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𓏲 Extra O3

Sana y Tzuyu

Sana tenía muy en mente que algún día tendría que dar un paso más íntimo en su relación con Tzuyu, durante todo ese tiempo juntas no pasaban de los mismos besos y toqueteos, que, aunque eran muy placenteros, no eran suficientes la mayoría del tiempo, sus cuerpos buscaban siempre algo más, y a pesar de que Tzuyu no dijera algo al respecto, podía jurar que ambas estaban igual de necesitadas.

Tzuyu no decía nada por miedo a hacerla sentir presionada, y Sana todavía sentía vergüenza cuando de eso se trataba, porque el tema había salido un par de veces, pero nunca llegaban a algún acuerdo, por lo que cada una concluyó que sucedería cuando fuera el momento indicado, o sea, cuando Sana se sintiera con el valor de llevarlo hasta al final, solo así, Tzuyu cedería sin problema alguno.

Muchas cosas pasaban por la mente de Sana en ese momento mientras terminaba de arreglar su cosas, no paraba de pensar en el hecho de que Tzuyu la había invitado a quedarse en su casa el fin de semana, y no es como que nunca se haya quedado a pasar lo noche con ella y su abuela, pero ahora era diferente, específicamente porque la abuela de Tzuyu no estaría durante esos días, y realmente no era tan tonta como para no suponer que muchas cosas podrían pasar, es decir, tendrían la casa para ellas solas, ellas que eran un par de chicas hormonales con deseos sexuales a la espera de aprovechar cualquier momento a solas para satisfacerse.

Y ese pensamiento la ponía ansiosa.

Por otro lado, quiso mantenerse enfocada en el hecho de que estaban cumpliendo cinco meses de noviazgo. No podía incluso creer que ya habían pasado cinco meses en los que no había más que felicidad, sintiéndose realmente a gusto al lado de una chica, y estaba dispuesta a quedarse con ella por mucho tiempo más, estaba dispuesta a hacer que las cosas siguieran funcionando, así como han estado todo ese tiempo, al menos hasta donde se le sea permitido.

Tzuyu pasó a recogerla ese viernes a eso de las tres de la tarde, la señora Minatozaki la recibió con mucho gusto en su hogar, hablaron un poco en lo que Sana salía de su habitación, hasta que varios minutos después, ambas ya estaban de salida, no sin antes recibir algunos consejos y advertencias por parte de la señora Minatozaki hacia el par de jóvenes, algo que las hizo avergonzarse un poco, pero también las hizo reír. Sana estaba muy satisfecha con la relación que tenía Tzuyu con su familia, saber que les agradaba y que se llevaban bien la hacía sentir mucho más tranquila y aliviada, definitivamente tuvo mucha suerte.

Ellas no solían celebrar en grande cada que cumplían un mes más de relación, claro que era un día importante, pero no creían que fuera tan necesario hacerlo, les parecía más que suficiente pasar el día juntas viendo alguna película, hablando o jugando algún juego de mesa como normalmente hacían cuando tenían tiempo libre, por lo que, en esta ocasión, no sería muy diferente. Sana tenía planeado un fin de semana tranquilo, tal vez hacer algo de comida casera o aventurarse con un postre, cualquier cosa que se le ocurriera o que Tzuyu quisiera. Por otro lado, Chou tenía planeado mimar a su adorable novia en todo lo que ésta le pidiera; si deseaba salir a cenar, la llevaría, si se le antojaba comer algo, ella se lo haría, y si no, entonces se lo compraría, si tenía ganas de ver películas de terror a pesar de que le daban miedo, la vería por ella.

Todo por ella.

— Entonces, ¿qué se te antoja comer? — preguntó Sana tan pronto entró al hogar de su novia, luciendo lo más segura posible en un intento de no demostrar lo nerviosa que se sentía al estar a solas con ella — Aún falta tiempo para cenar, pero puedo hacer algo para merendar — dejó sus cosas a un lado de la puerta, ya luego las movería de ahí.

— ¿Y si te me antojas tú? — le dijo con voz suave mientras rodeaba su cintura para atraerla hacia su cuerpo, quedando a centímetros de su rostro. Esbozó una corta sonrisa ante las mejillas sonrojadas de la japonesa, pareciéndole la chica más tierna del mundo.

