
Capítulo 10: La chatarrera
—Entramos al sistema Ilum, general.
Anhi levantó la cabeza del reporte que estaba escribiendo. Llevaba ya rato redactando y borrando ideas sin poder encontrar las palabras correctas para lo que quería expresar. La culpa de la derrota la carcomía y desconcentraba del trabajo que tenía en frente. Imágenes de la batalla se repetían incesantemente en su mente mientras calculaba todos los posibles escenarios de lo que hubiera hecho diferente.
Ya le dolía la cabeza y no quería nada más que dejar de pensar, pero no tenía esa opción aún.
—Gracias. No entren al planeta, dudo tardar mucho en volver. Penlanc, Beslepa, vienen conmigo. ¡Bracrai, Aveli, vamos!
Los cinco se encaminaron por los fríos pasillos del Destructor, R4-F72 y BB-N5 siguiéndolos de cerca. Su dolor de cabeza aumentaba al escuchar los pensamientos de sus dos pilotos inconscientemente. Sabía que la persona promedio no estaba entrenada para mantener sus pensamientos bloqueados al resto de gente a su alrededor, pero rara vez le pasaba que no podía bloquear los pensamientos de otras personas.
Estaba eternamente agradecida de haberle enseñado a sus muchachos a bloquearlos, si no ya se hubiera vuelto loca.
Se detuvieron a las puertas de uno de los hangares, donde todas las naves que volvieron se habían acomodado. Frunció levemente el ceño al ver espacios vacíos. Ausken se encontraba hablando con su segunda al mando. Él parecía estar disculpándose efusivamente mientras ella intentaba calmarlo.
—¡Cronhix, Nahir!
Ambos pararon su pequeña discusión para verla. Les indicó que los siguiera con un movimiento de cabeza. Los dos obedecieron, Nahir con confianza y Ausken evitando su mirada por completo.
Nahir era una mujer alta, de piel oliva y pelo café claro con el que batallaba constantemente por mantener amarrado de lo lacio que era. Al contrario de la mayoría de los soldados, ingenieros y oficiales que habían nacido y crecido dentro de la Orden, ella había sido reclutada por su experiencia como mecánica. Se adaptó fácil a los métodos de Anhi y pronto adoptó un papel de mentora para los que les costaba. Esto llevó a Anhi a escogerla como su segunda al mando.
Y aún así, su apellido se había esfumado de su mente por completo. Aunque no parecía que le molestara que la llamara por su nombre.
Ausken trotó un poco para posicionarse a su lado. La general tuvo que contener una expresión de molestia ante la cantidad abrumadora de pensamientos que emanaban del muchacho.
—Perdóneme, General, yo los guie lo mejor que pude y...
—No es su culpa, Cronhix, —le dijo suavemente con un apretón alentador en el brazo, —estaban haciendo lo que les enseñaron.
—Pero, sus naves...
—Las malditas naves son lo menos que me preocupa, Ausken, —el muchacho se volvió a ver con sus compañeros, sorprendido de que usara su nombre en lugar de su apellido, —las naves se reponen fácil, soldados entrenados no. Yo me voy a asegurar de que no haya otra cantidad de bajas igual a esta, lo prometo. Ahora vamos, el Líder Supremo me espera y si llego tarde me va a matar.
Retomaron su camino hacia el siguiente hangar, donde las naves de los escuadrones terrestres se habían aparcado junto a su Corellian. En comparación con el resto de esas naves, la suya se veía relativamente pequeña.
—Disculpe, General, —empezó Nahir mientras entraban a la nave, —entiendo el por qué ellos tendrían que ir con usted, ¿pero yo por qué voy?
—Sucede y ocurre que necesitamos pedir más naves, lo que significa más piezas, por lo que entre usted y Cronhix van a armar una lista para los de aprovisionamiento. Cualquier sugerencia que él tenga sobre el desempeño de las naves tómela en cuenta, dejo a su criterio cualquier pieza o sistema necesario.
Los motores de la nave rugieron ante la ignición. Salió del hangar lentamente y aceleró hacia el planeta una vez en el espacio.
