Capítulo 2
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Chan no dejaba de ver ensimismado el lugar que se encontraba frente a él. Se hallaba afuera de una casa que no le parecía muy grande pero definitivamente sí lucía lujosa, ni de chiste él podría costear algo así. Debido a que las rejas le permitían ver hacia dentro, logró ver un poco el lugar.
Afuera de la casa había una fuente y notó un garaje que, por el momento, parecía estar cerrado pero dedujo que debía haber como mínimo dos autos pues el lugar era bastante amplio.
Habían pasado un par de días desde la última vez que se vieron y debido a que Chan había estado ocupado con el trabajo, finalmente podían volverse a ver. Mentiría si dijera que no se encontraba nervioso. Quizás no tanto como cuando iba a conocerlo pero todavía había ese nerviosismo.
Miró alrededor y notó un timbre en una de las paredes, tomó una bocanada de aire antes de tocar y no tardaron mucho en responder.
— Buenas tardes, ¿qué desea? — habló una voz masculina.
Chan sonrió levemente — Buenas tardes, estoy buscando a Changbin — replicó, mordiendo su labio.
— ¿De parte de quién, perdón?
— Chan, seguramente me conoce — le aseguró y el hombre al otro lado no dijo nada, por lo que supuso que iba a hablar con el dueño.
No mucho después las rejas se abrieron y dudoso se adentró, encontrándose con un hombre, quien seguramente era el guardia pero pronto llegó una mujer que debía estar en sus 40s y le sonreía ampliamente, así que se la devolvió.
— Llévalo con el señor Seo, ¿sí? — le pidió el hombre y la mujer en seguida asintió antes de comenzar a caminar sin importarle realmente si Chan iba detrás de ella.
Chan le hizo una rápida reverencia al guardia como disculpa antes de caminar con rapidez detrás de la mujer para no perderla. Supuso que debía ser la mucama del hogar pues además llevaba un vestido negro con blanco que le llegaba a los tobillos y su cabello estaba suelto.
Una vez adentro, notó que el piso era de loseta blanca, en la sala había una chimenea y los sofás eran de un color blanco. Logró ver un poco de la cocina, que tenía una isla y había mujeres moviéndose de un lado a otro que, debido a que llevaban el mismo vestido, supuso que también eran mucamas y se encontraban haciendo la comida.
No cabía duda que Changbin tenía mucho dinero.
Al cabo de un rato, finalmente llegaron al segundo piso, donde se encontraban varias habitaciones pero se dirigieron a una y luego de que la mujer a su lado tocara la puerta y le permitieran el paso, abrió y se adentró a la habitación. Era un estudio bastante amplio, tenía un escritorio en una esquina y a un lado se hallaba un estante lleno de libros. Más al fondo había una mesa con un par de sillas, además de un sofá de dos piezas.
Entonces lo vio. Estaba parado frente a un enorme ventanal, sus brazos se encontraban en su espalda y miraba ensimismado afuera.
— Aquí está, señor — habló la mujer, llamando la atención del hombre.
En seguida se dio la vuelta y notó que traía un cigarro entre sus labios, esbozando una sonrisa de lado. Chan no pudo evitar pensar que aquello había sido caliente — Gracias, Jiwon. Diles a todos que no suban en un buen rato.
La mujer no cuestionó nada y asintió con la cabeza, hizo una reverencia antes de darse la vuelta y salió al poco rato.
Hicieron contacto visual y Chan le sonrió tímido pero Changbin amplió su sonrisa, acercándose hacia él. Tragó duro, sintiéndose nervioso de repente.
— ¿Sabes por qué estás aquí, lindo? — preguntó una vez que estuvieron lo suficientemente cerca.
No, no lo habían hablado. Cuando Changbin le había enviado un mensaje el día anterior no le explicó por qué quería verlo, y a decir verdad, Chan no se había atrevido a preguntar así que estaba bastante confundido de la razón por la que se encontraba allí.
Chan mordió levemente su labio inferior antes de hablar: — N-no — admitió en voz baja, esperando que Changbin le explicara.
Vio al hombre frente a él llevar dos de sus dedos al cigarro, dándole una calada antes de expulsarlo sobre el rostro de Chan, quien cerró los ojos levemente sorprendido y escuchó una pequeña risa.
Incluso tenía una risa atractiva y Chan se sentía desfallecer.
