𓏲 Capítulo 14
Chaeyoung se sentía especialmente diferente en cuanto a su estabilidad emocional, la opresión en su pecho había desaparecido, como si nunca hubiera estado ahí, solo había felicidad, calma y una burbujeante sensación de emoción interminable. Aún no terminaba de creer todo lo ocurrido incluso unos momentos antes cuando despertó con el rostro de Mina frente a ella. Se había acostumbrado a ese miedo de no ser correspondida, a ese miedo de que Mina un día la alejara por estar enamorada, pero ahora que todo estaba claro entre ambas, podía sonreír de manera sincera.
Salió de su casa luego de un rápido desayuno con sus padresㅡalgo que la tomó totalmente desprevenidaㅡy se encaminó hasta su escuela, pensando en cómo haría para hablar con Tzuyu sobre lo que estaba sucediendo, no quería lastimarla, aunque de seguro ya lo había hecho. Suspiró, sintiéndose culpable por sus propias acciones; es cierto que nunca le dio ilusiones a Tzuyu, solo hacían sus cosas y quedaba en eso, no esperaba que desarrollara sentimientos por ella.
Llegó más temprano de lo usual, acomodando la mochila en su hombro al notar a lo lejos a Tzuyu hablando tranquilamente con Momo. Se encaminó hacia ellas con paso decidido, borrando cualquier pizca de inseguridad en su expresión, no quería que notaran lo nerviosa que estaba en ese momento.
— ¡Buenos días!— saludó con una radiante sonrisa.
Una sonrisa diferente, no como la que estaban acostumbradas a ver.
Y Tzuyu la notó, era obvio, no se veía confundida, ni desanimada, simplemente feliz.
— Amanecimos de buen humor— sonrió Momo, revolviendo el cabello rubio de la más baja con diversión.
Chaeyoung asintió, riendo ante el gesto de su amiga. Arregló su cabello y dirigió ahora su mirada hacia Tzuyu, sonriéndole con un poco de timidez.
— Buenos días, Chaeng.
— Yo, uhm, quiero hablar contigo— jugueteó con sus dedos con claro nerviosismo.
— Lo sé— le sonrió, entendiendo perfectamente.
— Iré por Nay, nos vemos — se despidió Momo al notar la extraña tensión que se había creado en cuestión de segundos.
Chaeyoung y Tzuyu caminaron en silencio hasta uno de los salones vacíos de la escuela, las dos muy sumergidas en sus pensamientos para darse cuenta de que ya estaban ahí. Chae no sabía por qué estaba tan nerviosa, no era como que estuvieran muy enamoradas, pero de alguna manera, sentía cierta responsabilidad, especialmente porque le había dicho que también gustaba de ella.
— ¿Y bien? — Tzuyu rompió el silencio, totalmente en calma porque sabía exactamente lo que escucharía, y en parte, no quería saberlo.
Chaeyoung suspiró sonoramente, apoyándose en el escritorio para sentirse más cómoda. Tzuyu la miraba de esa manera tan comprensiva y amable, tratando de darle calma a su agitado corazón.
— Hablé con Mina...
— Te dijo lo que deseabas escuchar, ¿cierto?
— Si...— asintió lentamente, apartando la mirada— Ella dijo que le gusto y aceptó mis sentimientos
— Eso es muy bueno, felicidades— le sonrió, sintiendo un desagradable vacío en su estómago— Te lo dije — rió.
— Tzu, lo lamento mucho— agachó la mirada, apenada.
— Hey, no— se acercó, parándose por fin frente a ella— Es lo que siempre quisiste, no te disculpes conmigo, lo entiendo.
— Es que dije que me gustabas también, y de verdad no mentí, es solo que lo que siento por Mina es algo mucho más fuerte y-
— Lo sé, Chaeyoung, y eso está bien.
— ¿No estás molesta?— la miró con timidez luego de unos segundos.
— ¿Por qué lo estaría?
— No lo sé, pensé que querrías alejarte de mi.
— Tranquila, estamos bien, fue bueno mientras duró.
Chaeyoung rió ante el comentario, entendiendo la indirecta. Asintió con una suave sonrisa, quitándose ese peso de encima.
Luego de eso, hablaron unos minutos más antes de que el timbre de la escuela sonara. Caminaron hacia su salón de clases y mantuvieron todo en calma, actuando como normalmente lo hacían, solo que sin las miradas coquetas y dobles intenciones de por medio.
