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𓏲 Capítulo 30

Mina suspiró cansada y se dejó caer despreocupada sobre su cama con la pijama puesta luego de su relajante baño, había sido un día muy movido y ocupado junto a Chaeyoung, agregando la fiesta sorpresa que sus amigas y hermana organizaron para ella. A pesar de todo, en definitiva, ese había sido su mejor cumpleaños, y por eso, merecía su debido descanso.

— Minari~— Chaeyoung subió a la cama y se puso de rodillas frente a la pelinegra, descansando sobre sus pantorrillas con una pequeña sonrisa — ¿Estás muy cansada ya?

— Un poco, ¿por? — sonrió ladina, pasando sus brazos tras su cabeza, poniéndose cómoda.

Chaeyoung gateó hacia ella con una sonrisa pícara en sus labios, sentándose a horcajadas mientras reía con diversión. Mina puso sus manos sobre la cintura de la rubia, sintiéndose ansiosa por lo siguiente.

— Voy a darte otro regalo de cumpleaños, Minari — dijo Chaeyoung con cierta picardía, moviendo sus manos sobre el pecho de Mina de manera coqueta.

— ¿Qué es? — se hizo la desentendida, mordiendo su labio inferior, sintiéndose repentinamente acalorada.

— Yo, obviamente — rió, pasando la camisa de dormir sobre su cabeza, quedando con el torso descubierto, expuesta ante la fría habitación.

Mina relamió sus labios ante la vista, otra vez fascinada por la chica frente a ella. Cada vez que estaba de esa forma con Chaeyoung, se sentía muy nerviosa hasta que poco a poco dejaba ese sentimiento gracias a las que ella le daba, gracias a la seguridad y confianza que le transmitía, pero ahora era diferente; estaba muy nerviosa, sí, pero porque tenía algo más en mente, algo que estuvo pensando últimamente y que solo podía hacer con Chaeyoung.

— Chaeng, ¿eres mi regalo de cumpleaños, cierto? — preguntó, dejando escapar un suspiro ante los movimientos de Chaeyoung contra su centro, apartando la vista de su cuerpo para enfocarla en los ojos de su linda novia.

— Sip, ¿no te gusta? — hizo un puchero, ahora moviéndose en círculos en el mismo lugar con el afán de provocarla.

— Mmm, ¿podríamos hacer algo diferente? — detuvo los movimientos de la menor con sus manos presionando su cintura, obteniendo una expresión confusa de su parte.

— Claro, dime qué quieres — asintió, frunciendo un poco el ceño.

Bien, si antes estaba nerviosa, ahora no podía ni siquiera formular bien las palabras. Chaeyoung no iba a juzgarla, no tenía dudas, sin embargo, temía un poco ante su reacción, ella realmente quería intentarlo, y no quería lucir desilusionada en caso de que Chae se negara, tampoco quería que pareciera que estuviera forzándola.

— Yo, uhm, puedo... ¿Puedo estar abajo ahora? — respondió unos minutos después, su corazón empezó a latir con fuerza contra su pecho, jugueteando con las manos de Chaeyoung entre las suyas como clara señal de nerviosismo.

— ¿Te refieres a...?

— Si — asintió, ambas totalmente en sintonía — Exactamente a eso me refiero.

Chaeyoung se mantuvo quieta por un rato, procesando lo que estaba sucediendo en ese preciso momento que tomó un rumbo diferente. Recordaba la conversación que tuvieron cuando recién empezaban a salir, Mina le había dicho abiertamente que le gustaría intentar ser la que recibe alguna vez, pero creyó que lo había olvidado ya que no volvieron a hablar al respecto, no habían indicios, tampoco indirectas. Tenían sexo cada vez que tenían oportunidad, estaban acostumbradas a la misma dinámica en la que Mina tomaba su rol de activa, y ella la de pasiva, sin ninguna queja, porque estaba acostumbrada a eso, así se sentía cómoda; por lo que esa petición la tomó por sorpresa.

