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𓏲 Capítulo 15

Mina sintió que las cosas en su familia estaban peor que antes desde que su padre regresó de su supuesto viaje de trabajo. Cuando llegó, ni siquiera saludó a Jihyo que era su hija favorita, simplemente pasó de largo y se encerró en su habitación. Quería pensar que esas actitudes no le interesaban, pero de cierta manera, le parecía extraño. En los horarios de comida, ya nadie decía nada, solo comían en silencio, cada quién muy enfocado en lo suyo, incluso su madre se notaba un tanto diferente y tenía mucha curiosidad al respecto, pero le asustaba preguntar y meterse en problemas por eso.

Era jueves por la noche y se encontraba terminando sus tareas, como siempre. Desde el lunes en la mañana, no había visto a Chaeyoung, ambas se encontraban ocupadas con sus propios deberes ya que las vacaciones estaban cerca, por lo que debían concentrarse en eso si no querían pasar ocupadas con la escuela en sus días libres, así que se mantuvieron comunicadas únicamente por medio de mensajes para saber que estaban bien.

Mina soltó un sonoro suspiro de cansancio cuando por fin terminó su tediosa tarea de matemáticas, cerró su cuaderno y miró la hora, aún eran las nueve de la noche. Apagó las luces y cerró la puerta de su habitación para que nadie llegara a molestarla con lo de la hora límite, fingir estar dormida era una buena escapatoria de los regaños de sus padres.

Se recostó en la cama, pensando en si debería hacerle una pequeña visita sorpresa a la rubia de la casa de enfrente. Hizo un repaso de los riesgos de tal decisión, las luces en el exterior de su habitación aún estaban encendidas, lo que significaba que sus padres seguían despiertos. Se acercó a su ventana y notó que las luces de la habitación de Chaeyoung seguían encendidas también, así que prefirió esperar un rato más hasta que sus padres por fin fueran a dormir.

Chaeyoung, por su parte, se encontraba demasiado inmersa en esos aburridos ejercicios de física al que no le encontraba sentido alguno; resopló con cansancio, decidida a rendirse porque por más que le diera vueltas, seguía sin entenderlo. Cerró los cuadernos sobre su cama, tirándolos de manera despreocupada casi a la orilla. Revisó su celular con la intención de encontrarse con algún mensaje de Mina, pero la conversación seguía en donde la habían dejado hace unas horas atrás.

Miró el liso techo de su habitación, repasando cada situación que la llevó a estar justo ahí. Parecía irreal, todo a su alrededor parecía demasiado bueno para ser cierto, quizás porque estaba acostumbrada a tener esa dolorosa espina en su corazón, pero ahora que no estaba, había una extraña sensación. Frunció el ceño ante sus propios pensamientos, apartando cualquier hecho desafortunado, solo debía tener cabeza para las cosas buenas que le habían estado sucediendo últimamente, no tenía por qué buscarle el lado malo a nada, porque no existía algo como eso.

Todavía.

Un inesperado sonido se escuchó al exterior de su habitación, en su balcón, específicamente. Salió de la cama un tanto extrañada, no había quedado en verse con Mina en esos días, y eso la hizo ponerse un poco alerta, aunque no estaba tan asustada, a lo mejor era algún gato, últimamente habían estado rondando algunos por su casa. Abrió la puerta corrediza de su balcón, encontrándose con Mina demasiado concentrada en el reflejo del vidrio, arreglando su cabello.

Rió suavemente ante tal imagen, llamando la atención de la pelinegra que rápidamente dejó de tocarse el cabello, un poco apenada al ser descubierta.

— ¿A dónde piensas ir tan guapa y peinada? — bromeó, Chaeyoung, cruzándose de brazos con una sonrisa divertida.

— Vine a verte — respondió, sus mejillas pintadas de un suave color rojo.

Chaeyoung sintió su corazón latir demasiado emocionado. Tomó su mano y la hizo entrar a su habitación, en silencio, no quería llamar la atención de sus padres que seguían despiertos en la planta baja.