Tzuyu estaba desilusionada, no iba a engañarse a sí misma, sabía que no estaba enamorada, pero estaba segura de que le dolería por un tiempo, principalmente porque era la primera persona por la que había mostrado un aparente interés, y eso era algo que iba a recordar por un buen tiempo. Estaba feliz por Chaeyoung, claro que sí, su felicidad era importante para ella a pesar de que no llevaban mucho tiempo de conocerse. Pero estaba claro con que se quedaría a su lado, haciéndola sentir bien cada vez que tuviera la oportunidad de hacerlo, no porque buscara algo más, sino porque su compañía le gustaba, y le interesaba tenerla al menos como amiga.
Eso era mucho mejor que perderla totalmente.
Mina salió de su habitación ya con su uniforme escolar, notándose a simple vista su repentino buen humor. Saludó a su hermana en el comedor, sirvió sus alimentos en un plato y se dedicó a desayunar en silencio bajo la disimulada mirada de la mayor. Sabía que habían cosas que debían explicarse, no porque tuvieran que saber todo de la otra, sino porque deseaban mantener una relación sana y estable entre hermanas, porque después de todo, solo se tenían entre ellas ya que sus padres nunca iban a entender totalmente por lo que estaban pasando en esos momentos.
Jihyo carraspeó, llamando su atención después de un corto silencio.
— ¿Y qué tal la pasaste con Jaehyun?
— Pues... Normal, supongo— respondió indiferente, entreteniéndose con los cubiertos en su plato.
— ¿Sólo normal? Es decir, son novios y no pareces muy interesada.
— Él y yo ya no somos novios — confesó de golpe, no tenía más intenciones de mentir al respecto, principalmente por Chaeyoung, no quería que volviera a creer que tenía algo con el pelinegro.
— ¿Qué?
— Eso... Nosotros terminamos hace mucho, pero no quise decir nada.
— Mina, me lo hubieras dicho, no habría hecho que lo trajeran para pasar tiempo contigo... Hubiera buscado otra manera — se sintió un poco culpable, a lo mejor por eso Jaehyun decidió irse— ¿Por qué terminaron?
Mina no podía apartar la vista del plato frente a ella, ¿será ese el momento adecuado para sincerarse con su hermana? Se sentía demasiado tímida al respecto, decir que se había besado con Chaeyoung no era tan sencillo, y no específicamente porque le diera vergüenza, simplemente no terminaba de hacerse la idea de que sería brutalmente rechazada por todos, y en ese momento solo tenía a Jihyo como apoyo dentro de su propia familia, ¿sería ella capaz de juzgarla?
Quizás sí.
Quizás no.
Y no iba a saberlo nunca si no lo decía. Estaba claro que aceptar sus sentimientos por Chaeyoung conllevaba muchos riesgos; el rechazo de su hermana era uno de ellos. Ya sabía sobre el inminente rechazo de sus padres, y eso le causaba más terror que tristeza, no quería ni pensar qué le harían.
— Besé a Chaeyoung y tuve que decirle, por eso terminamos — dejó escapar el aire que no sabía que tenía retenido, escuchándose aún peor en voz alta, porque, al fin y al cabo, había engañado a Jaehyun y eso nunca sería visto de buena manera.
Jihyo dejó los cubiertos de manera ruidosa en su plato, levantando la mirada hacia la menor. Notó lo afligida que estaba, y aunque quisiera tener otra expresión, no podía evitar sentirse tan sorprendida ante sus palabras, aunque de alguna manera, ya lo veía venir.
Recordó aquel tiempo en el que creyó que había algo entre Mina y Chaeyoung y se sintió casi segura cuando Chaeyoung se declaró abiertamente lesbiana. No dejaba de pensar en que su hermana menor se sentía atraída hacia su vecina, se notaba incluso en la manera en la que se trataban, las había descubierto un par de veces durmiendo abrazadas o demasiado cerca, viéndose siempre de manera comprometedora, pero dejó esas ideas de lado cuando Mina llegó con la noticia de que estaba saliendo con Jaehyun, un chico muy enfocado en la religión que estaba totalmente aprobado por sus padres, además de eso, era el hermano menor de su novio, por lo que ambas familias se conocían muy bien y asistían a la misma iglesia.
Al principio creyó que era una fachada para esconder su atracción hacia la rubia, pero después dejó el tema cuando no las vio tan juntas como antes, Mina pasaba demasiado tiempo con su novio y no supo mucho más de Chaeyoung.
