentario del menor y se apresuró a caminar hacía la salida.

—Si quieres condones tengo algunos en mi cartera— gritó con picardía antes de que el moreno cerrara la puerta por completo.

En ese momento el castaño no tenía la estabilidad mental para seguir escuchando las bromas del mayor, por lo tanto simplemente se puso en marcha con la intención de llegar a la casa del pelinegro lo antes posible, sin embargo, no le prestó atención a la hora que marcaba tanto su reloj como su celular, y terminó llegando a la casa del contrario aproximadamente una hora antes de lo acordado.

Durante esa hora que estuvo esperando frente a la puerta del más bajo, no logró reunir el valor suficiente para atreverse a llamar, ya que en ese instante aquella puerta marrón era una trampa mortal.

—Tu puede Namjoon— se dio ánimos para llamar a la puerta cuando su reloj marcó las 2:10 de la tarde—. Tu puedes Namjoon— volvió a decir mientras se limpiaba el sudor que habían empezado a producir sus manos, y sin esperar un minuto más tocó suavemente la puerta, pero estaba demasiado nervioso como para esperar que alguien la abriera, así que después de tocarla se dio la medio vuelta dispuesto a caminar hacía el automóvil e irse a su casa. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso y huir de ese lugar la puerta se abrió.

— ¿A dónde vas? — Preguntó el apuesto joven al ver como el menor le daba la espalda.

— ¿Nos vamos? — Mencionó porque no quería decirle al contrario que trató de huir, pero que no fue lo suficientemente rápido.

—Sí— ambos caminaron hasta el vehículo que estaba estacionado a tan solo unas casas de distancia.

Para dar inicio a su cita, el moreno había planeado llevar a Seokjin a comer a su restaurante favorito, el cual era un restaurante bastante elegante ubicado en las afueras de la ciudad, y a pesar de que el precio de la comida era algo elevado, el castaño no podía arrepentirse de haberlo escogido, puesto que al llegar al lugar la sonrisa que el joven de cabello obscuro le regaló fue realmente hermosa. Además el servicio había sido muy bueno, y mientras esperaban a que su orden llegará Namjoon tuvo la oportunidad de conocer un lado del contrario que no conocía, un lado encantador que no entendía porque el mayor nunca se lo había mostrado. Después de la comida fueron a ver una película de miedo al cine, y aunque al principio el de piel más clara se negó con la tonta excusa de que las películas de terror debían verse en la noche, terminó accediendo a entrar cuando el castaño le dijo que si así lo quería podían volver más tarde para verla. Sin embargo, cuando la película comenzó el menor entendió porque Seokjin se había negado en ver la película, al parecer al pelinegro todo le daba miedo, sospecha que Namjoon confirmó cuando durante toda la película el mayor se aferró a su brazo con fuerza, y cuando en la mayoría de las escenas buscaba esconder su rostro en el pecho del contrario para no ver lo que iba a pasar, lo cual no era de gran ayuda porque de todos modos se terminaba asustando por los gritos o sonidos del filme. Al terminar la película, y como última actividad por el día, ambos visitaron un pequeño parque algo apartado del centro de la ciudad.

—Nunca había estado por aquí— habló Seokjin mientras caminaba y observaba el lugar.

—Yo he venido un par de veces— recordó todas las veces que había visitado ese parque junto con su mamá cuando era pequeño—. Se puede decir que es mi lugar favorito.

—Es lindo.

—Sí, pero no es la parte más bonita del parque— repentinamente aceleró el paso hasta llegar a unos arbustos, los cuales atravesó sorprendiendo al azabache que lo veía desaparecer a lo lejos.

— ¿Nam? — Se acercó rápidamente al lugar donde había visto desaparecer al contrario—. No me vayas a asustar Kim Namjoon— amenazó al no obtener respuesta.

Justo cuando terminó de decir aquellas palabras una mano apareció entre los arbustos y lo jalo, sin darle oportunidad de reaccionar.

— ¡Este es mi lugar favorito! — exclamó sosteniendo al mayor entre sus brazos.

—Te dije que no me asustaras— recriminó aferrándose a la camisa del contrario para controlar los repentinos e involuntarios temblores de su cuerpo, por el susto que le habían dado.

—Lo siento, no quería asustarte.

Poco a poco el de piel más clara se fue separando del moreno, pudiendo así observar aquel lugar. Había cuatro paredes de arbustos, las cuales supuso también podrían atravesarse; el suelo estaba cubierto de pasto, y sobresalían algunas flores que no logró identificar, debido a la obscuridad de la noche; y el cielo, la vista del cielo era preciosa, todo era de color negro y había pequeños puntos brillantes esparcidos alrededor de aquel lienzo. Era la primera vez en su vida que veía tantas estrellas, generalmente en Corea no se podían ver por las luces de la ciudad y la contaminación de la misma, por tal motivo, aquella vista le pareció aún más hermosa.

—Wow— exclamó pues no tenía palabras para describir lo que sentía—. Es lo más hermoso que he visto.

—Lo descubrí cuando tenía cinco años— sonrió al recordar aquella noche de invierno—. Ese día me prometí que algún día traería a la persona que más me gustará aquí para recostarnos en el pasto y ver el cielo juntos.

— ¿Y quién fue la afortunada? — Preguntó sin apartar la vista del maravilloso paisaje.