—¿Y nosotros dos, General? —preguntó Conalo, señalándose a él mismo y a Cynnan.
—Ocupamos pilotos para sustituir las bajas. Asegúrense que les manden los mejores que puedan encontrar, preferiblemente los que tengan más infracciones al plan de entrenamiento.
—Pero, ¿eso no sería contradictorio?
—Penlanc, yo sé lo que dije. —Esquivó un poco de basura espacial y aceleró un poco más. —Por el momento hazme caso, ya vas a ver lo que vamos a hacer.
Todos se sujetaron de algo al empezar a entrar a la atmósfera del planeta. Nadie dijo nada durante el descenso aparte del ocasional comentario de la torre de control y respuesta por parte de Anhi. Una vez se estabilizó la nave, volvieron a las posturas relajadas de antes.
—¿Y nosotros qué hacemos, Ami?
—Vayan a buscar a Kylo o a Hux y quédense con ellos. Preferiblemente a Hux. Si sigo viva para cuando termine con el Líder Supremo iré a buscarlos. N5, tú puedes encontrar a cualquiera de los dos, ve con ellos.
El robot soltó un par de beeps afirmativos, a lo que Anhi sonrió ampliamente.
—¡Ay, qué belleza! Ojalá todos los droides me respondieran así de bonito y no como algunos que solo me insultan. —R4 le soltó un chiflido indignado, a lo que ella sólo le rodó los ojos. —Sí, sí, yo también te quiero... ¿Qué tan lleno está esto para que nos manden hasta el final?
—Al menos queda cerca de aprovisionamiento, —dijo Nahir en un intento de aligerar el humor de Ausken, que no había dicho nada en todo el corto trayecto.
Una vez lograron estacionar la nave, todos se dispersaron en las direcciones de sus respectivas tareas. Anhi caminaba a paso ligero y casi sin ayuda del báculo, claramente sintiéndose mucho mejor después de haber pasado tanto rato sentada. R4-F74 le daba algún beep de ánimo cada cierto tiempo, lo cual agradecía, pero no lograba quitarle el sentimiento de desastre inminente que se había asentado en su pecho.
Cada paso que daba hacia las imponentes puertas negras de la sala del trono resonaban en el pasillo como campanas, guiándola directamente a las fauces de la bestia.
Se detuvo a unos pasos de las puertas con un suspiro tembloroso. El droide soltó una serie de beeps, a lo que ella negó.
—No estoy segura que matarme sea lo peor que me pueda hacer, R4, —le respondió con sinceridad, —pero por mi cordura te voy a hacer caso. Espera aquí.
Las puertas se abrieron. El corto trayecto hacia el gigante trono le pareció kilométrico ante la mirada burlesca del Líder Supremo.
—Señorita Strbyer, qué gusto tenerla por aquí. ¿Viene a darme su reporte sobre la batalla?
—Sí... No estoy feliz, señor, no le voy a mentir. Lo único bueno que salió de esto es que ya encontré la falla en su sistema, y no son sus naves.
El holograma se echó hacia atrás en su silla y juntó las manos sobre su regazo. —Me encantaría escuchar su descubrimiento. Ilumíneme, señorita Strbyer.
—¿Sabe cuántas naves mandé, señor?
Él le hizo una seña para que continuara.
—116. ¿Sabe cuántas de esas volvieron?
—¿80, tal vez?
—50.
Él soltó un sonido de comprensión. —Interesante estadística, pero me temo que no veo el problema, señorita.
—Es usted. —La leve sonrisa que antes tenía se desvaneció. —El problema es usted. Perdí 66 pilotos porque su interés egoísta de mantener a sus soldados cegados bajo su mandato le impide a la academia formar pilotos decentes. Usted no tiene pilotos en su ejército, tiene máquinas. ¡Un piloto no puede ser una máquina!
Sabía que estaba jugando con fuego al estarle gritando, pero la decepción de la derrota alimentaba su enojo como leña a la hoguera, cegando su racionalidad.