— ¿Eres virgen, Chan? — soltó, sin ningún filtro.
Sabía que tarde o temprano iban a acostarse pero aquello sí que lo sorprendió, incluso había abierto los ojos. Por otro lado, Changbin sólo tenía una ceja alzada, sin saber cómo tomar esa respuesta.
— C-claro que no — tartamudeó y mentalmente se maldijo pues no había sido su intención hacerlo.
— ¿Estás seguro? — insistió y esta vez, Chan sólo asintió — Necesito palabras, Chan. No me molesta que seas virgen si es el caso pero necesito saberlo. Puedo ser todo lo que quieras menos bruto, no quiero lastimarte.
Chan hizo una línea con sus labios y no dejó de mirarlo en ningún momento — Estoy muy seguro, antes me tomaste desprevenido y no pude evitar sentirme avergonzado.
Entonces Changbin asintió con lentitud, comprendiendo — Me gusta que sean obedientes así que espero que lo seas o habrá consecuencias. — le dijo, pero que había sonado más como una advertencia, dándole una nueva calada a su cigarro — Espero que seas un niño bueno para papi.
Claro que Chan sabía sobre aquel juego de roles: dos personas teniendo relaciones sexuales en el que uno es llamado papi y el contrario bebé. Nunca le interesó ni le llamó la atención, él ha tenido únicamente sexo vainilla pero no sintió la necesidad de buscar otra cosa. Había estado contento con ello hasta ahora.
El escuchar a Changbin llamarse a sí mismo por aquel apodo le hizo sentir una ligera corriente eléctrica.
— L-lo seré — replicó en voz baja y sintió dos dedos en su mandíbula, notando como la distancia se había acortado, provocando que sus respiraciones se mezclaran.
— ¿Cómo se dice? — preguntó el hombre también en voz baja, sus fosas nasales llenándose del olor del tabaco.
Chan había probado una vez el cigarro cuando era más joven. Todos en su escuela fumaban y debido a las influencias de sus amigos, le dio una calada un día después de clases pero no le gustó, por lo que sólo se dedicó a ver a sus amigos hacerlo. Había pensado que tenía un olor horrible y no sabía tan bien como todos juraban pero ese día, frente a Changbin, no pudo evitar pensar que era todo lo contrario.
— Papi — entonces Changbin unió sus labios y Chan no tardó en corresponderle el beso.
Era un beso apasionado y aunque Chan ha besado y ha tenido varias parejas, pensó que nadie lo hizo como Changbin. Supuso que eran los años, seguro que ha besado a mucha gente, lo que lo volvió mejor con el tiempo.
Sin separarse de él, Changbin se dio la vuelta y se sentó en el sofá con Chan en su regazo, tomando sus caderas con ambas manos, moviendo estas sobre su entrepierna, provocándoles leves gemidos a ambos. Estaban poniéndose duros que los pantalones comenzaban a apretar, Chan buscó más contacto con sus caderas con rapidez sin dejar de besarlo, hambriento.
Pero entonces Changbin se separó y Chan se detuvo, mirándolo con el ceño fruncido sin saber por qué se había separado. Al ver su reacción, el hombre habló: — Ponte de rodillas, lindo.
Sin pensarlo dos veces, Chan así hizo y comenzó a abrirle los pantalones a Changbin, acariciando el pene ajeno sobre los boxers, sacándole gruñidos roncos. Chan lo miró y notó que tenía la cabeza echada hacia atrás con los ojos cerrados, por lo que no pudo evitar sonreír ladino, satisfecho de verlo así. No mucho después, sacó su miembro y comenzó a masturbarlo levemente, escuchando las maldiciones de Changbin entre jadeos y suspiros.
Al cabo de un rato, comenzó a lamer su pene desde el tronco hasta la base antes de introducirlo por completo a su boca y escuchó a Changbin gruñir antes de darle una nueva calada a su cigarro. Entonces fue moviendo la cabeza de arriba hacia abajo, lamiendo alrededor de este con lentitud al principio y sintió una mano en sus cabellos. Chan en seguida aceleró sus movimientos con aquello y Changbin inconscientemente comenzó a mover sus caderas, buscando más contacto con la boca ajena.
El hombre siguió moviendo sus caderas con rapidez, provocándole una que otra arcada a Chan pero que no le interesaron, dejándose hacer mientras gemía suavemente ante la brusquedad.
Aquello le mandó vibraciones a Changbin en su pene, gruñendo y con la voz ronca, habló: — No te detengas precioso, estoy cerca — le avisó.
No pasó mucho hasta que finalmente se corrió y Chan tragó todo lo que pudo, manchando un poco las esquinas de su boca. Se levantó y vio a Changbin con la respiración agitada. Sonrió ladino y comenzó a desvestirse sin dejar de mirar al hombre frente a él pero que al principio no le devolvía la mirada.
Hasta que lo hizo. Notó los ojos de Changbin volverse oscuros, llenos de lujuria y morder su labio mientras lo miraba de arriba hacia abajo.
Se detuvo por un momento y Changbin lo miró, ladeando la cabeza con intriga — ¿Tienes condones? — inquirió.
El hombre se limitó a sonreír sin mostrar los dientes — Están en el cajón — le dijo y Chan asintió antes de caminar hasta allá en busca del pequeño sobre bajo la atenta mirada ajena.
Cuando finalmente lo encontró, regresó hacia donde se hallaba Changbin, entregándole el condón y dejó que se lo colocara mientras se quitaba los boxers con lentitud. Pues a decir verdad, le daba pena estar completamente desnudo con un hombre que a penas conocía.
Aunque sabía que era muy tarde para eso.
Luego se dio cuenta y lo miró con el ceño fruncido, por lo que vio a Changbin imitarlo pues no entendía — Eso es injusto, estás vestido por completo — acusó, sin dejar de fruncir el ceño, queriendo demostrar su inconformidad.
Entonces Changbin soltó una gruesa carcajada — Tienes razón. — estuvo de acuerdo — ¿Qué quieres que me quite? — preguntó, dejando que él decidiera.
Chan se mordió el labio por un momento pero él sabía exactamente lo que quería que el hombre se quitara — La camisa.
Changbin asintió y en seguida comenzó a desabrocharse esta, tirándola en alguna parte de la habitación y Chan relamió sus labios.
Tenía un cuerpo increíblemente bien trabajado, no se comparaba para nada al suyo. Que, hacía ejercicio (o al menos antes pues no ha hecho de nuevo) pero sin dudas el suyo lo estaba más. No parecía que hacía ejercicio en exceso y sin embargo, aquello le encantaba a Chan. Lo hacía ver más grande que él.
Por si no fuera poco, su torso estaba lleno de tatuajes, desde dibujos hasta algunas palabras e incluso números que se hallaban en las diferentes partes de su cuerpo, algunos en las costillas, en los hombros e incluso en su cintura.
Era increíble lo atractivo que aquel hombre era.
— ¿Terminaste de verme? — se burló Changbin con una sonrisa y aquello lo sacó de sus pensamientos, sacudiendo un poco su cabeza.
Caminó hasta a él y se sentó en su regazo, tomó el pene de Changbin entre su mano una vez que se levantó y lo alineó a su entrada, comenzando a bajar lentamente, cerrando los ojos mientras echaba la cabeza hacia atrás.
No tenía mucho desde la última vez que tuvo sexo pero definitivamente no se comparaba al gran tamaño que Changbin tenía, lo cual lo hacía levemente más difícil.
Pronto, comenzó a mover sus caderas de arriba hacia abajo con lentitud al principio, soltando leves gemidos de vez en cuando.
Entonces Changbin llevó sus manos a las caderas del chico, tomándolo con algo de fuerza y soltó un ligero gruñido. Le estaba encantando la manera en la que lo apretaba tan deliciosamente.
— Ngh papi, m-más rápido — gimió Chan como pudo cuando finalmente se acostumbró, moviéndose con rapidez.
Changbin sonrió ladino ante sus palabras y sin pensarlo dos veces, comenzó a mover sus caderas, escuchando las pieles chocar ante las rudas estocadas. Chan echó la cabeza hacia atrás, llevando sus manos a la espalda ajena, enterrando sus uñas con fuerza mientras seguía jadeando y gimiendo.
Quizás eso iba a dejar marcas pero a ninguno le importó.
Se acercó a la curvatura de Changbin, ahogando sus gemidos en este pues no quería ser muy escandaloso ya que sabía que no eran los únicos en aquel lugar. Sabía que no era la primera vez que llevaba a alguien a su casa para acostarse con él y que los trabajadores sabían lo que hacía con sus parejas pero Chan lo último que quería era ser demasiado obvio.
