Fifteen
—Por favor, pasen por los materiales en orden de hileras y de mesas.
Taehyung siguió nervioso, con su mirada clavada en el frente y el corazón simplemente desatado. No se atrevía a mirar a otro lado y hasta se le olvidó cómo respirar correctamente, porque efectivamente se estaba ahogando.
—Mh... —murmuró el castañito, también bastante nervioso—. ¿Quieres que v-vaya yo por las cosas? Entiendo que no te sientas bien todavía. Tus heridas aún están frescas...
¿Aceptar un favor de Jeon Jungkook? No quería, y menos después de lo que Jimin le había dicho.
«A Jungkook realmente le caes muy mal, Tae».
No, definitivamente no.
—Mis heridas están bien —hizo un esfuerzo sobrehumano por decir aquello sin tartamudear—. Puedo ir.
Kook asintió, jugando lentamente con sus propias manos. Desde hacía minutos estaba intentando calmarse y encontrar la paz que solamente le daba Dios y la religión en algún sitio, mas con Kim Taehyung al lado era complicado, pero con Kim Seokjin otra vez en su mismo salón era, figurativamente, tarea imposible.
Un poco desesperado, mientras llegaba su turno de pasar al frente por los materiales, cerró sus ojos, bajó su cabeza y se puso a rezar mentalmente. Se reprendió y le pidió fuerzas al cielo para tener la voluntad de calmarse y de poder pasar el año escolar sin percances.
No quería ser una decepción para sus padres. No quería ser una decepción para Dios. No quería ser una decepción para la religión. No quería ser una decepción para la sociedad. No quería ser visto como un "hombre atrofiado". No quería ser señalado ni juzgado. No quería ser... gay.
Irónicamente, tal parecía que su destino era estar rodeado de personas homosexuales.
Suspirando, tragó una gran cantidad de saliva, abrió sus manos y apoyó las palmas en la mesa que todavía se seguía moviendo ligeramente gracias al temblequeo en las piernas de Taehyung, pidió perdón en silencio y abrió los ojos, esperando e ignorando por completo la animada charla que Yoongi llevaba a cabo con Seokjin.
Quien no pudo ignorar aquello fue Taehyung.
—Entonces, ¿te importa ser gay? —le preguntó abiertamente el peliverde al pelirrojo, que carcajeó alto, como queriendo lucirse en presencia de Jungkook.
—¡Me importa una mierda lo que la gente piense! —gracias al alboroto que había en el salón y a que la maestra estaba bastante ocupada repartiendo los materiales, pocos escucharon eso—. Nací para ser feliz, no para joderme la cabeza pensando en lo que un montón de gente que no me va ni me viene va a creer de mí. Peor todavía, lo que una secta diga o deje de decir.
Con "secta" se refería a la religión en su máximo esplendor.
Taehyung sintió envidia de aquella ideología, y a la vez pensó lo peor del muchacho por hablar a sus anchas de esa manera. Lo que sí tenía aparte de todo eso era confusión. Mucha maldita confusión.
¿Por qué entre ellos hablaban como si estuvieran tirando indirectas y por qué Yoongi le había susurrado un "mira, ahí llegó tu novio" a Seokjin cuando Jungkook entró al salón? Tal vez su cabeza le estaba jugando una mala pasada en cuanto a interpretación de chismes, pero eso fue sospechoso.
Imposible. Alguien como Jeon Jungkook no podía ser gay. Estaba en el seminario y, si todo salía bien, iba a ser sacerdote. Tal vez esos chicos solo querían molestarlo y por eso le levantaban calumnias. Solo eso podía explicar la situación.
Se negaba a creer otra cosa. Se negaba, muy en el fondo, a ilusionarse...
¿Pero y si...
—¿Vamos? —preguntó el castaño, ya de pie y esperándolo—. ¿Necesitas ayuda?
