15
Sus hijos se habían adelantado a regresar a la casa después del entrenamiento, Shota había llegado varios minutos después. Estaba amargado esa mañana, había esperado que la tormenta sucediera, pero no fue así, por lo menos el celo de Hitoshi había pasado, permitiéndole a Izuku regresar a la casa.
—¿No se suponía que esa mujer no se equivocaba? Incluso hay mejor clima que ayer —se quejaba el pelinegro acercándose a su cabaña, para encontrarse con la sorpresa de hallar a varias personas de pie junto a esta—. ¿Qué pasa aquí?
—Buenos días Aizawa, es un gusto volver a verte después de un año —dijo uno de los hombres acercándose a Shota.
—Keigo, pensé que faltaba un mes para que llegarán.
—Surgieron algunas cosas que nos hicieron adelantar el viaje —comentó el mercader—. Podemos pasar, el frío del norte es demasiado, no sé cómo hacen para vivir aquí.
—Si claro entren —dijo Aizawa yendo hacia la puerta para abrirla dejando pasar a todos.
La cabaña estaba cálida y el olor a comida recién hecha flotaba en el aire, Izuku seguramente había hecho el almuerzo para llevar a su cita. Esa idea hizo fruncir el ceño al pelinegro.
—Es un bonito lugar —dijo uno de los hombres que iban con Keigo, alguien al que Shota no reconocía.
Era un muchacho alto, de aproximadamente la edad de su hijo mayor, con el cabello de dos colores distintos y expresión fría.
—Mis hijos y yo lo hemos mantenido con mucho esfuerzo —contó el alfa quitándose las botas y el abrigo en la entrada, poniéndolos en un mueble que tenía allí—. Quítense las botas, no quiero nieve por toda mi casa.
—¿Dónde se encuentra Izuku? —preguntó el mercader buscándolo con la mirada.
—En la cocina —respondió el pelinegro agregando más leña a la chimenea—. ¿Para qué lo necesitas?
—Bueno, Aizawa estos jóvenes que vienen conmigo son del reino Sivatag y vienen a proponerle algo a tu hijo —contó el rubio un poco incómodo con la idea, pero como buen súbdito no tenía más opciones.
—Vine a ofrecerle a Izuku la mano de mi hermana y un título de nobleza —dijo el muchacho bicolor irrumpiendo en la conversación—. Soy Shoto Todoroki, el príncipe heredero de Sivatag.
—¿Por qué Sivatag está haciendo tal propuesta a mi hijo? —cuestionó Aizawa viendo a Keigo con ojos acusadores—. Él es solo un joven campesino, no está a la altura de la honorable princesa de un reino tan poderoso.
—El rey Enji ha salvado a Yuei de las garras de Shigaraki, así que la vida del príncipe Izuku ya no está en riesgo —explicó el mercader rápidamente.
—Entonces quieren a mi pequeño para de alguna forma consolidar su soberanía en las tierras de Yuei —concluyó Shota—. Van a casarlo con una princesa y lo exhibirán ante el pueblo con un título noble sin verdadero poder.
La voz de Shota era dura, de inmediato rechazó la idea. Si Izuku fuera un beta simplemente le hubiera molestado, sin embargo, lo habría dejado decidir, pero ahora que sabían que era omega la respuesta era un rotundo no.
En el reino Sivatag los omegas no tenían ni voz ni voto, eran como objetos decorativos que se veían lindos para sus alfas. Él no deseaba una vida así para su hijo, sabía que el mismo Izuku detestaría vivir de ese modo, no obstante, ¿qué podía hacer él para salvar a su hijo? Ese príncipe se lo llevaría sin que pudiera decir nada, si no lo hacía ahora lo haría después, no había escapatoria, al menos eso creyó Aizawa hasta que volvió a sentir el olor a comida.
—Lo lamento mucho su alteza —comenzó el pelinegro con fingida pena—. Pero hace poco se celebró un festival de suma importancia en la isla y la pareja de Izuku fue decidida, así que él ya está comprometido.
