07| Lujuriosos
Aquello no podía ser real. Tal vez se trataba de un espejismo provocado por la excitación, algo quimérico y sin sentido, una mala jugada de su mente estimulada por la testosterona.
Ojos rojos, un Omega... ¿Cómo?
Ni siquiera Taehyung, que era un habilidoso doctor, tenía una explicación lógica y competente para lo que veía.
Se suponía que los ojos de los Omegas excitados adquirían una coloración dorada, semejante a la del oro fundido, no roja, definitivamente no como la de un Alfa. Esto incidía incluso en sus roles ante la sociedad y, por más que Jungkook tomase el control de la situación y no Taehyung, no existía tal posibilidad porque Jungkook no era un Alfa.
Entonces, ¿por qué sucedía eso?
—Tus ojos... —murmuró Taehyung casi sin aliento. Lo miró de hito en hito, todavía sin entender, buscando algo, un indicio, ¡cualquier cosa!—. Son roj...
Pero algo ocurrió, algo que el Alfa no se esperaba. En lo que pestañeó, la mirada de Jungkook volvió a su antiguo color: un negro insondable y eclipsado. El pánico cruzó su rostro, sus ojos se abrieron de más. ¡¿Pero qué estaba pasando?!
—¿Qué...? Pero eran... Tus ojos ya no... ¿Cómo es que...?
—¿Qué tienen mis ojos, Taehyung? —El Omega ladeó la cabeza, la misma expresión refulgente por el deseo. Nada diferente, ninguna variación.
Jungkook lucía genuinamente confundido, como si no hubiera percibido el cambio. Pero Taehyung, oh, él sí lo había notado.
—Yo lo vi —reiteró más para sí mismo que para Jungkook.
El Omega se aproximó a su cara, su ceño encogido en aturdimiento.
—¿Qué viste realmente?
Bien, ¿y si solo fue una alucinación producida por el estado en que se encontraba? ¿Y si quizás lo había imaginado todo? Era posible, su cuerpo y mente se volvían otros muy diferentes con la presencia del Omega.
—Nada —se retractó, apenado. ¿Qué pensaría Jungkook de su reacción? Cielos, qué vergüenza—. Olvídalo.
Agobiado, bajó la vista. Su ritmo cardíaco había disminuido a la línea segura, por lo que, sin distracciones avizorando, se percató de su mano, justamente del lugar donde se hallaba metida, ¡de lo que estaba tocando!
¿Cómo pudo quedarse distraído agarrando tremenda cosa?
—Oh, y-ya... ya la saco. —Había desconcierto en su tono y un nuevo sonrojo aflorando hasta la punta de sus orejas—. Me distraje por un segundo, mi mano no tendría que estar dentro de tus... tus... B-bueno, pantalones. —Cuando trató de sacarla, no pudo. Vio cuál era el problema: el Omega no lo soltaba, en realidad él afianzaba el agarre con peso de plomo—. Eh, ¿puedes dejarme ir? —Obviamente, Jungkook no lo hizo—. E-esto es incómodo.
Jungkook solidificó los dedos alrededor de su muñeca, el toque cálido le transmitió esa orden imperante de que le prestara atención. Incluso así, con todas esas ansias de corresponderle, Taehyung no alzó la mirada. Muy abochornado para hacerlo.
—Taehyung —perseveró con voz autoritaria.
Tembló un poco, Jungkook conocía muy bien lo que le provocaba con sus ordenanzas y con esa voz que, aunque no era de mando, transmitía las mismas emociones que una.
—Mírame a los ojos.
De por sí el tono del Omega era bajo y denotaba seriedad, pero en ese momento sonaba fuerte y demandante. Los papeles se habían invertido: quien se suponía que debía ser el dominante, se dejaba dominar. Sería perfecto si no fuese tan embarazoso.
—¿Sí? —Lo miró brevemente por debajo de sus pestañas mientras mordía su labio con ahínco.
El Omega se quedó enganchado con la vista.
—¿Lo estás haciendo a propósito?
—¿El qué? —susurró suave.