Tan pronto estuvieron dentro, Mina tomó entre sus manos el rostro de la rubia y besó sus labios con suavidad y gentileza, sintiendo los brazos de la contraria rodear su cuerpo en un abrazo demasiado significativo e íntimo. Chaeyoung jadeó por la sorpresa que le causó la inesperada mordida en su labio inferior, dejando que Mina explorara su boca y sus labios a su antojo, llegando a la absoluta conclusión de que nunca tendría suficiente de eso.

— Alguien me extrañó — murmuró Chaeyoung sobre los labios de Mina, dejando cortos besos sobre éstos.

— Tal vez...— volvió a besarla, ambas riendo en el medio.

Mina sentía un enorme revoltijo en su estómago, pero no de una desagradable manera, sino que una sensación que deseaba sentir por muchísimo tiempo más, y supo en ese momento, que nunca en su vida sería más feliz que en ese preciso instante, acariciando las suaves mejillas de Chaeyoung, besándola con cariño, sintiéndola tan cómoda, pero lo más importante: sin miedo a algún tipo de rechazo, confiada en que sus besos serían correspondidos y que sus sentimientos estarían muy bien cuidados, porque confiaba en Chaeyoung más que en sí misma, y estaba segura de que nunca le haría daño, no después de tantos años en los que le demostró ser mucho mejor que cualquier otra persona.

Chaeyoung le dio un último beso antes de separarse por completo, sintiendo su pecho vibrar con miles de sensaciones.

— ¿Tus padres siguen despiertos? — preguntó la pelinegra, tomando asiento en la cama.

— Sip, a veces les da por desvelarse — se encogió de hombros, sentándose a su lado.

Mina miró los libros esparcidos en la cama y se dispuso a revisarlos, riendo por el desorden en todas las páginas, ¿cómo si quiera Chaeyoung lograba entender ese montón de letras y números? Parecían garabatos hechos al azar. Desde siempre fue así, hubo un tiempo en el que intentó aconsejarla para que fuera más organizada, pero nunca le hizo caso, quedándose siempre con esa forma tan peculiar de escribir.

— Tus cuadernos siempre me dan dolor de cabeza.

— Lo siento, señorita perfecta, pero algunas no tenemos tiempo para ponerle etiquetas a los títulos o para cambiar el color de lapicero mientras escribimos — respondió, pegando las rodillas a su pecho, abrazando sus piernas — No me uniré a tu secta de cuadernos perfectamente decorados, lo siento.

— Lo sé, señorita desorden — rió, acomodándose mejor entre el montón de almohadas — ¿Estabas estudiando?

— Hacía una tarea, pero no la entiendo — hizo un puchero. Luego, como si una bombilla se encendiera sobre su cabeza, tuvo una idea que terminaría con su tormento — ¡Haz mi tarea, tú sabes más que yo! — sonrió, mirándola con ojos brillantes y suplicantes.

— ¿Y si mejor te explico?

— No — frunció el ceño de inmediato, odiaba cuando le daba esa solución porque al final terminaba estresándose más — No me gusta así, sabes que no sale nada bueno de eso, termino enojada y con mi tarea a medias.

— Chaeyoungie, así no aprendes nada.

— ¡Es física! No me interesa saber sobre física — la miró mal.

Mina suspiró derrotada, asintiendo hacia la petición. Revisó los ejercicios y no evitó pensar en que no era nada del otro mundo, se miraban muy sencillos, pero Chaeyoung nunca fue buena con los números, así que entendía su evidente molestia.

— No hagas ruido entonces, mantente quieta, debo concentrarme — buscó un lápiz y se dispuso a resolver los ejercicios en total silencio. No había planeado pasar así parte de su noche, haciendo más tarea, pero no podía negarse, menos cuando la miraba con esos ojos de cachorro que la convencían todo el tiempo.

El tiempo parecía pasar un poco lento, Chaeyoung se mantuvo en silencio, susurrando para ella misma muy entretenida en su celular, lanzando algunas maldiciones, de seguro jugando. Mina trató de poner toda su atención en lo que hacía, no quería que sus pensamientos empezaran a desviarse hacia donde no debían; definitivamente tener a Chaeyoung a su lado, riendo en voz baja, pegándose de vez en cuando a ella y estando a solas no era bueno, no cuando sus hormonas estaban tan alborotadas de repente, nunca había tenido ese montón de sensaciones en su cuerpo que lograban activarse con facilidad, nunca le pasó con Jaehyun cuando estaban a solas o se besaban.

Muy seguramente, Chaeyoung no sabía el efecto que causaba en ella con solo rozar su mano, y deseaba no ser tan observadora, menos cuando sus ojos se detenían de vez en cuando en los bonitos labios de su mejor amiga que a veces era presionados por sus pequeños dientes, todavía muy concentrada. ¿Por qué sentía que necesitaba tener ese tipo de contacto todo el tiempo? No quería que Chaeyoung pensara que era una adolescente terriblemente necesitada, aunque sí que lo era, no podía negárselo a sí misma.

Chaeyoung bloqueó la pantalla de su celular, aburrida de su vago entretenimiento, se pegó al cuerpo de Mina, enganchándose a ella con fuerza y cerró sus ojos, demasiado tranquila a comparación de Mina que era un manojo de nervios. De manera inconsciente empezó a mover sus dedos sobre el muslo izquierdo de la pelinegra, dejando cortas y suaves caricias que le causaban cosquillas.

Piensa en física, ya casi terminas, se animó a sí misma, tratando de ignorar el hecho de que los dedos de Chaeyoung seguían acariciándola cada vez más cerca de su intimidad. ¿Estaba tratando de provocarla? Quizás solo eran ideas suyas porque ese tipo de caricias siempre fueron un tanto normales, ella estaba siendo muy promiscua y caliente, de seguro Chaeyoung lo estaba haciendo sin ninguna doble intención.

Unos segundos después, concentrarse fue imposible, por lo que tomó la muñeca de la menor y apartó con delicadeza la mano de su pierna, soltando un suspiro de alivio al no tener más ese contacto.

— ¿Qué pasa? — la rubia abrió los ojos, un poco desconcertada por la pequeña acción.

— No hagas eso, no logro concentrarme — su voz salió demasiado suave para su gusto.

— ¿Por qué? — enarcó una ceja, curiosa.

Mina no respondió, limitándose a ver los números sin sentido en el cuaderno, ¿en qué momento se distrajo tanto que estaba escribiendo cualquier cosa? Se sobresaltó al sentir de nuevo las caricias, pero esta vez, Chaeyoung la miraba directamente, buscando ella misma la respuesta, y la encontró rápidamente al notar el nerviosismo en la mayor; la manera en la que sus mejillas se sonrojaron y el suave jadeo que se escapó de sus labios al subir un poco más su mano en su pierna fue suficiente para entender lo que estaba pasando.

— ¿Minari está excitada? — sonrió con inocencia, fijándose en lo erizada de su piel — ¿Es eso?

— ¿Mm?

No pudo responder correctamente, demasiado inmersa en cada sensación en su estómago, esa familiar sensación que seguía bajando hasta su vientre, causando excitación.

Chaeyoung rió bajo, apartó los cuadernos sin cuidado y se sentó sobre Mina, mirándola con cierto fuego en sus ojos, deseosa. Mina seguía en silencio, acomodándose mejor con su espalda pegada al respaldo de la espaciosa cama, muy sumergida en la hermosa imagen frente a ella, porque Chaeyoung era demasiado hermosa, tanto que ningún adjetivo sería suficiente para describirla.

— Prometo ayudarte si no eres ruidosa — habló Chaeyoung, demasiado cerca de sus labios, tentándola de sobremanera.

Mina asintió con lentitud, posicionando sus manos en su delicada cintura para guiar sus movimientos sobre ella. Nunca iba a cansarse, definitivamente no lo haría, no podía describir el montón de sensaciones físicas y emocionales que le causaba el simple toque de Chaeyoung en ella, era una montaña rusa que no deseaba detener nunca.

El primer gemido salió de la garganta de Chaeyoung al sentir el contacto de los dedos de Mina contra sus pezones, la miró con deseo y no tardó en besarla con urgencia, amortiguando los jadeos de ambas en el proceso. Rompió el beso segundos después, dirigiendo sus labios ahora a su cuello, sintiéndola temblar bajo ese toque en la zona.

Nunca se sintió tan necesitada de alguien hasta ese momento, no había nada que quisiera más que Mina la pusiera contra la cama y la hiciera suya de todas las maneras posibles, soñó con eso muchas veces, viéndolo demasiado lejano incluso hace una semana atrás, pero ahora se sentía más cerca que nunca de cumplirlo, solo necesitaba que Mina estuviera lista y ella estaría a su total disposición.

Mina hizo a un lado la cabeza, dándole acceso para que siguiera con esa placentera sesión de besos en su cuello. Sin darse cuenta, metió sus manos bajo la camisa de la rubia, subiéndolas cada vez más hasta llegar a cierto punto en el que Chaeyoung no pudo contenerse de gemir. Sonrió ante la reacción, rozando apenas con la yema de sus dedos los pezones de la contraria.

De cierta manera deseaba pasar de esa etapa, ir más allá, pero tenía temor de ser una total torpe en el tema, además, dejarse llevar de esa manera cuando los Son estaban en el primer piso aún despiertos no era muy correcto, aunque sí un poco excitante; la adrenalina, lo prohibido.

— Mina... — llamó la menor, regresando a sus labios para morderlos de manera sutil — Quiero estar contigo, quiero-

— Chaeyoung, tu madre y yo...— se detuvo el señor Son, paralizado ante la escandalosa escena frente a él.

— ¡Sal de aquí! — exclamó la menor, viéndolo demasiado alarmada mientras cubría sin éxito el rostro de Mina con una almohada con la intención de que su padre no se diera cuenta de que era ella.

— Solo... Solo baja a la sala, estaremos esperándote... Y a Mina también — y salió rápidamente, cerrando de golpe la puerta tras él.

— ¡Quita la almohada! —exclamó, Mina, su voz escuchándose demasiado lejana para Chaeyoung. Cayó en cuenta hasta que la pelinegra se removió y la hizo a un lado, bajándola de sus piernas — ¿Me vio?

— ¿No lo escuchaste? Quiere que ambas bajemos, claro que te vio.

Mina sintió otra sensación en su estómago, pero no era la que le gustaba. Claro que estaba asustada, es más, estaba aterrada, ¿qué tal si iban donde sus padres y les contaba? No, no quería eso, debía convencerlos de que no la delataran. Sentía mucha vergüenza, estaban de una manera muy comprometedora, demasiado específico.

— Le van a decir a mis padres, Chae — habló, notándose demasiado el miedo en su rostro — Van a decirle y van a castigarme.

— Hey, tranquila — tomó su mano — No van a decirle a nadie, te lo aseguro.

— Pero nos vieron, nos vieron así, Chaeng.

— Lo sé, sé que es demasiado vergonzoso, tanto que quiero llorar justo ahora — rió nerviosa, rascando su nuca.

— No llores — la miró preocupada — No llores, cuando lloras no me gusta.

— No lo haré — le sonrió de manera tranquilizadora — Vamos, debemos explicarles.

— ¿Crees que te regañen?

— No lo sé, de seguro sí, son mis padres — la miró — Nunca me ha pasado algo como esto, parece que no tengo miedo, pero estoy jodidamente asustada — volvió a reír, negándose a mostrarse afligida, porque si hacía eso, Mina se pondría peor.

Luego de unos minutos, salieron de la habitación y se dirigieron hacia la sala, encontrándose con los Son sentados en el sofá, murmurando cosas inaudibles hasta que las vieron aparecer.

