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3

Un par de martillazos más y la puerta de la habitación estaba en su lugar, con eso su casa estaba lista después de tanto tiempo.

—Hola hermano —dijo Eijiro Kirishima, un alfa de cabello rojo y dientes afilados, mejor amigo desde la niñez de Bakugo—. Esta casa te quedo hermosa, todos los años de trabajo valieron la pena.

—Aún no es tiempo de decir eso, pelo de mierda —afirmó Katsuki dejando sus herramientas a un lado—. Esto valdrá la pena cuando mi destinado pase por esa maldita puerta y admire el gran alfa que soy.

—¿También participarás este año? —preguntó Kirishima preocupado.

No era algo normal el participar en el festival de cacería desde que se presenta, sin embargo, Katsuki lo había hecho desde sus quince años a pesar de la negativa de su madre. El alfa rubio cenizo quería tener a su destinado, a la persona perfecta para él, a aquel ser que sabría seguirle el ritmo y con quién todo encajaría como debía ser.

—Así es, tengo que encontrarlo o encontrarla —afirmó el rubio—. El futuro líder del clan solo puede tener lo mejor.

—Hablas de esta persona como si fuera un objeto —se quejó Eijiro.

—Deja de decir estupideces y ayúdame a armar la cama.

Él había hecho aquella gran casa —le gustaría decir que sin ayuda de nadie—, para su pareja. Estaba listo y deseoso por encontrarla, pero lastimosamente no había pasado, aun así, no se rendiría, seguirían intentándolo hasta que aquella estúpida gema brillara anunciando que le había hallado.

—¿Estás listo para la cacería de hoy? —preguntó el pelirrojo entrando a la habitación para tomar la pesada cabecera de la cama y llevarla a dónde su amigo la pondría.

—Como todos los años, esta vez irán los omegas de nuestra edad, estoy seguro de eso, ya estamos mayores, así que tengo más posibilidades —aseguró Bakugo yendo por uno de los largueros—. ¿Y tú, pelo de mierda?

—Esta vez si lo haré, ya es hora de que siente cabeza —comentó el pelirrojo.

—Genial, ya empezaba a pensar que eras un cobarde de mierda.

—Hermano no todos estamos desesperados por conseguir pareja.

Ambos amigos se miraron un momento antes de reír con ganas mientras continuaban armando la gran cama de madera tallada que había hecho Katsuki con ayuda del carpintero del clan. Después de eso todo fue risas y conversaciones mientras la habitación tomaba forma con los muebles en su lugar, así fue hasta que una voz se escuchó desde la puerta.

—Katsuki tenemos que hablar —dijo un hombre castaño apoyado en el umbral del cuarto—. A solas.

—Entiendo, nos vemos más tarde para alistarnos —dijo Kirishima empezando a abandonar el sitio—. Permiso señor Bakugo.

—¿Qué pasa viejo? —cuestionó Katsuki sentándose en la cama—. ¿Por qué tienes esa cara de preocupación?

—Seré directo, así que no quiero gritos ni berrinches.

El menor lo miró con una ceja alzada realmente intrigado. ¿Qué cosa sería lo que su padre tenía que decirle? ¿Por qué se veía tan nervioso sobre ello?

—¿Va algo mal con el clan o la alianza?

—El hijo menor del líder del clan Monoma fue abandonado por su alfa, este chico es un omega. —Empezó a decir Masaru Bakugo.

Esas simples palabras encendieron todas las alertas en el cuerpo de Katsuki, ya veía venir lo que seguía y era un rotundo no.

—Ni hablar, no me casaré con cualquier omega si puedo tener el mejor.

—Katsuki sé razonable, llevas cuatro años seguidos participando en el festival de cacería y en la ceremonia de invierno y aún no encuentras a tu destinado —argumentó el Masaru—. Tienes responsabilidades como futuro líder, sabes que debes casarte, así que tu madre y yo nos vimos obligados a concertar este matrimonio en tu nombre.

—¡No! —gritó el rubio cenizo levantándose de la cama—. ¡No me casaré con un omega cualquiera y menos con uno que nunca me amará como yo deseo que lo haga!

Eso era cierto, aquel omega nunca lo amaría por completo, ya tenía un destinado, su corazón, su omega interno, sus instintos, todo su ser ya amaban a alguien más, mientras que para Katsuki solo quedarían migajas y el rubio cenizo nunca se conformaría con migajas.

—La decisión ha sido tomada Katsuki, ya le dimos nuestra palabra al líder Monoma —sentenció Masaru no queriendo darle más tiempo a su hijo para negarse—. Si hoy los dioses no te dan una pareja, entonces te casarás con Neito Monoma y esto no está en discusión.

Sin darle tiempo a su hijo de pronunciar palabra, el castaño salió de la habitación y de la casa, dejando al menor de los Bakugo al borde de un ataque de ira.

—Hermano —dijo Kirishima volviendo a entrar. Había escuchado todo, pues no se había ido muy lejos—. ¿Qué vas a hacer?

Muy contrario a lo que Eijiro esperó, Katsuki no estalló todo a su alcance.

—¿Hermano? —preguntó el pelirrojo.

—Vamos a llevarle una ofrenda a la diosa, hoy sí o sí tengo que encontrar a mi destinado —dijo el rubio cenizo—. No me casaré con nadie más.