Para ser honesta, en un momento de su relación trató de mentalizarse que tal vez, un día tenía que pasar, especialmente porque Mina era muy curiosa, solo que nunca se preparó para escucharla.

— ¿Estás segura de eso? — cuestionó, tomando el rostro de la mayor entre sus manos, dejando un casto beso sobre sus labios con suavidad.

Mina asintió con una media sonrisa, satisfecha con la respuesta positiva de su novia. Una parte de ella la empujaba a arrepentirse, temerosa a las nuevas sensaciones que iba a experimentar, temerosa, pero mayormente estaba segura de que quería hacerlo, sabía que Chaeyoung no le haría daño y trataría de comprenderlo a pesar de que ambas eran primerizas en esa nueva dinámica que tal vez podría suceder con más frecuencia, y de cierta forma, eso la emocionaba.

— Haré que te sientas muy bien, Mina — murmuró en su oreja y sonrió ampliamente antes de empezar a besarla con profundidad, permitiendo segundos después que sus lenguas fueran partícipes de ese caliente y significativo beso.

Mina empezó a despojarse de su ropa lentamente con la ayuda de Chaeyoung quien muy pacientemente se tomaba el tiempo de tocarla con delicadeza, regalándole caricias que la hicieron suspirar más de una vez, justo como ella sabía hacerlo.

Chaeyoung estaba tan nerviosa como ansiosa, no lo había dicho en voz alta, pero le parecía demasiado excitante tomar el rol de activa; nunca lo había pensado hasta que Mina lo comentó, y a partir de ahí, la curiosidad se había apoderado de ella, se lo había planteado como una posibilidad, y claro que no estaba segura de nada, no sabía cómo hacerlo, pero sabía lo suficiente para intentarlo, solo debía hacer lo que Mina hacía con ella, no era tan difícil, ¿verdad? Al menos quiso convencerse de eso para no detenerse.

Los jadeos se hicieron notar, escuchándose en toda la habitación como un susurro demasiado alto que se mezclaba con cortos suspiros cargados de satisfacción. Agradecieron que Jihyo decidiera pasar la noche afuera, a lo mejor ya sospechaba que ellas estarían muy ocupadas, y por eso les dejó la casa; sea como sea, estaban muy lejos de guardar silencio. Chaeyoung inició un camino de besos que inició desde la suave mejilla de Mina, dejando algunas lamidas ahí, cosa que logró excitar completamente a la pelinegra. Siguió bajando por su cuello con mucha lentitud, subiendo ocasionalmente a sus labios hinchados, amortiguando algunos roncos gemidos que la excitación provocaba, se detuvo en su cuello por unos segundos, deleitándose con su piel, dejando leves marcas debido a la fuerza en la que sus labios succionaban la zona.

Adoraba marcarla de esa forma.

Mina respiraba agitada, sus manos moviéndose sobre el delgado cuerpo de la rubia con urgencia, ansiosa por tocarla, por hacerla gemir también, pero algo le decía que Chaeyoung no dejaría esta vez que ella tomara el control.

— Quítate eso — pidió, Mina en el momento en el que sus ojos hicieron contacto, tocando la orilla del pantalón de dormir de la menor — Ahora.

Chaeyoung sonrió y bajó sus pantalones, dejándolos tirados a un lado de la cama. Mina relamió sus labios al verla buscar su nuevo juguete el cual realmente tenía un buen tamaño, replanteándose de nuevo si estaba segura de continuar, debatiéndose entre asustarse o desearla con más ganas. No sabía qué tan a gusto se sentía Chaeyoung con todo eso, pero no parecía querer detenerse, es más, parecía muy emocionada y concentrada, admirando su cuerpo como siempre hacía, tocando sus brazos, sus piernas y su pecho con mucha lujuria.

Momentos después, sintió los labios de Chaeyoung bajar desde su pecho hasta su ombligo, sintiendo su húmeda lengua de vez en cuando moviéndose con sensualidad sobre su ahora caliente piel, causándole una serie de escalofríos que recorrieron su cuerpo con rapidez, sintiéndose temblar ella misma ante la excitación acumulada.

— Chaeng...— jadeó, su intimidad reaccionando ante las lamidas que Chaeyoung dejaba sobre su ya húmeda ropa interior.

Se preguntaba como es que su novia lograba verse siempre tan sexy y atrevida, le encantaba cada una de sus facetas, desde la dulce y amable hasta la más caliente y sensual, y era por eso que, con solo verla, se sentía mucho más atraída, porque con ella lo tenía todo, siendo algo que iba más allá de lo físico y superficial.

La piel de Mina se erizó completamente cuando Chaeyoung quitó la última prenda que cubría su cuerpo, dejándola completamente desnuda ante sus hambrientos ojos llenos de deseo.

— Mírate, estás muy excitada — rió, Chaeyoung, acariciando el clítoris de Mina entre sus dedos con fascinación, esparciendo su lubricante natural sobre toda su extensión, empezando así una lenta masturbación — ¿Lo estás disfrutando?

— S-Si — asintió rápidamente, mordiendo su labio inferior. Se sentía un poco avergonzada, todo ese juego previo la había calentado al máximo, y estaba casi segura de que, si no lograba controlarse, llegaría muy rápido a su orgasmo gracias a las habilidosas manos de su novia, pero le estaba resultando un tanto difícil, incluso más ahora que Chaeyoung había retirado su ropa interior y se encontraba desnuda también, y si había algo que lograba excitarla mucho, era su cuerpo expuesto — Espera, detente...— pidió, deteniendo con su mano los movimientos de Chaeyoung en su intimidad — Estoy a punto de correrme — rió avergonzada.

— ¿Y no quieres?

— Aún no, así no — echó su cabeza hacia atrás, tratando de recuperarse.

Escuchó la risita divertida de Chaeyoung, y al ver sus ojos, supo que el momento por fin había llegado.

— Si te sientes incómoda con cualquier cosa, dime y me detengo, ¿está bien? — la miró a los ojos, sintiendo la respiración de la mayor sobre sus labios.

Mina asintió con su corazón latiendo fuertemente. Chaeyoung le regaló una sonrisa tranquilizadora y besó su frente, luego dejó un beso en sus mejillas para finalizar en sus labios, diciéndole una vez más lo mucho que la amaba.

Chaeyoung abrió las piernas de Mina para posicionarse en medio de estas, sabía que su primera acción debía ser prepararla para que no fuera una fea experiencia, lo sabía de primera mano y la cuidaría así como Mina cuidaba de ella.

Con el nerviosismo recorriendo su cuerpo, se inclinó hacia abajo hasta la altura de su entrada. Nunca lo había hecho, nunca había estado en esa posición, pero no quería alejarse ya estando ahí, sabía que estimular esa zona era muy placentero, y claro que quería hacer sentir bien a su amada novia, así que, sin pensarlo mucho más, empezó una serie de besos en el interior de sus muslos con la intención de distraerla, dejando cortas lamidas sobre su intimidad, y sabía que lo estaba disfrutando gracias al montón de jadeos que Mina emitía con desesperación, inquieta. Sonrió sobre la piel expuesta, dejando pequeñas mordidas hasta que sus labios se acercaron peligrosamente a su objetivo.

— Chae, ¿qué haces? — se elevó un poco, apoyándose sobre sus codos, encontrándose con la erótica imagen de Chaeyoung inclinada en esa posición en la que sus caderas se encontraban alzadas, pero su mente dio vueltas cuando sintió la lengua de la menor jugueteando en su feminidad, haciéndola recostarse mientras un fuerte gemido se escapaba de sus labios — ¡Chaeyoung!

Los gemidos de Mina eran la motivación que Chaeyoung necesitaba para seguir en lo que estaba, ni siquiera era necesario preguntarle si lo estaba disfrutando, era muy evidente que sí, y lo sabía porque ella también lo disfrutaba. Introdujo levemente la punta de su lengua y estuvo de esa forma por un tiempo, penetrándola suavemente, hasta luego de unos segundos, se alejó, volviendo a besar el interior de sus muslos, terminando con un beso en la punta de su clítoris.