Y ahora, saber que Mina besó a Chaeyoung, solo hacía que todo se viera muchísimo más claro, porque quizás Mina no lo notó nunca, pero ella sí, notó esa atracción entre ambas que su hermana menor se negaba a aceptar o que simplemente se vio en la obligación de reprimir.
— Tú... ¿besaste a Chaeyoung? — preguntó, quería confirmarlo, que fue su hermana la que la besó, no al revés.
Mina asintió, negándose a sí misma a sentirse mal por eso, ya no quería sentirse culpable por sus sentimientos porque eso era lo que la hacía feliz en ese momento, Chaeyoung no merecía eso y ella tampoco.
— Me gusta, ella me gusta mucho — confesó, sintiendo sus propias mejillas calentarse mientras cerraba con fuerza sus puños en su regazo, tan nerviosa y asustada por una reacción negativa, pero su confusión se hizo notar al ver la sonrisa de su hermana, ¿es que acaso no la había escuchado?
— Lo sabía— rió bajo, poniéndole atención de nuevo a su plato de comida, retomando su desayuno como si nada.
— ¿C-Cómo?
— Eras muy obvia, se te notaba desde hace mucho, aunque que lo digas en voz alta si que me sorprende.
La pelinegra estaba sin palabras, confundida y muy curiosa al respecto, no entendía qué estaba pasando y por qué su hermana no la estaba mirando con asco, era totalmente diferente a la reacción que esperaba. Además, ¿cómo es eso que se le notaba?
— ¿No vas a decirme que eso está mal o algo así?— bajó la voz, avergonzada, pero al mismo tiempo, aliviada— ¿No vas a decirme que te doy asco por haber besado a otra chica?
— No, Mina, sigues siendo tú, y si eres feliz así, estoy bien con eso— estaba siendo sincera, sabía que su hermana no era feliz con la vida que tenía, se lo había dicho ella misma, y a esas alturas, ya no caía ante las manipulaciones de la religión en cuanto a lo que estaba bien y qué no, ya había hecho muchas cosas que estaban criticadas por su religión como para que le siguiera importando eso.
— Gracias— murmuró con un nudo en la garganta, una mezcla de felicidad y gratitud se instalaron en su pecho, demasiado aliviada por las palabras de su hermana. Sus sentimientos estaban claros, no iba a cambiarlos, y obtener la aceptación de Jihyo la hacía sentir demasiado feliz, tanto que la hizo llorar— Yo... De verdad, gracias.
Jihyo le regaló una cálida sonrisa para hacerla sentir mejor, sabía lo significativo que podría ser eso para ella, aceptar y decir algo como eso no era sencillo, menos en su posición. Sus padres serían un gran problema, no había duda, y por eso es que iba a mantenerse a su lado, para apoyarla y hacerle saber que no estaba sola, porque Mina era su pequeña hermana, la que protegería de ahora en adelante, iba a enmendar todo ese tiempo en el que no hizo nada por ayudarla y protegerla de sus propios padres, le haría entender que no había nada de malo con sus gustos, que era normal, y de alguna forma, haría que sus padres lo entendieran también.
Se mantuvieron en un cómodo silencio por un rato hasta que escucharon la puerta principal abrirse.
La señora Myoui entró, soltando un suspiro de cansancio. Se dirigió a la cocina y saludó a sus dos hijas con simplicidad, demasiado absorta en sus propios pensamientos como para prestarles más atención. Revisó con cautela su hogar, asegurándose de que todo estaba en orden, volviendo a la cocina.
— ¿Todo en orden?
— Si, mamá— respondió la mayor, relajada.
— ¿Mina causó problemas? ¿Se juntó con la revoltosa de enfrente?
Jihyo miró con un toque de diversión a su hermana menor, recordando la escena de todas sus amigas semi desnudas en toda la casa y a ella con Chaeyoung de la misma manera en su habitación.
— No, estuvimos aquí sin hacer mucho, solo viendo películas y esas cosas — mintió con seguridad, y Mina incluso le hubiera creído si no hubiera estado ahí.
— Está bien, gracias por hacerte cargo.
— Cuando quieras.
La señora Myoui asintió y salió de la cocina, dirigiéndose a su habitación.
— Eres una buena mentirosa.
— Lo sé— le guiñó el ojo con complicidad antes de empezar a reír.
