Seventeen
Ahora recostado en la camilla, Taehyung no apartó su mirada cansina y parpadeante de Jungkook, quien estaba cruzado de brazos a su lado, balanceándose con cierta ansiedad de adelante hacia atrás mientras miraba un punto muerto cercano a la puerta, esperando que alguien entrara. Pese a que había silencio, lo cierto es que no era para nada incómodo.
—¿Estás aburrido?
El castañito negó inmediatamente, volteándose para encarar a Kim. Lo escaneó con preocupación, mordiendo su labio inferior con el mismo sentimiento. Se lo pensó un poco, pero al final terminó por hacerlo; alzó su diestra, transportándola a aquellas hebras rubias y suaves, acariciándolas con la delicadeza de una rosa.
El corazón de Taehyung latió con fuerza, y con el mismo vigor cerró los ojos, permitiéndose bajar la guardia. Ciertamente, estaba un poco atontado por el golpe.
—Claro que no estoy aburrido —aclaró—, estoy preocupado por ti.
—¿Qué tanto conoces a Seokjin?
Taehyung había estado haciendo preguntas repentinas y que ponían en una situación complicada a Jungkook. El menor no quería recordar demasiado su "pasado pecador".
—No mucho...
—¿Crees que de verdad me verá a partir de ahora como su enemigo?
Seokjin era extremista y vengativo, pero demasiado perezoso como para llevar a cabo venganzas elaboradas. No obstante, tratándose de un puñetazo de la magnitud que el rubio le había dado... quizá estaba un poco en duda.
—Creo que solo está buscando sentir que te devolvió el golpe que le diste. Esperemos que no haga mayor cosa de aquí en adelante.
—¿Le tienes... miedo?
Kook tragó en seco, el movimiento de su mano parando por unos segundos, mismos segundos que le dieron la respuesta a Taehyung.
—No es miedo, simplemente quiero evitarlo. No me gusta tratar mucho con chicos... así...
¿"Evitarlo"? ¿De la misma manera en la que Taehyung intentaba evitarlo a él? Y precisamente lo hacía por sus sentimientos erróneos y pecadores. Solo una persona enamorada podría evitar a otra que sabe que le hace mal o que no es la que lo va a llevar a hacer las cosas correctamente.
Confirmadísimo. Lo que dijo Yoongi sugería ser cierto. Seokjin y Jungkook habían tenido una relación amorosa y este último parecía seguir teniendo sentimientos por el otro. Por eso se reprimía y por eso evitaba el tema.
Vaya ironía...
¿Cómo sentirse? Taehyung no lo sabía. Estaba tan confundido, enojado, alegre y celoso al respecto. ¿Por qué Seokjin? ¿Qué tenía ese chico aparte de una muy mala educación y una rebeldía que excedía cualquier límite?
Él podía ser mil veces mejor que Kim Seokjin...
No obstante, se negó a seguir con el tema. Si se le era permitido, iría descubriendo cosas por sus propios medios simple y llanamente prestando la atención adecuada a las conversaciones y situaciones que se fueran desenvolviendo. Además, a leguas se notaba que no era un tema que Jungkook quisiera seguir. A pesar de que el chico seguía acariciando su cabello, se percibía la tensión en su mano.
—Jungkook —llamó, decidiendo calmar sus dudas—. ¿Te caigo mal?
¿De dónde estaba sacando tantas agallas? No lo sabía. Si el Taehyung actual le hubiera dicho al del día anterior que estaría en esa situación, se hubiera reído y hubiese entrado en pánico porque lo creería inverosímil; sin embargo, ahí estaba, con Jeon Jungkook como su compañero de asiento, manteniendo una conversación con él y, si se veía desde otra perspectiva, forjando un "vínculo".
El castañito abrió sus ojos en sobremanera, apurándose a negar con la cabeza.
—¡Claro que no! No entendía muchas de tus actitudes. Lo de la plaza jamás lo comprendí y lo de la iglesia mucho menos, pero ese no es motivo para que me caigas mal. Tus motivos... —apretó sus labios, suspirando—. Tus motivos debías tener...
Entonces... ¿Jimin era un mentiroso?
«A Jungkook realmente le caes muy mal, Tae».
—Eso no fue lo que dijo mi hermano —su voz fue gruesa, casi un reclamo—. Dijo que yo te caía bastante mal, que habías dicho que te molestaba mi atención en misa y que luego le pediste perdón a Dios por tus opiniones malas sobre mí.
Kook se quedó estupefacto.
Él jamás había dicho eso.
De hecho, ¡él jamás haría algo como eso! Estar escuchando esa versión de sí mismo fue horripilante. Era como estar escuchando hablar de alguien ajeno a él.
—Te juro por mis padres, Dios y Jesús que yo nunca dije eso. Te lo juro.
Con lo poco que había visto de él, bastaba para creerle incluso por encima de su propio hermano. Además, Jimin había obrado mal al acercarse a Kook y quién sabe qué más haría a sus espaldas. Definitivamente no era de fiar, o al menos no en los asuntos que trataran de sus sentimientos y "gustos erróneos".
¿Quién sabe? Con todo lo que había hecho, lo creía incluso capaz de contarle todo a sus padres y joderlo.
—No te preocupes —negó con la cabeza, restándole importancia—, te creo.
Pese a todo, Kook podía comprender el actuar de Jimin. Luego de aquella conversación con él, podía entender todo lo que hiciera y dijera, pues eran acciones y palabras que únicamente buscaban proteger a su hermano menor.
—¿Mi hermano te dijo... algo sobre mí?
Todo. Literalmente 'todo'.
Pidiéndole perdón a Dios mentalmente y algo frustrado por las circunstancias, el menor optó por negar nuevamente con la cabeza.
—No me dijo nada —mintió—. Solo me dijo que no íbamos a poder seguir en contacto. No me dio motivos fuertes o, por lo menos, creíbles.
Taehyung soltó el aire retenido, sintiendo que la paz que tanto estuvo buscando inundaba su pecho. Jungkook apartó su mano de la cabellera ajena, tragando con cierta dificultad en tanto apartaba la mirada a un punto muerto y seguía rogándole mentalmente a Dios por un perdón. Lo hacía por un bien para todos, aunque la situación se le estuviera yendo completamente de las manos.
Para empezar... ¿Qué hacía él ahí con Kim Taehyung, acariciándole el cabello y todo eso? Estaba rompiendo la promesa que le había hecho a Jimin y, aparte de eso, era como si se estuviera volviendo a involucrar con "el mundo del pecado". Aquel del que se esforzó tanto por escapar.
—Siendo así... —fue la profunda voz del rubio la que lo sacó de sus propios pensamientos. Lo miró, y grande fue su sorpresa al ver que alzaba y estiraba la diestra en su dirección—. Quiero disculparme por mis comportamientos y por todo lo que te dije aquel día. No era mi intención hacerte sentir mal. Sé que soy una persona extraña, pero no tengo malas intenciones.
Jungkook era amable y empático por naturaleza. No demoró en estrechar su mano con la ajena, la cual estaba temblorosa y algo sudada.
—Yo te entiendo. No tienes que disculparte...
Habían sonrisas únicas, y luego estaba la de Taehyung.
Una sonrisa amplia y cuadrada que mostraba casi todos sus dientes y lograba que sus ojitos se compararan con dos preciosas medias lunas.
—¿Amigos?
¿Amigos? Oh...
Bueno, no tenía nada de malo, ¿verdad? No era como si ellos no conocieran sus propios límites y metas futuras.
Jungkook sí o sí iba a ser un sacerdote.
Taehyung sí o sí debía tener una vida normal, con 'normalidad' entendiendo que en algún momento iba a tener que casarse con una mujer y hacer todo lo que un vínculo matrimonial exigía.
Sus destinos eran evidentes. Nada podía mancharlos ni oscurecerlos.
Ni siquiera una hipotética amistad.
—Amigos. —Corroboró el castañito; entonces, ambos sonrieron, se apretaron otro poco más las manos y finalmente se soltaron.
Afortunadamente, tan solo segundos después del emotivo momento entró la enfermera, quien no demoró en auxiliar a Kim.
—Vas a tener que quedarte a reposar un rato, cariño —murmuró, rodeándole la cabeza con una venda—. Es un aporreón superficial, pero puede que más tarde te ocasione migraña o algún dolor agudo.
Jungkook estaba con las manos cruzadas, a unos cuantos metros de la camilla y de la profesional.
La chica se dio media vuelta tras terminar, abrió un gabinete, sacó una pastilla y posteriormente fue hasta el lavabo, llenando un vaso de plástico de agua potable. Finalmente, volvió con Taehyung, quien se acomodó mejor en la superficie, y le tendió tanto el medicamento como el agua.
—Esto ayudará, pero, insisto, deberás quedarte por lo menos hasta que termine el primer receso.