Mina sintió que pudo respirar con normalidad, se sentía muy rara, ansiosa, emocionada y un poco avergonzada por lo que acababa de suceder, pero al ver a Chaeyoung mirándola con esa sonrisa traviesa en su rostro, no dudó en elevarse y atraerla hacia ella, atrapando sus labios con tal fuerza que se les dificultaba respirar sin importarle en donde habían estado sus labios hace un rato. Mina la deseaba, la deseaba mucho, amaba lo que provocaba en ella, cada caricia, cada beso la volvía loca, y no le importaba nada más, solo quería besarla hasta el cansancio, hasta tener todo de ella.

Estaba muy enamorada.

— ¿Se sintió bien?

Mina asintió, dejando algunos besos en su cuello y hombros, haciéndola gemir dulcemente con los ojos cerrados. Chaeyoung se reincorporó y empujó a la mayor hasta recostarla de nuevo, volvió a abrir sus piernas, sintiéndose más valiente que antes, dándole cierta seguridad a Mina para simplemente entregarse a ella.

— Usa esto — Mina le extendió un pequeño bote de lubricante que tenía bajo su almohada para usos personales. Chaeyoung sonrió divertida, acercándose una vez más para besarla con suavidad.

— Todavía puedes negarte, Mina — dijo, Chaeyoung sobando las piernas de la mayor con la yema de sus dedos, haciéndole cosquillas.

— Si quiero... ¿Tú no?

— También quiero — asintió, acariciando su mejilla con cariño — Aún así, si no te gusta solo dime y dejaré que me pongas contra la cama, como siempre.

— Suena bien — mordió su labio inferior de manera juguetona — Solo hazlo, Chaengie.

Chaeyoung abrió el bote y esparció un poco del contenido sobre sus dedos hasta que fue suficiente, los guio hacia la entrada de la mayor, rozando de manera superficial hasta que poco a poco, empezó a introducir su dedo índice. Mina gimió, incómoda y pegajosa, pero pudo soportarlo al principio, dejando que la siguiera tocando con cierta experiencia, empezando un lento movimiento dentro de ella que logró tocar partes que no sabía que podían gustarle, hasta ahora. Otro gemido se escapó al sentir un segundo dedo en su interior, moviéndose lentamente; respiró hondo, tratando de acostumbrarse a esa sensación, porque si un par de dedos se sentían extraños, no imaginaba como se sentiría ser penetrada por su novia.

— ¿Sigo?

Mina asintió y cerró con sus ojos con fuerza, sintiendo como la incomodidad iba pasando hasta ser reemplazada por una clase de placer que no terminaba de comprender, dejándose llevar por esa nueva sensación, alejando las barreras que la hacían dudar para simplemente disfrutar, siendo así, como de un momento a otro, terminó hecha un desastre de gemidos y jadeos desesperados, los dedos de Chaeyoung se movían ágilmente dentro de ella, golpeando en su interior, haciendo sus piernas temblar y su estómago contraerse.

Chaeyoung sacó sus dedos cuando creyó que había sido suficiente preparación, escuchó a su novia quejarse por tal acción y rápidamente se puso entre sus piernas, pasando las piernas de Mina a cada lado de ella para tener más acceso y cercanía. Respiró hondo y tomó el miembro de plástico ya lubricado con su diestra, rozando la punta en la entrada, sintió su propia piel erizarse ante el contacto, excitándose de sobre manera con solo verla. Miró a Mina a los ojos, notando la desesperación en estos, y tras una sonrisa ladina, empezó a introducir la punta del miembro, notando el ceño fruncido en Mina, acompañado de una expresión herida en su rostro.

— Duele...— murmuró, haciendo puño las sábanas en sus manos.

