Thirteen
El fuerte olor del alcohol fue el encargado de hacer que Taehyung recobrara la consciencia. Ahora estaba recostado sobre el sofá más amplio de la sala, con su madre al frente nuevamente con aquella expresión que evidenciaba preocupación, su padre detrás de ella exactamente con la misma mueca y, para finalizar, los dos chicos a sus costados mirándolo con grandes, tímidos y angustiados ojos.
Taehyung tragó en seco, de repente lleno también de nervios, confusión y un mar de emociones que no sabía cómo controlar. Era un desastre en sentimientos, arrepentimiento y pesares.
—¿Cómo estás, cariño? —preguntó la mujer, dejando de lado la pequeña mota de algodón llena de alcohol para acariciar la cabellera rubia de su hijo—. Estás hirviendo en fiebre. ¿Por qué no me llamaste? Sabes que siempre voy a estar disponible para ti.
Hermosas palabras, pero los ojos de Taehyung estaban demasiado distraídos en aquel castañito bonito.
Sintió su rostro hervir tras apreciarlo por tantos segundos e inevitablemente recordar aquella maldita pesadilla. Antes de que apareciera ese demonio, él había estado divirtiéndose demasiado con Jungkook y lo peor era que de eso no estaba para nada arrepentido. Si no hubiera sido por ese maldito demonio, él habría seguido con el sueño y, muy probablemente, se hubiese despertado con una sensación de bienestar y de amor.
Sin embargo, era inútil. Ese sueño lo ató todavía más, lo llenó de temores y de peores pensamientos.
Era un maldito asqueroso.
—¿Tae? —llamó dulcemente su madre, ahora acariciándole la mejilla. El rubio volvió a tragar en seco, parpadeó lentamente y entonces conectó miradas con su progenitora—. ¿Qué tan mal te sientes? ¿Hay que llevarte al hospital?
—N-no...
Jimin cruzó los brazos bajo su pecho, mirando de soslayo a Jungkook, quien analizaba a Taehyung con preocupación. Ah, claro, él siempre tan bueno...
Quiso hacer preguntas al respecto, pero se las ahorró. Taehyung estaba enojado con él y había estado más grosero de lo normal últimamente. No quería llevarse una mala mirada, una pésima respuesta o, peor, la ignorada del año. Conociendo al caprichoso y orgulloso de su hermanito, seguramente se inclinaría por la última.
—¿Qué hace... él aquí?
Observó a Kook, aunque rápidamente quitó la mirada, devolviéndola a su madre y en espera de una respuesta.
Esperaba no haber sonado demasiado grosero, pero considerando su fiebre, su delirio y el miedo que le había inculcado el sueño, probablemente fue justamente como sonó.
—Los amigos de Jimin siempre serán bienvenidos a casa, Tae. Jungkook es un muy buen muchachito.
Celos otra vez...
Malditos celos...
¿Qué demonios pretendía Jimin con Jungkook? Todo ese acercamiento era casi insultante. ¿Por qué se empeñaba en mantenerlo cerca a sabiendas de todo el mal que esa cercanía ocasionaba en Taehyung? ¿Qué clase de hermano era? ¿Era así como se iba a portar? También sintió tristeza. ¿La relación con su hermano se iba a deteriorar de tal manera? Increíble.
Asintiendo, el rubio medio se reincorporó en el sofá con ayuda de su madre.
—Quería salir a distraerme, pero ahora estoy un poco mareado y me siento mal —explicó cortamente, poniéndose de pie—. Iré a descansar otro poco.
—¿No vas a comer con nosotros, campeón? —cuestionó su padre.
Taehyung negó.
—Que Yoonhye lleve el desayuno a mi habitación. Con permiso —miró a todos los presentes, entre ellos Jungkook. Especialmente con él hizo un contacto visual prolongado—. Y provecho.
Dándose media vuelta, empezó a subir las escaleras e incluso desde la lejanía se pudo escuchar la forma en la que había azotado la puerta al cerrarla. Kook brincó en su lugar, siendo perfectamente sabedor de que fue su presencia la que lo molestó.