¿El primer receso? Eso era bastante.
El rubio asintió, tomándose lo que le era brindado con palpable asco y luego miró a Jungkook, que seguía pensativo.
—¿Tú serás un buen niño y te quedarás con él, dulcecito? —le preguntó la fémina al castañito, sacándolo del trance.
—Oh... —rio, asintiendo sin mucha vacilación—. Claro que-
—No es necesario —interrumpió el mayor—. Debes comer, y además dejamos esa actividad sin hacer. Si no es mucha molestia...
—Pero puedo quedarme. El primer día suele ser bastante aburrido y normal. La actividad que nos pusieron será para todo el día, y no hay problema con la comida porque puedo comer aquí, a tu lado.
«A tu lado».
¿Por qué eso se escuchaba tan bonito? El corazón de Taehyung no dejaba de bombear y por poco brincar.
Estaba bien, ¿no? Después de todo, ellos ya eran "amigos".
—Si insistes... —no es que hubiese insistido demasiado, más bien Taehyung no quería convencerlo de que se fuera—. Prometo no ser una molestia.
—¡No lo eres!
El resto fue historia. Jungkook se retiró por unos minutos para ir por comida y para avisarle a la maestra de la condición de Taehyung, regresando entonces con lo prometido.
—La enfermera ha dicho que podemos regresar al salón en cuanto termine el receso, aunque acaba de empezar —informó, yendo hasta el rubio con la intención de tenderle un sándwich, una cajita con leche saborizada y un pequeño envase de vitamina—. Come bien. —Canturreó, como si le estuviera hablando a un niño—. Si comes bien, no te dará migraña y podrás pasar el resto del día relativamente bien.
—Muchas gracias —hizo una extensa reverencia—. No debiste molestarte...
—Se supone que ahora somos amigos —recordó, creando presión en el colchón de la camilla para subirse a ella, tomando asiento en la parte inferior, sin incomodar al otro—. Así que deja de creer que eres una molestia o que todo lo que hago por ti es una molestia. Lo hago con la mejor de las intenciones y en el nombre de nuestro señor, Jesucristo.
¿Por qué tenía que mencionar la religión en ese tipo de situaciones? Obligado, Taehyung respondió:
—Amén.
Un nuevo silencio emprendió, aunque seguía sin ser incómodo. Ambos chicos abrieron sus respectivas bebidas y comieron sus sándwiches. De vez en cuando se miraban, regalándose sonrisas tímidas e inspecciones extrañas. Eran extrañas porque, al parecer, ninguno de los dos podía dar créditos a estar ahí, juntos y prácticamente solos.
Qué tanto podía cambiar la vida de un día para otro. Antes de ese momento ni se dirigían la palabra, y ahora habían quedado en ser amigos.
—Y... ¿Extrañas tu antiguo hogar? —preguntó Jungkook—. ¿Extrañas a tus amigos?
El rubio masticó más rápido, bebió otro poco de leche saborizada y entonces tragó.
—Extraño muchas cosas de allá —confesó, un poco nostálgico—. Pero estar aquí no está taaan mal. Lentamente me voy acostumbrando.
—Es un pueblo pequeño y muy acogedor. Espero que pronto puedas sentirlo como tu hogar.
—¿Tú lo sientes como tu hogar?
Jungkook se lo pensó.
Había nacido y crecido allí, entre amor y mucha religión. Desde su infancia hasta principios de su adolescencia no había tenido problemas; esos comenzaron cuando Kim Seokjin apareció en su vida. Junto a él llegaron los pecados, los deslices y los vicios. Todo lo que no vivió en catorce años, lo vivió en el lapso de seis meses junto a aquel muchacho.
Desde eso, dejó de sentir ese pueblo como su hogar y, en su lugar, empezó a ver la religión como una jaula a la que pertenecía, y a sus padres como los guardianes de las llaves que abrían dicha jaula.
Era un pájaro deseoso por volar y que, sin embargo, estaba condenado a nunca usar sus alas.
Porque cuando las usó, se estrelló dolorosamente contra el suelo.
Y el suelo era malo, porque debajo de él yacía el infierno.
Como creyente y futuro sacerdote, debía asegurarse de que su lugar siempre estuviera en lo alto.
—Sí —asintió con la cabeza, también terminando de comer—. Es mi hogar.
Deslizándose hasta que sus pies tocaron el suelo, extendió su mano libre al rubio, pidiéndole los envoltorios que igualmente ya estaban vacíos.