El silencio se prolongó entre ambos, aunque el Alfa todavía aguardaba una respuesta. Y lo único que recibió a cambio fue el movimiento de la mano del Omega sobre la suya.
—Concéntrate en mí y en mi cuerpo, no en mis ojos. Hay algo más interesante aquí abajo.
Oh, bueno. Si lo decía así...
—¿Es que no lo quieres? —insinuó, inhalando su cuello. Taehyung suspiró, cerrando los ojos.
¿De verdad le estaba haciendo esa pregunta? ¿No le había demostrado lo suficiente con cada acto y cita a su clínica? Lo deseaba casi que dolorosamente. Un anhelo a la espera de ser cumplido.
Y aunque le avergonzara hasta lo más profundo, el Alfa admitía que sus fantasías últimamente consistían en el miembro del Omega dentro de él. Varias –incontables– veces había alcanzado su liberación pensando en ello. Desde el primer instante él cayó preso de su cuerpo, de su belleza, absolutamente de su todo. Aunque esa parte más sensata le recriminara que apenas se conocían más allá del nombre y la edad, Taehyung no podía dejar de pensar en Jungkook. Porque él era como la estrella más brillante del firmamento, difícil no notarla.
—Lo quiero —dijo por fin, su voz sonando decidida a pesar de los miedos que lo intimidaban.
El Omega sonrió contra su piel y salió del escondite en su garganta con expresión jactanciosa. Tal parecía que sus palabras lo habían contentado de alguna forma muy retorcida y primitiva, como si su rendición fuera todo lo que buscara en el Alfa, y Taehyung no tenía problemas en dársela. Al fin de cuentas, él quería su control y dominio, si era posible, quería cada cosa que estuviera dispuesto a ofrecerle.
Jungkook puso un dedo debajo de su barbilla, demandando una completa atención. En esta ocasión Taehyung no flaqueó y por ello mantuvo su mirada en la suya. Atento, escuchó lo que tuviera para decirle:
—¿Y qué harás para merecerlo? No te lo pondré fácil, Taehyung.
Confesaba que tampoco lo quería fácil. La persecución podía ser muy atrayente, incluso más que tenerlo de inmediato.
—¿Qué quieres que haga?
El Omega barrió sus ojos a todo lo extenso de su cuerpo, la lujuria era esa conexión que punzaba y dolía entre ellos. Por la manera que se lo estaba comiendo con una simple mirada, Taehyung supo que lo deseaba; Jungkook no le había mentido cuando se lo dijo. Los pensamientos se podían ocultar, pero las emociones no eran algo que se pudiera fingir a la ligera.
Volviendo a sus ojos, Jungkook lo desafió:
—Sorpréndeme, eres bueno en eso.
Reprimiendo su vergüenza, el Alfa lo enfrentó. No desperdiciaría la oportunidad, ni loco la dejaría pasar. Aquella situación era mucho más de lo que algún día hubiese pedido, lo sobrepasaba con creces, pero mentiría si dijera que no le encantaba.
Taehyung comenzó a marcar un vaivén constante, usando solamente el movimiento de su mano sobre el miembro goteante del Omega. La piel de su falo era suave en contraste con la dureza del tronco, desprendía calor y la punta segregaba líquido pre seminal. Taehyung la anhelaba dentro de su boca casi que con impaciencia, pero antes de cometer una locura, debía hacer la pregunta que tanto estaba carcomiendo su curiosidad:
—¿Me estás dejando tomar las riendas? —Jungkook demoró en reaccionar, pero asintió con la mandíbula apretada y los labios fervientemente sellados, el pecho le ascendía con ásperas y temblorosas respiraciones. ¿Se estaba conteniendo de gemir? Oh, ahora el Alfa no se abstendría de volverlo loco, quería oírlo—. Pero pensé que deseabas hacerlo tú.
El Omega fue a responder, pero Taehyung lo impidió.
