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𓏲 Capítulo 24

El atardecer se hizo paso rápidamente, coloreando el cielo de tonos naranjas y oscuros junto a una agradable brisa que golpeaba contra las ventanas cerradas de la habitación de hotel en la que Mina seguía durmiendo, sintiéndose un poco más relajada luego de que la señora Son se tomó el tiempo para encargarse de sus golpes, curándola con algunas pomadas para desinflamar y con medicamento para el dolor.

Mientras se hacían cargo de ella, por ningún motivo quiso que Chaeyoung entrara a la habitación y la viera en esas condiciones, sabía perfectamente que se veían fatal sus golpes, y aunque al principio, Chaeyoung protestó porque quería quedarse a su lado, obedeció a final de cuentas, resignándose para no incomodar a la japonesa. Momo y Nayeon se mantuvieron a su lado como apoyo, dándole ánimos y tratando de distraerla en un intento de tranquilizar sus nervios, aún sin saber exactamente qué estaba sucediendo, pero de seguro, luego les contaría.

Chaeyoung entró a la habitación varios minutos después de que su madre salió, encontrándose con Mina profundamente dormida boca abajo. Caminó con sigilo hasta ella y se sentó en la orilla de la cama, dándose cuenta de que la blusa se le había levantado levemente, dejando al descubierto algunos de los golpes que había recibido en la zona. Mordió su labio inferior, reprimiendo las ganas de llorar al notar lo mal que se veían las marcas en sus brazos y espalda baja. Bajó la blusa con cuidado y se recostó a su lado en dirección a ella, apartó los cabellos que caían por su frente, dejando sutiles caricias en su rostro y cabello hasta que cerró sus ojos poco a poco, cayendo dormida sin apartar sus manos de la cabeza de su novia.

Un par de horas después, Mina abrió sus ojos lentamente, encontrándose con que ya había oscurecido, siendo una pequeña lámpara la única que iluminaba la habitación. Al intentar movilizarse, sintió un peso a su lado, reaccionando casi al instante de que se trataba de Chaeyoung. Suspiró mientras negaba con la cabeza por la desobediencia de su novia, pero ya no podía hacer nada, de seguro la había visto.

Se levantó lentamente con el cuidado de no despertarla, percatándose de que apenas eran las siete de la noche; caminó hacia el baño y refrescó su rostro con agua, vio sus brazos y la inflamación había bajado considerablemente, además de que ya no sentía el cuerpo tan adolorido, solo era un leve dolor muy lejano, casi desapareciendo. Se apoyó en el gran lavabo del baño, mirándose atentamente en el espejo, pensando seriamente en qué haría, ya no sabía si podía regresar a casa, y por nada del mundo quería incomodar a los Son, mucho habían hecho por ella al atenderla y dejarla quedarse.

Pensó en su hermana, sintiendo la preocupación llenarla completamente al no tener ninguna noticia sobre ella, solo esperaba que todo estuviera bien.

— ¿Mina? — Chaeyoung se detuvo en el umbral de la puerta del baño al ver la luz encendida — ¿Te sientes mejor? ¿Necesitas algo más? — cuestionó, preocupada por su bienestar.

Mina le regaló una sonrisa dulce en un pequeño intento de no preocuparla. Secó sus manos en una toalla y se dirigió a ella, acercándola en un cálido abrazo.

— Estoy mucho mejor, casi no duele — respondió, restregando su mejilla en el cabello rubio de la menor.

— ¿Casi? Eso quiere decir que todavía no estás bien — habló, levantando un poco la cabeza para mirarla mientras hacía un puchero.

— Ya, no me mires así — rió la mayor, apretando con sus dedos los labios de la coreana, causando que se quejara por lo bajo mientras fruncía el ceño.

Chaeyoung se soltó de los brazos de Mina y tomó su mano, guiándose a la cama. Se acomodó con la espalda pegada al respaldo de la amplia cama, viendo atentamente como Mina se posicionaba a horcajadas de ella, ambas en total silencio, sabiendo con anticipación las preguntabas que ese silencio significaban.