—¿Los boto por ti?
—Muchas gracias —musitó, entregándole la basura—. Eres muy amable, Jungkook.
—No tienes que agradecer. Lo hago con todo el gusto.
Taehyung apretó sus labiales al percatarse de que, inconscientemente, nuevamente iba a agradecer.
Afortunadamente, su cabeza no estaba doliendo y ya se sentía muchísimo mejor.
—Por cierto —llamó Kook—. ¿Cómo te gustaría que nos llamemos? A mí me gustaría poder decirte Tae y que me llames Kook o Kookie. Lo siento menos formal.
—Como tú quieras.
—Bien —puso sus manos en su propia cintura, satisfecho—. Te llamaré Tae y tú me llamarás Kookie. A ver, dime Kookie.
—K-Kookie.
El aludido rio por lo bajo, desbordándose de ternura tras apreciar al chico sonrojándose y tartamudeando.
—¡Muy bien, Tae!
Joder.
¿Era posible que Jeon Jungkook llegara a gustarle más? La respuesta era sí.
Al contrario de lo que esperaba, lo cierto es que conforme conocía mejor al castañito, Taehyung sentía que caía más y más en aquellos sentimientos erróneos.
[. . .]
—Agh.
Seokjin rodó los ojos cuando entró al salón y vio a su ex y al nuevo amiguito que había hecho en sus respectivos asientos. Yoongi, a su lado, hizo cara de asco.
—Una lástima. No se murió.
—Ni me lo menciones.
Con la cara de pocos amigos que los caracterizaba, se dirigieron a su mesa y tomaron asiento, parando el oído de vez en cuando simple y llanamente por ansias de chisme. Taehyung y Jungkook conversaban animadamente sobre cámaras y actores famosos de la época.
Seokjin podía jurar que nunca vio a Jungkook tan entusiasta y cómodo con alguien. Sí, era extrovertido y demasiado amable con todos, pero tendía a mostrarse muy cerrado cuando se trataba de hablar de sí mismo o de compartir sus verdaderos pensamientos y/o emociones.
¿Qué tenía Kim Taehyung de especial? Algún motivo oculto tenía que haber para explicar el confort en el castañito.
—¡Muy bien, chicos! —exclamó la maestra al entrar—. Jeon y Taehyung no pudieron completar la primera actividad por obvias razones, entonces les daré el espacio para que la culminen. Los demás procederemos a colorear esta-
—¿Colorear? —preguntó Yoongi, incrédulo—. ¿Qué somos? ¿Niños de preescolar?
—Min Yoongi, ahórrese ese tipo de comentarios —regañó—. Vamos a colorear nuestra insignia porque es el primer día y es importante que la reconozcan.
—No es importante —refutó—. Se sabe que solo están esta institución y la otra que es de pobres y arrastrados.
Seokjin soltó unas buenas carcajadas. Jungkook y Taehyung miraron mal a los muchachos.
—¡Suficiente! Primera anotación del año, Min. Venga a firmar.
A regañadientes y arrastrando los zapatos, Yoongi caminó hasta el escritorio de la maestra, agachándose a firmar. Seokjin seguía intentando calmar su escandalosa y peculiar risa, la cual era contagiosa y se asemejaba al sonido de cristales siendo limpiados.
Hubo un momento en el que Taehyung quiso reírse.
—¿Qué te gustaría que hiciéramos? —Cuestionó dulcemente el castañito, llamando la atención del rubio—. Tenemos muchos gustos en común, pero no sé cuál prefieras.
—Una iglesia.
¿Por qué había dicho eso? Ni siquiera fue lo primero en lo que pensó, pues en su mente aparecieron los preciosos labios que tenía en frente.
Claro, no podía proponer eso.
La iglesia, la religión, Dios y el simple hecho de recordar que Jeon Jungkook en algún momento iba a ser sacerdote, eran unas de las tantas cosas que lo mantenían cuerdo y centrado.
—¡Sí! —exclamó, entusiasta—. ¡Hagamos una iglesia!
—Ew —expresó Seokjin, analizándolos con desagrado—. Raritos.
Respirando profundo, el rubio empuñó sus manos sobre la mesa. Su cabeza giró lentamente hasta el pelirrojo, su inspección profunda conectándose con la ajena y su ceño frunciéndose ligeramente.
—¿Podrías dejarnos en paz y empezar a meterte en tus propios asuntos?
La mirada de Seokjin vaciló, aunque sus labios formaron una sonrisa irónica más temprano que tarde.