—¡Nos bajaron 66 naves con X-Wings! ¡X-WINGS! ¡Nuestras naves son al menos 3 generaciones más avanzados que esos malditos X-Wings y aun así nos hicieron mierda! ¿Y quiere saber por qué? ¡Porque su maldita academia no sabe enseñar!
Una punzada de miedo atravesó su corazón ante la manera en que el Líder Supremo frunció el ceño, más ella siguió su desplante.
—Por seguir su estúpido plan de entrenamiento está perdiendo pilotos excepcionales y batallas importantes. Un piloto tiene que saber pensar, saber determinar la mejor ruta de acción para asegurar el gane, no seguir una guía de maniobras permitidas que me deja en claro que usted no sabe nada de aviación. ¡Mi hijo de 8 años podría escribir una mejor guía con crayones! ¿Quiere pilotos que hagan todo lo que dice? ¡Póngase a producir drones piloto! Le saldría más barato y con el mismo resultado que está teniendo ahora.
El holograma soltó un suspiro grave y clavó la mirada directamente en ella. Un vacío se asentó en su pecho ante la manera en la que se acercó a ella, elevándose de manera que la hacía ver minúscula en comparación a él. Trastabilló hacia atrás un par de pasos, sujetándose fuertemente a su báculo en caso de que tuviera que atacar. El nudo en su garganta volvió su respiración entrecortada y luchaba consigo misma para mantener el contacto visual.
—Tiene agallas para insultarme, señorita Strbyer, —empezó el líder con tono serio, —¿qué pretende conseguir?
Se forzó a tragar para poder hablar. —Deme total libertad sobre las tropas de mi Destructor. Los entrenaré de la mejor manera posible y si tengo que cambiar a cada piloto, soldado y oficial en la nave lo haré... Y si en la próxima batalla pierdo más de veinte naves iré yo misma frente a usted para que me mate.
Ambos se sostuvieron la mirada por unos segundos, hasta que el Líder Supremo decidió volver a sentarse bien en su trono.
—La escucho muy segura de sí misma. ¿Cómo está tan segura de que va a tener éxito?
—Yo... Más de una vez tuve que robar de sus cazas TIE por dinero y sus pilotos nunca me atraparon. Lo intentaron, pero nunca lo lograron. —Respiró hondo para calmar su errático corazón. —Si hay alguien en quien pueda confiar para este trabajo soy yo.
Snoke la analizó de arriba a abajo con la mirada. Un pequeño dolor de cabeza la invadió ante el intento del hombre en entrar a sus pensamientos. Para no levantar sospechas, lo dejó entrar a la parte menos profunda de su mente donde guardaba cosas triviales. Soltó un suspiro involuntario al sentir cómo se retiraba.
—Haga lo que crea necesario, pero no se atreva a intentar romper su promesa.
—No se preocupe, mi señor, un Kolter nunca olvida o rompe una promesa. Nos tomamos muy en serio nuestro honor.
Con una inclinación de cabeza en señal de respeto, salió de allí caminando más ligero de lo que había llegado ahora que ese gran peso había sido levantado de sus hombros. Las puertas de la sala se cerraron tras ella, a lo que inmediatamente colapsó contra estas. Se llevó una mano a la cabeza mientras un frío sudor se apoderaba de su ser. Tuvo que afianzarse del báculo para no resbalar.
R4 se acercó a ella entre beeps preocupados, a lo que ella soltó una risa nerviosa entre jadeos.
—Tenemos luz verde.
··················
Mientras todo esto ocurría, en un lado completamente diferente de la base, Kylo había reunido a sus Caballeros para una reunión improvisada. Eran 12 contándolo a él, todos de diferentes especies, aunque la humana dominaba. Al ser solo ellos, ninguno tenía el casco puesto.
Kena Ren se encontraba al lado de su maestro, ignorando la mirada curiosa de su aprendiz más joven. Sabía que no cualquiera había visto a una Togruta en vivo y en directo, quedaban pocos como ella en la galaxia, por lo que no tomaba ofensa cuando se quedaba mirando a sus ondulados cuernos de rayas azules y blancas o a los patrones blancos que resaltaban ante el tono rojizo de su piel.