— Supongo que quieres saber qué pasó — Mina habló primero, viendo a la menor asentir. Soltó un sonoro suspiro, buscando la manera de empezar, decidiéndose por ser directa y no detallar tanto porque realmente le dolía tener que hablarlo, además de que le seguía dando vergüenza — Mi papá sabe que soy lesbiana...— empezó a hablar, notando claramente como los ojos de Chaeyoung empezaban a cristalizarse nuevamente — Creo que Jaehyun le dijo a su papá, y él le dijo al mío — limpió con sus pulgares las lágrimas que caían silenciosamente en las mejillas contrarias — Se enojó muchísimo, me dijo que ya no me consideraba su hija — rió con amargura, volviendo a sentir un incómodo nudo en su garganta ante el recuerdo de las crueles palabras de su padre, asegurándole que debía morir por ser quien era — Y bueno, ya sabes, terminé así.

Chaeyoung sollozó suavemente y tomó el rostro de Mina entre sus manos, acariciándola con suavidad, a lo que Mina muy gustosa recibió las caricias, recargándose gentilmente sobre sus manos como si fuera una pequeña gata en busca de cariño. La rubia sonrió enternecida y la besó suavemente, moviendo sus labios con lentitud, llenándose de esa tranquilizante sensación que le provocaba estar en los brazos de su novia, sintiendo su suave y delicado tacto, siendo gentil para no hacerle daño.

Chaeyoung no podía creer que fueran capaz de hacerle tanto daño a alguien tan buena como Mina, no hacía falta conocerla a fondo para saber que era una chica amable, obediente y aplicada, nunca se metía en problemas con nadie y siempre trataba de estar para sus amigas. Ese pensamiento le dio más ganas de llorar, pegándose con más fuerza a los labios de Mina, besándola entre lágrimas que mojaban sus labios, formando parte de ese impaciente beso.

— Ya no llores, Chaeng — susurró la mayor, juntando sus frentes mientras sobaba sus mejillas — Todo se resolverá.

— No es eso — negó con la cabeza, alejándose para poder mirarla a los ojos — ¿Ellos saben que estamos saliendo?

— No — respondió en un susurro — Yo... Yo no pude decirles.

— Tranquila, está bien — sonrió débilmente, guardando silencio por unos momentos antes de decir algo que la aterraba de sobremanera — ¿Crees que debemos terminar?

Mina se tensó ante esa horrible idea, definitivamente terminar con Chaeyoung no era una opción, no pensaba alejarse de ella por nada del mundo, y le importaba poco seguir soportando a sus padres.

A esas alturas, no se imaginaba tener que separarse de Chaeyoung, en ella había encontrado todo el amor, cariño y comprensión que nunca tuvo en su familia, convirtiéndose en su lugar seguro. Desde que se conocieron, Mina vio en Chaeyoung alguien con quien podía ser ella misma a pesar de su mente tan cerrada, y aunque al inicio fue difícil acoplarse a la vida de la menor, lo logró debido al fuerte lazo existente entre ambas, comenzando con un puro amor entre amigas que se convirtió en algo más íntimo.

— No quiero terminar contigo — murmuró con un toque de tristeza en sus palabras, inclinándose hacia Chaeyoung hasta recostarse en su pecho y rodearla con sus brazos — ¿Tú quieres eso? — preguntó con miedo, porque de alguna manera presentía que Chaeyoung creía que sería una buena idea para evitar problemas futuros con sus padres, y no podía culparla.

— No, no quiero eso — la rodeó también con sus brazos, sobando la parte trasera de su cabeza — Lo siento, no diré algo como eso de nuevo.

A Chaeyoung le encantaba cuando Mina buscaba ser mimada ya que la mayoría del tiempo era al revés, pero ahora entendía perfectamente que estuviera buscando su afecto, y no le molestaba en lo absoluto tenerla en su regazo y recostada en su pecho, le parecía de las mejores sensaciones que podría vivir.

— ¿Tienes hambre?

— Mmm...— Mina esperó unos segundos hasta que su estómago reaccionó ante el recuerdo de que no había comido en todo el día— Si, tengo mucha hambre — asintió sin despegarse de la menor.

— Vamos a comer entonces — la removió con sutileza, haciéndola reír.

Mina podía asegurar que Chaeyoung siempre encontraría la manera de hacerla sentir mejor sin importar qué tan dura fuera la situación, y eso fue algo que le demostró desde siempre, arriesgándose a seguir siendo amigas después de que su madre la echara de la casa, porque entendía que no cualquiera podría soportar algo como eso por otra persona, sin embargo, Chaeyoung siempre fue persistente con ella, y estaba feliz de que jamás la haya dejado sola en su conflictiva vida.

Ambas salieron de la habitación y se dirigieron al comedor del hotel. Los padres de Chaeyoung estaban junto a Momo y Nayeon en una mesa, esperando por ellas. Al principio, Mina se sintió un poco cohibida y avergonzada, pero la forma tan natural en la que los presentes la trataban la hizo sentirse más en confianza. Sabía que Chaeyoung nunca fue cercana a sus padres, y notaba el esfuerzo de los tres de poder convivir como una familia; no como una familia falsa y forzada como la suya, sino que se podía percibir fácilmente que a pesar de que no hablaran mucho entre ellos, trataban de que el ambiente se mantuviera en paz.

Las risas genuinas en la mesa era algo que Mina apreciaba, hace mucho que ella no disfrutaba de una buena cena familiar, y esa sensación creaba muchos sentimientos en su interior, una mezcla de alegría y tristeza que se esparcía por todo su pecho. La presencia de las amigas de Chaeyoung también era significativa, haciéndola sentir relajada ante la confianza que transmitían, alejándola de los malos pensamientos que seguían apareciendo en su cabeza como un recordatorio de que esa no era su realidad. Quiso aprovechar cada momento antes de regresar y soportar la estadía en su propio hogar, llenarse de bonitos y valiosos recuerdos junto a su novia que seguía sobando su mano bajo la mesa, dándole constante apoyo y tranquilidad.

— Tu hermana habló hace un rato — dijo la señora Son al terminar de comer, notando la inquietud en la pelinegra — Dijo que las cosas aun siguen un poco complicadas y que no es buena idea que vayas a casa. Así que debes quedarte con nosotros — le sonrió con amabilidad.

— N-No quiero i-incomodar.

— No te preocupes por eso — negó rápidamente la mujer con el ceño fruncido — Es mejor que te quedes aquí, es un bonito lugar.

Mina asintió con timidez ante la mirada de los mayores, preguntándose por qué estaban siendo tan amables con ella. Era cierto que hace años, visitaba mucho su casa cuando visitaba a Chaeyoung, pero con el tiempo, su madre se encargó de que las cosas entre ambas familias llegaran a ser muy malas, empezando con el rechazo hacia Chaeyoung. Aún así, le costaba un poco procesar todo, la curiosidad sobre saber qué estaba pasando en su casa era muy grande, pero si Jihyo llamó a la señora Son y no a ella, era por algo, y si ella había pedido que se quedara más tiempo, no le quedaba de otra que aceptarlo, de igual manera no tenía a donde ir.

— Muchas gracias — esbozó una corta sonrisa, luciendo un poco más tranquila.

— No te preocupes por tu hermana tampoco, dijo que hablará contigo cuando regresemos.

La japonesa asintió con lentitud, regresando la mirada hacia su comida con muchas preguntas llenando su cabeza. Se decidió dejar ese tema de lado y disfrutar ese tiempo con los Son, sintiéndolo como un pequeño escape de lo inevitable.

Alrededor de las diez de la noche, los Son decidieron dar un recorrido por la playa, dejando libres a las menores que se decidieron por regresar a su habitación. Cerraron la puerta tras ellas con mucha pereza, buscando entre sus cosas algo ligero para dormir.

— Bueno, como es lo obvio, Mina y yo compartiremos cama — anunció, Chaeyoung mientras sacaba de su pequeña maleta su cepillo de dientes y uno extra para Mina, dirigiéndose ambas al baño — Y desde ya les digo que no quiero escuchar cosas extrañas — señaló a sus amigas con una sonrisa divertida ante sus indignadas expresiones.

— En primer lugar, no pensábamos hacer nada — se cruzó de brazos Momo — De hecho, yo iba a dormir contigo.

— ¿Crees que voy a hacerte algo? — preguntó indignada, Nayeon — Por si no recuerdas, eres tú la que siempre viene a mí — se cruzó de brazos, haciendo un mohín.

— ¿Disculpa? — Momo la miró sorprendida — Deja de mentir, Im Nayeon — la señaló.

— Ahora resulta — rodó los ojos, despojándose de su ropa para vestirse con ropa más cómoda.

— ¡Pero tápate! — regañó, Momo tirándole una almohada — ¡Ahora estoy comprometida! ¡Soy una mujer fiel!

— ¡No te estoy haciendo nada!

— Chaengie~...—lloriqueó Momo, dirigiéndose al baño en donde estaba la menor terminando de cepillar sus dientes — Nayeon dice que soy una buscona — hizo un puchero.

— ¿Y la mentira? — rió con diversión la castaña — ¡Yo tampoco estoy disponible, así que tranquilízate!

— Ya cállense, las dos son unas busconas — regañó la menor, negando con la cabeza — No se hagan las inocentes ahora.

Momo entrecerró los ojos con sospecha y se alejó de Chaeyoung, regresando a la cama que compartiría con Nayeon, tomando su ropa para cambiarse ahí mismo, porque al final, Chaeyoung tenía razón, las dos eran igual de calientes.

— Y me regañas a mi — murmuró, Nayeon recostándose en un lado de la cama.

— Si, bueno, igual ya qué importa — se encogió de hombros, posicionándose a su lado al terminar.

— Como eres de molesta — le dio la espalda, cubriéndose con las sábanas.

— Pero no te enojes.

— Mjm.

— Nayeonnie~— insistió, tocando su hombro con su índice para obtener su atención.

— Silencio, Momoring, solo duerme.

Mina se limitaba a soltar cortas risas ante la actitud de Momo y Nayeon, sorprendida ante su confianza, ¿es que acaso ellas tuvieron algo? Parecía que sí, pero al mismo tiempo parecían demasiado cercanas hasta el punto de que no se notaban incómodas.

— Son unas niñas — rió, Chaeyoung — Hacen todo este drama por nada.

El resto de la noche transcurrió con normalidad; Mina abrazando el delgado cuerpo de su novia, y en la otra cama a su lado, Momo abrazando a Nayeon como si nada.

Hace muchos años, Myoui Sachiko supo que su esposo le estaba siendo infiel, y no hacía falta ser demasiado lista para darse cuenta de ello, era suficiente con notar las actitudes de su esposo, las llegadas a altas horas de la noche y las llamadas que caían de repente al teléfono de la casa. La única vez que lo enfrentó, Sachiko se ganó unos golpes por haberlo molestado con eso, y puede que la hizo callar, más no le quitó esa idea de la cabeza.

Tiempo después, cuando la situación se puso más tensa en su hogar, estuvo casi segura de que su esposo ya no la engañaba, muchas cosas habían cambiado, los hábitos que antes tenía habían desaparecido también, por lo que creyó que las oraciones que había estado haciendo al respecto, por fin dieron sus frutos, tal y como esperaba. Jamás se le cruzó por la cabeza tener que separarse del padre de sus hijas, esa idea iba muy en contra de lo que a ella le habían enseñado, porque sea como sea, debía luchar por su matrimonio bajo la enseñanza de que el amor todo lo podía, y estaba segura de que el amor que sentía era suficiente para compensar el de su esposo con la esperanza de que él volvería a quererla como al principio.

Una vez platicó sobre eso con su madre, y ella muy escandalizada le exigió que no fuera capaz de dejarlo, que solo era una etapa y que quizás había sido culpa de ella por descuidarlo, así que era su deber encontrar una manera de no alejarlo nunca de su lado. Le dio la razón a su madre, ¿qué dirían después en la iglesia? Serían humillados y todos hablarían de ellos, y definitivamente no iba a permitir que su esposo e hijas pasaran por esa vergüenza, por lo que se empeñó en obedecerle a su esposo, recibiendo sumisamente los golpes, insultos y gritos cuando se molestaba.

Todo por mantener unida su familia.

Pero esa vez era diferente, tener a esa hermosa mujer con su hijo frente a ella, le confirmó de una vez por todas que todo el esfuerzo que había hecho por mantener a su lado a su esposo, había sido en vano, que todos esos años en los que aceptó ser tratada como él quisiera, fue para nada, porque a final de cuentas, él simplemente decidió buscar felicidad en alguien más.

— Sowon, vete de aquí, estoy en medio de algo y no es momento para esto — el señor Myoui repitió, apretando la mandíbula en un intento de contener su molestia y frustración, todavía tenso ante la situación.

— No, ella puede entrar, déjala pasar — dijo la señora Myoui, pasando sobre la autoridad de su esposo, pero ¿ya qué más daba?

Se dio la vuelta y se dirigió a la sala siendo seguida por la mujer, sintiéndose demasiado liviana y distraída. Jihyo frunció el ceño ante la presencia de Sowon, viéndose aún más confundida cuando su padre apareció con un pequeño niño que parecía estar muy ajeno a su alrededor, en sus brazos.

— Jihyo, vete de aquí, tu madre y yo debemos hablar algunas cosas.

— No, deja que se quede...— volvió a intervenir Sachiko, tomando asiento en el sofá — Deja que tu hija escuche lo que quiera.

Akira no entendía en lo absoluto el porqué su esposa se estaba comportando de esa manera, desautorizándolo de cualquier cosa que dijera; ella no era así, nunca contradecía lo que él ordenaba, y es por eso que sentía demasiada impotencia al escucharla ya dos veces pasando por alto lo que él decía. Sachiko por su parte, había notado que a pesar de que ella intervino dos veces ya, no había estallado en enojo como solía hacerlo, y eso la sorprendía de sobremanera, llegando a la conclusión de que quizás, Sowon no sabía absolutamente nada de como su matrimonio funcionaba, de que él estaba intentado parecer un hombre calmado frente a ella.

Estaba siendo un total hipócrita, y Sowon no conocía para nada al hombre del que se había enamorado.

— Déjame explicarte — habló, Akira tan pronto tomó asiento en el sillón individual, soltando a su hijo para que fuera hacia su madre — Ella es...

— Tu amante — asintió la señora Myoui, terminando la oración de su esposo. Sus ojos se cristalizaron de inmediato al escucharse a sí misma decirlo — Lo sé.

Jihyo enmudeció totalmente, dirigiendo su mirada ante los adultos presentes, terminando en la joven mujer y el niño , ¿acaso ese niño era su hermano? Toda es información estaba cayendo como un enorme balde de agua fría, dándose cuenta de que su familia estaba más que destruida, y no había nada que pudiera repararla a esas alturas.

— Él y yo tenemos dos hijos — habló, Sowon con seguridad, un poco incómoda con las miradas sobre ella.

— ¿Dos hijos? — rió con amargura, Sachiko, siendo algo totalmente nuevo — ¿No solo es él? — se refirió a Soobin.

Sowon negó con la cabeza, empezando a sentirse mal.

— Jisung nació hace poco más de un mes.

Sachiko dejó escapar un audible sollozo que llamó la atención de Jihyo, que al notarla en esa postura, decidió sentarse a su lado y tomar su mano con la intención no hacerla sentir sola, porque aunque ellas estuvieran en medio de una discusión también, jamás se sentiría bien con verla de esa manera, seguía siendo su madre después de todo.

— Sachiko... Debemos hablar a solas — insistió, Akira viéndose preocupado por ella sin entender realmente que eran esos sentimientos en su pecho, se suponía que ya no sentía nada por ella, sin embargo, había algo dentro de él que se sentía afectado.

— ¿Viniste a decirme eso? — se dirigió a Sowon con calma, limpiando sus propias lágrimas — ¿Viniste a sacarnos de esta casa para quedarte con él?

— ¡Nada de eso! — se apresuró a responder, agitando sus manos — Yo vine porque creo que es necesario que él pongas las cosas claras.

— Ya lo habíamos hablado, Sowon — habló con dureza el señor Myoui, desesperado por hacerla callar.

— ¿Sobre qué exactamente? — indagó Sachiko, más nerviosa que antes.

— Él dijo que iba a divorciarse para hacerse cargo de nuestros hijos de una vez por todas — soltó Sowon, mirándolo — Necesito saber qué decisión tomará al respecto.

— ¿Divorciarnos? — Sachiko miró con sorpresa a su esposo — ¿Cuándo pensabas decirme que estabas planeando divorciarnos?

— Espere... ¿No sabía nada de eso?

Sachiko negó con la cabeza, encontrándose con la expresión tensa de su esposo.