¿Qué tipos de problemas tenía Kim Taehyung con él? Por su forma de actuar, tal parecía que lo odiaba y mucho. ¿Qué le hizo? ¿Tal vez en algún momento podría acercarse a hablar con él y solucionar sus diferencias? El pueblo era pequeño y Jungkook no quería llevarse mal con nadie, mucho menos con un siervo de Dios.
Suspiró, regalándole una media sonrisa a Jimin en cuanto sintió la mano de éste apretándole el hombro.
—Bueno, chicos, ¿quién tiene hambre? Regresemos a la mesa.
El tiempo fue ameno y transcurrió rápido. La familia Kim era tan divertida como la suya y no le costó demasiado sentirse integrado y rápidamente aceptado. Le hubiera encantado conocer un poco más a Taehyung; quería saber si por su propia naturaleza era así o si definitivamente le caía mal. No se pudo por obvias razones, mas definitivamente en algún momento esperaba, otra vez, poder acercarse a limar asperezas.
—Jungkook, ¿vamos? —preguntó Jimin, a lo que el castañito asintió. El mayor de los hermanos Kim salió al jardín seguido del otro—. Gracias por aceptar mi invitación, por cierto. Quiero que te quede claro que de verdad te considero un amigo y que mi intención nunca fue dejarte mal ante mi hermano o viceversa.
Eso lo decía por todo lo que había dicho Taehyung el día anterior.
«Yo no te admiro. A Jimin le encanta hacer bromas, seguramente te hizo una y por eso te pidió que hicieras esto».
«No sé de dónde sacaste que admiro a este chico y que quería conocerlo, pero no es cierto».
«No pierdas tu tiempo haciéndole caso a Jimin».
—Estoy un poco confundido —confesó—. Pero creo que puedo entender la situación.
—Hoy te daré la verdadera explicación de todo lo que ocurrió y por qué pasó como pasó. Probablemente Taehyung me odie más de lo que ya lo hace, pero lo hago por un bien para ambos.
¿"Un bien para ambos"? Eso sonaba demasiado dramático. ¿Realmente había un trasfondo taaaan grave?
Llegando al jardín, Jimin tomó asiento debajo de un árbol y palmeó su costado, invitando a Jungkook a sentarse ahí. Tras una breve y elegante preparación de su ropa, Kook obedeció e intentó ponerse cómodo. Por alguna extraña razón su corazón estaba acelerado y él con el Jesús en la boca, evidentemente angustiado.
—¿Un bien para ambos? —Jimin asintió, suspirando y pensativo—. Debo decir que me tienes bastante nervioso.
—No es para menos. Lo que voy a hacer no... no es fácil.
Porque sí. Le iba a confesar todo a Jeon Jungkook.
Le iba a decir que Kim Taehyung, su hermano menor, estaba perdidamente enamorado de él, que por eso actuaba de esa manera y por eso huía constantemente.
Lo iba a hacer por un bien para todos. Después de todo, así Jungkook optaría por alejarse completamente y a Taehyung se le pasaría el mal sabor de boca, consiguiendo en algún momento ser, tal vez, un hombre "normal".
—Por favor, habla —pidió Kook en casi un jadeo, todavía con el corazón bastante acelerado—. Voy a escucharte y entenderte lo mejor que pueda.
—No lo dudo —sonrió nostálgico—. Serás un buen sacerdote. Lo poco que he visto de ti me ha dejado claro que sabrás sobrellevar esta información.
—Puedo sobrellevar cualquier cosa...
¿Realmente era verdad? Estaba por averiguarlo.
—No sé cómo empezar a decir lo que necesito decir, pero tal vez deba comenzar por el principio —tomó aire antes de reanudar, bajando la cabeza y jugando lentamente con sus dedos—. Antes de llegar a este pueblo, mi hermano nunca se había enamorado. Nunca le gustó nadie. Tenía muchas amigas pero esos vínculos eran plenamente amistosos. Yo empecé a interesarme románticamente por las chicas a una edad bastante temprana, pero con él nunca pasó lo mismo. Siempre estaba tranquilo y sin preocupaciones. Sin embargo, eso cambió cuando llegamos aquí... y cuando te conoció a ti.