Izuku sentía que su cabeza explotaría, era tanto el dolor que no podía sentir nada más, aunque se suponía que debía estar excitado a más no poder.

—Ten pequeño, toma esto —dijo la sacerdotisa entrando a la habitación donde lo habían dejado—. Te ayudará con ese dolor.

El pecoso no lo dudó, solo agarró el vaso que le ofrecían y vertió todo su contenido dentro de su boca. No sabía qué pasaba, no se suponía que algo así le sucediera, él ya era muy mayor como para estar presentando, además que el dolor en su cabeza no era normal.

La anciana le hizo recostarse en la cama y algo frío fue puesto en su frente.

—Es una piedra, tengo algo que averiguar —dijo Chiyo con una sonrisa.

—¡Sacerdotisa! —gritó una mujer alta y rubia entrando a la habitación.

—No alces la voz Mitsuki, el pequeño tiene un terrible dolor de cabeza —regañó la anciana.

—¿Por qué dejaste que el forastero entrara al pueblo sin nuestra autorización?

—Porque es un omega que acaba de presentar —respondió Chiyo como si fuera algo obvio.

La sacerdotisa ignoró por un momento a la recién llegada para revisar el estado de la piedra que había puesto en la frente del chico. Esta, que en principio había sido azul, ahora estaba completamente blanca.

—Ya me lo imaginaba —dijo la anciana retirando la piedra de la frente de Izuku—. Este muchacho fue bendecido por los dioses.

—¿De qué hablas?, él es humano —comentó Mitsuki viendo al peliverde confundida.

—Salgamos un momento, dejemos al pequeño descansar —pidió Chiyo tomando la mano de Mitsuki llevándosela de la habitación.

—¿Qué está pasando? —preguntó la omega más alta cuando estuvieron en la sala de la pequeña casa.

—El muchacho tuvo una presentación tardía, y por algún motivo los dioses le dieron algo de magia —respondió la sacerdotisa sirviendo un poco de té antes de entregarle la taza a la rubia—. Debe tener algún poder, nada tan grande como el de alguien con sangre de lobo, pero sin dudas lo tiene, sus ojos brillaban cuando lo traíamos del quiosco a las afueras del pueblo.

—¿Y esto qué quiere decir?

En ese momento Mitsuki tenía dudas, muchas dudas, no sabía cómo actuar a partir de ese punto, nada de lo que estaba diciendo la sacerdotisa tenía sentido para ella. Los humanos no poseían poderes, era así de sencillo.

—Que los dioses lo ven como parte de su pueblo —afirmó la mujer con calma—, y en cuanto a nosotros los simples mortales haremos todo como es la voluntad de los dioses.

»Ve y consigue algo de cuero para un collar de omega, yo iré a traer agua del estanque de la diosa para el baño del muchacho. Presentaremos al nuevo omega.

—Pero aún sigue en celo.

—Sabes muy bien que el celo de presentación solo dura un par de horas, antes de mediodía estará listo para salir al mundo —declaró la anciana—. Así que no perdamos el tiempo y consigamos lo necesario para la presentación.

—Pero esto lo hace la familia. Sabes bien que esos forasteros no pueden entrar aquí y el pueblo no irá a donde ellos —recordó Mitsuki sin saber que hacer, todo eso era muy extraño, si por ella fuera simplemente mandaría al peliverde a casa y se olvidaría del problema.

—Él solo tiene un padre alfa, tú consigue un omega que quiera adoptarlo —indicó la anciana.

La omega líder se quedó en medio de la habitación viendo como la sacerdotisa tomaba sus implementos para realizar la presentación, como si lo que sucedía fuera normal y no lo era. Mientras que Chiyo solo se concentraba en hacer memoria de las cosas necesarias para la pequeña ceremonia que debía oficiar.

—¡Esto es una locura! —exclamó la rubia al final cuando decidió que nada de lo que decía la anciana estaba bien.

—Nada de locuras, no tenemos tiempo para eso, el chico tiene dieciocho, hoy es el festival de cacería, si terminamos con su presentación temprano puede participar —comentó alegremente la mujer.

—Es humano, los humanos no tienen destinados —recordó Mitsuki.

—Lo sé, pero por tres años he ido a comprar a su puesto el día del festival y he visto la expresión de anhelo que suele tener —contó la mujer mayor—. Siempre quise que participara, sin embargo, no podía sugerirlo. Ahora que tengo el permiso de los dioses, entonces no desaprovecharé la oportunidad, quizás el año que venga el consejo de líderes no se lo permita.

—Chiyo, ¿te estás escuchando?

—No pasa nada Mitsuki, los humanos no tienen destinado, el muchacho solo irá y verá que sucede, se divertirá un poco y regresará a casa con un sueño cumplido —comentó la mujer tomando su abrigo—. Tengo que decirle a algunos jóvenes omegas que lo cuiden. ¿La hija de los Uraraka participará este año cierto?

—¡Sacerdotisa! —exclamó la rubia, pero fue ignorada, únicamente pudo quedarse viendo como lo pequeña mujer salía a toda prisa.

Recuerden votar y comentar, saben que eso me ayuda mucho, y si lo hicieron gracias.

Si ven algún error no duden en decírmelo, se los agradecería enormemente.

No siendo más nos leemos en la próxima actualización o en otra de mis historias.

Los quiero.

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