9: 🥂"Aarón"🥂
-¡Solo fue un error! -gritó Aarón, lanzando el celular al suelo con furia. El dispositivo se estrelló contra el mismo, pero eso no hizo más que aumentar la tensión en el ambiente.
-Pero igual lo hiciste -respondió con firmeza el hombre tras el escritorio, su voz grave resonando en la habitación-. Así que tienes que asumir las consecuencias.
Aarón se levantó de la silla, acercándose a la mesa con determinación, señalándolo con un dedo tembloroso de ira.
-¡Pero yo no quise! -protestó, sintiendo cómo la frustración lo invadía-. Ustedes fueron los que lo planearon, ¿no es así? ¡Solo quieren que haga lo que les dé la gana!
-¡Aarón! -el grito de su padre lo sobresaltó, obligándolo a retroceder. La mirada del hombre era una mezcla de autoridad y desdén-. Ten cuidado de cómo hablas con tu padre, mocoso. Sabes que no te conviene colmar mi paciencia.
-Entonces... ¿pretenden seguir controlándome de esta manera? -su voz bajó a un hilo de dolor y rabia. La impotencia le carcomía el pecho-. Alejándome de todo lo que quiero y obligándome a hacer lo que a ustedes les convenga.
-No empieces de nuevo -lo cortó, con una inmensa seriedad en su rostro-. Esa chica no era para ti, hijo. Lo que debemos hacer es aumentar nuestro negocio, no traernos a una muchacha con traumas de infancia que solo complicará nuestras vidas.
-No la llames así -replicó Aarón, su voz temblando entre la indignación y la defensa de Aitana. Sabía que su padre no comprendía lo que ella significaba para él.
-¿Y acaso miento? -el hombre se reclinó en su silla, aflojando su corbata con cansancio-. Esa chica es demasiado sensible, no encajaría en este mundo.
-Si nuestro trabajo no implicara negocios ilegales, no tendría ningún problema -Aarón sintió cómo el ardor de la discusión se intensificaba, pero no podía rendirse.
-Pero sin estos negocios no tendríamos nada -replicó su padre, desestimando la preocupación de su hijo con un movimiento de mano. Sus ojos mostraban una fría determinación-. No volverás a ver a Aitana, así que deja de insistir en el tema.
Las palabras de su padre eran balas disparadas a su corazón, y Aarón sintió cómo el dolor se transformaba en furia. Nunca le importaron los sentimientos de su hijo, ni lo que él quería hacer con su vida. Para él, todo se reducía a poder y control.
-Además, su padre solo nos causaba problemas -continuó el hombre, con un tono que dejaba claro que no había lugar para la empatía-. ¿No recuerdas la vez que te denunció y casi no podemos sacarte de prisión?
-Eso fue porque tú me mandaste a hacer esa maldita entrega, y él se enteró... -Aarón no pudo evitar alzar la voz, recordando la situación que casi destruyó su vida.
-Al contrario -lo interrumpió, su tono inquebrantable-. Te descubrieron porque le mencionaste a Aitana que estarías por esa zona. Y ella se lo contó a su padre. Por culpa de esa maldita niña perdimos demasiado, Aarón.
El silencio se hizo pesado en la habitación, y Aarón sintió cómo las palabras de su padre se clavaron en su mente. La imagen de Aitana, con su sonrisa y dulce voz, se desvanecía poco a poco en su memoria.
-Ella no es una "maldita niña" -dijo con voz baja, tratando de mantener la calma a pesar de la tormenta de emociones que lo invadía-. Es la chica que amo, y tú no tienes derecho a decidir su valor ni a hablar así de ella.
-No me hagas perder más tiempo -respondió su padre, con desdén-. Este es un negocio, Aarón. Y en los negocios, los sentimientos no importan.
-¡Para mí sí! -contestó Aarón, sintiendo que cada palabra era una rebelión contra el control que su padre ejercía sobre su vida-. Quiero ser dueño de mis decisiones, de mis relaciones. No quiero seguir siendo un peón en tu maldito juego.
El hombre lo miró con desagrado, como si Aarón fuera un extraño en su propia casa. La distancia entre ellos se sentía más grande que nunca. Aarón sabía que la batalla que libraban no era solo por Aitana, sino por su propia libertad.
-Eres mi hijo, Aarón. No vas a librarte de tus responsabilidades por ese supuesto enamoramiento.
-¡Ya detente! -golpeó la mesa, ya no aguantaba sus palabras-. Cada palabra que utilizas para ofenderla o quitarle valor a mi amor, es una razón más para perderte el poco respeto que te tengo -no se estaba controlando, y su padre se dio cuenta de que estaba perdiendo su poder sobre él.
-Nunca dejaré de...
Un fuerte sonido resonó en la habitación; el mayor se había levantado y había golpeado su mejilla, con tanta fuerza que marcó su mano en ella.
-Largo -ordenó-. Yo hablaré con el hermano de Miranda. Vas a ser responsable de lo que hiciste niño. Y que sea la última vez que te atreves a gritarme.
La impotencia crecía en el interior de Aarón como una tormenta que amenazaba con desbordarse. Quería contradecir a su padre, devolverle el golpe o simplemente hacer algo para liberar toda esa rabia que lo consumía. Sin embargo, no tenía más opción que obedecer. Con el corazón acelerado, salió del despacho como le ordenó, deseando alejarse lo más posible de aquella habitación.
Mientras caminaba, su mente se sumergía en pensamientos confusos y llenos de dolor. Pero en su camino, se cruzó con su hermano mayor, Denis García. Al verlo, Aarón intentó pasar de largo, como si quisiera evitar cualquier pregunta que pudiera hacer. Pero este tomó su brazo para detenerlo, sosteniendo su mirada y notando la marca roja en su mejilla.
-¿Qué hiciste ahora, eh? -preguntó Denis en un tono neutro, su rostro impasible como siempre.
La vergüenza lo invadió, y Aarón sintió que el calor de la humillación se apoderaba de él. No podía soportar que su hermano lo viera de esa manera una vez más. Pero la situación era inevitable.
-Ven conmigo -dijo Denis, guiándolo hacia una habitación vacía, donde podrían hablar con más tranquilidad, lejos de oídos curiosos.
Una vez dentro, Denis se acercó a una pequeña nevera en la esquina y sacó una compresa fría. La envolvió en un pañuelo blanco y se la entregó a Aarón, quien la tomó con manos temblorosas.
-Cuéntamelo -dijo Denis, cruzando los brazos, su mirada fija en su hermano.
Aarón colocó la compresa sobre su mejilla, sintiendo cómo el frío aliviaba poco a poco el ardor. El silencio en la habitación se hizo pesado, y Aarón supo que debía hablar.
-Es sobre Miranda -empezó, su voz temblando ligeramente-. Ella y mi padre planearon drogarme, para que después me acostara con ella. Te juro que no sé cómo me dejé engañar por esa chica.
Denis dejó escapar un suspiro.
-Ay, Aarón -dijo, su tono lleno de tristeza-. A estas alturas no puedes hacer nada sobre las decisiones que tome papá.
-Pero yo no quiero estar aquí. No quiero ser parte del negocio familiar. Yo quiero volver, extraño demasiado a Aitana -su voz se quebró al pronunciar el nombre de la chica que ocupaba su mente y su corazón, y sintió cómo una punzada de dolor lo atravesaba.
Denis lo miró fijamente, sus ojos reflejando preocupación y resignación.
-Dudo mucho que su hermano te deje ir después de lo que pasó. Sabes que los Barnum se toman muy en serio el tema del matrimonio y las relaciones fuera de este.
-¡Son traficantes, carajo! -gritó Aarón, apartando la compresa de su rostro con rabia-. ¡Les debe importar una mierda el honor y las tradiciones antiguas!
La frustración se convirtió en gritos, y su voz resonó en la habitación vacía, una explosión de emociones reprimidas. Denis lo observó con una mezcla de pena y comprensión, y Aarón sintió que la desesperación lo abrazaba con fuerza.
-Lo sé, hermano -respondió Denis con calma, intentando darle un poco de sentido a la locura que los rodeaba-. Pero así son las cosas. Este mundo no permite debilidades. Lo que tú sientes por Aitana es irrelevante para ellos. Solo ven números y ganancias.
-Pero yo no soy un número, Denis. Soy su hijo, y tengo derecho a decidir sobre mi vida.
-El problema es que papá no lo ve así -Denis se acercó un poco más, como si quisiera conectar con él-. Te está viendo como un activo en el negocio, no como su hijo. Y eso es lo que más duele; yo lo sentí.
Aarón sintió que las lágrimas amenazaban con aflorar, pero se contuvo. No podía permitirse mostrar debilidad. Tenía que ser fuerte, no solo por él, sino también por Aitana, por todo lo que había dejado atrás.
-Recuerda que todo está planeado, hermano. Además, ustedes ya estaban comprometidos, todo son negocios.
-¡Que se vayan a la mirada los negocios! -gritó, dejando salir los restos de su frustración-. Yo solo quiero a una persona, y esa es Aitana. A pesar de lo que pasó entre Miranda y yo, solo la quiero a ella.
-Entonces tendrás que buscar una manera de salir de todo este lío, aunque sigo creyendo que es imposible -se acercó a la puerta, con la intención de marcharse-. Solo ten cuidado con lo que pretendes hacer, Aarón. No provoques a papá para que te lastime.
Salió completamente del lugar, dejando a Aarón con sus pensamientos revueltos y sus sentimientos heridos. Su padre le estaba haciendo la vida imposible, solo lo obligaba a hacer lo que él quería, sin darle la opción de elegir, absolutamente nada.
Deslizó su espalda por la pared hasta que terminó sentado en el suelo, agarrando su cabello, sintiendo inmensas ganas de llorar.
-Ait, solo quiero volver contigo...
Dijo en un susurro, lleno de dolor y tristeza.
Narra Aitana.
Después de que Hugo saliera de mi habitación, me dispuse a dormir un poco. Sentía una gran felicidad y alivio, como si una inmensa presión y dolor se hubieran desvanecido.
Mi descanso transcurrió con tranquilidad, hasta que el sonido de mi celular me despertó de golpe. Extendí la mano hacia la mesita y contesté, aún adormilada.
Aitana: ¿Oigo?
???: Hasta que al fin respondes, Aitana. ¿No crees que es excesivo no contestarme ni una llamada o mensaje en tanto tiempo? -esa voz masculina... sentí que me era muy familiar-. Aunque realmente no me sorprende, siempre has sido una chica muy obstinada y terca conmigo.
Aitana: Ah... ¿Quién es?
???: ¿Cómo? ¿Ya no reconoces la voz de tu propio padre? No puedo creer lo que estoy escuchando.
Me quedé en silencio por unos segundos, y todo el sueño que me envolvía se esfumó al oír la palabra"padre". Hacía tanto tiempo que no hablaba con él.
Aitana: ¿Papá...? ¿Por qué me estás llamando?
Papá: No tengo tiempo para andarme por las ramas, así que te lo diré directamente: tienes que volver a casa ahora mismo, hija -me ordenó sin rodeos, y mi corazón se aceleró.
Aitana: ¿Por qué tendría que ir? Ya les dije que no volvería, así que no pienso hacerlo ahora.
Papá: Tenemos algo importante que discutir, Aitana. Deja a un lado tu berrinche y el odio que me tienes y apresúrate a venir. No estoy jugando con esto.
Aitana: Pero...
Me colgó antes de que pudiera terminar. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que vi a mis padres; la razón principal fue el gran conflicto que tuvimos por mi relación con Aarón, de ahí me mudé con Olivia y, posteriormente, compramos un apartamento para nosotros, el cual sigue ahí, esperando ser habitado.
Aarón y yo éramos amigos desde la primaria, pero a mis padres nunca les agradó, y a su familia yo tampoco. Ellos querían que me alejara de él, diciendo que me llevaría por un mal camino y que no era una buena influencia. Mientras los padres de Aarón le decían que yo no encajaba en su mundo y que solo lo arrastraría a la desgracia.
Tal vez tenga que darles la razón; que él no fuera lo mejor para mí, y que su familia guardara secretos que yo desconocía, pero de los que mis padres sí estaban enterados, me dejaba indefensa y vulnerable ante el verdadero rostro de los García. Sin embargo, Aarón siempre se metía en problemas y se escapaba no por quererlo o por diversión, sino para protegerme...
Flashback.
Cuando tenía 17 años, Aarón entró por la ventana de mi cuarto, a escondidas, lleno de moretones en el rostro y en sus brazos.
-¿Qué fue lo que te pasó? -le pregunté, preocupada.
-No es nada -se sentó en la esquina de mi cama, desprendiendo un suspiro-, solo fueron leves rasguños, princesa -sonrió, mostrando una leve expresión de dolor después, por el moretón en la comisura de su labio.
-¿Cómo puedes decir eso? -comencé a mirar sus heridas con detenimiento-. Tienes golpes por todos lados. No entiendo por qué te sigues peleando con todos, Aarón.
-Hey -agarró mi mano con suavidad, dejando leves caricias sobre esta-, tengo que defenderte sin importar qué, no voy a dejar que esos imbéciles hablen mal de mi futura esposa. Tampoco dejaré que creen rumores sobre ti; ninguno de ellos tiene permitido siquiera mirarte con malas intenciones -sonrió un poco, haciendo que mis mejillas se tornaran de un rojo intenso.
-Bobo -me solté, nerviosa-. ¿Cómo voy a ser tu esposa si ni siquiera soy tu novia, eh? Además, no le hago caso a lo dicen, simplemente los ignoro.
Traté de disimular mis nervios. Él siempre decía cosas así, las cuales le daban vuelcos a mi corazón.
-Yo no puedo ignorarlos, me hierve la sangre de solo verlos regodearse y presumir de que podrían acercarse a ti y tenerte con facilidad. Son unos bastardos que se divierten a partir del dolor y la debilidad de los demás -apretó sus puños al recordar, volviendo a sentir aquella furia que lo había impulsado a meterse en esa pelea. Acerqué mi mano a la suya, intentando calmarlo con las caricias de mis dedos, y al parecer lo conseguí, ya que la tensión en su cuerpo disminuyó al desprender un suspiro-. Pero tienes razón, no puedo defenderte siendo solo tu amigo. Así que.... ¿quisieras intentar ser mi novia, Ait? Prometo no dejar que nada ni nadie vuelva a lastimarte, prometo quedarme siempre a tu lado y hacerte feliz -susurró esta vez, con suavidad, yo lo miré con sorpresa; no pensé que en verdad dijera eso.
-¿L-Lo dices e-en serio? -balbuceé, sin poder esconder la emoción que crecía en mi interior, manifestándose en fuertes sonrojos e incontrolables latidos del corazón.
-Claro que sí, princesa -afirmó, volviendo a sonreírme-. He querido decirte esto por 3 años, ¿sabes? Pero, no sabía si yo te gustaba o solo eras amable y cálida conmigo como con los demás. Siempre he intentado protegerte de todo el que tratara de acosarte o humillarte, y lo seguiré haciendo mientras tú logres estar bien. Solo me importa que no te lastimen. Pero realmente no le agrado a tu familia, así que ha sido doblemente difícil para mí.
-¡Es claro que me gustas, Ron! -me apresuré a responder-, y mucho -terminé, volviendo a sonrojarme.
-Entonces... ¿aceptas de verdad? ¿Me dejarás ser tu novio? -sus ojos comenzaron a tomar cierto brillo.
-... Sí, idiota. Sí quiero ser tu novia -sonreí con timidez, y él me devolvió la sonrisa.
-Se siente muy bien que lo digas en voz alta, Ait. Y tú adorable expresión hace que mi corazón se derrita -acortó un poco más nuestra distancia, sin despegar la mirada de mi rostro.
-Deja de decir tonterías...
-Solo digo la verdad, princesa, no me puedes culpar -su mirada juguetona se dirigió a mis labios, deteniéndose en ellos-. Y bueno, ya que finalmente estamos juntos, ahora sí puedo besarte, ¿no?
-¿Be-besarme?
-Sí, ¿me dejas? Siempre he querido sentirlos contra los míos, averiguar su sabor, apuesto a que serían tan suaves como se ven en este momento -esa voz, esa suave voz de convencimiento que siempre utilizaba conmigo, cada vez que quería algo, nunca fallaba en su función.
-E-está bien -mi voz fue atacada en extremo por la timidez y la vergüenza, él solo sonrió.
Se acercó a mi, poniendo su mano en mi rostro y uniendo nuestros labios en un contacto torpe y nervioso por mi parte, mientras él se mostraba relajado y paciente. Dándome tiempo para acoplarme y acostumbrarme a esa nueva y maravillosa experiencia. Ese había sido mi primer beso, y el fue mi primer amor.
Suena raro y poco creíble que a esta edad, nunca hubiese dado mi primer beso y tampoco hubiese tenido una relación. Pero nunca me acerqué a las personas por miedo a lo que pudiesen hacerme o decir sobre mi, sobre mi pasado.
Así que él fue mi primero. Nunca había dejado que alguien mas me tocara o besara, solo me reservé únicamente para él. Pero las cosas nunca fueron fáciles para nosotros, y cada día era una lucha interminable para que nuestro amor sobreviviera. Sin embargo, al final, todo se acabó.
Fin del flashback.
¡Ayuda!
¡Me duele el corazoncito por Aarón!
😭
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