14
Cuando Aizawa vio a su pequeño sentado en la mesa de Hizashi comiendo el almuerzo estuvo a punto de golpearlo. ¡No pudo dormir por estarlo buscando y él estaba comiendo como si nada!
Había pensado lo peor, en algún punto de la noche se imaginó que a su hijo le había sucedido algo realmente malo, sobre todo después de ver el estado en el que se encontraba el interior de su puesto. Ya por la mañana, después de encontrarse con Masaru por casualidad a la orilla norte del pueblo, pudo ir a buscarlo en la casa del omega rubio.
Ahora que se encontraba frente al pecoso, tenía un deseo enorme de golpearlo, gritarle y regañarlo. ¿Cómo pudo hacerle eso a su padre? ¿Cómo podía preocuparlo de esa forma y estar tan tranquilo?
—¡¿Dónde te habías metido!?
—Lo siento Aizawa, es que Hitoshi entró en celo, luego me llevaron a presenciar un parto. ¡Le puse el nombre a un bebé! —contó el peliverde.
—Eres un mocoso inconsciente —dijo el alfa tomando a su hijo entre sus brazos—. No vuelvas a asustarme así.
La puerta fue tocada en ese momento y Hizashi, quien había tomado su distancia de padre e hijo para darles privacidad, fue a abrirla. Del otro lado se encontraba Katsuki con una canasta en su mano.
—Buenos días señor, supe que Izuku estaba aquí —dijo el rubio—. Vine a traerle este presente y a pedir el permiso de ustedes para llevarlo el día de mañana a mi entrenamiento.
—Por supuesto —dijo Hizashi.
—No —contestó Shota separándose de su hijo para caminar a la entrada.
—No seas así, deja que el niño vaya, de seguro se divertirá.
Aizawa solo gruñó sabiendo que de todas formas ese omega haría ir a su cachorro. Que lo llamen padre celoso, pero no le agradaba que cortejaran a Izuku.
—Deku, te traje esto —dijo Bakugo mirando al peliverde en la mesa.
Un poco cohibido el pecoso se levantó de la silla y fue hasta la puerta para recibir la canasta cubierta por una tela. Con curiosidad alzó un extremo del tejido y sintió el olor a tarta caliente, era de manzana y algo más.
—Espero te guste lo dulce —soltó el rubio con voz tímida—. ¿Quieres ir más tarde conmigo a dar un paseo?
—Está haciendo frío —dijo Aizawa.
—Me parece una gran idea —comentó Yamada.
—Va a nevar más tarde —mencionó el alfa mayor.
—Si quiero alfa —soltó el omega interno de Izuku usando la voz de este.
—¡Qué bien! Vengo en una hora por ti —declaró Bakugo con una sonrisa—. Nos vemos, hasta luego señores papás de Deku.
Katsuki salió corriendo hacia donde Kirishima le esperaba.
—Dijo que si, ves, te dije que funcionaría pelo de mierda. —Se escuchó decir al rubio cenizo.
—Qué bien hermano, realmente fue buena idea que hicieras las tartas tú —comentó el pelirrojo casi en un grito alegre.
—Fue bueno que el señor Kaminari me echara una mano con eso —respondió Bakugo ya oyéndose un poco más lejos.
—Ahora solo tienes que conseguir algo para traer de regalo más tarde, que lástima que en invierno no hallan flores —contestó Eijiro y luego solo fue audible la risa del pelirrojo y los pasos de ambos mientras corrían.
—No me gusta ese muchacho —afirmó el pelinegro.
—No ha hecho nada malo, es más, está haciendo todo de forma correcta, tú solo eres un papá alfa celoso —declaró Hizashi con una sonrisa cerrando la puerta.
—No estoy celoso.
—Por supuesto, diré que así es e ignorare las feromonas posesivas que estás soltando.
Mientras los mayores discutían Izuku había regresado a la mesa y sacado de la canasta una tartaleta de manzana. El pecoso únicamente pudo sonreír al ver que sobre la dorada capa de masa se hallaba dibujada de forma desastrosa una oveja, haciendo las veces de los agujeros para el vapor.
"¿Cómo se supone que voy a rechazarlo si se porta tan dulce?", pensó Izuku mientras comida un pedazo del rico postre.
«No lo rechazamos, alfa está siendo bueno con nosotros», respondió su omega interno.
"¿Sabes que el pueblo no nos acepta?", preguntó Midoriya apoyando una mejilla en la mesa mientras comía más de la deliciosa tartaleta.
«Ellos no me importan, además eso no es cierto, hay muchos que nos aceptan»
Con aquella afirmación de su omega interno, Izuku dirigió su mirada a Hizashi y sonrió al verlo discutir con Aizawa como si de una pareja de casados se tratara.
Esa imagen le hizo darse cuenta de que lo que decía su omega interno era cierto, no todos en el pueblo lo rechazaban, hasta ese momento había conocido a muchas personas que lo habían aceptado de forma tan natural que era como si siempre hubiera sido parte del clan.
«Es por qué siempre lo hemos sido, crecimos aquí, ¿no es así?»
—Sí, crecimos aquí —murmuró Izuku.
—Vamos a caminar por el pueblo —informó Katsuki cuando Izuku salió de su casa, el rubio tenia planeado llevarlo a la plaza y regalarle alguna cosa de la que el pecoso se antojara, un plan infalible según Kirishima.
—Lo siento Katsuki, no creo que pueda ir —dijo el menor con una sonrisa triste—. Va a haber tormenta, la vecina del frente tiene el don de predecir el clima y...
—Oh, supongo que por eso mi viejo estaba tan preocupado hace un rato.
—Creo que será a la próxima, Katsuki.
Bakugo se quedó mirando a Izuku, este claramente quería dar la vuelta y regresar al interior de la casa, pero él no estaba muy dispuesto en dejar las cosas así, al menos podían hablar un poco, unos cuantos minutos eran suficientes.
—Sabes, quiero que me pongas un apodo —soltó Katsuki y quiso golpearse allí mismo por abrir su boca para decir semejante tontería, empero realmente quería eso, era algo que había escuchado de las parejas en el entrenamiento y simplemente lo deseaba.
—¿Quieres un apodo? —preguntó Izuku confuso.
Al final Katsuki decidió que era su oportunidad de acercarse al pecoso, de que sintiera que tenían un poco de confianza, después de todo ponerle un apodo a alguien era una muestra de cercanía.
—Sí, eso quiero Deku —aseguró Bakugo.
—Me llamó Izuku.
—Lo sé, pero tú padre omega te llama Deku y me parece lindo.
—Es más lindo Izuku.
—Considéralo un apodo —ofreció Katsuki para evitar enojar al omega.
Por su parte Midoriya solo negó con la cabeza resignado, ese alfa era terco, realmente terco. Aquel conocimiento le estaba empezando a dar un poco de miedo, pues si realmente era tan obstinado como estaba dando a entender, entonces el rechazarlo sería mucho más complicado de lo que creía.
«Katsu suena lindo cómo apodo», sugirió el omega interno de Izuku.
"¿Realmente estás considerando darle un apodo?", preguntó el peliverde contrariado, si le daba un apodo obviamente le sería más difícil hacer que Bakugo desistiera.
«Alfa nos lo pidió, igual si no lo haces tú lo haré yo», amenazó el omega haciendo temblar al pecoso.
Izuku sabía que aquello era cierto, que el omega tomaría las riendas de su voz y diría lo que el alfa quería escuchar y aquello simplemente no le agradaba al pecoso. Así que, con resignación decidió darle ese apodo a Katsuki.
Lo pensó un momento, quizás si le ponía algo que no le gustara al rubio podría hacer que esa situación jugara a su favor. Tenía que pensarlo con detenimiento usando todo lo que sabía del alfa.
Bakugo era alguien orgulloso, un guerrero diestro por lo poco que había escuchado hablar a las personas, era muy masculino y le gustaba dar una imagen imponente, llena de autoridad. Con todo eso en mente el pecoso creyó tener el apodo perfecto para hacer enfadar al futuro líder.
—Bien, te pondré un apodo —dijo Izuku cuando salió de sus pensamientos cortando el largo silencio—. Espero que te guste.
—Ten por seguro que lo amaré —afirmó Katsuki con seguridad.
—Bueno, tu apodo será Kacchan. —Las palabras del peliverde fueron acompañadas por una sonrisa dulce y falsa. Luego solo se quedó allí esperando a que el otro estallara, pero para sorpresa de este eso no pasó.
Bakugo miró al pecoso con una sonrisa aún más grande que la que ya tenía antes de abrazarlo fuerte y darle un beso en la mejilla.
—Es un apodo muy cariñoso —mencionó el rubio cenizo con el corazón acelerado—. Gracias Deku.
Si, definitivamente las cosas no le salían como quería a Izuku cuando se trataba de Katsuki. Si tan solo pudiera aceptarlo libremente y dejarse llevar por los acontecimientos para así disfrutarlo todo, eso sería simplemente estupendo.
—Te recogeré mañana a las seis y media de la mañana —dijo Katsuki al separarse del abrazo.
—¿Si recuerdas que te dije que va a haber tormenta? —recordó Midoriya.
—Lo recuerdo bien, pero ya sabrás que si mañana amanece y todavía hay una maldita tormenta atacando, nuestra cita se aplazara —comentó el rubio cenizo—, pero si por lo contrario tenemos la puta suerte de que amanezca haciendo un buen día, cosa que confío que pase, entonces vamos a nuestra cita.
—Tú tienes mucha fe, yo no creo que pase —afirmó el pecoso.
—Deja de decir mierda, hay que pensar siempre en que las cosas que quieres sucederán —indicó el alfa—, entonces estas suceden, es por eso que te tengo a ti, porque siempre estuve seguro de que encontraría a mi destinado.
—¿Así que solo me aceptas porque soy tu destinado? —dijo Izuku en un susurro lleno de amargura.
—Nunca sentí repudio por ti o algo parecido —declaró Katsuki al escuchar las palabras que sabía no fueron pronunciadas para que él las escuchara—. Tampoco voy a mentirte y decir cosas como que siempre me llamaste la atención, sin embargo, para mí solo eras alguien más del pueblo, otro muchacho de mi edad que vivía en la isla con su familia y se levantaba cada día temprano a trabajar.
»Nada muy diferente a cualquiera de las otras miles de personas que viven en este lugar.
—Eso no cambia nada —murmuró Izuku mirando el suelo.
—Lo pondré de esta forma. Para mí todo este tiempo has sido un habitante más de la isla, como las personas que viven en la casa del frente, el cocinero que tiene su puesto en esquina de la plaza donde vende aquel platillo malditamente picante que tanto me gusta o incluso mi puto mejor amigo Kirishima, es así de simple.
Izuku levantó la mirada y contempló el rostro de Katsuki por un instante como si de alguna forma pudiera encontrar en sus facciones algo que le revelara la verdad detrás de sus palabras, pero no había nada allí, el rubio había dicho justo lo que quería decir.
—¿Y si yo hubiera puesto un pie dentro del pueblo sin permiso de tus padres? —preguntó el pecoso todavía con duda.
—Si no tenías un buen motivo para ello te habría sacado —respondió con seguridad el rubio—. Las reglas son reglas, y aunque mis viejos juran que a mí me importa mierda ese tipo de cosas, la verdad soy estricto con ellas.
—¿Así de simple?
—Si intentas sacarme alguna estupidez como la tontería del odio a los forasteros no la vas a encontrar. Soy un lobo y obviamente soy receloso con los que no son de mi pueblo, pero crecí viéndote Deku, no me es difícil aceptarte como mi destinado.
—¿Entonces me aceptas? —Midoriya solo quería estar seguro de eso, necesitaba estar seguro de ello.
—Claro que sí, te acepto, para mi alfa tú eres parte de mi pueblo, es así de sencillo mi bello omega.
Al escuchar esas palabras Izuku sonrió suavemente, solo un pequeño estiramiento de las comisuras de sus labios, pero era la sonrisa más genuina y feliz que Bakugo hubiera visto jamás, y por eso mismo fue la más hermosa que sus ojos hubieran contemplado.
Estoy tiste, hace como una hora me acorde que tenía que publicar y no queriendo dejarlos esperando, además que el capítulo ya estaba prácticamente listo, le eche una leída y ahora se los publico. Perdón por la demora.
Recuerden votar y comentar, saben que eso me ayuda mucho, y si lo hicieron gracias.
Si ven algún error no duden en decírmelo, se los agradecería enormemente.
No siendo más nos leemos en la próxima actualización o en otra de mis historias.
Los quiero.
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