En la cabeza de Taehyung empezaron a cantar los ángeles al momento en el que Kook le tendió una mano. Como si con eso fuera poco, también vio al chico con alas, túnica blanca y una diadema de nubes que adornaba su cabecita.
«Mi ángel, el más hermoso de todos».
Cegado por el amor que de un momento a otro lo abarcó, extendió su mano y la entrelazó con la impropia, ejerciendo presión y levantándose; a su vez sintiéndose en el mismísimo cielo. Imaginación o no, percibió una corriente eléctrica pasar por su columna vertebral y un hormigueo en sus piernas, mismo que fue el culpable de que se tambaleara y de obligar a Jungkook a sostenerlo de ambos brazos con el fin de estabilizarlo.
—¿Estás bien?
Con tanto movimiento habían quedado más cerca de lo previsto. Fue ahí donde Taehyung aprovechó para escanear las facciones que en ese momento tenía tan próximas.
Ojitos grandes, oscuros, brillantes y siendo rodeados por preciosas pestañas largas y negras. Piel hermosa, blanca y siendo acariciada -adornada- por una bella cicatriz en el pómulo derecho. Labios pequeños, abultados y teñidos en un rosa suave natural. Aroma ligero, dulce y que envolvía a Kim en aquel mismo cielo del que no quería salir.
Jeon Jungkook era una preciosidad. Lo que sintió por él desde que lo vio fue amor a primera vista, porque definitivamente ahora estaba más que enamorado. No había lugar para dudas.
—Estoy bien.
Sus manos siguieron unidas y hasta Jungkook se sintió extrañado por eso. Él también se había quedado mirando a Taehyung más de lo previsto, dándose rápidamente cuenta de que era uno de los chicos más bonitos que había conocido en su corta y preciada vida.
¿Así de agraciados eran todos en la ciudad, o acaso Kim Taehyung era especial?
Inconscientemente se sonrieron. Aquellos segundos duraron una eternidad para ambos, hasta que otro comentario de Min Yoongi hizo el trabajo de separarlos.
—Así es la vida, amigo. Algunas personas quieren ser gays con todo el mundo menos contigo.
Tanto Taehyung como Jungkook parpadearon, carraspearon gargantas y se soltaron rápidamente. Por pura curiosidad, el castañito miró de soslayo hasta el peliverde y Seokjin, sorprendiéndose al ver a este último con los brazos cruzados bajo su pecho, la ceja derecha levantada y una expresión de indignación o de celos que iba dirigida hacia él.
Gritaba "disgusto" a los cuatro vientos y eso intimidó a Jeon.
—¿Vamos? —Insistió el rubio.
—Ah... s-sí, sí.
Yendo hasta el escritorio de la maestra, reclamaron los materiales y luego ella les extendió un pequeño papel.
—Estas son preguntas casuales sobre ustedes para que respondan entre ambos —informó, especialmente sonriente—. Como Taehyung es nuevo tanto en la institución como en el pueblo, espero que pueda hacerlo sentir a gusto, Jeon. Recuerden conocerse, hablar y crear la manualidad con algún gusto en común que tengan.
—Muchas gracias —dijeron al unísono, a su vez haciendo una reverencia.
Posteriormente, se dieron media vuelta y regresaron a su mesa. Taehyung llevaba las hojas de colores y la cartulina, mientras que Jungkook llevaba los plumones y la plastilina.
—¿Quieres responder primero las preguntas o empezar con la manualidad?
—Las preguntas tienen que ver con nuestros gustos —dijo Kook—. Primero respondamos esas. —Taehyung asintió, ya más tranquilo. El menor leyó—: ¿Cuál es tu color favorito?
—Me gusta el azul.
—A mí me gusta el ro... rojo. Siguiente. ¿Cuál es tu comida favorita?
—Puedo comer cualquier cosa siempre y cuando esté bien cocinada, pero me gusta mucho la carne que tiene mucha grasa.
—Oh, ¿y cómo haces para restringirla en Semana Santa?
