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Nine

Antes de entrar al confesionario, Taehyung se persignó y suspiró. Seguidamente, se puso de rodillas sobre la pequeña base acolchada, recostó sus codos en la otra base, la cual era más alta, y acomodó sus manos en posición de rezo.

—Ave María purísima.

—Sin pecado concebido —dijo el cura al otro lado.

—En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

—Que Dios te bendiga, hermano.

—Señor, tú lo sabes todo. Sabes que te amo —siguió con el parloteo típico que conllevaba una confesión—. Mi última confesión fue hace siete meses. Hoy me acuso de... —tomó aire, sintiendo su corazón a mil por hora. Tragó en seco y pensó en formas más amables de decirlo, pero no encontró ninguna—. Me acuso de tener sentimientos románticos por otro hombre igual a mí.

El silencio reinó por un par de segundos. Segundos en los que Taehyung se odió un poco más a sí mismo.

Él no tendría que estar ahí...

—¿Cómo pasó eso, hijo? ¿Fue algo que llegó de la nada o ya te habías sentido así antes?

—Fue algo que llegó de la nada —sinceró—. Lo vi y empecé a sentir cosas que nunca había sentido antes. Me quise decir a mí mismo que era admiración, pero... pero no. No dejo de pensar en él y no son pensamientos de los que esté orgulloso. Esto... e-esto está acabando conmigo.

—¿Has hablado de esto con él? ¿Él lo sabe?

—No, y espero que nunca lo sepa. Quiero deshacerme de este sentimiento, Padre —su tono de voz se tornó rápido, como desesperado. En su cabeza creía que el Padre era la solución a su "problema", pero no—. Haré todo lo que tenga que hacer para dejar de sentirme así.

—La vida no es tan sencilla, hijo. Te vas a topar con muchas pruebas y tentaciones a lo largo de tu existencia, pero saber cómo enfrentarlas o directamente ignorarlas es lo que hablará de ti como persona. Recuerda que hay un infierno y un cielo, y que tus decisiones en vida con el libre albedrío que nos dio nuestro creador son lo que van a dictaminar en dónde vas a acabar. Yo puedo decirte muchas cosas sobre lo que está bien o lo que está mal, pero que estés aquí me deja saber que tú ya sabes que lo que sientes está mal y que requiere un cambio. Que también estés dispuesto a hacer lo que sea por cambiarlo habla muy bien de ti.

Esas palabras tranquilizaron a Taehyung. Efectivamente, él quería dejar de sentirse así y sabía perfectamente que todo eso estaba mal.

Que no pudiera cambiarlo por otros motivos, ya era una cosa completamente diferente.

—Esta es una prueba de Satanás, te está tentando porque necesita pecadores que lo sigan —prosiguió el Padre—. Debes alejarte lo más pronto posible de esa tentación. Ignorarla. Centrarte en nuevas cosas. Cosas que te sirvan y te hagan crecer de manera personal y espiritual.

Y ahí estaba el maldito problema principal.

—No puedo alejarme, Padre —confesó—. Si me alejo... me temo que no podré regresar a la iglesia. ¿Eso también me lo perdonarían Dios y usted?

—¿Cómo que no podrías regresar a la iglesia? ¿Por qué?

—Porque... —Pues ya qué. Estaba siendo sincero y creía profundamente que lo mejor era que el cura lo supiera todo. Al menos así podría obtener algo más de compasión—. Porque estoy enamorado del chico que hoy entregó las hostias.

Otros segundos de silencio.

El Padre suspiró, aunque se escuchó más como un jadeo de cansancio e impresión, tipo: «Hijo, estás jodido».

—Así que estás enamorado de Jeon Jungkook.

Jeon Jungkook...

Así que ese era su nombre. 'Kookie' era un claro diminutivo de Kook.

—Gracias a lo de hoy, seguramente debes saber que está interesado en el servicio sacerdotal, ¿no? Pronto se hará seminarista. —Los "seminaristas" eran los jóvenes aspirantes a ser curas—. Yo no soy quién para juzgarte, hijo. En la vida todos, absolutamente todos, nos hemos topado con pensamientos erróneos y puede que también hayamos actuado mal. Es parte de ser humanos y pecadores. Lamentablemente, nadie está libre de pecado; ni siquiera los recién nacidos. Lo que sí está en tus manos es intentar ser una mejor persona para alcanzar el cielo y el perdón de Dios.

Eso Taehyung lo sabía y por eso estaba ahí, completamente arrepentido de sentir amor y anhelación por un hombre.