—Me meto donde quiero —aseguró, serio y con sus ojos intercalándose entre ambos. Cuando miró a Jungkook, lo escaneó de arriba abajo con lascivia; tanta, que Taehyung se percató de ello—. Y con quien quiero.
Kook aclaró su garganta, llevando su mano hasta el brazo de Taehyung.
—Tae, ignóralo y empecemos con lo nuestro, por favor.
—Séh, hazle caso, cachorrito.
Taehyung tenía algo de rabia y muchos, muchos celos.
No obstante, respiró profundo y obedeció a Jungkook, quien le regaló una retraída sonrisa.
Si le iban a dar ese tipo de premios por hacer caso, entonces Taehyung procuraría ser la persona más dócil sobre la faz de la tierra.
Comenzaron a hacer una iglesia, o lo más semejante a eso. Sus manos se rozaban de tanto en tanto, llenando de ilusiones el corazón del rubio y confundiendo en gran parte al castañito, que, pese a todo, seguía vigilante del maniobrar de los dos chicos que tenía al lado. Para su suerte, ellos estaban muy entretenidos coloreando. El resto del salón igualmente.
—¿Beige o blanco?
—Blanco —respondió el mayor—. Es el color de la pureza. Todas las iglesias deberían ser blancas.
Jungkook carcajeó, alzando su diestra.
—¡Choca esos cinco! —Taehyung no dilató en hacerlo—. No puedo creer que tengamos tantas cosas en común. ¡Eres el mejor compañero de mesa de todos! Debo agradecerle a Dios por ponerte en mi camino.
«O pedirle que pronto me aleje de él».
Se entretuvieron tanto en la decoración de la manualidad, que antes de poder terminarla la campana sonó, anunciando lo que sería el segundo receso que para ese momento no existía, pues el primer día de clases culminaba rápido.
—Muy bien, chicos. Muchas gracias por asistir y por su disposición en poder conocernos mejor. A partir de mañana todo se hará normalmente, así que les pido responsabilidad y mucha disciplina. No quiero malos estudiantes aquí, ¿entendido?
—¡Entendido!
—Salgan en orden de hileras y dejen sobre el escritorio lo que les pedí colorear. En el caso de Taehyung y Jeon, la manualidad.
Todos obedecieron. Taehyung y Jungkook se pusieron de pie, este último agarrando con toda la delicadeza del mundo la manualidad, esperando su turno para poder pasar y salir. En cuanto a Yoongi y Seokjin, ellos simplemente se levantaron y se fueron. Obviamente, no sin que antes el pelirrojo se diera el lujo de molestar otro poco al castañito.
—Nos vemos mañana, mi amor. —Y le acarició cortamente la mejilla, huyendo detrás de Yoongi al instante, dejando a ambos chicos desconcertados.
Taehyung de nueva cuenta percibía su interior hervir en celos. Celos abundantes.
Cuando fue su turno, dejaron la manualidad ya firmada sobre el escritorio de la maestra.
—¿Quién hizo eso? —Quiso saber Taehyung, señalando un pene peludo en una cartulina. Kook siguió el rumbo de su mano, abriendo sus ojos exageradamente.
La profesora suspiró, cruzando los brazos bajo su pecho y acercándose a los adolescentes con una mueca de resignación.
—Es la manualidad de Kim Seokjin y Min Yoongi.
Oh, vale, eso explicaba muchas cosas.
—Ah... —Jungkook quiso ahorrarse comentarios—. Muchas gracias por su esfuerzo y paciencia, maestra. Que tenga un buen día y hasta mañana.
—Hasta mañana, chicos.
Antes de retirarse, los dos hicieron una respetuosa reverencia hacia ella.
—¿Tu padre va a venir por ti? —Preguntó el castañito cuando ya estuvieron en el pasillo, a lo que Taehyung corroboró con un asentimiento de cabeza—. Es una lástima. Quería que papá revisara tus heridas y que almorzaras con nosotros. ¡A él le caes muy bien!
—¿En serio?
—¡Sí, sí! ¡Además-
—¡Tae! —un Jimin con la respiración acelerada hizo acto de presencia. Su mueca se deformó completamente al ver a Jungkook—. Y... ¿Jungkook?
—Buenos días, Jimin —saludó el menor, haciendo una -otra- reverencia—. Yo... ya estaba por irme. ¡Ha-hasta luego!
Iba a darse la vuelta y empezar a correr hasta la salida, pero la mano de Taehyung sobre su muñeca lo detuvo.
