Capítulo I. Me gusta Seokjin
Pasaban de las tres de la madrugada y mientras la mayoría de las personas dormían profundamente, un joven de piel ligeramente canela no lograba conciliar el sueño, siendo la cuarta vez en esa semana que pasaba la noche en vela por culpa de sus inquietos sentimientos.
—Tengo que ponerle fin a esto— murmuró sin apartar la vista del techo deseando que este le brindará las respuestas que necesitaba.
Después de unos minutos el universitario se puso de pie, tomó el encendedor y una nueva cajetilla de cigarros que reposaban en la mesa que se encontraba a un lado de su cama, y caminó en la obscuridad para salir del departamento que compartía con su compañero y mejor amigo. Una vez fuera trató de encender uno de sus "pequeños asesinos" como prefería llamarlos su madre, debido a que ella juraba que con solo consumir uno terminaría muriendo a temprana edad, ya ni hablar de qué pensaría si supiera la peligrosa cantidad de cigarrillos que el joven consumía últimamente al día. Sin embargo, Namjoon conocía los riesgos y tenía la edad suficiente para decidir si eso era o no lo mejor para su cuerpo, pero como el tabaco y la nicotina del mismo eran lo único que lo ayudaba a relajarse cuando se sentía frustrado, y lo hacía pensar con claridad, seguía arriesgándose a que las palabras de su madre se hicieran realidad tarde o temprano. Cuando el encendedor cedió ante sus insistentes y desesperados intentos, colocó el cigarrillo en su boca para prenderlo, y posteriormente aspirar su contenido dejando que el humo recurriera por completo su cavidad bucal y luego lo dejó salir con suavidad.
Generalmente después de fumar un cigarro ingresaba nuevamente a su hogar porque este le había ayudado a relajarse, sin embargo, en esa ocasión no sucedería eso, dado que el moreno se terminó la cajetilla, pero su cabeza todavía no había encontrado la respuesta que buscaba, y seguía generando posibles soluciones.
—A este paso mis pulmones estarán completamente arruinados en menos de una semana— se dejó caer al frío piso sin saber qué otra cosa podía hacer para poner en orden sus ideas.
Estaba sumido en sus pensamientos en el momento en que la puerta del departamento se abrió, lo cual contribuyó para hacer que el castaño se llevará un buen susto, eso y que normalmente nadie estaba despierto cuando él salía a fumar, así que jamás pensó en la probabilidad de que alguien fuera a abrir esa puerta.
— ¡Maldita sea, me asustaste! — exclamó tratando de regular su respiración mientras el más pálido, quien sostenía en cada mano un pequeño vaso de vidrio lleno de un líquido transparente, se sentaba a un lado suyo.
Tan pronto se sentó, le ofreció una de las bebidas al menor sin voltearlo a ver o dirigirle la palabra, y al sentir que éste tomaba el vaso llevó el suyo a su boca.
—Si tu plan es embriagarme para que pueda dormir no va a funcionar— le dio un trago a la bebida sin esperar una respuesta por parte del contrario—. El alcohol no tiene mucho efecto en mí.
—Si quisiera dormirte utilizaría cloroformo— la seriedad con la que pronunciaba aquellas palabras hizo que una pequeña risa se escapará de los labios del más alto.
—Entonces, ¿cuál es la ocasión?
—El alcohol me hace hablar— observó el contenido de su vaso mientras movía este en círculos—. Una vez Hoseok me dijo que me vuelvo muy sabio cuando estoy ebrio— volteo a ver al moreno—, y creo que tú necesitas tener una conversación con ese Yoongi.
—En otras palabras lo haces para darme un buen consejo.
—Sí— asintió y le dio un largo trago a su bebida.
— ¿Y es necesario que yo también tomé?
—Hay dos razones para que una persona tomé sola. Uno— levantó su dedo índice a la altura de sus ojos—, está deprimido. Dos— ahora tanto su dedo índice como su dedo medio estaban levantados—, no tiene amigos; y ninguna de esas dos opciones es mi realidad— concluyó bajando ambos dedos y desviando su mirada.
—Tienes razón— guardo silencio por un momento disfrutando de la compañía del contrario—. Tendremos que entrar por la botella— cambió de tema repentinamente—, con esto no va a ser suficiente.
—Mierda, no pensé en eso.
—Vamos a entrar— pronunció mientras se levantaba y sacudía cualquier rastro de suciedad que hubiera quedado en su pantalón.
—No me negaré solo porque ya me estaba doliendo el trasero y aquí afuera hace frío— tomó la mano que le ofrecía el contrario para ayudarlo a ponerse de pie.