Shoto tuvo que detener a Tenya Iida, su guardia personal y mejor amigo, el cual pretendía, probablemente, golpear al alfa de cabello negro que estaba siendo demasiado grosero con él, un príncipe. Y aunque Todoroki también se sentía furioso por los modales de aquel hombre, sabía que de este dependía que el plan de su padre se llevara a cabo, así que debía intentar razonar con el alfa mayor.
El príncipe iba a hablar, un plan ya estaba formándose en su cabeza. Recordaba que en esas islas los forasteros no eran bienvenidos y por lo que le había contado Keigo, aquella familia era completamente rechazada en aquel lugar, así que solo tenía que ir por ese camino para lograr su objetivo, empero antes de que pudiera hablar la puerta fue tocada varias veces.
—Permiso —dijo Shota caminando a la puerta para abrir una pequeña ventana en esta y ver a quién tocaba, antes de abrir—. Señor Kaminari, ¿a qué debemos su presencia?
Un hombre alto de cabello castaño claro entró en la casa, era un alfa que desprendía olor a pan caliente y a coco.
—¿Está su hijo mayor? —preguntó el hombre mientras cerraban la puerta tras él.
—Hitoshi se encuentra alistando la mercancía —contestó Aizawa—. ¿Para qué necesita a mi hijo, señor Kaminari?
—Podría llamarlo por favor.
La situación lo estaba estresando, empezaba a temer por la seguridad de sus dos cachorros y eso provocaba que su instinto protector comenzara a aflorar, pero debía controlarse.
—¡Izuku! ¡Ve y llama a tu hermano! —gritó Shota controlando el malestar en su voz.
—¡En seguida voy! —respondió Midoriya desde la cocina, luego se escucharon sus pasos y una puerta ser abierta.
Mientras todo eso ocurría, Todoroki se sentía completamente perdido, la conversación que había tenido el alfa pelinegro con el recién llegado fue hecha en un idioma que el joven príncipe no conocía. Era un lenguaje que para sus oídos sonaba tosco y poco refinado, para nada elegante como lo era el propio.
Poco después llegó desde una puerta al fondo de la cabaña un muchacho de cabello violeta y mirada cansada, un alfa, lo que le dijo a Shoto que este no era la persona a la que estaba buscando.
—¿Qué sucede papá? —dijo el recién llegado en el mismo idioma que el bicolor no comprendía.
—Joven Hitoshi, es un gusto verlo —saludó el alfa castaño con una sonrisa—. Mi hijo me contó lo que hiciste por él y quería agradecerte personalmente, además de invitarte a cenar en nuestra casa.
—Oh —el pelivioleta abrió los ojos sorprendido, no esperaba nada de eso cuando su hermano lo llamó—. No debe agradecerme eso, solo hice lo que se tiene que hacer en esos casos.
—No, nada de eso, cualquier otro alfa en tu lugar... Mi esposo y yo realmente lo agradecemos —afirmó el lobo—. Es por eso que nosotros decidimos, si tú estás de acuerdo, que en vista de que la destinada de mi hijo lo ha rechazado, permitir que tú cortejes a mi pequeño Denki.
La sorpresa fue evidente en el rostro de Hitoshi y Shota, aquello era algo que no se esperaban. Mientras que el resto de los presentes no entendían lo que sucedía, no sabían el motivo de la expresión de sorpresa que tenían los dos alfas de la casa.
—Si tengo el permiso de ustedes... —Hitoshi miró a su padre como si pidiera aprobación y vio como este, el cual sabía desde hacía mucho que a su hijo le gustaba aquel omega rubio, asintió en afirmación—. Si tengo el permiso de ustedes, me encantaría cortejar a Denki.
—Eso es perfecto —contestó el señor Kaminari—. Te estaremos esperando hoy a las ocho en nuestra casa para cenar, no te preocupes por el permiso, ya lo conseguimos.
—Si los dioses lo permiten allí estaré —aseguró Hitoshi.