Todavía le quedaba un poco de dignidad.
— Déjame escucharte, lindo. — susurró cerca de su oído y aquello inevitablemente le mandó corrientes eléctricas por su espina dorsal. Chan negó con la cabeza un poco, no quería que lo escucharan — Hazlo o me aseguraré de follarte más duro para que no seas capaz de cubrirte — esta vez, sonaba más demandante pero no dejaba de susurrar. Supo que ya no estaba pidiéndolo por las buenas.
Chan en seguida se separó y sintió ser embestido con rudeza, provocando que comenzara a gemir más fuerte irremediablemente. Incluso sus ojos comenzaron a aguadarse, se sentía tan jodidamente bien.
— Gime para papi, cariño — le dijo en medio de un gruñido, abusando de su entrada y Chan soltó un gemido agudo.
— ¡A-ahí papi, más duro! — gimió cuando tocó su próstata.
Changbin siguió follándolo con fuerza al escucharlo, llevando una mano a sus pezones para jugar con estos un poco, sacándole un leve jadeo.
Chan mordió su labio con algo de fuerza que pensó que iba a sacarse sangre cuando llevó una mano a su pene que se encontraba desatendido, masturbándolo un poco y sintiendo que en algún momento iba a correrse. Ya no iba a poder aguantar más.
Sintió una mano ajena tomar la suya que se encontraba en su pene, ayudándolo a masturbarse y Chan acercó sus labios a los de Changbin, acunando su rostro antes de darle un beso con fervor que fue correspondido gustoso, soltando gemidos en medio de este de vez en cuando.
— Mierda, estoy cerca — avisó Chan cuando se separó con la voz agitada, juntando sus frentes mientras seguía gimiendo.
Changbin sin dejar de masturbarlo, le dijo también con la voz agitada: — Córrete, lindo.
Chan soltó un pequeño gemido antes de correrse en la mano del hombre y manchando un poco sus abdómenes. No mucho después le siguió Changbin, quien gruñó y se quedaron así un rato en lo que regularizaban sus respiraciones.
Nunca había tenido sexo así. No había sido demasiado diferente a lo que había tenido antes pero sin dudas juró que nadie era tan bueno como Changbin. Fue demasiado caliente y no podía esperar a la siguiente vez que lo hicieran.
— Carajo, qué hora es — preguntó Chan alarmado luego de un rato, buscando con la mirada su móvil pero no lo logró.
— Las 3:10 — replicó Changbin e hicieron contacto visual, notando como Chan abría los ojos con sorpresa.
— Mierda, se me hace tarde. — en seguida se levantó de encima y escuchó a Changbin quejarse pero no le dio importancia. El hombre se quitó el condón y le hizo un nudo, tirándolo en un cesto después — ¿Tienes pañuelos? — inquirió, mirando al hombre, quien asintió y le señaló el escritorio con la cabeza.
En seguida los vio sobre la mesa de roble y tomó un par, limpiándose con rapidez antes de comenzar a recoger su ropa y colocársela de vuelta.
— ¿Entonces sólo coges y te vas? — le dijo Changbin y aunque su pregunta fue en tono de burla, Chan no estaba en el momento de hacer chistes.
— Tengo que ir al trabajo y se me hace tarde — explicó brevemente pero sin mirarlo, poniéndose la camisa y luego los zapatos.
— ¿Por qué trabajas si se supone que te iba a dar dinero? — indagó y Chan dejó de hacer lo que hacía para esta vez mirarlo.
Su paciencia se había terminado — Mira, de verdad llevo prisa y aunque no fuera así no tengo porque estarte explicando nada, ¿de acuerdo? Sólo deja que me vaya y podría explicarte después con más calma, ahora no es el momento.
Changbin soltó un suspiro y se acomodó el pantalón mientras se levantaba en silencio de su asiento, limpiándose también y tomando su camisa para colocársela. Cuando terminó, vio a Chan arreglarse un poco más antes de dirigirse a la puerta y tomó la perilla en su mano.
— Deja que te lleve — le dijo, caminando hacia él y Chan se dio la vuelta para mirarlo.
— Oh, está bien. — replicó, con notable sorpresa en su voz — La verdad te lo agradecería muchísimo.
Changbin negó con la cabeza, como restándole importancia y salieron de la habitación.
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