Chaeyoung sentía su corazón a mil, no dejaba de sonrojarse, y no era para menos, ¡su padre la había visto sobre otra chica! Y no cualquier chica, sino que justo la vecina de familia complicada. Tomaron asiento en los sillones individuales frente al sofá, Mina demasiado cohibida, apenada y asustada, solo quería huir y esconderse para siempre bajo sus sábanas en donde nadie más pudiera verla de nuevo.

— Hola, Mina — saludó la señora Son — Tengo mucho de no verte, ¿has estado bien?

— S-Si — su voz salió entre cortada, buscando la manera de no hacer contacto visual con la mujer frente a ella que muchas veces la vio en su casa desde pequeña.

Chaeyoung rodó los ojos, ¿qué pretendían?

— A ver, ¿qué les he dicho de entrar así a mi habitación? — interrumpió, frunciendo el ceño hacia su padre — ¡Debes tocar la puerta primero, papá!

— ¡Sabes que tu padre siempre lo olvida! — respondió su madre, frunciendo el ceño también ante la manera en la que le hablaba, aunque en parte le daba cierta razón, su esposo invadía su privacidad de vez en cuando y para un adolescente, eso era realmente molesto.

— No creí que estuvieras haciendo tus cosas. Tu madre y yo sabemos que Mina viene de vez en cuando, pero no sabíamos que era para eso — se cruzó de brazos el señor Son — Te he dicho que respetes la casa, Chaeyoung, ¿no lo hablamos ya?

— Si, lo sé, pero es mi habitación — respondió molesta, disipando cualquier sentimiento de vergüenza que tuvo al inicio — No estábamos haciendo nada malo — murmuró, apartando la mirada.

— ¿Tus padres saben que estás aquí? —preguntó esta vez a la pelinegra la señora Son, a lo que ésta negó con la cabeza, encogiéndose cada vez más en su asiento. Suspiró, sobando sus sienes con frustración — ¿Sabes en el problema que estaríamos si se dan cuenta de que estás aquí? Ya he tenido problemas con ellos y no deseo tenerlos de nuevo.

— Ya, pero no saben — interrumpió la rubia.

— Tú guarda silencio — señaló su padre.

— No sé qué hacer con ustedes — se quejó por lo bajo la mujer — Hemos sido demasiado permisivos contigo, Chaeyoung.

—¿Qué? — rió a secas — Lo hacen porque no me ponen atención y de esa manera no tengo por qué molestarlos — deseó no escucharse tan herida, expresando sutilmente sus emociones — Yo no me meto nunca en problemas, soy una buena estudiante, ¿por qué dudan ahora de haber sido permisivos conmigo?

— ¡Estaban casi teniendo sexo, Chaeyoung! — exclamó ahora su padre, causando que ambas chicas se sonrojaran.

— ¡No es cierto! — se defendió.

Definitivamente, Mina estaba pasando el peor momento de su vida, ser descubiertas ya era suficiente como para incluso tener que estar en medio de una discusión familiar.

— ¡Silencio, los dos! — la señora Son los miró a ambos — Ya dejen de discutir, ambos se equivocaron, ¿si? Tu padre por entrar sin tocar y tú por hacer esas cosas, ni siquiera eres mayor de edad.

— ¿Y eso qué?

— No puedes mandarte sola, esta es nuestra casa, no tuya — respondió con calma — No voy a castigarte por eso, entiendo que es por la edad y esas cosas, pero al menos respeta que estamos aquí — habló con decisión sin apartar la mirada.

Y entonces Chaeyoung se calmó, su madre tenía razón, había actuado mal sabiendo que no debía hacer esas cosas, menos en presencia de ellos, porque después de todo, eran sus padres, y a ningún padre le parece bien que su hija tenga una vida sexual activa, cualquiera podría escandalizarse al respecto.

— Y tú, Mina, me sorprende que estés aquí en esta situación.

— Sí, lo siento mucho.

— Está bien — sonrió la señora Son — A la próxima esperen al menos que no estemos en casa, no quiero de ninguna manera que esto se repita.

Mina volvió a sonrojarse, cayendo en cuenta de que ninguno de ellos había cuestionado su sexualidad, ¿Por qué todo lo relacionado con Chaeyoung era tan diferente? Incluso sus padres eran demasiado comprensivos con ella, porque si hubiera sido al revés, de seguro sus padres habrían reaccionado muy mal.

Luego de un incómodo silencio, Chaeyoung se atrevió a hablar de nuevo con la esperanza de que Mina no se sintiera tan abrumada por toda la situación.

— ¿Por qué entraste a mi habitación? — se dirigió a su padre, prestándole atención.

— Oh, si. Estamos pensando con tu madre en hacer un viaje familiar, ya sabes, para pasar tiempo en familia.

— ¿Puedo rechazar la oferta?

— No, no puedes.

— ¿Puedo al menos llevar a mis amigas?

— Lo pensaremos — respondió su madre con una pequeña sonrisa.

Chaeyoung asintió satisfecha, de esa manera pasaría unas vacaciones más divertidas, la idea de pasar únicamente con sus padres no era demasiado atractiva, parecía como si de manera forzada quisieran tener lazos con ella después de mucho tiempo, lo cual se le hacía extremadamente extraño.

— Bueno, yo ya iré a dormir, debo irme muy temprano mañana — se levantó el señor Son del sofá, dirigiéndose hacia las escaleras.

Mina y Chaeyoung subieron de nuevo en silencio minutos después, prometiendo que no harían nada indebido y que no le pondrían seguro a la puerta solo para que sus padres estuvieran satisfechos.

— Pudo haber sido peor — comentó Chaeyoung al cerrar la puerta — Es decir, pensé que sería mucho peor.

— Jesús, eso fue horrible — se tiró en la cama, escondiendo su rostro entre sus manos, respirando con normalidad al fin — Fue muy vergonzoso, no quiero pasar por algo así de nuevo nunca en mi vida, nunca.

— Lo sé, no pasará — rió por lo bajo, recostándose a su lado — Y eso que estábamos vestidas, ¿te imaginas si no?

Mina la golpeó suavemente mientras reía, nunca se le cruzó por la mente ser descubierta con algo así, menos por los padres de la chica que le gustaba. Ser descubierta por alguien de su edad hubiera sido mucho menos vergonzoso.

Eso me pasa por caliente.

— ¿Crees que se molesten si me quedo a dormir?

— No lo creo, solo si vamos a dormir — la miró con una pizca de coquetería.

— Entonces me quedaré, ellos son muy geniales — se aferró a la menor con fuerza, escondiendo su rostro en su cuello — Hace días que no nos vemos, no me quiero ir.

Chaeyoung sonrió enamorada, apegándose también a la pelinegra, ambos ya más tranquilas.

— Tengo algo que decirte — murmuró segundos después, acariciando el cabello de Mina con ternura.

— ¿Hiciste algo?

— No. Es sobre mañana — sintió el corto asentimiento de Chaeyoung, por lo que procedió a seguir hablando — Me han invitado a una fiesta y quería saber si querías ir conmigo.

— Nunca he ido a una fiesta.

— Lo sé, si no quieres ir podemos quedarnos aquí sin problemas, entiendo que no es tu ambiente y podría ser abrumante para ti — suspiró, dejando cortos besos la mejilla de Mina — No me molestaría no asistir.

— Vamos, quiero ir — le sonrió, cerrando los ojos ante los cariñosos besos en su rostro.

— ¿Segura?

Mina asintió, un poco emocionada al respecto. Jamás había ido a una fiesta, pero si había escuchado por bocas de otras personas que eran muy divertidas y llena de chicos de su edad, sin adultos que los molesten ni nada de eso, incluso Chaeyoung le contó sobre algunas que se habían tornado un poco alocadas, pero eso le daba más diversión ¿cierto?. Parecía emocionante, además, estaría con Chaeyoung y eso era suficiente para sentirse en confianza, y de todas formas, nadie la conocía, a lo mucho los amigos de la rubia estarían ahí, pero estaba segura que no iban a juzgarla, por lo que no quería negarse a ir.

Era una experiencia más que deseaba vivir.

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