—Siendo sincero, sufro mucho —los dos rieron—. Pero también me gusta mucho el pescado, así que no me es muy difícil intercambiar una cosa por la otra.
—Lo entiendo, el pescado es delicioso. Mi comida favorita es la hamburguesa de pollo.
—¿La venden en algún sitio por aquí? Desde que llegué no la he visto.
—¡Sí, hay un local muy bueno en la plaza! —la plaza le traía malos recuerdos a Taehyung, pero en ese momento se obligó a sí mismo a simplemente no recordar—. ¡Si quieres-
Iba a ofrecerle ir juntos, pero no podía. Le había hecho una promesa a Jimin. El rubio tenía sentimientos por él y Jungkook no quería hundirlo más en eso; peor todavía, no quería arriesgarse a volver a caer en algo parecido a lo que había tenido con Kim Seokjin. No podía.
—Si quieres p-puedo darte la dirección...
—Eso me encantaría. Muchas gracias.
Kook asintió, tragando en seco. Devolvió sus ojos al papel y siguió leyendo:
—¿Cuál es tu mayor miedo?
—La dicotomía entre el cielo y el infierno.
Eso llamó la atención del castañito.
—Eso es... temerle a Dios.
—Creo que le temo a Dios —confesó—. Le temo a sus castigos y recompensas. Temo ser tan malo y pecador como para irme al infierno, y a la vez temo ser tan bueno y correcto como para que nada de lo que haga sea lo que verdaderamente quiero y solo lo haga para llegar a un cielo que no sé con exactitud cómo es.
Una vez más, Jungkook confirmó lo mucho que Taehyung se parecía a él.
Él en algún momento también había tenido esos pensamientos.
—A veces siento que hago cosas por temor —retomó—, y lo mismo pasa cuando no hago nada. Soy, básicamente, una persona llena de miedos.
Miedos implantados por sus padres, la religión y la sociedad en sí.
—Yo solía pensar eso, hasta que llegué a la conclusión de que, tal vez, los deseos de nuestro cuerpo terrenal no valgan la condena de nuestra alma.
Taehyung sonrió con nostalgia, su corazón doliendo al recordar al tipo de persona que tenía al frente; el chico que amaba, y que por su parte también sería sacerdote en algún momento.
—Sí... —admitió amargamente el rubio—. Por eso soy un chico religioso que ama a Dios.
—Y por eso yo estoy en el seminario —ambos mostraron curvilíneas tímidas que parecían tener motivos y emociones ocultas—. Siguiente pregunta. ¿Qué-
—No respondiste cuál es tu mayor miedo.
Jungkook quiso decirle que era el mismo suyo, pero eso daría lugar a otras incertidumbres y él prefería no desconcertar demasiado a Taehyung.
—Me dan miedo las cucarachas. —Un miedo vacío y sin mucho sentido, ¿para qué más?—. Ahora sí, siguiente pregunta. ¿Qué cambiarías de ti mismo?
—¡Esa yo la respondo por Jungkook!
Por supuesto, no podían faltar Yoongi o Seokjin metiendo la cucharada en medio de la conversación.
El pelirrojo se levantó de su respectiva silla y se acercó a la mesa de los dos chicos, quienes lo observaron con el ceño fruncido y pocas expectativas. Taehyung estaba algo enojado y Jungkook, muy por el contrario, estaba harto y a la vez al borde del pánico.
Tener cerca a Seokjin siempre iba a ser malo.
—Deberías meterte en tus asuntos y en tu tarea —sugirió el rubio, con la voz más gruesa de lo normal debido a la irritación—. No deberías-
—Silencio —exigió tras interrumpirlo, situándose frente a Kook e inclinando su torso hacia adelante con el fin de igualar su altura—. Lo que Jungkook cambiaría de sí mismo... es su homosexualidad. Él se moriría por ser un hombre normal.
Y sin decir nada más, le tomó suavemente las mejillas y lo besó.
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