Momo y Nayeon corrieron hacia Chaeyoung tan pronto la campana que anunciaba el receso sonó, se sentaron en las sillas frente al escritorio de Chaeyoung y se giraron a verla, ambas demasiado emocionadas y ansiosas.
Chaeyoung las miró con extrañeza, preguntándose a que se debía tanta emoción en sus amigas.
— ¿Qué les pasa, par de raras?
— ¿Por qué no nos dijiste que tú y Mina ya se habían besado? — preguntó Momo, dándose cuenta de la expresión de vergüenza en su amiga.
— Iré por algo de comer, ¿quieren algo de la cafetería? — se levantó, Tzuyu, sintiéndose un poco incómoda ante la situación.
Las tres chicas negaron con la cabeza, viéndola salir del salón de clases mientras se ponía sus audífonos. Nayeon y Momo la miraron un poco confundidas, preguntándose por qué se había levantado tan rápido en medio de la conversación, sin embargo, a los pocos segundos dejaron de prestarle atención a eso para enfocarse en Chaeyoung y su respuesta.
— ¡No debiste ser tan directa! — regañó la rubia, golpeando levemente a la japonesa.
Rechazar los sentimientos de Tzuyu era algo que realmente no quería hacer, entendía que se sintiera incómoda ante la mención de ella y Mina, también entendía perfectamente que no podían actuar como dos amigas normales a pesar de que habían quedado en tratarse de esa forma.
Suspiró sonoramente ante la expresión de duda de sus amigas, tendría que contarles sobre lo sucedido con Tzuyu, pero ese no era el momento, no quería que Tzuyu apareciera y las encontrara murmurando cosas sobre ella, aunque no estuvieran hablando sobre cosas malas.
Momo seguía con un puchero en sus labios, viéndose como si estuviera herida, pero Chaeyoung la conocía, solo era parte de sus berrinches habituales de cuando la regañaban.
— ¿Vas a decirnos o no? — preguntó, Nayeon esta vez, bajando más la voz — Ella se delató en la pijamada, y no creo que haya sido con una de sus no tan inocentes amigas.
— No podía decirles, es algo personal para Mina, además, ustedes son poco disimuladas, en cualquier momento se les pudo haber salido frente a ella — respondió con simplicidad, dirigiendo su mirada a los cuadernos frente a ella, como si fueran realmente interesantes.
— Nosotras no íbamos a decirle a nadie — bufó Momo, cruzándose de brazos.
— Es cierto, decías siempre que besarla era tu mayor deseo en la vida, y cuando pasa, no nos dices — frunció el ceño, Nayeon.
— Ya, lo siento — las miró y mordió su labio inferior, ¿debía decirle que estaban en algo? Moría por hacerlo, estaba muy feliz y quería compartir esa felicidad con sus mejores amigas, pero no quería que Mina se molestara por contarle a alguien más, quizás debía hablarlo primero con ella — Nos besamos... Y fue lo mejor de mi vida — sonrió sincera.
— ¿Te correspondió el beso?— Momo se emocionaba cada vez más, sintiéndose feliz por ella.
Eso y mucho más, pensó para sus adentros; sonrió mientras asentía, omitiendo los detalles de todos los acontecimientos entre ella y Mina, quería que así fuera, no quería compartir algo tan especial con nadie más.
— Esto es un gran evento, por eso, si o si iremos a la fiesta de Yeri este viernes, ¿qué dices?
— Lo pensaré — respondió Chaeyoung, viendo a Tzuyu entrando de nuevo al salón con algunas bebidas de sabores en sus manos.
— Traje para todas — sonrió la menor, repartiendo las bebidas, poniendo una de naranja frente a la rubia sabiendo que era su favorita, a lo que le agradeció con una suave sonrisa.
— ¡Gracias! — respondió, Nayeon con una enorme sonrisa.
— A ella sí le dices gracias y a mi me dices pobre — comentó Momo, frunciendo el ceño.
— No seas gruñona — le dijo la mayor, dándole un abrazo de manera sorpresiva que hizo que la japonesa cambiara su expresión rápidamente a una más relajada.
Chaeyoung no podía evitar sentirse cálida al estar rodeada de sus amigas, sin importar como estaban las cosas con Tzuyu, agradecía tenerla a su alrededor y esperaba que así fuera por mucho tiempo. Todo en su entorno parecía tener su lugar, su pecho ya no dolía, su sonrisa era genuina, y no podía estar más agradecida con la vida que tenía.