Chaeyoung tuvo la intención de alejarse, no quería dañarla, pero Mina tomó su muñeca, evitando que se alejara. La pelinegra negó con la cabeza, siendo una súplica para que no se apartara y respiró hondo, exhalando segundos después para luego asentir hacia ella, dándole permiso para que siguiera. Chaeyoung mordió su labio inferior con fuerza y empujó un poco más dentro de Mina; rápidamente su interior apretó gustosamente el miembro, haciéndola sentir más satisfecha de lo que imaginó. Mina volvió a jadear, menos incómoda que al principio, agradeciendo el especial cuidado y paciencia que Chaeyoung tenía con ella.

— Ya casi, Mina — avisó, respirando con dificultad.

Mina respondió con un sonido de afirmación, sintiendo su corazón demasiado acelerado y su piel muy sudorosa. Chaeyoung volvió a tranquilizarse, y luego de unos segundos, logró entrar completamente.

— Muévete — pidió Mina luego de un rato en completo silencio, sintiéndose un poco más acostumbrada a la intromisión.

Chaeyoung se enderezó y empezó un leve movimiento pélvico, sintiéndose demasiado excitada. Trató de no ser brusca, de no moverse demasiado, pero los gemidos de Mina le impedían llevarlo tranquilo, no podía contenerse ante ese adictivo sonido.

— Muévete más rápido, hazlo, estoy lista — pidió con dificultad, sintiendo pesada su propia respiración.

— Solo dame un momento — debía mentalizarse, retenerse, esforzarse en que el momento durara un rato.

La habitación se llenó de más sonidos obscenos al cabo de un rato, Chaeyoung empujaba con fuerza dentro de Mina, escuchándola casi sollozar del placer, y sabía que era por el placer porque seguía pidiéndole que se moviera sin detenerse, hasta que un fuerte gemido salió de Mina, haciéndola temblar.

— Haz eso otra vez, por favor — jadeó, sosteniéndose de los hombros de Chaeyoung con desesperación.

Y entonces la rubia supo que había encontrado exitosamente su punto g. Sonrió ladina y volvió a golpear en el mismo lugar, sacándole otro placentero gemido a su novia.

— ¿Te gusta ahí? — embistió de nuevo en su punto, ejerciendo tal fuerza que la hizo casi gritar.

— S-Si — apenas respondió, sintiendo de nuevo como ese punto en especifico era atendido repetidas veces — ¡Justo ahí! — gimió alto, balbuceando palabras sin sentido mientras todo su cuerpo se sacudía debido a las embestidas.

Ahora entendía por qué Chaeyoung gemía tanto, entendía por qué Chaeyoung siempre quería tener sexo, ser atendida de esa manera era otro tipo de placer, tanto que no paraba de gemir, de gritar su nombre, de presionar con fuerza sus hombros con la intención de sostenerse; lo estaba disfrutando a niveles impresionantes.

Chaeyoung se abrazó al cuerpo de Mina sin dejar de moverse, escuchándola gemir en su oído, deseando también correrse, así que se detuvo por un momento y se apartó de la mayor, salió casi completamente de su interior, causando que se quejara por haberse detenido.

— No...— Mina apretó con su mano el muslo de Chaeyoung, impidiendo que se alejara — Sigue, no te detengas — casi suplicó, pero su respiración se contuvo por un instante al sentir como Chaeyoung entraba de nuevo en ella de una sola embestida.

Chaeyoung estimuló el clítoris hinchado de su novia al mismo tiempo que embestía con fuerza dentro de ella, intentando llevarla al límite y hacerla llegar a su ansiado orgasmo. Mina sentía que su cuerpo no podría soportar mucho más placer, las embestidas y la estimulación en su intimidad era demasiado para siquiera seguir soportándolo, y al sentirse tan bien atendida no provocó más que llevarla hasta su punto máximo.

— Voy a... correrme — avisó en un fuerte jadeo, haciéndole casi imposible hablar gracias a las fuertes embestidas que sacudían su cuerpo.

Asintió hacia su novia y movió con más rapidez su mano, masturbándola junto a las embestidas, logrando que Mina clavara sus cortas uñas en sus muslos mientras el líquido blanquecino salía con fuerza, escuchándose el fuerte y ronco gemido que anunció su clímax.

Sonrió satisfecha y abrazó el cuerpo de su novia, sintiendo el sudor de su espalda pegarse en su mano. Se mantuvieron en silencio por un tiempo, ambas tratando de recuperarse de tan intenso orgasmo.

— Y entonces... ¿Qué tal?

— Me gustó — Mina sonrió, notando la relajada expresión de Chaeyoung ante su respuesta.

— Es difícil estar en tu posición, yo quise correrme desde que empecé — rió, saliendo suavemente de Mina, pero sin quitarse de encima.

— Bueno, ¿recuerdas nuestra primera vez? — Chaeyoung asintió pensativa — Quise correrme desde el principio también, así que supongo que suele pasar — se encogió de hombros — Con el tiempo he logrado controlarlo.

Chaeyoung asintió, acercándose a sus labios para iniciar un beso que tenía la intención de ser tranquilo, pero que poco a poco empezó a tornarse más desordenado y lujurioso.

— Debes estar bromeando — susurró Chaeyoung contra los labios de Mina, riendo de manera divertida.

— Lo siento — rió sobre sus labios, alcanzándolos de nuevo para besarlos y morderlos con deseo.

Mina se sentía muy caliente, y no entendía exactamente por qué si acababa de experimentar uno de sus mejores orgasmos. Chaeyoung le siguió gustosa el beso, removiéndose inquieta también hasta que Mina logró sentarla sobre ella.

— ¿Quieres que ahora yo te monte, Minari? — dijo con tono meloso, moviéndose con picardía en su intimidad que había empezado a humedecerse de nuevo.

— ¿No dijiste que sería contra la cama, cariño? — enarcó una ceja, escuchando la melodiosa risa de la menor, juntándose con un gemido cuando pellizcó uno de sus pezones.

— Como tú quieras — jadeó.

Y entonces la noche se alargó para ambas, gimiendo sus nombres al mismo tiempo que su amor crecía, explorando sus pieles, llenándose de caricias.

Amándose una vez más.

Sabía que ya era muy tarde, el reloj marcaba las una de la mañana, pero necesitaba hacer algo más que esconderse en su habitación en donde muy probablemente terminaría llorando sin parar el resto de la madrugada, culpándose, sola.

¿Qué había hecho mal?

Pensó en todo lo que había hecho durante ese tiempo y nada malo venía a su cabeza, siempre trató de ser cuidadosa, cariñosa, comprensiva y muy fiel.

¿No fue eso suficiente?

Limpió las lágrimas que nublaron su vista, necesitaba ver el camino a través de las suaves luces delanteras de su auto. Su primera opción fue ir a casa de Chaeyoung y buscar consuelo en ella, pero a esas alturas, lo más seguro era que ya estaba dormida con Mina, y no deseaba molestar, así que automáticamente se dirigió a casa de Nayeon, ya sabía que Jeongyeon no iba a quedarse con su amiga, Tzuyu y Sana la llevaron a casa al terminar la fiesta sorpresa de hace unas horas.

Condujo alrededor de quince minutos, el hogar de Nayeon no quedaba tan lejos.

— Debemos hablar, Momo, es importante.

Momo no era una experta en relaciones, nunca había tenido una relación seria hasta que Kim Dahyun apareció inesperadamente en su vida para formar parte de ella, pero sabía de sobra que esa frase nunca significaba algo bueno, y pudo experimentarlo.

— Claro... Dime.

Intentó que esas palabras no lograran afectarla de alguna manera, tal vez estaba juzgando antes de tiempo.

Ojalá hubiera sido diferente.

— Nosotras debemos terminar.

Un fuerte sollozo escapó de su garganta, inundando el interior de su silencioso auto. Volvió a limpiar sus lágrimas con un poco de impotencia con la manga de su sudadera, humedeciéndola. Se regañó a sí misma por no haber reaccionado en ese momento, solo se quedó callada, viéndola como una idiota.

— No quiero que sigamos juntas.

Las palabras llegaron justo a su corazón, rompiéndolo en mil pedazos como nunca antes, enmudecido con sus palabras. No quiero, no quiero, no quiero.

— No puedo estar en una relación con una chica.

No quiso creerle, se negó a hacerlo, se negó a creer que esos meses juntas habían sido una simple confusión o una manera de experimentar, se negaba rotundamente porque había visto amor en sus ojos más de una vez, lo había sentido... ¿O solo lo imaginó?

— No nos volveremos a ver, debes olvidarte de mí.

Estacionó su auto frente a la casa de Nayeon, escondiendo su rostro entre sus manos mientras se recostaba sobre el timón, respirando con dificultad, esforzándose para dejar de sollozar, porque si seguía así, no podría salir nunca de ahí.

— Tú me amas, yo te amo, no puedes decir eso ahora... Dijiste que estabas enamorada de mi, ¿eso no significa nada entonces?

Deseó no haberse escuchado tan rota, ¿en qué estaba pensando? Debió sonar segura de sus palabras, en cambio, su voz se debilitó, escuchándose como si estuviera dudando de algo de lo que estuvo segura un tiempo.

— Nunca fue algo importante.

Dahyun la había destrozado de la peor manera, de una manera que nunca creyó que alguien lo haría. Salió de su auto y lo cerró con llave, caminando en el jardín delantero hasta llegar a la puerta, sacó su celular y llenó de mensajes el chat de su amiga con la esperanza de que despertara y la atendiera, necesitaba que la atendiera.

— Nunca debió suceder, lamento haber dejado que todo esto se alargara tanto, me arrepiento.

Miró con desesperación su chat, notando que Nayeon al menos había despertado y leído sus mensajes, así que no le quedaba más que esperar a que le abrieran la puerta.

— No me llames, no me hables, no me busques más, porque yo tampoco lo haré.

Quiso detenerla, pero su cuerpo no respondía, sintiendo el dolor expandirse en su pecho con rapidez, quemándola, pero el vacío que sentía ahora era mucho peor.

Escuchó la puerta ser abierta, sacándola de sus pensamientos, dejando a la vista a una castaña somnolienta y con el cabello totalmente despeinado, evidenciando que estaba dormida, tuvo la intención de disculparse por interrumpirla a esas horas, pero en lugar de sus palabras, un suave sollozo fue lo que se escuchó.

Nayeon se alarmó al notar sus ojos cristalinos y su nariz roja, estuvo a punto de preguntar cuando la japonesa se acercó a abrazarla, buscando refugio en sus brazos mientras rompía en llanto, sollozando en su oído mientras se aferraba a ella con desesperación.

— Dahyun terminó conmigo — fue lo único que dijo antes de que Nayeon asintiera y la dejara entrar a su casa.

Todo había pasado en un corto periodo de tiempo, Nayeon no comprendía nada, no vio ninguna señal de descontento en ellas durante la fiesta, se veían demasiado normales, felices, cariñosas, ¿qué es lo que había pasado?

Luego de un largo rato, logró que Momo empezara a quedarse dormida, dejando suaves caricias en su cabello y rostro, sabía muy bien que eso siempre la relajaba hasta el punto de hacerla dormir. El reloj marcaba las dos y treinta de la madrugada, pero eso era lo de menos, solo necesitaba que Momo pudiera dormir. La conocía, ella no era de sufrir por las personas a menos que realmente fueran importantes, y sabía muy bien que Dahyun era quizás, la persona más especial en su vida, la persona que le enseñó a amar.

— Yo no te amo, fue un error, no puedo amar de esa forma a una chica... Lo siento, Momo.

Fue lo último que recordó antes de quedarse profundamente dormida, sintiendo las últimas lágrimas abandonar sus ojos, siendo rápidamente apartadas por los pequeños y suaves dedos de su amiga.

Nayeon suspiró y se recostó a su lado, se cubrió a ambas con una cobija y cayó rápidamente dormida, preocupada por el amanecer, preocupada por su bienestar, preocupada por su corazón.

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