Tocó ese punto en el glande resbaladizo con insistencia y adentró la otra mano para seguir trabajando arriba y abajo en la erección. Estaba cien por ciento seguro de que eso le gustaría, el glande era de las zonas más erógenas en los hombres... Y tuvo razón, su palma se mojó nada más hacer contacto y el chapoteo se tornó audible, calentando sus oídos.
Jungkook se estremeció silenciosamente y apoyó un brazo en el escritorio detrás del Alfa cuando sus piernas se inutilizaron de sostén.
—Lo hago. —Sostuvo un jadeo, pero Taehyung ejerció presión en sus toques haciéndolo maldecir—. ¡Mierda...! Pero si mis deseos salen a flote, esto se terminará más rápido de lo que crees.
Y las fuertes y asfixiantes feromonas surgieron, dándole credibilidad a sus palabras. Taehyung se tambaleó unos pasos, nunca había olido algo parecido en un Omega; comúnmente eran feromonas con fragancias afrutadas, floreadas, dulces o empalagosas. Pero las de Jungkook eran muy penetrantes, capaces de inundar la habitación sin ningún problema, no tenían un olor específico para comparar y, todavía así, al Alfa le encantaron.
—¿Tanto me deseas? —averiguó con tono seductor.
Lo que solamente sería para el disfrute del Omega también se estaba convirtiendo en el suyo, por eso el calor corría a su ingle y su pene se hinchaba dentro sus pantalones. Ver a Jungkook disfrutar de algo que le proporcionaba él, lo estaba desestabilizando en pedazos. Movió la mano más veloz, requiriendo algún atisbo de desespero, de "no aguanto más, arrodíllate y tómame en tu boca".
Sí, quería hincarse frente a él, venerarlo como a un tipo de Dios, satisfacerlo desde su voluntad, pero también quería que Jungkook se lo ordenara, que lo obligara a bajar con una mano dura y enredada en su cabello, que lo asfixiara entre sus musculosos muslos, con su polla tan metida en su garganta que al otro día le fuera difícil formular una oración coherente sin delatar lo rota que se encontraba por sus estocadas...
Se escuchó un gruñido, uno muy gutural y rasposo, aunque no provenía de él. Entendió que había sido el Omega, por fin obtuvo su pequeña victoria.
—Basta de palabrerías, Taehyung. Actúa.
Jungkook se veía como alguien que había llegado a la cúspide del desespero: agitado, ojos duros, boca firme, pose bestial, y una erección descomunal que sobresalía de la ropa. El Alfa se bebió la vista, absorbiendo cual esponja su estado.
<<¿Y si lo hago mal?>> Las dudas llegaron a Taehyung como balas perdidas, porque si desaprovechaba ese acercamiento corría con la mala suerte de no volver a ver al Omega nunca más.
—Pero...
Jungkook llevó una mano alrededor de su cuello y apretó, no tan fuerte como para sacar el aire de sus pulmones, pero sí muy demandante para hacerse notar. El Alfa mantuvo los muslos juntos cuando su pene se contrajo felizmente ante la presión de sus dedos.
—Actúa, Taehyung —decretó con mayor aspereza.
¿Era un desafío, una prueba o su deseo hablando por él?
<<Actúa>>
Lo que fuera, Taehyung tendría que averiguarlo por su cuenta.
—Si no te gusta, me detendré el instante —comunicó afable. Jamás lo forzaría. Después de todo, Jungkook era un Omega, fácilmente sus instintos de Alfa podían surgir de la nada.
Jungkook estuvo al virar los ojos, aunque se moderó y solamente bufó.
—Está bien, lo que sea, pero hazlo de una maldita vez.
Taehyung sonrió, pero sus comisuras temblaron al oler la excitación gotear desde el Omega. Jungkook estaba excitado.
Por él.
—¿Escritorio o sofá? —murmuró menos tranquilo.
—Definitivamente sofá.
—Ven. —Lo guió hasta el mueble.
La mirada del Omega se enturbió unos grados más oscuros cuando Taehyung lo empujó por el pecho y lo instó a recostarse en el diván blanco. Haciéndolo de mala gana, no pudo despegar sus ojos del cuerpo contrario, Taehyung se había despojado de la bata y ahora se sacaba con apuro la camisa fuera del pecho. Jungkook mordió la parte interna de su mejilla para aplastar el gemido. El cuerpo del Alfa fácilmente podía volverlo un demente: fuerte, tonificado, suyo.
Más suyo que de él mismo.
Taehyung se subió a horcajadas sobre los robustos muslos del Omega, sus dedos largos arrastrándose encima de la prominente entrepierna, tanteando y mordiendo su boca. Entonces alzó los hermosos ojos azules en su dirección, pidiendo algún tipo de permiso innecesario con la mirada. Jungkook se lo concedió asintiendo. Mierda, justo en esos momentos le concedería lo que quisiese.
El Alfa abrió su bragueta y después bajó el jogger junto con los calzoncillos de Jungkook hasta por debajo de la cintura. Aun cuando rodeó nuevamente su pene entre la cálida y grande palma, toda su atención recayó en el miembro descubierto de Taehyung. Le pareció casi bonita la forma que adquirió un tono enrojecido la punta, cómo una gota de pre semen se deslizó hasta perderse en el interior de los pantalones oscuros.
Jungkook rió, burlesco y un poco petulante.
—Maldición, ni siquiera te estoy tocando y ya te ves como toda una puta desesperada por mi polla.
Contra todo pronóstico de que el comentario le hubiese ofendido, el Alfa se arrastró hacia adelante mientras gemía muy bajito, casi hipnotizado. Lo único que delató su decoro fue el rubor escalando desde su cuello hasta asentarse en sus pómulos. El Omega volvió a reír, sin embargo, su propio jadeo de impresión lo interrumpió.
Observando el punto donde se unían, notó que Taehyung masturbaba con lentas sacudidas ambas erecciones. La del Alfa lucía tan dura, más rendida a lo que fluctuaba entre sus cuerpos, pero la de Jungkook la sobrepasaba en tamaño y grosor. Joder, ¿por qué no lo montaba de una vez y acababan con eso?
No obstante, Taehyung tenía otro plan en mente. Se levantó unos milímetros y se inclinó hasta que sus bocas se rozaron sutilmente, sus labios carnosos y rosados de tanto apresarlos entre sus dientes tentaron a Jungkook a romper el espacio y reclamarlos a base de mordiscos. Pero él fue más rápido y, con su lengua juguetona, lamió descaradamente los labios del Omega. Luego sonrió con ojos brillantes de inocencia. La imagen ensombreció los bordes de la visión del Omega y se limpió, probando la saliva ajena en su boca. Su miembro se endureció aún más.
Se recordó que aquello estaba mal, equivocado, prohibido... Y lo estaba disfrutando como el canalla que era.
Pero quería más, no tenía suficiente con toqueteos fugaces de adolescentes calientes.
—¿Te vas a pasar toda la mañana masturbándome o sabes hacer algo más con tus manos?
El Alfa tuvo la osadía de alzar una ceja, divertido.
—Créeme, sé hacer muchas cosas.
<<De nuevo esa actitud>>
—Pues inténtalo y muéstrame de qué eres capaz.
La provocación fue acatada con éxito y Taehyung apretó su polla contra la de Jungkook en respuesta. Enseguida soltó un sonidito ansioso, metiéndose en su cuello y aspirando feromonas.
—Cielos, me vuelves loco.
Oh, Jungkook pensaba lo mismo, pero justo ahora no tenía habla. Todos sus sentidos conectados en lo rico y resbaladizo que se sentía Taehyung a su alrededor. A su mente lo interceptaron diferentes escenarios, en todos ellos Taehyung era el protagonista, pero su favorito fue aquel donde el Alfa se veía increíblemente sucio y obsceno, recibiéndolo con las piernas abiertas, tres dedos lubricados en su agujero mientras lo miraba con ojos vidriosos de sumisión. Entonces se arrastraba hasta sus pies y rogaba que lo follara como el buen perrito que era.
El Alfa volvió a subir y lo miró interrogante.