A su lado estaba Nuura Ren, un Mirialan alto y fornido de piel verduzca y ojos de un inusual color rosado brillante. Tenía varios tatuajes geométricos en la cara, pero el que más resaltaba eran cinco rombos que formaban uno más grande en medio de las cejas. De cada punta salía una delgada línea que se hacía más fina hasta desaparecer por completo. Este estaba tachado por dos cicatrices en "x". Estaba recostado en la pared con los brazos cruzados, haciendo que se viera más intimidante de lo que su tamaño ya lo hacía verse.
El siguiente en el círculo era Tekka Ren, un Twi'lek de piel azul y ojos morados. De los hombres era el más bajo, pero lo que le faltaba en altura lo compensaba en agilidad en combate y uso excepcional de la Fuerza. Él estaba sentado en una de las pocas sillas que les quedaban después de que un desacuerdo entre dos de sus compañeros hubiera destruido el resto.
La siguiente era Alijav Ren, aunque rara vez la llamaban por su nombre entero, usualmente se quedaban con su apodo principal: Ali. Como Akena, ella tampoco se había cambiado el nombre al entrar a la orden de Caballeros. Era una humana de piel extremadamente pálida y pelo blanco que se dejaba suelto cada que podía. Sus temblorosos ojos rojos, producto de su albinismo, miraban a ningún punto en específico tras un par de anteojos de marco de alambre que le ayudaban con su dañada visión, igual producto de su albinismo. Afortunadamente para ella, había encontrado la forma de poner la misma graduación al visor de su casco, por lo que no los necesitaba en batalla.
Sentada en el mismo sillón que ella se encontraba Lin Ren, la más joven de todos y una de las partes involucradas en la masacre de sillas que había ocurrido la última vez que se encontraron todos juntos en la base Starkiller. Era de tez oscura y pelo negro que llevaba en delgadas trenzas. No hablaba mucho, pero sus expresivos ojos compensaban a su silencio. Analizaba a sus compañeros con detalle mientras jugueteaba distraídamente con una de sus trenzas, maña que traía desde pequeña y no había podido quitarse por más que lo intentara.
De pie y recostados contra la pared le seguían Vicrul Ren y Cardo Ren. Llevaban dentro de la orden de Caballeros desde la Era Imperial y rara vez se veía a uno sin el otro. Casualmente, ambos habían estado involucrados en el conflicto de las sillas, siendo Vicrul quien había empezado y Cardo quien terminó de separar la pelea.
Cardo era un hombre alto y corpulento, de piel pálida casi grisácea por la falta de sol. Tenía una cicatriz de quemadura que le cubría la mitad de la cara y cabeza y que había dejado una hendidura donde hubiera estado su ojo derecho.
Vicrul, por el otro lado, era al menos una cabeza más bajo que su amigo. Su piel era de un anaranjado apagado, surcada por tatuajes negros en su cara y que parecieran desaparecían debajo de su ropa. Sus penetrantes ojos verdes contrastaban contra los oscuros tatuajes que rodeaban sus ojos. Un anillo de pequeños cuernos rodeaban su cabeza, signo característico de los Zabrak aparte de los tatuajes.
Ninguno de los dos tenía pelo, observación que había hecho Lin ante un insulto y que había iniciado la guerra de partes de silla.
Después estaban Ushar Ren y Trudgen Ren. Ambos eran muy similares: pelo rubio cenizo corto, piel clara y la misma mirada calmada que ocultaba la locura dentro de su ser. La mayor diferencia entre ellos eran las oscuras ojeras que se le marcaban a Trudgen debajo de sus ojos claros. Eran los principales responsables de tortura y su número de víctimas ya iba por los tres dígitos.
Por último estaban Kuruk Ren y Ap'lek Ren, sorpresivamente los más cuerdos de todos. Eran la voz de la razón en la mayoría de situaciones, aunque siempre estaban dispuestos a meter carbón por diversión propia, cuestión que había sucedido en la discusión entre Lin y Vicrul.
Kuruk era de piel morena y pelo negro ordenado. También era el único de los Caballeros que tenía barba, la cual mantenía igual de impecable que su cabello y equipo. Toda parte de su apariencia estaba en perfecto orden, haciendo juego con su trabajo como francotirador, que ejecutaba siempre limpiamente.
Al contrario, Ap'lek era un poco más desordenado que su compañero, pero siempre manteniendo un orden propio que ninguno había logrado descifrar. Tenía pelo café lacio bien cuidado que le llegaba por la cintura y que llevaba siempre en un moño bajo desordenado. Su piel oliva casi que brillaba sin imperfecciones y un par de eternamente despeinadas cejas enmarcaban sus intensos ojos cafés. Su uniforme estaba desordenado, pero igual lo hacía mantener un aire etéreo. Tamborileaba alegremente sobre su casco, mirando fijamente a su líder con curiosidad ante la petición que les acababa de hacer.
¿Qué petición, se preguntarán? La de ayudarle con los dos niños, claro.
Había sido recibida con un rango muy amplio de emociones, la mayoría negativas y de pleno cuestionamiento del por qué y cómo habían llegado esos dos a su cuidado.
Cardo soltó un suspiro pesado mientras se sobaba la sien. —Está bien. ¿Cómo se ven?
Kylo tomó aire para responderle, más las palabras nunca salieron. Su mente se blanqueó por completo.
¿Cómo se veían?
Siempre había tenido la habilidad innata de prestar mucha atención a los detalles e inmediatamente olvidarse de ellos. Era una maldición y una bendición, ya que su trabajo no le pedía mucha atención al detalle a largo plazo y si lo necesitaba lo escribía en alguna parte.
La cara de Tekka cayó en incredulidad y decepción. —¿Es en serio? ¿Los ves todos los días y no sabes cómo se ven?
Nuura soltó un bufido burlesco. —Eres el peor maestro de la galaxia, ¿lo sabes?
—Womi–
—No, no, Ali, lo tiene que saber. ¿Cómo es posible que yo, que los he visto una vez, sepa cómo se ven y él no tenga ni idea? —espetó con seriedad el Mirialan. —Y no me vuelvas a decir así, ese nombre ya no me pertenece.
—Para mí que es que se le parecen a alguien a quien quiere olvidar y por eso no les ha prestado mucha atención... —mencionó Akena con una sonrisa burlona, ganándose una mirada asesina por parte de su jefe.
—¿Eso es? —exclamó Tekka, divertido con el giro de la situación. —¿Se te parecen a Anhi y por eso borraste su imagen de tu mente? ¿Es eso?
Lin, que había estado observando la discusión en silencio mientras jugueteaba con una de sus trenzas, paró en seco y subió la mirada a sus superiores. —¿Anhi?
—Después te enterarás de quién es exactamente, es un personaje de nuestro pasado oscuro, —le dijo Ali por lo bajo con una sonrisa antes de dirigirse a sus amigos nuevamente. —Lop– digo, Tekka, ya, déjalo. Nuura, por favor, deléitanos con las descripciones de los hijos ilegítimos de Kylo.
—No son ilegítimos si los reclamó... —dijo Ap'lek por lo bajo, a lo que Kuruk y Ushar rieron.
Nuura soltó un suspiro pesado mientras cruzaba los brazos. —Sinceramente, Ali, no sé cómo no nos has dicho el nombre equivocado a alguno de nosotros en el momento equivocado.
—Al menos yo me enfrenté a mi traición sin cambiarme el nombre.
—¡Ya! —La voz de Akena interrumpió la pequeña discusión. —Después se pelean todo lo que quieran. Nuura, ¿quieres decirles cómo se ven o les digo yo?
Él volvió a suspirar. —El mayor le llega al hombro a Kylo y anda el pelo en dreads cortas con puntas rubias. El menor le llega como a la cintura y tiene el pelo corto. Los dos son de piel negra... Y el menor tiene mirada manipuladora, cuidado ahí.
Kylo asintió, dándole la razón. Frunció levemente el ceño por un segundo ante una perturbación casi imperceptible en la Fuerza, proveniente de algún lugar alejado de la base.
Iba a despertar.
Tomó su casco y se levantó. —Aquí termina esta reunión. Espero un reporte de todas las misiones, los que no hayan ido de misión ayuden a revisar lo que–
Dejó la frase a medias y se giró hacia la puerta. No fue el único, los más sensibles a la Fuerza también lo hicieron. Una perturbación muchísimo más fuerte que la anterior, esta vez al otro lado de la puerta. Más bien dicho, dos perturbaciones muy familiares...
Abrió la puerta y frunció el ceño. —¿Qué hacen aquí?
—Ami nos mandó a buscarte, —le respondió Aveli con una sonrisa.
—De hecho, nos dijo que te buscáramos a Hux o a ti y buscábamos a Hux, —contradijo Bracrai mientras metía sus manos en los bolsillos de su pantalón, —N5 dice que su datapad está aquí.
Kylo se volteó hacia sus Caballeros con un bufido decepcionado. Trudgen levantó el datapad con una sonrisa satisfecha.
—Me dijo inútil. Que vea quién es el inútil después de que no pueda acceder a nada.
Kylo rodó los ojos y los hizo pasar. —Estos son Aveli y Bracrai.
Ap'lek se levantó de su asiento y se acuclilló frente a Aveli.
—Hola, pequeño, mucho gusto.
El niño se llevó una mano a la frente con un pequeño sonido de disconformidad. Bracrai lo jaló hacia sí mientras daba un paso atrás. Ap'lek sonrió ampliamente con malicia.
—Déjalo, Ap'lek, —lo regañó Kylo con voz rasposa.
El susodicho lo miró de reojo y levantó las manos en sumisión. —Como ordene, maestro.
No pasó desapercibido por los hermanos la manera en la que su sonrisa macabra se había ensanchado aún más cuando se levantó para volver a su lugar.
—Encamínenlos al puente de control y regresen a lo que estaban haciendo. Y dales el maldito datapad, Trudgen, que se lo devuelvan ellos a Hux.
El rubio le pasó el datapad a Bracrai, quién lo tomó con un poco de recelo. Kylo señaló con el dedo a todos sus Caballeros.
—Pórtense bien.
Luego, señaló a los dos niños y al droide.
—No se metan en problemas.
—Sí, señor.
—Bien, todos saben qué hacer. Me retiro.
—¿A dónde vas? —le preguntó Bracrai con el ceño fruncido.
—A cog– —Dejó la respuesta sarcástica a medias, recordando que estaba el pequeño ahí. —A trabajar.
••••••••••••••
R4-F72 empezó a soltar beeps para llamar su atención. Se dio la vuelta levemente y vio que ya se habían pasado del punto rojo que indicaba su datapad. Se lo había puesto encima a R4 antes de entrar a la sala del trono y se había olvidado de quitárselo.
Había estado siguiendo el datapad de Kylo desde hace rato, ya que supuso que sus muchachos estarían con él. Más por petición de Aveli que otra cosa, Bracrai nunca escogería ir con él voluntariamente.
—Kylo~ —lo llamó cantarinamente apenas se abrieron las puertas. —¿Están mis muchachos aquí contigo?
—Los mandé a buscar a Hux.
—Ah, bueno, mejor con él que conti– —Anhi paró en seco apenas levantó la vista. —¿...De dónde mierda la sacaste?
—Prisionera de guerra —se limitó a responder.
—¡Pues devuélvela! No tenemos tiempo para esto.
—No podemos. Es la chatarrera.
—¡¿ES LA–?! —Anhi se acercó a él y bajó la voz. —¿Es la chatarrera? ¿Seguro? Si es apenas una niña, Kylo. ¿Cuántos años le hemos de sacar? ¿Diez? —Anhi chasqueó la lengua en desaprobación. —No, es muy joven para todo esto, devuélvela donde la encontraste.
—No.
—¿Acaso te estaba preguntando? Devuélvela tú o lo hago yo.
—No eres quién para darme órdenes, Anhi.
—Yo sé, pero soy quién para desafiarte. Devuelve a la niña.
—Que no.
—¡Que sí!