No...
El corazón de Jungkook se paró por un milisegundo.
¿Era lo que creía que era?
—Todavía recuerdo la charla que tuve con él aquel domingo en el que te conoció. Primero me preguntó cosas sobre el amor, como que qué se sentía estar enamorado o cómo saber si alguien le gustaba. En la noche llegó ahogado y llorando a mi habitación por ese sentimiento desconocido. Según sus palabras, te vio y sintió cosas que nunca antes había sentido, y puedo confirmártelo con total seriedad.
No había lugar para dudas. El lenguaje corporal de Jimin, la solemnidad en su rostro y en su forma de hablar confirmaban que iba en serio y que, para desgracia de todos, no se trataba de una broma.
—A día de hoy, Jungkook, ya no es que solamente le gustes —prosiguió—. Él está... enamorado de ti.
El castañito no sabía cómo reaccionar. Su pecho y cabeza eran un caos, mientras que por fuera intentaba encontrar la serenidad para mantenerse neutro y apacible.
Le habían tirado un baldado de agua fría.
—Y él odia ese hecho. Es decir, ¿quién no odiaría considerar ser homosexual? Dios y la biblia dicen que es pecado. —Dejando de jugar con sus dedos, alzó la cabeza, mirando al muchachito—. La razón por la que te confieso esto es porque pronto entraremos a clases y sé que vas a tener mucha cercanía con Taehyung.
Jungkook había hablado muchísimo más con Jimin sin que Taehyung se diera cuenta. Le contó que lo habían adelantado un año en la escuela por lo de las prácticas en el servicio sacerdotal; ahí Jimin se dio cuenta de que irían precisamente al mismo instituto y que la escasez de aulas al tratarse de un pueblo tan pequeño podían llevarlos a la fatal coincidencia de compartir salón.
—Y él no quiere eso. Puede que te parezca un chico extraño por como actúa, pero ahora puedes justificar su comportamiento. —Kook estaba en blanco. Jimin aprovechó aquello para continuar—. ¿Sabes? Él ahora me odia. Dice que soy un traidor por estar cerca de ti sabiendo todo lo que ocurre con él detrás de todo esto. Supongo que es difícil, y por eso también quería pedirte con mucha vergüenza que intentáramos tomar distancia mutua. Debe ser incómodo tanto para él como para ti todo es-
—No lo es —interrumpió, con sus ojos perdidos en la nada—. E-esto no cambia nada para mí, Jimin. De hecho, creo que entiendo a Taehyung y soy capaz de darle toda mi empatía en esta situación.
Jimin sabía que Jungkook era una hermosa y adorable persona, que posiblemente se lo iba a tomar a mal pero elegiría tomar distancia y problema solucionado. No obstante... ¿Entender a Taehyung? ¿Empatizar con él? ¿Tan abierto era como para haber adoptado esa posición?
—Asumo que puedo confiar en ti, ¿no es así?
—Por supuesto que sí. Siempre, Jungkook.
El aludido asintió, tomando aire y soltándolo lentamente. Sus manos habían empezado a jugar con el pasto bajo su cuerpo, y sus ojos se perdieron por unos que otros segundos allí mismo.
—La razón por la que quiero llegar a ser sacerdote es para olvidarme de ese tipo de pensamientos y de esa manera exponerle mi perdón más sincero a Dios... —empezó—. Odio decirlo, realmente lo odio, pero pasé por la misma situación en la que está tu hermano conmigo y fueron los peores años de mi vida. Me sentía perdido, pecador y sin esperanzas. Pasé mucho tiempo sintiéndome un hombre defectuoso, hasta que acepté que lo era, pero decidí no seguir siéndolo. La única forma de lograrlo fue... esta...
—¿¡Qué!? —A diferencia de Jungkook, Jimin no pudo ocultar su asombro—. ¿Te gustaban los hombres?
—Con el perdón de Dios que en este momento nos está escuchando, debo decirte que... sí...
Jimin siempre vio cuánto en común tenían Jungkook y Taehyung, pero... ¿Llegar a ese punto?
¿Qué clase de mala broma era esa?