—¿Por qué tan callado, Jungkook? —Se mofó—. ¿Algo te tomó por sorpresa?
Ni siquiera le dio oportunidad a responder, se frotó con fuerza contra su pene. Jungkook intentó no gemir, pero bueno, él tenía sangre caliente corriéndole por las venas y una mente con vida propia. Imposible no enloquecer con la imagen de un Alfa sobre él, machacando ambas pollas entre sus dos grandes manos, restregando su culo adelante y atrás sobre su muslo cubierto.
Taehyung quería ser jodido, lo sabía, pero todo a su debido tiempo.
La malsana oleada de lujuria y feromonas lo embaucó a un estado peligroso y tomó un puñado de pelo del pelinegro.
Él jadeó por el dolor, pero también percibió el gemidito encantado de puta sobre su boca. Taehyung volvió a sacar la lengua, aunque esta vez Jungkook la atrapó entre sus labios y chupó. Un gruñido bajo y primitivo hizo vibrar sus cuerdas vocales.
—Móntame, Taehyung.
—Taehyung no. —Lloriqueó en protesta—. Quiero que me llames de otra manera... Por favor.
Ah, el Omega moriría con otro de esos ruegos.
—¿Cómo entonces?
—Llámame... —La voz se le fue desvaneciendo entre ruidos entrecortados y juntó las caderas más duro mientras deslizaba sus manos deliciosamente arriba y abajo—. Perro. Llámame perro.
<<Llámame perro>> Las palabras hicieron eco en la mente de Jungkook. Aquello era surrealista, más allá de lo creíble. Y tan bueno que mordió el labio del Alfa hasta probar el amargo hierro de la sangre en sus papilas gustativas.
—¿En serio estás en eso? ¿Tanto te gustó que te subyugara?
Taehyung sollozó con lágrimas en los ojos y asintió frenéticamente.
—Dilo.
El Alfa no demoró, incluso lo miró suplicante y adorador. Justo como un Omega miraría a su Alfa mientras lo montaba.
—Soy tu perro y tu puta, Jungkook.
Y algo se encendió en él, difícil de apagar. Mío, mío, mío. Taehyung le pertenecía ahora. Para siempre. ¿Un castigo o una dicha? Como fuera, suyo.
Jungkook lo obligó a ir más rápido, liderando los movimientos con la mano firmemente clavada en su trasero. Sus pollas juntas producían un ruido húmedo, el éxtasis en su máximo nivel culminante. Por la Diosa Luna, el Omega tuvo que serenarse para no bajarle los pantalones y empotrarlo en cuatro contra el piso. Ni siquiera lo prepararía, se metería en él con ásperas embistes dignos de una bestia, lo colmaría de su pene hasta que fuese en todo lo que pudiera pensar durante días, meses y años posteriores.
Taehyung gimoteó tembloroso y hundió la nariz en su glándula de olor. La lamió y chupó, después ronroneó gustoso como si su fragancia lo llenara enteramente, su mano ralentizó el movimiento a medida que se embriagaba de feromonas; pero Jungkook la reemplazó por la suya, sus estocadas más duras y certeras. Fijó la mirada en el techo con la boca entreabierta por el placer que sentía.
Mal, bueno, mal, bueno, bueno...
—Pruébame... —Había necesidad en la súplica de Taehyung—. Por favor, Omega. Pruébame.
Con un quejido, el Omega tomó la glándula olfativa del Alfa entre sus colmillos y rompió la piel que la revestía. Muy pronto el olor se hizo más espeso y delicioso, inundando sus fosas nasales, también su escaso autocontrol.
Gimiendo, se movieron al compás, la fricción presurosa y brusca; ambos querían terminar. Taehyung se unió a Jungkook y agilizó el movimiento sobre sus pollas. Calor, húmedo, prohibido. Taehyung fue el primero en correrse con un quejido estrangulado, su semilla bañando sus manos.
Jungkook no necesitó mucho más. Ver su semen y pene agitarse entre espasmos, le fascinó más que masturbarse.