Siguieron discutiendo entre murmullos, pero pararon al escuchar un golpe súbito en donde se encontraba la chatarrera. Se había despertado de golpe y miraba confundida a las esposas que la amarraban a la plancha. Finalmente, reparó en los oficiales que estaban frente a ella.
—¿Dónde estoy?
—En el infierno, linda.
Kylo se volvió ligeramente hacia Anhi, casi en advertencia, pero volvió la mirada hacia la muchacha. —Eres mi invitada.
—Ah, pero cuando a mí me secuestran soy "escoria rebelde", —murmuró Anhi entre dientes.
Kylo le dio un manotazo disimulado en el muslo para que se callara.
Rey miró alrededor de la habitación, deteniéndose momentáneamente en Anhi, que sólo pudo ofrecerle una sonrisa apenada. —¿Dónde están los otros?
—¿Te refieres a los asesinos, traidores y ladrones que llamas amigos? Te alegrará saber que no tengo idea. —Rey le sostuvo una mirada furiosa al oficial. —Aún quieres matarme.
Anhi se inclinó con un quejido para quedar a la altura de la máscara y susurró. —Eso es lo que pasa cuando raptas a alguien.
—Eso es lo que pasa cuando estás siendo cazada por una criatura con máscara.
—¿La frase te suena familiar?
Kylo la volvió a ver otra vez. La indignación de su mirada era casi perceptible a través del vidrio polarizado de la máscara. Anhi solo se encogió de hombros y se paró al lado de la chatarrera.
En un movimiento inesperado, Kylo se llevó las manos a la máscara y se la quitó en lo que se levantaba. La morena hizo una mueca de sorpresa que pronto se transformó en burla.
—Waow, Kylo, ¿el pelo siempre te queda así de bien cuando te la quitas?
Él le regaló una mirada asesina. Se acercó a las dos, no sin antes poner fuertemente su casco en una mesita con arena. Rey hacía lo posible por evitarle la mirada, temblando ya fuera de miedo o coraje. Por el contrario, Anhi se apoyó en uno de los soportes de la plancha de metal mientras observaba con curiosidad a los dos.
—Cuéntanos del droide.
—Es una unidad BB con procesador de selenio e indicador de hiper escaneo–
—Contiene una sección de un esquema de navegación —la interrumpió Anhi, ganándose una mirada incrédula por parte del oficial —y nosotros tenemos el resto. Lo recuperamos de los archivos del Imperio, pero nos hace falta la última parte.
—Y de alguna manera inexplicable lograste que el droide te la enseñara —Kylo intervino. —A ti. Una chatarrera.
Rey bajó la mirada, claramente herida.
—No le digas así, ya la hiciste sentir mal —lo regañó Anhi.
Kylo solo la ignoró y se acercó más a la plancha de metal. —¿Sabes que puedo tomar lo que quiera?
Anhi abrió los ojos con sorpresa y horror. —Tranquila, nena, no te voy a dejar sola —le susurró a la prisionera.
El hombre soltó un bufido exasperado. —Anhi, sal de aquí.
—No.
—Entonces cállate y déjame hacer lo que tengo que hacer.
Por mucho que quiso responderle, algo en el fondo le dijo que era mejor no hacerlo. Al conocerlo de tantos años y poder sentir lo que él, ella le había perdido el miedo. ¿Pero Rey? La mujer casi que podía sentir el miedo emanando de la muchacha.
Con una última mirada de advertencia, Kylo acercó su mano a la chatarrera. Rey empezó a dejar salir pequeños quejidos de dolor.
—Estás tan sola... Tan asustada de irte... Por la noche, desesperada por dormir, imaginas un océano. Lo puedo ver.
Muy discretamente, Anhi le tomó la mano como señal de apoyo.
—Puedo ver la isla... Y a Han Solo.
La general respiró hondo varias veces. Podía sentir calor abriéndose paso por su pecho. Podía sentir como el estómago se le revolvía, como el corazón le apretaba y el como le empezaba a costar respirar. Un molesto dolor de cabeza le había empezado. Sabía que esa ira que se había apoderado de ella de la nada no era suya. Sabía qué lo había provocado.