— Entiendo — Sowon asintió lentamente, cayendo sobre ella cada una de sus esperanzas, revelándose ante ella el montón de mentiras que Akira le había dicho todo ese tiempo, dudando mucho más sobre si quería quedarse a su lado después de eso.

— ¿No dirás nada? — intervino Jihyo, enojada hacia su padre — Es increíble todo lo que eres capaz de causar — sostuvo con fuerza la mano de su madre, sintiendo impotencia — No puedes ni siquiera afrontar todo lo que tú mismo con tus estupideces causaste.

— Déjalo...— murmuró, Sachiko llamando la atención de su hija para luego dirigirse a su esposo con voz temblorosa — Vamos a divorciarnos entonces... Si eso le has dicho, entonces hagámoslo.

— No — negó con dureza — No nos vamos a divorciar.

— ¿No? — rió Sowon, expresando su nerviosismo de esa manera, sintiéndose ridiculizada — ¿Esa es tu decisión?

— Comprende que no puedo divorciarme — sobó sus sienes con frustración, acorralado entre sus propias decisiones — Simplemente no.

— Está bien, parece que todo está aclarado ahora — Sowon estaba ocultando con muchísimo esfuerzo las ganas de llorar, manteniéndose firme.

— Sowon, no es necesario que esto quede así, sé que podemos encontrar una solución— se levantó hacia ella, intentando desesperadamente mantener su relación.

— No entiendo cómo es que todavía tienes el descaro de creer que voy a seguir soportándolo después de asegurarme que jamás vas a divorciarte — habló con calma, decepcionada por ser tan ingenua y creer que podría mantener a su lado a un hombre casado — Me mentiste, me juraste que se iban a separar y ahora frente a ella dices que no lo harás, ¿crees que soy tan idiota para quedarme aún así? — rió irónicamente, tomando la mano de su hijo, apenada por hacerle presenciar algo como eso — Lamento todo esto, señora Myoui — se dirigió hacia Sachiko, doliéndole haber sido tan tonta.

— He dicho que vamos a divorciarnos — repitió, levantándose del sofá en dirección a ellos — Si eso es lo que te dijo porque ya no me ama, entonces voy a divorciarme — estaba cansada, no tenía más ánimos de discutir por un hombre al que aguantó por muchos años en su propio afán de mantener algo que ya no funcionaba.

— ¡No nos vamos a divorciar! — le gritó enojado, sobresaltándolas a ambas. Sachiko agachó la cabeza con temor, mientras que Sowon retrocedió unos pasos de manera inconsciente — Ve a sentarte y quédate en silencio, ¡rápido!

— ¡Hey! — Sowon agarró su brazo con fuerza, haciendo que la mirara — ¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué le gritas? — frunció el ceño con molestia, jamás lo había visto así, a ella nunca le alzó la voz de ninguna forma.

— Solo no te metas.

Sowon caminó hacia Sachiko y sostuvo su mano, acto que sorprendió a la mayor, pero no se atrevió a decir nada, simplemente analizando sus acciones.

— Lamento todo esto — le dijo con sinceridad — Sé que no soy nadie para usted, pero si necesita algo puedo ayudarla, no deje que vuelva a gritarle... Y si quiere divorciarse, hágalo, él no puede obligarla a nada.

Sachiko no pudo responder más que con un asentimiento, sintiendo pena por ella misma porque sabía que sería difícil salir de ese matrimonio, principalmente porque seguía con la idea de que debía seguir luchando por mantenerse unidos como familia, pero al ver con atención su alrededor, con su hija menor fuera de casa, con esa chica con la que su esposo tenía dos hijos y con el rencor de sus hijas, se dio cuenta de que ya no había nada más que pudiera salvar, todo se había arruinado y gran parte de la culpa era de ella, solo que no quería admitirlo todavía, aún se sentía muy abrumada por la orientación sexual de Mina y sobre la iglesia, y eran cosas que le causarían conflicto por mucho tiempo, pero mientras tanto, lo último que quería era seguir en esa casa.

Su esposo ya no la amaba, ¿qué más podía hacer entonces?

Sowon se dirigió a la puerta del hogar de los Myoui con una terrible amargura en su pecho, planteándose que no le quedaba de otra que criar a sus hijos ella sola, tal y como temía que fuera.

— Espera — la detuvo, Akira tomándola de la muñeca, a lo que ella se soltó con brusquedad.

— Debo irme, dejé a Jisung con una amiga — explicó cortamente, llevando a Soobin a sus brazos.

— ¿Qué pasará con nosotros entonces?

— Te estoy dejando, ¿no lo has entendido ya? — dijo con cansancio, alejando las lágrimas que habían empezado a asomarse en sus ojos — Acabas de demostrarme que nunca vas a cumplir tu palabra... Así que dejaremos esto hasta aquí.

— No me puedes hacer esto — negó con la cabeza, sintiendo como todo se le venía encima de manera inesperada.

— Arreglaremos lo de los niños después. Adiós — fue lo último que dijo antes de darse la vuelta y entrar a su auto con su hijo, para segundos después arrancar e irse.

El señor Myoui sintió una indescriptible opresión en el pecho, había perdido a Sowon y no tenía ni la más mínima idea de como recuperarla, ni a ella, ni a sus hijos.

Entró de nuevo a su hogar y cerró la puerta con fuerza tras él, lleno de impotencia, tristeza y mucho enojo. Caminó a paso rápido hasta la sala, encontrándose con Jihyo murmurándole algo a Sachiko que se limitaba a soltar lágrimas en silencio.

— Ni creas que vamos a divorciarnos, ¿sabes lo que dirán de nosotros si saben que nos separamos?

— Papá, ya déjala en paz, hiciste suficiente — se paró frente a él con todo el valor que tenía, decidida a no dejar que se acercara más a su madre — ¿Ves por qué deberías irte? No haces más que jodernos.

El señor Myoui estuvo a punto de responder cuando Sachiko se levantó en silencio y empezó a subir las escaleras, ignorando la discusión en la sala principal. No sabía qué debía hacer, solo estaba segura de que quería irse y no saber más sobre el hombre con el que se había casado. Muchas cosas llenaron su cabeza, pero por una vez en su vida, decidió ignorar todo lo que la ataba a Myoui Akira, incluyendo sus creencias religiosas.

Jihyo dejó a su padre hablando solo y subió hasta la habitación en donde su madre se encontraba, de alguna manera quería ayudarla, pero ella seguía negándose a esa ayuda, diciéndole que ella estaba muy joven para entenderlo. Frunció el ceño al descubrir sus planes con ver sus acciones.

— ¿En serio vas a irte? — interrumpió en la habitación, viéndola guardar algunas prendas de ropa en una maleta en medio de la camaㅡ¿Vas a irte así como si nada y nos vas a dejar?

— ¿Qué más quieres que haga? — se detuvo, mirándola con cansancio — Necesito tiempo.

— ¿Y nosotras qué?

— Puedes cuidar de Mina, no me necesitan.

Jihyo no podía creer lo que su madre le decía, demostrándole también que a ella no le importaba dejarlas con un hombre tan peligroso en la casa, el hombre que había golpeado a su hija menor.

— Es increíble... Él debe irse, ya te lo dije, podemos sacarlo de aquí si me ayudas, solo-

— No, no voy a meterme en más problemas con él — interrumpió con dureza, evitando la mirada herida de su hija.

— Entonces es mejor para ti solo protegerte a ti misma y dejarnos. Perfecto — asintió la menor, apartando con brusquedad las lágrimas en sus mejillas — De verdad pensé que podrías estar de nuestro lado, ¿sabes? Pero haz lo que quieras, Mina y yo nos las arreglaremos.

Esa misma noche, mientras Mina disfrutaba de la compañía de los Son, en la casa de los Myoui todo se había desmoronado completamente.

Myoui Sachiko se fue sin decir a donde con sus cosas al atardecer, y Myoui Akira decidió ir tras Sowon luego de hacer su propia maleta, dejando sola a Jihyo en la tristeza de esa enorme y vacía casa, lamentándose por no tener nada más a lo que aferrarse, porque su familia se sentía incompleta, porque sus padres siempre prefirieron cualquier cosa sobre ellas que eran sus hijas.

Solo le quedaba Mina.

Solo se tenían entre ellas.

N/A: ¿Vieron la nueva portada? Es tan linda, lloro. Espero estén disfrutando la historia <3

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