Cuando se vino murmurando un mantra de palabras ininteligibles, se tomó unos segundos para graduar la respiración entrecortada. Ya más calmado, abrió los ojos. El Alfa lo estaba mirando intensamente, sus ojitos azules casi cristalinos.
—Mis manos están pegajosas, pero las tuyas se llevaron la mayor parte. —Rió divertido.
Efectivamente, el Omega notó que gran cantidad del semen de ambos quedó esparcido en sus dedos. Él los llevó a los labios de Taehyung, cepillando sobre ellos el abundante líquido pegajoso.
—Lámelo.
Taehyung se sometió a la orden como una obediente mascota haría. Incluso lo hizo mejor: sorbiendo y tragando, luego relamió los rastros cremosos en su comisura. Aunque una mínima gota blanquecina descendió por su mentón, Jungkook la recogió y metió a su boca. Taehyung gimió alrededor de su dedo y chupó profundamente.
—Aquí es donde pertenece.
Taehyung sacudió la cabeza.
—No es suficiente.
Entonces, también lamió sus propios restos de semen. Sus labios rosados chupando cada dedo, su lengua arremolinándose en torno a ellos. Era lujurioso. Como una puta mamando la polla de cualquier cliente por dinero. La expresión de hambre y descaro advertían con poner duro al Omega nuevamente.
Pero los toques en la puerta explotaron la burbuja de placer en que se hallaban sumidos.
Cierto, todavía se encontraban en una clínica.
El Omega se sentó con el Alfa todavía sobre su regazo. Compartiendo una mirada, entendieron que aquello no se había terminado, sino que acababa de empezar.
Taehyung rápidamente se incorporó, guardando su miembro dentro del pantalón. Recogió la camisa y la bata del suelo, apretándolas en un puño.
—Saldré primero, no es conveniente que nos vean salir juntos en tales condiciones —aclaró Jungkook. Sin embargo, él estaba implacablemente vestido, ningún indicio de que lo sucedido hubiera ocurrido.
—¿Tú...?
—Volveré.
El Alfa asintió, el evidente alivio relajando un pliegue en su frente. Luego le dio la espalda y se adentró al baño de la habitación para arreglarse.
Con un suspiro, el Omega se encaminó a la puerta y la abrió.
—Jihyo —saludó, aunque se oyó más como un bramido poco amistoso.
—Tú de nuevo.
Jungkook salió al pasillo, cerrando quizás con demasiada fuerza. Después se cruzó de brazos, observándola desde su altura.
—Sí, ¿por qué? ¿Te molesta?
Ella no dijo nada, pero lo examinó de arriba abajo. Sus labios con intenso labial rojo se arrugaron con repugnancia.
—Sé lo que tramas, deberías alejarte por tu propio bien.
El Omega se burló entre dientes.
—¿Ah sí? ¿Y por qué debería hacerte caso?
Jihyo lo fulminó con severo odio.
—Deja de comportarte como una puta, Omega, es decadente incluso para tu condición.
Y pasó por su lado, entrando directamente a la habitación.
Una risa amarga estiró sus labios. Ah, si supiera que la verdadera puta era su querido jefe, no diría eso. Jungkook salió de la clínica más calmado y confiado que nunca.
Tenía un Alfa en su poder y no pensaba soltarlo por nada.
El destino de Taehyung había quedado sentenciado.
N/A: Tras dos bloqueos creativos y una playlist demasiado hot, este cap quedó listo. Reto superado, yeiii.
Espero que lo hayan disfrutado, costó muuucho sudor y desvelos. En realidad me tomó dos días escribirlo, pero como me gusta complicarme la vida, pasé otro día más editando y reescribiendo. Problemas de escritores novatos, pero perfeccionistas ᜊ(੭ ˊ ᵕˋ)੭
En el próximo cap tendremos un poco de información interesante y quizás algo de contenido hot. Quién sabe. Como dijo el Jk: "(...) tal vez tus deseos se cumplan si los pides con fuerza"
Besitos. Cuídense, ¿sí?
-taeryenn
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