Y no cualquier hombre, sino un hombre destinado a Dios y a la religión.

—Lo que te puedo aconsejar es que intentes ignorarlo. Sé que va a ser difícil porque eventualmente puede que él sea quien me reemplace en la iglesia, pero debes pensar en el juicio final y en lo que va a conllevar para ti si llegas a actuar mal o a hablar de más. —Lo último prácticamente había sido una amenaza—. Sal más, conoce chicas, intenta enamorarte de una, reza mucho, habla con Dios y pídele que te perdone y te guíe por el camino del bien.

Eso Taehyung ya lo había intentado y había sido completamente inútil.

Incluso se volvió mierda la espalda para nada, porque al otro día se había sentido exactamente igual y hasta más liviano, pues la situación de Joohyun con su novia le habían abierto un nuevo panorama.

—¿Intentarás arrancarte ese sentimiento erróneo y asqueroso? Recuerda, hijo, que Dios creó al hombre y a la mujer. Hombres deben estar con mujeres y viceversa. Todo aquello que vaya en contra de la naturaleza, debe ser castigado, desterrado, humillado y juzgado de la peor forma. La peor forma en este caso, es el infierno eterno. El sufrimiento infinito.

Taehyung tragó en seco. Se sentía arruinado.

—Haré lo que sea por salvar mi alma, Padre —prometió, entrelazando sus manos y apoyando su frente en ellas—. Jesús, hijo de Dios, ten misericordia de mí, que soy un pecador.

—Por tener sentimientos románticos y equivocados por un hombre, yo te absuelvo. Por tener esos sentimientos hacia un hijo de Dios, yo te absuelvo. Hijo, de ahora en adelante hasta tu muerte, rezarás todas las noches cincuenta Padre Nuestro. —Le dio la tan esperada penitencia—. Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

—Amén.

Tal vez era una tontería, pero para Taehyung haber escuchado esas palabras lo fue todo. Ahora se sentía mejor, más ligero, tranquilo y flemático.

Se persignó una última vez antes de ponerse de pie y salir del confesionario.

Y la tranquilidad que segundos atrás había sentido se esfumó, convirtiéndose entonces nervios, deseos de vomitar y una taquicardia digna de un próximo infarto.

Sus ojos vieron de soslayo a Jimin tapándose la sonrisa con la mano, pero toda su atención se fue a Jeon Jungkook, que se acercaba directamente a él con una media curvilínea tímida. El pobre Kim menor estaba temblando y sentía su rojo hervir; todavía más en cuanto el chico agarró sus manos e hizo una extensa reverencia.

—¡Es un placer conocerte!

Jodida mierda.

Chispas negras, blancas y de todos los colores explotaron frente a Taehyung. El cálido contacto de Jungkook sobre sus manos le mandó millones de corrientes eléctricas que le pusieron los pelos de punta y todas las extremidades cual gelatina. Su corazón seguía latiendo deprisa y una especie de taco en la garganta le obstaculizaba el poder respirar correctamente.

Era todo un caos.

—¡Hasta que por fin se conocen! —por supuesto, Jimin no iba a permitir que su hermano escapara. Tan pronto como Jungkook hizo lo que él le pidió, se acercó y pasó uno de sus brazos por sobre los hombros de Taehyung y el otro por sobre los de Jungkook—. Jungkook, mi hermano te admira. Desde que te vio se enamoró de tu voz. ¿No es así, Tae?

Pero Taehyung era incapaz de decir algo. Kookie ya había soltado sus manos, mas en su mente el momento volvía a repetirse y repetirse.

Y no solo ese instante, sino también el que aconteció con el de la cámara en la plaza y el de minutos atrás con la eucaristía.

Quería morirse. ¿Por qué la tierra no se lo tragaba y lo escupía en Júpiter o algún planeta gaseoso que lo desintegrara?

—Yo ya conocía a tu hermano —habló el menor, empeorando cualquier reacción en el más pequeño de los Kim—. Me lo topé por casualidad en un puesto de algodones de azúcar hace unos días en la plaza. Se le cayó la cámara y luego él... salió corriendo.

Si lo contaba así, Taehyung se sentía más y más patético.

—¡Oh! ¿En serio pasó eso? Tae, no me contaste nada.

—¡Pero tienes una hermosa cámara, Tae! —él incluso ya había tomado la confianza de llamarlo "Tae"—. No le pasó nada malo y funciona correctamente, ¿verdad?