—Y porque se te olvidó traer la botella— el más pálido le propinó un ligero golpe en el brazo derecho como respuesta a su broma.
Cuando ambos jóvenes estuvieron de pie ingresaron al departamento, cada uno agarró una silla del comedor y comenzaron a tomar de la bebida transparente sin dirigirse la palabra, debido a que el rubio prefería estar completamente ebrio para comenzar a hablar y el moreno no tenía problema con esperar unos minutos, ya que sabía que su compañero tenía una pésima resistencia al alcohol y por lo mismo normalmente lo evitaba.
—Estás hecho mierda— comentó el mayor, dándole a entender al castaño que ya estaba ebrio.
—Lo sé— sonrió ante la obviedad de aquellas palabras—. No he dormido muy bien últimamente.
— ¿Por qué? — Preguntó aunque sabía la respuesta, solo quería saber si su amigo también la conocía.
—Mi cabeza ha estado dando vueltas por culpa de una cosa.
—Y esa cosa— hizo comillas con ambas manos al pronunciar la palabra "cosa" — es un chico que estudia en la facultad de gastronomía y se llama...— se quedó en silencio unos segundos para tratar de recordar aquel nombre— ¿Cómo se llamaba?
—Jin. Kim Seokjin— respondió pese a que era consciente de que Yoongi accidentalmente había pronunciado esa pregunta en voz alta, y en realidad no esperaba que él la respondiera.
—Ah sí, Seokjin— repitió el nombre que no hubiera sido capaz de recordar por su cuenta—. Supongo que no me vas a negar que la razón de tu insomnio se llama Seokjin.
—No, no lo haré— suspiró resignado ante la astucia que demostraba el mayor a pesar de su estado—. Es cierto que no he dormido bien últimamente por pensar en él.
—Deberías decirle lo que sientes— mencionó al mismo tiempo que rellenaba su vaso con el líquido transparente—. De no ser así, temó que terminarás tomando pastillas para dormir o peor, en el hospital.
—Lo he pensado, pero...—se quedó callado sin atreverse a decir lo que pensaba.
—Si no le gustas— empezó a responder la pregunta que el castaño nunca pronunció— al menos te sentirás más tranquilo. A veces lo que uno necesita es no guardarse lo que siente para ser feliz.
—Eso no es lo que me preocupa— al ver cómo el contrario levantaba una ceja con incredulidad volvió a hablar —. Está bien, si me preocupa un poco no gustarle, pero eso no es lo que me tiene tan inquieto.
— ¿Y qué es?, ¿qué es lo que temes?
—Tengo miedo de que se alejé de mí — admitió dándose cuenta que era imposible ocultarle algo a su amigo—. Me aterra pensar que cuando le confiese lo que siento no me vuelva a hablar— su mirada fue hacía sus manos con las que había comenzado a jugar—. Actualmente somos buenos amigos, pasamos mucho tiempo juntos, hablamos de las cosas que nos gustan y nos disgustan, nos reímos de idioteces, y a veces incluso salimos al cine o a pasar el rato en otro lugar— sus ojos comenzaron a picar por culpa de las lágrimas que deseaban salir—. No quiero que por mi culpa eso terminé, no quiero que al final se sienta incómodo si está conmigo.
—Nam, eso que sientes por él arruinará su amistad tarde o temprano— la voz del mayor era suave pero firme—. Y no lo digo porque piense que está mal, sino porque me doy cuenta de que cada vez te es más difícil esconder tus sentimientos, de hecho toda la universidad se da cuenta. Créeme que no hay alguien en el campus que no note que estás perdidamente enamorado de Seokjin, lo cual aparentemente no es malo, sin embargo, si lo es — buscó la mirada del menor, quien seguía concentrado en observar sus manos—. Lo es porque te duele, porque por más que digas que estás bien con solo ser su amigo no es cierto, ya que a veces simplemente quieres decirle que lo amas, quieres abrazarlo, besarlo y gritarle al mundo que él es tu novio, pero no puedes porque prefieres no incomodarlo antes de obedecer a tu corazón— no era necesario ver el rostro de Namjoon para saber que estaba llorando, debido a que todo lo que había dicho su compañero era verdad, una dolorosa realidad—. Así que por favor sé un poco egoísta y dile lo que sientes, y si Seokjin te deja de hablar después de conocer tus sentimientos está bien porque eso quiere decir que no era el indicado, ni como un amigo y mucho menos como una pareja, puesto a que no iba a permanecer a tu lado en las buenas y en las malas.
Después de conversar, tranquilizarse un poco y llevar a Yoongi hasta su habitación para que descansará, Namjoon pensó en las palabras que éste le había dicho, llegando a la conclusión de que tenía razón; y que solo había necesitado un par de tragos así como algunas respuestas de su parte para darle el mejor consejo de todos. Realmente su mejor amigo era un sabio cuando estaba ebrio, sin embargo, trataría de no abusar de la extraña cualidad del contrario.
Esa noche tampoco durmió, pero la razón era otra. El castaño estaba buscando la forma, el lugar y las palabras perfectas para confesarle al pelinegro como se sentía, y debido a lo importante que éste era para él, quería que las cosas salieran de la mejor forma posible.
En cuanto el de piel ligeramente canela decidió el lugar, el momento y hubo practicado veinte veces las palabras que iba a decir, la alarma de su celular que anunciaba que eran las siete en punto y debía alistarse para ir a la universidad, resonó en la habitación.
Sin perder tiempo, y con más energía de la que había tenido en toda la semana, caminó hasta el baño para ducharse con agua fría y remover cualquier rastro de suciedad y preocupación que quedará en su cuerpo. Al terminar se vistió con unos jeans de mezclilla, una playera de manga corta negra y unos zapatos deportivos blancos.
Aún era temprano cuando terminó de vestirse y desayunar, por lo cual fue hasta la tienda para comprarle al mayor unas pastillas para el dolor de cabeza así como un café y volvió al departamento para dejar todo lo que compró ahí, ya que sabía de ante mano que muy probablemente el rubio no aparecería en la escuela ese día, puesto que su condición no era la mejor gracias a su idea de tomar, idea que el más alto agradecía.
El camino a la universidad fue corto y sin ningún inconveniente por lo que Namjoon llegó antes de que comenzaran las clases, y como sabía que Seokjin siempre llegaba temprano siguió caminado hasta llegar a la facultad del contrario para hablar con él unos minutos, pero no contaba con que alguien a sus espaldas interrumpiría su búsqueda cubriendo sus ojos con ambas manos.
— ¿Quién soy? — Susurró con una dulce voz en el oído del castaño.
No necesitaba pistas, ni siquiera necesitaba que aquella misteriosa persona hablara para adivinar quién era, el moreno lo sabía; ya fuera por la melodiosa y delicada voz que reconocería a varios kilómetros de distancia; por el corrientes de eléctricas que recorría su cuerpo siempre que había un roce o caricia, por más mínimo que fuera; o por aquel distintivo olor a fresa que emanaba el cuerpo del contrario.
—Jin.
—Sí— exclamó con alegría colocándose enfrente del menor—. Eres muy bueno adivinando.
—Quizá o tal vez fue solo suerte.
—No, yo reconozco el talento cuando lo veo— negó en repetidas ocasiones con la cabeza—. Espera, ¿va a llover?
—No lo creo, ¿por qué dices eso?
—Porque Kim Namjoon, el hombre menos puntual que conozco, llegó temprano— respondió haciendo énfasis en lo extraño que era aquel suceso— ¿A qué debemos el milagro de que hayas llegado temprano?
—Yo...— rasco su nuca buscando las palabras que diría a continuación—quería hablar contigo.
—Supongo que es algo importante.
—Sí— aclaro su garganta para seguir hablando—. Vamos a comer juntos mañana.
—Me parece bien, pero tendría que ser temprano porque Jimin va a tener un evento a las seis de la tarde, y si vamos tarde probablemente esté muy lleno y no pueda bailar.
—Me gustaría que está vez seamos solo tú y yo— interrumpió al mayor con seriedad porque el objetivo de esa invitación era tener un tiempo a solas con él, para poder confesarle lo que sentía, y si iba Jimin, no podría hacerlo.
— ¿Cómo una cita? — Dijo en tonó de broma y enseguida le giñó un ojo al menor para molestarlo.
—Sí, pasaré por ti a las 2:15 de la tarde— le informó con tranquilidad, como si el comentario y la acción del pelinegro no hubieran hecho que su corazón se acelerara.
—De acuerdo, entonces te veo mañana a esa hora— tras decir eso se despidió, y ambos fueron a sus respectivos salones.
El resto del día transcurrió normal para la mayoría de los jóvenes quienes prestaban atención a sus clases, disfrutaban el tiempo que los docentes les daban para comer o conversar con sus amigos, se despedían de los mismos cuando llegaba la hora de la salida, llegaban a sus casas para hacer tareas y descansar o iban a sus trabajos de medio tiempo. Pero para Namjoon cada minuto que pasaba solo lograba ponerlo más nervioso, al día siguiente tendría una cita con el chico que le gustaba, y aunque probablemente no sería muy diferente a las salidas que solía hacer con él, el de piel ligeramente canela no podía evitar que su corazón se emocionará ante la simple mención de la palabra cita.
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