Dejaría de lado cualquier inseguridad, Mina la quería y eso era suficiente para sentirse plena, no quería pensar en nada que la pudiera hacer sentir desanimada, sabía que aún quedaban muchas cosas que afrontar junto a Mina, y en ese momento se sentía enormemente valiente porque pensaba luchar por lo que tenía con ella.
Desde el principio supo que no sería algo fácil, mantenerlo en secreto sería difícil, pero mientras tuviera a Mina, mantenerlo de esa forma no importaba mucho, solo necesitaba su cariño como siempre, sus dulces palabras y cálidos besos.
Por el momento, todo estaba a su favor, y planeaba disfrutarlo mientras le durara.
— ¿Volverás pronto? — preguntó la joven mujer al ver a su pareja arreglar su pequeña maleta — Soobin te extraña y pregunta por ti siempre.
— Haré lo posible por regresar lo más pronto posible — le respondió con suavidad, sobando la mano de su pequeño hijo en brazos — Sabes que tengo que seguir con mi vida normal para que no hayan sospechas, lo hemos hablado antes.
— Estoy cansada de eso, ¿no puedes solo divorciarte? Quiero que te quedes — dijo lo último con decisión, sintiéndose demasiado molesta.
— No — respondió con dureza — Por favor, entiéndeme, hago lo que puedo — sobó sus sienes con cierta frustración, siempre era lo mismo.
Hago lo que puedo, pensó Sowon. Ya no podía seguir de esa manera, tener que criar a sus dos hijos prácticamente sola, le resultaba increíblemente difícil, y al parecer, su pareja, Myoui Akira no la comprendía, porque según él, con mandar dinero cada cierto tiempo y con máximo tres visitas al mes, estarían bien.
Pero no, no estaban bien, era todo lo contrario, y no porque discutieran seguido, ellos se llevaban muy bien y él amaba mucho a Soobin, era su hijo después de todo, pero aún así, ella lo necesitaba siempre en su hogar, necesitaba su apoyo y ayuda con su ahora, dos hijos.
Con la llegada de Jisung pensó que sería diferente porque después de todo, él parecía muy emocionado con la idea de ese nuevo niño, pensó que se quedaría con ella y dejaría a su otra familia, aunque estaba muy consciente que era su culpa por haber aceptado estar con un hombre casado desde el principio, pero él le decía que su matrimonio ya no funcionaba y que estaban prácticamente separados, que no se divorciaban porque debía mantener una imagen de familia estable ante los demás, y para él, eso era lo más importante, no pensó que las cosas entre ambos se llegarían a poner demasiado serias, y con el tiempo, cayeron enamorados. Él le prometía que iba a dejar todo por quedarse con ella, pero con el paso de los días, meses e incluso años, supo que no sería así, ¿qué más podía hacer? Estaba muy enamorada y ahora tenían otro hijo, no podía solo dejarlo.
O quizás si, pero estaba asustada.
— Si... Entiendo — sonrió débilmente, dirigiendo la mirada a su pequeño hijo
El señor Myoui soltó un sonoro suspiro, su estadía se había alargado debido al nacimiento de Jisung, tuvo que quedarse con Sowon hasta que pudiera regresar a casa y de seguro su esposa estaría preguntándose por qué aún no había llegado de su ''viaje de trabajo''; claro que le avisó, pero aún así, no deseaba crear más sospechas.
Sowon se despidió de su pareja, viéndolo alejarse en su auto con una fuerte amargura instalándose en su pecho, ya no quería ser la otra, deseaba que sus hijos crecieran con su padre y que él les prestara más atención. Estaba muy triste, aún era joven, necesitaba a su pareja, quería lo que él le daba a su esposa y quería que le diera todo a sus hijos así como con sus otras hijas, no quería seguir en las sombras, y por más que lo quisiera, debía darse su lugar, estaba casi segura de que él la elegiría a ella, pero aún así, estaba la posibilidad de que no lo hiciera, y eso la aterraba mucho.
Sabía que sería muy difícil, pero de alguna forma debía hacerlo, por ella misma y por sus hijos, y si él decidía simplemente abandonarla, buscaría la forma de seguir adelante. El solo pensamiento le destrozaba el corazón, pero estaba cansada.
Estaba muy cansada y si él no ponía de su parte, ella se daría a conocer.
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