—Una persona hermosa, alguien mucho más encantador que este lugar, cuya belleza no se compara con la de nadie que haya conocido en mi vida— admitió mientras contemplaba el perfil del contrario—. Tiene ojos marrones, los ojos más brillantes y peligrosos que he visto, siempre que nuestras miradas se encuentran temó perderme en una especie de laberinto, del que sé, no podré escapar— la calidez con la que hablaba llamó la atención del pelinegro haciendo que el cielo pasará a segundo plano—. Sus manos son cálidas, no importa si es verano o invierno, la calidez no desaparece— los fanales de ambos se encontraron y Seokjin sintió como un leve escalofrío recorría su espalda—. Su sonrisa, quien sea que haya dibujado esa sonrisa en sus labios es un genio, es un artista al que le debo mi completa admiración, porque entre todas las maravillas que existen en el mundo, su sonrisa es por mucho la más asombrosa y perfecta de todas— con timidez busco las manos del contrario, ya que necesitaba valor para continuar—. Podría utilizar toda la noche para tratar de describir a esa persona, pero hay cosas que son simplemente indescriptibles, y la belleza así como lo que siento por esa persona, son ese tipo de cosas, demasiado hermosas o complicadas para ser descritas con palabras. Así que si todavía no sabes de quien estoy hablando es de ti, tú eres el afortunado, aunque creo que yo soy aún más afortunado por conocerte.

El pelinegro se quedó sin palabras, no sabía que decir o cómo reaccionar ante la repentina declaración del contrario. Siempre creyó que Namjoon y él eran amigos, por lo que nunca pensó en la posibilidad de que éste tuviera sentimientos románticos por él.

En ese momento no sabía qué hacer, ya que su corazón no dejaba de latir con velocidad, por dos emociones opuestas; como lo era la alegría, alegría de saber que el castaño tenía sentimientos por él; y el miedo, miedo a las críticas, al rechazo de su propia familia, quienes desde una temprana edad le enseñaron que la homosexualidad era algo malo, y en contra de la naturaleza.

—Lo siento Nam— lentamente apartó sus manos de las del contrario, rompiendo el contacto que hace tan solo unos segundos había disfrutado—. Eso está mal.

Aunque el menor consideró la posibilidad de que el azabache lo rechazará, no podía evitar que su corazón doliera al escuchar esas palabras que estaban acompañadas de una mirada de dolor por parte del mayor, como sí el amarlo lo lastimará.

— ¿El que sienta algo por ti? — Preguntó aunque temía que la respuesta solo lograría lastimarlo más.

—Sí— al sentir como las lágrimas rodaban por sus mejillas miró al suelo—. Y el hecho de que yo sienta lo mismo por ti.

Las palabras del de piel más clara sorprendieron en demasía al castaño, quien estaba listo para ser apuñalado directamente en el corazón, pero no para saber que la persona que le gustaba también correspondía a sus sentimientos.

—Me gustas Nam, desde hace mucho tiempo— confesó haciendo que las dudas en la mente del antes mencionado desaparecieran—. Y me hace muy feliz saber que sientes lo mismo que yo, pero eso está mal— su voz sonaba entre cortada por el llanto—. Nosotros no podemos estar juntos.

— ¿Dices qué está mal por qué ambos somos hombres? — vio como el mayor asentía.

—Es mejor que busques a una linda chica, hay muchas chicas que desearían salir contigo, así que no desperdicies tu tiempo conmigo.

—Tal vez, pero hay un problema— tomó nuevamente las manos del apuesto joven—. A mí no me gustan las chicas, ni los chicos— el más bajo lo observó confundido—. A mí me gustas tú, a mí me gusta Kim Seokjin. Además — habló al ver la intención del pelinegro de interrumpirlo— creo que si salgo con una mujer solo lo haré por el deseo o la necesidad de reproducirme, por el contrario, al estar contigo cosas tan triviales como esas no me preocupan, sino que me concentro en algo más importante— secó con cuidado las lágrimas que seguían saliendo de los luceros de Seokjin—. Que es en conocerte, amarte y ser feliz.

— ¿A qué quieres llegar con eso?

—A que te olvides del hecho de que somos hombres, y que solo te concentres en lo que realmente importa— afortunadamente las lágrimas del más bajo se habían detenido—. Si me dices que no quieres estar conmigo porque soy hombre, seguiré insistiendo hasta que me aceptes.

—No es solo eso, es que tengo miedo.

—Yo también, pero sé que estaré bien si estoy contigo— con ambas manos acuno el rostro del contrario—. No pienso mentirte diciendo que si nos convertimos en una pareja va a ser fácil, y vamos a tener el apoyo de todos. Sin embargo, estoy dispuesto a ser tu escudo, a protegerte si alguien intenta lastimaste, y a consolarte cuando las cosas se pongan difíciles— lentamente se fue acercando a los labios del mayor—. Solo tienes que aceptarme y no preocúpate por lo demás, porque al menos yo sé que si te tengo a ti no necesito nada más— tras decir eso rosó los rosados y suaves labios de Seokjin, el cual no se apartó, al contrario profundizo más aquel beso rindiéndose ante el tacto de Namjoon.

¿Qué más da? — Pensó mientras colocaba sus brazos alrededor del cuello del más alto, y sentía como éste dirigía sus manos hasta sus caderas.

Desde el momento en que se enamoró del menor, Seokjin sabía que sería de esa forma, debido a que el moreno era una especie de fuerza natural que lo atraía y no lo dejaba pensar con claridad, y aunque sintiera miedo por no poder controlar sus deseos cuando estaba con él, estaba dispuesto a dejarse tomar por esas manos para que hicieran con él lo que quisieran, porque de alguna forma sabía que aunque le diera ese poder al contrario, éste jamás le haría daño. 















Fin.


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