Y sabía que no había quién lo parara hasta que se calmara él solo.
—Sientes como si fuera el padre que nunca tuviste... Te hubiera decepcionado.
—Sal de mi cabeza.
Kylo se apartó de la muchacha. Las dos soltaron un suspiro. Anhi se llevó la mano al pecho al sentir el aire volver a sus pulmones.
—Sé que has visto el mapa. Está ahí. Y ahora me lo darás.
Él volvió a levantar la mano. Los quejidos de Rey se hicieron más notables, haciendo evidente su lucha interna contra la intrusión. La muchacha se aferró a la mano amiga, sorprendiendo levemente a Anhi.
—No tengas miedo. Lo siento también.
Rey soltó un bufido. —No te voy a dar nada.
—Eso ya lo veremos.
La lucha se hizo más potente. Para este punto, Anhi estaba intentando entrar al pequeño espacio que se formaba entre la barrera mental y el perpetrador para saber exactamente qué estaba pasando, pero sin éxito alguno. Lentamente, Rey empezó a apretar la mano de Anhi con más y más fuerza cada vez. Intentó soltarse, pero la estaba agarrando tan fuerte que no lo conseguía.
—Ay, amiga, te dije que no te iba a dejar, pero ocupo que te lo tomes menos literal. —Soltó una maldición en Kolter por lo bajo ante otro intento fallido de escapar. —Kylo, para, me va a arrancar la mano.
Ninguno de los dos le prestó atención.
—Kylo, ayuda —le volvió a rogar entre dientes.
—Tienes miedo, —empezó Rey, —de que nunca serás tan poderoso como Darth Vader.
«¡Kylo!»
El hombre soltó a Rey, que al mismo tiempo soltó a Anhi. La general soltó un suspiro de alivio. Sacudiendo la mano, volvió a su posición al lado de Kylo.
—Es fuerte... y no solo con la Fuerza.
—Nadie te tiene metiéndote donde no te incumbe.
—Nadie sabe lo que le hubieras hecho si no hubiera estado yo aquí.
—¿Tan mal piensas de mí?
Anhi sólo lo miró de arriba a abajo y levantó una ceja, a lo que él hizo cara de ofendido. Señaló a la puerta con la cabeza y le dio una suave palmadita en el brazo para que lo siguiera. Anhi se despidió silenciosamente y R4 soltó un pequeño beep de despedida antes de seguirlos, el datapad de su dueña aún en la cabeza.
—¿Dónde vamos?
—Con el Líder Supremo.
—Ay, no, yo tengo muchas cosas que hacer, ve tú solito. Yo vengo de ahí.
Kylo rodó los ojos y se puso el casco nuevamente. —Ya me rendí contigo. Haz lo que quieras mientras no te metas en problemas.
Ella lo miró de reojo y le sonrió con burla. —¿Tan mal piensas de mí?
No tuvo ni que mirarlo para sentir la mirada harta y asesina que le estaba proporcionando por debajo del casco. Ella se carcajeó y se despidió con un movimiento de sus dedos antes de doblar en un pasillo.
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Bueeeenaaaaass
Noo, claramente lo tenía planeado para may the fourth, para nada no me dio tiempo de terminarlo y subirlo en abril xdxdxd
¿Sabían que lo de la edad sí es canon? Lo busqué y todo para confirmar que lo que había leído ahí por el 2018 que tuve mi época Star Wars más fuerte xd
¿Cómo les va? ¿Cómo va la vida? ¿Vieron la estupidez que hicieron los admins con las políticas de contenido? Se van a echar a la mitad de fics sólo por eso, no comprendo en qué cabeza se les ocurre. Pero no se preocupen, si nos bajan esta, queda de respaldo en AO3 bajo el mismo nombre y cuenta.
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué piensan sobre los Caballeros? Sé que son más que en la original, pero ya van a ver jsjsjsj
Recuerden que todo voto, comentario, teoría o crítica siempre es bien recibida.
Se me cuidan chikis.
¡Chau!
~Se despide la tía Ant desde su cama con los pies adoloridos por andar en tacones todo el día.
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