Poco después el visitante salió de la casa, pero antes de que Aizawa pudiera cerrar la puerta otra persona entró a la cabaña saludando con alegría.
—Hizashi tengo visita —dijo con molestia el pelinegro.
—Voy a ver a mi pequeño, está en la cocina, ¿no? —Sin decir nada más, el omega rubio solo se dirigió a la cocina.
—Esto es una falta de respeto para con su alteza —mencionó Tenya ya cansado de que ignoraran a su príncipe de tal manera tan abierta.
—Las personas en esta isla son así —comentó Aizawa—. Se habrían molestado si yo no les hubiera prestado atención a ellos, ustedes solo son forasteros aquí.
Y eso era cierto, para los miembros de los clanes los títulos de nobleza y realeza de otros reinos eran simplemente tonterías sin sentido, por ello rara vez tenían respeto por las personas que los portaban a menos de que estos se ganarán dicho respeto. Además que, ninguno de los miembros del clan que acababan de visitarlos sabía que allí había un príncipe.
—Bien, me gustaría hablar con el príncipe Izuku para concertar los detalles del viaje de regreso y la boda —pidió Shoto concentrándose en lo que realmente le atañía—. ¿Podrías llamarlo?
Aizawa quería decir que no, que no iba a llamar a su hijo y mucho menos lo dejaría ir, pero también tenía el deber de decirle a Izuku lo que estaba sucediendo. Así que con un suspiro de cansancio se resignó.
—¡Izuku! ¡Ven un momento! —llamó Shota.
Al poco tiempo el peliverde salió de la cocina limpiándose las manos con un paño. Las mejillas de Izuku estaban sonrojadas y su cabello ondulado se encontraba medianamente peinado con un mechón echado hacia atrás.
—¿Qué sucede Aizawa? —preguntó el pecoso.
Todos en la sala pudieron sentir el alegre aroma a leche y miel que desprendía el pecoso, para nadie paso de ser percibido que el peliverde era un omega.
—Esto es estupendo su alteza, llevaremos a este omega con nosotros y podrás casarte con él, eso consolidará de manera más firme el poder de Sivatag en Yuei —comentó Iida completamente feliz, las cosas habían salido mejor de lo que planificaron.
—Espera, ¿cómo que me llevarán a otra parte y me casarán con alguien? —cuestionó Izuku con malestar sintiendo como las manos de Hizashi se apoyaban en sus hombros y feromonas protectoras salían del omega rubio—. ¿Quiénes son ustedes y por qué creen que tiene algún derecho de elegir sobre mi vida?
—¿Qué sucede Deku? —preguntó Yamada no entendiendo lo que decía su pequeño, pero sabiendo que algo estaba mal por el cambio de humor del menor.
—Soy el príncipe Shoto Todoroki, mi reino ha ayudado al tuyo a liberarse de las garras de Shigaraki, pero ahora te necesitamos —contó Shoto rogando porque el omega volviese a hablar.
La voz dulce, pero masculina de Midoriya, el marcado acento exótico con el que habló que empañaba un poco el idioma de Sivatag y la fuerza que puso en cada palabra habían encantado al bicolor.
Antes de que Izuku contestara algo, la puerta fue tocada dos veces con un poco de fuerza y Aizawa se asomó por la pequeña ventana.
—Llegaron por ti Izuku —dijo el pelinegro abriendo la puerta dejando entrar al joven y al lobo que esperaban del otro lado.
—Buenos días señores Midoriya —saludó Bakugo—. ¿Ya está listo Deku?
—¡Kacchan! —exclamó Izuku aliviado.
Datos curiosos, Hitoshi, Izuku y Aizawa saben hablar cuatro idiomas; el de los clanes, el de Yuei, el del país natal de Aizawa y el de Sivatag.
Recuerden votar y comentar, saben que eso me ayuda mucho, y si lo hicieron gracias.
Si ven algún error no duden en decírmelo, se los agradecería enormemente.
No siendo más nos leemos en la próxima actualización o en otra de mis historias.
Los quiero.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro