𓏲 Capítulo 20
El mal humor había quedado en el olvido tan pronto Chaeyoung despertó de su necesaria y larga siesta en la que con éxito, logró compensar las horas de sueño que había perdido. Con un poco más de energía que antes, se dió una ducha al notar que eran las seis y media de la tarde, debía estar en su escuela a eso de las ocho de la noche que es cuando iniciaría la fiesta en su totalidad. Sus padres estaban por llegar, pero ya les había comentado sobre el evento al cual, como siempre, la dejaron ir sin oponerse mucho, recalcando que debía cuidarse y no consumir alcohol.
Cuando salió de la ducha, sacó de su armario la pijama que usaría, y podría ser un poco patético, pero había conseguido una pijama a juego para Mina. Mordió su labio inferior con duda, ¿debía llamarle para saber como estaban las cosas? Quizás sí tenía que hacerlo, aunque le parecía muy extraño no haber recibido ningún mensaje de su parte. Suspiró desanimada y dejó el conjunto en su cama, vistiéndose con su pijama frente al espejo, arregló los mechones que se desordenaron mientras se vestía, demasiado inmersa en sus propias acciones para prestarle atención al lejano ruido en su balcón.
— Chaeyoung — susurró, Mina afuera de la ventana corrediza de la menor — Chaeyoung, abre — volvió a susurrar con impaciencia.
Esperó unos segundos hasta que decidió abrir la ventana por sí misma como solía hacer.
Chaeyoung se sobresaltó ante el sonido de su ventana ser abierta, poniéndola alerta hasta que se encontró con una muy nerviosa Mina entrando a su habitación como si nada.
— Estuve llamándote desde afuera, pero no abriste — se excusó, señalando con su pulgar hacia atrás — Tenemos que hablar, Chae.
— Bueno... Está bien — asintió lentamente, tomando asiento en la orilla de la cama mientras veía con atención sus pantuflas, tratando de no hacer mucho contacto visual con ella.
— Yo sé que lo de esta tarde se vio muy mal — empezó a hablar, buscando las palabras correctas para contar lo sucedido — Pero te juro que no sé qué hacía él en mi habitación.
— ¿Por qué estaban solos en tu casa?
— Eso... Mi madre lo invitó a casa cuando fue por mi a la escuela, luego ella se fue a hacer unas compras para el almuerzo y nos dejó solos — explicó, poniéndose de cuclillas frente a la menor que seguía sin levantar la mirada — Yo te prometo que nada fue intencional, sabes que no tengo nada con él.
— Lo sé, es solo que él sigue sintiendo cosas por ti, es obvio.
— Eso no me interesa, le dejé en claro que me gustas tú — afirmó con seguridad, obteniendo por fin la mirada de Chaeyoung sobre ella — Eso lo tiene de los nervios.
— Es muy molesto, no lo soporto, nunca lo hice y jamás lo haré — se cruzó de brazos, haciendo un puchero que Mina no tardó en besar, tomándola por sorpresa.
Chaeyoung rápidamente separó sus labios para atrapar el labio inferior de Mina en un beso lento que logró hacerlos suspirar de satisfacción a ambos. Sin cortar el beso, Mina se levantó lentamente hasta que Chaeyoung sintió su espalda descansar en el colchón de la cama con Mina sobre ella.
— Lamento si te hice sentir mal — dijo Mina al separarse levemente, mirándola a los ojos con notable arrepentimiento — También lamento no venir a buscarte antes — apartó los mechones rubios que caían en el rostro de la menor, escondiéndolos tras su oreja.
— Te perdono con una condición.
— ¿Cuál condición? — enarcó una ceja con curiosidad, viendo la sonrisa traviesa que se asomó en sus labios.
— Vas a ponerte esto — le mostró la pijama que estaba a su lado con emoción.
— ¿Una pijama a juego con la tuya?
Chaeyoung asintió con una gran sonrisa, removiéndose bajo el cuerpo de Mina para salir de ahí, lográndolo con éxito ante la confusa mirada de la pelinegra que la siguió en todo momento.
— Saldremos vestidas con esto — señaló su ropa y la que le dio a Mina — No vayas a quejarte y póntela.
Un poco dudosa y sin entender exactamente por qué saldrían así, decidió obedecer sin oponerse, especialmente porque se veía muy ilusionada y ya le había hecho pasar un mal rato.
— Como tú digas, Chaeyoungie.
Momo, Jeongyeon, Tzuyu y Nayeon se encontraban ya sentadas en una mesa a la espera de que sus amigas aparecieran. El gimnasio de la escuela había sido decorado con muchas luces de colores que cambiaban al ritmo de la música que sonaba en los parlantes en cada esquina. La cantidad de personas era grande, la mayoría eran estudiantes de la escuela, mientras que los demás eran invitados aparte. Alrededor de la pista de baile, habían diferentes puestos de comidas y bebidasㅡsin alcohol, obviamenteㅡpara poder consumir a lo largo de la fiesta.
Tzuyu estaba ansiosa, ya había preguntado al menos tres veces si Chaeyoung iba a llegar, viéndose un poco sospechosa para las demás debido a la insistencia, pero dejaron de tomarle importancia luego de un rato. Quizás se estaba pasando un poco en cuanto a sus intenciones con Chaeyoung, replanteándose qué se supone que quería conseguir esa noche. Metió la mano en el bolsillo de su pantalón, tanteando la bolsita de gomitas favoritas de Chaeyoung que había comprado de camino a la escuela con la intención de dársela como un pequeño e inocente detalle.
Quería convencerse de eso, quería verla sonreír como tanto le gustaba.
¿Se estaba equivocando?
— ¡Chaengie! — Nayeon exclamó emocionada al verla entrar por las puertas del gimnasio.
Tzuyu levantó la mirada con un peculiar brillo en sus ojos que fue rápidamente opacado al notar le presencia de Mina a su lado. Su expresión cambió radicalmente, tornándose un poco seria e incómoda. ¿Qué estaba pensando de todas formas? Tuvo que haber sido una total desubicada si creía que llegaría sola teniendo novia.
— ¡Hola! — saludó la rubia al llegar a la mesa — Lindas pijamas — halagó, dándole una vista rápida a todas.
— ¿En serio traen pijama a juego? — preguntó Momo, viéndolas a ambas mientras reía divertida.
— Fue idea de Chaeyoung, yo no sabía de esta fiesta — se encogió de hombros la nipona, encontrándose con la sonrisa forzada de Tzuyu frente a ella.
Uhg, incómodo.
— Se ven ridículamente tiernas — rió Jeongyeon, dándole un sorbo a su refresco — Nayeon solo me dijo que me pusiera con lo que normalmente duermo, y pues es esto — señaló su ropa que consistía en un polo negro y uno shorts hasta arriba de la rodilla color rojo — Si hubiera sabido que vendrían con pijamas nuevas, me hubiera esforzado en encontrar algo mejor.
— Ya, no te quejes, Momo vino con una blusa de un conjunto diferente del de su pantalón y no se queja de lo estúpida que se mira — comentó Nayeon, ganándose un empujón de su amiga a su lado.
— ¿Venimos a criticar nuestra pijama o qué? — frunció el ceño la japonesa, comiendo unos dulces que había comprado minutos antes — No encontré la correcta.
Las presentes rieron ante la corta e insignificante discusión de Momo y Nayeon, permitiéndose disfrutar de ese agradable ambiente entre ellas. Por otro lado, Tzuyu estuvo más callada de lo normal, apartando la mirada cada vez que Chaeyoung se pegaba a Mina de manera cariñosa, dándose cortos besos o jugueteando entre ellas. Se regañó a sí misma porque no debía estarse sintiendo de esa manera, era muy tonto e hipócrita de su parte, pero por alguna razón, solo quería salir de ahí y pensar mejor las cosas, no quería arruinar la noche con sus amigas por su estúpida desilusión.
— Chicas, vengo en seguida — avisó a las demás antes de solo levantarse de la mesa e irse sin mirarlas, casi como si estuviera huyendo de algo, o alguien.
Se miraron entre sí ante la repentina huida de la menor, preguntándose por qué había sucedido tan de repente y con ese tono de voz tan extraño en ella. Chaeyoung quiso seguirla, pero con Mina ahí no parecía correcto, por lo que se limitó a quedarse en su asiento con la esperanza de que todo estuviera bien, porque algo muy dentro de ella le decía una y otra vez que se trataba de la presencia de Mina en la mesa.
Suspiró sonoramente y trató de no pensar mucho en eso, no era culpa suya que las cosas sucedieran así, lamentaba que tuviera que sentirse así por ella, pero ¿qué más podía hacer? Darle falsas esperanzas solo por hacerla sentir mejor no estaba en ninguna de sus opciones, a Tzuyu solo le quedaba aceptar el hecho de que amaba a Mina y que eso no cambiaría nunca.
Pocos minutos más tarde, Dahyun y Sana aparecieron también, ambas usando pijamas demasiado tiernas llenas de dibujos animados y coloridos. Momo hizo que Dahyun se sentara a su lado, saludándola con un corto abrazo mientas Sana se sentaba a un lado de Mina, saludando a todas un poco cohibida.
Creyeron que era una buena idea invitar a Sana para que empezara a convivir con todas juntas, además de que era una fiesta muy tranquila y sin alcohol, algo que la hacía sentir más cómoda.
Ver a Momo luego de un tiempo la puso nerviosa hasta más no poder, sabía que Dahyun sentía algo por ella, era obvio y había escuchado algo al respecto, y tenerlas a ambas enfrente de nuevo se sentía muy extraño, un poco incómodo para ser específicos, haciéndola sonrojarse repentinamente cuando Momo ponía sus ojos en ella. Agradeció que las luces del lugar no fueran demasiado fuertes para que se notara lo avergonzada que se sentía, y esperaba que pudiera controlarse por lo menos lo que durara la fiesta.
No le resultaba sencillo sentarse ahí como si nada, los sucesos de la pijamada de Mina seguían muy presente, más de lo que quisiera, y cuando aceptó ir a esa fiesta, creyó ser lo suficientemente fuerte para sobrellevarlo sin ningún problema. Tal vez lo estaba haciendo por sus amigas, pero rápidamente llegó a la conclusión de que no debió ir si no se sentía del todo lista. El tema nunca lo tocó con ninguna de las dos, y a pesar de que aparentaba que todo estaba normal, en su interior sólo quería alejarse, controlarse y buscar una manera en la que eso dejara de ser un problema para ella, ya había pasado un tiempo y no podía seguir actuando de esa manera, no mientras sus amigas se esforzaban por hacerla sentir cómoda en su pequeño grupo.
— Iré al baño — Sana captó la mirada de todas en la mesa, quedándose en silencio mientras la veían moverse un tanto nerviosa — ¿Podrían indicarme en donde está? —preguntó con timidez, avergonzada por la atención en ella.
— Está afuera del gimnasio, sigues el pasillo a la izquierda y lo vas a encontrar, no puedes perderte — respondió, Momo con amabilidad.
— ¿Quieres que te acompañe? — se ofreció, Nayeon haciendo el amago de levantarse, pero volvió a sentarse al ver la negativa de Sana — Está bien... Igual puedes llamarnos por si quieres que vayamos por ti.
Sana asintió en silencio y caminó casi a paso rápido hacia la salida del gimnasio. Se encontró con el pasillo apenas iluminado, pero habían unas cuantas personas por ahí caminando o simplemente paradas a un lado que la hizo sentir menos temerosa. Soltó el aire que estuvo reteniendo y se repitió una y otra vez lo cobarde que estaba siendo al no dejar todo atrás, ¿por qué seguía guardando ese momento como si fuera algo realmente importante?
Quizás si lo era, pero no quería aceptarlo porque eso sonaría muy mal.
Iba demasiado inmersa en sus pensamientos para darse cuenta de que ya no estaba en el pasillo que Momo le había dicho, buscó con la mirada a su alrededor con la esperanza de encontrar algún cartel que le indicara en donde se encontraba, pero solo habían puertas sin identificar, agregando que la luz no ayudaba a que pudiera ver con claridad.
Trató de abrir las puertas, esperanzada en que alguna de esas fuera el baño, pero la mayoría estaban con seguro, hasta que por fin logró abrir una. Enfocó muy bien su visión debido a la poca luz y pudo notar que efectivamente no era el baño, sino que por el montón de mesas y herramientas, podría asegurar que era el salón de química. Suspiró con frustración y por fin tuvo la idea de llamar a sus amigas, pero algo la detuvo de golpe, erizando su piel debido al susto.
— ¿Hola?
Sana se quedó quieta con el celular en su mano, su cuerpo sintiéndose helado ante esa voz. Cerró sus ojos con fuerza por el terror, ¿y si era un fantasma o un espíritu malo que había llegado a llevársela? Quizás debía salir de ahí y correr hacia cualquier otro lado, pero de verdad tenía tanto miedo que se le hacía difícil moverse.
— Hey, ¿vas a quedarte ahí? Este salón ya está ocupado.
La japonesa se giró sobre su hombro y abrió los ojos con mucho valor, sintiendo como su alma regresaba a su cuerpo por el alivio de encontrarse con otra persona, una chica de más o menos su edad, aunque también estaba la posibilidad de que fuera alguien que quisiera dañarla, pero prefería pensar que era solo alguien igual a ella que se perdió buscando el baño.
— E-Estaba buscando el b-baño— su voz salió más baja de lo esperado, pero aún así fue audible.
— Bueno, estás muy lejos del baño.
— Genial— susurró para sí misma, golpeándose mentalmente por haberse metido en otro lado que no era.
— Voy a deducir que no estudias aquí porque no encuentras el baño— trató de sonar amable para no asustarla más de lo que ya se notaba— Me llamo Tzuyu, estudio aquí y no te haré nada, no te preocupes.
— Hola, Tzuyu... — el miedo bajó considerablemente al darse cuenta de que estaba fuera de peligro— Me llamo Sana
— Bueno, Sana, ¿quieres que te acompañe al baño?
Negó.
— ¿Puedo quedarme un rato aquí?— preguntó de repente, mirándola.
— Claro— asintió, palmeando el espacio vacío a su lado de la mesa en la que estaba sentada como si nada— Puedes sentarte aquí si quieres, tienes cara de que necesitas compañía.
Sana mordió su lado inferior con duda y asintió, cerró la puerta con suavidad y se sentó al lado de aquella chica que desconocía. No entendía ni siquiera por qué le estaba haciendo caso, pero algo le decía que no corría ningún tipo de peligro, además que parecía ser muy educada y amable, su tono de voz delataba su cálida personalidad.
— ¿Por qué decidiste alejarte de la fiesta?— Tzuyu rompió el silencio segundos después, viéndola mejor gracias a la cercanía y a lo acostumbrados que estaban sus ojos ya a la tenue luz del salón.
Se detuvo un momento a pensarlo, ¿estaría haciendo bien contándole a una desconocida sus problemas? A lo mejor no sería tan malo si no entraba en detalles, seguía siendo un poco vergonzoso para ella hablar específicamente sobre lo que pasó.
— Tengo un par de amigas que me hacen sentir incómoda con su presencia— respondió luego de pensarlo un momento — Dije que iría al baño porque quería encerrarme un rato en lo que se me pasaba, no quiero arruinar la noche con eso.
— Entiendo, ¿por qué te sientes así con ellas si son tus amigas?
— Pues... Pasaron cosas entre ellas y yo que aún no termino de asimilar— explicó cortamente, dando a entender que no quería detallar sobre el tema— Y supongo que debo superarlas para no sentirme así cada vez que las miro. Solo no quiero seguir pensándolo.
Tzuyu asintió, respetando el hecho de que la chica a su lado no quería detenerse a explicar, y le hubiera gustado ayudar en algo si supiera exactamente a lo que se refería, pero tenía la certeza de que encontraría la forma de arreglar sus conflictos con el tiempo si se lo proponía.
— Vas a superarlo. No sé qué fue lo que pasó, pero si lo hablas con ellas, tal vez puedas sentirte mejor, ¿no lo crees? Ya sabes, algo así como ser sincera y especifica para no arruinar su amistad si es que las aprecias mucho.
— Puede ser... — lo consideró, y aunque tuviera mucha vergüenza al respecto, quizás sí era una buena idea, considerando que había prometido esforzarse y que sus amigas le aseguraron que no la juzgarían.
— Toma— Tzuyu habló luego de unos segundos, extendiendo la pequeña bolsa de gomitas que había conseguido para Chaeyoung, ya no la necesitaba— Tal vez te hagan sentir mejor — le sonrió, recibiendo el mismo gesto por parte de la japonesa, viéndose un poco sorprendida al mismo tiempo.
— Entonces... ¿Tú de qué te escondes? — cuestionó curiosa, llevando algunas gomitas a su boca mientras miraba atentamente a la taiwanesa.
— Pues... Hay una chica que me gusta, se llama Chaeyoung y-
— Espera — la detuvo de golpe, mirándola con sorpresa — ¿Son Chaeyoung? ¿Esa Chaeyoung?
— Si, ¿la conoces?— se sorprendió, buscando de nuevo en su memoria algún recuerdo con esa chica, pero seguía sin saber quien era. Sana asintió — Bueno, entonces ya sabes que me gusta Chaeyoung — resopló derrotada, riendo con un poco de vergüenza — En fin, le confesé mis sentimientos hace unas semanas y me pone un poco incómoda estar en el mismo lugar con ella y su novia.
— Su novia, Mina — asintió Sana, entendiendo su situación — Mina es de mis mejores amigas — rió.
— Entonces parece que las conoces a todas — rió también.
— Creo que estamos del mismo grupo de personas... Yo hablaba de Momo y Dahyun.
— ¡Si son las mismas! Momo es mi amiga.
Ambas empezaron a reír, congeniando al instante. Sana se sintió un poco más relajada luego de decir en voz alta lo que le estaba incomodando en ese salón junto a esa chica que conoció accidentalmente, y que de pura casualidad, es amiga de sus amigas. No lo iba a negar, a pesar de que estaba todo en silencio y un poco oscuro, el ambiente se sentía mucho más tranquilo y menos tenso para ella, y la idea de pasar la noche ahí no parecía tan mala o descabellada.
— Entonces, ¿quién de ellas dos te gusta?
— ¿Qué?— se escandalizó, sintiéndose un poco acorralada ante la pregunta que no hizo nada más que hacerla sentir inmensamente nerviosa, como si hubiera sido descubierta en ese corto tiempo.
— No me mires así— le sonrió amablemente— Puedes decirme, no diré nada, será nuestro secreto de amigas en común — rió ante su propia etiqueta, notando a Sana un poco más pensativa.
— Uhm...— agachó la mirada, entretenida en sus pantuflas de ardilla, debatiéndose sobre qué tanto debía decir — No me gusta ninguna... Creo que...— tomó aire, sintiéndose cada vez un poco más expuesta, pero había algo en Tzuyu que la hacía confiar rápidamente — Creo que me gusta lo que pasó entre nosotras, no ellas.
— Sabes, así suena más complicado.
— Lo sé, es solo que... Ellas me hicieron sentir bien — su mirada viajaba hacia cualquier lado, menos a la más alta a su lado, nerviosa — Es decir... Me hicieron sentir placer como nunca antes pensé y me gustó muchísimo, tanto que lo pienso más de lo que debería hacerlo — confesó por fin, soltando un sonoro suspiro de alivio por haberlo dicho en voz alta, aunque eso no le quitaba lo vergonzoso a la situación.
— Ahora entiendo todo— asintió comprensiva — Fueron tu primera experiencia sexual, ¿cierto?
— Sexual y homosexual — frunció el ceño un poco preocupada por soltar tanta información, pero ya no podía detenerse — Ahora ellas están juntas y yo muy frustrada.
— Entiendo por qué te avergüenza — se atrevió a poner la mano en su hombro en señal de apoyo, dejando pequeñas palmaditas — Y en ese caso, considero que debes estar más abierta a otras opciones, con ellas no volverá a suceder a menos que sean muy abiertas de mente y dejen que tú estés en su relación.
— No quiero eso, no quiero tener una relación con una chica, no podría — se desanimó levemente, aceptando que toda oportunidad se había ido tan pronto Dahyun se juntó con Momo, admitiendo que muy en el fondo estaba deseando que todo se repitiera, volver a sentir ese montón de sensaciones en su cuerpo que la hicieron temblar increíblemente — Yo no tengo más oportunidad, tampoco opciones.
Tzuyu se mantuvo en silencio por un momento, ¿qué tal si trataba de ayudarla? ¿sería muy descarado de su parte? Sana parecía ser una chica muy tímida, y realmente había algo en ella que le llamaba mucho la atención. Estaba consciente de que una relación basada en solo sexo no estaba bien... A menos que eso estuvieran buscando ambas partes, y así como veía las cosas, Sana no estaba buscando una relación seria, ni algo formal, sino que más experiencia.
Era comprensible, luego de experimentar una vez, la sensación de volver a hacerlo es latente y siempre está muy presente hasta que llegamos a un punto en el que deseamos algo más que solo sexo o placer, y estaba segura que un día, Sana llegaría a ese punto, solo que todavía no estaba lista para algo más allá que solo saciar sus necesidades, que deducía que eran prohibidas para ella.
— Yo... Yo puedo ser una opción y una oportunidad si quieres — dijo en voz baja, pero suficiente audible para la japonesa a su lado que no hizo más que mirarla con demasiada sorpresa mientras sus mejillas se calentaban ante tal propuesta.
— ¿P-Por qué harías e-eso? No me conoces y yo a ti tampoco.
— ¿No es mejor de esa manera?— se encogió de hombros, restándole importancia a ese pequeño hecho.
Pensó una vez más en Chaeyoung, y definitivamente no tendría oportunidad, se sintió como una completa tonta al siquiera creer que tendría una oportunidad cuando las cosas habían quedado claras entre ellas, lo único que iba a lograr era arruinar la amistad que tenían.
Debía superarla antes de que el sentimiento se hiciera más grande, porque si sus sentimientos crecen, será mucho más difícil dejarlos atrás. Claro que no estaba buscando en Sana una excusa para seguir adelante, simplemente sería una pequeña distracción de sus conflictos sentimentales.
— N-No lo sé — tartamudeó un poco, aún procesando esa opción. Estaba siendo muy tímida al respecto pero, ¿quién no lo sería estando en esa situación? La chica a su lado era muy guapa, podía admitir eso para sí misma. Además, si todo quedaba en secreto no habría problema, ¿cierto?
Sin entender exactamente de donde tomó el valor, Sana agarró el cuello de la blusa de Tzuyu y la acercó sorpresivamente a su rostro hasta que sus labios se unieron en un hambriento beso que las dejó rápidamente sin aire. Tzuyu aprovechó el breve momento en el que Sana jadeó en su boca para meter su lengua y hacerla partícipe de ese beso tan lleno de deseo. Las manos de Sana no estaban tranquilas, moviéndose sobre los hombros de la extranjera, tocando su abdomen sobre la blusa, deleitándose con su trabajado cuerpo.
Los labios de Sana eran suaves, gentiles, un poco inexpertos, pero muy apetecibles. Tzuyu no sabía qué tan lejos iba a llegar con esa chica, pero si seguía tocándola de esa manera tan desesperada, no iba a tardar en perder el poco autocontrol que le estaba quedando con esos besos tan calientes.
Segundos después, Tzuyu cortó el beso con una leve mordida en el labio inferior de la nipona. Juntaron sus frentes tratando de recuperar el aire, mirándose con un brillo de lujuria en sus ojos. Tzuyu le sonrió ladina antes de bajarse de la mesa, se posicionó frente a la mayor que seguía sentada, abrió sus piernas y se acercó a su cuerpo, tocando sus muslos sobre el short de dormir que rápidamente rodearon su cuerpo con la intención de sentirla más cerca.
Tomó el rostro de la japonesa entre sus manos y no tardó en iniciar otro beso, siendo este un poco más lento, pero profundo, sintiendo sus lenguas enredarse y sus respiraciones chocar con fuerza. Siguió una línea de besos que pasó de sus hinchados labios, bajando a su mentón hasta que sus labios encontraron la suave piel de su cuello, dejando algunas mordidas y húmedos besos que la hacían temblar, erizando su piel ante tal excitación.
Sana se aferró a la orilla de la mesa, gimiendo por lo bajo ante la oleada de placer que recorría su cuerpo, otra vez disfrutando del ser tocada y besada de esa manera. Sin darse cuenta, levantó los brazos ante la petición de Tzuyu de sacar su blusa, a la cual accedió sin problema alguno.
— Eres muy bonita — susurró Tzuyu, pasando la yema de sus dedos sobre el abdomen plano de la nipona, sonriendo ante su inmediata reacción ante el toque.
Sana echó la cabeza hacia atrás mientras se deshacía en gemidos casi inaudibles, sintiéndose un poco avergonzada ante lo fácil que era excitarla, pero a Tzuyu eso le encantaba, verla tan frágil y entregada en sus manos la encendía de sobremanera, causando querer mucho más de ella.
Las manos de Tzuyu bajaron hacia el elástico del short de pijama de Sana, besándola con necesidad mientras presionaba su centro.
— T-Tzuyu — dijo en medio del beso, poniendo su mano sobre la de la alta que seguía masajeando su intimidad.
Tzuyu creyó que era momento de detenerse, pensando que quizás la había asustado de alguna manera, pero sus ojos se oscurecieron por la lujuria cuando Sana bajó por sí misma sus shorts, quedando únicamente en sus húmedas bragas. Hasta ese punto, decidió por fin quitar su polo, dándole una asombrosa vista de su trabajado cuerpo, escuchándola jadear ante la sorpresa. Sonrió con suficiencia y orgullo ante lo que solo su cuerpo provocaba en la japonesa, notándola demasiado ida en este.
— Puedes seguir tocando, no tengo problemas con eso — rió, llamando su atención.
Tzuyu sobó los muslos descubiertos de la mayor, demasiado caliente como para detenerse. Besó su cuello, dejando besos húmedos y desordenados por toda la zona, bajó hasta sus clavículas y eventualmente llegó hasta su abdomen bajo. Sana inclinó su cuerpo hacia atrás, apoyándose en sus codos, cerró sus ojos con fuerza al sentir la lengua de la extranjera moviéndose en su vientre y en los huesos que resaltaban levemente de su cadera. Se preguntó una y otra vez qué eran esas nuevas sensaciones, había algo diferente con la forma en la que Tzuyu se encargaba de tocar los lugares justos, llevándola al límite solo con toqueteos para después simplemente alejarse y encargarse de otras partes.
— Voy a quitarte esto, ¿está bien? — Sana abrió los ojos y la miró un poco aturdida, asintiendo a lo que sea que le estuviera diciendo — Si crees que me estoy pasando, no dudes en decirme.
Sana volvió a asentir un poco desesperada, levantándose levemente para que la prenda por fin fuera apartada.
Sentirse desnuda bajo la mirada de alguien más definitivamente la ponía de los nervios, pero en la lejanía seguía escuchando como Tzuyu murmuraba sobre su piel algunos halagos, recalcando lo bonita que era, lo mucho que la excitaba y lo mucho que le gustaba tocarla y besarla. Dejó sus inseguridades de lado y se dejó guiar por el placer que le estaba brindando, enfocándose únicamente en el cálido aliento de la taiwanesa acercándose peligrosamente a su descubierta humedad.
Fue cuestión de segundos para que Tzuyu bajara su pantalón y ropa interior, quedando también al descubierto. Repartió besos alrededor de los pliegues de Sana mientras se encargaba de su propia humedad, sintiendo sus propias piernas temblar ante el excitante sonido que provenía de la boca de la otra, deleitándose con la preciosa imagen frente a ella.
Sin esperar mucho tiempo más puesto que ya habían tardado mucho lejos de sus amigas, envolvió con su lengua la humedad de la nipona, ganándose más gemidos desesperados de su parte.
Sana estaba haciendo su mayor esfuerzo por no correrse, todo el toqueteo y los besos la habían calentado de sobremanera y el estímulo proporcionado por la lengua de Tzuyu estaba siendo demasiado para su propia estabilidad, por lo que puso su mano en el cabello de la menor que seguía entre sus piernas haciendo un maravilloso trabajo, la presionó un poco y luego le dio palmaditas para que se alejara, demasiado desesperada.
— ¿Eso fue mucho? — preguntó viéndola directamente mientras limpiaba la saliva que se había escurrido en la comisura de sus labios.
— Voy a correrme si sigues así — respondió con la respiración pesada, enderezándose sobre la mesa — También quiero que te corras, pero no sé cómo ayudarte.
A Tzuyu le tomó por sorpresa la actitud de la mayor, entendiendo que no estaba planeando tener sexo, no quería que llegaran tan lejos, y lo comprendía totalmente.
— Sé cómo puedes ayudarme — unió sus labios otra vez, sintiendo la desesperación en cada beso.
La ayudó a posicionarse mejor sobre la mesa, asegurándose de que estuviera cómoda, mientras seguía besándola y de vez en cuando rozaba sus pezones con sus dedos. Sana jadeó en sorpresa, más no se opuso, así que apoyó sus manos en la cintura de la menor, aferrándose con fuerza al sentir la mano de Tzuyu muy cerca a su feminidad. Entró en pánico, no quería eso, no estaba buscando eso, ni siquiera sabía qué debía hacer. Tzuyu lo notó y en un intento de relajarla, empezó a repartir besos en el área de su cuello y pechos, mordiéndola suavemente.
— No vamos a tener sexo, no te preocupes — la tranquilizó, dejando sus manos descansar en su abdomen — Quiero acariciarte y besarte, y quiero que tú hagas lo mismo conmigo, hasta donde lo creas apropiado, ¿puedes?
Sana asintió un poco insegura, obedeciendo a la calidez que le transmitía su voz.
Tzuyu sintió los labios de la mayor sobre los suyos moviéndose lentamente, separándose jadeante bajando por el cuello de la nipona haciendo la piel de ésta erizándose. Sana gimió y Tzuyu sonrió con suficiencia porque sabía que lo estaba disfrutando. Besó su mejilla con gentiliza.
— Ahora solo disfrútalo
Sana asintió, estremeciéndose. Una corriente de placer la recorrió completamente al escucharla gemir justo en su oreja mientras uno de sus dedos se movía coordinadamente sobre su propio clítoris.
Tzuyu se sentía en el mismísimo cielo, el placer que llenaba su cuerpo era abrumante. Los suaves e inexpertos besos de Sana a lo largo de su cuello y pecho la hacían delirar, tanto que estaba segura que no duraría tanto tiempo. Empezó a mover sus dedos rápidamente, escuchándose el sonido de la humedad de su intimidad contra su mano . Se inclinó hacia el cuerpo de Sana para acercar su mano y masturbarla mientras ella hacía lo mismo consigo misma.
Los gemidos resonaron en todo el salón al igual que el chirrido de la mesa moviéndose debido a la fuerza ejercida por Tzuyu con cada movimiento, sintiendo sus cuerpos temblar y sudar.
Fue cuestión de segundos para que Sana anunciara su orgasmo ante el movimiento de la mano de Tzuyu sobre su clítoris, masturbándola correctamente hasta hacerla llegar, dejando escapar un gemido alto que no pudo evitar debido al fuerte orgasmo que golpeó su cuerpo con fuerza. Tzuyu gimió al llegar a su ansiado y esperado orgasmo también, presionando con fuerza la cintura de la mayor que seguía temblando bajo sus manos.
Sana levantó su cabeza, sintiendo momentos después los labios de Tzuyu contra los suyos en un beso lento y tranquilo en el que ambas suspiraron de satisfacción. La mayor se acercó hasta quedar frente a ella sin romper el beso, rodeando su cuello con sus brazos mientras que los brazos de Tzuyu rodeaban su tembloroso y sudoroso cuerpo.
Se miraron unos segundos y empezaron a reír. Sana estaba maravillada, demasiado relajada y menos frustrada que cuando entró a ese salón. Y Tzuyu estaba más tranquila y con menos pensamientos nublando su cabeza, poniéndole atención únicamente a la chica de mejillas sonrojadas que la miraba con vergüenza.
— Ahora si creo que debemos ir al baño — comentó divertida, Tzuyu.
— Creo que si — sonrió apenada al ver el desastre que habían causado.
Las dos se pusieron sus ropas y salieron del salón con el recordatorio de regresar con papel extra para limpiar lo que habían provocado.
Otra gran noche para recordar.
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