—¿S-sí?
—Gracias por todo lo de hoy —dijo sinceramente, su voz más gruesa y seria de lo normal—. Fuiste de mucha ayuda. Por favor, cuídate.
Kook asintió, un poco embobado. Jimin alzó su ceja derecha, cruzándose de brazos en tanto admiraba la escena con sospecha.
—Tú también cuídate, Tae.
—Adiós, Kookie.
Los Kim se quedaron mirando al castañito partir. Jimin abultó sus belfos, soltando un suspiro cansino poco después.
—¿"Tae"? ¿"Kookie"? ¿Qué se supone que pasó hoy?
—Eres un mentiroso, Jimin.
No dijo nada más. La simple acusación fue más que suficiente.
—¿¡Qué hice ahora!?
Mas Taehyung no respondió. Al igual que Jungkook, se encaminó a la salida.
Jimin pisoteó el suelo con fuerza, siguiendo a su hermano en medio del drama.
—¿¡Qué hice!? ¡No puedes emplear la ley del hielo conmigo, me debes respeto, soy tu hermano mayor!
—Por desgracia.
—¿¡Cómo que por desgracia!? ¡No seas grosero! —Taehyung apuró el paso, cojeando un poco debido a sus heridas previas—. ¡Kim Taehyung, espérame!
—¡Taehyung!
¡Aleluya! Alguien que lo salvaba y no era nada más y nada menos que el señor Jeon.
Obedeciendo al llamado, se acercó al hombre, agradeciendo a Dios mentalmente por hacer que Jimin dejara de perseguirlo.
—Buenos días, doctor Jeon.
—Días, casi tardes —rio escasamente, casi tan encantador como su hijo—. Jungkook me expresó sus preocupaciones en cuanto a ti, así que venía a ofrecerte ir mañana a nuestra casa. Me gustaría revisar la evolución de tus heridas y a mi esposa le encantaría que le hagas las pruebas de fotografías que te pidió. Claramente, te pagaré por ello.
Sin siquiera dudarlo, Taehyung asintió con la cabeza.
Después de todo, ya no tenía motivos para querer evitar a Jungkook. De hecho, ahora lo único que quería era tenerlo cerca.
Muy, muy cerca...
Luego de saber lo de Seokjin y Jungkook, sus razones para huir constantemente habían desaparecido por completo.
—Claro que sí, doctor Jeon.
—¡Excelente! Mi chófer los recogerá mañana en cuanto salgan de clases. Asegúrate de avisarle a tus padres para que no se preocupen y de traer tus herramientas de fotografía. Probablemente tengas que quedarte un buen rato con nosotros.
—Cuente con eso.
—Muy bien, muchacho —le palmeó el hombro, aún sonriente—. Te veo mañana. Cuídate.
—Hasta luego...
—¡Hasta pronto, Tae!
Kook había bajado el vidrio de la ventana del auto de su padre, sacudiendo infantilmente su diestra en señal de despedida.
Joder, ¿por qué tenía que ser tan bonito? Taehyung sentía que su corazón iba a salir rodando de felicidad por todo su cuerpo.
Mostrando su sonrisa más amplia y resplandeciente, también sacudió su mano.
Ese día, se sintió más enamorado que nunca.
{. . .}
El 24 de Diciembre esta historia cumplió 4 años de haberse publicado. Ya ustedes saben que me alejé de la escritura por demasiado tiempo y era por eso que quería traer un maratón de, por lo menos, 3 capítulos. Pasaron cosas que arruinaron mis planes y que igualmente impidieron que cumpliera una de las metas que tenía para 2024, por eso estoy algo triste y frustrada. No hice lo que quería hacer, mas intentaré traer para esta misma semana el maratón. Ya no tendrá el mismo significado para mí, pero al menos habré cumplido (no del todo) con mis expectativas. Amo esta historia y todas las que tengo en emisión, son mis bebés, y creo que Forbidden tendrá fin más o menos para mediados de año. Diría que vamos por el 30% o 35%. Como pueden ver, es una historia que se desenvuelve muy lentamente gracias a las creencias y posiciones de los chicos. TAN LENTAMENTE QUE YA ESTAMOS EN EL CAPÍTULO 17 Y NO HA HABIDO NI SIQUIERA UN MÍSERO BESO. En fin, gracias por leerme y apoyarme. Sigo triste por lo que pasó a finales de Diciembre, pero vamos con toda. <333
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro