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Lo siento

JiMin iba detrás de su padre, siguiéndolo, mientras que el mayor solo le decía que era lo que tuvo que hacer para encontrarlo.

— Hasta que Jin no soportó más y nos dijo que estabas en Seúl, más no nos dio la dirección exacta porque según él no la recordaba — finalizó y JiMin únicamente tenía el deseo de correr a ver a su amigo ante lo que su padre estaba comentando, más no mencionó que fue lo que le hizo para sacarle la información de su paradero.

No quería seguir escuchándolo por lo que empezó a detallar un plan para poder bajar a la tierra lo más pronto posible.

— Te lo advierto, Miguel — Se detuvo antes de llegar a chocar con su padre quien se detuvo — Sí me entero que has vuelto a la tierra a ver de nuevo a ese humano no tendré piedad aunque seas mi hijo.

JiMin no dijo nada, se quedó callado ante esa... ¿amenaza? ¿Su padre lo acababa de amenazar?

Se dio la vuelta y sin despedirse extendió sus alas y fue en busca de su mejor amigo, quien seguramente lo necesita.

JungKook llegó a su casa luego de haberse despedido de su ángel, los vecinos le preguntaban por su ceño fruncido, más no quiso responder con la verdad.

La despedida le había afectado mucho, ya no lo podría tener por horas incluso días encerrado en su recámara. La soledad de aquellos días antes de que apareciera el azabache, había vuelto, y esta vez quién sabe si para quedarse.

Se lanzó al sofá y permitió que sus ojos se cerraran, quería descansar un momento y liberar tantas cosas que atormentaban su mente.


JiMin llegó frente a la residencia de su amigo, quien al abrir no pudo evitar llorar al ver al de ojos azules frente suyo.

— Lo siento, creí que no te encontraría, deseé que no lo hiciera — JiMin se abrazó a él mientras acariciaba las plumas de su amigo, fue hasta ese momento que noto como sus alas estaban vendadas y había uno que otro espacio en blanco ante la falta de algunas plumas.

Se separó y miró a su amigo, Jin al ver los ojos azulados ahogándose en el mar de sus lágrimas.

— Jin — JiMin se desmoronó, ¿qué es lo que le habían hecho a su amigo? — No, Jin — negó y ocultó su rostro entre sus manos.

Las alas de un ángel eran tan importantes, porque eran su esencia, sin ellas no hay vida para un ángel y ver como con su amigo fueron tan osados de hacerle tal daño.

Jin sostuvo el cuerpo de su amigo acompañándolo en sus lágrimas — Estoy bien, ya está sanando, además no fueron muchas.

Esas palabras solo ocasionaron más dolor para el azabache — No Jin, por mi culpa te hicieron esto, joder — golpeó con su ala el árbol que estaba a un lado de la entrada, haciéndole un gran hueco   — Mi padre no conoce los límites, nunca los conocerá.

Jin sujetó a su amigo y lo guió hacia adentro, sería mejor tratar de calmar su furia con quien es su progenitor.

Ya adentro el azabache desgarró su garganta al soltar un fuerte grito que sentía le obstruía su garganta, Jin lo miraba con dolor en sus ojos, su amigo se estaba quebrando frente suyo, y no solo por ver su estado, si no por sentirse lejos de quien al parecer lo ha hecho vivir.

JiMin ya cansado se dejó caer al suelo, su mente ahora estaba en penumbras, no quería pensar en nada por el momento, sus ojos derramaban lágrimas como si fuera el causal de un río.

— JiMin — Jin se acercó al cuerpo de su amigo y lo envolvió en sus brazos, abrazándolo incluso con la calidez de sus alas — Tranquilo, esto ya... — Suspiro — Ya pasará, podrás regresar a verlo.

— Sí mi padre me descubre, no tendrá piedad por muy hijo que sea, él ya me lo advirtió, la sentencia será igual o peor — habló como pudo sintiendo las caricias del ángel más alto.

Fue entonces que el mayor recordó algo;  aquel motivo por el cual su amigo había bajado aún permanecía en el mundo humano.

— Tienes que regresar, aún hace falta que encuentres la rosa — sujetó su rostro y lo obligó a verlo, sonriendo y asintiendo ante sus palabras.

JiMin recordó entonces que la rosa perdida aún no la encontraba. Le sonrió a su amigo entre lágrimas y asintió.

Los días pasaron y con ellos ambos chicos se encontraban en la desesperación de volverse a ver. JiMin cada vez que quería bajar no lograba hacerlo, su padre había asegurado la salida del reino, los ángeles guardianes no le permitirían salir.

Mientras que Jeon, cada vez caminaba por aquel callejón, donde pasaba horas en espera a ver aquellos ojos azules, pero se retiraba rendido, luego de ver que no pasaría.

Al llegar a su trabajo todo se encontraba en silencio, tanto. HoSeok y Nam ya se habían percatado de lo mal que se veai, las preguntas se hacían cada que podían, donde él mentía y negaba su enfermedad, recibiendo el reproche de su hyung, quien solo mantenía el silencio.

Ya era el quinto día, se terminó de alistar y miró su reflejo en el espejo, dándose cuenta que su rostro se encontraba pálido, las comidas se habían vuelto menos importantes desde hace dos días, su apetito era muy juguetón con el, donde ahora ni siquiera tenía las fuerzas para preparar su desayuno.

Salió de su casa y lo primero que sucedió fue encontrarse con una de sus vecinas, quien preguntó por el chico de cabello oscuro y ojos claros como el mar.

— Él regresó a su hogar — Respondió con un nudo en la garganta queriendo decir que pronto regresaría, pero era la incertidumbre que cada día más crecía.

Siguió su camino y paró al estar en su trabajo, comenzó a colocar y limpiar los estantes, mientras que sus amigos solo lo miraban, cuidando cada movimiento que este hacia.

— Chicos, estoy bien, dejen de poner sus manos alrededor mío, no soy una escultura de porcelana que podría quebrarse — dejó la toalla con la que limpiaba sobre el estante y los miro a los tres, quienes solo quitaron su mirada, siendo solo uno el que se atrevía a hablar.

— Pero pareciera como si lo fueras — HoSeok sintió como su voz se contraia ante el molesto nudo.

Jeon suspiro y bajó su rostro, le dolía ocultarles su enfermedad, pero suficiente tenían con sus propios problemas.

Al cabo de la mañana transcurrió con normalidad, siendo justo a las once cuando un teléfono comenzó a sonar.

HoSeok contestó, pero no pensó recibir la peor noticia de su vida.

— No — los tres chicos miraron a su amigo quien retenía sus lágrimas — No es cierto — Río amargamente — Está bien, iré para allá — colgó el celular y miró a sus amigos, quienes solo extendieron sus manos para abrazarlo — Se me fue, pero ahora estará mejor, sin dolor y más feliz.

— Lo sentimos, Hope, ella no quería dejarte solo, luchó hasta su último momento.

El chico asintió y con una sonrisa se retiró, tenía que buscar la manera de preparar sus cosas.


En el reino de los ángeles, JiMin se encontraba caminando por las calles de su mundo, donde los demás ángeles sólo lo observaban por no volar.

A lo lejos observo como uno de los ángeles guía caminaba a un lado de una señora que ya había visto. Se acercó a ellos y la abrazo; la mujer no comprendía quién era hasta ver aquellos ojos que la hicieron sonreír cuando los vio por primera vez.

— JiMin — tocó su rostro y limpio sus lágrimas. El ángel no podía creer lo que veía — ¿Qué haces aquí?

— Soy un ángel señora Jung, usted es quien no debería de estar aquí aún — respondió.

— No soporte más, corazón, mi cuerpo llamaba por un respiro — le sonrió y miró al otro ángel que la acompañaba — me puedes esperar más adelante, por favor — El de más alta estatura asintió y los dejo a ambos solos — Sé qué quieres irte, lo noto en tu mirada, hace poco pasé por el portal, puedes ir y pasar, los guardias no están.

Le guiñó su ojo y siguió a quien la esperaba más adelante.

JiMin permaneció en ese lugar un momento más, hasta que reaccionó y comenzó a volar hacia aquel lugar que lo llevaría al mundo humano después de cinco días.


Nueva actualización de esta historia que está próxima a terminar, espero que a ustedes les esté gustando. Lamento mucho la tardanza, realmente aunque quiera salir a tiempo con ella,  no puedo.

Si les gusta saben que pueden hacérmelo saber con un comentario o dándole a la estrellita, así me harán saber que el capítulo y la historia en general les ha gustado.

Nos leemos pronto en otro capítulo.

I Purple U 💜

💙🦋🖤

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