—Al igual que Taehyung, nunca me interesaron las chicas. Tengo muchas amigas y conocidas, y ninguna nunca llamó mi atención. La primera persona que me gustó románticamente fue precisamente un chico de mi clase el año pasado. Su nombre es Seokjin. Con él pasaron cosas que nunca me perdonaré a mí mismo...
—¿Cosas? ¿Qué cosas?
—Nos besamos muchas veces —confesó, avergonzado—. Tantas veces que al final me negué a caer en el pecado e hice todo lo que estuvo en mis manos por cambiarlo. La única salida para mí fue empezar con el seminario. Sentí que solamente de esa manera me iba a obligar a no sentir ni hacer cosas erróneas, y que a su vez conseguiría el perdón de Dios y del cielo por mis pecados. Sacrifiqué mi vida y todo lo que soy para dárselo a Dios. Supongo que eso... debería bastar. Es el precio que deben pagar los pecadores como yo.
Jimin estaba anonadado. Si fuera una caricatura, probablemente su mandíbula hubiera caído al suelo y su lengua se hubiese desparramado por todo el jodido césped.
—Por eso no es incómodo para mí nada de esto y entiendo a Taehyung mejor de lo que te imaginas. Ahora puedo comprender mejor su forma de actuar conmigo, y eso me quita escasamente un peso de encima. Si yo fuera él, hubiera actuado precisamente igual...
Y Jimin siguió estupefacto, sin saber qué decir. Nunca se esperó un giro de los acontecimientos de ese arquetipo. Era tan increíble que le costaba siquiera asimilarlo.
Jeon Jungkook era igual que su hermanito. Se obligaba a sí mismo a obrar bien, tal y como Taehyung.
—No tienes que preocuparte por mí —reanudó el castañito—. A pesar de mis gustos erróneos, estoy luchando con todo lo que tengo para no volver a caer en ellos y ser una persona de bien. Me gustan los hombres, pero nunca estaría con uno y no voy a jugar con los sentimientos de ninguna mujer, lo que me lleva a tener que entregarme en plenitud a Dios. No voy a atosigar a Taehyung con mi presencia y tampoco le daré alas en un sinsentido.
El mayor de los Kim asintió con la cabeza en tanto soltaba un profundo suspiro.
—Muchas gracias, Jungkook. Puedes contar con mi silencio también. Nada de lo que se dijo hoy saldrá de aquí. Nunca te perjudicaría ni a ti ni a mi hermano.
—Lo sé, por eso me animé a ser sincero contigo —ejerciendo presión, se puso de pie y sacudió ligeramente los residuos de pasto que habían quedado en su ropa—. Gracias por decirme todo esto. Estaba tan confundido respecto a Taehyung que hubiera cometido un error al intentar acercarme a hablar con él sin saberlo.
Extendió su mano, misma que Jimin estrechó suavemente. Los dos se sonrieron amistosamente.
—Tal y como me lo pediste, me alejaré. Coincido contigo en que es lo mejor para todos.
—Lo es —corroboró el mayor—. Gracias también por tu tiempo y por tomarte esto de la mejor manera.
Jungkook negó, restándole importancia al asunto. Seguidamente, caminaron de nuevo hasta la casa y de ahí a la puerta principal, no sin que antes el castañito agradeciera a los Kim por la comida y la hospitalidad.
Salió en compañía del otro hasta la mitad del jardín principal, y cuando estuvo en la calle no pudo evitar mirar hacia atrás, apreciando el portón cerrándose y, sorpresivamente, a Taehyung con los brazos cruzados viéndolo desde lo que parecía ser la ventana de su habitación.
Cabe destacar que el rubio entró en pánico, tirándose al piso y escondiéndose rápidamente en cuanto notó que Jungkook lo pilló.
Eso a Kook le pareció increíblemente tierno.
De cierta manera, Taehyung era taaaan parecido a él.
Casi odió cuando eso le resultó interesante.
{. . .}
no recuerdo el color de pelo de th en este fic (creo q nunca lo dije) pero ustedes ya saben q amo a los activos rubios entonces pues q sea rubio tmbn uwu
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro