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3

La música en aquel bar hacía vibrar la paredes. El ambiente era oscuro, con coloridas luces psicodelicas, el aroma que reinaba era de puro cigarrillo y alcohol.

Aquello no aliviaba para nada a Jimin, pero al menos tanto ruido lo hacía olvidarse de sus frustraciones, o eso es lo que creía.

Sentado en uno de los sofas que había en aquella sala privada del bar, se encontraba Jimin, con los ojos cerrados y un vaso de whisky en su mano derecha. Aquel día, Taehyung y Jungkook se habían quedado con Agust, ese día era su turno. Debía sentirse desestresado, pero no. Las ansias comían su ser, al no poder estar cerca de él.

Había intentado de todas la maneras, olvidarse de Agust. Él nunca tuvo algún problema cuando se trataba de tener sexo, así que trató de sacar a Agust de su mente de esa forma. Esa noche en el bar, lo intentaría de nuevo.

Una mujer se encontraba bailando frente a él, lenta y seductoramente con poca ropa. Era linda y sexy, aún así, había cerrado los ojos y dejado de verla hace unos minutos. Pero en eso, sintió como se sentaba en su regazo, y movía sus caderas encima de su entrepierna, tratando de excitarlo.

Apretó el vaso que tenía en su mano, para después llevarlo a su boca y terminar con el último poco de líquido. Las manos de la mujer se paseaban por sus hombros, bajando hasta sus pectorales, Jimin se dejaba hacer, pero cuando esta trató de abrir más su camisa, la detuvo.

Mientras su mano apretaba la de ella, abrió los ojos, pero lo que vió lo hizo jadear incrédulo.

Agust lo miraba en silencio, con aquellos adorables ojitos felinos y su pequeña boquita temblorosa. Sin pensarlo ni un segundo, Jimin llevó la otra mano hacia su suave mejilla, acariciandola, delicada y sutilmente, como si tuviera miedo a lastimarlo.

No entendía nada. Agust no debía estar allí, aquel sucio lugar no era nada adecuado para un angelito como él.

- ¿Podrías besarme?

Su dulce voz acarició sus oídos, opacando el irritante ruido de aquel bar. - ¿Cómo podría hacerlo? No soy merecedor de tocar tus labios. - susurró, pegando su frente con la de él.

Agust sonrió, soltando el agarre de Jimin, para poner su mano sobre la de él. - Claro que lo eres, no quiero a nadie más que a ti está noche.

Jimin restregó la punta de sus narices, deleitándose con su aroma. Avena y manzanilla. La mano que se encontraba en su mejilla, se deslizó hasta su nuca y cuello.

- Amor, ni siquiera deberías estar aquí, este no es tu lugar.

- ¿Estás seguro? - Agust bajó su mano hasta su miembro, tratando de acariciarlo, pero Jimin lo impidió. Frunciendo el ceño, se apartó de él, parpadeando unas cuantas veces, para caer en su miserable realidad.

Agust jamás estuvo allí. El alcohol mezclado con su ansiedad, le habían hecho alucinar. Tragó grueso, quitando a la mujer de encima suyo, y levantándose el sofá enseguida.

- Oh querido, ¿Hice algo malo?

Jimin sacó unos cuantos billetes y se lo lanzó a la mujer. - No quiero más nada, ya me voy.

Poniéndose su chaqueta, Jimin salió de aquella sala, yendo hacia la salida del bar. Su mente estaba comenzando a jugarle en contra, hasta este punto. Jamás pensó que le sucedería algo así. ¿Alucinar de esa manera?. Solo en sus estupidas ilusiones, Agust estaría sentado en su regazo pidiéndole un beso. Nunca pasaría algo así.

Cuando llegó a su camioneta, tuvo que apretar sus ojos para contener las lágrimas que querían salir, mientras recostaba su cabeza en el volante.

Él solo quería salir de ese mundo y tener una vida en paz, pero al parecer no sería tan fácil. Había el gran obstáculo llamado Agust.

******************

- Wao, esa cara... - le dijo Jungkook, cuando apenas cruzó la puerta.

- No estoy de humor.

- ¿Solo bebiste mucho? Porque esa no es cara de haber tenido una buena noche de sexo.

- Jungkook ya déjalo - habló Taehyung. - Como sea, el jefe está aquí.

- Sí, me di cuenta. - Cuando Jimin llegó, pudo notar las dos camionetas estacionadas a un lado del porche. - ¿Han lastimado a Agust?

Taehyung frunció el ceño al ver su rara expresión de ¿Preocupación? - No, solo está "hablando" con él, acompañado de dos de sus hombres.

Jimin suspiró. El no poder escuchar nada, solo lo hacía desesperar más. Hasta que al fin, varios minutos después, su jefe Sun Oh salió de aquella habitación.

- Oh muchacho, creí que tardarías más en llegar. - Sun Oh fue hasta la cocina y se sirvió un vaso de licor. - Aquel chico no tiene ninguna información que me sirva, sé cuando alguien miente o dice la verdad. Así que solo nos servirá para arrebatarle a Kai una de sus minas de oro. - rió, terminando su trago. - Estate atento a mis ordenes en estos días. Buen trabajo hasta ahora.

Jungkook y Taehyung asintieron, mientras Jimin veía de reojo la puerta de la habitación. - Señor Sun Oh, ¿Cuántos días más tendremos que estar a cargo de él? - preguntó Taehyung.

- Tranquilo chico, no mucho. Bueno, nos vemos. - palmeando su hombro, se retiró junto con sus hombres.

- Ya quiero que esto acabe, es estresante. - mencionó Jungkook, masajeando su cuello. - Es hora de irnos Taehyung, le toca a Jimin soportar los sollozos de ese niño.

- Más bien, le toca a ese niño soportar la cara de culo de Jimin - ambos rieron. - suerte amigo.

- Larguense ya.

Ambos se fueron, dejando a Jimin parado en el pasillo. Cuando escuchó el carro de ambos arrancar, suspiró.

Se acercó a la puerta de la habitación de Agust, quedando frente a esta. Sí, podía escuchar el llanto de este. ¿Qué clase de improperios le habría dicho Sun Oh?.

Sin poder resistir más, abrió la puerta, encontrándose con Agust hecho bolita en su cama, dándole la espalda.

- A mi papá no le importo, y no tengo a nadie más que quiera rescatarme - sollozaba, mientras decía aquello en alto, sabiendo que había alguien parado allí. No le importaba quien era, solo quería que alguien de carne y hueso lo escuchara.

A Jimin se le estrujó el corazón escuchar esas palabras. Él había estado en el lugar de Agust muchas veces en su vida. - Si van a matarme como dijo ese señor, al menos no me hagan sufrir tanto. - Agust apretó sus manos contra su pecho.

En el caso de Jimin, desde muy joven no hubo alguien que escuchara su llanto y fuera a consolarlo, se desahogaba con las paredes, a veces lo hacía con Jungkook cuando lo conoció, pero él estaba en su misma situación, asi que no podía decirle la típica frase de "todo estará bien".

Pero ahora, simplemente no podía quedarse parado en el marco de la puerta, sin hacer nada. Negando con la cabeza, caminó hasta la cama y se sentó a un lado de él, tocando sutilmente su hombro.

Agust respingó asustado, volteandose enseguida. Toda su cara estaba rojiza y mojada. Jimin no podía más con aquella imágen. Agust se sentó lentamente, sin quitar su mirada de él.

- Lo siento, y-yo no haré más rui...

- Puedes desahogarte conmigo. - susurró, sin poder frenarlo.

Con los labios entreabiertos, Agust se quedó viendo a aquel hombre rubio, el mismo hombre de cara seria que tanto le daba miedo, le acababa de decir que...

- N-No e-entiendo...

- No hace falta explicaciones, solo ven aquí... - Jimin lo tomó del brazo, jalandolo hasta su pecho y poder rodearlo con sus brazos.

Agust jadeó sorprendido, quedándose estático, pues para nada se esperaba algo así. La calidez y aroma del rubio se impregnó en su cuerpo. Hace tiempo no recibía un abrazo, mejor dicho, desde que su madre murió.

Era un completo desconocido el que lo abrazaba, y en una situación muy irónica e ilógica. Uno de sus captores quería¿Consolarlo?. Nada tenía sentido, pero en ese momento, no podía seguir cuestionando algo, pues su llanto volvió, y no pudo resistir la sensación de "protección" aunque sea falsa.

Se apegó aún más al pecho de este, desahogando toda la tristeza que sentía. Sus brazos rodearon el torso del rubio, recostando su mejilla del todo en su pecho.

Jimin sintió una mezcla de sentimientos en su ser. Su corazon dolía, pero a la vez latía contento, todo por el hermoso ángel que tenía en sus brazos. Afianzó aún más su agarre, acariciando el suave cabello en la nuca de Agust.

Estaba firmando su sentencia, pero no quería pensar en eso, lo único que pedía era seguir teniendo a Agust de esta manera.














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