— N-No lo s-sé — tartamudeó un poco debido a la cercanía, su corazón acelerándose con ese simple acto.

Tzuyu rió por lo bajo, besó su mejilla de manera cariñosa y la soltó, pasó a su lado como si nada con su pequeña maleta para llevarla a su habitación, dejándola con la respiración agitada y con su estómago cosquilleando.

— ¡Comeré lo que tu quieras comer! — gritó desde el segundo piso, despertándola de su ensoñación.

Sana se tranquilizó y se dirigió hacia la cocina, buscando algo que se le antojara mientras se regañaba a sí misma por la reacción involuntaria de su cuerpo ante las acciones de la mayor sobre ella, dándose cuenta de lo rápido que cedía y lo mucho que podía controlarla con pequeñas provocaciones, y conocía tan bien a Tzuyu que sabía que no dudaría en ponerla nerviosa cada vez que tuviera oportunidad, como si fuera un hobbie hacerla sonrojar de esa manera.

Será un fin de semana muy largo.

Afuera había empezado a oscurecer, sintiéndose el clima un poco más frío por el aire que entraba por las ventanas de la sala, causando un ambiente agradable dentro de la casa.

El tazón de papas fritas yacía vacío en la pequeña mesa de centro, no duraron mucho tiempo, ambas habían arrasado con ellas demasiado rápido, y debido a que tenían pereza de hacer más, tuvieron que conformarse con lo que ya habían comido. Sana se acurrucó más contra la calidez del cuerpo de Tzuyu en el sofá, muy entretenida en la trama de la película que habían decidido ver que estaba a punto de terminar, sin prestar tanta atención a las sutiles caricias que la mayor dejaba en su cintura descubierta. No se dio cuenta en qué momento su holgada camisa se había movido tanto hasta el punto de dejar su piel a la vista, pero para su suerte, Tzuyu si que se dio cuenta, por lo que aprovechó para meter su mano de manera disimulada, y aunque creyó que Sana la apartaría, no sucedió, simplemente permitió que siguiera haciéndolo, casi segura de que Sana no se opuso por alguna doble intención, más no sabía que era porque no estaba prestándole atención.

Los créditos aparecieron en la pantalla, dada por finalizada la película, y fue recién en ese momento en el que Sana sintió su piel arder bajo las caricias de la mano de Tzuyu en su cintura. Su respiración empezó a agitarse, sintiéndose demasiado tonta al respecto, como si nunca la hubiera tocado de alguna manera, pero su nerviosismo y agitación era principalmente porque el ambiente se sentía diferente, la tensión entre ambas era muy palpable, y claro que lo sabían, solo que seguían alargándolo por el temor de dar el paso.

Por una extraña razón, empezaron a actuar como si esa tensión que las rodeaba no existiera, en especial, Tzuyu que estaba segura de que una vez empezara a tocarla de más, no podría detenerse, porque estando solo ellas dos, ¿qué las detenía? Es cierto que en algunas ocasiones hacían sus cosas con la presencia de su abuela en casa, sin embargo, no era como que tuvieran todo el tiempo para hacer lo que quisieran, y desde que su abuela supo que estaban saliendo, cada vez que Sana llegaba a su casa, ella acaparaba toda su atención, y no la culpaba, Sana era encantadora, pero gracias a eso, sus momentos a solas se redujeron notoriamente, manteniéndolas a ambas en un tipo de abstinencia que llegaba a ser un tanto tortuosa, logrando desahogarse cuando tenían cierto tiempo a solas. Así que, cuando Tzuyu supo que su abuela estaría afuera de casa todo el fin de semana, vio la oportunidad perfecta, solo que el problema ahora era que ninguna sabía cómo actuar.

Para desviar la atención de ese tema, Sana se dispuso a preparar la cena en lo que Tzuyu ayudaba a ordenar la mesa, manteniendo una agradable plática sobre cualquier cosa que las mantuviera entretenidas, cosa que funcionó a la perfección ya que toda la tensión empezó a disiparse, porque incluso cuando se daban besos ocasionalmente durante ese tiempo, no se sentían tan nerviosas como antes, sino que disfrutaban del momento sin pensar en otras cosas, y se sentía mucho mejor de esa forma.

— Te toca lavar los platos — dijo Sana cuando terminó de limpiar la mesa al finalizar su cena, obteniendo varios quejidos por parte de la menor.

— Pero no me gusta hacerlo.

— ¿Quieres que lo haga yo entonces? — enarcó una ceja, mirándola.

— No — suspiró rendida, levantándose de la mesa — Lo haré yo, no te preocupes bonita

Sana sonrió satisfecha y subió al segundo piso con la intención de tomar una ducha en lo que Tzuyu se mantenía entretenida en la cocina. Trató de relajarse lo más que pudo, tomándose su tiempo en el baño en su afán de tener un poco más de tiempo para enfrentar el hecho de que sus hormonas volvieron a dispararse, y por más que quiso controlarse, se le hizo imposible no pensar en muchas de las cosas que posiblemente harían cuando Tzuyu llegara a esa habitación. Inhaló y exhaló varias veces, pensando una y otra vez qué tan lejos podría llegar. Estaba un poco asustada, pero al mismo tiempo estaba segura de que no saldría lastimada de ninguna manera, Tzuyu jamás la lastimaría, tampoco haría algo que no quisiera.

Dejó de darle vueltas al asunto luego de aceptar que evidentemente estaba muy necesitada de las caricias y sensaciones que Tzuyu provocaba en ella, y no había mejor cosa que solo dejarse llevar, nada debía ser planificado.

Salió del baño, se puso su ropa de dormir y se dispuso a arreglar su cabello frente al enorme espejo de la habitación. Segundos después, Tzuyu apareció en la puerta con una toalla colgando de su cuello, porque al parecer, también había tomado una ducha en el baño del pasillo. Sana solo la miró a través del espejo y no dijo nada, simplemente se mantuvo en lo que estaba.

Tzuyu caminó hacia ella con una media sonrisa hasta abrazarla por la espalda, descansando su mentón sobre su hombro, ambas sonriéndose con cierta complicidad, imaginándose con anticipación lo que sucedería a continuación.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan nerviosa de repente? — preguntó muy cerca de su oído, haciéndola estremecerse por completo.

— No es nada — respondió en voz baja, soltando un corto suspiro cuando sintió los labios de la mayor dejando pequeños besos sobre la piel de su cuello.

— ¿Sabes cuánto estuve esperando para poder tocarte de nuevo? — su voz sonó ronca. Podía ver perfectamente a través del espejo las expresiones de su novia, pareciéndole muy excitante la forma en la que sus lindos ojos se cerraban con los toques que había empezado a dejar en su cuerpo.

Sana no podía negarse, nunca lo hacía. Cuando las manos de Tzuyu se metieron bajo su blusa y tocaron sus sensibles pezones, pellizcándolos suavemente, supo que no había vuelta atrás, no se sentía lo suficientemente capaz de detenerla, incluso estaba muy necesitado de más contacto. Chou no esperó mucho tiempo para poder quitarle de una vez por toda la blusa que llevaba puesta, iniciando una serie de besos que cubrieron su nuca y hombros, sus manos tocando la piel expuesta de su torso y abdomen.

— Nunca me cansaré de tocarte — susurró otra vez en su oído — Abre los ojos y mira lo sexy que eresㅡla animó ya que la mayor se mantuvo con los ojos cerrados durante todo ese tiempo.

— Me da vergüenza — respondió, escondiéndose en el cuello de la menor sin darse la vuelta, su espalda pegada a su pecho mientras respiraba un poco agitada.

— No hay nada de qué avergonzarse — atrajo con sus dedos su rostro y alcanzó sus labios, iniciando así un beso cargado de mucha necesidad, dejando que sus lenguas se unieran casi automáticamente.

Sana jadeó sorprendida cuando la mano de Tzuyu se metió en su pantalón, enviándole corrientes de placer por todo el cuerpo que terminaban acumulándose en su vientre. Tzuyu cortó el beso, con sus dedos giró el rostro de la nipona hasta que estuviera de nuevo frente al espejo. Sana sintió sus mejillas calentarse al verse a sí misma de esa forma, con el torso descubierto y con la mano de su novia dentro de su pantalón, pareciéndole tan vergonzoso, pero al mismo tiempo demasiado caliente.

Un par de minutos después, su pantalón yacía tirado a un lado de sus pies, quedando únicamente en ropa interior. La manera en la que Tzuyu la tocaba sin apartar la mirada de ella a través del espejo bajo la luz púrpura de la habitación creaba un montón de nuevas sensaciones, dándose cuenta de que era más placentero de lo que creía.

— ¿Lo ves? Eres preciosa — lamió el lóbulo de su oreja, jugueteando con la orilla de sus bóxers, torturándola cada vez un poquito más.

Sana asintió un poco tímida, pero no podía apartar la mirada de su propio reflejo, sumergiéndose en el efecto que eso creaba en ella, hasta que después de un rato más recibiendo los besos de su novia, su ropa interior desapareció de su cuerpo sin siquiera notarlo, otra vez demasiado expuesta ante la mirada lujuriosa de la menor.

Chou tenía la vista perfecta, sentía el cuerpo de Sana temblar levemente bajo sus manos, haciéndola gemir cuando su pulgar rozó su clítoris, empezando una lenta masturbación que solo causaba placer en la castaña. Por unos minutos, Sana intentó mantener sus ojos abiertos, pero le era casi imposible debido a la rapidez con la que Tzuyu lo masturbaba, llevándola justo al límite cuando sintió su otra mano jugueteando con sus pezones, y sus labios mordiendo, lamiendo y besando su cuello, causando que todas las sensaciones se mezclaran tan deliciosamente que se le hizo inevitable no gemir desesperada, Tzuyu estaba haciéndose cargo de sus zonas más sensibles, y eso le encantaba. Poco tiempo después, la familiar sensación en su vientre la hizo jadear con más fuerza, ansiosa por su orgasmo.

— Eso, córrete — le dijo al oído, mordiendo el lóbulo.

Sana no pudo retenerlo más, llegando por fin a su orgasmo junto a un fuerte gemido. Tzuyu atrajo el rostro de la menor y la besó con fuerza mientras se corría en su mano, tomándose el tiempo de sentir sus labios, de saborearlos y de perderse en ellos, sintiéndose un poco adicta a eso. Sana cortó el beso segundos después, mirándola directamente a los ojos, las dos riendo en voz baja por lo sucedido.

— Ni creas que he terminado contigo — murmuró sobre sus labios.

— Y yo ni siquiera he empezado contigo — respondió de la misma manera, sintiéndose un poco más valiente y menos tímida.

Tzuyu sonrió ladina en respuesta, observando con lujuria cómo Sana tomaba la iniciativa para desvestirla. Primero le quitó la camiseta, notando como relamía sus labios ante la vista de su torso definido, y Sana realmente se sentía fascinada por su cuerpo. Empezó a besarla desde el cuello, bajando por su pecho hasta que llegó a su abdomen bajo, y a este punto, Tzuyu ya se encontraba sentada con Sana de rodillas, mirándola con ojos brillantes y llenos de lujuria.

Sin detenerse a pensarlo mucho, Sana bajó por completo el pantalón de su novia junto a su ropa interior, dejándola también completamente desnuda. Relamió sus labios y apreció una vez más la humedad de su novia, sobándola con sus dedos antes de llevar su lengua a la zona, obteniendo fuertes gemidos llenos de satisfacción por parte de la pelinegra. Tzuyu llevó su mano hacia los cabellos de la menor y ejerció un poco de presión, viendo atentamente como la lengua de Sana salía y entraba entre sus labios mientras con su mano libre acariciaba su propio torso, echó su cabeza hacia atrás debido a la corriente de placer que la recorrió, sintiéndose demasiado afortunada por encontrarse en esa posición. Sana hacía tan bien su trabajo que, en cuestión de minutos, ya se encontraba lista para terminar.

— Sigue... Estoy cerca, sigue así — logró decir entre jadeos, moviendo sus caderas, escuchando atentamente las arcadas que sus movimientos le producían a su novia.

Sana se alejó cuando sintió el orgasmo de la mayor, dejándola terminar. Estuvo a punto de limpiarse con el dorso de la mano cuando Tzuyu la detuvo, sintiendo su húmeda lengua limpiando sus labios con lentitud y cierta sensualidad. Realmente no sabía cómo sentirse al respecto, sólo podía sentir cómo su excitación aparecía de nuevo, calentándose.

En un hábil movimiento, Tzuyu logró poner a Sana contra su espejo, la mayor apoyándose sobre sus palmas mientras jadeaba un tanto desesperada al sentir a Sana presionando y moviéndose contra su trasero.

— Sana — llamó, besando su mejilla de manera cariñosa — Si no me detienes ahora no lo haré después — besó sutilmente su hombro, escuchándola respirar con pesadez.

La mencionada se mantuvo unos segundos en silencio, su fuerte necesidad por sentir a Tzuyu incrementó tan rápido que no podía simplemente decirle que no. Claro que sabía cómo funcionaba el sexo entre chicas, hace unos meses, Tzuyu se encargó de explicarle lo necesario, y era también debido a eso que se sentía tan nerviosa. La vio una vez más a través del espejo, conectando sus miradas, y fue en ese momento en el que supo que no había nada qué temer, que no había lugar más seguro que sus brazos, que no existía otro momento más perfecto que ese, solo ellas dos.

— No quiero que te detengas — susurró en respuesta, viéndola sonreír con una pizca de emoción.

Y es que Tzuyu no cabía de la felicidad, al fin tenía el consentimiento necesario para llegar hasta el final. Sabía que su linda novia de seguro estaba sintiéndose muy nerviosa, pero sabía como desviar ese sentimiento, haría que el placer sobrepasara toda inseguridad, la haría sentir querida.

Empezó con una línea de besos que recorrió su nuca hasta la espalda, sus manos acariciando la cintura y muslos de la japonesa, siendo sus jadeos y suaves gemidos la motivación necesaria para seguir. Sus manos viajaron esta vez hacia su abdomen, tocándola con la yema de los dedos, provocando una mezcla de cosquillas y placer en ella.

— Chewi~—gimió al mismo tiempo que soltaba cortas risas. Ya no se sentía tan avergonzada al verse a sí misma, solo se enfocaba en poder disfrutar de cada sensación.

Tzuyu sonrió enternecida, otra vez repartiendo besos por toda la zona, hasta que un fuerte gemido salió de los labios de la nipona al sentir sus labios muy cerca de su entrada. La vergüenza volvió a llenarla, nunca la había dejado explorarla hasta ese punto. La sonrisa en los labios de Tzuyu era demasiado notoria, sabía que su novia estaba disfrutando, no hacía falta verla para saberlo, con sus gemidos era más que suficiente.

Sobó y apretó su trasero unas cuantas veces más antes de acercarse a su entrada. La respiración de Sana se detuvo por un momento, totalmente perdida en el placer que su cuerpo experimentaba al sentir la lengua de Tzuyu lamer en ese punto en específico. Se inclinó de manera inconsciente, pegando su espalda al frío espejo, dejándose llevar, balbuceando cualquier cosa en un intento de formular alguna palabra, pero nada coherente salió, en cambio, enredó sus dedos en el cabello de la taiwanesa, presionándola más contra su entrada, lloriqueando de placer.

Cuando decidió que fue suficiente, Tzuyu se alejó, volviendo a su camino de besos, subiendo por su abdomen hasta llegar a su cuello. Sana se encontraba mucho más agitada que antes, preguntándose qué había sido esa nueva sensación, concluyendo que había sido de sus favoritas.

Tzuyu la vio por unos cuantos segundos, apreciando sus expresiones, y fue Sana la que primero se lanzó a besarla de manera desordenada, para nada delicado, y es que se sentía tan caliente que no podía limitarse a un beso más tranquilo. Tzuyu la cargó, sintiendo las piernas de la pelinegra rodear su cintura; para este punto, Sana se encontraba presa de su instinto, inmersa en el placer, por lo que Tzuyu aprovechó e hizo lo mismo, moviendo su lengua contra la suya, mordiendo sus labios con urgencia hasta dejarlos muy hinchados, escuchándose únicamente los jadeos y gemidos que soltaban ocasionalmente.

Sana pudo respirar con normalidad cuando rompieron el beso, expectante a lo que pasaría, dejando por fin atrás su nerviosismo. Tzuyu le sonrió dulcemente antes de caminar hacia la cama y recostarla sobre las suaves sábanas. Otro jadeo escapó de los labios de la menor cuando la más alta abrió sus piernas para posicionarse en medio de éstas, se inclinó sobre su cuerpo hasta llegar a su rostro, dándole un beso más antes de rebuscar entre sus cajones aquel, solo de vista, conocido strap-on junto con el lubricante. Sana se limitó a observarla, sintiendo su corazón latir con fuerza contra su pecho; quizás en algún momento sintió que debía ser más participativa, pero a decir verdad, no sabía exactamente qué más podía hacer, temía arruinar el momento con algún torpe movimiento, porque actuar atrevida cuando no sabía cómo manejarlo, sería demasiado arriesgado, así que por ahora, dejó que Tzuyu se encargara, ya después ella podría hacer lo mismo.

Primero la más alta llenó sus dedos con lubricante bajo la atenta mirada de la nipona, tanteó un poco la zona, apenas presionando con sus dedos, hasta que luego de un rato, empezó a introducir el dedo índice, observando a cada momento sus expresiones ya que si la veía muy mal, se detendría; cuando logró introducir su dedo, empezó un suave movimiento, escuchando suaves quejidos por parte de Sana, pero eso era lo normal. Luego de un rato así, decidió introducir otro dedo, moviéndolos con un poco más de rapidez al notar que Sana se relajaba un poco más, apartando la mueca de incomodidad, siendo ese su incentivo para seguir en lo que estaba.

— S-Se siente m-muy bien — dijo entre gemidos, sus ojos fuertemente cerrados mientras respiraba de manera agitada.

Tzuyu asintió satisfecha y con su mano libre comenzó una lenta masturbación, estimulándola un poco, cosa que a Sana le encantó de sobremanera.

— Bien, lo haré ahora — avisó luego de sacar sus dedos, a lo que la menor simplemente asintió, intentando regular su respiración.

Se puso de rodillas, descansando sobre sus pantorrillas mientras pasaba las piernas de la menor alrededor de su cuerpo.

— Hazlo suave, por favor — pidió en voz baja la mayor, sus mejillas sonrojándose ante su petición.

Tzuyu se inclinó sobre su cuerpo, acarició su rostro con delicadeza y le sonrió, tratando de darle más confianza de esa manera. Sana acunó el rostro de la mayor y la acercó aún más, dándole un casto beso.

— Te amo, Tzu — murmuró sobre sus labios, mirándola directamente a los ojos con mucho anhelo e ilusión, sintiendo sus propias palabras con mucho peso. No planeó que fuera de esa forma, ni siquiera las pensó antes de decirlas, solo las dijo porque es lo que realmente sentía en ese momento.

Y no se arrepentía en lo absoluto.

El corazón de Tzuyu se agitó por completo, ¿en serio dijo que la amaba? Era la primera vez que una chica le decía eso, a ella nunca nadie la amó de esa forma, solo la buscaban para tener sexo, y aunque muchas veces no se quejó, en otras ocasiones llegó a sentirse vacía e incluso, usada. Que Sana le dijera algo como eso era increíble para ella, algo totalmente nuevo, porque ahora estaba más que segura de que sus sentimientos eran así de grandes, y por primera vez, se sentía totalmente capaz de corresponder sin poner obstáculos de por medio.

— También te amo — respondió con seguridad, obteniendo una sonrisa de su parte.

La besó suavemente mientras volvía a posicionarse entre sus piernas, alineó el miembro en su entrada, y con mucha delicadeza y lentitud, empezó a introducirse dentro de ella, esperando que el lubricante haya sido suficiente para no lastimarla.

Los quejidos de Sana se escucharon en toda la habitación, fueron largos minutos donde Tzuyu fue muy paciente y comprensiva en cuanto a las quejas de su novia, pero por fin estaba dentro. Suspiró sonoramente, llena de satisfacción y placer con el simple hecho de ver a Sana de esa forma. La japonesa se mantuvo en silencio unos minutos, tratando acostumbrarse a la intromisión, y hasta que se sintió lista, le avisó cuando podía moverse. Tzuyu no dudó en obedecerle, empezando con un lento vaivén, hasta que los gemidos empezaron a intensificarse, dándole la señal para moverse con más velocidad.

Sana no podía evitar cada gemido que salía de su garganta, todo dolor e incomodidad se fue, siendo reemplazados por el placer, haciéndola sentir tan bien y necesitada por más.

— Más... — logró decir en medio de gemidos, totalmente inconsciente de sus propias palabras y acciones — Más... Más...

— ¿Más qué? — se detuvo a mirarla, sonriendo de lado. Sabía qué pediría, pero deseaba escucharlo.

— Más rápido — pidió casi en una súplica, y es que necesitaba sentirla lo más profundo que fuera posible — Más fuerte.

Tzuyu asintió y empezó a embestirla con más velocidad, profundo, encontrando de esa forma su punto débil.

— ¡Ah! — gimió con fuerza, agarrándose con fuerza de los brazos de la mayor, arañándola levemente.

Sana no podía ni hablar, los gemidos se lo impedían, su cuerpo sacudiéndose con cada estocada.

— Quiero correrme, n-no puedo más — lágrimas de placer mojaron sus mejillas, sus ojos cerrados y sus palmas apoyadas en el fuerte pecho de la mayor.

En respuesta, Tzuyu embistió con más rapidez, golpeando sin parar, causando que Sana por fin llegara a su muy deseado orgasmo, gimiendo con fuerza, dejando que sus fluidos manchara por completo el miembro de plástico.

Sana se sintió increíblemente cansada y débil, lo único que quiso hacer en ese momento fue atraer a su novia para que se acostara y ella lo hiciera sobre su pecho, sin importarle lo sucia que estuviera, solo necesitaba recuperarse y regular su respiración. Tzuyu la rodeó con sus brazos, dejando cortos besos sobre su cabello, mientras le murmuraba lo mucho que la amaba, obteniendo solo algunos sonidos en respuesta, pareciéndole gracioso que no pudiera ni siquiera articular palabra alguna por el cansancio.

Después de mimarla un rato, decidió que debían bañarse de nuevo, así que salió de la menor y se quitó el juguete. Les pareció buena idea tomar una corta ducha juntas, dándole especial atención a la nipona para que no se esforzara mucho, lavó su cuerpo y la secó con una toalla seca, salieron del baño, se vistió a sí misma con su ropa de dormir e hizo lo mismo con la contraria. Le gustaba atenderla, por lo que no fue ninguna molestia para ella hacerlo.

El silencio era cómodo, ambas se encontraban tranquilas y muy cansadas. Tzuyu cambió completamente el juego de cama por uno limpio, y luego de un rato, apagaron las luces y se metieron bajo las sábanas, Sana sintiéndose muy feliz y satisfecha, libre de inseguridades, libre de todo lo que la limitaba, dispuesta amar a Chou Tzuyu, y Tzuyu no necesitaba nada más que eso, ser amada por Sana era lo mejor que le había pasado.

Era realmente la chica más afortunada del mundo.

— Te amo mucho, Chewi — murmuró justo antes de que caer dormida entre los brazos de su novia.

Tzuyu sonrió, limpió rápidamente las lágrimas que se habían escapado de sus ojos por el viaje de emociones que eso le causó y la atrajo más hacia su cuerpo con la intención de sentirla lo más cerca posible, recargó su mejilla sobre su cabello y fue cuestión de minutos para que también lograra caer dormida.

Por fin alguien la amaba.

Por fin se sentía amada.

Nota: realmente no saben lo difícil que fue adaptar este capítulo, por eso la demora, disculpen si hay algún error TT. Ahora solo falta el extra 2yeon y MiChaeng <3

Psdt: Gracias por los 90k 🫶🏻

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