Jungkook, pese a no demostrarlo muy bien, estaba incómodo. No había tenido muchas interacciones con Taehyung, pero le preocupaba caerle mal precisamente porque sentía que ya le caía mal. El chico actuaba extraño solamente con él y la forma en la que le había arrebatado la cámara esa vez y salió corriendo no fue particularmente educada.

Tampoco fue muy educado que más temprano le mordiera el dedo y se diera la vuelta sin disculparse.

¿Realmente lo admiraba, como Jimin lo había asegurado? Kook lo dudaba.

Y él inclusive seguía sin responder...

—¡Pero di algo! —atosigó Jimin, apretujando disimuladamente los hombros de su hermano—. ¿No me dijiste que te morías de ganas por hablar con Jungkook?

—N-no.

Lo negó inmediatamente, sorprendiendo al menor y al Kim mayor, quienes abrieron los ojos con sorpresa. Jungkook se sintió absurdo y Jimin quiso matar allí mismo a ese idiota, porque lo estaba dejando mal.

Bien, él entendía que estaba enamorado de Jungkook y que desde un principio dejó claro que no quería acercarse, ¡pero formas de disimular las había y por montones! ¿Por qué quería dejarlo mal?

Definitivamente era un maleducado incapaz de mostrar amabilidad o, por lo menos, fingirla.

Taehyung estaba sobrellevado, pero recordó perfectamente las palabras del cura: "Todo aquello que vaya en contra de la naturaleza, debe ser castigado, desterrado, humillado y juzgado de la peor forma. La peor forma en este caso, es el infierno eterno. El sufrimiento infinito".

Jungkook era un pecado porque hacía que Taehyung quisiera ir en contra de la naturaleza.

Jungkook era una tentación de Satanás y del infierno.

Si Taehyung seguía fijándose y muriéndose por Jungkook, iba a terminar ardiendo eternamente.

Debía ignorarlo.

Ignorar su existencia. Olvidar lo hermoso que era. Olvidar que, por él, era capaz de cometer todos los pecados habidos y por haber, y de los cuales tenía tanto miedo.

—Yo no te admiro —declaró seriamente, muriéndose por dentro—. A Jimin le encanta hacer bromas, seguramente te hizo una y por eso te pidió que hicieras esto.

Jimin no lo podía creer. Jungkook mucho menos.

—¿Qué estás diciendo? —Jimin carcajeó, con la soga al cuello—. ¡No digas esas cosas! Jungkook en serio va a pensar que...

—Lo que dije es lo que es —interrumpió—. No sé de dónde sacaste que admiro a este chico y que quería conocerlo, pero no es cierto. —Sacando valentía de quién sabe dónde, miró fijamente al castañito—. No pierdas tu tiempo haciéndole caso a Jimin.

Posteriormente, se zafó bruscamente del agarre de su hermano y salió de la iglesia con prisa, todavía temblando. Afuera, soltó un montón de aire retenido e intentó regular su ritmo cardíaco, el cual estaba desatado.

Fue el miedo al infierno y la rabia hacia Jimin lo que le hicieron decir todo aquello.

Sospechó desde una primera instancia que Jimin estaba tramando algo y no se equivocó; sin embargo, haber hecho eso fue grosero y descuidado. Jimin sabía mejor que nadie cuán mal lo ponía la presencia de Jeon Jungkook, cuánto sufría todos los domingos por tener que asistir a la iglesia a verlo y, sobre todo, que desde el principio manifestó no querer acercarse ni hablarle.

Sí, tal vez fue grosero y cruel, mas Jimin se había pasado por el culo su opinión. Solo le dio una cucharada de su propia medicina y marcó una clara distancia con Kookie, que era justamente lo que necesitaba.

Sacando de su bolsillo un pañuelo, lo desdobló y se lo pasó por la frente, la cual estaba goteando. Tomó aire y aún con las extremidades temblando bajó las escaleras de la iglesia y se dirigió al auto de su padre, mismo que estaba cerrado.

—¡Tae, ven! —llamó su madre desde el otro lado de la calle. Distraído y todavía sofocado y angustiado, Taehyung intentó acercarse a ella—. ¡¡CUIDADO!!

Lo último que escuchó fue el grito de Nara y el claxon constante de un auto. Antes de perder el conocimiento, recordó perfectamente ese coche de lujo.

Era el auto del padre de Jeon Jungkook.

Y se acercaba a una velocidad dinámica.

Tiempo de correr o apartarse no le dio.

Finalmente, todo se puso negro.



{. . .}

Lo siento, pero este Tae es mi mejor guerrero y quiero que siga siendo así HDJDJDKSKS.

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